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Orgía de terror y sangre paramilitar en universidades costeñas

Por: Libardo Muñoz/Prensa Rural/05-09-2018 
Desde la Universidad del Atlántico, de las más pobladas por estudiantes no sólo de Barranquilla, sino de toda la Región Caribe, comienza a descorrerse un velo que oculta una atroz orgía de asesinatos sistemáticos, que tuvo como escenario las universidades de Magdalena, Córdoba y el Cesar, entre los años 1996 y 2003.

Esa fue una etapa de la vida estudiantil y académica de las ciudades costeñas, que vio caer jóvenes promesas del arte, la cultura, la investigación social, del derecho y de la docencia, asesinados a plena luz del día, frente a sus padres, hermanos, esposas, hijos quienes hoy retienen en su recuerdo a esos seres que representaron una esperanza, una alegría de vida, una fuente de amor familiar.

Casi no pasaba una semana sin que las páginas judiciales de los periódicos costeños no registraran homicidios de docentes o estudiantes que sus antiguos compañeros y colegas de hoy, están dispuestos a rescatar y lavar su memoria, y a no permitir que la impunidad caiga sobre sus tumbas.

Por disposición de la Corte Suprema de Justicia, en cada una de las universidades públicas de la costa donde se tiene documentación de los asesinatos sistemáticos, se estableció un Comité de Derechos Humanos que representa a determinada cantidad de víctimas y que es muy importante para la investigación y la imputación de cargos.
Hoy la fiscalía tiene claro que los asesinatos dentro de la Universidad del Atlántico, situada en Barranquilla, la mano asesina fue la organización conocida como Autodefensas Unidas de Colombia AUC y que se trató de un plan dirigido a todas las universidades públicas de la Región Caribe, como lo confeso Salvatore Mancuso.

También se comprobó que para que funcionara el plan de exterminio contra estudiantes y docentes de la Universidad del Atlántico, sus directivas permitieron que las AUC Infiltraran en todas las facultades esbirros disfrazados de estudiantes que tuvieron el encargo de señalar a sus víctimas con la mayor cantidad posible de datos, como lugar de residencia, sitios frecuentados, círculos amistosos, hábitos sociales, que pudieran servir para quitarles la vida.
Sin duda alguna, para el caso de Barranquilla la actuación del paramilitarismo fue aterradora, la lista es de 19 asesinados, compuesta por 11 estudiantes y 8 profesores.

El 5 de octubre de 2000 cayó Alfredo Martín Castro, de 46 años de edad, Vice rector de bienestar de la Universidad del Atlántico, acribillado delante de su esposa y una hija de corta edad.

En agosto 26 de 2000, cae asesinado en Barranquilla, el profesor de la Universidad del Atlántico Luis Meza Almanza. En la Universidad del Magdalena, con sede en Santa Marta, las AUC asesinaron a dos profesores y un estudiante, en la Universidad de Córdoba, sede Montería, cayeron 5 estudiantes y 5 profesores y en el Cesar, sede Valledupar asesinaron 2 profesores y 3 estudiantes.

Las víctimas del paramilitarismo dentro de la Universidad del Atlántico eran activistas denunciantes de actos de corrupción en el manejo del fondo de pensiones, que ocasionaron un desfalco de 156 mil millones de pesos. Eran también vigilantes contra el abandono administrativo y guardianes del cuidado de la planta física de la universidad.

Por la cadena criminal, sucedida en las más importantes y concurridas universidades públicas de la costa, la fiscalía imputó cargos de homicidio a Hernán Giraldo Serna, alias El Patrón, de las AUC Tayrona, y a Eduardo Enrique Vengoechea, alias El Flaco, ambos presos en Estados Unidos.

Es muy importante, afirma la fiscalía de Barranquilla, que se mantengan activos los representantes de las víctimas de los asesinatos cometidos por las llamadas AUC, y los grupos de derechos humanos dispuestos por la Corte Suprema de Justicia, claves en la identificación de los paramilitares como en evitar la impunidad.

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Colombia: Jóvenes que se matan

Redacción: El Colombiano

Hay que ser firmes en la denuncia y búsqueda de soluciones al arraigo de la cultura de la intolerancia y la violencia que llevan a la muerte, al dolor y a la cárcel a cientos de jóvenes.

Conocer y profundizar en la solución integral de los problemas en la educación, entornos familiares, educativos, éticos, barriales y sociales de los niños es el camino para salvar a los futuros jóvenes. Hay que trabajar en y con los niños para que no se sacrifique y asesine a los futuros jóvenes, porque es en estos en quienes más se exacerba y arraiga el conflicto social.

En Medellín, una sociedad en la que la intolerancia, el desarraigo, la desesperanza, el microtráfico, la drogadicción, el abandono, el dinero fácil, la desescolarización, el desplazamiento y otras lacras sociales prosperan, sobre todo, en sus zonas más deprimidas, los jóvenes están matando a los jóvenes.

Aunque las cifras de esta violencia hoy comparadas con otros momentos aciagos del Aburrá, como los vividos en los años 80 y 90, sean relativamente inferiores, no dejan de ser desesperanzadoras y prueban que aún falta un largo trecho por recorrer.

Según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia de la Alcaldía de Medellín, enero 1 – julio 15, en la ciudad hubo un aumento del 48 % en muertes de jóvenes entre 18 y 24 años, al ser sacrificados 111. En ese mismo lapso, en 2017, hubo 75 asesinatos, de personas con esas edades.

El segundo rango con más muertes violentas en Medellín fue entre los 29 y 32 años, con 52 víctimas, frente a 31 del año anterior, un incremento del 67 %.

Estas dolorosas cifras vuelven a probar que en el centro del conflicto social está un sector de una juventud sola, desorientada, desesperada, malformada, desempleada e intolerante que se expresa a través de la agresión y la eliminación del otro.

Cuando se miran las cifras de desplazamiento, desescolarización, desempleo y drogadicción se encuentra una relación directa con esa violencia e intolerancia. Esto es síntoma evidente de que algo no funciona en la sociedad y que es allí donde deben concentrarse el Estado, la familia, la escuela, el barrio, la universidad, la Iglesia, las iglesias… No de otra manera puede superarse esa cultura de violencia y muerte tan arraigada en Medellín.

Como lo mencionó un líder social de la comuna 13 al referirse a este tema: hay que desterrar de las mentes y entornos de niños y jóvenes el cuento del dinero fácil, las rentas criminales, la cultura de la trampa, del vivo, del atajo, la agresión, el cara-dura, porque estas solo tienen futuros comunes en la cárcel, el dolor y la muerte.

Pese a los estudios y proyectos sobre las causas y componentes de las crisis y las muertes de los jóvenes, la aplicación de los mismos parece que se quedaran en el papel.

Debemos tener absoluta certeza sobre la condición de vida de nuestros niños, sus patrones y modelos de educación; formación religiosa, social, política, familiar y, por supuesto, institucional. Es decir, pedagógica, mirar qué les están enseñando, quién está al frente de su educación y cuáles son las estructuras y patrones que terminarán por determinar su futuro.

La formación de nuestros niños es la que perfila y cualifica a un joven con futuro o, caso contrario, a uno violento que puede terminar su vida de manera inútil y estúpida en nuestras calles al servicio de una banda o en un simple caso de intolerancia, que pudo resolver con una sonrisa, una palabra o un abrazo.

Excelente que nuestros niños aprendan en la escuela a sumar, escribir y leer, pero igual de importante, quizás mucho más, que reciban educación ética y moral, que aprendan a respetar las divergencias y puntos de vista contradictorios en un marco de reconocimiento y dignidad, como lo señaló en una entrevista en EL COLOMBIANO el filósofo colombo francés, Nelso Vallejo-Gómez.

Fuente: http://www.elcolombiano.com/opinion/editoriales/jovenes-que-se-matan-MY9067385

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Documental: ¿Qué escuela queremos? Crítica de 16 a 18 (2018)

Redacción: Escribiendo Cine

El documental se construye básicamente en base a una serie de testimonios frente a cámara de un grupo de chicos que, por diferentes motivos, debieron abandonar sus estudios tradicionales y más tarde, por propia voluntad, reingresaron al sistema educativo pero no en una escuela clásica sino en otra que propone otro modo de enseñanza.

La propuesta de Samyn es interpelar al grupo sobre tópicos que tienen que ver con la educación, la familia, las drogas, el bullying, la violencia, las carencias y los diferentes conflictos a los que deben enfrentarse en el día a día. Pero también trazando un paralelismo con la situación económica del país desde la crisis de 2001 a la actualidad para reflejar como la deserción o incorporación al sistema educativo van en total sintonía con esta.

En los últimos tiempos varios trabajos cinematográficos han abordado el tema de la educación, pero lo novedoso en 16 a 18 es que el eje del relato lo llevan los propios alumnos. No son los profesores, ni los directivos, ni funcionarios, ni los padres quienes expresan las falencias del sistema educativo como lo conocemos, sino que a través de chicos y chicas con diferentes problemáticas Samyn realiza un mapa sobre el fracaso de la educación pública convencional.

En su mayor parte, 16 a 18 se compone de fragmentos con alumnos hablando frente a cámara, algo que lo vuelve cinematográficamente pobre, pero más allá de esta falencia lo relevante es ver la articulación de un relato en donde queda claro que el sistema educativo actual necesita ser reformulado si lo que se quiere es evitar la deserción escolar de los adolescentes en estado de mayor vulnerabilidad.

Fuente: http://www.escribiendocine.com/critica/0004404-que-escuela-queremos/

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UNICEF: 5 formas de ayudar a eliminar la violencia contra las niñas

UNICEF/Por PattyAlleman, ShreyasiJha/Fuente: https://blogs.unicef.org

Información de la Foto de Portada:

Gertrude (nombre ficticio), de 15 años, está de pie contra una pared en la aldea de Ndenga, República Centroafricana. «Me perdí dos años de escuela porque los rebeldes atacaron nuestro pueblo y huimos al monte», dice ella. «Ahora estoy de vuelta a la escuela y feliz, pero la vida sigue siendo muy difícil porque somos ocho niños, con mi padre muerto y mi madre discapacitada. Lo que sueño en el futuro es poder hacer algún intercambio, tal vez tener una pequeña tienda para poder mantener a mi familia».

¿En qué piensas cuando escuchas “violencia contra las niñas”?

Posiblemente, en el secuestro más reciente de las niñas de una escuela de Nigeria a manos de militantes de Boko Haram y en la probabilidad de que las obliguen a casarse con sus captores, como ya les ocurrió a las víctimas anteriores.

O quizá pienses en los 120 millones de niñas de todos los rincones del mundo que han sido víctimas de violencia sexual.

O, tal vez, en el acoso y los silbidos a los que se enfrenta una niña como tú o tu hermana cuando va a la escuela.

De camino a la escuela, en clase, en casa, en campamentos de refugiados y en parques, las niñas son víctimas de acoso y violencia. En todo el mundo, más de ocho de cada 10 niñas sufren acoso en la calle antes de cumplir 17 años. En los Estados Unidos, más de una de cada 10 niñas ya ha sido objeto de provocaciones sexuales cuando cumple 11 años. Las niñas con discapacidad mental están expuestas a un riesgo mayor: en Australia, hasta un 68% han sido víctimas de agresiones sexuales.

A young girl looks out a curtained window
UNICEF/UNI195858/ImperatoMagu mira por una ventana de su casa ubicada en un pueblo de 5.000 habitantes en el norte de España, donde vive con su madre y su hermano menor. Magu sufrió abusos sexuales y físicos por parte de su padre y después de sufrir en silencio durante mucho tiempo, finalmente logró hablar sobre el abuso hace dos años cuando su maestra notó que algo andaba mal. Desde entonces, ha recibido el apoyo de su escuela y de un psicólogo.

Por otra parte, están los 750 millones de mujeres y niñas de todo el mundo que se casaron siendo niñas. Cuanto más joven se casa una niña, más posibilidades tiene de quedar aislada socialmente o en una posición de dependencia. Como resultado, se vuelven enormemente vulnerables a la violencia física y sexual en su propio hogar.

Solo presenciar la violencia en el hogar puede resultar demoledor. Uno de cada cuatro niños menores de cinco años vive con una madre víctima de la violencia perpetrada por su pareja sentimental. Esas niñas y esos niños tienen más posibilidades de continuar el ciclo de violencia cuando se hacen adultos, ya sea como víctimas o como abusadores.

Las consecuencias del acoso y la violencia son graves y dejan marcas duraderas. Las niñas se mantienen alejadas de los ámbitos de estudio en los que predominan los hombres o, directamente, abandonan la escuela porque se sienten inseguras. Aprenden a ser invisibles y a permanecer en silencio y, con ello, se perpetúan las impactantes estadísticas de desigualdad de género.

A group of girls crowd around a globe, pointing at its surface.
UNICEF/UN0141031/LeMoyneUn grupo de niñas de un centro de aprendizaje temporal en el campo de refugiados en Uchiprang, cerca de Cox’s Bazar, Bangladesh, estudian con un globo inflable que hace parte de los materiales educativos de “escuela en una caja” que distribuye UNICEF.

En el Día Internacional de la Mujer, daremos voz a las niñas, las mujeres, los niños y los hombres que han decidido decir ¡ya basta! Sus voces resuenan desde lugares próximos y remotos, en los que reina la paz o donde existen conflictos. Estas son cinco formas de participar en un movimiento para construir un mundo en el que todas las niñas y las mujeres puedan vivir libres del miedo y la violencia:

  • No cometas abusos. La violencia contra las niñas y las mujeres incluye los abusos, el acoso y las agresiones físicas y sexuales. Sucede en casa y en lugares públicos. Asegúrate de formar parte de la solución, no del problema.
  • Habla con una niña de tu familia o tu comunidad acerca del abuso sexual. Dile que nunca debe aceptar el contacto no deseado y que, si alguien la hace sentir incómoda, es bueno denunciarlo. Dale a conocer redes sociales digitales como U-Report, que le permitirá expresarse y formar parte de una comunidad mundial de casi cinco millones de personas.
  • Ayuda a activistas jóvenes que se estén movilizando para eliminar la violencia contra las niñas compartiendo sus historias con tus amigos, tu familia o en redes más amplias. Celebra sus logros y ayuda a cambiar la conversación. Hazle saber a la gente que esta generación de niñas y niños representa el fin del ciclo de violencia.
  • Participa en iniciativas como Time’s Up. Exige que los perpetradores asuman la responsabilidad por sus abusos y garantiza que las niñas puedan vivir y trabajar seguras cuando sean mayores.
  • Denuncia un caso cuando lo veas y apoya a las supervivientes de violencia y acoso sexual. Los abusos se siguen produciendo cuando la gente los mantiene en silencio. Todos debemos dejar claro el mensaje de que no se tolerará más violencia contra las mujeres y las niñas.

 

Patty Alleman y Shreyasi Jha son Asesoras Senior de Género de UNICEF.

Fuente del Documento:

5 formas de ayudar a eliminar la violencia contra las niñas

 

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Estados Unidos: Número de niños víctimas de trata mayor a lo que muestran las estadísticas

Redacción: El Universal

Aseguran que esto aumenta las probabilidades de que los menores y sus familias se dirijan a rutas irregulares y más peligrosas o que vayan solos, lo cual les deja más vulnerables a la violencia

Los niños son las víctimas principales de la trata de personas, con alrededor del 28 % en el mundo, pero en sitios como África Subsahariana y Centroamérica y el Caribe puede alcanzar cifras alarmantes de 64 y 62%, respectivamente.
Unicef y el Grupo de Coordinación Interagencial contra la Trata (ICAT, por siglas en inglés) han señalado además, en vísperas del Día Mundial contra la Trata de Personas, que el número de niños víctimas es mayor de lo que sugieren los datos, informó Efe.
Advierten que la realidad es que los niños raramente son identificados como víctimas porque muy pocos lo denuncian por miedo a los tratantes o falta de información sobre sus opciones.
También la desconfianza en las autoridades, el miedo al estigma o la posibilidad de que les devuelvan sin ninguna garantía y con unos recursos materiales muy limitados, señalaron en un comunicado de prensa. En particular, la Unicef e ICAT indicaron que los menores refugiados, los migrantes y desplazados son especialmente vulnerables.
Afirman que una realidad que enfrentan es que ya sea si escapan de la guerra y la violencia como si persiguen una educación mejor y oportunidades de empleo, demasiados pocos niños encuentran rutas para migrar de manera regular y segura con sus familias.
Aseguran que esto aumenta las probabilidades de que los menores y sus familias se dirijan a rutas irregulares y más peligrosas o que vayan solos, lo cual les deja más vulnerables a la violencia, el abuso y la explotación.
«La trata de personas es una amenaza muy real para millones de niños en todo el mundo, especialmente aquellos que se han visto obligados a dejar sus hogares y sus comunidades sin una protección adecuada», afirmó la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Agregó que estos menores necesitan «urgentemente» que los gobiernos den un paso adelante y tomen medidas para mantenerlos seguros. Unicef y la ICAT lamentan que muchos sistemas de protección infantil siguen careciendo de recursos y que haya una grave carencia de mecanismos de tutela y de otras medidas de cuidado alternativas.
Señalaron que a menudo se lleva a los niños a alojamientos inadecuados, donde corren el riesgo de sufrir un mayor trauma y volver a ser víctimas de nuevos abusos. Los varones, afirman, se enfrentan a dificultades añadidas porque los estereotipos de género pueden llevarles a no buscar la ayuda que necesitan mientras que las niñas están en riesgo de sufrir mayor explotación y abuso debido a la discriminación y la pobreza de género.
Unicef e ICAT reiteraron su llamado para que se implementen las políticas gubernamentales y soluciones transfronterizas que mantengan a los niños seguros como ampliar rutas legales y seguras para que migren con sus familias.
También acelerar las resoluciones del estatus de refugiados y abordar los obstáculos en la ley y en la práctica que impiden que los niños se reúnan con sus familias. Proponen que se fortalezcan los sistemas de protección social e infantil para evitar, identificar, derivar y abordar los casos de trata, violencia, abuso y explotación contra los niños.
Igualmente que se garantice que las soluciones sostenibles estén guiadas por evaluaciones individuales y por el interés superior del niño, independientemente de su estatus y que el menor participe en el proceso de acuerdo a su edad y grado de madurez.
Consideran además que se debe mejorar la colaboración transfronteriza y el intercambio de conocimientos entre los controles fronterizos e implementar procesos más rápidos de búsqueda y reunificación familiar así como medidas de cuidado alternativas para los niños sin sus padres.
El llamamiento es también para que se eviten medidas que puedan empujar a los niños a escoger rutas más arriesgadas y a migrar solos para evitar que las fuerzas policiales les detecten.
Fuente: http://www.eluniversal.com/internacional/16244/numero-de-ninos-victimas-de-trata-mayor-a-lo-que-muestran-las-estadisticas
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Infancia sin futuro

Autor: Giorgio Trucchi

Todos los días decenas de menores abandonan el país
En el primer semestre del año, al menos 4.700 menores hondureños que fueron detenidos mientras viajaban, solos o acompañados por adultos, hacia el norte han sido deportados a su país, señala el Observatorio Migratorio de Honduras. Esta es sólo una pequeña muestra de una gigantesca tragedia que se repite día tras día.

La campaña “Tolerancia Cero”, lanzada recientemente por el presidente estadounidense Donald Trump contra la inmigración, produjo la separación de más de 2.300 menores de sus padres cuando eran capturados al intentar cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.

Pese a la decisión del gobierno de revocar esta medida tras la lluvia de críticas recibidas, no han sido despejadas las tantas dudas sobre qué pasará con todos estos niños, niñas y adolescentes encerrados en centros de detenciones.

Tampoco se está explicando cómo podrán reunirse nuevamente con sus familias.

“A Trump se le salió el tiro por la culata. Lo que pretendía ser un mecanismo de chantaje y presión para los demócratas se convirtió en un elemento de desgaste para su propio gobierno y su partido”, dijo a La Rel, José Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza Honduras.

“El presidente estadounidense dio marcha atrás no porque entendió la gravedad de esta medida y de su política xenofóbica y racista, sino solamente para ahuyentar la presión sobre su gobierno.

Los menores -continuó Ruelas– no van a estar en mejores condiciones, simplemente van a ser encarcelados juntos a sus padres.

Lo más absurdo es que el gobierno hondureño no está haciendo absolutamente nada y se cree el relato de que la migración es un delito”, manifestó.
 
Infancia sin oportunidades
Huyen de la violencia y la pobreza

Para el director de Casa Alianza, el modelo económico neoliberal extractivista implementado por el actual gobierno hondureño es el principal responsable de la situación de pobreza, desesperación y violencia que obliga a miles de personas a abandonar el país.

“Garantizar al capital transnacional la posibilidad de explotar nuestros bienes comunes y una mano de obra desregularizada y muy barata no le ha funcionado al gobierno.

Tanto adultos como menores de edad no van en busca del ‘sueño americano’, sino huyendo de la pesadilla hondureña”, lamentó Ruelas. 
 
La ‘pesadilla’ tiene números
Dos niños se van a cada hora

El Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh) calculó que, el año pasado, casi 380.000 nuevas personas se sumaron a los más de seis millones de pobres.

Actualmente, más del 68 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza.

En Honduras, de cada 100 adolescentes en edad de estudios secundarios sólo hay cupo para 31. Más de un millón no accede a ningún nivel de escolarización. 25 de cada 100 adolescentes mujeres están embarazadas (Casa Alianza).

La Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf) reportó que entre enero de 2016 y marzo de 2018 se registraron 2.125 casos de maltrato infantil, casi 80 cada mes, 63 menores de edad fueron asesinados en el primer trimestre de 2018, más de dos cada día. El año pasado fueron 262 los niños, niñas y adolescentes que perdieron la vida de forma violenta (OV-UNAH) [1].

Casa Alianza reportó una tasa de 32,8 homicidios de niños y niñas por cada cien mil habitantes en 2017, la más alta de la región.

“Honduras en una sociedad donde no existe un sistema de protección contra la violencia, ni una verdadera política social. Lo único que hace el gobierno es implementar programas asistenciales, militarizar territorios y reprimir.

Ha perdido cualquier tipo de relación con el pueblo. La gente ya no tiene alternativas y se va. El 40 por ciento de los menores de edad se van solos”, señaló Ruelas.

Basado en la cantidad de niños, niñas y adolescentes capturados durante su viaje hacia el norte y luego deportados, el gobierno de Honduras dice que cada hora un menor de edad abandona el país.

“Si a esta cantidad le agregamos un 40 por ciento de menores que logran entrar a Estados Unidos, podemos decir que cada hora se están yendo al menos 2 niños del país”, aseguró el director de Casa Alianza.

“Son niños y niñas que padecen sufrimientos terribles tanto durante el viaje, como al momento de su detención y deportación.

Cuando regresan a sus lugares de origen sufren una fuerte estigmatización que dificulta su reinserción en el tejido comunitario.

También en ese caso, la ausencia del Estado en dar soporte emocional a estos menores es total”, concluyó Ruelas.
Nota:

[1] Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras

Fuente: Rel-UITA

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=244540
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África: El trabajo infantil es una lacra silenciosa

Redacción: Opinión

Entre los compromisos que hemos adquirido a nivel mundial a través de la Agenda 2030 hay un tema del que apenas se habla y que, sin embargo, limita las oportunidades de desarrollo físico, mental y social de 152 millones de niños y niñas en todo el mundo, llegando a poner en peligro su salud y sus vidas.

Hablamos del trabajo infantil, y en particular del trabajo en condiciones extremas y peligrosas, que afecta a 73 de esos 152 millones de niños entre 5 y 17 años, en lo que supone una gravísima violación para sus derechos.

Ya sea extrayendo oro o coltán en minas de Camerún o República Centroafricana, recolectando algodón en China o Pakistán, en fábricas textiles o tecnológicas en Bangladesh o Turquía, rebuscando en vertederos en Brasil o India, o invisibles como empleadas domésticas en Filipinas o Togo, niños y niñas extremadamente vulnerables soportan largas jornadas en entornos insalubres, sufriendo distintas formas de violencia y sin ningún tipo de protección, a cambio de pagas exiguas con las que contribuir a las necesidades de sus familias.

Un niño que trabaja no va a la escuela, está expuesto a problemas de salud debidos a la contaminación con pesticidas o químicos, la falta de higiene, una alimentación insuficiente y la realización de esfuerzos excesivos para su edad, y es una víctima indefensa frente al aislamiento, los abusos y la violencia verbal, física o sexual. En todas estas situaciones, se producen graves vulneraciones de derechos: el derecho a la educación, al juego, a la salud, a la protección… en definitiva, privamos a estos niños de su derecho a ser niños.

Se han logrado avances significativos desde el año 2000. El número de niños que realizan trabajos peligrosos se ha reducido a más de la mitad. Pero el progreso es demasiado lento si queremos cumplir la promesa marcada en la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de acabar con el trabajo infantil para el año 2025. Por tanto, es imprescindible impulsar medidas y programas que cambien esta situación y ofrezcan esperanza y oportunidades a todos los niños.

No debemos olvidar que el trabajo infantil está vinculado a la pobreza y la vulnerabilidad. Por tanto, las estrategias para erradicarlo han de abordar estas causas profundas e interconectadas. Es fundamental que las familias cuenten con ingresos e información suficientes sobre la importancia de la educación, contar con redes eficaces para detectar y apoyar a los niños y niñas en riesgo de exclusión, así como generar cambios sociales y un entorno protector de la infancia, que condene y prevenga que los niños trabajen.

Merece una mención especial el impacto de los conflictos y otras crisis humanitarias. Ante situaciones de inestabilidad y pérdida de fuentes de ingresos, las familias activan distintos mecanismos de respuesta: utilizar los ahorros, pedir ayuda a familiares y amigos, solicitar préstamos, etc.

Cuando las crisis se prolongan en el tiempo, estas opciones se agotan y entran en juego mecanismos «negativos», entre los que se encuentra el trabajo infantil. Como ejemplo, entre los refugiados sirios en Jordania en 2015, un 47 por ciento de las familias manifestaron depender total o parcialmente de los ingresos generados por un niño o niña.

Fuente: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/noticias.php?a=2018&md=0706&id=259552

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