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Un acercamiento a la Sociedad Mexicana de Computación en la Educación (SOMECE)

Por: Miguel Ángel Gallegos Cárdenas

La revolución informacional que el mundo comenzó a vivir en los años 50, traería como consecuencia cambios en la sociedad, y en los sistemas educativos. El final el siglo XX, traería consigo la era de la información (Castells, 2000).

En México, estas transformaciones también se hacían presentes en la sociedad. A la fecha, existen varias fuentes sobre el inicio y evolución de la computación en nuestro país. Un valioso recuento de la disponibilidad y uso de la tecnología, fue el documento elaborado por un grupo de investigadores del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE), el cual detalla el devenir de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en la educación básica (Flores, 2002).

Aunque, según la revista de la UNAM “[…] el 8 de junio de 1958, comenzó la historia de la computación en México (y en general, de Latinoamérica), cuando la UNAM puso en operación la IBM-6501”. [1] Seguramente, dadas estas revoluciones de tecnología, en México, un grupo de visionarios de la educación –en 1984–, pondrían en marcha la organización del primer Simposio Internacional de Computación en la Educación Infantil y Juvenil. Comprender el uso de la computación en la educación sería el gran tema de este encuentro. Ahí se daría el nacimiento de un gran proyecto nacional.

Este simposio, conservaría el mismo esquema, hasta que en 1992 abriría sus puertas a todos los niveles y modalidades educativas. Lo que le favoreció para tener presencia en gran parte del territorio nacional. El gran impulso –que tendría esta reunión de especialistas en tecnología educativa– sería proporcionado de manera paralela, por el nacimiento – el 28 de mayo de 1986– de la Asociación Civil denominada “Sociedad Mexicana de Computación en la Educación”, siendo su primer presidente el Dr. Marco Antonio Murray-Lasso.

El consejo directivo de esta asociación, lo conforman, además del presidente, un vicepresidente, un secretario y un tesorero, con vigencia de cuatro años. Por la presidencia de esta asociación han transitado varias personalidades distinguidas del mundo académico, como son: Dr. Jorge Isaac Bustamante Ceballos, Dr. Víctor Manuel Guerra Ortiz, Dra. Yolanda Campos Campos, Mtro. Alfonso Ramírez Ortega, Dr. Enrique Ruiz-Velasco Sánchez, Dr. Germán Escorcia Saldarriaga, Mtra. Elvia Luz Monasterio Aranda, Dra. Claudia Marina Vicario Solórzano, Mtra. Verónica Belinda Estrada, Lic. Luis Lach Herrera y actualmente el Ing. Alfredo García Zavala, que junto con un gran equipo de trabajo, han asumido el enorme reto de dar continuidad a esta importante iniciativa nacional.

Un justo reconocimiento a todos los expresidentes y sus consejos directivos que han sabido sacar adelante la importante labor de esta noble asociación.

Hace 31 años SOMECE había nacido con la realización de aquellas actividades, que gradualmente integrarían la participación de diversos actores educativos, como la Secretaría de Educación Pública Federal, las Secretarías Estatales de Educación, Universidades e instituciones de los Estados, el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Academia Mexicana de Ciencias, entre muchas otras instituciones, organizaciones y empresas que gentilmente contribuirían al crecimiento y desarrollo de esta asociación.

Así, año con año –a reserva de algunas excepciones– esta asociación organiza desde aquella fecha el Simposio Internacional SOMECE, el cual convoca a la comunidad especialista e interesada en las prácticas e innovaciones de tecnología en la educación.

En estos encuentros especializados, los asistentes comparten, interactúan y se retroalimentan unos a otros sobre sus experiencias educativas. Todos ganan, todos aprenden; desde los asistentes hasta los participantes, ponentes y conferencistas. Y qué decir de las instituciones y organizaciones que contribuyen de alguna u otra forma, viendo reflejados sus esfuerzos para contribuir a la innovación educativa nacional que la era digital en que vivimos, cada vez demanda más.

Desde la creación de SOMECE, se lleva a cabo una reunión anual, que sirve de antesala al Simposio, la cual a partir de 2017 se denominó Encuentro SOMECE. Esta actividad serviría de preámbulo al Simposio en turno. En estos Encuentros, se llevan a cabo conferencias, paneles, talleres y demás actividades para reflexionar y promover sobre la tecnología en la educación.

Un ejemplo es el pasado Encuentro SOMECE 2017, llevado a cabo los días 27 y 28 de octubre en las instalaciones de la Universidad ORT, en la Ciudad de México. Evento en que tuve la oportunidad de asistir y ser partícipe de una gran cantidad de actividades. Entre ellas puedo mencionar las conferencias: docencia en la cultura digital, tecnologías exponenciales y habilidades exponenciales, y navegando rumbo al futuro. Además, de los talleres: Learning Creative Edukreativos y Realidad Aumentada (RA), entre muchas otras.

Al finalizar este encuentro, se anunció el “XXXI Simposio Internacional de TIC en la Educación SOMECE 2018: Hacia una cultura digital para la transformación individual y social”, a celebrarse en el mes mayo en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Habrá que estar atentos a la convocatoria, ya que, se espera, sea un evento que reúna a los más distinguidos especialistas nacionales e internacionales en tecnología educativa.

Cabe destacar que SOMECE es una de las pocas asociaciones civiles sin fines de lucro, que promueve el uso de las TIC, vincula a las organizaciones públicas y privadas, conforma grupos de estudio, organiza eventos académicos, presentaciones de libros, conferencias, charlas y demás actividades que fomentan las buenas prácticas de tecnología educativa.

Un respetuoso aplauso a esta organización y a todos sus integrantes, que han construido a lo largo de estas tres décadas –y naturalmente seguirán construyendo en el devenir de nuestros días– una de las organizaciones más importantes e influyentes en la incidencia de tecnología y computación en la educación en México.

Cabe mencionar que, los miembros de la SOMECE, son profesionistas de gran prestigio, pertenecientes a instituciones públicas y privadas, que suman sus energías para trabajar de manera filantrópica en favor de la educación, aportando sus esfuerzos para seguir haciendo de esta asociación una pieza clave en la contribución, integración e innovación de la tecnología en la educación, buscando siempre hacer honor a su lema: “Por la incorporación racional de la tecnología en la educación”.

Referencias:

Castells, M. (2000). La sociedad red. La era de la información: economía, sociedad y cultura. 2ª. Edición.

Flores, G. (2002). Disponibilidad y uso de la tecnología en la educación básica. ILCE. México.

http://www.somece.org.mx

http://www.revista.unam.mx/vol.9/num9/art63/int63-1.htm

[1] http://www.revista.unam.mx/vol.9/num9/art63/int63-1.htm

 

(*)  miangaca@hotmail.com

 

 

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El valor, apuntes para su enseñanza

El valor, apuntes para su enseñanza

Por:

Alejandro Martínez
Rebelión

El valor, sin dudas, es una de las categorías más importantes del sistema teórico de Marx en El Capital. En realidad, es mucho más: es el eje central de toda su crítica a la economía política. Su papel en la obra, la forma en que lo expone Marx, las teorías precedentes y que le siguen, sumado de sus numerosas interpretaciones posteriores, lo convierten en una especie de leyenda, de cosa oscura para el amplio espectro del marxismo. Ha sido interpretado de diversas maneras, haciendo que entre economistas y filósofos existan todo tipo de teorías del valor. Lo que hace que definirlo correctamente es empezar a entender otra economía política marxiana y fijar una postura ante la gama teórica que lo rodea.

El primer elemento es la concepción en sí de valor. Todos estarían de acuerdo de no es otra cosa que el tiempo de trabajo socialmente necesario (Marx, 2002,48,). Sin embargo, en algunas ediciones de El Capital, como la editada en Cuba (Marx, 7,1962), solo deja la definición en este nivel, obviando una traducción más exacta: ‘’…en cuanto, en la producción de una mercancía, sólo utiliza el tiempo de trabajo promedialmente necesario, o tiempo de trabajo socialmente necesario (Marx, 2002, 48). ’’La parte de promedialmente necesario, más allá de la omisión de elementos del original, distorsiona entender la categoría.

Ese tiempo ‘’socialmente necesario’’, es el que la sociedad va a reconocer como racional. El problema es, para el que lea eso, cómo saber cual es este ‘’tiempo’’. Para ello sirve la idea: ‘’El tiempo de trabajo socialmente necesario es el requerido para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad de trabajo. ’’

Aquí, y obviando (por ahora) lo de ‘’promedialmente necesario’’, lleva al error ya cometido al descifrar las palabras ‘’grado social medio de destreza’’. Se suele interpretar esto (el valor), en algunos autores y académicos de la siguiente manera: de los gastos de diferentes productores ordenados bajo criterio de eficiencia, los de las condiciones medias, son los del medio. En términos estadísticos, se ha entendido esto como una mediana, un valor central de un grupo de datos ordenados.

En realidad la ‘’destreza media’’, son condiciones medias de producción, es decir, las condiciones promedios para producir una mercancía. Estas condiciones no son otras que las que más mercancías producen en una rama. La sociedad va a reconocer como el gasto de trabajo racional, como valor, el ‘’gasto’’ de trabajo que predomina. No dudamos nunca en pensar que un precio nos parece raro (bajo o alto) con respecto a uno que es el que estamos adaptados. Ese que predomina, que es la referencia de los consumidores, es el que está determinando el valor. Es el que está determinando el ‘’gasto’’ de trabajo reconocido como racional.

Sin embargo, se está olvidando la parte más importante de la definición, la de ‘’socialmente necesario’’. Esto nos está diciendo que la parte final en la determinación del valor viene dado por el reconocimiento social, por la aprobación social, por la precepción y decisión de la sociedad. Entonces, ¿quiere decir que los individuos recopilan los gastos de trabajo de cada productor, hayan su frecuencias absoluta y relativa y se lanzan a calcular un promedio o mediana (por otros autores) para determinar el valor? Claro que no, en ningún tiempo histórico de sociedad los individuos se han sentado a pensar semejantes cosas y calculado eso. Entonces, la pregunta sigue siendo: ¿cómo la sociedad determina el valor?

Quizá el propio Marx dio origen a confusiones al definir al trabajo como sustancia del valor, y decir que este se mide en tiempo, en tiempo de trabajo. El primer error está al darle, una connotación física a este, al convertirlo en una unidad cuantificable. Consecuentemente con esta definición, el valor parece contener sustancia, un trabajo que se cuantifica en tiempo. Pero el propio Marx desmiente esto: “En contradicción directa con la objetividad sensorialmente grosera del cuerpo de las mercancías, ni un solo átomo de sustancia natural forma parte de su objetividad en cuanto valores.’’ Por tanto no es trabajo como unidad cuantificable de lo que se habla. Con esto, el valor pierde todo sentido como magnitud física (tiempo, masa, energía) siendo toda aritmética que opera con horas no más que una abstracción, un error de interpretación. Quedando solo, que es puramente social: ‘’…en la expresión del valor del lienzo, simboliza una propiedad supranatural de ambas cosas: su valor, algo que es puramente social’’ (Marx, 2002,70).

En la idea del valor cuestionada, se construye una definición desde los gastos físicos de trabajo. Esto responde a entenderlo como determinado en la producción, en las condiciones de producción medidas en tiempo. Pudiera pensarse como si fuera una teoría de costos de producción (sociales) que utiliza como unidad de medida el tiempo. La causa pudiera estar en el propio subtítulo del tomo I, El proceso de producción del capital, que pone una etiqueta de análisis centrado en la producción, y se pudiera entender producción en un sentido muy estricto a la hora de explicar la mercancía. Nada más alejado de la realidad, Marx empieza estudiando la mercancía en la circulación y desde aquí, define el valor. Cuando lo hace, la producción es solo un referente teórico, una cosa solo mencionada como algo escondido en la mercancía, como la relación social que está detrás de la cosificación (mercancía). Las condiciones en sí que se da la producción en que se crea una mercancía (la que contiene el valor), la estructura técnico-productiva de una rama no se analiza para nada, por tanto, las condiciones específicas de producción (entendida como la estructura técnica interna) de una mercancía carecen de sentido al entender el valor. Solo importarían, para entender las condiciones especificas en las que intervino su productor y para determinar la corporeidad de los productos de este.

Los productos del trabajo, al ser diferentes, van a tener diferente reconocimiento y esto hace que se reconozcan de manera diferenciada los trabajos que las originaron. Al entenderse solo como abstracción, como trabajo en general, se entiende que al cambiar cantidades de productos, se cambian también en esencia cantidades de trabajo, teniendo sentido el entendimiento del trabajo en ‘’cantidad’’. Esas cantidades abstractas de trabajo, solo cobran sentido en su medición, en su aparente cuantificación para ser medidas. Esa medida solo puede ser el tiempo, el tiempo de trabajo. Pero solo es una referencia, porque como ya se vio, no es ese tiempo unidad física, sino que Marx al definir cantidades diferentes, implicaba una medición para entender cantidad, solo se puede entender como tiempo. Dicho de otra forma, reconocer el trabajo de alguien, es reconocerle el tiempo que estuvo trabajando.

Esta es la construcción desde lo superficial a lo esencial que hace Marx. El llegar al concepto de tiempo de trabajo, es solo una necesidad metodológica, al hablar de cantidades diferentes de trabajo, se necesita medida de cuantificación. Y sobre todo nada más lógico que decir que reconocer la cantidad de trabajo, es reconocer el tiempo de trabajo.
Hasta aquí, queda demostrado como el propio Marx no hace uso de esas definiciones que cuantifican el valor, sin embargo al desaparecer esa idea, su determinación parece ser una quimera o algo imaginario. Pero en su obra, da una explicación coherente y objetiva.

Antes de pasar a determinar cómo se determina el valor, hay entender su contenido. Al referirse a él de Marx plantea: ‘’ Su objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza puramente social’’ (Marx, 2002,58). Si la naturaleza de su sustancia es social, dice que su origen está en el contexto social. Esta es la clave para entenderlo. Es la sociedad la que dice qué valor tiene una mercancía. Hay que aclarar que el valor es una categoría históricamente condicionada, y esto lo despoja de todo contenido subjetivista, y que solo debe entenderse como el trabajo reconocido.

Cuando se da un proceso de intercambio, quiere decir que hubo una conmensurabilidad, un proceso de equiparar los objetos de este. Ese algo que los hacía conmensurables, venía desde los tiempos de Aristóteles, y renaciendo con Petty, siendo la relación social objeto de búsqueda de la economía política, y eso es el valor. Es decir, es solo esa relación social que encontró la economía política que está detrás del producto (del trabajo) y que está equiparando las mercancías. Este valor, como relación social, encierra una cantidad de poder social. El poder de un producto sobre el trabajo ajeno (sobre el producto ajeno), capaz de relacionar a su portador, a través del producto de su trabajo con otros productores con el producto del trabajo de estos últimos, es el valor. En pocas palabras, el poder que atribuye la sociedad de intercambiabilidad de un producto sobre otros.

Para entenderlo, solo debe mirarse un intercambio de dos mercancías. Al realizarse este, el valor de la primera mercancía se expresa en la segunda, su valor es la segunda (entendido de forma muy elemental). Al comprar algo, se obtiene resultado de otro trabajo. El valor es, que de otra mercancía (que es producto de otro trabajo) se pueda obtener normalmente esta por lo que mercancía se porta. Relación que se figura en un cuanto específico. Ahí está la esencia del valor, en decir que todo el poder que tiene (su magnitud) está, en lo que es capaz de aceptar normalmente la sociedad por él, que se expresa en cantidad de otra mercancía y esto que acepta la sociedad sale del trabajo. El valor de una mercancía, se puede concluir, es cuánto es reconocida esta por la sociedad. Ese reconociendo está dado por todas por las que puede ser cambiada y su cantidad. Esto es, cuánto trabajo cosificado se puede obtener, es decir, cuanto resultado de trabajo (cosas útiles) se puede obtener por el resultado del que se ofrece. Esta idea es expresada por Marx: ‘’Las mercancías, pues, en absoluto se enfrentan entre sí como mercancías, sino solamente como productos o valores de uso’’ (Marx, 2002,105). Al cambiar, la sociedad confiere y acepta un poder de cambio en los resultados del trabajo, llamarle a esto precio es correcto pero es dejar el análisis a medias, en la cosificación de las relaciones, debe profundizarse descosificar las relaciones y llegar a entenderlo como trabajo materializado.

Pareciera este proceso de reconocimiento social algo caótico. Puede compararse con una negociación, un acuerdo casual: ‘’La proporción cuantitativa de su intercambio es, en un principio, completamente fortuita’’ (Marx, 2002, 107). El reconocimiento social del trabajo no se hace de forma directa. Al ser los productos del trabajo los que cosifican al trabajo, son ellos los que lo representan en el cambio. Así el reconocimiento social del trabajo, deja de ser del trabajo en sí para ser el de su producto. Según sea reconocido este, será reconocido su trabajo, es decir, para buscar el reconocimiento social del trabajo, se debe mirar qué papel juega en la sociedad su producto.

La repetición y constancia del las proporciones del cambio fija la expresión del valor, y destruye toda la mística: ‘’La costumbre las fija como magnitudes de valor’’. (Marx, 2002,108). Sin embargo, justo aquí está el punto de partida del movimiento social, su lucha de clases. El uso de la costumbre, no es pacífico y termina en períodos de lucha por imponer condiciones, por imponer un tipo de reconocimiento del trabajo de un grupo de productores sobre otros, marcando el inicio y la aparición de formas que responde a la lucha de clases.

El valor no es más que el reconocimiento del poder social de la actividad (del hombre en sí mismo) que se determina dentro de la misma lucha desencadenada en la sociedad. Siendo la expresión del valor, tan solo la proporción, el precio (hoy) sostenido en el tiempo. Marx solo intentaba romper con las concepciones fetichistas contemporáneas, no redefinir como se determinaba socialmente este, sino solo descosificar esas relaciones.

Comprender esto sería un primer paso para comenzar a armar un marxismo sin mitos, sin esas bases de manuales e interpretaciones salidas de tareas orientadas por partidos políticos. Sería comenzar un marxismo propio. En estas, la interpretación de categorías tan importantes como cuota media de ganancia, precio de producción, la renta de la tierra adquiría otra significación muy distinta a la que poseen hasta ahora. Se dejarían de establecer esas teorías que plantean que si tal precio es incorrecto porque no se ajusta al valor. Ciertamente, este es un tema que requiere mucho más desarrollo, pero iniciar su debate serio y continuar sobre esta construcción teórica es tarea que no pocos debemos asumir.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=234342

Imagen:https://lh3.googleusercontent.com/vs8v792GS-k3Myp3WTyvaxiOnLpmZ96anFkE9HNhXx88Syhxz1Y6LzCgyd-g21sQVa5i4g=s85

 

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Reformas educativas: el turno de América Latina

Por Carlos Ornelas

Aunque no hay un concepto homogéneo de Reforma Educativa, parece existir cierta conformidad en calificar cambios curriculares, incrementos en niveles escolares o modificaciones legales, como reformas de la educación. En cierta forma, cada quien entiende por reforma lo que le cuadre a sus propósitos de análisis o de mensaje político.

El Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe organizó un seminario, el jueves y el viernes de la semana pasada, en Pátzcuaro, Michoacán. El propósito fue debatir —y vaya que hubo debate— y “Aprender de las reformas: Educación en América Latina”. Se trataba de reunir a funcionarios e investigadores para confrontar posiciones y resultados.

El objetivo expreso fue: “Generar un espacio de análisis y reflexión en torno a los alcances y desafíos de la reciente Reforma Educativa en México, a la luz de otras experiencias consideradas exitosas en países de la región de América Latina y el Caribe”. El espacio se generó, pero no fue posible hacer comparaciones inmediatas entre la Reforma Educativa de México y las de otras latitudes del continente. Por lo regular, las exposiciones de los casos se enfocaron a exponer las particularidades.

Este punto no puede considerarse una debilidad. En realidad, es poco lo que sabemos y menos lo que discutimos de reformas educativas fuera de nuestra realidad. El desafío para los organizadores es ofrecer esa comparación y extraer las enseñanzas que se consideren pertinentes. El último de los objetivos promete esa oferta: “Realizar una publicación basada en las experiencias y actividades llevadas a cabo en el seminario”.

Los otros objetivos, analizar casos, identificar retos y hacer comparaciones se cumplieron en la medida que el tiempo lo permitió. Conocemos la tiranía que el reloj impone. Sin embargo, los expositores tuvieron oportunidad de presentar sus verdades e ilustrar sus movimientos de reforma o de continuidad en las políticas. Predominó la exhibición de los casos de éxito, aunque los ponentes no ocultaron las dificultades por las que atraviesan sus proyectos de cambio.

No obstante, no fue un desfile color de rosa. Hubo críticas, pero sin sobresaltos. Debates, pero siempre en tono de respeto. Incluso, una representante de la Sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, uno de los bastiones de las fuerzas disidentes dentro del magisterio, expuso el postulado de lo que persigue su movimiento de rechazo a la Reforma Educativa.

Vale la pena detenerse para comentar este asunto. El día anterior, un grupo de cinco maestros que se presentaron como representantes de la S-18 “advirtió” a los organizadores del seminario que deberían suspenderlo. Que hablar de la reforma era propaganda a favor del gobierno y que los estigmatizaba a ellos: que se les decía que eran revoltosos y violentos. Calificaciones que rechazaban.

El director del Crefal, Sergio Cárdenas, les explicó que no era un acto oficial, que los maestros del SNTE que ellos vieron sentados en el auditorio no respondieron a una invitación especial, que fue abierta y que ellos también podían acceder al auditorio. Incluso les ofreció un espacio cuando se discutiera el caso de México. Quedaron de consultarlo con su “estructura”.

La maestra de la S-18 que asistió explicó las razones de su movimiento. Calificó a la reforma como laboral y punitiva; dijo que no se criticaba a los políticos que heredan los puestos a sus hijos, pero sí a los maestros. Defendió la actividad sindical como actos de rebeldía. Lo hizo en tono mesurado y sin la perorata que caracteriza a los militantes. Aunque otros ponentes no coincidían con su postura, la felicitaron por la claridad en su exposición y el respeto a la concurrencia.

El seminario fue rico; en varias mesas se analizaron los casos de Perú y Cuba; Uruguay, Chile y República Dominicana; Ecuador y Brasil; México y Costa Rica; Argentina y Bolivia. Remató con una conferencia de Pak Tee Ng, uno de los líderes del Instituto Nacional de Educación de Singapur. Explicó muy bien las “paradojas” de su sistema de educación y proceso de reforma permanente.

No pienso que las reformas exitosas de un país puedan implantarse en otro; pero considero que sí es posible pedir prestadas nociones e ideas y adaptarlas a otras realidades. Discurro que es correcto ver la reforma mexicana a la luz de otras experiencias y dejar de pensar que somos el ombligo del mundo.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/reformas-educativas-el-turno-de-america-latin

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Reforma de la formación docente Argentina

Por Roberto Rodríguez.

Durante el siglo pasado Argentina fue el ejemplo latinoamericano del desarrollo y calidad de un sistema educativo. Mucho antes que en otras latitudes de la región, se consiguieron en ese país niveles más que aceptables de cobertura en todos los tramos del sistema, se lograron adelantos pedagógicos de vanguardia, y la calidad de la educación básica, media y superior era ampliamente reconocida.

Entre otros aspectos, Argentina consiguió, con notable anterioridad temporal a los demás países latinoamericanos, controlar el analfabetismo. En los años sesenta la población de mayores de quince años sin capacidad para leer y escribir era menor a diez por ciento, cuando el promedio regional se ubicaba en más de una tercera parte del total. Hacia el año 2000 el analfabetismo se había reducido a tres puntos porcentuales, nivel correspondiente al de los países de mayor desarrollo. En el otro extremo de sistema, Argentina produjo en el siglo XX nada menos que cinco premios nobel, tres de ellos en disciplinas científicas. En América Latina esa es la mayor cantidad de galardonados nobel.

Al día de hoy el panorama es distinto. Aunque se conservan los grados de cobertura previamente alcanzados, lo que implica la efectiva universalización en la educación básica y uno de los mayores niveles de escolarización superior en el continente, varios indicadores hacen notar deterioros de calidad. Por ejemplo, en la prueba PISA de la OCDE los resultados de ese país han sido inferiores a los de otros países de la región. En la más reciente aplicación (2015), en que fue medido del desempeño de estudiantes de 15 años únicamente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), se tuvieron resultados inferiores a los de Costa Rica, Uruguay y Chile en lectura, y a los de Uruguay y Chile en matemáticas.

Se destacan también serios problemas de financiamiento al rubro educativo, tanto en el plano nacional como en el correspondiente a la capital, así como de infraestructura en todos los niveles del sistema. Medido en términos reales, el salario docente ha venido disminuyendo y las condiciones laborales de la profesión también se han deteriorado. Producto de lo anterior, en los últimos años la movilización del magisterio, sobre todo en la CABA, ha desencadenado un ciclo de protestas y conflictos que cuestionan no solo la política laboral docente, sino también las propuestas de reformas.

En ese marco, en noviembre de este año las autoridades de la ciudad dieron a conocer los rasgos generales del Plan de Transformación Educativa que se proponen instrumentar en los próximos años. Parte del proyecto consiste en generalizar y profundizar las iniciativas en materia de educación de los últimos dos años. En primer lugar, el programa de mejoramiento de infraestructura, que incluye la construcción de nuevas escuelas y el equipamiento de las existentes, y en segundo una serie de proyectos relacionados con el uso de medios y tecnologías digitales.

Se anunció, además, una iniciativa de reforma de los planes de estudio del bachillerato (en Argentina educación secundaria), que ya comentamos en estas páginas, cuya principal novedad consiste en la implementación de estancias laborales durante el último semestre lectivo. Por último se indicó la voluntad del gobierno local de reformar las instituciones y los procesos de formación del magisterio.

Al anunciar el proyecto, el jefe de Gobierno de la CABA, Horacio Rodríguez Larreta, indicó que se trata de “crear una universidad pública y gratuita para la formación docente porque creemos que la capacitación es clave para el futuro de los chicos. Es un proyecto que enviaremos a la Legislatura porteña para su discusión. Hacia 2024, la propuesta es que hayan egresado 5,000 alumnos.” Pero no dio mayores detalles sobre su contenido y propuesta de implementación (véase nota).

No obstante, hace una semana ingresó a la legislatura porteña una propuesta del ejecutivo local, según la cual “se concentra la formación docente de gestión estatal de Capital en la universidad que, como toda alta casa de estudios del país, gozará de autonomía académica e institucional y de autarquía económica financiera y administrativa. La universidad estará en la órbita del ministerio de educación porteño. Tendrá un rector designado por el poder ejecutivo de la Ciudad, que será quien conduzca el proceso de formulación y reconversión del proyecto institucional y académico.” Es decir, se prevé que el conjunto de institutos de formación docente, normales superiores y especiales, que suman 26 instituciones públicas en la ciudad, se centralice en una nueva entidad: la Universidad de Formación Docente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la sigla UniCABA (véase iniciativa).

En la iniciativa de ley constitutiva se indica que la nueva institución articulará la formación docente inicial y continua, que tendrá funciones de docencia, investigación y difusión de rango universitario, y que contará con facultades para el diseño e implementación de sus propios planes y programas de estudio. Se pretende aprobar la norma este mismo año y comenzar a funcionar el que entra. Pero el gremio docente no ha recibido bien la noticia. Principalmente porque no fue consultada con los maestros, pero también por los riesgos que presenta la desaparición de las 26 instituciones públicas existentes, con una larga tradición en su campo de especialidad. Habrá que ver si el proyecto logra convencer al profesorado, o si más bien abre un nuevo frente político de batalla.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/argentina-reforma-de-la-formacion-docente/

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Estonia, Letonia y Lituania: de la URSS a la Unión Europea en trece años

Jesús Aller
Rebelión

Las tres repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, integradas en la URSS a comienzos de 1991, alcanzan la independencia ese mismo año y tras no pocas vicisitudes, en 2004 pasan a convertirse en miembros de pleno derecho de la Unión Europea y la OTAN. Esta pasmosa transformación no pudo dejar de producirse sin una conmoción social que tiene un interés extraordinario, aunque sus detalles apenas se han divulgado. El libro La Europa báltica de Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo A. Pérez Sánchez, publicado por Síntesis en 2010, es una buena base para acercarse a estos procesos, que puede fácilmente perfilarse y completarse con la abundante información disponible en Internet sobre ellos.

Los territorios que ahora comprenden las tres naciones se gobernaron a sí mismos en algunas épocas, pero estuvieron sometidos más frecuentemente a sus poderosos vecinos: Polonia, Prusia, Suecia y Rusia. A lo largo del siglo XVIII toda la región es incorporada al imperio ruso, y hay que esperar a la paz de Brest-Litovsk en marzo de 1918, para que la Rusia revolucionaria acuerde conceder la independencia a las repúblicas de Estonia, Letonia y Lituania. Esta se mantiene hasta 1940, cuando tras el pacto germano-soviético son integradas en la URSS, y en ella permanecerán hasta 1991, con el breve interregno de la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial. Tal parece que la independencia de estas naciones va íntimamente asociada a la debilidad de su gran vecino del este, y así logran alcanzarla en dos momentos clave de la historia de este, que coinciden con los estertores del nacimiento y la disolución de la URSS.

Los movimientos que culminarán en la secesión de 1991 empiezan a gestarse con la llegada de Gorbachov a la secretaría general del PCUS en 1985 y son liderados por los propios dirigentes locales del partido que se declaran partidarios acérrimos de la Perestroika. Es interesante constatar que en el caso de Estonia en ese momento, solamente un 61,5% de población era de origen estonio, pero copaba el 82,2 de los puestos de responsabilidad en la administración. La misma tendencia encontramos en Letonia: 52 contra 63,15, y en Lituania: 79,6 frente a 91,5. Sin embargo, estas elites locales apenas tenían influencia sobre las grandes directrices económicas y esto generaba malestar en ellas, asociado a la instalación de industrias contaminantes y la inmigración masiva de rusos para trabajar en ellas, así como al predominio del ruso en la enseñanza y la administración.

En 1988 se constituyen, aglutinando corrientes ecologistas, nacionalistas y comunistas pro-perestroika, los frentes populares que liderarán los cambios en el futuro, y ese mismo año notorios reformistas son elegidos secretarios generales del partido en las tres repúblicas. A partir de 1989, los frentes y los propios soviets derivan hacia un abierto separatismo, basado en la denuncia del pacto germano-soviético, que es respaldada desde la URSS. En 1990 los soviets proclaman la soberanía de los tres estados, y esta es refrendada en elecciones semilibres. Los partidarios de la perestroika quieren ahora abandonar la URSS, mostrando a Gorbachov lo mal que había calculado la fuerza del nacionalismo en la región. Las minorías rusas, atacadas en ocasiones con alegatos etnicistas, comienzan a organizarse, pero conscientes de cómo van las cosas en Rusia no se oponen abiertamente a la independencia. Tengamos en cuenta que en ese momento los rusos representaban en Estonia un 28% de la población, en Letonia el 32% y en Lituania sólo el 9%.

En 1991 se pone en marcha el sistema multipartidista y la secesión es aprobada en referendos con amplias mayorías. Las nuevas constituciones son ratificadas en 1992 y poco después se eligen los parlamentos nacionales. Los años siguientes están marcados por la liberalización de la economía, notorios casos de corrupción y el hecho vergonzoso de que la población de origen ruso no accede a la ciudadanía plena y no puede votar en las elecciones. En Estonia, por ejemplo, las 1.144.309 personas con derecho a voto en 1991 pasan a ser sólo 689.319 en 1992. En 1995 arrancan las conversaciones para la adhesión a la UE, lastradas por el espinoso asunto de las minorías, que poco a poco se va solventando. En 2001 se decide que se cumplen ya los compromisos requeridos, aunque en 2005 en el caso de Estonia aún un 15% de la población (180.000 personas) seguían sin pertenecer a ningún estado, y en 2003 en Letonia había más de medio millón de “no ciudadanos”. De hecho Estonia y Letonia son consideradas aún por muchos analistas “democracias étnicas”.

La integración de las tres repúblicas en la Unión Europea y la OTAN, aprobada en referendos en 2003, fue un duro golpe para los intereses estratégicos de Rusia, que sin embargo sigue conservando el enclave de Kaliningrado, entre Lituania y Polonia, con una gran base naval. La respuesta de Moscú ha sido sobre todo a través de la presión económica y la adquisición de empresas que operan con el suministro de petróleo y gas y refinerías del área báltica. Además, no ha dejado de insistir en el carácter étnico de los regímenes establecidos tras la independencia y la marginación de las minorías en ellos, lo que a su vez ha sido un acicate para la presión europea que pretendía corregir estas situaciones. Es importante señalar que Rusia no hizo reivindicación territorial alguna sobre las zonas con amplia mayoría rusa que existen en Estonia, ni auspició movimientos secesionistas en ellas, y que la retirada de su ejército de las tres repúblicas se realizó de forma ordenada sin dar lugar a incidentes reseñables.

La historia que se acaba de sintetizar aporta un ejemplo emblemático de realineamiento estratégico y corrimiento de fronteras entre áreas de influencia de grandes potencias. En este caso, tal vez lo más notable sea el esfuerzo propagandístico por publicitar el reclutamiento por parte de la OTAN y el vasallaje económico a las elites burocráticas de Bruselas como una genuina emancipación. Hay que indicar además que esta “liberación” se asocia con la implantación de un nacionalismo étnico excluyente capaz de negar derechos elementales a un amplio porcentaje de la población, considerados “no ciudadanos”. Tengamos en cuenta que, según datos de 2016, por lo que respecta a Letonia, país en el que esta situación es más grave, todavía existe más de un cuarto de millón de personas (11,75% de la población), con este estatus legal, sin derecho al voto ni a ocupar puestos en la administración, entre otras discriminaciones.

Fuente :http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235481

Imagen:https://lh3.googleusercontent.com/VCP6aN3iLthAje_F6B1sQBcUKVwgTEB17Yex6ofOWihriCf7JwcYRrL422PPATm34Lg8xQ=s112

 

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Una oportunidad para pensar el acceso abierto desde América Latina

Patricio Velasco – Derechos Digitales.

Una discusión sobre el acceso al conocimiento en la región, la importancia de desarrollar redes locales y la necesidad de generar incentivos estatales que promuevan la circulación del conocimiento científico.

Pixabay

La pregunta por el acceso abierto supone el acceso a recursos para la investigación y la educación de acceso libre y gratuito, a fines de aumentar la generación, difusión e impacto del conocimiento científico. Estos recursos consideran tanto artículos de investigación revisados por pares, como los datos requeridos para desarrollar tales estudios. (Lea «Cómo vamos en derechos digitales?»)

El acceso abierto supone, en términos prácticos, sacar provecho a las tecnologías para eliminar las barreras de acceso al conocimiento científico, no sólo a los resultados de las investigaciones sino también a los datos que dieron pie a tales conclusiones, favoreciendo así la reflexividad del conocimiento científico y el subsecuente avance del mismo. Las consecuencias sociales de un mayor y mejor desarrollo científico son innumerables, pero pueden verse reflejados en el desarrollo de proyectos innovadores capaces de ofrecer nuevas soluciones a los problemas cotidianos. Todo ello, sabemos, influye de manera positiva en la capacidad de alcanzar y mantener un desarrollo sostenible, que vaya más allá de los vaivenes del mercado de los commodities –variaciones que, muchas veces, han condenado a América Latina.

Sin embargo, el acceso al conocimiento científico sigue hallando obstáculos. El primero de ellos, por cierto, se encuentra en los gigantes de la industria científica editorial: conglomerados que cobran millones de dólares por suscripciones que permiten el acceso a sus bases de datos por parte de las universidades; montos generalmente destinados a acceder a investigaciones que han sido realizadas con fondos públicos. No está de más señalar que la principal fortaleza de las revistas disponibles en tales bases de datos se encuentra en el hecho de estar indexadas según criterios como ISI (Índice de Citación Científica), que constituyen el mayor incentivo (económico y de prestigio) en la comunidad académica.

Este tipo de esquema de acceso al conocimiento, mediado por grandes sumas de dinero a efectos de cumplir una función que hoy tecnológicamente resulta de costo marginal, ha llevado a la existencia de conflictos de suma importancia, que han agitado la discusión pública y académica.

Es en este escenario que instituciones de gran peso internacional, como la Comunidad Europea, han desarrollado políticas integrales a favor del acceso abierto, lo que supone garantizar el acceso libre a los productos y datos de las investigaciones científicas desarrolladas con fondos públicos. Así se comprende el surgimiento de la Iniciativa de Budapest (2002) y la Declaración de Berlín (2003), documentos que han sido articuladas en políticas que determinan el acceso a financiamiento científico, tal como muestra el programa Horizon 2020.

Por otra parte, América Latina ha tenido una historia particular en relación con el conocimiento científico. Tal como señala la UNESCO, las histórica carencia de editores académicos comerciales en la región habría llevado a altas tasas de circulación informal del conocimiento y, consecuentemente, baja difusión. De forma tal que “el acceso abierto ha sido una oportunidad para aumentar la visibilidad y el acceso; los fondos estatales, con apoyo de la cooperación internacional, han sido los grandes habilitadores del acceso abierto”.

Entre las experiencias exitosas de Acceso Abierto en la región se cuentan los portales SciELO y RedALyC que, desde 1997 y 2002 respectivamente, han facilitado el acceso a más de 1.000 revistas que cuentan con comités de revisión de pares. Alperin ha señalado a este respecto que “el uso, aproximación, y modelos del Acceso Abierto en las regiones en desarrollo y, en América Latina en particular, ha resultado extremadamente positivo y debe ser fortalecido y expandido”.

Cabe entonces preguntarse si las revistas de acceso abierto constituyen espacios relevantes de visibilidad y fortalecimiento de la comunidad científica, ¿por qué no existen mayores incentivos a la publicación académica en tales espacios? En América Latina, la discusión pública en torno a la ciencia se queda, las más de las veces y como sucede con muchos problemas sociales, en la necesidad de aumentar recursos. Es necesario comprender que la pregunta por cómo y a qué fines se requieren tales recursos, puede ser más relevante que la mera urgencia material.

Necesitamos, entonces, orientarnos hacia el “acceso abierto para el fortalecimiento de la institucionalidad científica latinoamericana”, que permita no solo el aumento de la visibilidad de la producción científica en la región, sino también la configuración y desarrollo de redes de investigadoras e investigadores a nivel regional, capaces de articular una reflexión que responda a las necesidades del territorio.

Para ello es requerido establecer incentivos a la publicación en revistas de acceso abierto, impulsar cambios institucionales que favorezcan la difusión de los productos de la investigación realizada con fondos públicos y, por cierto, implementar iniciativas que pongan en valor el trabajo científico y la importancia de la curiosidad, y su sistemático despliegue, para el desarrollo de la región.

La versión original de exte texto fue publicada por el portal Derechos Digitales bajo una licencia Creative Commons.

 

Fuente: https://www.elespectador.com/tecnologia/una-oportunidad-para-pensar-el-acceso-abierto-desde-america-latina-articulo-726364

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Diciembres traumáticos

Diciembre es un mes que, políticamente hablando, pocas veces trajo buenas noticias para los argentinos. Desde la recuperación de las formas democráticas –que no de la consolidación de una verdadera democracia, tarea aún pendiente- casi invariablemente cada fin de año vino signado por la intensificación de los conflictos sociales y la respuesta represiva de las “fuerzas del orden”.

La crisis de la deuda que agobiaba al gobierno de Raúl Alfonsín nutría sin respiro la protesta social. De las ruinas del experimento alfonsinista brotó un programa ortodoxo de ajuste estructural y estabilización dictado letra a letra por el FMI y el BM que, bajo la batuta del peronista neoliberalizado Carlos S. Menem, profundizó la explotación económica, la desigualdad y la exclusión sociales generando innumerables motivos de protesta que alcanzaban su cota más elevada a medida que se acercaba el fin de año.

La Alianza, ese matrimonio de conveniencia entre un sector del peronismo (el Frepaso) y el radicalismo lejos de abandonar esta ruta suicida persistió de la mano de Domingo Cavallo en llegar hasta el final del camino iniciado por Menem, pese a las reiteradas alertas de que el rumbo llevaba al abismo, al que se llegó precisamente en Diciembre del 2001 con su corralito y el saldo luctuoso de las jornadas de lucha del 19 y 20 de ese mes.

En Diciembre del 2015 el peso argentino era devaluado por el nuevo gobierno de Mauricio Macri en un 30% en cuestión de horas. Y ahora esto, cual si este país fuese víctima de una maldición bíblica, un gobierno escandalosamente clasista, que tiene como meta excluyente el enriquecimiento de los muy ricos, extorsiona a diputados y gobernadores, blinda al edificio del Congreso, apalea multitudes de gentes que pacíficamente se oponían a la iniciativa (debidamente infiltrada por “agentes provocadores” para justificar la represión) y saca entre gallos y medianoche una ley reaccionaria e inconsulta, mera expresión del capricho oficial. Una ley ilegítima hasta la médula, mal concebida, incoherente, chapucera e inconstitucional hasta para los juristas de cabecera del gobierno pero que persigue un objetivo imprescindible e impostergable: reducir progresivamente los ingresos de los jubilados y, por esa vía, tratar de ordenar las cuentas fiscales y aliviar la presión tributaria que según el macrismo agobia a los grandes empresarios y al capital concentrado e impide la llegada de la venturosa –e ilusoria-lluvia de inversiones.

O sea, hacer que el ajuste fiscal lo paguen los pobres y, sobre todos, los más vulnerables: los jubilados y pensionados, que no tienen sindicatos que los defiendan. La combinación de la reducción de los haberes jubilatorios junto con la debacle del PAMI, el programa de atención médica a los adultos mayores que ofrece cada vez menos medicamentos gratuitos, lo que hará es acelerar una silenciosa eutanasia de los viejos y así mejorar, en una verdadera apoteosis de la maldad, las cuentas de la seguridad social porque cada vez sobrevivirán menos ancianos y los afortunados lo harán por menos tiempo.

Y esto es apenas el preludio de nuevas leyes fundamentales (reforma laboral, impositiva, ganancias, consenso fiscal, presupuesto 2018, etc.) que el gobierno tratará de conseguir con la misma metodología, amparada por la complicidad de los grandes medios de comunicación que hicieron de la mentira su religión; el desmoronamiento de los pilares del Estado de Derecho y la indiferencia de sus custodios; y la inescrupulosidad de amplios sectores de la dirigencia política peronista y radical cuya identidad ideológica muta con más rapidez que los colores de un camaleón en función de la melodía que proviene de la Casa Rosada.

Todo ello en el marco una de una democracia crecientemente vaciada de contenido, en realidad un híbrido apropiadamente caracterizado como una “democradura”; y de una sociedad hábilmente ganada por el odio racista y el resentimiento hacia los perdedores del sistema sobre todo cuando tienen la osadía de organizarse y luchar: los piqueteros, los “planeros” y las que “se embarazan para cobrar la Asignación Universal por Hijo” (¡monto en Septiembre 2017: 1.412 pesos!) envalentonados por “la yegua” que los empoderó y les hizo creer que había un lugar para ellos en esta sociedad.

Horrorizados e indignados ante la insolencia plebeya amplios sectores clasemedieros creyeron encontrar en un demagogo millonario de ojos azules al redentor que pondría las cosas en su lugar; que prometía derramar sobre ellos bienestar y felicidad en medio de un mar de globos amarillos que ocultaban las intenciones de la pandilla oligárquica que había exitosamente completado el tránsito desde el poder que ejercía desde siempre al gobierno, al que se encaramaban por primera vez sin las molestas mediaciones de partidos políticos o caudillos militares.

Dos años más tarde la ilusión ya se había comenzado a esfumar, pero en los últimos días al compás del operativo mafioso puesto en marcha para reformar el régimen jubilatorio aquellos sectores medios se estremecieron al comprobar, como en las películas de terror, que una infausta metamorfosis se había producido y que el mesías que encumbraron a la Casa Rosada se había convertido en su verdugo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Imagen tomada de: http://www.resumenlatinoamericano.org/wp-content/uploads/2017/11/reforma_jubilatoria_primerafuente_com_ar.jpg_1718483347.jpg

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