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Mientras dure la guerra

Por: Jaume Carbonell

Una secuencia del film de Alejandro Amenábar, “Mientras dure la guerra”, sirve para mostrar la larga sombra del franquismo y para explicar lo que está ocurriendo en Catalunya

No es mi intención comentar este excelente film de Alejandro Amenábar que se inicia con el golpe de estado franquista del 18 de julio de 1936 y que se centra, sobre todo, en cómo lo vivió Miguel de Unamuno, un intelectual instalado en su propio mundo, con sus contradicciones, peripecias y cambios de posicionamiento. Me interesa únicamente destacar un comentario del general Franco, el golpista que tomó el mando de la insurrección, sobre la necesidad de prolongar la Guerra Civil: “Porque si la ganamos pronto, ¿luego qué hacemos, de qué nos sirve?”. Lo tenía muy claro: se necesitaba tiempo para provocar más destrucción, escarmiento y muertes en el frente republicano, organizar una represión selectiva -con los pertinentes encarcelamientos, fusilamientos, depuraciones y exilios forzosos-, para destruir por completo las instituciones y la obra republicanas; para crear un nuevo orden político, basado en el patriotismo más reaccionario y excluyente y en el catolicismo ultraconservador; para crear los instrumentos de prohibición y represión sobre el ejercicio de los derechos y libertades democráticas, y para organizar los aparatos ideológicos de control sobre la educación y otros espacios de socialización.

Conviene recordar que la represión se cebó especialmente con la enseñanza: el cuerpo de funcionariado del Magisterio fue el más depurado, y miles de docentes tuvieron que tomar el camino del exilio (Salomó Marquès, en el reciente libro 1939: l’exili del magisteri de Catalunya, contabiliza casi 600). Ni que decir tiene que la “nueva España” se convierte en un desierto cultural y educativo, sin renovación pedagógica alguna, con muchos niños y niñas sin escolarizar y un alto índice de analfabetismo. A Marta Mata, la fundadora de Rosa Sensat, le oí decir en más de una ocasión que la escuela pública republicana de Barcelona -a la que ella asistió- jamás había ido tan lejos en sus logros renovadores -convirtiéndose en un referente europeo-, y que tampoco nunca la escuela había retrocedido tanto como durante el franquismo.

Es evidente que el régimen franquista tuvo sus fisuras y aperturas pero su arquitectura política e ideológica mostró una sólida musculatura que cuajó en el inconsciente colectivo. Por eso, la dictadura termina con la muerte de Franco pero no el franquismo, con una sombra muy alargada que dejó poso. La transición democrática no fue modélica debido a una serie de condicionantes objetivos y subjetivos de extraordinaria complejidad y que ahora no vienen al caso. Se alumbró la Constitución de 1978, un texto que se presta a muchas lecturas, a veces diametralmente opuestas, y se recuperaron las libertades.

Justo es reconocer que, en el transcurso de las últimas décadas, se han experimentado importantes avances en la conquista de derechos democráticas -entre ellos el derecho a la educación de cierta calidad con una amplia cobertura en todos los tramos-, merced a la aprobación de distintas leyes parlamentarias y a las reivindicaciones y luchas de los movimientos sociales. Pero la transición y las políticas de los gobiernos de turno han cerrado los ojos o no han tenido el valor suficiente de pasar factura a la dictadura como sí han hecho otros países: continúa hasta hoy la impunidad de los crímenes cometidos durante el franquismo e, incluso, algunos de sus ejecutores intelectuales o materiales han ocupado cargos públicos y han sido condecorados; se han recortado los escasos fondos destinados a la apertura de fosas comunes para la localización de cadáveres para que su familiares puedan enterrarlos dignamente; hasta después de casi medio siglo, no se ha planteado sacar los restos de la momia de Franco del Valle de los Caídos, un monumento que el propio dictador se dedicó a sí mismo y a su triunfo en la Guerra Civil; los cuerpos de seguridad no se han democratizado suficientemente y aún perviven resabios del pasado, y la judicatura, a pesar de que no es monolítica, es uno de los poderes que más reacio ha sido a la transición. Y, sin duda, existe una restricción a la libertad de expresión con la actual “Ley Mordaza”.

Otra herencia franquista que subsiste es el acuerdo firmado entre el Gobierno y el Vaticano, por el cual el Estado destina millones de euros a la oferta obligatoria de la religión en los centros educativos, y las subvenciones a la Iglesia Católica no han cesado de subir en los sucesivos gobiernos democráticos. Podríamos poner más ejemplos, aunque son suficientes para explicar que todo ello tiene sus consecuencias en la situación actual, en los acontecimientos que se viven en Catalunya.

El grueso de la comunidad educativa catalana, tan pronto se conoce la sentencia que condena a los nueve presos y presas independentistas del “procés” -políticos y activistas sociales-, a penas de entre nueve y trece años de prisión, emite comunicados de protesta por considerarla injusta y desproporcionada, y porque entiende que no se respetan derechos básicos, y muestra su apoyo a todas las movilizaciones pacíficas. Todo ha sido desmesurado: la injustificada prisión provisional durante un par de años, con el consiguiente dolor para presos y familiares; la instrucción inicial y la acusación de rebelión por parte de la fiscalía y de VOX, el partido de extrema derecha que no se sabe a cuenta de qué actuaba de acusación particular (otra anomalía de la justicia española); la negación del pase, en el juicio, de las imágenes de las cargas policiales del día del referéndum -ilegal pero con una nutrida participación-, para contrastar los testimonios -¿no se dice que una imagen vale más que mil palabras?-, y la elevada pena de prisión por un delito tan ambiguo o complejo como el de sedición, en el que no hay prueba alguna del uso de la violencia. Esta condena abre la puerta a que, a partir de ahora, otras protestas, basadas en la legítima resistencia pasiva, puedan ser igualmente criminalizadas con unos cuantos años de cárcel.

Sucede lo que sucede por la falta de diálogo entre los gobiernos catalán y español, y entre los distintos partidos políticos. Y cuando no hay diálogo desaparece la política y todo se judicializa: el peor escenario para la resolución de un conflicto.

Catalunya ha vivido estos días dos escenarios absolutamente antagónicos: marchas y concentraciones multitudinarias sin un solo incidente y episodios minoritarios de violencia, ejercida por jóvenes y por la policía, con excesos impropios de una policía moderna y democrática. La lista de heridos y detenciones sube día tras día. El lunes 20, según la cadena pública catalana TV3, la cifra de heridos asciende a 600, entre manifestantes y policías, y algunos siguen ingresados en estado grave; y la de detenidos a 194, 28 de los cuales han ingresado en prisión provisional y sin fianza, acusados de desórdenes públicos y atentado a la autoridad, delito castigado con entre uno y seis años de reclusión. Todos los actos de violencia son igualmente condenables

Es importante averiguar qué hay detrás de la ira de estos jóvenes. Puede tratarse de un fenómeno específico pero con similitudes con otras rebeliones juveniles. Conviene un análisis profundo, más allá de las simplificaciones, al que también deben contribuir los medios de comunicación, con frecuencia solo atentos al morbo de la espectacularidad de las imágenes.

Lo decíamos antes: no hay más solución que el diálogo amplio, sostenido y sin apriorismos. Quizás lo mejor para Catalunya sea convocar elecciones: para clarificar un panorama confuso e incierto; para generar nuevos consensos; para reactivar la acción de gobierno y para aprobar los presupuestos, algo imprescindible para revertir los recortes de hace una década.

Hace apenas un mes el consejero de Educación de la Generalitat decía que sin presupuesto poco podía hacerse para eliminar el millar de barracones o módulos que aún existen; para afrontar la inclusión educativa con suficientes recursos; para atender la extensión de la educación infantil o para cubrir otro tipo de necesidades.

En España ya están convocadas las elecciones generales para el 10-N. Tras la incapacidad de tejer pactos para gobernar y la convocatoria de una nueva cita electoral –y van cuatro en cuatro años– existe un alto y justificado grado de indignación, hastío y desafección hacia la clase política, que fácilmente podría traducirse en una alta abstención.

Pero conviene tener presente que el voto también tiene incidencia en las decisiones, en la medida que pueden fortalecer una democracia que pasa por horas bajas o, por el contrario, afectar a la restricción de derechos y libertades, sometidas a las presiones y derivas autoritarias y franquistas, por aquello de la sombra alargada de un proyecto ideológico que nunca acaba de desaparecer del todo y que se reinventa, adaptándose al nuevo contexto social, como ocurre en otros países europeos y latinoamericanos.

Las políticas pueden favorecer la inclusión o afianzar la segregación; apostar por la educación pública o abrir nuevas vías a la privatización; extender la igualdad de oportunidades en la oferta de las actividades extraescolares y culturales o blindarlas únicamente para las clases medias; recuperar la memoria histórica desde una perspectiva antifranquista o instalarse en el olvido y la desmemoria; enriquecer la participación democrática o restringirla a los argos unipersonales; ejercer el pensamiento crítico o limitarse a la transmisión del conocimiento; pensar el aula como un lugar donde se pueda hablar de todo, evitando la incitación al odio y respectando a los Derechos Humanos y de la Infancia o como un espacio donde la libertad de expresión que se encuentra amenazada a la hora de plantear temas social o políticamente controvertidos. Además, están en juego cuestiones tan cruciales como la educación por la paz o por un consumo responsable, contra el racismo, la violencia de género o el cambio climático.

Votar, por tanto, es una opción política en mayúscula. Pero abstenerse también lo es. Porque la política la haces o te la hacen. La neutralidad es una falacia. Es lo que siempre te decía el franquismo: no te metas en política, claro, porque ya la hacen ellos. (De la neutralidad y del necesario compromiso político hablo extensamente en mi último libro La educación es política).

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/10/23/mientras-dure-la-guerra/

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La educación pública a debate, la hora de las propuestas alternativas

Por: Jaume Carbonell

El pasado sábado se presentó el Congreso de Educación Pública en Cataluña en el Teatro Nacional de Cataluña, con la asistencia de unos 450 maestros de los 250 centros educativos que participan, representantes de entidades y personas a título individual.

Menudean y cansan los encuentros educativas donde la nota dominante son las quejas y la retahíla de lamentaciones; la publicación de libros y artículos donde no se hace otra cosa que mostrar la degradación de la escuela actual, añorando la de otros tiempos que se califica de idílicos -una fake news, como se dice ahora-; o los debates educativos donde se acusa al neoliberalismo de ser el causante de todos los males de la enseñanza -otra mentira-. Es evidente que hay quejas y, sobre todo, críticas muy bien fundamentadas, y que hay que estar muy atentos a todas las incursiones y efectos de las políticas neoliberales, pero lo que es frustrante es que en estos espacios casi nunca salen propuestas alternativas en el horizonte de una transformación educativa y social que recoja lo más valioso de nuestro patrimonio pedagógico, mejore el presente y proyecte el futuro, con un ojo atento a la realidad y el otro soñando con la utopía.

Este congreso es de carácter muy diferente, y se sitúa en esta última vía constructiva y propositiva, pues trata de definir los principios y líneas de actuación de la educación pública, así como de recoger las experiencias y todo el activo pedagógico, con fin de renovarla, enriquecerla y dignificarla. Cuenta con el apoyo de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica (FRMP), pero se organiza de manera descentralizada a partir de los centros de cada territorio. A diferencia de otras jornadas y congresos, se parte de unos ejes temáticos de debate, pero sin ponencias previas ni conferencias de expertos: el protagonismo recae en la voz del profesorado. Una segunda característica es su duración: se inicia este mes de octubre de manera descentralizada y concluye en mayo de 2020 con un encuentro final en Barcelona, ​​del que saldrán las conclusiones. Y la tercera característica es que abarca todos los niveles educativos no universitarios. Ahora bien, habrá que hacer un gran esfuerzo, para que el debate llegue con más fuerza a la secundaria o la formación de personas adultas porque, a estas alturas, la participación se centra mayoritariamente en infantil y primaria.

En el acto inaugural, con un tono festivo, rostros optimistas y unas gotas de humor, intervinieron maestros de diferentes territorios, se leyó el manifiesto fundacional y todo el mundo pudo responder, con unas etiquetas adhesivas, la pregunta «¿Cómo te imaginas la educación pública del futuro?», una manera de visualizar el inicio del proceso participativo. Tras una lectura rápida de estas opiniones, podemos extraer estas 50 palabras en forma de deseos: acogedora, alianza de todos los agentes educativos, administraciones públicas comprometidas, menos burocracia, autocrítica, cambio, cohesión social, compartir, comunidad, conciliación laboral y familiar, conversación, crítica, equipo docente, diversidad, derechos humanos, educación emancipadora, equidad, escuela abierta al mundo, escuela verde y ecológica, escuela libre, escuela viva, escuchar, experiencia humana, felicidad, feminismo, financiación pública, formación de maestros de calidad, igualdad de oportunidades, ilusión, innovadora, inclusiva, intereses de los alumnos, justicia, libertad de expresión, optimismo, oportunidades, participación, pensamiento crítico, personalización del aprendizaje, plural, proyecto educativo de zona, reconocimiento de la diferencia, recursos, renovación pedagógica, sin represión, respetuosa, tolerante, tranquila, trabajo en equipo, trabajo en red.

Conceptos que invitan a un debate exigente, amplio y comprometido, donde habrá que encender las luces cortas para ver qué pasa en las aulas y en las escuelas y qué puede hacerse para mejorarlas; y habrá también encender las luces largas para ir más allá y poder leer, comprender e intervenir en el entorno. En resumen: no hay transformación educativa sin transformación social y al revés. Porque es bien sabido que la equidad y la inclusión educativa se resuelven tanto en la escuela como en el territorio. Es la hora, por tanto, de tejer redes y alianzas entre maestros, otros profesionales de la educación, familias, ayuntamientos y otros actores sociales para que, tal como se expresaba en uno de los deseos, la educación pública se convierta con la mejor escuela del mundo.

Este congreso tendrá una réplica en Extramadura el próximo curso, bajo el patrocinio y organización a cargo de la Funfación Juan Uría para la Educación y el desarrollo de Extremadura.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/10/08/la-educacion-publica-a-debate-la-hora-de-las-propuestas-alternativas/

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El Movimiento Sem Terra (Sin Tierra): una experiencia pedagógica alternativa

Por: Jaume Carbonell

La escuela se concibe como un taller de formación humana; gestión colectiva del centro mediante la participación directa de educadores y educandos en la toma de decisiones.

El MST (Movimento Sem Terra),  surge de la articulación de las luchas por la tierra y la reforma agraria en la década de los  setenta, con ocupaciones, campamentos, marchas, conquista de escuelas y actividades de formación, etc.

Dispone de una pedagogía que va más allá de cada persona y se funde en la construcción de una identidad colectiva -soy mujer, soy negra, soy campesino, soy educadora,…- que combina teoría y práctica. Para el MST educar es humanizar, es cultivar el aprendizaje de cómo ser humano. Uno de sus retos pedagógicos es lograr una nueva síntesis cultural entre pasado, presente y futuro, compartiendo relatos, palabras y símbolos: los más diversos lenguajes. Por eso siempre está presente la memoria histórica y la utopía.

Entre sus principios pedagógicos cabe mencionar los siguientes: las personas se educan aprendiendo a conocer para resolver; las personas se educan aprendiendo del pasado para proyectar el futuro; las personas se educan en colectividades -de ahí la importancia de la convivencia y la construcción de identidades, valores y conocimientos; se educa a través de la conducta de las personas mayores; la escuela se concibe como un taller de formación humana; gestión colectiva del centro mediante la participación directa de educadores y educandos en la toma de decisiones.

En cualquier práctica pedagógica se combina el aprendizaje de habilidades -el aprender a hacer- con la adquisición de valores: solidaridad, austeridad, espíritu de sacrificio por el bienestar colectivo, disciplina o valoración de la propia identidad Sin Tierra (véase el vídeo de Agustí Corominas y Rosa Cañadell sobre el MST, en versión original y subtítulos en español. Un recorrido por diversos asentamientos de tierras ocupadas, siempre con la mirada pedagógica).

“La Escola Estatual Nova Sociedade” no es propiamente una escuela Sem Terra, pero a ella asisten muchos estudiantes de primaria y secundaria de un par de asentamientos próximos de este movimiento y, sin lugar a dudas, se identifica con su filosofía.

En el jardín nos fijamos en una cita de Saramago que ocupa casi la pared entera: “Aprendí nao tentar convencer ninguém. O trabalho de convencer é una falta de respeito, é una tentativa de colonizaçao do outro”. También está la huella escrita de Trotski, uno de los revolucionarios rusos proscritos y asesinado por el estalinismo. Los muros expresan una manera de pensar y hacer educación, con textos de pulcra caligrafía y bellas imágenes. “¿Para qué sirve el conocimiento?”; “Insistir, persistir, resistir, nunca desistir”; “La educación rural es un derecho, no una limosa”; “Respeto a la educación”. Y el alumnado escribe de modo permanente sus ideas, deseos y estados de ánimo: “No critiques, apoya”; “Angustiada, muerta por dentro”; «Estoy bien”; “Fingir o ser”; “Debemos respetarnos”; “No aguanto más”… Y se anuncian colectas de recogida de alimentos y ropa.

Con su director, visitamos algunas aulas. Nos cuenta que las hay temáticas, y algunos grupos van pasando por ellas en función de la materia o proyecto en que están trabajando. En una de ellas, repleta de libros de todo tipo, hay una enorme pintura mural que muestra la evolución de la Educación Física y el deporte, desde el Neolítico hasta la actualidad: “Siempre tratamos de conectar el pasado con el presente”.

En el aula científica se desarrolla el proyecto: “Ondas sonoras. Movimientos oscilatorios”. En el espacio literario, se estudia la obra de Pablo Neruda. Y en el de Historia, las raíces del barrio del colegio. Se dispone de un par de espacios exteriores muy utilizados para la observación, conocimiento y experimentación de la naturaleza: el huerto escolar y la agrofloresta.

Su proyecto educativo se inspira en la “Guia para transformaçao das relaçoes humanas e cooperaçao” –a la que también denominan “Método conscientia”–, poniendo el énfasis en la valoración humana, social y de la naturaleza. Este método parte de una crítica radical al sistema capitalista y apuesta por el socialismo autogestionario, mediante la democracia participativa directa. “Conciencia y libertad son inseparables. E igualdad significa igualdad en el ejercicio del poder, participación en la toma de decisiones, en la planificación y en la ejecución del trabajo”. Se hace hincapié en no caer en la reproducción de los métodos capitalistas -competir, exigir, premiar- en las relaciones cotidianas.

La libertad y la solidaridad son los dos grandes pilares sobre los que se asientan estas relaciones humanas y mencionan, como ejemplos a tener en cuenta, a Sócrates, Mahatma Gandhi, Antonio Gramsci, José Martí y Nelson Mandela, entre otros muchos. Entre las riquezas humanas citan las siguientes: alegría, amor, compromiso, coraje, creatividad, curiosidad, facilidad de aprender, honestidad, iniciativa, humildad, percepción y solidaridad. Para ello, usan una serie de instrumentos de valoración humana, como el conocerse a sí mismo y el respeto por los sentimientos; y de valoración social, como la inserción en la participación directa. Se utilizan las historias de vida como manera de valorar a las personas y el colectivo. Se cuenta su infancia, las vivencias de su entorno, la vida escolar o quienes le influyeron.  “Cuando las personas se abren y hablan de sus angustias y dificultades les ayuda a sacarse sus máscaras. Esto aproxima a las personas, refuerza la comprensión y la tolerancia mutua y fortalece la unión del grupo”.

Tras esta conversación con el director, salimos de la escuela con sensaciones muy optimistas. Pero al cruzar el vestíbulo, un cartel nos recuerda la actual amenaza que se cierne sobre la educación “Guia rápido contra a censura nas escolas. Nao se deixe intimidad!» (Véase artículo anterior: Educación en Brasil 2).

Para los Sem Terra, como para todas las personas y colectivos que defienden una educación democrática, empieza una nueva resistencia.ç

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/09/25/el-movimiento-sem-terra-sin-tierra-una-experiencia-pedagogica-alternativa/

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La educación en Brasil (II): La protesta

Por: Jaume Carbonell

Por la defensa de la jubilación (de las pensiones) y de la escuela pública; y contra la privatización y la censura. Y por muchas más cosas.

Asisto a la jornada de protesta del 13 de agosto de Gravataí, un municipio de Rio Grande du Sul. El paro docente y las manifestaciones se extienden por medio país. En Gravataí unos 300 estudiantes de secundaria, que también han convocado esta jornada en defensa de la educación pública, marchan a primera hora de la mañana, bajo una enorme pancarta. “No mates nuestro futuro”. Gritan consignas contra la reforma de las pensiones y los recortes en la educación pública y a favor del colectivo docente: “El profesor es mi amigo, se metió con él, se metió conmigo”. Jair Bolsonaro siempre está en el foco de las críticas: “Quiero estudiar para ser inteligente, porque de burro ya basta con el presidente”

A partir de las 14 horas, empieza la concentración final en Porto Alegre, la capital gaucha, frente al palacio del gobernador. La convoca, entre otras organizaciones, CPERS, el sindicato de los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza estatal. Junto al profesorado están los estudiantes y otros sectores del funcionariado y de la clase trabajadora. Se suceden los discursos y las consignas. Hay un relato general coincidente: la educación no está en venta y merece respeto; y una exigencia muy concreta: la defensa de las pensiones públicas y la oposición a cualquier reforma.

Uno de los manifestantes me explica las razones: “Quien sale ganando con la reforma de la Seguridad Social son los bancos… La jubilación deja de ser un derecho de todos y pasa a ser un negocio lucrativo para pocos”. Una mujer se añade a la conversación: “Esto se debe a la política neoliberal de Leite [el gobernador del Estado] y de Bolsonaro, que quieren cargarse las políticas sociales que tanto habían avanzado durante los gobiernos del PT [Partido de los Trabajadores] de Lula da Silva y Dilma Rousseff. Se las quieren cargar de golpe, dejando que las empresas y el gran capital entren a saco en la educación y en otros servicios sociales”.

Los discursos se prolongan durante horas, en este y en otro punto de la ciudad, mientras se aguanta estoicamente el frío invernal. Hay quien aprovecha el tiempo para repartir folletos y periódicos, mientras los vendedores ambulantes hacen su agosto. Varias personas portan la pegatina pidiendo la libertad de Lula y otras recuerdan en sus camisetas a la concejala de izquierdas de Rio de Janeiro, Marielle Franco, asesinada a golpe de metralleta cuando salía de una reunión con colectivos de mujeres negras; aún no se ha averiguado quiénes dieron la orden.

Más adelante, al cabo de casi cuatro horas, cuando ya oscurece, y la manifestación ha crecido –20.000 personas según la organización–, mi retina se fija en la leyenda de un par de pancartas: “Escola sem mordaça”; y “Escola sem censura”. Se trata de un movimiento que apuesta por el pensamiento crítico, el pluralismo y la libertad de expresión, frente a la amenaza de amordazarla por parte del nuevo gobierno de extrema derecha con el proyecto “Escola sem partido”. Una iniciativa cuyo objetivo es prohibir en las aulas la exposición o debate de cualquier tema socialmente comprometido e, incluso, de cualquier tópico social pegado a la realidad, instando a los propios estudiantes y a las familias a denunciar cualquier tipo de intervención docente que se mueva en esta dirección.

El proyecto de ley gubernamental trata de regular, precisamente, esta mordaza ideológica en los proyectos pedagógicos, contenidos, materiales didácticos y evaluaciones. La semana anterior, precisamente, un profesor fue expulsado de su centro privado donde trabajaba debido a las quejas y presiones de un sector de padres por haber proyectado y comentado un vídeo sobre los diversos sistemas de seguridad del país.

Esta ofensiva reaccionaria en educación y en el conjunto de ámbitos sociales y culturales cuenta con una sólida mayoría en la Cámara de Diputados del país. Popularmente se conoce como la bancada de las tres b. La primera es la “bala”, que integra a las fuerzas armadas, policía y milicias que actúan sin control. La segunda es “boi” –buey en portugués–, y se refiere a la bancada vinculada a los grandes ganaderos y terratenientes. Su protagonismo es bien conocido en los numerosos incendios en la Amazonía, a quienes el fuego les sirve para ocupar legal o ilegalmente territorios protegidos para la extensión de sus pastos, la extracción de minerales o la construcción de macroinfrastructuras, siempre en perjuicio de la población indígena y de la preservación del planeta. La resistencia indígena y de organizaciones medioambientales se ha cebado con diversos asesinatos en el transcurso de los últimos años. Pero ya se sabe que dentro del gobierno Bolsonaro se niega el calentamiento global y, por eso, los controles contra incendios se han flexibilizado extraordinariamente. Y la tercera b es la “Biblia”, se identifica únicamente con la religión evangélica, uno de los inventos históricos más eficaces –la cosa viene de Ronald Reagan, que puso mucho dinero– para combatir la Teología de la Liberación. Antaño triunfó en Centroamérica –sobre todo en Guatemala y El Salvador– y hoy campa a sus anchas en Brasil, con una fuerte incidencia en las clases populares, con un crecimiento de seguidores espectacular. Con grandes dosis de demagogia y una puesta en escena muy teatral y musical –con gospel a toda pastilla–, con reparto de comida, confesiones públicas y exposición de milagros, se convierte en un show espiritual –a veces llega al éxtasis– que teje fuertes vínculos y llena templos con miles de fieles. En el hotel, cuando pulsas la televisión, empiezan a aparecer canales y canales evangélicos. Actualmente, cuentan con 600 emisoras de radio y 23 televisiones. Bolsonaro antes de las elecciones se hizo evangélico.

Y, finalmente, no hay que olvidar la firme alianza que se establece con otros grupos a la hora de emprender las políticas neoliberales para adelgazar el Estado y expandir el empresariado dentro de la educación. Entro ellos, destaca la Fundación Lemann, en alusión a Jorge Paulo Lemann, el hombre más rico del país, que a través de esta fundación “sin ánimo de lucro” se propone “formar líderes para resolver problemas del desarrollo social del país.” Con frecuencia, las salidas de tono y las excentricidades de Bolsonaro ocultan el bosque, la madeja de poderosos intereses que se ocultan en su interior.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/09/18/la-educacion-en-brasil-ii-la-protesta/

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La situación del profesorado en Brasil

Por: Jaume Carbonell 

Nuestro colaborador Jaume Carbonell estuvo a mediados de agosto en el Estado de Rio Grande do Sul. Allí tuvo la ocasión de visitar algunos centros y conversar con varios docentes. El resultado son estas tres crónicas que ofreceremos semanalmente.

“Una profesora de Secundaria cobra unos 625 euros y su jubilación se retrasará unos cuantos años”.

Estamos en pleno invierno y el día es especialmente frío. Este centro estatal de secundaria acoge unos 1.200 estudiantes de entre 11 y 18 años. En la hora del recreo nos recibe Mariana Lima, nombre simulado porque, tal como anda el país, prefiere proteger su identidad. Me cuenta sus precarias condiciones de trabajo: “Actualmente trabajo 40 horas semanales, 32 de ellas lectivas y, por ello, recibo 2.520 reales brasileños -unos 625 euros-, además de pequeños complementos como trienios y ubicación de la escuela». Hay que decir que Río Grande do Sul tiene el salario más bajo de Brasil, mientras el más elevado está en Maranhão, donde gobierna el PT (Partido de los Trabajadores).

Mariana cubre dos turnos: el de mañana, que arranca a las 7,30, y el de tarde, que empieza a las 13,15. Pero hay docentes que cubren, además, el turno nocturno, con 60 horas. Es un reflejo de la desvalorización de la profesión, pues su salario base son 1.260 reales, frente a los 988 del salario mínimo interprofesional. Llevan cinco años con el sueldo congelado y, aun así, lo perciben con un llamativo retraso. El salario de julio lo van a recibir fraccionado: una parte lo acaban de recibir el 13 de agosto y la otra se prevé en septiembre, según las categorías. Todo ello obliga a gran parte del profesorado a pedir todos los meses un adelanto bancario.

El salario del profesorado de infantil y primaria aún es inferior. Pero, a diferencia de España, en la enseñanza privada se cobra más, mucho más, quizás el doble como media. Estuve en una escuela particular -que no subvencionada- donde me explicaron que los docentes llegaban a cobrar hasta 35 euros la hora lectiva, aunque me señalaron que se trataba de un caso excepcional.

Con todo, a Mariana Lima, a sus 56 años, aún le preocupa más su jubilación. Se está tramitando en el Congreso un proyecto de ley que supone un recorte drástico del fondo de provisión para las pensiones. No se conocen los detalles definitivos pero ello podría suponer, según los casos, “permanecer entre cinco o diez años más en las aulas o jubilarse a la edad de 65 o 70 años. O vete a saber. Uff, no sé cuando me va a tocar”. Este es uno de los puntos más sensibles para el conjunto del funcionariado de la política de recortes y de la nueva ofensiva reaccionaria y neoliberal del gobierno de Bolsonaro, que cuenta con los apoyos suficientes para acometer un proceso de privatizaciones de alto calado. Por eso mañana se convoca en todo el país una jornada de protesta, con paro incluido.

Damos una vuelta por el centro, con algunas partes algo desvencijadas, paredes que piden a gritos una mano de pintura, algunas puertas que no acaban de cerrar bien y una pista deportiva que hace tiempo que debería cubrirse. “Tenemos presupuesto para adquirir nuevos recursos pero no para repararlos ni para mantenimiento. Siempre sale alguien que lo arregla voluntariamente. ¡Qué remedio! Hay montones de libros de texto que se envían gratuitamente, permanecen en el centro y se reponen al cabo de tres cursos; pero existe la amenaza de que el próximo año dejen de ser gratuitos”. En las clases, con pupitres móviles, se reúnen hasta 35 alumnos de procedencia muy diversa”.

Mariana imparte clases de Biología a dieciséis grupos . “Como mínimo tengo que hacer cuatro programaciones. Pero luego está el alumnado de inclusión (de diversidad funcional o necesidades educativas especiales) que requieren una programación específica para cada uno. Y yo tengo once”. A veces también ha impartido alguna sesión de Educación Artística, porque para esta u otras materias -las llamadas asignaturas complementarias según algunos ministerios- no se dispone de profesorado especialista.

En un extremo del edificio hay una pequeña vivienda: es la casa del policía-conserje que se encarga de la seguridad cuando el centro queda vacío. No lo tienen todos los centros, porque se trata de un trabajo poco solicitado debido a su escasa remuneración. Muchos sí tienen videocámaras para la seguridad.

Es la hora del desayuno y en la cocina les sirven un bocadillo y un vaso de leche; a comer van todos a casa. En el patio algunos grupos ensayan bailes para una fiesta que se celebra como culminación de varios proyectos. Otros dan patadas al balón o conversan animadamente. A la salida me fijo en un mural donde los estudiantes expresan sus deseos de futuro: “Estudiar más para pasar las pruebas”; “Encontrar un trabajo”; “Entrar en la universidad” (para estudiar esta u otra carrera). Este último es el más repetido. ¿Podrán lograrlo estos estudiantes, cuando también los recortes se ciernen sobre la política de becas y el acceso a la universidad? Al tiempo.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/09/11/la-situacion-del-profesorado-en-brasil/

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¡Viva la escuela democrática!

Por: Jaume Carbonell

Henry Giroux, autor y conferenciante prolífico, pasó por Barcelona y Girona y dejó constancia de por qué sigue siendo uno de los referentes de la pedagogía crítica, siguiendo la estela de su maestro Paulo Freire.

El nuevo analfabetismo del siglo XXI

Sostine Giroux que este nuevo analfabetismo cívico, o lo que también denomina dictadura de la ignorancia, proviene actualmente de la confluencia de dos movimientos que se complementan mutuamente como puede verse en los Estados Unidos de Trump y en el Brasil de Bolnonaro: el neoliberalismo y el fascismo. Ambos operan y penetran en todos los ámbitos: ecónomico, social y cultural, conformando los nuevos valores educativos. El primero se basa en un fundamentalismo del mercado donde la competitividad individual ahoga cualquier atisbo de responsabilidad y acción colectiva, con la progresiva penetración de la cultura empresarial en las aulas y la privatización del sistema educativo. El segundo es una readaptación del fascismo histórico que abandera el supremacismo blanco para combatir la inmigración, el ultranacionalismo populista, y la restricción o represión de la libertad de expresión y del pensamiento divergente. Ambos discursos contribuyen a minar el Estado del Bienestar, con el consiguiente aumento de la pobreza y la desigualdad social. Por otro lado, la crisis económica ha conllevado una crisis de ideas que favorece el desarrollo e implantación cada vez en más países del fascismo neoliberal.

¿Cuáles son, más en concreto, los rostros de este analfabetismo que encuentra en la ignorancia el instrumento de poder? Los recortes sociales andan paralelos a los recortes en la libertad de expresión, se ponen trabas al pensamiento crítico y los exámenes refuerzan el carácter selectivo, disciplinario y de control ideológico y social, al tiempo que matan la imaginación del alumnado. Por otro lado, asistimos a una espectacularización de la emoción en detrimento de la razón y a una normalización de las fake news, de las mentiras más burdas, así como a la manipulación y a la pérdida de significado del lenguaje. Son tiempos, también, que propician la desmemoria, la estupidez como virtud, la cultura más tecnocrática e instrumental, las visiones hiperpresentistas –sin aprendizaje del pasado ni horizonte de futuro–. Y son tiempos líquidos y acelerados con una sobreexposición de la información, convertida en flashes veloces y desconectados que no permiten el cultivo de un pensamiento profundo, y aún menos una comprensión de la realidad.

Todo ello se asienta en las dos grandes estrategias propias de los sistemas autoritarios: el fomento del odio hacia las personas consideradas extrañas y diferentes y el miedo, los diversos miedos personales y colectivos. Porque en todas las dictaduras pensar es peligroso.

La alfabetización crítica y democrática

Para Giroux la escuela pública es uno de las instituciones clave donde se dirime la lucha por la democracia, por la defensa de la educación como bien común y por la defensa de los Derechos Humanos, con todo lo que ello conlleva de dignificación de las personas y de justicia social. Es el lugar donde pueden generarse espacios de debate para la libre confrontación de ideas, para que el alumnado pueda formarse su propio juicio crítico y donde pueden darse oportunidades para desentrañar las relaciones de poder actualmente existentes y para establecer nuevas relaciones contrahegemónicas para fortalecer la democracia participativa en el seno del aula y del centro.

Este activista cultural apuesta por las escuelas como esferas públicas democráticas con la tarea de educar a los estudiantes en el lenguaje de la crítica, la posibilidad y la democracia: “Debemos empezar a definirnos como ciudadanos críticos cuyos saberes y acciones colectivas supongan unas visiones específicas de la vida pública, la comunidad y la responsabilidad moral”.

La educación crítica articula la crítica a los contenidos del currículo con las consiguientes prácticas pedagógicas alternativas: para relacionar el conocimiento con la vida cotidiana; para tener conciencia y capacidades para entender las fuerzas que modelan la vida de las personas y poder intervenir en ellas; para saber leer el mundo ecónomica y socialmente. Para Giroux la educación es profundamente política; y aunque rehúye manifiestamente el dogmatismo y el adoctrinamiento, tan arraigado en el fascismo neoliberal, señala que el poder trata de darle la vuelta y denuncia al profesorado: “Cuando se acusa a unos profesores de adoctrinamiento es porque se considera que hablan de cosas que son importantes”.

En la actitud de este teórico de la educación crítica hay algunos vocablos que forman parte de su ADN: responsabilidad social, compromiso ético y político, resistencia y esperanza. Y hasta el día de hoy ha tratado de ser sumamente coherente con ellos. Por eso cierra sus conferencias con consejos metafóricos como estos: “Que el fuego continúe quemando y que la luz nos siga iluminando. Lo imposible es lo mínimo que podemos pedir”.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/06/12/viva-la-escuela-democratica/

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¿Innovar o transformar?

Por: Jaume Carbonell

La innovación es un concepto polisémico que se presta a múltiples lecturas en función de quién lo utiliza, en qué contexto tiene lugar y a qué finalidades responde. Toda transformación educativa y social de signo emancipador incluye un componente innovador pero no todo proceso innovador supone una transformación. En cierto modo, se asemeja a la distinción tan lúcida como diáfana que señaló en su día Rosa Luxemburgo entre reforma y revolución, aplicado en este caso al ámbito educativo.

Porque la innovación se asocia, con frecuencia, a desarrollo o adaptación del sistema capitalista; a novedad o producto de temporada; a modernidad y actualización educativa; a cambios cosméticos o a simples mejoras parciales. Se pone el énfasis en los aspectos metodológicos -cómo lo hacemos- y se olvida o se relativiza el sentido de la educación -por qué lo hacemos-. Cabe recordar que esta noción de innovación está asociada a las tesis de autores como J.A.Schumpater de hace ya casi un siglo, para quien la innovación es un aspecto clave en el desarrollo de la economía capitalista, la cual no puede permanecer estática sino que ha de estar cambiando constantemente des de dentro por un nuevo espíritu de empresa. Un relato que fue tomando cuerpo y perfeccionándose a medida que se ha ido asentando el neoliberalismo y el capitalismo cognitivo estrechamente ligado al desarrollo empresarial, con sus pertinentes penetraciones en la cultura, el currículo prescriptivo y oculto, el liderazgo y la gestión y organización de los centros escolares.

Para algunas personas, no obstante, el concepto de innovación no se idéntica en absoluto con este discurso de reproducción adaptada y perfeccionada del poder establecido -cada vez más financiero que económico y político-. No obstante, hay quien para evitar las confusiones prefiere hablar de renovación pedagógica. Razones no faltan, aunque habrá que ver como mudan las palabras en el futuro. En cualquier caso, una cosa está clara: los procesos de transformación educativa están interpelados por la radicalidad del cambio cultural, social y político, así como por los procesos de cooperación que empoderan democráticamente a todos los agentes educativos que intervienen en la socialización de la infancia y la juventud.

¿Cuáles son las señas de la innovación o de la renovación educativa de carácter transformador? A groso modo, y de manera telegráfica, podrían mencionarse estas tres. La primera tiene que ver con el tipo de conocimiento que se construye: con la curiosidad y el deseo que genera, más allá de una actividad o evaluación puntual, con proyección a lo largo y ancho de la vida; con su grado de relevancia, vinculación con la experiencia personal, el entorno y las diversas inteligencias y lenguajes; con su carácter emancipatorio y liberador que aspira a un porvenir más democrático y esperanzador; con la capacidad de generar pensamiento reflexivo y profundo para comprender críticamente una realidad incierta, cambiante y compleja; con una presencia enérgica del pensamiento crítico en todas las materias del currículo; con miradas largas, sensibles y críticas con la realidad para interpretarla, cuestionarla y transformarla, al tiempo que se van modificando las relaciones del sujeto con el entorno. Un conocimiento que requiere documentación e investigación, contraste de pareceres, escucha activa, sólidas argumentaciones y muchas preguntas. Porque a menudo estas son más importantes que las respuestas. Y, un conocimiento, por último que rompa con la rigidez de los códigos disciplinarios y con la fragmentación curricular, y que apueste decididamente por las distintas versiones de la globalización e integración de todo tipo de conocimientos, por el diálogo entre los diversos saberes y lenguajes.

La segunda seña de identidad se nutre del empoderamiento democrático de los diversos actores educativos -alumnado, profesorado y familias- respecto a la toma de decisiones en torno al currículo -qué se enseña, cómo se enseña y con qué criterios se evalúa-; la organización de los tiempos y espacios; y los mecanismos de gestión y control. Se trata de democratizar la democracia escolar actual dotando de más contenido y poder los actuales órganos de representación y participación. Nos referimos al poder de la asamblea del aula siguiendo, por ejemplo, la estela de Freinet; al poder del trabajo cooperativo o colaborativo que, rompiendo con el aislamiento docente encerrado en un lugar llamado aula, se extiende y comparte en todo el centro y se proyecta al territorio, aprovechando su capital cultural y social, tejiendo complicidades y compromisos con el conjunto de actores individuales y colectivos; o al poder de la palabra que se visualiza en una conversación permanente tratando de recuperar el significado originario y real de conceptos y vocablos hoy día tan devaluados por las medias verdades y las mentiras: lo que hoy se conoce como fake news. El dilema a dilucidar es quién y desde dónde se construye la hegemonía cultural.

Y la tercera seña de identidad alude a los valores, fines y derechos que se defienden. ¿Hasta qué punto reproducen los valores de la cultura dominante y los mecanismos de explotación o desigualdad de forma más o menos llamativa y con distinto grado de intensidad o, por el contrario, se plantean otros valores alternativos más humanizados y un modelo de sociedad basada en la solidaridad y en una justa redistribución de la riqueza? O dicho en palabras de Freire: ¿Se trata de reproducir la cultura bancaria o de avanzar hacia un proceso emancipador presidido por la justicia social y la más amplia libertad? En este sentido conviene señalar el carácter político de la educación como forma de resistencia ante todo aquello que conduce a la barbarie, a la ignorancia, a la desigualdad y a cualquier discriminación, sea por motivos de raza, género o de otro tipo, así como a las distintas manifestaciones de la violencia: física, psicológica e institucional.

La educación se encuentra ante una nueva encrucijada donde convergen dos amenazas complementarias: la de los nuevos fascismos que miran hacia el pasado, que dibujan un paisaje uniforme en blanco y negro, que alientan el discurso del odio, que ponen severas trabas a inmigrantes y refugiados y que cuestionan diversas conquistas éticas y sociales. Y la del neoliberalismo que dibuja un paisaje de futuro marcado por la omnipresencia del espacio privado en detrimento de lo público; de la dictadura del mercado que no hace más que aumentar la precariedad, dejando a la intemperie un amplio sector de la sociedad; y la hegemonía de la competitividad en prejuicio de la solidaridad.
La emancipación individual y la transformación social, por el contrario, significan inclusión, equidad, derechos humanos y sociales, cuidado colectivo, bien común, sueño y esperanza para construir un mundo, en palabras de Rosa Luxemburgo, donde las personas seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

Imagen y fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/05/22/innovar-o-transformar/

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