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Entrevista a María Novo: «La lógica del beneficio inmediato ha destruido la lógica de la vida»

Entrevista/30 Abril 2020/Autora:Rosa M. Tristán/eldiariolaeducacion.com

La catedrática Emérita de Educación Ambiental, María Novo apuesta por repensar la globalización para que buena parte de los procesos que hoy se desarrollan entre países puedan darse en territorios más cercanos. «Tenemos que decrecer, no para vivir peor sino para aprender a vivir mejor con menos», asegura esta experta que cree que esta es una primera de las crisis que viviremos en el futuro.

María Novo, catedrática Emérita de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible en la UNED, escritora y poeta, es desde hace décadas el ‘alma mater’ de infinidad de iniciativas que buscan acercarnos a unos valores de la naturaleza de los que, en general, nos hemos ido alejando. Desde su casa, donde estos días termina su próximo libro, nos recuerda que estamos viviendo tiempos que son una oportunidad para una ‘nueva realidad’ basada en lo que denomina “autosuficiencia interconectada”. Siempre con el optimismo por bandera, Novo apuesta por un futuro en el que el hedonismo que promueve el actual sistema dé paso a otro en el que se imponga la solidaridad global con la casa que todos compartimos: la Tierra.

¿Qué está suponiendo para María Novo este confinamiento obligado?

Como a tantas otras personas que trabajamos en temas ambientales, ciertamente no me sorprendió demasiado que surgiera una crisis. Los informes científicos llevan tiempo alertando de que el sistema podía colapsar, aunque no se sabía ni cómo ni cuándo. Lo que, para mí, ha sido una sorpresa es que haya sido un coronavirus, aunque en el fondo una zoonosis como la que se ha producido tiene mucho que ver con la pérdida de biodiversidad y también con la ‘hipermovilidad’ humana de las últimas décadas, es decir, con el modelo de sociedad que se ha impuesto y su relación con la naturaleza.

¿Ve una relación clara entre la crisis ambiental y la pandemia?

La realidad es que hemos alterado los procesos de la biosfera en lo que se refiere a la atmósfera, los usos del suelo, del agua, en cuanto al mantenimiento de la biodiversidad…. Ahí estaba el riesgo de una crisis. Pero es que, además, hemos concentrado gran parte de la producción en China, que tradicionalmente ha sido un foco de zoonosis, lo que ha provocado que mucha gente tuviera que ir y venir desde allí al resto del mundo. De hecho, no es casualidad que las ciudades más afectadas sean aquellas donde la gente viaja más, como Madrid, Barcelona, Nueva York… Ambos factores han sido claves en esta crisis sanitaria.

¿Cree que la sociedad es consciente de que medio ambiente y coronavirus están en conexión?

No creo que exista una conciencia generalizada de la conexión de zoonosis y la pérdida de biodiversidad. Hay científicos que lo están contando muy bien, como el biólogo Fernando Valladares, pero el eco que le dan los medios a estas reflexiones no es suficiente. Tampoco se está explicando con énfasis en los medios que la del coronavirus es una primera gran crisis pero que, si no nos centramos en actuar contundentemente ante la emergencia climática, las próximas pueden ser mucho más duras que esta. Ahora han funcionado los canales de comunicación, todos usamos los móviles, hay agua potable, energía, alimentos… Es verdad que estamos en confinamiento y, sobre todo, que tenemos el tremendo drama de la pérdida de vidas humanas, pero es que en la próxima crisis puede haber tantos o más fallecimientos y podemos tener condiciones mucho más duras si no cambiamos el rumbo. No quiero ser alarmista, pero toca decir la verdad a la gente.

Mirando al futuro ¿Esta crisis podemos verla como una oportunidad que vamos a aprovechar o volveremos a lo mismo de antes?

Creo que es una oportunidad. Las crisis son momentos para aprender personal y colectivamente. Este es el momento de comenzar a vivir de otra manera, con más sobriedad y con menos gasto en cosas inútiles. Como la globalización ha distorsionado las relaciones productivas y comerciales, abarcando el mundo entero, en mi opinión tenemos que reubicarnos para fortalecer los recursos propios y vivir más en lo local. Eso no quiere decir que nos quedemos aislados, porque hoy estamos conectados con el mundo a través de múltiples redes. Eso se describe bien con el concepto de lo “glocal” que venimos utilizando. Se trata de conseguir una autosuficiencia interconectada en una escala más humana. Relocalizarse supone, en la vida cotidiana, volver a comprar productos de proximidad, recuperar el disfrute del parque que está al lado de casa… Lo que teníamos era un sinsentido. Por ejemplo, hubo un año en el que exportamos a Irlanda la misma cantidad de patatas que importamos de Irlanda… También se trata de retomar placeres que habíamos olvidado, para volver a serenarnos. Y sin tanto ir y venir tendremos más tiempo, porque en estas semanas hemos descubierto que el tiempo es un intangible de gran valor, que podemos disfrutar de estar más horas con nuestros hijos o dedicarlas a conocernos mejor a nosotros mismos. Cuando dejemos de ir con prisa, tendremos tiempo para escucharnos… En definitiva, se trata de redescubrir el valor de lo pequeño, lo descentralizado, e ir fortaleciendo la industria estratégica y la agricultura y ganadería de nuestro país para ir atenuando progresivamente la gran dependencia del exterior.

¿Sabremos aprovechar esa oportunidad?

Soy optimista. Por ello me gusta escuchar al presidente cuando habla de una ‘nueva normalidad’, porque está claro que lo que teníamos antes de la pandemia no era normal. Vivir con una biosfera desbordada y en un mundo donde el 1% de la población tiene el 90% de la riqueza global, no puede ser la normalidad. Así que estoy esperanzada. Quiero pensar que hemos aprendido a valorar lo importante de la vida, tanto a nivel general como personal, incluso en el mundo de los afectos: hemos recordado el valor los abrazos, los besos, cosas que dábamos por sentadas. Además, en esa ‘nueva normalidad’ no empezaremos de cero, porque ya tenemos muchas cooperativas agrícolas, iniciativas de consumo compartido, pymes… Lo importante es buscar el tamaño óptimo de cada comunidad y cada proyecto. Porque está claro que crecer y crecer desordenada e infinitamente no es progreso. Sí es importante procurar ser lo más autosuficientes posible en energía, alimentos, material sanitario y estratégico… Pero para ello no hace falta volver a la Edad Media. Con las pautas de vida que teníamos en los años 80 del siglo pasado, unidas a los actuales avances tecnológicos, podríamos vivir razonablemente, no creo que fuésemos menos felices. Son los errores de la globalización los que tenemos que corregir. Tenemos que decrecer, no para vivir peor sino para aprender a vivir mejor con menos. Porque la realidad es que tampoco vivíamos bien hasta ahora en términos de calidad de vida, inmersos en unas sociedades en las que muchos de nuestros jóvenes enfermaban prematuramente de ansiedad y estrés.

Un cambio ya visible es el de la cooperación comunitaria, con muchas personas volcadas en la solidaridad ¿Cómo interpretas este cambio?

Esa solidaridad es extraordinaria. Yo misma la vivo en mi comunidad, con el vecindario más cercano. Se están creando redes que no existían. Y están apareciendo porque hemos perdido lo que nos impedía practicarla: las prisas. Las gentes, en general, tenemos buenas intenciones, pero lo que no había era tiempo para ayudar a la persona que vivía al lado, ni para conocerla siquiera. Esa es otra parte positiva de esta crisis, en medio del drama de tantas pérdidas humanas. Ahora, tenemos tiempo para mirar, escuchar, compartir… Y eso que hemos recuperado debe florecer para que permanezca. Este es el reto. Incluso veo lecciones dentro del dolor: el aprendizaje de que nuestros actos no son inocuos, que nuestro comportamiento con la naturaleza tiene graves consecuencias. Si somos capaces de construir desde esa solidaridad y esa cooperación, con respeto a la naturaleza, confío en que los aprendizajes que hemos hecho permanezcan.

Incluso hay quien descubre ahora la fuerza de la naturaleza, con imágenes que no se habían visto antes.

A todos nos está dejando sorprendidos su capacidad de recuperación, solamente con retirarnos de ella. La naturaleza no necesita a la humanidad para nada. Somos nosotros los que la necesitamos, pero eso es algo que no se nos ha enseñado ni en las familias ni en las escuelas. En nuestra cultura occidental se debe a un pensamiento que nos viene ya desde Descartes, que planteó una visión dual del mundo escindiendo mente y cuerpo, razón y emoción, persona y naturaleza, como si fueran cosas opuestas en lugar de complementarias, que es como se incorporan en el pensamiento oriental. Desde esa dualidad de opuestos, la modernidad se desarrolló con mecanismos de dominación de la naturaleza en lugar de una coevolución razonable. No se nos enseñó que somos parte de ella. Esto también hay que corregirlo porque el daño que le hacemos a ella nos lo hacemos a nosotros mismos.

¿Cómo enfocar en este asunto la educación, que es por donde debería empezar esa corrección imprescindible?

Tendría que iniciarse desde la infancia, pero no se trata de que los niños pequeños aprendan lo que son las partes de un árbol en una pantalla en la escuela. Se trata de que toquen el árbol y aprendan a amarlo y cuidarlo, que sepan que ese árbol es parte de un todo en el que ellos también están incluidos. En otras palabras, recuperar el vínculo con la naturaleza con todos los sentidos: la vista, el olfato, el tacto…

¿Qué otros aprendizajes podrían sacarse de este periodo de confinamiento?

Sin obviar las dificultades económicas y de espacio de muchas familias, el dolor por las pérdidas humanas o por la enfermedad, en general, los niños han disfrutado de mucho más tiempo con sus padres que antes. Este es también un aspecto positivo dentro de la tragedia que es una pandemia. Lo natural para los niños sería pasar muchas horas con sus padres pero, debido a los horarios de trabajo, eso muy pocas veces es posible. Los horarios que tenemos en España, sobre todo en las grandes ciudades, son una locura…, algo que se nota mucho cuando se conocen los de otros países de Europa (y de algunas pequeñas ciudades españolas) donde gran parte de la gente vive más relajada, a las cinco o seis de la tarde dejan el trabajo y hacen vida de familia sin necesidad de escapar los fines de semana a otro sitio. En este confinamiento, muchos niños españoles han estado más tiempo en familia que nunca, así que esa ‘nueva normalidad’ que queremos pasa también por nuevos horarios laborales.

En el caso del coronavirus ha habido cambios sociales y de comportamiento que hemos aceptado todos. ¿Por qué no hacemos lo mismo con otros cambios necesarios para evitar las crisis ambientales?

La realidad es que, en el caso del medio ambiente, mucha gente ha preferido mirar para otro lado porque implica romper rutinas y comodidad. Nos hemos olvidado de que la vida es cambio. Y lo cierto es que hemos tenido muchas oportunidades para cambiar: desde los reportajes científicos, libros, conferencias, artículos, redes sociales, etcétera, se nos ha avisado reiteradamente de lo que estaba pasando. Este olvido rompe con unas actitudes que fueron importantes para la evolución del ser humano como especie: la previsión y la anticipación, que en estos momentos no funcionan correctamente. La razón hay que buscarla en que, desde la globalización económica, el mundo ha dejado de estar guiado por los sabios, los filósofos, los científicos o los líderes morales para estar dirigido por un modelo económico que no se somete a nada y al que sólo le interesa el beneficio inmediato. Esa lógica del beneficio inmediato ha destruido la lógica de la vida. Si ahora se ha conseguido un cambio de rutinas drástico ha sido por el miedo.

¿Es necesario ese miedo para ser conscientes de la que se avecina a nivel ambiental?

No debería ser necesario si tuviésemos la cordura suficiente para escuchar a quienes nos alertan. Ahora, si preferimos mirar a la lógica del beneficio inmediato, vamos mal. Seguiremos igual para que sean nuestros hijos quienes peleen y malvivan en un planeta esquilmado. La lógica del beneficio inmediato no solo se manifiesta en la economía sino también en el hedonismo, en el afán de primar nuestros deseos sin preguntarnos si son auténticas necesidades y cómo afectan al bien común. De momento, en estas semanas hemos descubierto la cantidad de cosas que comprábamos que no eran necesarias.

En mi opinión, hay tres cuestiones fundamentales para abordar con éxito la ‘nueva normalidad’ tras el coronavirus. La primera es recuperar el concepto de la familia humana, es decir que somos seres interdependientes, no aislados, y, por tanto, se imponen la empatía y la cooperación al máximo; la segunda, comprender que la naturaleza es la casa común de todos, no de unos pocos. Eso supone estar dispuestos a un mejor reparto en el acceso a los bienes comunes (alimentos, agua, energía…), y la tercera es que los recursos naturales están para satisfacer necesidades, pero no todos nuestros deseos. Tenemos que aprender a desear conscientes de los límites de la biosfera y de cada sociedad humana.

Las tres cuestiones podrían abordarse si nos hacemos, individual y colectivamente, la pregunta: ¿cuánto es suficiente? Esa pregunta debería estar en el frontispicio de nuestras escuelas, institutos y universidades… Es importante aprender a pensar y decidir en función de ella desde la infancia y dejar que nos guíe en la edad adulta.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/28/la-logica-del-beneficio-inmediato-ha-destruido-la-logica-de-la-vida/

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Entrevista a Alicia Puleo: «La masculinidad incide negativamente en el medioambiente»

Entrevista/12 Marzo 2020/Autor: Raúl Solís Galván/rebelion.org

La filósofa ecofeminista ha dado la conferencia inaugural del Congreso Andaluz de Filosofía celebrado estos días en Sevilla.
Sostiene que las mujeres son las primeras víctimas de la destrucción ambiental

Alicia Puleo (Buenos Aires, 1952), catedrática de Filosofía de la Universidad de Valladolid y directora de la Colección Feminismos de la editorial Cátedra, es la madre un ecofeminismo crítico y no esencialista. Su mirada se centra en la  relación que existe entre el género y la crisis ambiental y en hacer de puente entre el ecologismo y el feminismo. 

La filósofa feminista ha sido invitada a pronunciar la conferencia inaugural del XII Congreso Andaluz de Filosofía, celebrado en la capital andaluza este pasado fin de semana bajo el título ‘Filosofía, Mujeres y Naturaleza’, donde ha desgranado parte del pensamiento que la convierte en una de las figuras intelectuales claves del feminismo español.

¿Qué relación existe entre la Filosofía, la naturaleza y las mujeres?

Podríamos decir que hay dos tipos de relaciones. Una historia de la filosofía en la que las mujeres han sido pensadas más cercanas a la naturaleza que los varones. Y un presente, de algunas décadas ya, en que surge una forma de pensamiento, llamado ecofeminismo, que analiza las relaciones de dominación sobre la naturaleza y las mujeres como relaciones vinculadas y que, a través de un análisis, se pueden llegar a desmontar. 

Hay feministas muy críticas con el ecofeminismo porque alertan de que retrotrae a las mujeres a una construcción biológica, al esencialismo naturalista.

En algunas formas de ecofeminismo, lo que se puede llamar ecofeminismo esencialista, que insistía en la cercanía de las mujeres con la naturaleza, por diferencias innatas y no construidas culturalmente, sí que existe ese riesgo. Desde otras posiciones ecofeministas, en las que yo me sitúo, que son constructivistas, que analiza cómo la cultura construye las identidades de género, no habría ese problema esencialista.

¿Existe el riesgo de que el ecofeminismo sea usado para resituar a las mujeres en papeles opresivos de donde han escapado?

Sí, hay algunas tendencias del ecologismo que están manteniendo un discurso de vuelta a los roles tradicionales en nombre, precisamente, de la defensa de la naturaleza. La conclusión que sacan es que las mujeres juegan un papel de usar y tirar y que tienen que volver al hogar. Por otro lado, curiosamente, mistifican mucho la maternidad y la reproducción, olvidando que el ecologismo, en sus orígenes, tenía una gran preocupación por la sobrepoblación. Entonces, sí, ciertas tendencias del ecologismo están mistificando a la mujer-madre cuando, en realidad, el ecologismo desde el principio se planteó que la humanidad no puede reproducirse tanto. Es curioso ese giro hacia un ecologismo muy conservador, que no conservacionista. 

¿A qué se debe a esa vuelta de ciertas tendencias feministas y ecologistas hacia un conservadurismo mistificador de la maternidad?

No son planteamientos feministas, para nada. El feminismo en ese discurso ecologista conservador es el gran enemigo porque, según dicen, estaría llevando a la sociedad a su esterilización. Esas tendencias de ecologismo conservador no son feministas. 

¿Existe alguna vinculación entre la igualdad de género y la ética ambiental?

Por un lado, las mujeres, sobre todos las pobres, son las primeras víctimas de la destrucción medioambiental. En los países empobrecidos son las que dependen directamente del medio ambiente y, por lo tanto, su destrucción les afecta en su vida cotidiana. Si tienen que recoger leña y se ha talado el bosque, tendrán que caminar kilómetros para calentar el hogar. Son las primeras en sufrir las consecuencias de las fumigaciones intensivas. Ellas y sus hijas e hijos. Las mujeres, en muchos sitios del planeta, están siendo también protagonistas en los movimientos de defensa del medio ambiente. Las mujeres son víctimas directas del cambio climático, pero también son vanguardia en la lucha contra el deterioro ambiental.

¿Es el movimiento feminista consciente de la crisis ambiental que vivimos?

Yo creo que hace falta trabajar la relación entre feminismo y ecologismo porque no se puede decir ni que el feminismo sea ecologista, ni que el ecologismo sea feminista. Es una tarea muy larga y en eso estamos, el ecofeminismo trata de hacer ese puente. 

Aseguras que en nuestras sociedades tiene más valor ético el odio que la filantropía y que urge valorizar una ética del cuidado que feminice la ética, ¿qué quieres decir?

Me refiero a que en la Filosofía de Kant hay una desvalorización clara de los sentimientos, de las personas que actúan por sentimientos éticos. Porque, para Kant, la acción ética solamente tiene valor si no están movidas por los sentimientos, por las emociones, porque las emociones son nuestra parte irracional, animal. Hay una tradición, que viene del estoicismo, en que lo emocional es negativo, es lo bajo, las pasiones, lo débil de nuestra constitución y ha de ser dominado por la razón, que te dice qué es lo que debes hacer. Por eso, se ha considerado durante mucho tiempo que las mujeres no podían ser jueces porque, se decía, se guiarían por el sentimiento y no por el sano juicio. Esto cambia en la década de los 80, donde pensadoras como
Nel Noddings van a criticar esa desvaloración de las emociones y resaltan una ética del cuidado, donde sostienen que actuamos éticamente no sólo por razón, sino también por sentimientos.

Afirmas también que estamos asistiendo a un cambio de paradigma de la masculinidad que traerá una revolución esperanzadora. 

El feminismo ha terminado trayendo un cuestionamiento de las identidades del conjunto de la sociedad, no sólo de las mujeres. La entrada de los hombres en lo privado y en lo afectivo empieza a darse, fruto del feminismo y, con respeto a la naturaleza, me parece un signo de esta nueva masculinidad la cantidad de jóvenes que están entrando en movimientos de defensa de los animales, contra la crueldad. Estos eran movimientos muy feminizado y hoy vemos a muchos hombres entrando en ellos. 

Hay quienes dicen que la ultraderecha se ha vinculado también con el animalismo. 

Yo no lo veo así. Es una forma de ataque que ha sufrido el animalismo. Se dice: ¡Es que Hitler era animalista! Mentira, Hitler ni era vegetariano, ni era animalista. Es una forma de estigmatizar. 

Sostienes que vivimos en un tiempo histórico llamado antropoceno. ¿Qué tiempo histórico es este?

Es una denominación que han acuñado científicos dedicados a la observación del clima y que consideran que es una nueva era geológica, en la medida que los grandes cambios no los produce sólo la tierra, sino el ser humano sobre la tierra y a través de la tecnología. Algunos sitúan el comienzo del antropoceno en el inicio de la revolución industrial, otros lo sitúan en el siglo XX. Hay quienes han hecho una crítica al concepto de antropoceno, porque dicen que debería llamarse algo así como capitaloceno porque afirman que existen razones económicas que están llevándonos a la catástrofe: la explotación intensiva, las técnicas agresivas, el poco respeto al medio ambiente. Estos críticos sostienen que el término antropoceno no visibiliza este origen económico. Yo pienso que el término antropoceno es acertado porque es cierto que hay elementos importantes económicos, pero también es verdad que, desde un punto de vista filosófico, se deriva de una visión antropocéntrica, en la que sólo el ser humano tiene valor. 

¿Tiene el cambio climático una huella de género?

Hay estudios estadísticos que dicen que las mujeres tienen menos huella ecológica que los varones; no porque sean mejores, sino porque se desplazan más en transporte público, realizan labores que tienen una incidencia menor en el medio ambiente. En este sentido, vemos que hay una relación entre género y medio ambiente. Una de las definiciones de varón, del sociólogo valenciano Josep Vincent Marqués, es que ser varón es ser importante. Entonces, si la consigna del varón es ser importante, hay cosas que el varón tiende a hacer porque tiene una consigna que no tienen las mujeres. Así, tiene que comprarse el coche más lujoso, que contamina más, porque tiene que ser importante. Son estas consignas de la masculinidad las que inciden negativamente en la contaminación. Por no hablar, por ejemplo, de actividades como la caza, con gran incidencia negativa en el medio ambiente, protagonizadas por los hombres. 

¿Nos estamos tomando en serio la crisis ecológica?

Para nada. La crisis ecológica demanda acciones individuales y de los gobiernos. Hay gente que no recicla porque otros no lo hacen y la clase política no toma decisiones ecológicas porque no tiene rédito electoral inmediato. Luego creo que hay responsabilidad en los medios de comunicación. Tenemos un gran problema, porque la crisis ecológica es la gran crisis y la que explica todas las demás.

¿De qué salud goza la Filosofía?

Tiene que luchar contra toda una tendencia muy instrumental de la educación a nivel internacional, una visión muy corta de lo que es la formación y que cree que formar es enseñar a la gente a producir para el mercado. Para poder ser humano y tener una civilización se necesita una formación filosófica.

¿Por qué la guerra de los gobiernos contra la Filosofía?

La Filosofía puede servir como legitimación del orden existente y también puede ser y ha sido fuente de pensamiento alternativo y de horizontes distintos, de impugnación al orden establecido y trazar mundos emancipatorios por donde caminar.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/la-masculinidad-incide-negativamente-en-el-medioambiente/

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Un foro oficial… muchos Davos resistentes

Un foro oficial… muchos Davos resistentes

La autoconvocatoria del poder mundial

Sergio Ferrari
Rebelión
Protesta ambiental y anti-sistémica
Más de 3.000 grandes empresarios, personalidades políticas de primer orden mundial, así como representantes de instituciones internacionales se dan cita en el Foro Económico Mundial que se reúne, como cada año, en Davos, a unos 275 kilómetros (por ruta) de la capital Berna.Desde el martes 21 al viernes 24, la 50ª edición de este cónclave de los poderosos, fundado en 1971, se reúne en esa ciudad alpina del Cantón de Grisón. Amurallada por el ya habitual dispositivo militar, con no menos de 5.000 efectivos de distintas fuerzas en la calle, el espacio aéreo cerrado durante una semana, así como múltiples y sofisticados controles para acceder al Palacio de Congreso, sede principal del evento.

Capitalismo excluyente

En el centro del debate oficial de esta nueva edición del Foro, una mirada preocupada de muchos actores por los problemas propios del capitalismo. En la agenda de la reflexión, tal como lo anticipaban sus organizadores ya hace algunas semanas, se encuentra el repensar del capitalismo. Y vislumbrar una corrección del sistema para que sea más integrador, en el que las empresas no solo apuesten a sus propias ganancias. Hablan de dedicar esta edición al “Capitalismo de los partícipes”, menos excluyente y más distributivo.

Como subrayan diversos medios de prensa retomando a Klaus Schwab, fundador del evento Davos, “el capitalismo descuidó el hecho que una empresa es un organismo social” y no solo un ente con objetivo de lucro. Preocupa, según el fundador, “un capitalismo que se desconectó cada vez más de la economía real”.

Horas antes de comenzar el foro de los poderosos, el Fondo Monetario Internacional realizó su habitual encuentro con la prensa “en un contexto claramente marcado por las tensiones comerciales entre las grandes potencias económicas del mundo”.

Kristalina Georgievala directorainició su intervención señalando la «recuperación perezosa». «Estén listos para actuar si el crecimiento se ralentiza de nuevo», enfatizó dirigiéndose a los grandes empresarios. Las previsiones de crecimiento, sin embargo, ya se perfilan a la baja según el FMI. Las nuevas proyecciones estiman un crecimiento global del 2,9% en 2019 a 3,3% en 2020 y 3,4% en 2021. Esto se traduce en una revisión a la baja de 0,1 puntos para 2019 y 2020 y 0,2 para 2021 en comparación con los datos que el FMI anticipó en octubre de 2019.

Lejos de cualquier optimismo triunfante, números y reflexiones conducen en esta 50ª edición a un repensar el modelo atravesado por fisuras. Responsable de una polarización social mundial creciente y de la crisis ambiental sin salda. Situación que da pie a un renacer de la protesta ciudadana.

Marchas Opositoras

Una Marcha Internacional por la justicia climática, convocada por “Strike WEF” (Huelga contra el Foro de Davos), empezó el domingo 19 con el objetivo llegar a Davos el martes 21, día de la apertura oficial del foro. Entre otros argumentos, los promotores enfatizan que un centenar de las mayores empresas multinacionales son responsables del 71% de la emisión mundial de gas de efecto invernadero. En su mayoría, esas empresas, son socias del Foro de Davos y proponen “un crecimiento infinito en un mundo finito”, subrayan los portavoces de “Strike WEF “.

Los 50 kilómetros de marcha, con el eje en la denuncia de la crisis ambiental, pretende confluir con la movilización convocada en Davos mismo por la Juventud Socialista del Cantón de Grisón. Objetivo: concluir en una gran asamblea general convocada por la Huelga Climática Suiza. Esta cumplió el 17 de enero pasado su primer año de existencia. Y reunió en Lausana a más de 10 mil manifestantes, en su mayoría jóvenes, acompañados por Greta Thunberg, promotora sueca de estas huelgas ya internacionalizadas.

La Marcha Internacional por la justicia climática es apoyada por muy diversas redes y organizaciones, entre ellas la Marcha Mundial de Mujeres, ATTAC, Public Eye, los principales sindicatos helvéticos, fuerzas políticas verdes y progresistas.

La movilización anti-Davos, sin embargo, empezó ya hace varios días en Suiza. El 11 de enero, el Grupo Resolut, reunió varios centenares de manifestantes en Lucerna. Una semana más tarde, el sábado 18, otros varios centenares protestaron contra el Foro de Davos, esta vez en Berna, donde días antes se había realizado, como cada año, el “Tour de Lorraine”, movilización centrada en uno de los barrios populares/alternativos de la capital y que convoca varias decenas de actividades político-culturales.

El 22 de enero, diversos grupos reunidos en “Züri gäge WEF” (expresión dialectal suiza alemana que significa Zúrich contra Davos) convocan a concentrarse en la capital financiera del país. En dicha ciudad, entre el 17 y el 20 de enero se había realizado “El Otro Davos”, espacio de reflexión que existe desde hace ya varios años convocado por fuerzas anti-capitalistas.

Cúmulo de protestas que hablan de una iniciativa ciudadana recuperada. Donde confluye la fuerza ascendente de la protesta ambiental con la crítica al modelo económico-financiero hegemónico actual.

Justo casi tres lustros después de las grandes movilizaciones anti-Davos que conocieron su apogeo en el 2004. Año en que, luego de una protesta masiva en Davos, las fuerzas policiales helvéticas realizaron controles de identidad y detenciones de más de 1.000 manifestantes en un ambiente dantesco de gases lacrimógenos, granadas irritantes y represión indiscriminada.

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=264715&titular=un-foro-oficial%85-muchos-davos-resistentes-

Autor: Sergio Ferrari

 

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Brasil se junta a movimento global pelo clima com críticas a Bolsonaro e pedido de defesa da Amazônia

América del Sur/Brasil/22-09-2019/Beatriz Jucá/ El País

Protestos aconteceram em ao menos cinco Estados e no Distrito Federal. “Ei, você aí, sem Amazônia não tem açaí”, entoavam os manifestantes na Paulista.

Manifestante na avenida Paulista, nesta sexta.
Manifestante na avenida Paulista, nesta sexta. BEATRIZ JUCÁ

A crise ambiental na Amazônia provocada pelo aumento expressivo das queimadas na região e a reação pouco incisiva do presidente Jair Bolsonaro para conter o problema tem colocado o Brasil sob os holofotes na defesa ambiental internacional. O presidente, que já vinha sendo cobrado por líderes internacionais e mesmo pelo mercado financeiro sobre a questão, agora vê essa pressão chegar às ruas. Nesta sexta-feira, acompanhando o movimento mundial de protestos que reuniu milhões de pessoas em mais de 150 cidades no mundo, estudantes e ativistas brasileiros cobraram políticas efetivas do Governo contra o desmatamento e pediram a defesa dos povos indígenas. Ao menos cinco Estados (São Paulo, Bahia, Ceará, Minas Gerais e Pernambuco), além do Distrito Federal aderiram aos atos.

«Se você não mudar, não vai dar pra respirar”, entoavam estudantes secundaristas na avenida Paulista, que recebeu a marcha mundial pelo clima na tarde desta sexta. Na capital paulista, estudantes, ativistas, indígenas, militantes partidários e até crianças se reuniram na tentativa de chamar a atenção do Governo e da sociedade por ações concretas contra o aquecimento global. Pediram a saída do ministro do Meio Ambiente, Ricardo Salles, criticaram Bolsonaro e aproveitaram para reclamar também sobre os recentes cortes na educação. O foco, entretanto, era mesmo a Amazônia. “Ei, você aí, sem Amazônia não tem açaí”, entoavam os manifestantes, em ironia a uma das grandes fixações paulistanas. A boliviana Olga Flores, por exemplo, pedia união da América Latina para conter os incêndios na floresta e criticava a política ambiental do presidente de seu país, Evo Morales. “Peço que nos apoiem também contra os incêndios na Bolívia”, dizia ela, no palanque.

Ará Mirim, da etnia Guarani, foi do Jaraguá (na zona norte) à Paulista com um grupo de indígenas para participar do ato, em um momento em que o Governo afirma que não demarcará mais terras indígenas. Ela diz que a manifestação pelo clima é importante para conscientizar as pessoas da importância de preservar as florestas, mas pondera que o ato precisa estimular ações concretas tanto dos governantes quanto da sociedade. “Todos temos que agir pra regenerar a terra. Nós, indígenas, fazemos isso por todo o planeta. Não precisamos de terra para fazer nossa casa, mas para comer e cuidar dela”, diz.

Por volta das 16h, famílias inteiras se aglomeravam no vão livre do MASP. Na concentração do ato, faziam oficinas de cartazes. “O clima está mudando, mas e você?”, questionava um deles. “+ Amazônia – Ruralistas”, dizia outro. As mensagens tentavam alertar para espécies em extinção, defendiam a necessidade de preservar o planeta e até os dados ambientais, muitas vezes criticados pelo Governo durante este ano. A professora Diambas Franzem levou o filho e o marido porque entende que atos como este são uma oportunidade de fortalecer os movimentos sociais nas ruas. “Essa pauta deveria ser uma luta da esquerda e da direita”, defendeu.

BEATRIZ JUCÁ

Fumaça preta

No dia anterior às manifestações, São Paulo e outras cidades das regiões Sul e Sudeste foram encobertas, novamente, pela fumaça de queimadas trazidas pelos ventos úmidos da Amazônia. Imagens de satélite do Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (Inpe) mostram que a fumaça que encobriu cidades dos Estados de São Paulo e do Paraná haviam se deslocado tanto de Mato Grosso e do Mato Grosso do Sul quanto da Bolívia e do Paraguai. O encontro dessa fumaça com uma frente fria tem causado chuvas no Sul e no Sudeste. No mês de agosto, a cidade de São Paulo já havia sofrido impactos das queimadas, quando a cidade escureceu no meio da tarde por conta da fumaça vinda do Norte e do Centro-Oeste.

Os protestos para deter o aquecimento global acontecem às vésperas da Cúpula do Clima de Nova Iorque, um encontro internacional contra o aquecimento global, que não terá o discurso de um representante do Brasil. A Organização das Nações Unidas (ONU) havia solicitado aos países que apresentassem um plano com seus compromissos climáticos e selecionou os 63 que tinham os discursos mais inspiradores. A proposta do Brasil, que tinha interesse em falar na reunião, foi vetada. O presidente Jair Bolsonaro, no entanto, confirmou que participará da Assembleia da Organização das Nações Unidas (ONU), na próxima terça-feira, um dia depois da Cúpula do Clima. Lá, ele fará um discurso centralizado em críticas aos regimes políticos da Venezuela e de Cuba, mas diz que também dará uma resposta às recentes declarações do presidente francês Emmanuel Macron de que o debate sobre a internacionalização da floresta amazônica estava «em aberto». Bolsonaro defenderá a soberania do Brasil sobre a Amazônia.

As posturas do presidente sobre a questão ambiental têm gerado fortes pressões internacionais sobre Bolsonaro. O presidente assumiu o mandato prometendo não demarcar mais nenhum centímetro de terra indígena e defendendo a exploração de minérios na Amazônia. Se por um lado seu Governo vem desidratando a fiscalização da região, Bolsonaro colocou ainda mais combustível na crise com declarações nas quais minimiza a mudança climática e o desmatamento ilegal. O Brasil registrou entre janeiro e a terceira semana de agosto um total de 71.497 focos de incêndio, o maior número do mesmo período nos últimos sete anos, e pouco mais da metade ocorreu na maior floresta tropical do mundo.

Tudo isso acontece em um contexto em que a responsabilidade ambiental, social e de governança (conhecida sob a sigla em inglês ESG) tem se tornado um critério crescente nas carteiras de fundos de investimento em todo o mundo. A reação do mercado financeiro à crise amazônica veio forte. Neste mês, empresas como H&M, VFcorp, Vans e The North Face anunciaram que deixariam de comprar couro brasileiro até que o país apresentasse um plano crível de que esse material não contribuía para o desmatamento da Amazônia.

A resposta mais dura, porém, aconteceu nesta semana: na última quarta-feira, um total de 230 fundos de investimento internacionais publicaram um manifesto, colocando mais pressão para que o Governo brasileiro apresente medidas efetivas para proteger a floresta amazônica e deter o desmatamento. Juntos, esses fundos administram 16 trilhões de dólares (cerca de 65 trilhões de reais), um valor equivalente a cerca de nove vezes o PIB do Brasil referente a 2018.

Referência de informações: https://brasil.elpais.com/brasil/2019/09/20/politica/1568998640_977541.html

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Brigitte Baptiste: “No saldremos de la crisis ambiental con pañitos de agua tibia”

Por: Natalia Roldán Rueda.

La bióloga se traslada del Instituto Humboldt a la rectoría de la Universidad EAN, con la esperanza de salvar el planeta desde la raíz: a través del fortalecimiento de la educación ambiental.

Es fácil dejarse hechizar por Brigitte Baptiste. Ocurre de inmediato, con el saludo. Ella sonríe y parece que todo su cuerpo se entregara con amabilidad desbordada a ese momento, a uno, a pesar de que uno es solo un periodista más con las preguntas de siempre. Y su interés por dar todo en esa hora de conversación no es una pose, su generosidad hace parte de su naturaleza, está relacionada con su gentileza y da la impresión de que también se vincula con unas ganas secretas de compartir el conocimiento que ha reunido a lo largo de su vida y que considera que puede ayudar a iluminar, despertar y abrir otras mentes.

Brigitte es, antes que nada, una maestra. Y ha transitado por ámbitos tan variados y diversos que le han dado herramientas valiosas para abordar la enseñanza desde un punto de vista muy humano, que tiene como base la empatía, la creatividad y la necesidad de conexión. Por esta razón, y por todos los años que se ha dedicado a estudiar el medioambiente y la economía, desde septiembre será la nueva rectora de la Universidad EAN.

Después de una década como directora del Instituto Humboldt, decidió asumir este nuevo reto con el impulso de una institución cuyo pilar fundamental es el emprendimiento sostenible y con el interés de fortalecer las educación ambiental en el país, que tiene que ser una prioridad mundial, si queremos superar la crisis climática.

¿Por qué decide  volver a la academia? 
Porque creo que hace falta a hablar con más rigor de ecología y de medioambiente en la formación de la gente. Por la angustia con el tiempo en que vivimos, todo el mundo habla de estos temas y eso ha ido vaciando de contenido y de cuidado el debate. Sobre todo en las discusiones de las redes sociales, pero también en los movimientos políticos en las regiones. Por ejemplo, me preocupa mucho que el país crea que hay una disyuntiva entre petróleo y agua, o entre minería bien hecha y conservación. Eso proviene de la popularización de prejuicios y del oportunismo de ciertos líderes de opinión. Si a un candidato se le pregunta cuáles son  sus causas, y vuelve a hablar del control de la corrupción y el acceso a los servicios públicos, ya no le creemos. En cambio, si habla de la protección de la fauna y de la flora, y de la recuperación de las fuentes de agua, ya tiene los votos asegurados. Pero sus propuestas ambientales son todas idénticas y no las hacen con una perspectiva cuidadosa y operativa.

¿Y por qué llega a la EAN, una institución que uno relaciona con los negocios y el emprendimiento? 
Porque es una universidad que ha manifestado un compromiso con el emprendimiento sostenible, con la búsqueda de soluciones a los problemas que representa la crisis ambiental. Reconoce que no nos podemos quedar en el diagnóstico, en la crónica del desastre, sino que hay que utilizar las herramientas del conocimiento para afrontar los problemas contemporáneos. ¡Eso me encanta! Durante diez años en el instituto estuvimos generando conocimiento, pero el Humboldt no es una entidad que pueda actuar a fondo.

Su hoja de vida está llena de títulos académicos, ¿qué le ha a aportado la educación?
¡Uy! Sin mi acceso a la educación mi capacidad de conectar las diferentes dimensiones de la realidad sería mínima. Esa capacidad de conectar es la que me ha permitido ser creativa, y con esa creatividad ha sido más fácil tener resonancia en ámbitos completamente extraños. Así he modelado mi manera de aproximarme a los problemas, he vencido muchos prejuicios, me he convertido en una interlocutora más amable y más dispuesta a ver la perspectiva de otros. Eso, sumado a ser una persona transgénero, configura un espacio distinto de conocimiento.

¿Qué falencias considera que tiene la educación en Colombia?
¡Todas! Creo que es un sistema demasiado rígido y, por lo mismo, muy poco adaptativo y muy poco sensible a las diferencias regionales, tanto biológicas como culturales. Colombia es un país muy centralista y su modelo educativo está muy basado en una perspectiva nacionalista, integradora y poco sensible a la diversidad. Eso está impidiendo reconocer la naturaleza de la crisis ambiental por la que cruzamos. Todas las regiones parecen resistirse al modelo central, pero con unos mensajes muy simplistas: “no a la agroindustria”, “no a la minería”, “no al desarrollo de infraestructura”. Son eslóganes que no tienen sentido en todas partes. Además, la educación genera mucha frustración, porque es un modelo de promesas que no se cumplen. Te prometen que si estudias vas a tener más oportunidades, vas a vivir mejor, vas a acceder a más empleo y, a menudo, ocurre todo lo contrario: entre más te educas, más dificultades tienes de acceder a todo. Por último, nuestra educación aún no considera que vivimos en Colombia. Eso hace que siempre nos sintamos incómodos en nuestro propio país.

El neurocientífico Rodolfo Llinás siempre ha hablado de la importancia de una educación basada en entender, no en memorizar,  ¿qué opina sobre esto?
Estoy totalmente de acuerdo. La educación siempre debe ser entendida como la formación de espíritu crítico, la formación de proyectos colectivos con una perspectiva intergeneracional. No soy experto en temas de educación, pero en mi experiencia el tema ‘memorístico’ era frustrante. Yo me resistía a estudiar Biología porque tenía la imagen de que la ciencia era un ejercicio de la memoria. Estamos atados a reverenciar la sabiduría de los antiguos en vez de gozarnos el conocimiento como los pueblos indígenas. Tengo una memoria absolutamente inútil, salvo que implique un ejercicio interpretativo, ahí sí me acuerdo de las cosas más absurdas. ¿Por qué? Porque es conocimiento relacional. He compartido esta discusión con muchos académicos, quienes aseguran que los estudiantes llegan a la universidad en unas condiciones realmente deplorables en este sentido. Cada vez los estudiantes son menos capaces de argumentar y tienen toda clase de limitaciones para participar activamente en la construcción de conocimiento. Si pensamos que con esas capacidades vamos a afrontar el cambio climático, estamos fritos. Tenemos que hablar del papel de la educación ambiental. La conciencia ambiental de los jóvenes es evidente, pero una cosa es el compromiso moral que tienen los muchachos y la chicas con estos temas, y otra cosa es que haya mejorado su capacidad crítica para contribuir.  Yo creo que la preocupación por el medio ambiente es bastante retórica y emocional, y eso acaba, por ejemplo, en los animalismos sin fundamento, en recetas que se comparten en redes sociales, pero que no son verdaderas soluciones, o en movimientos sociales indignados que no tienen una perspectiva autónoma de la problemática ambiental. Ahora, hay mucha gente haciendo cosas muy interesantes, pero siempre es la sociedad civil o proyectos muy particulares. Y hay muchas discusiones que no se están dando. Si para construir una sociedad sostenible debemos reconvertirnos en todos los sectores, cómo vamos a pagar la reconversión. Nos quedamos en el comercial que nos dice que cerremos la llave del agua, un consejo que puede detonar discusiones más amplias, pero que requieren un nivel de conciencia y de discusión crítica que no está pasando por las redes, y que no está pasando por los medios. Si la crisis ambiental se profundiza, no vamos a lograr salir adelante con pañitos de agua tibia.

Necesitamos medidas estatales… 
Necesitamos un Ministerio de Agricultura que se comprometa con la producción sostenible de alimentos y con una economía agraria sostenible, de eso no hay indicios… Eso no quiere decir que no haya gente trabajando en sostenibilidad, pero necesitamos un sector completo con un ánimo de modernidad. ¿Y cómo lo vamos a lograr? ¿Con qué recursos? ¿Con qué capacidades humanas estamos formando a los jóvenes para hacerlo? Necesitamos llegar a políticas estatales, necesitamos políticas educativas… Venimos hablando de sostenibilidad desde hace 35 años y cada vez pierde más sentido la palabra y se fortalecen los estereotipos de lo que significa ser ambientalista, como vestir al perrito o discutir si el oso Chucho estaba encarcelado o no.

¿Cómo va la investigación en el país?    
Indudablemente, ha mejorado muchísimo y hemos formado miles de investigadores en estos últimos veinte años. Se ha organizado mejor la investigación en las universidades, hay cada vez más laboratorios… Colombia se ha convertido en una potencia en construcción de conocimiento y eso es chévere. La paradoja es que ha crecido dentro de un ambiente muy hostil a la innovación. Esto tiene mucho que ver con la miopía del modelo de desarrollo, que siempre privilegia al corto plazo, no la sostenibilidad. Yo creo que la frustración de la academia colombiana es el poco uso del conocimiento que se produce, pero también hay una complicidad perversa de sectores de la academia que están muy tranquilos, construyendo conocimiento inútil, que requieren un sacudoncito para que se comprometan un poco más en la construcción de discursos críticos. ¡Es que la universidad está muy callada!

Llinás también ha dicho que cuando le daban un juguete lo primero que hacía era desbaratarlo, para entender cómo funcionaba. ¿Cuál es la importancia de experimentar?
La experimentación es fundamental en la construcción de sostenibilidad. Los seres humanos somos constructores de cultura y la experimentación es la condición natural de la experiencia humana. Por eso no comparto la perspectiva conservadora de algunos movimientos ambientales que dicen no a la tecnología o a ciertas innovaciones. No soy una optimista tecnológica, en el sentido de que crea que la tecnología nos salvará, pero sí creo que la respuesta está en la combinación de la innovación social, la innovación tecnológica y la innovación  económica. Hay personas que experimentan en su casa… ¡Yo hago experimentos todo el día para reducir mi huella ecológica! La ciudad de Medellín lleva unos buenos lustros experimentando esquemas de biodiversidad humana y tiene ahora áreas protegidas urbanas, un experimento urgente para encontrar soluciones a la contaminación del aire, a las enfermedades mentales de la gente o a la violencia callejera. Pero hay que aprender a documentar y hay que garantizar que los experimentos están bien hechos y son replicables. Hoy en día, la gente ha olvidado cómo se construye conocimiento robusto y comprobado. De ahí que haya tantas noticias falsas y esa debilidad para contrarrestar muchos prejuicios que se remontan a ideas de la edad media, como decir “El poder de la Luna te sanará”. No somos muy racionales, estamos llenos de supersticiones, y la mayoría son inocuas. Como decir: “Podemos curarnos del cáncer con un cambio de dieta”. ¡No! Uno no se cura de un cáncer con un cambio de dieta. Apenas la gente lea esto, 200 personas van a escribir a la revista diciendo: “Yo sí me curé con jugo de gulupa en ayunas”. Pero, ¿dónde está la evidencia? Lo que quiero decir es que tenemos problemas epistemológicos, no sabemos interpretar las estadísticas. En una columna,  el profesor Armando Montenegro llamaba la atención sobre la ignorancia matemática básica: a todos nos enseñaron aritmética, matemáticas, geometría y cálculo, pero no somos capaces de interpretar un promedio.

Ha dicho que en las ciudades nos desconectamos de lo que nos rodea y que es necesario reconectarnos  si queremos cambiar el planeta. ¿Cómo lo logramos?
Primero tenemos que preguntarnos en qué mundo estamos. No es lo mismo estar en Bogotá que en Lima. Son las cualidades de un lugar las que nos permiten aprovecharlo al máximo. Eso es clave entenderlo para tomar decisiones sobre el arbolado bogotano o  el destino de la Van Der Hammen. ¿Vamos a seguir consumiendo un urbanismo genérico? ¿O vamos a experimentar con nuestras condiciones biológicas, climáticas y geológicas? Siempre tratamos de  implantar cosas maravillosas que vimos afuera, y eso lo único que hace es expandir una homogenización y una globalización que simplifican todo.

Fuente de la entrevista: https://www.elespectador.com/cromos/estilo-de-vida/brigitte-baptiste-no-saldremos-de-la-crisis-ambiental-con-panitos-de-agua-tibia-articulo-878644

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La Educación Ambiental: una respuesta a la crisis ambiental

Por: Ecoportal 

Las relaciones entre educación y medio ambiente no son nuevas, sin embargo, la novedad que aporta la educación ambiental es que el medio ambiente, además de medio educativo, contenido a estudiar o recurso didáctico, aparece con entidad suficiente como para constituírse en finalidad y objeto de la educación.

La crisis ambiental

Desde siempre la especie humana ha interaccionado con el medio y lo ha modificado, los problemas ambientales no son nuevos. Sin embargo, lo que hace especialmente preocupante la situación actual es la aceleración de esas modificaciones, su carácter masivo y la universalidad de sus consecuencias.

Los problemas ambientales ya no aparecen como independientes unos de otros sino que constituyen elementos que se relacionan entre sí configurando una realidad diferente a la simple acumulación de todos ellos. Por ello, hoy en día podemos hablar de algo más que de simples problemas ambientales, nos enfrentamos a una auténtica crisis ambiental y la gravedad de la crisis se manifiesta en su carácter global.

La Educación Ambiental: una respuesta a la crisis ambiental

Desde los años sesenta, cuando se cuestionó el modelo de crecimiento establecido y se denunció el impacto que sobre el medio ambiente producía, los diagnósticos realizados sobre la crisis ambiental han sido numerosos. Poco a poco, el ser humano empieza a realizar una nueva lectura del medio en el que está inmerso y una nueva cosmovisión, una nueva percepción de la relación ser humano-sociedad-medio, va abriéndose paso.

En no pocos de los informes y manifiestos que van apareciendo a lo largo de estos años se plantea la necesidad de adoptar medidas educativas (entre otras) para frenar el creciente deterioro del planeta.

Las relaciones entre educación y medio ambiente no son nuevas, sin embargo, la novedad que aporta la educación ambiental es que el medio ambiente, además de medio educativo, contenido a estudiar o recurso didáctico, aparece con entidad suficiente como para constituírse en finalidad y objeto de la educación.

De esta forma, aunque sus raíces son antiguas, la educación ambiental, como la entendemos hoy en día, es un concepto relativamente nuevo que pasa a un primer plano a finales de los años sesenta.

Estos planteamientos alcanzan rápidamente un reconocimiento institucional. Así por ejemplo, en el ámbito internacional, ha sido la Organización de las Naciones Unidas, a través de sus organismos (UNESCO y PNUMA fundamentalmente), la principal impulsora de estudios y programas relativos a la educación ambiental. Sin embargo, no podemos reducir este proceso de desarrollo a su vertiente institucional. Es preciso reconocer el esfuerzo de innumerables entidades, organizaciones de carácter no gubernamental y educadores que han contribuido, a veces de forma anónima, no sólo a la conceptualización de la educación ambiental sino, sobre todo, a su puesta en práctica.

Funciones de la Educación Ambiental

Un propósito fundamental de la educación ambiental es lograr que tanto los individuos como las colectividades comprendan la naturaleza compleja del medio ambiente (resultante de la interacción de sus diferentes aspectos: físicos, biológicos, sociales, culturales, económicos, etc.) y adquieran los conocimientos, los valores y las habilidades prácticas para participar responsable y eficazmente en la prevención y solución de los problemas ambientales y en la gestión de la calidad del medio ambiente.

La educación ambiental resulta clave para comprender las relaciones existentes entre los sistemas naturales y sociales, así como para conseguir una percepción más clara de la importancia de los factores socioculturales en la génesis de los problemas ambientales. En esta línea, debe impulsar la adquisición de la conciencia, los valores y los comportamientos que favorezcan la participación efectiva de la población en el proceso de toma de decisiones. La educación ambiental así entendida puede y debe ser un factor estratégico que incida en el modelo de desarrollo establecido para reorientarlo hacia la sostenibilidad y la equidad.

Por lo tanto, la educación ambiental, más que limitarse a un aspecto concreto del proceso educativo, debe convertirse en una base privilegiada para elaborar un nuevo estilo de vida. Ha de ser una práctica educativa abierta a la vida social para que los miembros de la sociedad participen, según sus posibilidades, en la tarea compleja y solidaria de mejorar las relaciones entre la humanidad y su medio.

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Objetivos de la Educación Ambiental

  • Conciencia: Ayudar a las personas y a los grupos sociales a que adquieran mayor sensibilidad y conciencia del medio ambiente en general y de los problemas conexos.
  • Conocimientos: Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir una comprensión básica del medio ambiente en su totalidad, de los problemas conexos y de la presencia y función de la humanidad en él, lo que entraña una responsabilidad crítica.
  • Actitudes: Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir valores sociales y un profundo interés por el medio ambiente que los impulse a participar activamente en su protección y mejoramiento.
  • Aptitudes: Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir las aptitudes necesarias para resolver los problema ambientales.
  • Capacidad de evaluación: Ayudar a las personas y a los grupos sociales a evaluar las medidas y los programas de educación ambiental en función de los factores ecológicos, políticos, económicos, sociales, estéticos y educacionales.
  • Participación: Ayudar a las personas y a los grupos sociales a que desarrollen su sentido de responsabilidad y a que tomen conciencia de la urgente necesidad de prestar atención a los problemas del medio ambiente, para asegurar que se adopten medidas adecuadas al respecto.

Definidos en el Seminario Internacional de Educación Ambiental de Belgrado. 1975

 Educación y gestión ambiental

Previamente ha quedado planteado el carácter estratégico que la educación ambiental tiene en el proceso hacia el desarrollo sostenible. Sin embargo, es evidente que la acción educativa, por sí sola, no es suficiente para responder al reto ambiental. “Para contribuir con eficacia a mejorar el medio ambiente, la acción de la educación debe vincularse con la legislación, las políticas, las medidas de control y las decisiones que los gobiernos adopten en relación al medio ambiente humano”. (UNESCO).

La educación es, a la vez, producto social e instrumento de transformación de la sociedad donde se inserta. Por lo tanto, los sistemas educativos son al mismo tiempo agente y resultado de los procesos de cambio social. Ahora bien, si el resto de los agentes sociales no actúa en la dirección del cambio, es muy improbable que el sistema educativo transforme el complejo entramado en el que se asientan las estructuras socioeconómicas, las relaciones de producción e intercambio, las pautas de consumo y, en definitiva, el modelo de desarrollo establecido.

Esto implica la necesidad de incluir los programas de educación ambiental en la planificación y en las políticas generales, elaboradas a través de la efectiva participación social. Demasiadas veces se cae en la tentación de realizar acciones atractivas, con una vistosa puesta en escena y grandes movimientos de masas, que no comprometen demasiado ni cuestionan la gestión que se realiza. La educación ambiental debe integrarse con la gestión (“la mejor educación es una buena gestión”) y no ser utilizada como justificación ante las posibles deficiencias de ésta.

El reto que tenemos planteado hoy en día es el de favorecer la “transición” hacia la sostenibilidad y la equidad, siendo conscientes de que esta transición requiere profundos cambios económicos, tecnológicos, sociales, políticos, además de educativos. Así pues, aun reconociendo las enormes potencialidades de la Educación Ambiental, no podemos convertirla en una falsa tabla de salvación.

Ecoportal.net

Fuente

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La Pedagogía Crítica como respuesta a la crisis ambiental

Por:  Luis Miguel Cisneros Villanueva.

 

Introducción

En el contexto actual la miseria, la violencia, el desempleo, la destrucción y el saqueo de los recursos naturales son problemas heredados del sistema capitalista como resultado de un falso “progreso”; sin embargo, el discurso “desarrollista” pronunciado -constantemente-por los neoliberales es para justificar sus políticas sociales, económicas y el despojo de los recursos naturales; los efectos para la naturaleza y la humanidad son desastrosos pues así lo evidencian los resultados.

La preocupación y ocupación por resolver los problemas ambientales son de tipo planetario, porque ya no podemos reducirlos solamente a lo inmediato y local, sino a la conservación de todos los ecosistemas fundamentales para la vida en el planeta; asimismo, a la preservación de las cosmovisiones de los pueblos originarios porque plantean horizontes diferentes para la relación hombre-naturaleza, porque urge un replanteamiento de las acciones del hombre para el respeto del medio ambiente.

La estructura del ensayo es la siguiente, primero analizamos de manera general el contexto actual para dar cuenta de la crisis capitalista que ha impactado en todos los sectores de la sociedad, incluida la naturaleza. A continuación esbozamos y damos ejemplos de cómo se ha impuesto la hegemonía neoliberal en la sociedad, a partir de un lenguaje “progresista” impulsado por los neoliberales; tomando  incluso planteamientos propios de la izquierda imponen su lógica basada en las leyes del mercado, sin importar los daños que ocasionan a los seres humanos y al planeta.

Por último, bosquejamos la necesidad de construir alternativas pertinentes para revertir el daño ecológico a partir del planteamiento de la ecopedagogíay la lucha de movimientos sociales para construir proyectos verdaderamente sustentables, respetuosos del planeta y los sujetos como condición fundamental para conservar la vida en el planeta.

Por primera vez en la historia de la humanidad, no por efecto de armas nucleares, pero por el descontrol de la producción, podemos destruir toda la vida del planeta. Es a esa posibilidad que podemos llamar la era de la exterminación. Pasamos del modo de producción al modo de la destrucción; tendremos que vivir de ahora en adelante enfrentando el permanente desafío de reconstruir el planeta.

MoacirGadotti

En este inicio de siglo XXI vivimos en un mundo con más desigualdad económica, destrucción de la naturaleza, desempleo masivo, hambrunas, trabajo infantil, miseria, corrupción, individualismo, enfermedades creadas, violencia, guerras y otros tantos problemas heredados del capitalismo y su cultura depredadora. A propósito de lo anterior, Peter McLarenafirma:

Vivimos en un tiempo tan brutal, tan despiadado, que tenemos que preguntarnos continuamente si no estamos soñando. Incluso cuando  reconocemos el  dolor  y  la desesperación  de  tantos  que  viven en un  estado  de desequilibrios  nacionales  e internacionales, y aunque nos espantamos ante el grado de explotación capitalista y la degradación ambiental de nuestro mundo contemporáneo, permanecemos prisioneros de la ilusión de que vivimos en el mejor de los mundos posibles. (McLaren citado en Quiroz, 2008, p. 100).

Efectivamente, el tiempo actual tiene que ver con el proceso de globalización capitalista de corte neoliberal que no sólo influye en el plano económico-político sino también en otros aspectos de la sociedad como la cultura, la ciencia o el medio ambiente. El capitalismo ha producido una severa crisis de todo tipo -incluido deterioro ambiental- dado que dicho sistema se enfoca únicamente en la ganancia y acumulación de la riqueza sin importar la muerte y desaparición de muchos ecosistemas fundamentales para la vida ocasionando verdaderosecocidios,[1] cortesía del sistema vigente.

La crisis ambiental ha sido el gran aguafiestas en la celebración del triunfo del desarrollismo, expresando una de las fallas más profundas del modelo civilizatorio de la modernidad. La económica, la ciencia de la producción y la distribución mostro su rostro oculto en el disfraz de su racionalidad contra natura. (Leff, 2004, p. 181).

El desastre ecológico heredado del sistema capitalista es evidente en muchas partes de la tierra. Pero, ¿Cómo se legitimó la destrucción de los ecosistemas?El modelo económico neoliberal impone su hegemoníadesde  los aparatos ideológicos del Estado a partir desus discursos “progresistas”[2]adoptando términos incluso de izquierda para seguir justificando sus acciones, aunque éstas atenten contra el ser humano y el planeta. Esta posición priva de sus derechos sobre sus recursos naturales a muchos pueblos y, en otros casos, sus planteamientos son aceptados poralgunos sectores de la población sin cuestionamiento alguno.

Un ejemplo concreto de lo antes mencionadoes la promoción a través de los medios de comunicación masiva para campañas de reciclaje, sin embargo, el objetivo es hacer creer al ciudadano “que si él es responsable” y reciclasus desechos se terminará la contaminación. No obstante, esto resuelve poco, incluso si la sociedad entera reciclara sus desechos no se resolvería el problema de la contaminación, dado que son las empresas transnacionales las que producen la mayor parte de los desechos en el mundo. Por tanto, los capitalistas utilizan una estrategia engañosa para justificar el despojo, la explotación, el destrozo y robo de los recursos naturales, manejando un vocabulario progresista y algunas pequeñas acciones para –según ellos- resolver el tema de la contaminación.

La problemática ignorada no es sólo la sobreexplotación de los recursos naturales: la alarmante deforestación de muchos bosques y selvas, la contaminación del agua, el aire y otros; sino también los daños irreversibles ocasionados por las empresas trasnacionales que bajo el discurso de llevar “progreso” a los países “subdesarrollados” llevan a cabo verdaderos ecocidios. Ejemplo de lo anterior es la minería “moderna” a cielo abierto, destructora de ecosistemas,desperdiciando y contaminando el agua de las comunidades cercanas a la mina.

El despojo alarmante de los recursos naturales es patrocinado por los gobiernos neoliberales bajo el discurso de inversión y progreso para las comunidades; sin embargo, el supuesto progreso nunca es para los legítimos dueños de las tierras sino para las mineras extranjeras. En suma, lo más importante para el sistema capitalista es la obtención de ganancia a costa de todo y de todos ocasionando un daño irreversible a los ecosistemas gracias a la ambición desmedida de los capitales multinacionales; esta situación plantea un escenario de muerte ecológica.

Desde los años 70, hemos descubierto que los desechos, emanaciones, exhalaciones de nuestro desarrollo técnico-industrial urbano degradan nuestra biósfera, y amenazan con envenenar irremediablemente el medio viviente del cual hacemos parte: la dominación desenfrenada de la naturaleza por la técnica conduce la humanidad al suicidio. (Morín, 1999, p. 42).

A pesar de las evidencias que dan cuenta del camino hacia el auto exterminio de la humanidad, la apatía e indiferencia es notoria en muchos sectores de la población mundial que poco o nada hacen para resolver la catástrofe ecológica. Aunado a esta situación, tenemos una escuela ciega, sorda y muda ante el problema ambiental porque ésta se enfoca únicamente a la adquisición de las llamadas competencias básicas para la tecno-producción olvidando la formación integral del ser humano. La tarea ignorada por la educación vigente es la respuesta nula a la problemática ambiental local, fundamentalmente porque no cuenta en su currículo con un programa integral para concientizar a la comunidad educativadel desastre ecológico impuesto.

En efecto, la escuela actual no cuenta con un programa ambiental integral; por el contrario reproduce la desvalorización y destrucción de los ecosistemas porque:

  • En la escuela se reflejan las conductas de maltrato y destrucción de la naturaleza, porque hoy la mayoría de las escuelas priorizan la construcción de espacios de concreto quedando pocos o nulas áreas verdes.
  • Las instituciones educativas reproducen el consumismo desmedidode comida chatarra generando con ello grandes cantidades de basura de todo tipo.
  • Ausencia de una cultura de separación de residuos como el reciclaje y la reutilización.
  • Consumo excesivo de energía eléctrica y agua.
  • Las instituciones educativas no contemplan en su trabajo cotidiano con los estudiantes realizar tareas colectivas como construir huertos escolares, viveros, compostas, cuidado de espacios verdes, la eliminación de comida chatarra y materiales desechables; es decir, no existen proyectos de intervención que contrarrestan los problemas ambientales; no se realizan las acciones locales para los cambios globales.
  • En la escuela no se desarrolla una conciencia ambientalista, por el contrario, la comunidad educativa es apática, indiferente y pasiva ante los enormes problemas ambientales que atentan contra la vida misma.

De lo anterior surge una afirmación concreta: es necesario cambiar la racionalidad económica. ¿Qué hacer? y ¿Cuál es el aporte de la pedagogía crítica ante el desastre que ha dejado el capitalismo?La pedagogía crítica tiene como objetivo luchar por una vida mejor para todos mediante la construcción de una sociedad que no se base en relaciones explotadoras, sino en la justicia social. En esta perspectiva, la tarea fundamental de la pedagogía crítica es desmascarar y desmitificar el discurso hegemónico neoliberal y la construcción de un movimiento social trasnacional a favor de la emancipación del ser humano.

La pedagogía crítica invita a la praxis para la transformación social, sus ejes de acción son muchos y variados; uno de los principales tiene que ver con la ecopedagogía entendida como un movimiento social y político amplio donde los seres humanos se asumen como parte de la madre tierra; es decir, una pedagogía de la tierra como alternativa a la racionalidad capitalista, que no se reduce a la simple conservación de la naturaleza sino que promueve un modelo de civilización nuevo integral y sustentable. “La construcción de una racionalidad ambiental es un proceso político y social que pasa por la confrontación y concertación de intereses opuestos (…) el saber ambiental se orienta hacia la construcción de una nueva racionalidad social” (Leff, 2004, p. 201).

Por lo anterior, la escuela actualdebe reorientar sus intencionalidades y construir un currículo promotor de la racionalidad ambiental;la tarea de la educación es denunciar la destrucción ambiental ocasionada por el capitalismo; asimismo, desnudar el discurso neoliberal quepropone -como única opción- al libre mercado para revertir el desastre ecológico. Sin embargo es la política neoliberal lacausante deldaño irreversible a muchos ecosistemas.

El replanteamiento de los objetivos de la escuela pública es urgentepara que la comunidad educativa entienda la contradicción entre la lógica de mercado y la preservación de los ecosistemas, además de ubicar en el centro del debate las relaciones de poder propuestas por la racionalidad económica fundamentada, no sólo en la sobreexplotación del trabajador, sino también de la naturaleza, generando que en muchos espacios del mundo sea imposible revertir el daño ecológico.

Ante el panorama desolador la escuela pública debe reorientar su trabajo en materia ecológica; su obligación es la desconstrucción de la racionalidad económica, porque es evidente que el “crecimiento económico” para una minoría no es sostenible para el pueblo y la naturaleza, de ahí la necesidad de construir otra racionalidad productiva que sea respetuosa del medio ambiente y del ser humano. Por tanto, es imposible una relación armónica entre el sistema económico vigente y la naturaleza, porque “la crisis ambiental ha puesto al descubierto la insustentabilidad ecológica de la racionalidad económica”. (Leff, 2004, p. 184).

La refundación de la escuela pública implica construir y desarrollar un currículo que supere la racionalidad económica porque ésta pone en riesgo la vida en el planeta. Un elemento importante para el nuevo currículo es incorporar la ecopedagogía como un instrumento estratégico para que la escuela, junto con otros espacios de lucha y resistencia, construyanlos colectivos integrados por educadores críticos, estudiantes, académicos, trabajadores, indígenas, activistas y sectores progresistas hacia la lucha por el planeta.

Debemos construir alternativas racionales, fundadas en el saber actual sobre las condiciones ecológicas del proceso productivo en los valores de la democracia y en los principios de la diversidad cultural. Ello implica la necesidad de elaborar estrategias para deconstruir esta racionalidad insustentable y construir una racionalidad ambiental (Leff, 2004,p. 198).

Es preciso señalar que las acciones aisladas, periodizadas y conservadoras planteadas por el capitalismo poco o nada ayudan en la recuperación de los ecosistemas por su carácter limitado. Por el contrario, la pedagogía de la sostenibilidad planteaconstruir nuevas relaciones con el mundo natural interviniendo en dos frentes esenciales:resolver los problemas ambientales a la par de los problemas sociales: por tanto la ecopedagogía promueve una cultura ambiental como premisa fundamental para el bien común, basada en una nueva forma de pensar que cambie y revierta el estilo de vida consumista-contaminador promovido por el sistema vigente.

Una cultura de la sustentabilidad es también, por tanto, una cultura de planetariedad, una cultura que parte del principio de que la tierra es constituida por una sola comunidad de seres humanos, los terráqueos, y que son ciudadanos de una única nación. (Gadotti, 2002, p. 2).

En efecto, es urgente construir una cultura de la sustentabilidad fundamentada enla reflexión y conciencia de la nueva ciudadanía planetaria que permita comprender que los seres humanos comparten el planeta y,por tanto, forman parte de una sola comunidad con la obligación de cuidar, amar y respetar a la madre tierra. Lo anterior no se debe tomar como algo elegible, sino como una verdad impostergable, pues la vida en el planeta está en riesgo eminente. En esta perspectiva Ceceña (citado en Acosta, 2013) sostiene que: “dentro del capitalismo no hay solución para la vida; fuera del capitalismo hay incertidumbre, pero todo es posibilidad. Nada puede ser peor que la certeza de la extinción. Es momento de inventar, es momento de ser libres, es momento de vivir bien”.

Ante el evidente riesgo de la vida en el planeta es inaplazable la intervención desde la ecopedagogíay los movimientos sociales en contra del capitalismo. Afortunadamente, existen muchos ejemplos de luchas contrahegemónicas; uno de ellos es el aporte de Vandana Shiva, representante del ecofeminismo[3] y parte del movimiento Chipkoque concibe una lucha ecosocialista (tierra democrática) planteando el respeto a todo ser viviente, pues considera a la tierra como sagrada, viva y conectada con todos los seres vivos. Otro ejemplo de lucha y resistencia pacífica sucedió en Brasil unas décadas atrás, lo encabezó el precursor por el ecosocialismoFrancisco Alves MendesFilho, mejor conocido como “Chico Mendes”, quién se opuso a la tala de la selvapara expandir los pastizales en el Amazonas. El activismo ambiental de “Chico Mendes” indica que en muchos lugares de la tierra existe conciencia y compromiso en la defensa y conservación de los ecosistemas.

En el México actual también hay movimientos sociales para preservación de los recursos naturales, entre otros mencionamos a los pobladores de Cherán, Michoacán y su lucha por sus bosques; la defensa de los recursos mineros en la comunidad indígena de Santa María de Ostula, Mich., la luchapor el agua del pueblo yaqui en el Estado de Sonora, la defensa del territorio sagrado de los huicholes en el Wirikuta, y la lucha por el autogobierno y el respeto pleno a la madre naturaleza por los pueblos originarios de Chiapas. Estos y otros movimientos sociales se enfocan en la defensa y respeto al ser humano y a la madre tierra.Los casos expuestos anteriormenteejemplifican propuestas concretas para revertir el daño ambiental (unas más efectivas que otras); sin embargo todas aportan elementos significativos a favor de la naturaleza sustentable.

Por otra parte, en algunos pueblos del sur del AbyaYala (América) se han concretado acciones gubernamentales para la protección del medio ambiente retomando elementos de la filosofíade los pueblos originarios como elBuen Vivir[4]. Estas propuestas se plasman como derechos de la naturaleza en la Constitución de la República del Ecuador en su artículo 71que a letra dice: “La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos”.

Otro ejemplo notable llevado a leyes de un país se encuentra en la Ley de Derechos de la Madre Tierra propuesta por el Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia; en dicho documento se enfatiza el respeto y defensa de los derechos de la madre tierra: “El Estado y cualquier persona individual o colectiva respetan, protegen y garantizan los derechos de la Madre Tierra para el Vivir Bien de las generaciones actuales y las futuras”. En el mismo documento se agrega sobre la no mercantilización de la naturaleza: “Por el que no pueden ser mercantilizados los sistemas de vida, ni los procesos que sustentan, ni formar parte del patrimonio privado de nadie”.

La esperanza para el cuidado y preservación de los ecosistemas lo encontramos en la perspectiva ancestral de los pueblos originarios quienes se asumen como hijos de la “madre tierra” y del padre “cosmos”. Esta cosmovisión reafirma el profundo respeto al medio ambiente y promueve una relación de cariño y familiaridad con la tierra. Este horizonte de protección a la vida debería ser una preocupación común para los pueblos del planeta; sin embargo, la mayoría de estos eligen la racionalidad económica que contamina y destruye la naturaleza.

Hoy la humanidad tiene dos opciones: seguir formando el capital humano contaminador y consumista que atenta contra la vida, o elegir una vida plena, feliz y en armonía con la naturaleza (Buen vivir). El ser humano tendrá que aclarar su opción ética para aprender desaprendiendo y aprender-reaprendiendo para construir la racionalidad ambiental; de otro modo el “progreso” capitalista terminará con los últimos ecosistemas de la tierra, concretando así la autoexterminación de la vida. “La ética tiene que ver con la vida y con la muerte de la humanidad. Si no tenemos un cierto criterio ético, vamos a hacer que la vida siga el camino de un suicidio colectivo” (Dieterich et ál., 1999, p. 144).

En efecto, el camino que propone el capitalismo es la muerte colectiva de la vida en el planeta; sin embargo, es urgente la organización por la defensa de los ecosistemas a partir de reafirmar la opción ética a favor de la vida; desde el ámbito educativo es urgente la formación de la nueva ciudadanía planetaria, desde una perspectiva de pertenencia y amor a la madre tierra. En este horizonte, es fundamental enseñar a la comunidad educativa otras cosmovisiones y su relación con el planeta. Un ejemplo se ubica en la Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos (1855) que afirma:

Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos. Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo. (…) El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.

Finalmente, es necesario recordar que no existe otro lugar para vivir y por tanto, es responsabilidad del ser humano recomponer su relación con la madre tierra porque ella puede vivir perfectamente sin el hombre; no obstante, sin la tierra no hay vida.“Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida;por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad;por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz;y por la alegre celebración de la vida”. (Carta de la tierra).

Hoy la humanidad debe elegir entre la vida y la muerte; si elige la primera opción deberá reconocer la multiculturalidad existente, asumiendo que todos los seres humanos forman parte de una sola comunidad y que la tierra es su hogar; por tanto, deberán trabajar en objetivos comunes: respetar-conservar la naturaleza, promover una cultura de la tolerancia, consolidar los derechos humanos universales para todos y construir la justicia social.

A modo de cierre abierto.

La producción capitalista contamina grandes territorios de la tierra ocasionando en muchos lugares verdaderos ecocidios, producto de la racionalidad económica que antepone la ganancia a la conservación de la vida. Hoy, la consigna “Socialismo o barbarie” de Rosa Luxemburgo es extraordinariamente relevante porque la humanidad tiene dos opciones; seguir apostando por el capitalismo devastador que conduce a la destrucción del planeta o elegir la lucha por el ecosocialismo que busca el “Buen Vivir” traducido en la preservación de la vida.

La cultura del saqueo y la sobreexplotación irracional de la naturaleza impulsada por los países industrializados debe cesar porque el supuesto progreso capitalista sustentado en la acumulación, el pensamiento único y el productivismo tiene efectos adversos para la toda la vida. La agresión a la flora, fauna, aire, suelos y aguas son ataques al ser humano porque su vida depende de la tierra y sus bondades. Sin embargo, para la sociedad del consumo no hay naturaleza que pueda alimentar a su sistema depredador vigente, por lo que urge la acción organizada y articulada de todas las luchas anticapitalistas en la construcción de alternativas pertinentes para revertir el daño a la naturaleza. En esta perspectiva, la ecopedagogía aporta el cuestionamiento a la racionalidad económicapara concretar acciones inmediatas, a mediano y largo plazo, que reparen/curen los ecosistemas.

Las escuelas, conjuntamente con los movimientos sociales, tienen la obligación deconstruirla racionalidad ambiental; es decir, las escuelas como espacios de resistencia debe construir los nuevos paradigmas ambientales para una nueva ciudadanía planetaria (nuevo modelo civilizatorio)respetuosa de la vida. Para las nuevas generaciones el reencuentro y armonía con la naturaleza no es una opción elegible, es una necesidad de vida. Preservar lo natural sin interés económico debería ser la actitud de la nueva civilización; así los nuevos “hijos de la tierra” podrían plantear desarrollos verdaderamente sustentables para construir una sociedad respetuosa del medio ambiente.

Referencias

  1. Acosta, A. (2013, Octubre). El Buen Vivir, una alternativa al desarrollo. La Jornada del campo, (73). Extraído el 10 de febrero de 2015 desde http://www.jornada.unam.mx/2013/10/19/cam-vivir.html
  2. Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos (1855). Extraído el 13 de octubre de 2015 desde http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/mundo/carta_gran_jefe.php
  3. Carta de la tierra. Extraído el 23 de octubre de 2015 desdehttp://www.earthcharterchina.org/esp/text.html
  4. Constitución la República del Ecuador, (2008, 10 de octubre). Extraído el 16 de marzo de 2015 desde http://www.inocar.mil.ec/web/images/lotaip/2015/literal_a/base_legal/A._Constitucion_republica_ecuador_2008constitucion.pdf
  5. Dieterich, H. Dussel, E. Franco, R. Peters, A. Stahmer C. &Zemelman, H. (1999). El fin del capitalismo global. El Nuevo proyecto histórico. México: Txalaparta s.l.
  6. Gadotti, M. (2002). Pedagogía de la tierra y cultura de la sustentabilidad. México: Siglo XXI.
  7. Leff, E. (2004). Racionalidad ambiental, la reapropiación social de la naturaleza. México: Siglo XXI.
  8. Ley de derechos de la madre tierra (2010, 7 de diciembre). Extraído el 5 de abril de 2015 desde http://www.bdlaw.com/assets/htmldocuments/Bolivia%20-%20Law%20of%20Rights%20of%20Mother%20Earth.pdf
  9. Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Paris: Santillana.
  10. Quiroz, S. (2008). La utopía del siglo XXI. México: Promografig.

[1]Se definen como la destrucción del medio ambiente y los recursos naturalescomo consecuencia de la acción directa o indirecta del humano que pone en riesgo la vida en los ecosistemas.

[2] Un ejemplo es el concepto de “desarrollo sostenible” planteado por el discurso neoliberal para legitimar la explotación, saqueo y despojo de los recursos naturales, esta política ambiental no se propone resolver el problema ecológico de fondo, sino implementar algunas acciones mínimas para continuar con la ganancia a costa de la sobreexplotación de la naturaleza.

[3] Articulación de movimientos que convergen la ecología y el feminismo que asumen la acción-reflexión para una política del cuidado, responsabilidad, amor y mantenimiento de la vida.

[4] Es una cosmovisión diferente a la capitalista-occidental, el buen vivir es una alternativa para la emancipación colonial con prácticas vivenciales, saberes comunitarios ancestrales que están enfocados principalmente en la conservación de la naturaleza. El buen vivir es una posibilidad para imaginar, pensar y construir un mundo diferente.

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