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En Pakistán, denunciar acoso sexual es una batalla interminable para las mujeres

Redacción: Global Voices

En julio de 2019, tres hombres fueron arrestados por exhibicionismo indecente.

En teoría, la ley pakistaní que penaliza el acoso sexual supone un paso adelante en la protección de los derechos de la mujer; sin embargo, la aplicación de esta ley puede ser una historia totalmente diferente. Si una mujer decide presentar una queja formal, puede enfrentar una ardua batalla en forma de interminables procesos legales, estigma social e indiferencia, ya que algunos de estos comportamientos están normalizados.

A pesar de estos obstáculos, una reciente oleada de casos de exhibicionismo indecente ha terminado en arrestos, ya que las pruebas publicadas en las redes sociales llevaron a la policía hasta los delincuentes.

En agosto de 2019, Tasina Parwaiz de Lahore grabó y publicó un video en Twitter de un hombre sentado en su moto masturbándose a un lado de la carretera. Se etiquetó a la policía de Punyab en la publicación y al cabo de unas horas el acusado fue arrestado bajo la supervisión del superintendente de policía Ahsan Saifullah, que también tuiteó sobre el arresto:

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Unas semanas antes, un caso parecido se publicó en Twitter con fotos del culpable.

Soy estudiante y debo viajar en rikshaw motocicleta con otras chicas. Hoy, cuando iba de regreso a casa, un hombre en moto empezó a seguirnos. El rikshaw estaba lleno de chicas, y cuando empezó a acercarse, nos asustamos.

Y se acercó a nosotras todo lo que pudo y comenzó a exhibir su pene. Todas las chicas temblaban de miedo, incluida yo. Sin embargo, no podía mantener mi mirada más baja y saqué el móvil e hice fotos de él y de su pene y de su matrícula.

Esta persona también fue arrestada por el superintendente de policía Ahsan Saifullah:

El tipo de historia que estoy publicando aquí es la historia de cualquier otra chica que decidió salir por cualquier razón.
——–
Hemos conseguido arrestar al acusado y hemos incautado su moto. Ahora le pido a @Alitaskywalker que se ponga en contacto conmigo para aportar detalles relevantes para redactar la denuncia contra el culpable.

En otro incidente, una cámara CCTV en la zona de Dera Ghazi Khan captó a un hombre que manoseaba a una mujer que caminaba por la calle; la policía también arrestó al delincuente.

Video insertado

Gran trabajo de la policía de Dera Ghazi Khan al identificar y arrestar a este pervertido llamado Munir Ahmed Kharal.

Las víctimas sufren presión social y reacciones negativas del público

En Pakistán, comportamientos como estos están a menudo normalizados y la gente no tiene miedo a las denuncias debido a las interminables cuestiones legales que conllevan. Tampoco les preocupa la vergüenza que esto genera. Aunque Tasina Parwaiz recibió mucho apoyo en Twitter, tuvo que eliminar su cuenta tras recibir comentarios de odio de troles en línea por haber grabado el vídeo.

Algunos incluso usan la expresión “Mera Jism Meri Merzi” (mi cuerpo, mi deseo), un lema visto durante la Marcha de las Mujeres (Aurat March) de 2018 para justificar el comportamiento de los acosadores.

Si un hombre es educado y no es una total basura, como el del viideo, ni siquiera le importaría el movimiento. Son los tipos miserables como tú los que ventilan su misoginia en casos como estos.

Se trata del “Mera Jism Meri Marzi”

Si el chico se estaba masturbando en público, ¿por qué ella estaba mirándolo?

No solo lo vio todo, sino que además lo grabó.

¿Le gustó?

Las chicas sinvergüenzas como tú dan sugerencias sexuales a los hombres y los provocan para esto.

A pesar de la ley, el acoso es una epidemia silenciosa

Según la ley, en virtud del artículo 509 del Código Penal pakistaní (PPC, por su nombre en inglés), “insultar la decencia de las mujeres o acosarlas sexualmente” es un delito. Los autores de este delito pueden ser castigados con una “pena de prisión de hasta tres años o con una multa de hasta 500 000 rupias (3120 dólares) o ambas cosas”.

En una entrevista con Global Voices, el superintendente de policía Ahsan Saifullah, que arrestó al delincuente del caso Parwaiz, dijo:

Esta es la primera vez que se han hecho arrestos (en un caso así) pero eso no significa que esos incidentes no ocurran, desgraciadamente, el acoso callejero y sexual son parte de nuestra sociedad. La única diferencia es que, esta vez, se grabó y denunció.

Además añadió:

 La campaña “Me Too” ha desempeñado un papel importantísimo para generar conciencia en las mujeres. Antes, las mujeres se quedaban calladas cuando las acosaban o agredían sexualmente, pero ahora las cosas están cambiando ya que hay pruebas gracias a las cámaras de los teléfonos móviles.

Después de que Parwaiz usara Twitter para denunciar públicamente el acto de exhibicionismo público, muchas otras mujeres contaron historias similares sobre cómo el acoso sexual ha afectado sus vidas.

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Hoy a las 6 p.m., este hombre estaba cerca de Thokar Niaz Baig masturbándose mientras me miraba. Yo tenía un vestido decente, así que nadie puede decir que lo provoqué a masturbarse. Muchas chicas enfrentan esto. Por favor, difunde esto para que llegue a su familia, y tal vez las autoridades también tomen acción contra gente así.
———
Esto se ha vuelto común en las calles y parques de Lahore, incluso en la calle DHA phaze 5. Solo para evitar estas cosas, hace un año que dejé de trotar en la calle… estoy cansada de ver cosas así…

Esto me pasó a mí… cuando estaba esperando fuera de mi universidad.
Es algo común, sobre todo cerca de las instituciones educativas

Sana, profesora en Lahore, contó su experiencia a Global Voices:

Un conductor de rickshaw se paraba en la estación de autobús donde ella tomaba el autobús y se sacaba las partes privadas cuando ella pasaba. Esto siguió ocurriendo durante semanas y cuando me quejé a mi familia me pidieron que dejara el trabajo, ya que esa es la costumbre en la mayoría de las familias.

Jannat Fazal, directora de programas y psicóloga de la Fundación de Derechos Digitales, habló con Global Voices:

Estos incidentes tienen un efecto duradero en las víctimas, ya que se viola su espacio personal, se sienten vulnerables e indefensas, y normalmente no encuentran apoyo ni compensación contra estos actos perversos debido a que nuestro sistema está amañado contra las víctimas.

El exhibicionismo es una enfermedad mental en el que la persona siente la necesidad de mostrar sus genitales a adultos sin su consentimiento, pero no podemos atribuir este comportamiento a esta enfermedad mental en su totalidad, muchas veces la gente se entrega a estos actos porque obtienen placer de incomodar a los demás y también por la falta de mecanismos adecuados de denuncia para contenerlos. Aunque alguien padezca esta enfermedad, sigue siendo necesario denunciar este acto y enseñar a las personas formas mejores de lidiar con sus impulsos sexuales.

Aunque las mujeres en Pakistán están lejos de denunciar e investigar todos los incidentes de acoso, estos casos son el comienzo de una nueva tendencia.

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Sudáfrica: Una clase para frenar la epidemia de agresiones sexuales a menores

África/Sudáfrica/29 Agosto 2019/El país

Sudáfrica asiste conmocionada al incremento de la violencia sexual, que afecta como mínimo al 35% de los estudiantes. Un programa escolar trata de atajar la estructura social sobre la que se sustenta

Los alumnos del último curso de secundaria de la escuela Rauwane Sepeng, ubicada en uno de los escasos descansos orográficos que concede el corredor del platino, en el noroeste de Sudáfrica, están calculando la fricción entre dos cubos de cuatro y ocho kilogramos dibujados en la pizarra. Al poco de tocar el timbre, Lydia Ganda deja sus cosas sobre la mesa del profesor. Ella no viene a hablar de física. Ni siquiera de algo que vaya a computar para la media académica. Va a hablar de sexo.

«Antes de iniciar cualquier relación sexual necesitamos consentimiento. Tenemos que preguntar. La respuesta solo puede ser  o No. No hay proceso más correcto que el de preguntar, esperar la respuesta y respetarla», escribe para empezar en la pizarra, donde antes estaban los cubos y las fórmulas matemáticas.

—¿Y si no dice nada, si se queda en silencio? Hay que darle tiempo, se responde Lydia a sí misma.

—A lo mejor quiere decir que sí, interviene un chico sentado en medio de la clase. Es el primero que se aviene a hablar. Su compañera de atrás le da una colleja al escuchar su respuesta. Los demás ríen.

Exacto. El silencio no es consentimiento. Ningún silencio es aceptable. Solo un sí es aceptable, repite Lydia.

Hay más alumnos que quieren participar.

—Muchos chicos piensan que si nos invitan a salir a cenar fuera quiere decir que les tenemos que dar algo a cambio.

¿Acaso no es así?, bromea, o quizá no tanto, otro de los chicos. Es alto y muy delgado. Parece mayor que los demás. Varias alumnas a su alrededor le increpan, tampoco demasiado en serio.

—¿Cómo va a ser así?

—Lo que dices, —vuelve a contestar la trabajadora comunitaria del programa de educación sexual puesto en marcha por Médicos sin Fronteras en Rustenburg—, no deja de ser una coerción, aunque sea psicológica. Porque la coerción no es solo física, la que deja moretones, si también moral, la que no se ve.

—¿Y si yo solo quiero hacer hasta un punto? ¿O si de pronto aparece alguien?

Un sí es solo sí hasta aquí y hoy. No es un permiso para hacer lo que queramos cuando queramos. Tenemos que preguntar a nuestra pareja lo que quiere hacer en cada momento, porque igual solo quiere ir de la mano; o al centro comercial por si aparecen sus padres; o puede que quiera cierta intimidad sexual. Lo importante es que preguntéis y respetéis lo que quiera la otra persona, insiste Lydia. Está hablando para chicos de entre 16 y 18 años.

¿Y si ella piensa que voy muy despacio?, pregunta un chico.

—Lo que tienes es que pedir permiso para pasar a la siguiente fase.

—¿Y si acordamos algo por WhatsApp, pero luego me arrepiento?

Las preguntas fluyen una detrás de otra. Les interesa más que la clase de física

—Siempre vas a tener la posibilidad de echarte para atrás. O de decir sí a la intimidad sexual, pero no a la penetración.

—Pero si decimos que no, después nos van a hacer sentir culpables. O, por ejemplo, si vamos a casa de un chico entiende que vamos a tener sexo.

—Pero no tenéis que hacerlo. Siempre, en cualquier circunstancia tenéis derecho a parar. Si una chica dice “para” —habla ahora para los chicos de la clase— tenéis que parar.

—Y de esto, de sexo, ¿habláis con vuestros padres?

La clase se vuelve a alterar. En el grupito de chicas que ocupa los pupitres junto a la puerta se atropellan unas a otras al hablar. «Con los míos no, cada vez que se menciona algo relacionado con el sexo se vuelven locos». «La mía —dice otra— si se entera empieza a tirar cosas. Amenaza con la zapatilla».

Mientras termina de reír, la primera de las jóvenes, la más menuda de todas, vuelve a tomar la palabra: «Lo importante es que no vamos a ser como nuestros padres. Ellos entienden el sexo de otra manera, pero nosotras cuando seamos adultas vamos a hacerlo de otra forma. Vamos a ser madres más abiertas».

Lydia, que lleva desde 2015 recorriendo una veintena de escuelas de esta región minera de Sudáfrica, no esconde una sonrisa de satisfacción. Una sonrisa que es una pequeña victoria.

«Pase lo que pase, chicas, no os debéis sentir jamás culpables. Acudid al médico o a nosotros para prevenir cualquier enfermedad. Porque sabéis las consecuencias de tener conductas sexuales de riesgo, ¿verdad? No solo que podéis contraer una enfermedad sexual o VIH, sino que también os podéis quedar embarazadas. ¿Sabéis lo que eso supone? Eso también va por vosotros, chicos».

Sus palabras las animan a no tener miedo a informarse en una sociedad en la que estos temas continúan siendo tabú, pero en la que los jóvenes quieren saber y hablar. En un informe realizado por Unicef en 2017, los investigadores concluyeron, por ejemplo, que el 84% de los jóvenes encuestados quería obtener información sobre obtener salud sexual mediante sus teléfonos móviles, si era gratis. No obstante, expresaron dudas sobre si preferirían comunicarse directamente con un profesional por mensaje de texto o llamada de voz. Algunos estaban a favor del anonimato de hablar con un extraño.

Violencia sexual contra menores

En octubre de 2017, la sociedad sudafricana asistía consternada al escándalo por los supuestos abusos sexuales cometidos por un guardia de seguridad en una escuela primaria de Soweto, el histórico barrio al oeste de Johannesburgo. Hasta 87 estudiantes denunciaron haber sido agredidas, incluidas varias violaciones. Un año después, el acusado fue absuelto después de que la Corte Suprema de South Gauteng calificase de burda la cadena de errores cometidos durante la investigación policial.

“Se está produciendo un ataque a gran escala contra la infancia en Sudáfrica. Hay un gran problema en el sistema educativo, familias rotas, niños que crecen huérfanos a consecuencia de la epidemia del VIH y que no reciben la educación que necesitan porque sus padres tampoco la tuvieron… Pero también existe un problema con una policía mal pagada, profesionales sanitarios sin la preparación adecuada y un sistema judicial colapsado. Al final, los niños, que son los más vulnerables, son los que sufren las consecuencias”, resume Christina Rollin, una de las mayores expertas de un país en plena emergencia contra la violencia sexual a menores.

Un estudio publicado por The Lancet alerta de que uno de cada tres estudiantes sudafricanos ha sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida y el propio Gobierno reconoció en el Parlamento que hasta el 9,1% de las violaciones denunciadas en el país —ya de por sí con una de las tasas más elevadas del mundo, 70,5 por cada 100.000 habitantes— correspondían a niños de nueve años o menos. Casi siempre, hasta en un 80% de los casos, los responsables son personas cercanas.

Lydia, que lleva desde 2015 recorriendo una veintena de escuelas de esta región minera de Sudáfrica, no esconde una sonrisa de satisfacción. Una sonrisa que es una pequeña victoria.

«Pase lo que pase, chicas, no os debéis sentir jamás culpables. Acudid al médico o a nosotros para prevenir cualquier enfermedad. Porque sabéis las consecuencias de tener conductas sexuales de riesgo, ¿verdad? No solo que podéis contraer una enfermedad sexual o VIH, sino que también os podéis quedar embarazadas. ¿Sabéis lo que eso supone? Eso también va por vosotros, chicos».

Sus palabras las animan a no tener miedo a informarse en una sociedad en la que estos temas continúan siendo tabú, pero en la que los jóvenes quieren saber y hablar. En un informe realizado por Unicef en 2017, los investigadores concluyeron, por ejemplo, que el 84% de los jóvenes encuestados quería obtener información sobre obtener salud sexual mediante sus teléfonos móviles, si era gratis. No obstante, expresaron dudas sobre si preferirían comunicarse directamente con un profesional por mensaje de texto o llamada de voz. Algunos estaban a favor del anonimato de hablar con un extraño.

Violencia sexual contra menores

En octubre de 2017, la sociedad sudafricana asistía consternada al escándalo por los supuestos abusos sexuales cometidos por un guardia de seguridad en una escuela primaria de Soweto, el histórico barrio al oeste de Johannesburgo. Hasta 87 estudiantes denunciaron haber sido agredidas, incluidas varias violaciones. Un año después, el acusado fue absuelto después de que la Corte Suprema de South Gauteng calificase de burda la cadena de errores cometidos durante la investigación policial.

“Se está produciendo un ataque a gran escala contra la infancia en Sudáfrica. Hay un gran problema en el sistema educativo, familias rotas, niños que crecen huérfanos a consecuencia de la epidemia del VIH y que no reciben la educación que necesitan porque sus padres tampoco la tuvieron… Pero también existe un problema con una policía mal pagada, profesionales sanitarios sin la preparación adecuada y un sistema judicial colapsado. Al final, los niños, que son los más vulnerables, son los que sufren las consecuencias”, resume Christina Rollin, una de las mayores expertas de un país en plena emergencia contra la violencia sexual a menores.

Un estudio publicado por The Lancet alerta de que uno de cada tres estudiantes sudafricanos ha sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida y el propio Gobierno reconoció en el Parlamento que hasta el 9,1% de las violaciones denunciadas en el país —ya de por sí con una de las tasas más elevadas del mundo, 70,5 por cada 100.000 habitantes— correspondían a niños de nueve años o menos. Casi siempre, hasta en un 80% de los casos, los responsables son personas cercanas.

“En nuestras charlas tenemos que explicarles lo que es normal y lo que no lo es porque muchos menores crecen en entornos sexualizados en los que algunas acciones están implícitas. Crecen viendo a sus tíos u otros familiares tocándolas y pasando sus manos por su cuerpo”, señala Lydia. “Esto”, añade Rollin, “hace que normalicen la situación y los casos de abusos prolongados se alarguen en el tiempo. ¿Quién va a ir a preguntar a otra casa cómo se lavan los dientes si en la tuya siempre se ha hecho así?”.

Esta normalización es lo que más preocupa a los expertos como Christina Rollin. “Cuando la sociedad asume que cada caso”, como la agresión a una joven en un restaurante la capital o la de un niña huérfana de 14 años en la escuela secundaria de Aha-Thuto el pasado junio, “es solo otro caso. Otra violación más”. Es ahí donde anidan las estructuras que sustentan la violencia sexual.

La primera, la de los propios menores, también chicos. “Hay una reacción física en el hombre que hace que, aunque sea agredido, su cuerpo reaccione, lo que provoca que muchos cuestionen su identidad sexual y se culpen a sí mismos por haber disfrutado”. Asumen los abusos como un marco aceptable de comportamiento y lo transmiten al formar su propia familia: “Padres que son padres sin haber aprendido a serlo, sin haber recibido ejemplos adecuados y que vuelcan en sus hijos sus propios problemas (…) Madres, continúa Rollin, que se niegan a creer que esa violencia esté ocurriendo en su casa”.

La segunda, la del propio Estado que esconde el problema para no tener que enfrentarse a su propio espejo. Teniendo en cuenta que apenas uno de cada nueve casos son denunciadosextrapolaciones de investigadores de la Universidad de Ciudad del Cabo elevan la cifra de abusos por encima del 35% del alumnado.

“Muchas mujeres prefieren no denunciar por temor a quedarse sin fuentes de ingresos para ellos y para sus hijos; y por miedo a ser discriminadas por otras mujeres de la comunidad. No debería ser así, las mujeres deberíamos ayudarnos unas a otras, pero la realidad es que todavía son señaladas si denuncian”, apunta Jennifer, la consultora psicológica del centro de salud de Rustenburg. “Que si no vestía de forma adecuada, que si en realidad fue ella la que tentó al hombre”, traduce Lydia.

La tercera estructura, la judicial, también alimenta impunidad. Entre un 40% y un 60% de los casos denunciados son retirados antes de llegar a la Corte y cuando lo hacen suele haber pasado tanto tiempo que se han perdido testigos, pruebas o la propia vida de las víctimas. “Muchas mujeres viven con miedo mientras se instruye el caso porque las amenazan o las agreden de nuevo”, confirma Jennifer.

La justicia va con retraso y al Gobierno no le molesta. Un estudio de Médicos Sin Fronteras (MSF) —que colaboró con la logística para este reportaje— reveló que el 20% de los centros de atención a víctimas de violencia sexual, incluidos los famosos Thuthuzela Care Centers, carecían de medios para realizar pruebas clínicas forenses. “Y un centro incapaz de realizar esos exámenes y de cumplimentar los formularios necesarios”, señalan los investigadores, “obstaculiza la capacidad de los supervivientes para denunciar su caso”.

Al tiempo, cada vez hay menos enfermeras especializadas, tentadas por sueldos más altos en el golfo Pérsico; y muchos médicos evitan involucrarse, en ocasiones por miedo a los perpetradores, en otras por simple hastío en casos de violencia sexual. “Emiten informes diciendo que no habido agresión para no tener que testificar”, asegura Rollin, quien ha participado en más de 300 juicios. Por su clínica Sexual Assault Clinic, a las afueras de Johannesburgo, pasan al mes una docena de casos de víctimas de violencia sexual. “El propio sistema judicial acaba por revictimizarlas al hacerles revivir el trauma hasta cuatro años después de haber ocurrido”.

Tesultado de esta estructura social de abusos normalizados e impunidad judicial es, en palabras de Rollin, una “generación de jóvenes enfadados” que reproducen los modelos de comportamiento en los que son criados. De ahí que en clase de decimosegundo grado haya chicos que entiendan que tienen derecho a tener sexo con una chica solo por invitarla a cenar.

Abusos, enfermedades y embarazos no deseados

Afuera del despacho de atención psicológica hay más sillas vacías que ocupadas. Un grupo de jóvenes trabajadoras del centro de salud aprovechan su descanso matutino para charlar. Ahora están debatiendo acaloradamente sobre el novio que le conviene a una de ellas: “Mi hermana me dice que no salga con un hombre que no tiene coche”.

La llegada de Helena (nombre ficticio para proteger su identidad) interrumpe la conversación. El examen médico no ha encontrado síntomas de agresión, pero sí una enfermedad de transmisión sexual. “Que no se haya detectado nada no quiere decir que no haya habido una agresión. Aquí las fronteras de la coerción son muy finas”, subraya Lydia una vez cerrada la puerta de la consulta. “Por eso vamos a hacer seguimiento de su caso. Va a tener reuniones periódicas con nuestro equipo de trabajadoras comunitarias y con la enfermera. Es con ella con quien suelen sincerarse. Empiezan a hablar y a contarles lo que ha sucedido. Es entonces cuando muchas veces se dan cuenta de que han sufrido una agresión sexual”.

Helena, alumna de la escuela Rauwane Sepeng, fue la única que, tras la charla en el colegio, se acercó a las trabajadoras comunitarias de MSF. Hay días que lo hacen pequeños grupos de jóvenes, casi siempre chicas, y otros en los que no acude nadie. Pero el programa sigue en marcha porque la violencia de género tiene un efecto social devastador: embarazos no deseados en menores, estrés postraumático, enfermedades de transmisión sexual. Hasta el 16% de las infecciones por VIH en mujeres podrían evitarse poniendo freno a la violencia de género. Incluso económicamente es un suicidio para el país, que pierde a causa de la misma entre el 0,9 y el 1,3% de su PIB.

En Rustenburg, uno de esos rincones de Sudáfrica donde impera la violencia como fórmula para la supervivencia, nadie espera que las agresiones sexuales vayan a ser cosa del pasado. No al menos hasta que los estudiantes de Rauwane Sepeng hayan educado a sus hijos en ese otro habitus de las relaciones que están aprendiendo. Mientras, Lydia Ganda tendrá que seguir yendo a sus clases a hablar de lo que es Sí y de lo que es No. Y a recordarle a Helena que tiene que tomar la pastilla que le recetó el médico todos los días. “Todos los días. Acuérdate de que es todos los días”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/08/12/planeta_futuro/1565622828_385287.html

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Myanmar: Ciudadanos de ninguna parte

Asia/Myanmar/22 Agosto 2019/El país

Desde inicio del éxodo de los rohingyas, su situación como refugiados sigue siendo preocupante

Jannatul Firdous, de cinco años, está sumida en sus pensamientos. ¿Cómo describir el significado de su nombre? Jannatul Firdous significa cielo –el mejor cielo– un significado profundo, la niña lo sabe y quiere hacerlo bien. “El cielo es un lugar donde los niños pueden jugar”, empieza la pequeña mientras su mamá Salima, de 26 años, la mira con una dulce sonrisa. “Hay muchas flores”, continúa. “Hay un gran estanque de agua. El cielo es un lugar feliz”.

Jannah a menudo se traduce en el Corán como “cielo”. Jannatul Firdous es el nivel más alto de cielo del Islam.

El campamento 13 en Myanmar, donde ahora vive Jannatul, no es el cielo y dista mucho de serlo. Los niños juegan en la tierra, levantando un polvo que flota en el aire caliente de la tarde. Está muy lejos del exuberante y verde campo que rodeaba la casa de la que huyó en Myanmar; tal vez sea de ahí de donde provenga su idea del cielo. Aquí no hay estanques y Jannatul debe cargar agua en contenedores pesados desde una toma de agua relativamente cercana, por una escalera empinada hasta el refugio improvisado de su familia.

Jannatul vive en el campo de refugiados más grande y densamente poblado del mundo, en Cox’s Bazar, Bangladesh. De su casi un millón de residentes, más de la mitad son niños. La mayoría de las personas aquí son rohingya, un grupo perseguido, predominantemente musulmán y una minoría de Myanmar, que ha sufrido discriminación en su país durante varias décadas, incluyendo la denegación de la ciudadanía.

El campamento 13 es uno de los 33 subconjuntos dentro del megacampamento. Es un espacio superpoblado, hogar de 41.000 personas, ciudadanos de ninguna parte, la antítesis del lugar feliz con el que sueña Jannatul.

Refugiados de segunda

Jannatul y su madre van de un lado a otro por el campamento de refugiados. El 55% de sus residentes son menores.
Jannatul y su madre van de un lado a otro por el campamento de refugiados. El 55% de sus residentes son menores. JON WARREN WORLD VISION

Las niñas y las mujeres llegaron a Bangladesh con cicatrices físicas y emocionales que probablemente nunca terminarán de curarse. Un informe de la Alta Comisión para los Refugiados de Naciones Unidas en 2018 titulado Cultura, contexto y salud mental de los refugiados rohingya detalla cómo las mujeres sufrieron abusos, fueron violadas y obligadas a prostituirse en Myanmar.

Cuando estalló la violencia en su aldea, en agosto de 2017, la familia de Salima se separó: «Jannatul acabó conmigo, pero no sabía qué había pasado con mi esposo y mis otros hijos», dice su madre. «Más tarde, los vi muertos». Mohamed, de 30 años, recibió un disparo; su hijo, Hafej, de 2 años, y su hija, Kalima, de 1 año, también fueron asesinados. Su expresión se nubla de dolor mientras lo cuenta. En un momento del relato Salima extiende su teléfono para mostrar una foto de Kalima y Hafej, sonriendo junto a su hermana mayor, Jannatul.

¿Por qué los rohingya no son refugiados comunes?

En 1982, Myanmar aprobó una ley que excluía a muchas etnias de la condición de raza nacional oficial. Como resultado, a los rohingya se les negó la ciudadanía, lo que les convirtió en uno de los grupos de apátridas más grande del mundo, y se les sometió a restricciones en el matrimonio, el tamaño de la familia, el empleo, la educación, la elección religiosa y la libertad de movimiento. Por poner un ejemplo, en algunas ciudades del norte de Myanmar, a los rohingya se les permite tener solo dos hijos.

Ante esta situación miles de personas se vieron obligadas a huir a Bangladesh, donde están más seguros y tienen más libertad pero se enfrentan a restricciones por parte de un país que no es signatario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Refugiados de 1951 y, por lo tanto, no les reconoce como refugiados. Sin la condición de refugiado legal, los rohingya en Bangladés no pueden trabajar, vivir fuera de los campamentos o emigrar a otros países. Los niños no pueden ir a la escuela; y las mujeres y los menores son objeto de abuso, como la trata de personas, el trabajo infantil, el matrimonio infantil, la violencia de género y otras formas de explotación.

Espacios Seguros para Niños

Jannatul llega a uno de los espacios seguros para niños, lo más parecido a un colegio que pueden tener.
Jannatul llega a uno de los espacios seguros para niños, lo más parecido a un colegio que pueden tener.JON WARREN WORLD VISION

Situado en el corazón del campamento, el Espacio Seguro para Niños al que acude Jannatul es un centro alegre, a menudo ruidoso, pintado de un color naranja chillón. Fueron los propios menores quienes decidieron llamar a este espacio –Surjoful– en honor de algo simbólico que dejaron en Myanmar: los girasoles. Según sus profesores, Jannatul sencillamente brilla en este espacio cuando tiene la oportunidad de cantar, bailar o recitar pequeños poemas.

La pequeña es una de las favoritas del personal, nos confiesa su maestra, Farjana Faraz Tumpa, de 20 años. Algunos niños prefieren quedarse con sus madres, aún son muy pequeños y necesitan sentirse acompañados por un familiar, aunque sea haciendo cola para recibir la ayuda diaria. Pero Jannatul no se pierde ni un día de “cole”, porque estos centros son lo más parecido a un colegio que estos menores han visto en muchos meses.

El 55% de los refugiados rohingya son menores. Niños y niñas que se enfrentan a diario a la violación de sus derechos; violencia física y sexual, explotación, matrimonio infantil, problemas psicosociales y de salud mental, trata y secuestro de niños, trabajo infantil y un largo etcétera. Niños de segunda, niños de ninguna parte e invisibles para el mundo.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/08/15/3500_millones/1565888791_003001.html

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Universitarios abogan contra la violencia sexual en Japón

Asia/Japón/09 Agosto 2019/Prensa Latina

Estudiantes universitarios japoneses iniciaron una campaña de recolección de firmas para solicitar a sus escuelas que brinden un ambiente de aprendizaje seguro, reseñan hoy medios locales.

Sin embargo, la respuesta de las universidades se silenció a pesar de informes que revelan el número creciente de casos de violencia sexual dentro y fuera de los campus en los últimos tiempos.

En mayo pasado Koyo Tani, de 22 años, estudiante universitario de cuarto año, inició la campaña para solicitar a los centros educación preventiva y otras contramedidas.

‘En comparación con las advertencias sobre el consumo excesivo de alcohol, la universidad no ha tomado la iniciativa de destacar la violencia sexual’, dijo Tani.

Varios alumnos de universidades como la de Soka y Sophia realizaron talleres para educar a los estudiantes sobre la importancia del consentimiento sexual.

Por su parte, la organización feminista Chabudai Gaeshi Jyoshi Action (Acción de mujeres que giran mesas), destacó la iniciativa de los jóvenes y la necesidad de tener campus seguros.

Mientras, los expertos instaron a las instituciones de enseñanza a desempeñar un papel más activo en la educación de los estudiantes para reducir los casos de agresión sexual.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=296514&SEO=universitarios-abogan-contra-la-violencia-sexual-en-japon
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Algún día lo haré: rostros de niñas e historias de esperanzas en ONU

ONU/01 Agosto 2019/Fuente: Prensa Latina

Los rostros, los sueños y las historias de niñas sobrevivientes a conflictos y crisis en el mundo tejen un mensaje de esperanza en la exposición Algún día lo haré, que abrió hoy en ONU.
El fotógrafo francés Vicent Tremeau quería con este trabajo mostrar la esperanza de esas niñas que -en medio de las condiciones más adversas- sueñan con un futuro mejor.

Al inaugurar la muestra, que podrá verse hasta septiembre en el lobby del cuartel general de la ONU en Nueva York, destacó la fortaleza de las niñas que son las protagonistas de la exposición.
Ellas viven en medio de crisis humanitarias, muchas no tienen acceso a la educación ni a servicios básicos como los de agua o saneamiento, pero no renuncian a sus aspiraciones, recalcó.

Creo que todos tenemos derecho a soñar y a luchar por cumplir con nuestros sueños, pero debemos hacer más hasta lograr un mundo mejor para que los niños y las niñas cumplan los suyos, expresó.

La secretaria general adjunta de la ONU, Amina Mohammed, también subrayó que el futuro y las esperanzas de miles de niñas en todo el mundo está en juego ante el difícil escenario de conflictos o crisis en el cual viven.

Estas niñas sueñan con convertirse en maestras, abogadas, médicas, ingenieras… y debemos ayudarlas a realizar sus sueños y el de otras tantas que también están en medio de una crisis.

A veces, ellas se ven forzadas a contraer matrimonio a tempranas edades y sufren abusos o violencia sexual, por eso urgen mayores esfuerzos dirigidos a ayudarlas, recalcó.

El jefe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Mark Lowcock, recordó que las mujeres y niñas son las que más sufren en una situación de conflicto o crisis.

También se mostró muy conmovido por la actitud de las niñas que fueron fotografiadas para la muestra y sus sueños de tener una profesión que pueda servir para ayudar a otras personas necesitadas.

Junto a las imágenes de la exposición Algún día lo haré, pueden leerse las aspiraciones de las protagonistas de los retratos, niñas de diferentes lugares del mundo, como Nigeria, Nepal, Iraq o Chad, que quieren ser doctoras, ingenieras, médicas, bailarinas, abogadas…

La muestra, organizada por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU y apoyada por las misiones permanentes de Francia y Marruecos ante Naciones Unidas, estará abierta aquí hasta septiembre.

Además de exhibirse en el vestíbulo de visitantes de la sede de la organización multilateral, los retratos se mostrarán en la valla exterior de ese edificio, en Nueva York.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=294281&SEO=algun-dia-lo-hare-rostros-de-ninas-e-historias-de-esperanzas-en-onu
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Casos de abuso y acoso sexual provocan protestas en universidades turcas

Estudiantes reclaman espacios seguros mientras autoridades minimizan igualdad de género

A principios de abril, una mujer de 23 años afirmó haber sido golpeada y violada por un profesor de 54 años que trabajaba en la Universidad de Ankara, durante su turno como veterinaria de guardia en una clínica veterinaria privada de la que el profesor es copropietario.

La joven, cuyo nombre figura como C.B. en los medios locales, afirmó en su testimonio que el profesor Hasan Bilgili le ofreció cenar y le pidió que bebiera con él.

A continuación explicó lo que ocurrió cuando rechazó la oferta:

Se abalanzó sobre mí y me besó. Golpeó mi cabeza tres o cuatro veces contra el suelo. Me desmayé. Cuando abrí los ojos, era la 1:30 de la mañana.

‘No denuncies’

Cuando la joven despertó, la primera persona que vio fue al socio de Bilgili, un veterinario llamado Serkan Durmaz, que le dijo:

Bilgili y Durmaz la llevaron a un ginecólogo, Huseyin Senyurt, que le transmitió un mensaje parecido:

Aunque denunciaras, no pasará nada. Simplemente tómate esta medicina.

Hasan Bilgili fue arrestado después de que C.B. presentara cargos contra él.

Desde el banquillo de acusados en una audiencia previa al juicio, tildó las acusaciones de conspiración en su contra y citó su condición de hombre casado en su defensa.

La Universidad de Ankara emitió un comunicado a través de Twitter:

Ankara Üniversitesi@AnkaraUni Üniversite dışında özel bir klinikte yaşanan cinsel saldırı aberi ihbar kabul edilerek, saldırı faili olduğu iddia edilen öğretim üyesi hakkında soruşturma başlatılmış ve adı geçen açığa alınmıştır. 1.034 Twitter Reklamları’na ilişkin bilgiler ve gizlilik 311 kişi bunun hakkında konuşuyor

Hemos recibido la noticia del abuso sexual en una clínica privada fuera de la universidad y hemos puesto en marcha una investigación contra el supuesto agresor. La persona mencionada ha sido suspendida.

No es la primera vez

Hasan Bilgili ya ha sido acusado antes de maltratar mujeres.

Según una noticia del periódico Hürriyet, tanto Hasan Bilgili como su hermano Ali Bilgili, profesor de farmacología en la misma universidad, fueron acusados de acosar alumnas en 2007, por lo que tuvieron que comparecer ante un tribunal.

Como resultado de las acusaciones, el juez dictaminó que Ali Bilgili fuera suspendido de la universidad, mientras que a Hasan Bilgili se le suspendió el sueldo. Al final, ambos regresaron a sus antiguos puestos de trabajo.

Más recientemente, en 2016, Hasan Bilgili fue objeto de nuevas acusaciones de abuso sexual, en esta ocasión de una estudiante de intercambio de su departamento de veterinaria.

Protesta estudiantil: No permaneceremos callados

Al día siguiente de que el caso de violación se hiciera viral en Twitter, los estudiantes de la Universidad de Ankara empezaron una protesta en el campus, contra lo que percibían como inacción por parte de las autoridades hacia anteriores denuncias por acoso sexual.

Durante la protesta, los estudiantes corearon “no queremos un profesor violador”.

Las protestas tuvieron eco en las redes sociales.

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Yol TV@YolTV Öğrencilerden eylem: «Tecavüzcü hoca istemiyoruz» Ankara Üniversitesi’nde profesörlük yapan Hasan Bilgili, genç kadın hekimi darp ederek cinsel saldırıda bulundu. Olay üzerine üniversite öğrencileri bugün bir eylem gerçekleştirerek «sessiz kalmak suça ortak olmaktır» dedi. 132

Acción de los alumnos: “No queremos maestros violadores”.
Hasan Bilgili, profesor de la Universidad de Ankara, agredió a una muchacha. Universitarios en la protesta de hoy dicen “permanecer en silencio es ser cómplice de un delito”, dijeron
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Los estudiantes dijeron: “Permanecer en silencio significa ser cómplice del delito”.

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ali haydar çelebi@ali_haydar_12 Ankara Üniversitesi Veteriner Fakültesi’nde öğretim üyesi olan Prof. Dr. Hasan Bilgili kendisine ait hayvan hastanesinde çalışan veteriner Ç.’ye tecavüz etmesinin ardından Ankara Üniversitesi Veteriner fakültesi öğrencileri protesto ederek basın açıklaması yaptı. 488

Después de que un profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Ankara, doctor Hasan Bilgili, violó a B.Ç, que trabajaba en su clínica veterinaria, los estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Ankara organizaron una protesta y emitieron un comunicado de prensa.

Igualdad de género pospuesta

El tema de la violencia sexual es especialmente delicado en Turquía desde que el Consejo de Educación Superior (YÖK) se retiró en febrero de su compromiso de cumplir con un ‘Certificado de actitud de igualdad de género’, documento que obligaba a incorporar principios de igualdad de género en el trabajo.

El presidente de la institución reguladora de la educación superior arguyó aspectos del documento “inapropiados para nuestros valores” como la razón de su retirada.

El Colectivo Femenino Universitario, grupo fundado en 2007 por universitarias, informó a Global Voices que las universidades turcas son cada vez menos seguras para muchas mujeres.

“Estudiantes de la facultad se advierten entre ellas de no entrar solas en los despachos de los profesores”, indicó a GV una portavoz del colectivo por teléfono.

Resmi Twitter'da görüntüleResmi Twitter'da görüntüle
Gülay Mubarek@pipetlielmasuyu İki kardeş aynı üniversitede profesör.İkisi de tacizci.Adlarına açılan birden fazla dava var.Yıllardır ceza almadan bulundukları konumda öğencilerle iç içe yaşıyorlar ve suç işlemeye devam ediyorlar. Yeter artık. Suçlulara cezalarını verin. 776

Profesor violador.
Los dos hermanos son profesores en la misma universidad. Hay más de un caso contra ellos. Han estado viviendo con estudiantes durante años sin ser castigados y continúan cometiendo delitos.
Ya basta. Castiguen a estos criminales.

La Unidad de Apoyo contra el Acoso Sexual de la Universidad de Ankara, fundada en 2011 después de un aumento de casos de abuso sexual en las universidades, se ha comprometido a continuar investigando las denuncias y a tratar de llevar los casos al juzgado.

Pero la coordinadora de la unidad, Gülriz Uygur, profesora de derecho de la universidad, afirma que las víctimas de abuso sufren a menudo presión para permanecer en silencio.

“Las estudiantes no pueden acudir a nosotros para denunciar sus casos de abuso sexual ya que reciben amenazas a través de notas y tienen miedo”,  le contó Uygur al periódico Hurriyet.

Las acusaciones de delitos sexuales en las instituciones turcas de educación superior este año no se han limitado a la capital.

La Universidad Koç, universidad privada de la mayor ciudad del país, Estambul, fue objeto de un gran escándalo en marzo, cuando un estudiante acusado de haber abusado sexualmente de una compañera recibió como único castigo una suspensión de tres meses.

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Berfin Saman@bsamann Koç Üniversitesi tacizin ve şiddetin üstünü kapatıyor ve biz 11739 kişi bunun hakkında konuşuyor Twitter Reklamları’na ilişkin bilgiler ve gizlilik

La Universidad Koç está ocultando violencia y abuso. No estamos a salvo en la universidad.

Ese mismo mes, estudiantes de la Universidad Dokuz Eylul, en la tercera mayor ciudad del país, Izmir, protestaron contra el jefe del Departamento de Sociología, el profesor İbrahim Kaya, al que acusan de haber abusado sistemáticamente de alumnas desde 2014.

Algunas alumnas pegaron lemas en las paredes de la institución que decían “No queremos un profesor agresor”, entra otros. Ahora se preparan para presentar cargos contra Kaya.

Fuente: https://es.globalvoices.org/2019/05/06/casos-de-abuso-y-acoso-sexual-provocan-protestas-en-universidades-turcas/

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El tabú del orgasmo femenino

Reseñas/06 Junio 2019/El país

Un documental rescata el testimonio de cinco mujeres que sufrieron represión y violencia en su intimidad sexual y se rebelaron

Un día, Deborah Feldman subió a su hijo al coche y se marchó. No llegó a salir de Nueva York: apenas recorrió unos pocos kilómetros y atravesó el puente de Brooklyn. Pero, en realidad, cruzó la frontera a otro universo. Llevaba cinco años preparándose para ello, aunque tal vez ni eso bastó ante lo que vino a continuación. Cuenta a la cámara que su familia únicamente contactó con ella para animarla a “comprar una lápida”. La invitaron a suicidarse, así podrían “bailar sobre su tumba”. Tampoco cambiaría mucho: para ellos, Feldman ya estaba muerta. Era el precio por romper sus cadenas, por una rebelión inaudita. Una mujer se alzaba contra la comunidad judía ortodoxa de Williamsburg; contra una vida de obediencia, un marido impuesto, un idioma que no prevé la expresión “te quiero” o la prohibición de tocar siquiera a su esposo si tenía la menstruación, para no contagiarle su impureza.

La cineasta Barbara Miller (Zúrich, 1970), en cambio, quiere que la historia de Feldman se difunda por todo el planeta. Y, con ella, la de las otras cuatro protagonistas de Placer femenino, un documental que se estrenó el pasado viernes en España. “Me preguntaba por qué la sexualidad de la mujer es un tabú y solo se habla del deber. El placer nunca está en el centro”, aclara la cineasta sobre el origen del proyecto. Tras realizar filmes sobre el clítoris o la pornografía en Internet, Miller apuntó con su foco hacia las sombras que envuelven la intimidad.

Leyla Hussein (centro), en un fotograma de 'Placer femenino'.ampliar foto
Leyla Hussein (centro), en un fotograma de ‘Placer femenino’.

Acabó iluminando fragmentos que invitan a golpear, humillar o controlar a la mujer en los textos sacros de las cinco religiones más importantes del mundo. “Hace cientos de años que se demoniza nuestro cuerpo, afirmando que es la fuente de todos los pecados. No es un filme contra la religión, pero se ha abusado de ella para perpetuar nuestra sumisión”, afirma la directora. De ahí que buscara otras tantas voces, una por cada fe, dispuestas a contar su tragedia y su rebeldía: mujeres que hubieran sufrido la injusticia en sus carnes y hubieran tenido el valor de oponerse. Solo así, asegura Miller, podrían afrontar también las amenazas que vendrían por aparecer en el filme.

Al fin y al cabo, para todas ellas ha sido el pan amargo de cada día. La japonesa Rokudenashiko se enfrenta a dos años de cárcel por “obscenidad”, por crear moldes de su vagina como obras de arte, en un país donde se anuncian mangas de contenido pedófilo y el festival del pene se celebra con desfiles y esculturas tan colosales como explícitas; Vithika Yadav ha pasado del acoso y el manoseo callejero a sufrir ahora la intimidación de sus compatriotas indios, desde que lanzó la web de educación sexual Love Matters; la alemana Doris Wagner prometió amor eterno a Dios y al catolicismo y recibió a cambio los repetidos abusos de un cura; y a la somalí Leyla Hussein, con siete años, le pusieron su vestido más bonito y la llevaron a casa de la tía, junto con su hermana de tres años. Cuando escuchó los gritos de la pequeña desde la otra habitación, supo que no habría fiesta. Ya era tarde para ambas, como para las otras 200 millones de mujeres en el mundo que han sufrido la mutilación genital.

Placer femenino también tuvo que pelear, en una carrera de obstáculos de varios años. “¿Cinco mujeres, hablando de religión y de su sexualidad? Demasiados tabúes”, le decían a Miller los potenciales financiadores. Finalmente, entre otros fondos, logró también una ayuda del Parlamento Europeo. Al fin y al cabo, por más que su filme cuente historias extremas y tal vez remotas para algún occidental, un hilo resistente las une desde hace siglos. “Como se dice en la película, el patriarcado es la gran religión global. A la mujer se la oprime y se le pide que sea linda. Lo importante es que el hombre esté feliz”, sostiene Miller. Y cita violencia de género, brecha salarial, anuncios machistas o una pornografía a medida masculina, donde el clítoris y el éxtasis femenino son ausentes injustificados. La cineasta, básicamente, viene a decir que ningún país está a salvo. “El lugar más peligroso para una mujer es su casa”, tercia, antes de recordar que el 75% de las violaciones en Alemania ocurre entre las paredes domésticas.

Rokudenashiko, en un momento de 'Placer femenino'.
Rokudenashiko, en un momento de ‘Placer femenino’.

Además de la violencia, tanta presión conlleva secuelas psicológicas. “Siempre nos están juzgando por ser mujeres”, dice Hussein en la película. “Pierdes confianza, te haces chiquita”, agrega Miller. Ambas comparten la convicción de que la represión invade también la cama y las preferencias sexuales femeninas. En otro documental, En pocas palabras de Netflix, se estima que solo el 65% de las mujeres alcanza regularmente el clímax en el coito heterosexual, frente al 95% de hombres. Hussein, en el filme, lo resume más gráficamente: “Hay un coro de orgasmos femeninos fingidos que resuena por todo el mundo”. También lo contó ante la ONU o el Parlamento británico, así como Feldman ha escrito el libro Unorthodox. Ahora, su relato llega a la gran pantalla: se estrenará incluso en alguna sala de la India y, en otoño, en Japón. Más difícil es que el contagio llegue hasta un par de cines de Nueva York: los del distrito de Williambsburg, justo al lado de la comunidad judía ortodoxa. Pero nunca se sabe: hace tiempo que Deborah Feldman huyó de ahí. Es hora de que su historia regrese.

Vithika Yadav (derecha), en un fotograma del filme'.ampliar foto
Vithika Yadav (derecha), en un fotograma del filme’.

HOMBRES CONDENADOS A SER VIRILES

A la vez que denuncia la represión sexual que sufren las mujeres, Placer femenino subraya la necesidad de una lucha conjunta con los hombres. Nada de guerra de sexos, según Miller: se trata de avanzar codo con codo. Tanto que a la cineasta, durante el rodaje, se le acercaron varios hombres para hablarle de los problemas de su propia sexualidad: la obligación de ser viril, las presiones de la pornografía, la falta de comunicación masculina. Sobre todo ello vertirá un documental que Miller quiere filmar próximamente, con un esquema parecido a Placer femenino: buscará testimonios de varios países y contextos que expliquen contradicciones y silencios de la sexualidad masculina.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/cultura/imagenes/2019/05/20/actualidad/1558374444_729640_1558534971_sumario_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/cultura/2019/05/20/actualidad/1558374444_729640.html

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