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Entrevista a Cynthia Duk: «La escuela inclusiva debiera ser una escuela no sexista, no racista, no discapacitante y no clasista»

Por: Meritxell Freixas Martorell

Cynthia Duk, directora del Centro de Desarrollo e Innovación en Educación Inclusiva de Chile:

«La escuela inclusiva debiera ser una escuela no sexista, no racista, no discapacitante y no clasista»

La inclusión, ya sea en Chile, en América Latina o en España, ha de suponer un cambio de mirada sobre el alumnado. «Responde al desafío de conseguir que todos los alumnos se desarrollen plenamente, aprendan y participen en la vida en sociedad».

Lleva más de 30 años dedicada a la educación inclusiva y no se cansa de seguir apostando por ello. Cynthia Duk es directora del Centro de Desarrollo e Innovación en Educación Inclusiva de la Facultad de Educación de la Universidad Central de Chile. También dirige el Máster de Educación Inclusiva de la misma universidad. Profesora de educación especial de profesión, su pasión es la formación de profesores en las escuelas y territorios: “Mi proyecto profesional que se ha transformado en mi proyecto de vida”, dice.

Duk participó en las primeras experiencias de integración con niños y niñas con discapacidad en Chile. De ellas aprendió a “ampliar el foco” y entendió que “la inclusión no era un tema de discapacidad, sino un tema vinculado a la educación en general”. Aunque es optimista con los avances en materia de integración, sobretodo en el acceso, reconoce que “la calidad desigual” en los sistemas educativos sigue siendo una asignatura pendiente en América Latina.

¿De qué hablamos cuando nos referimos «educación inclusiva» en América Latina?

Desde la mirada latinoamericana, tiene que ver con el sistema educativo en su conjunto. La educación inclusiva no se reduce a la inclusión a las personas con discapacidad, que tienen necesidades educativas especiales. Los incluye, pero va más allá de este colectivo. Tiene que ver con todo. Es la educación que desde las estructuras comunes busca dar cuenta de las especificidades, –identidades, características y necesidades– que definen a los seres humanos. Por eso, es tan compleja y tiene tantas dimensiones; no hay límites en dónde comienza y dónde termina. Responde al desafío de conseguir que todos los alumnos se desarrollen plenamente, aprendan y participen en la vida en sociedad. En sistemas y sociedades muy desiguales –como la chilena– la educación inclusiva adquiere mucha más relevancia.

¿Qué diagnóstico hace del estado de salud en América Latina, considerando los principios establecidos por la UNESCO en las distintas conferencias internacionales (Jomtien en 1990, Salamanca en 1994 y Dakar 2000)?

Hay distintas aristas. En términos de cobertura y acceso, la región ha hecho grandes avances. Todavía hay países que no tienen todos los niveles de cobertura deseados, por ejemplo, Nicaragua o El Salvador. Las deudas en cobertura recaen en la población indígena, los sectores rurales y las personas con discapacidad. El mayor problema es la desigual calidad de la educación. La mayor calidad llega a los sectores de más recursos, y la de peor es la que reciben los sectores más desfavorecidos. No podemos equiparar resultados educativos entre los estudiantes más desventajados con los más aventajados si ni siquiera les ofrecemos igual calidad de la educación.

¿Cómo se puede construir una escuela inclusiva en ciudades segregadas y distribuidas de formas desiguales, como es común en América Latina?

Hay uno de los autores de referencia sobre inclusión, Mel Ainscow, que señala que el mensaje de la inclusión es entendible y cargado de principios éticos y valores. ¿Quién podría oponerse a ella? Sin embargo, su puesta en práctica, es altamente compleja. Cuando hablamos de inclusión lo hacemos poniendo un foco en la complejidad, no se puede observar desde una sola perspectiva porque tiene muchas aristas y dimensiones. Uno de los aspectos importantes para avanzar en esta dirección es desarrollar el ojo y la mirada de hacia dónde están las barreras para la inclusión.

¿Cuáles son?

Tenemos muchas presiones contrapuestas a estos valores y, por esto, se hace tan difícil. Eso se traduce en altos niveles de segregación a nivel escolar. Además, la población está distribuida según nivel socioeconómico de ciertos barrios y se produce una tendencia de crear guetos. Como consecuencia, no se produce mixtura y no hay encuentro entre clases sociales. También se da segregación escolar por rendimiento académico, capacidades, etc. Eso es una de las cosas que en Chile hemos intentado combatir a través de la Ley de Inclusión. La segregación por rendimiento académico por la vía de la selección de los estudiantes es un fenómeno propiamente chileno. En países con fuerte educación pública y sistema educativo valorado por la sociedad, el fenómeno de la segregación académica se da menos. Me temo que terminemos con un sistema educativo altamente segregado según nacionalidades, también. Porque el fenómeno de la migración se ha exacerbado en los últimos cuatro años.

Este es un fenómeno que se vive en España. Hay escuelas públicas con alta población de alumnado migrante, mientras que en centro privados o de barrios más enriquecidos el porcentaje de alumnos extranjeros es muy bajo.

Aquí estamos iniciando este camino y observo que se está reproduciendo esa tendencia a la segregación por migración. Esto hace pensar ¿por qué no aprendemos de otras experiencias para evitar que se profundice la segregación?

En sociedades racistas, ¿cómo se trabaja desde la escuela para superar para eso?

La escuela inclusiva debiera ser una escuela no sexista, no racista, no discapacitante y no clasista. Por eso es una aspiración, es un ideal, un proceso largo. Son visiones que se ponen de moda. Son conceptos que están tan cargados de valores que empiezan a aparecer en todos los discursos.

En una de sus editoriales en la Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva habla precisamente de esto y dice que el concepto se utiliza tanto que se le ha vaciado de significado.

Exacto. Los hemos usado tanto que está gastado y pierde sentido. Creemos que una escuela que recibe a migrantes ya es inclusiva. Y eso no necesariamente es así, habría que ver la pluralidad, la política de convivencia y sus reglamentos, etc.

En América Latina existe todavía debate en torno a las escuelas especiales para los niños que conviven con alguna discapacidad. Se las defiende con argumentos como que ofrecen más atención a sus alumnos, por ejemplo. Sin embargo, autores como el australiano Roger Slee dicen que los niños que van en escuelas segregadas tendrán más dificultades a la hora de ingresar al instituto o encontrar un trabajo.

Tengo la convicción de eso, coincido plenamente con Slee. Sin embargo, hay un debate fuerte sobre los jóvenes que tienen una discapacidad muy severa. ¿Qué hacer si en el sistema común no tienen las mejores condiciones para tener la atención no sólo educativa, sino también vinculada a la salud? En esos casos, sí creo que es mejor que estén en escuelas especiales. Pero es una población muy específica y minoritaria. Los estudiantes que han hecho todo su proceso educativo en escuelas especiales tienen muchos menos recursos personales y habilidades para insertarse en la vida cotidiana e interactuar en la sociedad. Si no se interactúa con el otro, no se le conoce, no hay contacto, entonces no se produce el cambio cultural hacia la integración.

¿Qué desafíos enfrentan hoy los profesionales que trabajan en escuelas inclusivas?

Los mayores desafíos tienen que ver con los valores y las actitudes de los adultos. La inclusión implica un cambio actitudinal de los profesores que tiene que ver con cómo interpretan su rol y cómo se disponen a entender al grupo. Eso no es nada fácil. El cambio de actitud tiene que ver con la atención, el tiempo, la dedicación que los profesores otorgan a conocer a sus estudiantes. Dar respuesta a la multiplicidad de necesidades y demandas es muy complejo. Tienen que tratar de mirar a todos los estudiantes, pero en su individualidad. Implica deconstruirse, por eso es tan difícil. Los profesores pueden hacer los mejores esfuerzos y tener su intención, pero les juegan en contra las concepciones previas (las presiones internas) y las presiones externas (conseguir mejores resultados, evaluaciones de su trabajo, etc.). Siempre miramos la mayoría y los extremos.

¿Qué buenas prácticas hay en la región?

Los mayores avances están en los cambios en las legislaciones que la mayoría de los países en sus leyes de educación están empujando. Hay mucha más consciencia y compromiso que se traducen en legislaciones y políticas orientadas a mejorar la calidad, sobretodo en las últimas dos o tres décadas. Estamos hablando de países pobres, que les faltan recursos, pero a pesar de esto las políticas se orientan en una dirección correcta. Hay muchas experiencias notables en todos los países, incluso en regiones concretas de estos, donde se ven avances más sostenidos. El concepto y la visión de educación inclusiva ha ido permeando los sistemas en América Latina, donde los países tienen claro que la inclusión es una vía para combatir las desigualdades.

¿Nos hemos hechos cargo de los beneficios que la inclusión tiene para el conjunto, más allá de los beneficiarios directos?

Ahí nos falta mucho, pero ese es el gran desafío. Siempre se considera un beneficio para las minorías. Pasa lo mismo, por ejemplo, con el movimiento feminista: la equidad de género se ve como un beneficio para las mujeres, no para toda la sociedad. La mayoría de los hombres no le ven las ventajas que tiene para ellos como individuos de la sociedad. Nos cuesta ver el beneficio que como sociedad podemos obtener. También nos pasa lo mismo con la migración. Nos preocupamos de ver los efectos en los que viven en la desventaja, pero para los otros también las hay. Una línea de investigación nueva debiera abordar las consecuencias o efectos de la segregación para quienes detentan el poder.

“Hay quienes piensan que la justicia tiene que ver con el mérito”

Poniendo atención en el contexto de chileno, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, quiere sustituir la Ley de Inclusión por un proyecto que bautizó como “Admisión Justa”, que devuelve a los colegios la opción de seleccionar su alumnado. Su propuesta se rechazó en el Congreso, por ahora. ¿Qué opina?

Desde 2009 con la Ley General de Educación se prohibió selección hasta 6º básico [11 años], pero estaba tan establecida como mecanismo propio y tan instalada en la cultura que a pesar de que la Ley lo prohibía, las escuelas seguían seleccionando. Además, estaba permitida en la enseñanza media para el acceso a la escuela. Eso contribuía a generar desigualdad y segregación, que se traducía en exclusión por los antecedentes socioeconómicos y culturales de familia, el rendimiento académico, las pruebas que se aplicaban a estudiantes para saber su nivel de competencias, las observaciones de interacciones con otros niños para conocer conductas, comportamientos… Eran mecanismos instalados en muchos colegios de Chile, no sólo en el sistema privado.

¿La Ley de Inclusión, que entró en vigor en 2016, lo corrigió?

Sí, corrige ese mecanismo perverso. La educación inclusiva también se concreta en un acceso igualitario para todas las personas a la educación y a la libertad de las familias de elegir el colegio y la educación que quieren para sus hijos. Lo que ocurría en Chile era que la escuela elegía a los estudiantes y no las familias. Eso se prohibió y se acabó la selección como recurso para la discriminación arbitraria. Por ejemplo, discriminar en algunos centros a hijos de padres separados, o a niños no bautizados. Eso se prohibió con la esperanza de que, si se eliminaba la selección, se produjera más mixtura de forma natural. Se sustituyó la selección por un sistema aleatorio y centralizado en el que las familias pueden elegir a través de un sistema online de postulación y que distribuye a los estudiantes según sus preferencias, sin mirar ningún antecedente previo. Pero con la llegada de un gobierno de orientación ideológica neoliberal y de derecha ahora se pretende reponer la selección bajo el fundamento de la meritocracia.

Así lo explicita el nombre del proyecto “Admisión Justa”.

Hay un sector que realmente piensa que la justicia tiene que ver con el mérito. Creen que aquellos, que tienen más talento o más capacidades, tienen que ir a los mejores colegios. Ahora, la pregunta de vuelta es: ¿Estos colegios obtienen mejores resultados porque son de alta calidad o porque seleccionan, descreman y educan a los mejores? Sin embargo, la propuesta de la ministra fue votada en contra y creo que el Parlamento estuvo a la altura en eso. Fue una señal de que algo está cambiando en Chile y no es tan fácil echar pie atrás a ciertos avances que han sido conquistados y que han sido reivindicaciones del movimiento estudiantil.

¿Qué otros países tienen o han tenido mecanismos selectivos de ese tipo?

Los hay en la mayoría de los países. Segregación escolar por las condiciones económicas hay en todos los países latinoamericanos en niveles altos, y ha ido aumentando con la desigualdad. Pero si lo miramos desde el punto de vista de la discapacidad, se han hecho esfuerzos muy importantes en todos los países de la región. Se han hecho planes y políticas, y se han desincentivado y han disminuido las escuelas especiales. Hay un alto porcentaje de escuelas regulares que abren las puertas a la discapacidad, pero los estudios muestran que esa proporción de estudiantes que ingresan a las escuelas regulares, luego encuentran la segregación dentro de las propias escuelas.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/27/la-escuela-inclusiva-debiera-ser-una-escuela-no-sexista-no-racista-no-discapacitante-y-no-clasista/

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Brasil: Lula: Quiero luchar para hacer realidad el sueño del pueblo

América del Sur/Brasil/10-11-2019/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

“Este país no se merece el Gobierno que tiene, que envía a sus hijos a mentir todos los días”, expresó el expresidente.

El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dio este sábado su primer discurso público tras salir de prisión, donde expresó que decidió quedarse en el país para demostrar su inocencia y demostrar las mentiras del exmagistrado y actual ministro de Justicia, Sérgio Moro.

«Podría haber ido a una embajada, a otro país, pero precisaba probar la mentira y que Sergio Moro no era un juez, sino un canalla», expresó el exlíder obrero frente a la sede del sindicato metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, Sao Paulo.

El fundador del Partido de los Trabajadores (PT), indicó que afrontó la situación porque sabía de su inocencia, «si hubiera salido del país, sería tratado como fugitivo (…) tengo la conciencia tranquila y me siento libre como un pajarito», agregó.

PT Brasil

@ptbrasil

Livre e pronto pra lutar em defesa deste país. Esse foi o recado que @LulaOficial deu ao povo reunido no Sindicato dos Metalúrgicos do ABC em seu discurso, agora há pouco. A luta está apenas começando!

Fotos: Victor Saavedra / Carta Maior

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Ante los constantes señalamientos en su contra por parte de sectores políticos que se tomaron la justicia brasileña, Lula reiteró que lleva remordimientos en su corazón, «Estuve en confinamiento solitario y durante 580 días me preparé para no odiar a mis verdugos. Dormí con la conciencia tranquila», sostuvo.

«Dudo que Bolsonaro duerma con la conciencia tranquila. Dudo que su ministro Moro, destructor de sueños del pueblo brasileño duerma bien (…) “Solo podremos salvar este país si tenemos la valentía de hacer un poco más», indicó el expresidente brasileño.

En el multitudinario acto, Lula alertó que en el país se quiere implantar el modelo neoliberal que trae desigualdad y pobreza, asimismo, hizo un llamado imperativo a la solidaridad a países como Bolivia, Argentina, Chile y Venezuela, siendo éste último víctima de un ilegal bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos (EE.UU.)

PT Brasil

@ptbrasil

As últimas 48 horas foram o anúncio de tempos de mudança para o Brasil. @LulaOficial está livre para fazer o que sempre fez para mudar o país: conversar olho no olho com seu povo!

Confira os melhores trechos do discurso na .

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«Estoy dispuesto a recorrer este país. Porque no podemos vivir en un país donde los ricos se enriquecen cada día y los pobres se empobrecen todos los días (…) Mi sueño no es resolver mis problemas. Toda mi vida está bloqueada, pero soy mucho más valiente que nunca», manifestó Lula.

Lula permanecía en prisión desde el 7 de abril de 2018, tras un juicio que ha sido considerado una persecución judicial en su contra para impedir su postulación como candidato presidencial.

El líder del PT recibió una condena de ocho años y 10 meses por su supuesta corrupción y lavado de dinero en la operación lava Jato. La defensa ha retirado que la detención del exmandatario es incompatible con la ley y con la Constitución de Brasil.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/brasil-lula-quiero-luchar-hacer-realidad-sueno-pueblo-20191109-0027.html

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¿Están los ciudadanos de América Latina preparados para el siglo XXI?

Por: Mercedes Mateo

La región se enfrenta a un escenario que lastra sus oportunidades: altos niveles de desigualdad, ineficiente inversión en educación y baja productividad laboral

Vivimos en un mundo en acelerada transformación en el que los cambios se suceden a nivel tecnológico, migratorio, demográfico y climático. A pesar de la incertidumbre y desafíos que traen consigo, muchos de estas modificaciones son positivas, como una mayor esperanza de vida o la aparición de nuevas oportunidades profesionales para personas que hoy están fuera de la economía formal en ámbitos como la economía gig o economía colaborativa. Sin embargo, América Latina y el Caribe se enfrenta a un complicado escenario que podría impedir que la región aproveche las oportunidades de la cuarta revolución industrial: un escenario en el que se combinan altos niveles de desigualdad con ineficiente inversión en educación y una baja productividad laboral.

En medio de esta compleja actualidad surgen varias preguntas. ¿Están preparados nuestros jóvenes para formarse y poder navegar vidas productivas y felices en un mundo en acelerada transformación? ¿Cuáles son las habilidades clave a desarrollar para el individuo del siglo XXI? ¿Podrían estas transformaciones ayudarnos a romper con el lastre de la desigualdad y crear sociedades más prósperas?

La realidad es que el individuo del siglo XXI se desenvuelve en un entorno extremadamente dinámico en el que va a convivir con tecnologías como la inteligencia artificial que, si bien pueden a ayudar a resolver algunos de los problemas que hoy enfrenta la humanidad, también van a generar desafíos prácticos y éticos. Sabemos que, hasta ahora, el desarrollo de habilidades técnicas ha estado fuertemente relacionado con buenos resultados en el mercado laboral. Sin embargo, un estudio del BID muestra cómo su importancia ha venido cayendo en las últimas dos décadas, mientras que los retornos de la inversión en habilidades transversales o socioemocionales han ido aumentando.

Pero, ¿cuáles son estas habilidades, llamadas también habilidades blandas o, como yo prefiero llamarlas, habilidades a prueba de automatización? Se trata de herramientas como la perseverancia, la resiliencia, la capacidad de aprender a lo largo de la vida, la creatividad, el pensamiento crítico, la flexibilidad, la comunicación y la persuasión. Su desarrollo —además de tener impacto en nuestro éxito laboral— también tiene efectos sobre los distintos ámbitos del bienestar y de la vida personal y social de todos nosotros como individuos. Constituyen el equivalente al sistema operativo humano: forman la arquitectura mental del individuo y son el mejor amortiguador para responder a la incertidumbre que nos plantea el mundo actual porque soportan tanto las funciones básicas como el desarrollo de funciones más sofisticadas para el trabajo y para la vida en general.

Una oportunidad para reducir la desigualdad

América Latina y el Caribe tiene una de las brechas de habilidades más grande del mundo y los sistemas de formación de talento de la región, incluyendo la escuela, se enfocan en títulos detrás de los que hay currículos que no están adaptados a la nueva realidad. Además, el desempeño de los estudiantes es extremadamente pobre comparado con otras regiones, y la deserción escolar sigue siendo un gran desafío: en América Latina, cerca del 50% de los estudiantes abandona el sistema antes de concluir la educación secundaria. Y las brechas salariales asociadas a un abandono temprano entre un trabajador que no terminó la secundaria y la que terminó educación terciaria son del 300% en países como Chile o Colombia. Esto quiere decir que no solo convivimos con estructuras del siglo pasado: incluso dentro de esas viejas estructuras, estamos dentro del grupo de cola. Nuestros países tienen que seguir invirtiendo en conocimientos y habilidades específicas y técnicas, pero necesitan hacerlo mucho mejor y, sobre todo, no de forma exclusiva: mantener un modelo de instrucción basado solo en contenidos ya no preparará a nuestros jóvenes de hoy a enfrentarse con éxito a los retos del mañana, ese mañana que está sucediendo ya hoy, aquí.

Mientras la memorización es cada vez menos importante porque tenemos acceso ilimitado y al instante a millones de contenidos con un simple clic, la mentalidad o mindset de los estudiantes es cada vez más relevante. Un estudio de la consultora McKinsey sobre cómo mejorar los resultados escolares de los estudiantes a partir de datos de PISA 2015 muestra que el mindset de los alumnos puede llegar a ser dos veces más importante que su origen socioeconómico para predecir el desempeño académico de los jóvenes de 15 años que realizaron las pruebas. Es decir, que, al contrario de las creencias generalizadas, el origen familiar no tiene por qué definir por sí solo el futuro de los chicos, siempre que la escuela logre trabajar y fortalecer ese mindset o arquitectura mental de los jóvenes. De hecho, los chicos de cuartiles de ingreso más bajo que participaron en el estudio y que tenían una mentalidad bien calibrada, obtuvieron un mejor desempeño académico promedio que los chicos del cuartil de ingreso más alto con una mentalidad mal calibrada.

La pregunta es, ¿cómo podemos expandir estos resultados para llegar a una población más amplia? La buena noticia es que, como se muestra en una publicación reciente del BID, existen programas de desarrollo de habilidades que pueden preparar a los niños y jóvenes de la región para desarrollar todo su potencial y, en algunos casos, se pueden poner en marcha incluso con recursos humanos y financieros limitados. Los países de la región deberían invertir en programas de alfabetización digital, de ciudadanía global y valores, en programas musicales, deportivos y de formación para el emprendimiento porque a través de estos programas niños, jóvenes y adultos logran desarrollar el conjunto de habilidades que necesitan para la vida. Además, en todos ellos se pueden incluir los últimos hallazgos de las ciencias del comportamiento para incorporar estrategias de intervención que permitan derribar las barreras psicológicas que impiden a los individuos desarrollar sus habilidades y alcanzar sus objetivos a través de cambios en sus hábitos, actitudes y conductas.

Por todos estos motivos, es el momento de que nuestra región transforme sus sistemas educativos para generar una masa crítica de jóvenes líderes, de agentes de cambio e individuos activos a cualquier edad, con independencia de su origen socioeconómico. A pesar de los riesgos, tenemos ante nosotros una oportunidad única: la de lograr, en un corto periodo de tiempo, que mucha gente —gente normal para los estándares del siglo pasado— tenga la oportunidad de convertirse en gente extraordinaria que pueda desarrollar todo su potencial y contribuir a crear un mundo más próspero para las generaciones futuras. En medio de esta transición en la que nos encontramos —la transición de un mundo conocido de títulos y diplomas hacia a un nuevo mundo centrado en habilidades y en el aprendizaje a lo largo de la vida— la clave está en que, en vez de enfrentarla con miedo o suspicacia, lo veamos como una verdadera oportunidad. La oportunidad de que América Latina y el Caribe logre, por fin, comenzar a cerrar la brecha de oportunidades entre niños, jóvenes y adultos de altos y bajos ingresos para crear un nuevo espacio en el que por fin podamos combatir uno de los peores males de nuestra región: la desigualdad.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/10/21/planeta_futuro/1571676232_677064.html

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Racismo, desigualdad y exclusión en la educación superior en América Latina

Daniel Mato
Director Cátedra UNESCO
Educación Superior y Pueblos Indígenas
y Afrodescendientes en América Latina
Universidad Nacional de Tres de Febrero.

El racismo es una ideología según la cual los seres humanos seríamos clasificables en “razas”, algunas de las cuales serían superiores a otras. Esta poderosa ideología continúa vigente y de manera frecuentemente inconsciente aún impregna las maneras del ver el mundo de buena parte de los seres humanos.

En América Latina, donde muchas personas piensan que el racismo solo es un problema en Europa y Estados Unidos, esta ideología continúa afectando a diversos grupos humanos, pero muy especialmente a las personas y comunidades de pueblos indígenas y afrodescendientes. En esta región del mundo, la ideología racista data del período colonial, pero la construcción de las repúblicas poscoloniales la incorporó de manera protagónica. Esto se
expresó y, según los casos, aún se expresa en los discursos y prácticas de los Estados, incluyendo prácticas genocidas, políticas de “blanqueamiento” de la población y en diversas políticas económicas, sociales, lingüísticas y de educación, entre otros recursos.

Si bien en algunos países “latino-americanos” (expresión que cuanto menos silencia la existencia de pueblos indígenas y afrodescendientes), los comportamientos abiertamente discriminatorios hacia personas y comunidades de estos pueblos son menos habituales que tiempo atrás, estos aún persisten. Pero las expresiones y consecuencias del racismo no se limitan a comportamientos “visibles”, sino que incluyen la existencia de desventajas históricamente acumuladas, mecanismos y prácticas institucionales, creencias y prejuicios que multiplican inequidades y reproducen formas de desigualdad y exclusión. El racismo aún es una ideología dominante en estas tierras, solo que muchas veces se presenta de formas no explícitas. Las instituciones y políticas de educación superior no escapan a estos problemas. Al contrario, en este ámbito, ellos se expresan no solo en prejuicios y descalificaciones, sino también en la exclusión de las historias, lenguas y conocimientos de esos pueblos en los planes de estudio. Además, también se manifiestan en la escasa participación de personas indígenas y afrodescendientes entre el estudiantado, docentes, autoridades y funcionarios de estas instituciones.

Lo alarmante respecto de este tipo de problemas no es solo que ellos existan, sino que excepto iniciativas puntuales de unos pocos gobiernos, ellos no parecen ser causa de mayor preocupación para los Estados. Esta última afirmación puede constatarse al observar que la mayoría de los Estados no sostienen políticas eficaces ni destinan presupuestos significativos para acabar con ellos. Complementariamente, cabe observar que si bien algunas universidades de varios países de la región sostienen algunas iniciativas valiosas en la materia, estas no exigen de manera categórica a los gobiernos los presupuestos necesarios para sostenerlas. Unas y otros parecen omitir que ofrecer oportunidades educativas a estas personas y comunidades, a todos los niveles, al menos en condiciones de igualdad respecto de otros grupos de población y que resulten apropiadas a sus contextos e intereses, constituyen derechos establecidos en múltiples convenios internacionales y en las constituciones nacionales y leyes de la mayoría de los países de la región, cuya aplicación efectiva es deber de los Estados asegurar.1

De no ser por la existencia de formas inconscientes de racismo, debería resultar no solo alarmante sino también sorprendente que, exceptuando algunas meritorias excepciones, no solo gobiernos y universidades, sino tampoco actores sociales y políticos con agendas democratizadoras, hasta la fecha no hayan adoptado posiciones fuertes en la
materia. Las expresiones “racismo institucional oculto” y “racismo estructural” o “racismo sistémico” resultan útiles para dar cuenta de las sus sutiles y variadas formas en que el racismo afecta a nuestras sociedades y con ellas a sus sistemas educativos, incluyendo los de Educación Superior, así como a la calidad de las funciones de producción de
conocimientos y de formación profesional, ciudadana y de opinión pública que estos deben cumplir.

En México, estimaciones realizadas por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2014, muestran que el 12,7% de la población total mayor de 15 años exhibe educación superior completa, pero que únicamente el 4,9% de la población indígena alcanza este nivel de
escolaridad 2.  En tanto, en Argentina, país en el que debido al desinterés por el tema ni siquiera se dispone de estadísticas que permitan hacer estimaciones semejantes, a pocos sorprende que, aunque según el Censo del 2010 la población indígena represente casi el 2,5% del total nacional, haya un número indeterminado pero notablemente muy escaso de estudiantes indígenas y que el número de docentes y directivos de estos pueblos en las instituciones de Educación Superior (IES) sea aun menor. O que en Brasil, donde la  población afrodescendiente supera el 50%, su proporción entre estudiantes, docentes y directivos de IES resulte visiblemente tan baja.

Por otro lado, a nadie parece sorprender que en las carreras de Farmacia de la inmensa mayoría de las universidades latinoamericanas no se estudien los conocimientos de pueblos indígenas acerca de aplicaciones terapéuticas de especies vegetales, pero que los laboratorios farmacéuticos se ocupen de obtenerlos y patentarlos en su propio
beneficio. El desinterés por estudiar las formas de administración de justicia y resolución de conflictos de estos pueblos en las carreras de Derecho y Ciencias Políticas resulta igualmente llamativo. Existen ejemplos de desinterés semejante para todos los campos del saber.

El racismo no solo afecta las posibilidades de que personas indígenas y afrodescendientes accedan a la Educación Superior y logren graduarse en los lapsos esperables. También afecta la calidad de la formación que las IES ofrecen, la investigación que realizan y su papel en la formación de ciudadanos y de opinión pública. Además, el racismo también impregna la formación de docentes y así se irradia hacia todo el sistema educativo. Todo esto perjudica no solo a las personas y comunidades de esos pueblos, sino a cada sociedad en su conjunto, que se priva de sus conocimientos, lenguas y contribuciones a la solución de importantes desafíos ambientales y sociales.

En vista de estos problemas y de lo establecido en varios convenios internacionales la 3ra. Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2018), realizada en Córdoba en junio de 2018, entre otras recomendaciones enfatizó que las políticas e instituciones de Educación Superior (IES) deben contribuir proactivamente a desmontar todos los
mecanismos generadores de racismo. Como una manera de asegurar esto, la Declaración Final de la CRES 2018 destacó la necesidad de promover la diversidad cultural y la interculturalidad en condiciones equitativas y mutuamente respetuosas y planteó que el reto no es solo incluir en las IES a miembros de pueblos indígenas y afrodescendientes e individuos de grupos sociales históricamente discriminados, sino transformar a estas
instituciones para que sean social y culturalmente pertinentes. De este modo, podrán capacitar profesionales y técnicos con conocimientos más apropiados a sus contextos, realizar investigación de mejor calidad y contribuir a construir sociedades más democráticas y equitativas. Además, la Declaración enfatizó la necesidad de promover el
aprendizaje de las lenguas de pueblos indígenas y afrodescendientes y su uso efectivo en las prácticas de docencia, investigación y extensión, así como la formación de docentes interculturales bilingües para todos los niveles de los sistemas educativos. Complementariamente, destacó que es ineludible reconocer y valorar las epistemologías,
modos de aprendizaje y diseños institucionales propios de pueblos indígenas y afrodescendientes, comunidades campesinas y otras socioculturalmente diferenciadas. 3

Se trata entonces de poner estas recomendaciones en práctica. Para lograrlo es necesario el compromiso efectivo de las IES, sus autoridades, docentes, investigadores, estudiantes y funcionarios, pero también se necesitan políticas públicas y dotaciones presupuestarias apropiadas. Para contribuir a avanzar en estos fines, la Cátedra UNESCO
Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina) ha impulsado la creación de la Iniciativa para la Erradicación del Racismo en Educación Superior en América Latina, que ya cuenta con la participación de más de treinta universidades de ocho países latinoamericanos y continúa creciendo. 4

1 Ver especialmente:
 Organización de las Naciones Unidas (1967)  Convención Internacional sobre Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación Racial
https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CERD.aspx
 Organización Internacional del Trabajo (1989) Convenio sobre pueblos indígenas y tribales
(Convenio Nro. 169)
https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:C169

2 Salmerón Castro, Fernando (2019) “Algunos retos de la Educación Superior Intercultural en México para
combatir el racismo”. Colección Apuntes. Nro. 11. Iniciativa para la Erradicación del Racismo en Educación
Superior, Cátedra UNESCO Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina.
Buenos Aires, Argentina.

3 http://espacioenlaces.org/wp-content/uploads/2018/07/declaracion_cres2018.pdf

4 Ver: http://unesco.untref.edu.ar/

Fuente: http://revistas.ibero.mx/ibero/articulo_detalle.php?pageNum_paginas=1&totalRows_paginas=4&id_volumen=50&id_articulo=894&id_seccion=815&active=814&pagina=23&pagina=24

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«América Latina en ebullición»

Por: Alejo Vargas Velásquez.

En las últimas semanas las democracias liberales latinoamericanas han estado en la picota pública; no precisamente por sus grandes logros en crecimiento económico, en disminuir la inequidad, o por ser modelos de estímulo a la participación de los ciudadanos. No. Desafortunadamente, para ellas, ha sido, en la mayoría de los casos, por la irrupción en la escena pública de millones de protestantes, provenientes de los sectores sociales populares y especialmente de jóvenes, que han considerado que medidas de política económica de sus gobiernos los afectan de manera grave y han salido a protestar bulliciosa y masivamente.

Es lo que sucedió en Ecuador con la eliminación del subsidio a los combustibles, que llevó a reactivar las históricas manifestaciones hacia Quito de los indígenas, liderados por la CONAIE, a la cual se sumaron otros sectores populares, que obligaron al gobierno de Lenin Moreno, no sólo a refugiarse inicialmente en Guayaquil, sino finalmente a aceptar derogar estas medidas e instaurar una Mesa de Diálogo con los sectores sociales.

En Chile, considerado por algunos como el ‘modelo’ a mostrar, del país que había instaurado el llamado paquete macroeconómico neoliberal, con el pretexto de un aumento en el valor del pasaje del metro de Santiago, termino explotando, como una olla a presión, toda una inconformidad larvada, por un modelo económico que había profundizado la inequidad social y que aparentemente, por herencia perversa del modelo represivo de la dictadura pinochetista, había aceptado pasivamente todos esos ajustes, que implicaron privatización de la educación, la salud, las pensiones y finalmente que los beneficios del crecimiento económico solo acrecentarán la desigualdad y la inequidad.

En Haití hemos visto a los sectores populares manifestarse por varias semanas seguidas pidiendo la salida de su Presidente Jovenel Moise por la incapacidad mostrada para el manejo de la situación económica y política que tiene a este pequeño y pobre país más empobrecido que nunca. Pero igualmente en Uruguay se han dado masivas manifestaciones para protestar contra un eventual mayor protagonismo de los militares en la vida pública de este pequeño país. Y siguen a la espera otros países del vecindario.

Todo lo anterior, sumado a lo que hemos visto en otras latitudes, Cataluña en España, Hong Kong, Inglaterra, Libano, donde igualmente los ciudadanos parecen considerar como totalmente insuficientes los mecanismos de que dispone la democracia liberal y cada vez más consideran que la manera más eficaz para afrontar situaciones de crisis, de diverso tipo –incapacidad de los gobiernos para gestionar la economía y la política social, responder a demandas ciudadanas, o dar salidas a problemas políticos críticos-, es con su presencia protagónica y masiva en los espacios públicos, lo que sin duda le plantea un verdadero desafío a esta forma de gobierno, por cuanto está colocándose en cuestión los procedimientos, canales y sistemas de representación, los mecanismos formales de toma de decisiones y en últimas, la propia legitimidad de dichas democracias liberales.

Y por supuesto el tema va más allá de los estribillos de ‘que es la economía estúpido’, o contra el viejo o el nuevo populismo, el renacer del caudillismo, las nostalgias de la llamada vieja izquierda. Es evidente que se requieren nuevas y complejas preguntas, creativas reflexiones y respuestas mucho más audaces. Sino, la democracia liberal, especialmente la latinoamericana, seguramente seguirá por el despeñadero en que se encuentra.

Fuente del artículo: https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2019/10/28/america-latina-en-ebullicion

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Suiza: Atribuye ONU a una mayor desigualdad social la ola global de protestas

Europa/Suiza/27-10-2019/ Autor y Fuente: www.publimetro.com.mx

Protestas en Bolivia, Chile, Ecuador, España o Hong Kong tienen pautas comunes: poblaciones hartas y enfadadas por condiciones socioeconómicas.

Portavoces de Naciones Unidas en Ginebra opinaron que el aumento de las protestas en todo el mundo, citando recientes ejemplos en Bolivia, Chile, Ecuador, España o Hong Kong, tiene como raíz el aumento de la desigualdad social y la brecha entre ricos y pobres, problemas que llamaron a atajar.

Aunque las razones de las protestas «son complejas y variadas» hay pautas comunes tales como «poblaciones hartas y enfadadas por las condiciones socioeconómicas, la corrupción, la desigualdad y el aumento de la brecha ricos-pobres», destacó la portavoz de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos Ravina Shamdasani.

El portavoz de Naciones Unidas en Ginebra Rhéal LeBlanc, en la misma rueda de prensa, agregó que esta conflictividad social «indica que aún hay mucho que hacer para lograr los objetivos de desarrollo sostenible» en aras de reducir la pobreza y crear condiciones de trabajo digno.

Va en aumento desconfianza a gobiernos

Shamdasani apuntó que el descontento «se ve exacerbado por una creciente desconfianza en las instituciones de gobierno, los políticos y las elites en el poder» y subrayó que muchos de los movimientos de protesta empezaron por reivindicaciones específicas pero derivaron a muestras de malestar más generalizadas.

La portavoz añadió que la respuesta violenta contra algunas de esas protestas también ha servido para acrecentar el descontento en momentos en los que «las fuerzas de seguridad han incumplido los estándares internacionales sobre el uso de la fuerza e intentaron obstruir derechos humanos fundamentales como la libre expresión».

Sobre el recurso a la violencia de algunos manifestantes, insistió en que las autoridades han de distinguir protestas pacíficas de aquellas que no lo sean, sin usar los altercados como carta blanca para usar la fuerza en cualquier circunstancia, lo que «es receta para convertir una situación terrible en catastrófica».

Shamdasani concluyó que la respuesta a todas estas protestas con raíces comunes debe ser «un diálogo genuino y significativo».

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2019/10/25/atribuye-onu-una-mayor-desigualdad-social-la-ola-global-protestas.html

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Si naces en República Centroafricana tienes un 2.500% más de posibilidades de morir en la niñez que en Cuba

África/24 Octubre 2019/El país

Nunca antes se había visto con tanto nivel de detalle el panorama global de mortalidad infantil como el que se acaba de publicar en ‘Nature’, que estudia 99 países de ingresos medios y bajos

5,4 millones de niños mueren cada año antes de cumplir cinco. En 1950, eran 19,6 millones. Tradicionalmente se ha utilizado estos datos para medir la evolución del mundo y de hecho la reducción de esta cifra se considera uno de los grandes logros de la humanidad. Sin embargo, siguen existiendo diferencias abismales según el lugar de nacimiento, y lo que es peor: los territorios que estaban mal hace 50 años siguen siendo los que presentan peores resultados. Hoy si naces en República Centroafricana tienes 2.500% más de posibilidades más de morir en tus primeros cinco años de vida, que si lo haces en Cuba. Son los dos países que representan los extremos de mortalidad infantil, según un extenso estudio que se acaba de publicar en Nature. El análisis incluye a los 99 países de ingresos medios o bajos en los que el fallecimiento de niños continúa siendo significativo (y acumulan el 93% de las muertes infantiles en el mundo).

«En esta disparidad en las tasas influyen muchos factores: demográficos, económicos, políticos, malnutrición…», explica Simon Hay, el investigador principal del estudio y profesor de la Universidad de Washington. Se trata de la investigación más detallada a nivel global sobre mortalidad infantil. Lo es porque no solo analiza los datos nacionales, sino que por primera vez estudia con un detalle nunca antes visto las estadísticas por provincias o regiones en los países pobres y en desarrollo. Han estudiado las estadísticas entre 2000 y 2017. Así, han concluido que la ciudad en la que más posibilidades existen de no superar el primer lustro de vida se llama Garki. Está en el norte de Nigeria, cerca de la frontera con Níger y en el corazón del Sahel.

«En el estudio se mencionan casos como el de China, Vietnam o Brasil. Pero también podríamos hablar de India. Todos los que nos dedicamos a la salud global sabemos que con 1.300 millones de habitantes es absurdo hablar de datos a nivel nacional. Si no somos capaces de mirar con lupa, compramos una historia que no es la real. En el siglo XXI no es aceptable disponer solo de datos por países, pero es cierto que en esta investigación se han utilizado unos medios que no están al alcance de todos», explica Quique Bassat, investigador de ISGlobal y uno de los expertos participantes en la publicación.

Si naces en República Centroafricana tienes un 2.500% más de posibilidades de morir en la niñez que en Cuba

«Combinar datos nacionales y locales puede resultar más útil para que los Ministerios de Salud y los diferentes organismos sepan dónde invertir», comenta Hay. «Aparte de saber cuántos fallecen, hay que saber de qué se mueren. Solo así se pueden dirigir de forma precisa los pocos fondos disponibles para salud en algunos países», completa Bassat.

Los investigadores han puesto cifras al impacto de la desigualdad dentro de los países y han calculado qué sucedería si el distrito más pobre de un Estado alcanzara el nivel del más rico dentro del propio territorio nacional. Si España apareciese en la investigación —no lo está porque los países ricos no se incluyen en este estudio—, es el equivalente a haber estudiado qué sucedería si Extremadura tuviese la misma riqueza que el País Vasco. «Si se eliminara la desigualdad dentro de cada país, se habrían evitado 2,7 millones de muertes infantiles solo en 2017. Durante todo el período de estudio, estimamos que este escenario habría llevado a aproximadamente dos tercios menos de muertes», asegura Hay. Por ejemplo: en el distrito 10 de Ho Chim Minh, en Vietnam, la tasa es de 6,9 muertes por mil niños nacidos, varios centenares de kilómetros al norte, en la región Mường T, la tasa asciende a 39,7 decesos por cada 1000 partos.

La mitad más pobre

Latinoamérica es otro gran laboratorio de la desigualdad. En Guatemala, por ejemplo, la desnutrición alcanza al 46% de sus menores de cinco años, pero si nos fijamos en el segmento más pobre de su población, este porcentaje sube al 64%. Emma Iriarte es médico y especialista en salud pública del Banco Interamericano de Desarrollo. «En salud hay una lista interminable de intervenciones, pero uno tiene que tener la capacidad de seleccionar aquellas más eficientes», asegura.

Ella coordina un proyecto en América central que incluye a países como México, Costa Rica, Panamá, Honduras o Nicaragua. Varios donantes, entre el que está el Gobierno español, pero también fundaciones como la Gates o la de Carlos Slim, han aportado 143 millones de dólares en un proyecto que finaliza en 2021 precisamente para dirigir acciones de salud al 20% más pobre de todos estos países. «Dar ácido fólico a las mujeres, no cortar el cordón umbilical hasta 90 segundos después del nacimiento para facilitar el riego de sangre al bebé, pesar a la futura madre durante todo el embarazo para comprobar el crecimiento del feto… Todo ello son acciones que se pueden tomar con muy poco coste», detalla la especialista. El proyecto se basa en resultados tremendamente concretos, como el de reducir un 15% la anemia entre los pequeños con menos recursos.

Otro de los datos relevantes obtenidos en este estudio es que dentro de los fallecidos antes de los cinco años es que la gran mayoría mueren en el primer año. «El motivo es que las campañas más potentes de salud, como las de vacunación o las de transmisión del VIH van dirigidas a niños más mayores y todos los problemas relacionados con el parto siguen teniendo una gran dependencia del sistema de salud. Y donde no llega o es malo, los niños siguen muriendo», indica Bassat.

En los lugares en los que se ha invertido en educación, prestaciones sociales y acceso al sistema de salud, las historias de éxito de multiplican. Para muestra, el caso de Ruanda, un caso paradigmático de desarrollo en los últimos años. En 2000 morían 144 niños de cada 1000 en el mejor de los casos, ahora son 57 en el peor. «Se ha invertido en la salud de los niños más pobres del país, la seguridad social alcanza a más gente y se ha incrementado el número de trabajadores comunitarios», detalla Hay.

La figura del personal de salud es fundamental: «Hay que mejorar la cobertura sanitaria, sí. Eso es muy fácil de decir y no tanto de llevar a cabo. En la mayoría de los países pobres hay muy pocos doctores. Te hablo de Mozambique, el caso que yo más conozco. Para una población de 29 millones de habitantes, hay 1.200 médicos y la mitad trabajan en el ministerio y no ven pacientes. Allí la salud la imparten enfermeros, técnicos, matronas… Cuando se habla de mejorar el acceso hay que conseguir que la salud llegue a la comunidad, no que la comunidad tenga que ir en busca de la salud», resume Bassat. Iriarte, con el foco en Latinoamérica tiene el mismo diagnóstico: «La solución no es hacer un hospital en cada pueblo, sino encontrar otras maneras de llegar a los pacientes. Por el mar, por el río, en avión… Otro ejemplo: una mujer con dolores de parto no va a andar cinco horas hasta un hospital, así que una solución es habilitar estancias cerca de los mismos para que puedan dormir allí cuando se acerca la fecha».

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/10/16/planeta_futuro/1571215742_830173.html

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