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La educación como prioridad nacional

Por: Manuel Navarro Weckmann

Asistimos como sociedad, a un tiempo en el que el futuro nos ha alcanzado en términos en los que los resultados de la falta de un proceso de previsión en la materia que se dio en los diferentes niveles de gobierno, se reflejan ahora, en resultados a todas luces muy difíciles de explicar por los titulares de las secretarías de educación.

Aunado a ello, la educación recibe en sus aulas, el sentimiento en el rostro y lo poco o mucho que existe en el estómago de las niñas, niños y adolescentes de lo que a su vez sucede en cada una de las familias a lo largo y ancho del territorio nacional, en fiel reflejo de lo que acontece en la situación social, económica y política del país, en donde, con más de la mitad de la población en situación económica complicada, resulta una tarea por demás compleja y delicada.

Lo anterior ha sido señalado por el propio presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, Eduardo Backhoff Escudero, sobre que en México se han presentado resultados magros y avances inerciales en el tema educativo, sin embargo, ello tiene explicaciones en el presente que, si no son corregidos, afectarán nuestro futuro.

Hoy en día las situaciones que tienen que ver con el análisis del país se multiplican y existen también múltiples evidencias de que tenemos que redoblar el esfuerzo si acaso queremos que podamos abonar con efectividad al cambio educativo que viene en nuestro país.

Un punto como ejemplo, son las acciones que se llevaron a cabo luego del Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial, en donde, a diciembre de 2013 en conjunto con el INEGI, se llevaron a cabo 29.3 millones de cuestionarios en centros escolares, en donde se detectaron instituciones educativas que carecían de bebederos, para lo cual se determinó que se habilitarían 40,000 bebederos para mitigar la situación en todas las entidades de la república mexicana.

A casi 4 años de dicho censo, de acuerdo con el último informe disponible, apenas se han instalado 11,271 bebederos, es decir el 28% de avance y solamente en 19 de los 32 estados, sin embargo, para otra serie de situaciones el recurso existe y fluye de manera rápida y expedita, como es el caso de las lujosas oficinas que, bajo el pretexto de los sismos, el Secretario de Educación Pública Aurelio Nuño, ha definido que van a ocupar distintas áreas de la SEP, con un costo mensual de 33 millones, 640 mil pesos, de las cuales se sabe que la SEP, tenía intenciones de contratar desde 2016 cuando pidió un avalúo del mismo.

Dado que el monto global del contrato es de casi 2 mil millones de pesos, es un costo equivalente al 10 por ciento del total de la reconstrucción de los planteles que están en reparación por los sismos de septiembre y muy por encima de acciones como las que se enumeran con anterioridad, o de los 798 pesos anuales por maestro que se prevé para este 2018 dentro del Programa para el Desarrollo Profesional (PRODEP), monto menor incluso al año 2014.

Debemos de colocar las prioridades en donde verdaderamente nos interesa, a fin de que se pueda establecer un futuro en el que la educación hable por quienes ahora participamos en el derecho a las decisiones públicas en nuestro país, refrendando lo que se dice en los discursos, que la educación debe de ser el activo más importante que tenemos en México.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-educacion-como-prioridad-nacional/

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La educación es cambio: Malala Yousafzai

Por:

En su primera vez en México, Malala Yousafzai, la estudiante, activista y premio Nobel de la Paz paquistaní, compartió en el Tecnológico de Monterrey su experiencia de vida, su lucha y compromiso por el acceso a la educación de los jóvenes en el mundo, principalmente, las mujeres.

“Gracias por su apoyo, por apoyarme en la causa de la educación. Cuando veo a jóvenes como ustedes, me da más fuerza para luchar por la educación”, dijo ante cerca de 2 mil 800 personas, principalmente jóvenes estudiantes de prepa y universidad, en el campus Santa Fe de la institución, y miles más que vieron la transmisión en campus de todo el país.

“En mi comunidad veía que a las niñas no se les daban las mismas oportunidades que a los niños. A las niñas no se les daba educación. Ahora iré a la universidad y estoy muy agradecida (…) No fue fácil ingresar a Oxford, pero esta es la educación que todo niño y niña merece (…) La educación es importante y conocemos los beneficios, pero aun así hay gente que niega la educación, que no invierte en ella (…) La educación es cambio”, agregó.

Por su parte, Salvador Alva, presidente del Tecnológico de Monterrey, afirmó sobre este encuentro: “no puede haber transformación social sin inclusión. El acceso a la educación de calidad puede hacer diferente la vida de las personas y los países; y Malala es un gran ejemplo en esta lucha y convicción”.

“Estamos orgullosos de recibir a Malala en el Tec, por primera vez en México y generar un valioso intercambio de experiencias con nuestros alumnos”, afirmó, por su parte, David Garza, rector del Tecnológico de Monterrey.

La institución ha desarrollado en los últimos años el programa “Líderes del Mañana”, el cual, hasta ahora, ha becado con 100% a 744 jóvenes de alto potencial académico y fuerte compromiso con el país, 316 de ellos mujeres, para que puedan realizar sus estudios profesionales, sin importar su condición socio económica.

“La voz de Malala es la voz de una líder muy joven que con sus palabras firmeza y valentía ha logrado inspirar y mover al mundo”, comentó, a su vez, en el encuentro, Alfonso Pompa, vicepresidente de los campus del Tecnológico de Monterrey; “necesitamos esa inspiración en nuestro país también. Un país al que amamos profundamente, pero con una sociedad muy desigual”, manifestó.

Alfonso Pompa agregó que el Tecnológico de Monterrey reforzará también otros programas de inclusión como PrepaNet y mantendrá su compromiso de buscar aportar a la transformación de México, a través de la educación.

Fuente del Artículo:

La educación es cambio: Malala Yousafzai

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Innovaciones educativas y otras saludables polémicas

Por: Víctor Manuel Rodríguez

En los últimos tiempos la polémica alrededor de la necesidad de cambio educativo ha aumentado generándose algunas tendencias que parecen excluyentes pero que podrían acercarse.

Hace unos meses reflexionaba sobre la innovación educativa en este medio preguntándome si algunas de mis prevenciones y suspicacias no serían más bien la constatación de que no soy lo bastante innovador. Entonces ponía de relieve mis cautelas frente a la ofensiva neoliberal que nos dicta qué es innovación y qué no lo es, en función de sus intereses comerciales, y sugería que innovación no es sólo el cambio metodológico sino también y sobre todo el replanteamiento de los objetivos y los contenidos de la enseñanza.

Resulta que de un corto tiempo a esta parte se han sucedido algunos otros pronunciamientos sobre esta cuestión, que podría parecer más o menos inocua, pero que en cambio ha dado lugar a encendidos debates, réplicas y contrarréplicas. Incluso, en ocasiones, se ha desarrollado en unos tonos a los que no estamos acostumbrados en nuestros diálogos educativos, por lo general poco encendidos, salvo en algunos aspectos muy concretos.

Quiero dejar sentado que cualquier debate sobre esta u otra cuestión me parece más que oportuno y estimulante. Considero que ya va siendo hora de que resurjan las polémicas y se pongan sobre la mesa puntos de vista encontrados sobre elementos tan nucleares del hecho educativo como el de la necesidad imperiosa de cambios, con sus implicaciones no sólo pedagógicas, sino sociales y políticas.

Dicho esto, me gustaría apuntar, con la certeza de simplificar mucho, tres perspectivas relacionadas con la innovación que, creo, están en la base de algunos de los planteamientos que he ido recopilando y digiriendo en los últimos tiempos.

En la primera se sitúan muchas personas convencidas de que cualquier tiempo pasado fue mejor, incluso en el ámbito educativo. Pueden proceder del mundo de la docencia universitaria, ser famosos literatos y académicos o pertenecer al colectivo de docentes, por lo general de enseñanza secundaria y en particular al selecto grupo de los que se denominan catedráticos. Suelen pensar que antes era cuando se aprendía de verdad; que es justamente la pedagogía la que se ha cargado la educación; que el único problema es la motivación y la falta de esfuerzo de unos jóvenes últimamente descarriados y que cualquier cambio o innovación debe ser tomado como una agresión pedante y peligrosa. A veces envuelven sus postulados en un halo de progresismo que defiende al sistema educativo de injerencias externas con oscuros intereses, pero por lo general exhiben sin rubor sus pensamientos más profundamente reaccionarios en panfletos y soflamas antipedagógicas. Su convencimiento suele basarse en su propia experiencia -a menudo ya lejana- como estudiantes y muy poco en la conciencia de que su sólida formación no era sino una excepción en sus tiempos, acaso ligada además a su pertenencia a una clase social privilegiada y a unas condiciones óptimas para aprender.

La segunda viene a ser su antítesis. En el mundo educativo han irrumpido con fuerza los que ya empiezan a denominarse gurús pedagógicos, cuya característica común es que han encontrado la piedra filosofal de la educación o el bálsamo de fierabrás con el que van a ser curados casi todos sus males. Suelen proceder de entornos universitarios alejados de la pedagogía -a la que también menosprecian por lo general- y es muy probable que no hayan experimentado jamás la sensación de trabajar con los alumnos y alumnas de los que hablan de manera continua en sus libros o sus ponencias. Aunque comparten el discurso del cambio y una visión angustiosa de las prácticas educativas actuales, suelen especializarse en parcelas muy concretas, que les confieren una cierta exclusividad y a las que dedican toda su energía. Prefieren los términos anglosajones a los castellanos (mejor classroom que clase y mejor summer que verano), seguramente con la intención de apoyar la enseñanza bilingüe y, a diferencia de los anteriores, conceden absoluta preponderancia a cualquier cosa que suene ligeramente moderna y chic, con independencia de que se fundamente en una base sólida o sea solo una visión alucinada. Sus propuestas suelen centrarse en los aspectos metodológicos y pocas veces vienen acompañadas de una reflexión profunda sobre la función de la escuela o sobre su dimensión política y social. Aunque es indudable que su aterrizaje aporta un aire fresco a nuestras instituciones educativas y las impregna de nuevas ideas y posibles caminos, su visión apocalíptica, extremadamente crítica y a veces algo soberbia y petulante puede generar en ocasiones un tremendo rechazo, seguramente evitable si sus propuestas, además de sensatas, fueran un poco más humildes y respetuosas.

Quiero pensar que hay un tercer grupo de profesionales de la educación, mayoritariamente de docentes con responsabilidades concretas y diarias en las aulas y centros educativos, que comparten la necesidad e incluso la urgencia del cambio pero que recelan de las soluciones más o menos mágicas y totalizadoras y aún más de las que adoptan ciertos tintes mesiánicos. Maestras y maestros que están orgullosos de su trabajo y a la vez dispuestos a mejorarlo dando la bienvenida a cualquier idea nueva que pueda encajar en su forma de hacer y en el entorno en el que desarrollan su trabajo. Personas que se muestran dispuestas a aprender y experimentar cosas nuevas porque les encuentran sentido, no porque constituyan la última tendencia pedagógica o porque sean presentadas como la panacea en la prensa o en un congreso. Estos profesionales no rechazan la pedagogía por sistema. Aunque a veces antepongan su experiencia práctica a una teoría bien elaborada y sin aparentes fisuras, suelen ser capaces de extraer ideas que, bien digeridas, pueden integrar en su quehacer educativo de forma más o menos ortodoxa. Miran la tarea de educar con preocupación y con espíritu crítico, pero también con cariño hacia su profesión y su alumnado. Son muy a menudo conscientes de la importancia de su trabajo y del papel de la escuela en la cohesión de la ciudadanía, en la resistencia y en la transformación social y, por eso,x aceptan la necesidad y la urgencia del cambio pero a la vez tratan de defender a la escuela de quienes quieren convertirla en su clientela o quienes le atribuyen como única misión la de formar a sus futuros empleados y empleadas.

Seguramente hablar de estas categorías como excluyentes es errado, como lo es convertirlas en arquetipos. Lo más probable es que muchos y muchas compartamos algún rasgo de cada una de ellas, de manera permanente o casual. Sin embargo, no pasa nada: hablamos de una realidad tan compleja y tan versátil que podemos permitirnos el lujo de ni siquiera estar de acuerdo por completo con nosotros mismos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/17/innovaciones-educativas-y-otras-saludables-polemicas/

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Vértigo (la velocidad del cambio educativo) Parte I

Juan Domingo Farnos

Estamos siendo testigos de una época apasionante, decadente sin duda, pero con una capacidad de cambios vertiginosos como nunca en la historia de la humanidad había pasado” (Juan Domingo Farnós Miró -@juandoming

La trayectoria del cambio educativo es la de un campo de estudio poco habituado a los éxitos. Un repaso superficial a su corta historia, el síndrome post-spuknit señala sus comienzos, pone de manifiesto que la frustración ha sido la nota dominante. Considerando las esperanzas que alentó en términos de control del cambio en las instituciones educativas en pos del progreso socioeconómico, estos “prometedores augurios” fueron traicionados por el fracaso que acompañó el despliegue de los grandes proyectos de cambio curricular centro/periferia. La frustración se ha visto, en parte, atemperada con la incorporación de aproximaciones más comprometidas con los aspectos prácticos.

Las perspectivas culturales y políticas de la innovación han roto la ortodoxia técnica ofreciendo alternativas sugerentes, pero su influencia ha sido francamente limitada, sobre todo si se observa la capacidad de pervivencia de los esfuerzos de cambio de tinte gerencialista, y su versatilidad para manifestarse a través de nuevas formas a lo largo del tiempo  M.Mar Rodríguez Romero Universidade Da Coruña.  

Los graves problemas que todos enfrentamos cuando tratamos de aplicar prácticas innovadoras en los ambientes conservadores. He escrito mucho sobre esto, y no voy a elaborar, pero hay muchas causas de resistencia al cambio. Algunos son más defendibles que otras, pero ninguna resistencia al avance es más que simplemente – resistencia.

El progreso es no reducir la velocidad para recoger a los rezagados. El progreso no respeta barreras, arrasa en su camino , hace caso omiso a todas las objeciones y, finalmente, logra su objetivo. Entonces se abre el camino para avanzar aún más, porque la educación en este sentido tiene la característica de un tiburón, es devoradora….

Como regla general, la innovación representa un cambio”.

La introducción de modelos de enriquecimiento en el aprendizaje cuyos beneficios proveen grandes oportunidades de desarrollo individual a los estudiantes, genera conflicto pues todos viven la experiencia tradicional y esto generalmente construye resistencia.

La resistencia a factores educacionales de enriquecimiento se verá aliviada de tal tensión, cuando una introducción sea otorgada junto con una explicación detallada de cómo serán las sesiones en curso y la explicación de cada paso a seguir en el proceso.

Las innovaciones en la educación pueden tener un número diferente de metas de aprendizaje y enseñanza, por ejemplo en este caso concretamente busca aliviar tensiones existentes,buscando una educación integral efectiva y otorgando la educación especial que requieren estos estudiantes.

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Y es precisamente dentro de este contexto en donde se enfatizan los usos de técnicas y modelos que permiten que los cambios se den. Sin limitarnos a usar sólo las formas en como manejamos las experiencias ya conocidas.

La introducción de estos modelos busca también la autonomía del estudiante y el desarrollo de sus capacidades, la ayuda entre los mismos compañeros de clases y la cooperación ; el aprendizaje experimental y activo; la educación basada en la resolución de problemas y el aprendizaje con asistencia educacional….

El proceso de adaptación a los acontecimientos externos genera tensión con respecto al reajuste interno. Con bastante regularidad, los integrantes de una organización pondrán objeciones a los cambios emprendidos o propuestos: ellos o muchos de ellos, pueden rehusarse por completo a cooperar; pueden desentenderse de los cambios pretendidos; pueden seguir la letra pero no el espíritu de la nuevas reglas, “haciendo las cosas como es debido” mientras que deliberadamente permiten que se cometan errores; o pueden acceder pero con profundo estado de resentimiento.

Este tipo de reacciones son propias de lo que se da en llamar “la resistencia al cambio”. Al combinarse las variables que configuran el comportamiento psicológico y político de los miembros de las organizaciones con el cambio organizativo surge inmediatamente el fenómeno de la resistencia al cambio. La resistencia al cambio se define como la reacción negativa que ejercen los individuos o los grupos que pertenecen a una organización ante la modificación de algunos parámetros del sistema organizativo.

El tipo de reacciones variarán entre las distintas personas: algunas pueden manifestarse neutrales o indiferentes, en tanto que otras serán entusiastas. Lo cual nos permite afirmar que el cambio genera consternación en algunas personas, indignación en otras, un shock en otras más, y esperanza en unas cuantas.

Nicolás Maquiavelo en el Siglo XVI escribió: “Se debe tener en cuenta que no hay nada más difícil de llevar a cabo, ni de éxito más dudoso, ni más peligroso de manejar, que iniciar un nuevo orden de las cosas”.

Quizás para superar estas resistencias al cambio podría empezar por una EVALUACIÓN continuada de de DESEMPEÑO, es decir …En la evaluación de desempeño el supervisor examina el rendimiento laboral de un empleado y comparte con éste el análisis de los resultados obtenidos. La primera parte del capítulo se dedica al propósito de la evaluación de desempeño y la segunda a los pasos que podemos tomar para mejorar el proceso de comunicación con cada empleado sobre su rendimiento. Uno de los pasos más importantes, es la retroalimentación de información a los empleados. Mientras que este paso ha sido motivo de mucha tensión tanto para el supervisor como para el subordinado, en este capítulo analizaremos un sistema de retroalimentación que resulta altamente favorable para ambos. ….http://cnr.berkeley.edu/ucce50/agro-laboral/7libro/06s.htm

Evaluación-del-Desempeño-

Una de las implicaciones de usar las herramientas Web 2.0 en la educación es el aprender ya no como una experiencia individual, tal como lo planteaban las teorías de aprendizaje más tradicionales, sino a través de la formación de conexiones e interacciones (conectivismo) a través de sistemas abiertos. Esto último permite el desarrollo de competencias mediante la experiencia de otras personas, el mantenerse actualizado mediante la diversidad de opiniones, etc.

Ello también implica el cambiar el paradigma de que tener el conocimiento es lo importante, sino que ahora el saber aprender será más valioso.

¿Cuál es el lugar de la tecnología en la educación? Muchos docentes, al considerar la integración de la tecnología en sus prácticas, se preguntan dónde se insertaría ésta en sus contextos educativos. Algunos pueden sentir que integrar la tecnología al ya recargado currículum es como tratar de copiar una página en una fotocopiadora que tiene papel atascado. Otros se preguntan si sus habilidades tecnológicas les permitirán llevar adelante una clase donde integren tecnología.

Y por supuesto, algunos docentes se preguntarán si la tecnología no distraerá a los alumnos de aprender los conceptos importantes necesarios para obtener resultados exitosos en los exámenes estandarizados. Los docentes que reflexionan y se preguntan acerca de la relación entre la tecnología y el currículum, la tecnología y el docente, la tecnología y los alumnos,  son cautelosos. Es alentador cuando los docentes no ven a la tecnología como “la cura de todos los males”.  Esta cautela no existe en todas las profesiones.

Larry Cuban (2001) utiliza un silogismo para resumir las creencias de muchos profesionales y entusiastas tecnólogos de Silicon Valley:

a• El cambio produce una sociedad mejor

b• La tecnología produce cambios  • Entonces, la tecnología crea una sociedad mejor.  ¿Qué es lo que hace a los docentes diferentes de estos tecno-fanáticos?¿Por qué muchos docentes no consideran los beneficios de la tecnología ni sus compensaciones?

Mi sensación es que los docentes ven a la tecnología como un recurso educativo muy costoso, no en términos de dinero, sino de tiempo. Puede llevar un tiempo considerable para docentes y alumnos familiarizarse con una determinada tecnología antes de poder utilizarla de una manera “inteligente”. También lleva tiempo el establecer las condiciones de logística para acceder a la tecnología de la escuela. Sería pertinente preguntarnos si  el tiempo que se requiere en el inicio y  la preparación valen la pena en relación a los beneficios educativos obtenidos.

La tecnología puede también conectar a los docentes entre sí. Desafortunadamente, muchos docentes trabajan aislados y pierden de este modo la oportunidad de aprender cosas valiosas que quizás ocurren en el aula de al lado, puerta de por medio, y ni hablar de intercambiar buenas ideas con aquellos que están aún más lejos, llevaron a cabo una amplia revisión  sobre las mejores prácticas en la educación.

¿En todo ello que lugar ocupa la educación dentro de las aportaciones de la tecnología?

Muchos docentes, al considerar la integración de la tecnología en sus prácticas, se preguntan dónde se insertaría ésta en sus contextos educativos. Algunos pueden sentir que integrar la tecnología al ya recargado currículum es como tratar de copiar una página en una fotocopiadora que tiene papel atascado. Otros se preguntan si sus habilidades tecnológicas les permitirán llevar adelante una clase donde integren tecnología. Y por supuesto, algunos docentes se preguntarán si la tecnología no distraerá a los alumnos de aprender los conceptos importantes necesarios para obtener resultados exitosos en los exámenes estandarizados. Los docentes que reflexionan y se preguntan acerca de la relación entre la tecnología y el currículum, la tecnología y el docente, la tecnología y los alumnos, son cautelosos. Es alentador cuando los docentes no ven a la tecnología como “la cura de todos los males”. Esta cautela no existe en todas las profesiones.

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¿Qué es lo que hace a los docentes diferentes de estos tecno-fanáticos? ¿Por qué muchos docentes no consideran los beneficios de la tecnología ni sus compensaciones? Mi sensación es que los docentes ven a la tecnología como un recurso educativo muy costoso, no en términos de dinero, sino de tiempo. Puede llevar un tiempo considerable para docentes y alumnos familiarizarse con una determinada tecnología antes de poder utilizarla de una manera “inteligente”. También lleva tiempo el establecer las condiciones de logística para acceder a la tecnología de la escuela. Sería pertinente preguntarnos si el tiempo que se requiere en el inicio y la preparación valen la pena en relación a los beneficios educativos obtenidos.

Burbules y Callister (2000) nos advierten sobre cómo la tecnología impacta al usuario. Ellos argumentan que “nunca simplemente usamos herramientas, sin que las herramientas nos utilicen. Nunca usamos la tecnología para cambiar nuestro entorno sin que nos modifique a nosotros mismos. La relación con la tecnología no es unidireccional e instrumental sino bidireccional” ( Nos alertan que la distinción entre los humanos y la tecnología es difusa y que está en nosotros el entender la visión relacional de la tecnología). Ellos explican, “las herramientas tecnológicas en sí mismas no implican garantía de éxito o fracaso, todo se trata de cuán inteligentemente la gente las use.”

Mi posición es que la tecnología tiene un rol importante en la educación, y puede agregar un valor cognitivo considerable a los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, necesitamos emplearla eficientemente considerando sus relaciones con el currículum, con el docente y con los alumnos. Una opinión generalizada que se desprende de varios trabajos de investigación (Jonassen 2000, Sandholtz, et.al 1997, Norton & Wilburg 2002, Wiske 2000), es que la tecnología muestra su efectividad en los procesos de aprendizaje cuando viene acompañada por una pedagogía constructivista.

Las NTICs han llegado a ocupar un sitial fundamental en de la sociedad actual y es necesario proporcionar al ciudadano una educación pertinente basada en esta realidad.

Las posibilidades educativas de las TIC han de ser consideradas en dos aspectos: su conocimiento y su uso.

Para comprender la sociedad en que vivimos e insertarnos en ella, es necesario conocer las herramientas o medios de información y comunicación que están presentes en ella, de lo contrario el riesgo de quedar marginados y alienados socialmente es altamente probable. Debemos entender cómo se genera, cómo se almacena, cómo se transforma, cómo se transmite y cómo se accede a la información en sus múltiples manifestaciones (textos, imágenes, sonidos) si no se quiere estar al margen de las corrientes culturales.

Respecto al uso de las NTCs, éstas pueden utilizarse de tres maneras diferentes en el quehacer educativo como:

-Objeto de aprendizaje: Actualmente es común considerar las NTICs como un objeto de  aprendizaje en sí mismo. Por un lado este uso permite al estudiante que se familiarice con  el PC y que adquiera las competencias necesarias para, posteriormente, convertirlo en un instrumento útil a lo largo de sus estudios, en su desenvolvimiento laborar o en el proceso de formación contínua.

-Medio para aprender: sobretodo cuando se plantea el tema de la formación a distancia, clases no presenciales, autoaprendizaje o recursos como Internet, videoconferencia, CDroom, softwares educativos, etc…

-Apoyo al aprendizaje: cuando las NTICs cuando están integradas pedagógicamente en el proceso de enseñanza aprendizaje cobran mayor relevancia al interior de la sala, ya que responden a las necesidades de formación más proactivas y son utilizadas cotidianamente.

Esta integración pedagógica difiere profundamente de la formación en las tecnologías

La tecnología en sí misma no soluciona ninguno de los problemas que tenemos como educadores. La integración de la tecnología debe estar acompañada de una pedagogía que apoye el aprendizaje basado en la indagación. Este tema continuará presente a lo largo de todo este documento, y espero que mientras se discuten los roles y responsabilidades, quede al descubierto la importancia de la pedagogía constructivista. Concuerdo con la mirada cuidadosa y reflexiva de Burbules y Callister (2000) y aplaudo las preocupaciones de los docentes sobre lo pragmático. Una sabia decisión es tomar las realidades presentes en el aula para fabricarnos un sombrero para reflexionar críticamente Pongámonos entonces ese sombrero y volvamos a la pregunta inicial del documento: ¿Cuál es el lugar de la tecnología en la educación?

En la educación, el currículum es el mapa de ruta para la enseñanza. Guía la enseñanza mostrándonos qué debe ser enseñado y aprendido en las distintas etapas de los alumnos en la escuela. La tecnología se utiliza mejor en un contexto en donde se realizan tareas significativas conectadas al currículum. En vez de enseñarse en forma separada, la tecnología debe estar integrada en el marco curricular:

          -La tecnología no debe ser el currículum, pero puede ser usada para abordar las piezas del mismo, aportando un entorno conceptual donde los alumnos puedan pensar en profundidad acerca de los contenidos del tema. Más que permitir que la tecnología lleve una unidad de aprendizaje por un camino desconectado de los objetivos del currículum, los docentes deben buscar aquellas condiciones donde la tecnología pueda potenciar la comprensión en los alumnos.

Fuente: https://juandomingofarnos.wordpress.com/2017/04/23/vertigo-la-velocidad-del-cambio-educativo/

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El arte de la posibilidad: ¿Y si cambiar la escuela fuese viable?

 Andrea Giraldez

Innovar en la escuela no es fácil pero la actitud de los docentes es clave. Depende de en qué grupo se posicionen. Andrea Giráldez reflexiona sobre la postura que pueden adoptar unos (reconociendo las dificultades pero sin cejar en su empeño) y la de otros (los permanecen estáticos enumerando la retahila de dificultades…). ¿En qué lado estás tú?

Conversaba hace unos días con cuatro profesoras de Instituto que asisten a un grupo de trabajo sobre coaching en educación. De repente, una dijo: “Eso sería estupendo, pero es imposible con el sistema que tenemos”. De ahí derivó un largo e interesante debate. Volviendo a casa, recordé a Benjamin Zander y “El arte de la posibilidad”. Cuenta, en su libro del mismo nombre, que una fábrica de zapatos envía a dos comerciales desde Manchester a África para comprobar si era posible expandir el mercado. A los pocos días, uno de los comerciales envía un telegrama diciendo “Situación imposible. Aquí nadie usa zapatos”.  El otro comercial también envía un telegrama muy distinto: “Una gran oportunidad de negocio. No tienen zapatos”. Para el vendedor que no veía zapatos, no había opciones. Para su colega, las mismas condiciones eran una oportunidad en la que solo veía posibilidades.

Mientras unos son capaces de reconocer las dificultades y, a pesar de ellas, innovar en el mejor sentido del término, otros han decidido no hacer nada más allá de enseñar como siempre lo hicieron

Una mirada atenta a la escuela (usando el término en su sentido más amplio e incluyendo también a la universidad y a cualquier otra institución educativa) nos permitiría ver cómo los profesores pertenecen a uno u otro grupo. Mientras unos son capaces de reconocer las dificultades y, a pesar de ellas, innovar en el mejor sentido del término y hacer de la escuela un lugar al que vale la pena ir cada día, otros han decidido no hacer nada más allá de enseñar como siempre lo hicieron. Las razones que alegan son muchas, y ciertas: el currículo y esa nefasta ley heredada del ministro en el exilio dorado, el desinterés de algunos estudiantes (que es real, pero también debería invitarnos a pensar qué lo genera), los recortes, la masificación en las aulas, y así podríamos continuar con un listado interminable. Todo esto es real y, en cierta medida, indiscutible.

Cuando digo cambiar la escuela, me refiero a decidir qué es lo que realmente queremos ofrecer a nuestros estudiantes

La pregunta es si estamos dispuestos, como muchos ya lo hacen, a cambiar la escuela a pesar de esas dificultades. Y cuando digo cambiar la escuela no me refiero a cambiar el sistema ni la educación. Eso es una entelequia y el camino más fácil para dejar la responsabilidad en manos de otros, porque equivale a decir que hasta que la ley y todo lo que le rodea no cambie, nada podemos hacer.

Cuando digo cambiar la escuela me refiero a ese cambio que empieza por uno mismo, y sigue por el entorno más próximo, y quizá continúe expandiéndose, como sucede cuando uno arroja una piedra en un estanque. Cuando digo cambiar la escuela, me refiero a decidir, como docente y como grupo de docentes que trabajamos en un mismo centro, qué es lo que realmente queremos ofrecer a nuestros estudiantes (y aquí, he de reconocerlo, me importa bastante poco lo que ponga el currículo, o al menos invito a hacer una lectura crítica de lo legalmente establecido). Cuando digo cambiar la escuela me refiero a la responsabilidad personal, al telegrama que cada uno podría enviar mañana, después de considerar la realidad y reflexionar sobre lo que está decidido a hacer.  Y ahora, si quieres, sal a dar un paseo y piensa: ¿qué escribirías en tu telegrama?   

Imagen: Sole Hope. Fotografía de Eden Photography (2010)

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/innovacion-escuela-cambio-viable/45440.html

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Las directrices del INEE: ¿Una oportunidad para la mejora educativa?

Por Arcelia Martínez Bordón*

Hace tres años el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) comenzó un trabajo importante para vincular la evaluación con la mejora educativa. Desde 2013, por mandato constitucional, al INEE le corresponde emitir directrices que, con base en la evaluación, ayuden a orientar la toma de decisiones para la mejora. Las directrices del INEE son recomendaciones de política que incluyen propósitos específicos, aspectos clave de mejora y una imagen objetivo de la situación a la que sea desea llegar; dichas normas se construyen de forma participativa, con las propuestas y voces de diversos actores educativos y sociales.

Previo a su emisión, el Instituto las socializa en distintos espacios de interlocución, que privilegian el diálogo tanto con tomadores de decisiones, como con grupos técnicos –del ámbito federal y local– docentes, directivos y usuarios directos del sistema educativo. Éste sin duda, es un esquema novedoso, en tanto que las propuestas no provienen del escritorio de un funcionario que poco o nada conoce de la problemática educativa que se busca solucionar.

La elaboración de las directrices implica una revisión de lo que han señalado la investigación y la evaluación educativa. Además, en su corazón se encuentra la evaluación de las políticas y programas educativos, en los distintos ámbitos en los que es urgente implementar acciones para la mejora. El INEE revisa un conjunto amplio de intervenciones públicas, su diseño e implementación a nivel macro, meso y micro, así como el presupuesto que se asigna a dichas intervenciones y, a partir de ello, se valoran los alcances y retos de la acción pública e inicia el trabajo de desarrollar las recomendaciones. En la ruta de la evaluación de las políticas y los programas se define el problema público al que se busca dar respuesta, por ejemplo, la situación de rezago educativo que padecen distintos grupos de población, como es el caso de la niñez indígena o de los hijos de familias de jornaleros agrícolas migrantes. Para caracterizar la situación educativa de la población que será objeto de las intervenciones que se desean mejorar (o implementar, en el caso de que no existan) sirven de insumo fundamental los indicadores que el propio Instituto elabora año con año y que publica en los Panoramas Educativos. Se utilizan también los resultados de las pruebas de aprendizaje de los alumnos del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) y de la Evaluación de las Condiciones para la Enseñanza y el Aprendizaje (ECEA), entre otras fuentes confiables relacionadas con el fenómeno educativo que se esté estudiando.

Un elemento central en la elaboración de las directrices es su construcción participativa. Las propuestas de mejora se debaten con un conjunto amplio de actores: se consulta a la academia y a los expertos en la temática en cuestión, a docentes, autoridades educativas y funcionarios del orden federal y local. En el caso de las Directrices para mejorar la atención educativa de niños, niñas y adolescentes indígenas, que el Instituto emitió el pasado 30 de enero, el INEE realizó, como paso previo a la elaboración de las propuestas, y de la propia evaluación de las políticas, la Consulta Libre e Informada a Pueblos y Comunidades Indígenas sobre Evaluación Educativa, en la que participaron 49 comunidades de 18 entidades federativas.

La intermediación del INEE para hacer confluir distintas voces en una propuesta es muy importante, porque se busca tender puentes entre lo deseable y lo posible. Se escucha entonces al líder educativo, al facilitador de la comunidad, a los docentes. Pero se dialoga también con los funcionarios encargados de implementar los programas y las estrategias, quienes plantean los retos que enfrentan en términos de personal, presupuesto y tiempo para planear, implementar y monitorear los avances.

Con todo, por más que se tengan directrices participativas –cimentadas en evidencia– éstas no son suficientes para que se dé el cambio educativo; se necesita, sobre todo, voluntad política. Y es que los cambios a implementar en los distintos ámbitos educativos que las directrices han apuntado son de largo alcance.

En México subsisten archipiélagos educativos, surgidos cada uno en distintos momentos de la construcción del sistema educativo y su expansión en la búsqueda de la cobertura. Hay una oferta educativa diferenciada, de primera, de segunda, de tercera y de cuarta calidad. Así que, con voluntad política, se puede comenzar a ordenar el archipiélago, poniendo a dialogar a los distintos actores. Se puede y necesita dar continuidad a lo que parece estar funcionando, a las acciones, criterios y marcos de actuación y a los presupuestos.

Además, los ajustes requeridos para lograr las mejoras que proponen las directrices competen tanto al ámbito federal como al local. Las directrices sugieren que cada entidad haga su propio diagnóstico del problema y un mapeo de los programas, federales y locales, con los que se atiende a la población objetivo. Se tiene que empezar por ahí. La expectativa de que con evaluaciones y directrices cambie la educación del país de manera inmediata es ambiciosa y poco realista. Las directrices colocan problemas en la agenda pública y proveen un mapa o ruta para la mejora, y, en este sentido, acortan el camino. A la autoridad le corresponde, por su parte, reconocer que hay un problema público, revisar lo que las directrices proponen, y, como lo señalan la Ley General de Educación y la Ley del INEE, incorporarlas en su planeación y programación educativa. Este es sin duda el mayor desafío.

A la fecha se han emitido tres conjuntos de directrices. Además de las directrices para mejorar la atención educativa de la niñez indígena, que recién se emitieron, el Instituto anunció directrices para mejorar la formación inicial de docentes de educación básica, el 7 de septiembre de 2015, y para mejorar la atención educativa de la niñez de familias de jornaleros agrícolas migrantes, el día 3 de agosto de 2016. Si bien las primeras directrices fueron contestadas por las autoridades de todos los estados, e incluso algunas entidades enviaron un plan de trabajo preliminar para atenderlas, éstas han sido prácticamente ignoradas por la autoridad federal. En su momento, dicha autoridad señaló que se anunciaría el Plan Integral de Diagnóstico, Rediseño y Fortalecimiento de las Escuelas Normales (PIDIRFEN) y que éste se armonizaría con las directrices emitidas por el INEE. Esto no sucedió, por lo que sigue siendo un gran pendiente implementar cambios importantes que ayuden a mejorar la formación inicial de los maestros y maestras que estarán frente al aula.

Las segundas directrices tuvieron una buena recepción por parte de las autoridades locales, quienes manifestaron su compromiso de avanzar en la elaboración de diagnósticos estatales, que permitieran ubicar mejor a esta población, así como a revisar las acciones que se requieren implementar para garantizar su derecho de acceso y permanencia en el sistema educativo. A nivel federal, aunque se contestaron las directrices, sigue pendiente una respuesta de carácter integral que las haga operativas.

Lo cierto es que no se pueden esperar los cambios mayores que requiere el sistema educativo si la autoridad no se compromete. Así que entre las tareas del INEE, de los próximos meses y años, se encuentra el seguimiento de los compromisos y acciones específicas que se realicen para incorporar las directrices en la planeación y programación educativa, a nivel local, y en el ámbito federal.

Como lo ha señalado la literatura, no existe una relación lineal entre evaluación y mejora; la evidencia que aportan la investigación y la evaluación no es suficiente para lograr los cambios que éstas sugieren. Por ello, la capacidad de las directrices para influenciar la toma de decisiones no sólo dependerá de su utilidad, relevancia y oportunidad, sino también del cabildeo y seguimiento que se les dé a las acciones que comprometan las autoridades, entre otras cosas. Aquí la sociedad civil organizada y la academia pueden jugar un rol muy importante, al funcionar como voceros de las directrices y aliados de las propuestas que éstas incluyen, y exigir la rendición de cuentas del sistema educativo.

*Académica del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Texto publicado en el blog de Educación de Nexos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-directrices-del-inee-una-oportunidad-para-la-mejora-educativa/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/08/CqtwtjpUsAE8Zi2-768×576.jpg

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Uruguay: Lanzan fundación para trazar hoja de ruta de cambio educativo

Originalmente publicado en El Observador de Uruguay

Bajo la consigna «Cambio educativo y educación para el cambio», el miércoles 19 se presentará Eduy21, una iniciativa ciudadana que reúne a referentes en materia educativa, del sector empresarial y sindical, con el propósito de aportar al debate y proponer una hoja de ruta para llegar a la transformación profunda y sostenible que urge en el sistema educativo uruguayo.

Los impulsores de la iniciativa son el exsubsecretario de Educación, Fernando Filgueira, el exdirector de Educación, Juan Pedro Mir, el magíster en Educación, Renato Opertti y el socio de CPA Ferrere, Bruno Gili. La iniciativa cuenta también con la participación de Diego Balestra, Fernando Lorenzo, Javier De Haedo y Richard Read, entre otros.

En entrevista con El Observador TV, Filgueira señaló que la iniciativa surge de «la convicción de que en el escenario actual se requiere que algunos actores que hoy no están presentes vayan construyendo una propuesta y convocando al diálogo técnico político que permita destrabar y pensar una propuesta de reforma estructural de la educación». Explicó que muchas veces «lo urgente ocupa el lugar de lo necesario» y eso impide que los gobiernos trabajen en estrategias de mediano y largo plazo para mejorar la educación. «A veces son este tipo de instituciones las que tienen que promover este tipo de debates, que son necesarios, para luego atacar la urgencia con un sentido de estrategia», apuntó. En este sentido, aclaró que Eduy21 «no es ni partidaria, ni vinculada a gobierno, ni enfrentada a gobierno».

Por su parte, Opertti manifestó que la gente que participa de la iniciativa «converge» en la idea de que si el país quiere ser sustentable en materia de desarrollo, debe transformar su educación. «La pregunta que nos hacemos es qué educación queremos para qué tipo de ciudadano y para qué tipo de sociedad», apuntó. A su vez, afirmó que «la educación no puede ser cambiada por la sumatoria de iniciativas puntuales, (ya que) se requiere de un cambio de sistema».

Opertti coincidió con Filgueira en que muchas veces la discusión sobre los insumos y condiciones necesarias sustituyó a nivel nacional la discusión por la educación. «Nos ha faltado como sociedad capacidad de hacernos las preguntas más sustantivas», que permitan pensar una propuesta de cambio global. Esto es importante porque «sin una propuesta educativa robusta los cambios son endebles, son coyunturales y no generan impactos durables». «Nosotros queremos clarificar estos propósitos», dijo. En este sentido, Filgueira expresó que el primer aporte que quiere hacer Eduy21 es «recuperar para la polis (ciudadanía) el debate público sobre la educación» porque es un derecho y una responsabilidad de todos. «Si de allí además surge una propuesta integrada, una hoja de ruta con la cual interpelar al sistema político, interpelar a los actores sociales, mejor aún», agregó.

Objetivos y estrategia

El documento fundacional de Eduy21 establece tres objetivos: retornar el debate educativo a la esfera pública, contribuir a la gestación de un acuerdo nacional amplio, plural y propositivo y promover un debate de alto nivel en materia educativa. Para esto implementará un observatorio independiente no gubernamental de educación, convocará mesas de diálogo técnico- político e implementará talleres y seminarios para educadores.

Imagen destacada tomada desde: http://www.elobservador.com.uy/lanzan-fundacion-trazar-hoja-ruta-cambio-educativo-n985223

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