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Brasil: Bolsonaro acorrala al “marxismo cultural” en su primer año

Redacción: Gestión

A lo largo del año, el Ministerio de Educación acumuló una serie de polémicas. Tras una corta y controvertida gestión por parte del colombiano nacionalizado brasileño Ricardo Vélez, el economista Abraham Weintraub asumió la cartera el pasado abril.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha intensificado en su primer año de mandato, que cumple el miércoles, su cruzada contra todo lo que considera “marxista”, en especial en las áreas de Educación y Cultura, dos de los principales sectores que cree “dominados” por la “ideología izquierdista”.

Desde cuando era candidato a las elecciones presidenciales que ganó en octubre del 2018, Bolsonaro defendía un Brasil «similar» al de «hace 40 o 50 años» en materia de costumbres y propuso combatir la ideología que, según sostiene, ha «dominado» la enseñanza, la producción cultural y la prensa del país.

“En su análisis, Brasil vive una crisis moral y de seguridad, que sería causada sobre todo por la igualdad de género y la aceptación de la homosexualidad”, dijo el filósofo y profesor de la Universidad de Sao Paulo Renato Janine Ribeiro, quien también fue ministro de Educación de la expresidenta Dilma Rousseff entre el 2015 y 2016.

Cuando asumió la Presidencia el 1 de enero del 2019, Bolsonaro reforzó su batalla contra «el izquierdismo» con medidas como la imposición de «filtros» a contenidos que no encajan en su visión ultraconservadora del mundo o la reducción de recursos destinados a áreas como educación, cultura y ciencia.

Polémicas en el Ministerio de Educación

A lo largo del año, el Ministerio de Educación acumuló una serie de polémicas. Tras una corta y controvertida gestión por parte del colombiano nacionalizado brasileño Ricardo Vélez, el economista Abraham Weintraub asumió la cartera el pasado abril.

En ocho meses como ministro, Weintraub acusó a estudiantes de hacer «jaleo» con dinero público, afirmó que las universidades públicas de Brasil abrigan «plantaciones de marihuana» y hasta dijo que el modelo de enseñanza actual prefiere «discutir sexualidad» a «leer y escribir».

El último capítulo de la ofensiva bolsonarista en el campo educativo tuvo lugar hacia fin de año, cuando el Gobierno anunció que no renovaría el contrato con una televisión pública volcada a la educación que opera desde 1995, por su programación «de izquierda», que promovía temáticas como la «ideología de género».

«La agenda de este Gobierno es denunciar a los profesores que traten de intolerancia al homosexual, de la esclavitud, de la igualdad de la mujer. Ellos asumieron el poder con un proyecto hostil a todo lo que se hizo en los últimos 25 años»», dijo Janine.

«En la mejor de las hipótesis, este fue un año desperdiciado. En la peor, dimos inicio a un retroceso», evaluó.

La cultura sofocada

Igualmente figura en el punto de mira de Bolsonaro la producción cultural del país, que, según el mandatario, también ha sido dominada por la izquierda en los últimos 30 años.

En su primer año en el poder, el presidente cumplió la promesa de eliminar el Ministerio de Cultura, convertido ahora en Secretaría, ha reducido significativamente su presupuesto y ha incentivado la aplicación de «filtros» a exposiciones, películas y programas de televisión que presenten contenidos «inadecuados».

Entre los casos más emblemáticos de censura destacan la revocación de la financiación a series televisivas con personajes LGTB y la retirada de un comercial de un banco estatal por presentar la diversidad étnica, racial y sexual de Brasil.

Bolsonaro, por su parte, ha expresado que «no se trata de censura, sino de preservar los valores cristianos».

La polémica fue reavivada cuando el grupo humorístico «Porta dos Fundos» sufrió un ataque con cócteles molotov en su sede de Río de Janeiro debido a su especial de Navidad, que retrata a Jesucristo como un homosexual y por el que una comisión de la Cámara de Diputados decidió convocar a Netflix para explicarse.

Para el secretario de Cultura de la ciudad de Sao Paulo, Alê Youssef, el Gobierno «tiene una agenda de combate a la identidad nacional», que «involucra la cultura, la Amazonía, los indios y varios otros iconos de la identidad nacional».

«Ellos pueden hacer lo que les dé la gana. Sao Paulo es independiente y vamos a continuar ejerciendo nuestro papel bajo los preceptos de la democracia y la libertad de expresión», afirmó Youssef, quien asumió la Secretaría en enero, después de que Bruno Covas, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), sustituyera al ahora gobernador Joao Doria en el cargo de alcalde.

El secretario anunció además que la capital paulista celebrará próximamente un festival con todas las producciones vetadas por el Gobierno, con el que espera hacer frente a ese «flirteo con el autoritarismo».

Entre las obras confirmadas en el festival figura el espectáculo «Res Pública 2023», que tuvo su estreno cancelado por retratar la celebración de una Nochevieja en un distópico «Brasil Tropical Fascista» en el 2022, según cuenta el reparto de la producción.

«Con el veto percibimos que es una política de Estado, una cruzada contra la cultura, la educación, la ciencia», explicó el director de la obra, Biagio Pecorelli.

“Se trata de unas pérdidas irreparables en el campo institucional de derechos alcanzados en diversos ámbitos”, completó el actor Bruno Caetano.

Fuente: https://gestion.pe/mundo/internacional/brasil-bolsonaro-acorrala-al-marxismo-cultural-en-su-primer-ano-noticia/

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15M en Brasil: un tsunami en la educación

Brasil / 9 de junio de 2019 / Autor: Márcia Bertoldi / Fuente: Rebelión

Desde que Jair Bolsonaro asumió el cargo de Presidente de Brasil, en enero de este año, vivimos la incertidumbre hacia la barbarie, no solamente en materia de educación, sino también en medio ambiente, trabajo, pensiones y otros derechos sociales conquistados hace mucho pero que en muy poco tiempo han visto quebradas sus perspectivas de continuidad y avance. Es más: está en curso un proceso de despiece del estado democrático, iniciado en Brasil tras 21 años de dictadura (1964-1985), por obra de un liberalismo clásico reformado que impulsa hacia un capitalismo violento.
 
En la mañana de 30 de abril de 2019, el Ministro de Educación anunció recortes del 30% en tres universidades públicas brasileñas, sin informar sobre los criterios de selección aplicados. Por la noche, ese mismo día, comunicó que el recorte valdría para todas las universidades e institutos federales. Según declaró a un periódico de gran tirada: “Las universidades responsables de altercados tendrán una reducción en su financiación”. En su opinión, las universidades están promoviendo “manifestaciones partidistas” y “fiestas inapropiadas” en el ámbito universitario. Las “manifestaciones partidistas” a las que se refería eran los debates organizados el 25 de abril de 2019 en una de las tres universidades afectadas, con presencia de los candidatos de la izquierda brasileña a la presidencia Fernando Haddad y Guilherme Boulos, y que tuvieron una participación masiva y repercusión nacional; mientras que las “fiestas” a las que hacía alusión son en realidad las acciones culturales y artísticas realizadas como forma de contestación al gobierno. No han bastado, por lo visto, los ataques de partidarios de Bolsonaro a dichas universidades. Ni han frenado el renovado impulso represor las grandes manifestaciones de protesta organizadas a nivel nacional.
 
A esta andanada hay que sumar el anuncio de Bolsonaro (por twitter, su principal canal de comunicación, y el mismo que utiliza preferentemente Trump), este mismo mes, de que el Ministro de Educación estudia retirar la inversión pública en las facultades de Filosofía y Sociología, al considerar que no aportan nada a los contribuyentes en contrapartida a su esfuerzo impositivo (a diferencia de las carreras de ingeniería, medicina o veterinaria).
 
Hay, por lo tanto, una evidente ofensiva contra la producción del conocimiento en Brasil, sobre todo en las universidades públicas, que son las responsables del 95% de la investigación nacional. A lo que se suma un evidente rechazo a las políticas de expansión y democratización de la universidad pública realizadas en los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff (2003-2016), responsables, por ejemplo, de la inclusión de población negra (en 2005 era el 5,5% y en 2015 el 12,8%) y de bajos ingresos (el 66,19% tiene renta per cápita inferior a 1,5 salarios mínimos –aproximadamente 335,00 euros–).
 
En este contexto, el 15 de mayo, sólo dos semanas después del anuncio del 30 de abril, la comunidad académica se ha movilizado, con amplio apoyo social, en lo que se ha venido a llamar “Paro Nacional de la Educación” y/o “Tsunami de la Educación”, la primera gran protesta tras 5 meses de gobierno “bolsonarista”. El impacto ha sido fuerte: calles llenas, vivas, potentes, repletas de amor por la educación pública, gratuita y de calidad. Más de 200 ciudades en Brasil han participado de los actos con una presencia estimada de 2 millones de personas, en afectuosa diversidad de géneros, colores, etnias y clases sociales. La sociedad brasileña parece tener aún capacidad de movilización.
 
Principalmente se reclaman dos cosas: por un lado la defensa de la continuidad de la universidad pública y de las políticas de estado implementadas por el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y, por otro, el freno a la política de recortes del gobierno. Por ahora, el gobierno se muestra insensible, pese a que dos rectores ya han apuntado que, si el gobierno no da marcha atrás, las universidades no estarán en condiciones de operar después de septiembre.
 
El Presidente, durante un viaje a Dallas, ha llamando “idiotas útiles” e “imbéciles” a los estudiantes, profesores y demás participantes en las marchas, llegando a afirmar que, por no saber, no sabían ni la fórmula del agua. La guerra que ha entablado con estudiantes y profesores no parece tener límite. A su vez, el Ministro de Educación, Abraham Weintraub, ha manifestado que los responsables son los gobiernos de Rousseff y Temer (presidente de 2016 a 2018, tras el golpe blando, y ahora procesado por corrupción). Con una indudable actitud despótica, ha interpretado unilateralmente el mandato constitucional sobre la autonomía de las universidades, que en su opinión no equivale a la soberanía de las mismas y por tanto no limita la intervención de la policía en los campus.
 
A pesar del éxito de las movilizaciones, quienes apoyan al gobierno las descalifican acusándolas de ideología marxista y difundiendo innumerables fake news (uno de los motores de la victoria electoral de Bolsonaro). El actual presidente, de muy baja formación intelectual, confunde comunismo con valores sociales y con la libre producción y manifestación artística, a la que responsabiliza de manipular las mentes de las personas. Está seguro, junto a sus ministros y seguidores, de que Brasil ha sido tomado por lo que llama “marxismo cultural”, en realidad luchas sociales que reclaman el respeto a la diversidad de ideas. Para él, los movimientos sociales feministas, indígenas, negros, LGBTI, campesinos y todo aquello que pueda intimidar al hombre de traje y corbata (el blanco en el poder) es pura ideología izquierdista.
 
En Brasil se está viviendo una confrontación radical entre “bolsominios” y “comunistas”: entre quienes apoyan el oscurantismo y quienes defienden la educación y el desarrollo; entre quienes defienden el estado mínimo, el final de los derechos conquistados, y quienes promueven un estado interventor y promotor de derechos. Una lucha alimentada desde un gobierno autoritario que incita el odio a las diferencias y a los pobres, que se enorgullece de su ignorancia, mediocridad e incapacidad política para gestionar la mayor economía de Sudamérica, mientras echa por tierra las ilusiones y posibilidades de un Brasil de futuro, genuinamente plural, intercultural y bonito por natureza, mas que beleza!
Fuente del Artículo:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=256823
Fuente de la Imagen:
https://www.pressenza.com/es/2019/05/30m-en-brasil-segundo-tsunami-por-la-educacion-en-dos-semanas/
ove/mahv
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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 9 de junio de 2019: hora tras hora (24×24)

9 de junio de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 9 de junio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

00:00:00 – Chile: Piñera deja caer la educación pública

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311810

01:00:00 – ¿Un escape room con Gustavo Adolfo Bécquer? ¡Sí! ¡Es posible!

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311806

02:00:00 – México: Pollera o pantalón para ir a la escuela

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311895

03:00:00 – La autoridad docente no es horizontal

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311815

04:00:00 – Honduras: fracasan proyectos privatizadores de la Educación y la salud

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312001

05:00:00 – Cartas a quien pretende enseñar (Paulo Freire) / Infografía

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311826

06:00:00 – CEPAL: Educación técnico-profesional y autonomía económica de las mujeres jóvenes en América Latina y el Caribe (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311989

07:00:00 – Tres tiempos de la educación mexicana (II)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311025

08:00:00 – Libro: Panorama de la investigación-intervención educativa dentro del contexto instituciónal actual (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312028

09:00:00 – 13 herramientas de gamificación para tus alumnos #infografia #infographic #education

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311818

10:00:00 – Revista «Para Juanito». Revista de Educación Popular y Pedagogías Críticas. No. 18. Junio 2019 (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312065

11:00:00 – ¿Son los cursos en línea una solución real para una costosa educación tradicional? Un meta-análisis dice que no

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311992

12:00:00 – Ecuador: La calidad educativa prima en el Acuerdo Nacional por la Educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312017

13:00:00 – Adriana Puiggrós: “El deterioro del derecho a la educación se ve físicamente, pues tampoco se garantiza la salud”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312007

14:00:00 – La gestión del aula: es necesario cambiar de enfoque

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311998

15:00:00 – Educación: la silenciosa revolución de YouTube en la sala de clases

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311995

16:00:00 – 15M en Brasil: un tsunami en la educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312010

17:00:00 – EduGame Day: descubriendo la herramienta educativa del futuro

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311986

18:00:00 – Plantar 10 árboles: el requisito de grado de los estudiantes en Filipinas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/312004

19:00:00 – Plagio e incumplimiento de requisitos en candidatos para integrar Organismo para la Mejora Continua de la Educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311901

20:00:00 – Brasil: preocupación por el recorte del 42% en ciencia y tecnología

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311907

21:00:00 – La pedagogía Freinet celebra su 50 aniversario en Bañuelos

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311910

22:00:00 – Chile: Profesores de todo el país continúan las marchas y el paro indefinido

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311904

23:00:00 – Colombia: Explicación Pedagógica Acuerdos Fecode – MEN 1 – Reforma Constitucional al SGP

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/311898

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

ove/mahv

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La ‘nueva’ agenda educativa reaccionaria

Por: Xavier Besalú

La agenda reaccionaria, como no podía ser menos, lo ha invadido todo y, desde luego, también el debate educativo. Dos son, al parecer, sus puntas de lanza: erradicar lo que ellos denominan el marxismo cultural que impregnaría tanto el currículum oficial como la práctica educativa de los docentes, y cerrar el paso a la ideología de género, un virus que estaría corroyendo los valores sustantivos de las personas, de las familias y de las sociedades occidentales en general.

Con todos sus defectos, olvidos, nominalismos y errores, creo que podríamos convenir que la aprobación de la LOGSE (Ley de Ordenación General del Sistema Educativo), en 1990, la denostada pero consistente reforma -como sigue siendo todavía recordada-, vendría a significar el punto más alto conseguido en nuestro país por las políticas educativas progresistas, en sintonía con el redescubrimiento en la década de los setenta y ochenta del siglo pasado del bagaje pedagógico del siglo XX, de las prácticas y del pensamiento de unos educadores y educadoras capaces de imaginar nuevas formas de enseñar y aprender, y de romper, sin alharacas ni aspavientos, los rígidos moldes de un corsé pretendidamente meritocrático, pero profundamente excluyente. Desde entonces casi todo han sido retrocesos, tanto a nivel teórico como práctico, o resistencias más o menos toleradas, bajo los efectos de una globalización que todo lo ha trastocado y de una mercantilización que lo ha ido invadiendo todo, también lo educativo.

Pero la victoria de Donald Trump en Estados Unidos ha significado la entronización desacomplejada de la reacción que ha ido incubándose a lo largo de estos años y que no se atrevía a proclamar a voz en grito lo que pensaba y lo que pretendía ante la supuesta superioridad moral y cultural del consenso democrático posterior a la II Guerra Mundial, debido en parte a la existencia del bloque comunista, un imaginario que generaba tanto temor como esperanza entre amplios sectores de la humanidad antes de su estrepitoso derrumbe… Pulsión reactiva que hemos visto en muchos países de América Latina, encabezados por el Brasil de Bolsonaro; de Asia, con la India y Filipinas al frente; o de Europa, tanto si ya ha llegado al poder como si ha mostrado su fuerza en las urnas…

La agenda reaccionaria, como no podía ser menos, lo ha invadido todo y, desde luego, también el debate educativo. Dos son, al parecer, sus puntas de lanza: erradicar lo que ellos denominan el marxismo cultural que impregnaría tanto el currículum oficial como la práctica educativa de los docentes, y cerrar el paso a la ideología de género, un virus que estaría corroyendo los valores sustantivos de las personas, de las familias y de las sociedades occidentales en general.

Lo que entienden por marxismo cultural no es otra cosa que la libertad de conciencia, el debate argumentado, la crítica solvente y el dar cabida en las escuelas a todo lo que afecta a los humanos, por controvertido que sea. Ello incluye la comprensión de la actualidad, la asunción de la complejidad y el intento de ir más allá del presente, y la toma de postura individual. Desde la óptica reaccionaria eso es adoctrinamiento, porque la escuela debe transmitir simplemente la verdad sin sombra de dudas y, si esa verdad no coincide con sus postulados, no debería traspasar sus muros.

La verdad es que resulta curioso que alguien atribuya tanto poder la marxismo, cuando es un pensamiento muy débilmente conocido por las generaciones jóvenes, cuando la mayor parte de partidos y sindicatos que sintonizaron con él hace ya tiempo que lo borraron de sus programas, cuando la realidad del comunismo real ha sido más bien decepcionante… Tal vez se trate de la vieja estrategia de inventar un enemigo, un monigote al uso, que cargue con todos nuestros demonios y al que destruir para alcanzar el paraíso. Los docentes son gente corriente y, a la vista de su comportamiento electoral, resulta escandaloso calificarles de marxistas. Por no hablar del currículum oficial: ¿cómo es posible dar credibilidad a una falacia tan mayúscula como sería atribuirle algún sesgo marxista? Será escandaloso y falaz, pero cuela.

En cuanto a la ideología de género, la verdad es que el reaccionarismo cuenta con un aliado de primera magnitud: la jerarquía católica, incapaz de reconocer la postración a que históricamente se han visto sometidas las mujeres, las derivaciones cotidianas del machismo reinante, las desigualdades a todos los niveles que les afectan. Lo que denominan ideología de género es, por una parte, reconocer que hombres y mujeres somos iguales en dignidad, en posibilidades y aspiraciones; que el punto de partida, por razones atávicas, es muy desigual y, en consecuencia, son necesarias políticas e instrumentos que faciliten y aceleren la corrección de esa disfunción; y que las personas, sea cual sea nuestro sexo, podemos tener orientaciones, identidades y expresiones sexuales o de género distintas, de forma que no existe una correlación mecánica entre sexo y género. La bestia negra para la reacción es, pues, todo lo que hace referencia a la homosexualidad, a la bisexualidad, al transgénero… considerados sin más como una patología, una enfermedad, una deformación o una aberración que algunos más compasivos tolerarían, pero que otros, más desacomplejados, combatirían hasta la muerte.

Pero la agenda educativa reaccionaria se alimenta también de otros elementos: la idealización de un supuesto pasado, aparentemente sin conflictos o donde éstos, si los había, se resolvían por la vía rápida (es decir, impositiva y violenta); la invisibilización de las diferencias de origen socioeconómico y cultural, bajo el supuesto de que, en la escuela, todos son niños y niñas, tratados con la misma consideración (aunque ello fuera cierto –que no lo es-, sabido es que tratar como igual aquello que no lo es, es simplemente una falta de respeto y de justicia); la obsesión por segregar (por sexo, por capacidad, por religión, por resultados, por aspiraciones futuras), por clasificar y jerarquizar (a través de los exámenes, de las notas, de los itinerarios) y, en definitiva, de excluir.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/04/22/la-nueva-agenda-educativa-reaccionaria/

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Hungría expulsa a la ideología de género de sus universidades por ser una pseudociencia

Redacción: Actuall

Viktor Orbán ha decidido cerrar las puertas de las universidades húngaras a una de las titulaciones más ideológicas de las surgidas bajo la influencia del marxismo cultural: los «estudios de género». Esta titulación solo tiene 13 alumnos inscritos y la imparten en dos universidades.

Viktor Orbán ha decidido cerrar las puertas de las universidades húngaras a una de las titulaciones más ideológicas de las surgidas bajo la influencia del marxismo cultural: los “estudios de género”.

Una fábrica de activistas políticos de izquierdas

Esta titulación sirve en la práctica para formar a activistas del feminismo de izquierdas y de los grupos de presión LGTB, situándolos en instituciones públicas, ONGs y medios de comunicación como auténticos comisarios políticos. La base de estos estudios es la ideología de género, surgida en las filas marxistas de autoras como Simone de Beauvoir y Shulamith Firestone. Esta ideología sostiene que los roles sexuales son una mera construcción cultural sin ninguna relación con el sexo biológico, y afirma que la actual división entre sexos responde a un esquema en el que los hombres son opresores y las mujeres son oprimidas. Los “estudios de género” se formaron a partir de esa visión ideológica, a pesar de que carece de base científica.

Los “estudios de género” sólo tienen 13 alumnos en Hungría

Según apunta The Hungary Journalhay dos universidades que imparten estos cursos actualmente en el país: la Eötvös Loránd de Budapest, de titularidad estatal, y la Universidad Centroeuropea, una universidad privada fundada por el multimillonario George Soros, conocido financiador de movimientos izquierdistas en todo el mundo. Esta semana las universidades húngaras recibieron una propuesta del Ministerio de Capacidades Humanas y del Ministerio de Justicia para poner fin a los cursos de “estudios de género” en el país.

No hay razones económicas para estudios como éstos, por lo que tenemos motivos para suponer que no se creó en respuesta a las necesidades del mercado laboral, y tampoco para proporcionar a los estudiantes habilidades que puedan prepararles directamente para el mercado laboral”, señaló Zoltan Kovacs, portavoz del Gobierno de Hungría. “También es cuestionable hasta qué punto los estudios admiten que un número tan bajo de estudiantes es económico y sostenible”, añadió, a propósito del escaso número de alumnos de esas titulaciones: actualmente sólo hay once alumnos en la Eötvos Loránd y dos en la Centroeuropea.

Una ideología que busca destruir las raíces culurales de Occidente

Según The Hungary Journal, además de las citadas razones económicas, el Gobierno húngaro viene criticando esos cursos por ser una ideología, no una ciencia. Algo en lo que tiene toda la razón. La existencia de títulos oficiales de género es tan absurda como si existiesen títulos oficiales de marxismo, de socialismo o de anarquismo. Es absurdo que un Estado se dedique a respaldar títulos académicos creados para promover una ideología concreta, y para colmo una ideología que está orientada a destruir las raíces culturales de Occidente.

Recordemos que Firestone proponía acabar “con la distinción de sexos misma”, afirmando que “el núcleo de la opresión femenina hay que buscarlo en sus funciones procreadoras y de crianza”. Frente a esto, defendía el aborto como una forma de liberar a las mujeres de “la tiranía de su biología reproductiva”, una curiosa “liberación” que pasa por matar y descuartizar a multitud e inocentes.

A su vez, Beauvoir afirmaba que “toda mujer es homosexual por naturaleza”, defendió a la URSS como la panacea del feminismo y justificó el asesinato prenatal como una forma de legítima defensaademás de firmar un manifiesto en defensa de la pedofilia publicado en el diario izquierdista francés Libération. La existencia de una ideología tan aberrante debería ser motivo de alarma, pero que además sea respaldada por títulos académicos ya es el colmo del disparate.

Fuente: https://www.actuall.com/criterio/educacion/hungria-expulsa-la-ideologia-genero-universidades-una-pseudociencia/

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Walter Benjamin, marxista-libertario

Por: Michael Löwy

Teoría crítica, debate en la izquierda

Walter Benjamin ocupa un lugar único en la historia del pensamiento marxista moderno: es el primer partidario del materialismo histórico en romper radicalmente con la ideología del progreso. Su marxismo posee por ello una cualidad particular, que lo distingue de las formas dominantes y oficiales y le confiere una gran superioridad metodológica. Esta particularidad tiene relación con su capacidad de incorporar en el seno de la teoría marxista elementos de la crítica romántica de la civilización, de la tradición mesiánica judía y del pensamiento anarquista.

Benjamin pertenece, junto con su amigo Gershom Scholem, a esta nebulosa de pensadores judía de sensibilidad mesiánica que fueron atraídos, a comienzos del siglo XX, por la utopía libertaria: Martin Buber, Gustav Landauer, Ernst Toller, Hans Kohn y muchos otros. Su planteamiento se alimentó de las afinidades electivas entre mesianismo judío y anarquismo: el derrocamiento de los poderosos de este mundo, la perpectiva restauradora/utópica, el cambio radical en vez de la mejora o el “progreso”, el catastrofismo 1/.

Y como varios de estos intelectuales judíos de tendencia libertaria −Georg Lukacs, Ernst Bloch, Erich Fromm, Leo Löwenthal, Manès Sperber−, Benjamin descubrió el marxismo después de la Primera Guerra mundial. Pero, a diferencia ellos, no abandonó su inicial inclinación anarquista, que mantuvo de forma explícita hasta final de los años 1920, y de forma más implícita después, articulándola, combinándola, fusionándola incluso con el comunismo marxista. Este planteamiento es una de las características más singulares de su pensamiento.

Primeros pasos libertarios

A comienzos de 1914, en una conferencia sobre la vida de los estudiantes, Benjamin hace referencia, por primera vez, a la utopía libertaria. Benjamin opone las imágenes utópicas, revolucionarias y mesiánicas, a la ideología del progreso lineal, informe y vacío de sentido, que, “confiando en la infinitud del tiempo… distingue sólo el ritmo más o menos rápido con que hombres y épocas avanzan por la vía del progreso”. Rinde homenaje a la ciencia y al arte libres “extraños al Estado y por lo general enemigos del Estado” y reivindica las ideas de Tolstoi y de los “anarquistas más profundos” 2/.

Pero sobre todo en su ensayo de 1921, Crítica de la violencia, se encuentran reflexiones directamente inspiradas por Georges Sorel y el anarco-sindicalismo. El autor no esconde su desprecio absoluto de las instituciones estatales, como la policía −”la forma de violencia más degenerada que se pueda concebir”− o el Parlamento (“deplorable espectáculo”). Aprueba sin reservas la crítica antiparlamentaria “radical y perfectamente justificada” de bolcheviques y anarcosindicalistas −dos corrientes que reúne aquí explícitamente en el mismo bando− así como la idea soreliana de una huelga general que “se asigna como única y exclusiva tarea destruir la violencia del Estado”.

Esta perspectiva, que él mismo nombra con el término anarquista, le parece digna de elogio porque es “profunda, moral y auténticamente revolucionaria” 3/. En un texto de esta misma época, todavía inédito, “El derecho al uso de la violencia – Hojas para un socialismo religioso” (1920-1921), es aún más explícito, denominando a su propio pensamiento como anarquista:

“La exposición de este punto de vista es una de las tareas de mi filosofía moral, para la que se puede utilizar ciertamente el término anarquista. Se trata de una teoría que no rechaza el derecho moral a la violencia como tal, aunque la rechaza a toda institución, comunidad o individuo que se otorgue el monopolio de la violencia” 4/

Leyendo los distintos escritos de los años 1914-1921, resulta evidente que la tendencia primera de Benjamin, la que da forma ético-política a su rechazo radical y categórico de las instituciones establecidas, es el anarquismo. Sólo de forma tardía −en comparación con los acontecimientos revolucionarios de 1917-1923 en Rusa y en Europa− descubrió el marxismo. Estos acontecimientos sin duda le volvieron más receptivo, pero sólo en 1923-1924, leyendo Historia y conciencia de clase (1923) de Georg Lukacs, y habiendo conocido en unas vacaciones en Italia a la bolchevique letona Asja Lacis −de la que se enamoró−, comenzó a interesarse por el comunismo marxista, que pronto se volvió un mecanismo central en su reflexión política. En una carta de setiembre de 1924 a su amigo Scholem, reconoce tensiones entre lo que llama “los fundamentos de mi nihilismo” y la dialéctica hegeliano-marxista de Lukacs; lo que más admira en el libro de este último es la articulación entre teoría y práctica que constituye “el núcleo filosófico duro” de la obra y le da tal superioridad que “cualquier otro enfoque no es más que fraseología demagógica y burguesa” 5/.

Comunismo y anarquismo

Dos años más tarde, en mayo de 1926, le escribe a Scholem que está pensando en adherirse al Partido comunista, aunque también afirma que eso no significa que piense “abjurar” de su antiguo anarquismo −término que sustituye, en este documento, al de “nihilismo” utilizado en otros documentos y en la carta de 1924. Para él, los métodos anarquistas son “seguramente inadecuados” y los objetivos comunistas son “un sinsentido”; pero ello “no quita un ápice a la acción comunista, porque es el correctivo de estos objetivos y porque no hay objetivos políticos sensatos” 6/. El argumento es bastante elíptico, pero Benjamin parece sugerir que la praxis comunista permite alcanzar objetivos anarquistas (“no políticos”).

Tras muchas dudas, decide no adherirse al movimiento comunista, pero no deja de ser una especie de simpatizante cercano de un tipo sui generis, que se distingue del modelo habitual por la lucidez y la distancia crítica −como lo demuestra de forma clara su Diario de Moscú de 1926-1927, donde manifiesta su inquietud ante el intento del poder soviético de “detener la dinámica del proceso revolucionario” 7/. Una critica alimentada sin duda por la refrescante fuente libertaria que continúa fluyendo en su obra.

La primera obra de Benjamin en que el impacto del marxismo resulta visible es Sentido Único, un sorprendente collage de notas, comentarios y fragmentos sobre la República de Weimar en los años de la inflación y de la crisis de la postguerra, redactado en 1923-1925 y publicado en 1928. El cambio que se produce en su pensamiento se puede contemplar comparando una primera versión del manuscrito, redactado en 1923, con la definitiva, escrita dos años más tarde. Por ejemplo, el capítulo titulado “Panorama imperial” contiene en su formulación de 1923 la siguiente observación sobre el hombre víctima de la miseria (a causa de la crisis): “Debe mantener sus sentidos despiertos, para percibir toda la humillación que se le impone y así disciplinarlos largo tiempo, hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya la vía cuesta abajo del odio, sino el camino ascendiente de la oración (das aufsteigenden Pfad des Gebetes)”. La versión de 1925 repite esta frase palabra por palabra, excepto la conclusión, que se vuelve completamente distinta:

“… hasta que sus sufrimientos hayan abierto no ya la vía cuesta abajo de la aflicción, sino el camino ascendiente de la revuelta (den aufsteigenden Pfad der Revolte 8/.

A pesar de su interés por el comunismo, es interesante constatar que la única corriente política revolucionaria mencionada en esta obra es… la anarco-sindicalista. En un fragmento, curiosamente titulado “Ministerio del Interior”, Benjamin examina dos tipos ideales de comportamiento político: a) el hombre político conservador, que no duda en llevar su vida privada en contradicción con las máximas que defiende en la vida pública; b) el anarco-sindicalista, que somete implacablemente su vida privada a las normas con las que quiere hacer las leyes de un estado social futuro 9/.

Una lectura marxista-libertaria del surrealismo

El documento marxista-libertario más importante de Benjamin es sin duda su ensayo sobre el surrealismo, en 1929. Desde sus primeros párrafos, Benjamin se describe a sí mismo como “el observador alemán”, situado en una posición “infinitamente peligrosa entre la fronda anarquista y la disciplina revolucionaria”. La muestra más concreta y activa de la convergencia tan ardientemente deseada entre estos dos polos fue la manifestación organizada por comunistas y libertarios en defensa de los anarquistas Sacco y Vanzetti. No pasó desapercibida para los surrealistas y Benjamin no deja de destacar “el excelente pasaje” (ausgezeichnete Stelle) de Nadja en que habla de las “apasionantes jornadas de sublevación que conoció París bajo el signo de Sacco y Vanzetti: Breton asegura que, durante esas jornadas, el Boulevard Bonne-Nouvelle vio cumplida la promesa estratégica de revuelta que desde siempre le había hecho su nombre” 10/.

Es verdad que Benjamin tiene una concepción extremadamente amplia del anarquismo. Describiendo los orígenes lejanos/próximos del surrealismo, escribe:

“Entre 1865 y 1875, algunos grandes anarquistas, sin comunicación entre sí, trabajaron en sus máquinas infernales. Lo sorprendente es que, de manera independiente, hubieran regulado sus mecanismos de relojería exactamente a la misma hora; también simultáneamente cuarenta años más tarde estallaban en Europa occidental los escritos de Dostoievski, Rimbaud y Lautréamont.” 11/

La fecha, 40 años después de 1875, se refiere evidentemente al nacimiento del surrealismo con la publicación, en 1924, del primer Manifiesto. Designa a estos tres autores como “grandes anarquistas”, no sólo porque la obra de Lautréamont, “verdadero bloque errático”, perteneciera a la tradición insurreccional, o porque Rimbaud hubiera sido communard, sino sobre todo porque sus escritos, al igual que la dinamita de Ravachol o de los nihilistas rusos, pero en otro terreno, hacen saltar por el aire el orden mural burgués, el “diletantismo moralizador” de los Spiesser y de los filisteos 12/.

Pero la dimensión libertaria del surrealismo se manifiesta también de manera más directa: “Desde Bakunin, a Europa le ha faltado una idea radical de la libertad. Los surrealistas tienen esta idea”. En la inmensa literatura de los últimos 70 años sobre el surrealismo, es raro encontrar una fórmula tan contundente, capaz de expresar también, con palabras sencillas y cortantes, el “inquebrantable núcleo de noche” del movimiento fundado por André Breton. Según Benjamin, “la hostilidad de la burguesía a cualquier declaración de libertad espiritual radical” empujó al surrealismo hacia la izquierda, hacia la revolución, y desde la guerra del Rif, hacia el comunismo. Como es sabido, en 1927 Breton y otros surrealistas se adhirieron al Partido Comunista Francés 13/.

Esta tendencia a una politización y a un compromiso creciente no significa, para Benjamin, que el surrealismo deba abdicar de su carga mágica y libertaria. Al contrario, gracias a estas cualidades puede jugar un papel único e irreemplazable en el movimiento revolucionario:

“Procurar a la revolución las fuerzas de la embriaguez, es a lo que tiende el surrealismo en todos sus escritos y todas sus empresas. Se puede decir que es su tarea más característica”.

Para realizar esta tarea, hace falta sin embargo que el surrealismo supere una postura demasiado unilateral y acepte asociarse con el comunismo:

“no basta que una componente de embriaguez esté viva, como sabemos, en toda acción revolucionaria. Se confunde con la componente anarquista. Pero insistir en ello de manera exclusiva equivaldría a sacrificar por entero la preparación metódica y disciplinaria de la revolución a una praxis que oscila entre el ejercicio y la pre-fiesta” 14/

Una borrachera libertaria

¿En qué consiste por tanto esta “embriaguez”, este Rausch que Benjamin querría procurar a las fuerzas de la revolución? EnSentido Único (1928), Benjamin se refiere a la embriaguez como expresión de la relación mágica del hombre antiguo con el cosmos, aunque deja entender que la experiencia (Erfahrung) del Rausch, que caracterizaba esta relación ritual con el mundo, ha desaparecido de la sociedad moderna. Ahora bien, en el ensayo de la Literarische Welt, parece haberla reencontrado, bajo una nueva forma, en el surrealismo 15/.

Se trata de un planteamiento que atraviesa los numerosos escritos de Benjamin: la utopía revolucionaria pasa por el re-descubrimiento de una experiencia antigua, arcaica, prehistórica: el matriarcado (Bachofen), el comunismo primitivo, la comunidad sin clases ni Estado, la armonía originaria con la naturaleza, el paraíso perdido del que nos aleja la tempestad del “progreso”, la “vida anterior” en que la admirable primavera aún no había perdido su olor (Baudelaire). En todos esos casos, Benjamin no propugna una vuelta al pasado sino −según la dialéctica propia del romanticismo revolucionario− un desvío por el pasado hacia un futuro nuevo, integrando todas las conquistas de la modernidad desde 1789 16/.

Esta dialéctica se manifiesta de forma llamativa en el ensayo −que suele ser ignorado por los comentaristas− sobre Bachofen de 1935, uno de los textos más importantes para captar la concepción de la historia de Benjamin. Es tanto más interesante por el hecho de que 1933-1935 son los años en que el filósofo berlinés parece −aparentemente− más cerca del marxismo “productivista” y tecno-modernista de la URSS estaliniana de los años del Plan Quinquenal.

La obra de Bachofen, destaca Benjamin, fue inspirada por “fuentes románticas” y ha llamado el interés de pensadores marxistas y anarquistas (como Elisée Renclus) por su “evocación de una sociedad comunista al alba de la historia”. Refutando las interpretaciones conservadoras y fascistas (Ludwig Klages, Alfred Bäumler), y apoyándose en la lectura freudo-marxista de Erich Fromm, Benjamin destaca que Bachofen “había escrutado las fuentes a una profundidad inexplorada”. En cuanto a Engels y Lafargue, su interés fue atraído por su estudio de las sociedades matriarcales, donde existía un grado elevado de democracia, igualdad cívica, así como formas de comunismo primitivo que significaban un verdadero “cambio del concepto de autoridad” 17/.

Este texto muestra la continuidad de las simpatías libertarias de Benjamin, que intenta reunir, en el mismo combate contra el principio de autoridad, al marxista Engels y al anarquista Reclus. La sensibilidad libertaria es probablemente una de las razones del progresivo alejamiento de Benjamin respecto a la URSS, durante la segunda mitad de los años treinta, hasta la ruptura definitiva en las tesis “Sobre el concepto de historia” (1940), que denuncian la traición estalinista.

Una nota, datada probablemente de 1938, entre los papeles de Benjamin descubiertos por Giorgio Agamben en la Biblioteca Nacional [de Francia], critica el alineamiento de Brecht, en algunos de sus poemas, con las prácticas del GPU, que Benjamin compara a las del nazismo, y considera peligrosas y cargadas de consecuencias para el movimiento obrero 18/. Desconfía también de la política de los dirigentes soviéticos en España, calificada en su correspondencia como “maquiavélica”, aunque no parece haber calibrado la dinámica revolucionaria española y el papel de los libertarios 19/.

No hay prácticamente referencia explícita al anarquismo en los últimos escritos de Benjamin. Pero para un observador crítico tan agudo como Rolf Tiedemann −el editor de las obras completas alemanas de Benjamin− estos escritos “pueden ser leídos como un palimpsesto: bajo el marxismo explícito es visible el viejo nihilismo. Su camino tiene el riesgo de llevar a la abstracción de la práctica anarquista” 20/. Tal vez el término “palimpsesto” no sea el más adecuado: la relación entre los dos mensajes es menos un vínculo mecánico de superposición, que una aleación alquímica de sustancias previamente destiladas.

Contra el evolucionismo de Habermas

A comienzos de 1940 Benjamin redacta su “testamento político”, las Tesis “Sobre el concepto de historia”, uno de los documentos más importantes del pensamiento revolucionario desde las “Tesis sobre Feuerbach” de Marx 21/. Algunos meses después, intenta escapar de la Francia vichysta donde la policía, en colaboración con la Gestapo, perseguía a los exiliados alemanes anti-fascistas y a los judíos en general. Con un grupo de refugiados, quiere atravesar los Pirineos, pero ya en la parte española la policía −de Franco− les detiene y amenaza con entregarlos a la Gestapo. Es entonces, en el pueblo español de Port Bou, cuando Benjamin elige el suicidio.

Analizando este último documento, Rolf Tiedemann comenta: “la representación de la praxis política en Benjamin era más el entusiasmo del anarquismo que, más sobrio, del marxismo” 22/. El problema de esta formulación es que opone como excluyentes planteamientos que Benjamin intenta precisamente asociar porque le parecen complementarios e igual de necesarios para la acción revolucionaria: la “embriaguez” libertaria y la “sobriedad” marxista.

Ha sido sobre todo Habermas quien ha destacado la dimensión anarquista en la filosofía de la historia del último Benjamin −para someterla a una crítica radical a partir de su punto de vista evolucionista y “modernista”. En su conocido artículo de los años 1970, rechaza el intento del autor de las Tesis “Sobre el concepto de historia” de revitalizar el materialismo histórico con la ayuda de elementos mesiánicos y libertarios. “Este intento está condenado al fracaso”, insiste el filósofo de la razón comunicativa, “porque la teoría materialista de la evolución no puede articularse, sin otra forma de proceso, con la concepción anarquista según la cual no-presentes, caídos de alguna manera del cielo, atravesarían de forma intermitente el destino. Al materialismo histórico, que considera los progresos no sólo en el terreno de las fuerzas productivas sino también en el de la dominación, no se le puede dar el veneno de una concepción anti-evolucionista de la historia” 23/.

Lo que Habermas considera un error es precisamente, en mi opinión, la fuente del valor singular del marxismo de Benjamin, y de su superioridad sobre el “evolucionismo progresista” −su capacidad para comprender un siglo caracterizado por la imbricación de la modernidad y de la barbarie (como en Auschwitz o Hiroshima). Una concepción evolucionista de la historia que cree en el progreso en las formas de la dominación, difícilmente puede dar cuenta del fascismo −salvo como un inexplicable paréntesis, una regresión incomprensible “en pleno siglo XX”. Ahora bien, como escribe Benjamin en las Tesis “Sobre el concepto de historia”, no se comprende nada del fascismo si se le considera como una excepción a la norma, que sería el progreso. 24/

Habermas volvió a la carga algunos años más tarde, en el Discurso filosófico de la modernidad (1985). En lo que no es más que otra formulación del mismo debate, trata de la concepción no-continuista de la historia que distingue lo que denomina “las extremas izquierdas”, representadas por Karl Korsch y Walter Benjamin, de quienes, como Karl Kautsky y los protagonistas de la II Internacional, “veían en el desarrollo de las fuerzas productivas una garantía del paso de la sociedad burguesa al socialismo”. Para Benjamin, en cambio, “la revolución no podía ser más que un salto fuera de la perpetua reiteración de la barbarie prehistórica y, en definitiva, la destrucción del continuum de todas las historias. Es una actitud inspirada en la conciencia del tiempo tal como la concebían los surrealistas, y que se acerca al anarquismo de algunos de los continuadores de Nietzsche que, para conjurar el orden universal del poder y de la ceguera, invocan (…) a la vez, las resistencias locales y las revueltas espontáneas que surgen de una naturaleza subjetiva sometida a la tiranía” 25/.

La interpretación de Habermas es cuestionable desde varios puntos de vista, comenzando por el concepto de “barbarie prehistórica”: Benjamin se esfuerza en mostrar que la barbarie moderna no es simplemente la “reiteración” de un salvajismo “prehistórico”, sino precisamente un fenómeno de la modernidad −idea difícil de aceptar para este defensor obstinado de la civilización moderna, como es Habermas. En cambio, comprende con mucha inteligencia todo lo que la concepción de la historia del último Benjamin debe al surrealismo y al anarquismo: la revolución no es la coronación de la evolución histórica −”el progreso”−, sino la interrupción radical de la continuidad histórica de la dominación.

14/05/2018

Notas

1/

Remito a mi obra Rédemption et utopie – Le judaïsme libertaire en Europe centrale – Une étude d’affinité elective, París, PUF, 1988.

2/ W. Benjamin, «La vida de los estudiantes» (1914). Mythe et violence, París, Denoel, 1971, pp 37, 42 y 44.

3/ W. Benjamin, «Para una crítica de la violencia» (1921), Mythe et violence, op.cit., pp. 133-134, 137-138 y 147.

4/ W. Benjamin, «Das Recht dzur Gewaltverwerdung – Blätter für religiösen Sozialismus», en Gesammelte Schriften (GS), VI, Frankfort, Suhrkamp Verlag, 1985, pp. 104-107.

5/ W. Benjamin, Correspondance, París, Aubier, 1979, trad. Guy Petitdemange, vol. I, p. 325.

6/ Ibid. I, p. 389.

7/ W. Benjamin, Journal de Moscou, París, L’Arche, 1983, p. 81.

8/ W. Benjamin, Sens Unique, París, Lettres Nouvelles, Maurice Nadeau, 1978, p. 167. Cf. W. Benjamin, GS, IV, 2, p. 391 y GS, IV, 1, p. 97.

9/ W. Benjamin, Journal de Moscou, p. 162. La traducción francesa es imprecisa en este caso. Cf. GS, IV, 1, p. 93.

10/ -[10] W. Benjamin, «El surrealismo – La última instantánea de la inteligencia europea», en Mythe -et Violence, op. cit., pp. 297-298 y 300. La traducción francesa del último pasaje es muy defectuosa – cf. «Des Surrealismus – Die letzte Momentaufnahme der europäischen Intelligenz», en GS, II, 1, pp. 297-298.

11/ «El surrealismo…», op.cit., p. 308. Aunque Rimbaud y Lautréamont forman parte de los precursores reconocidos por el surrealismo, no parece ser el caso de Dostoievski, salvo para Max Ernst que lo incluye en el famoso cuadro «La cita de los amigos».

12/ El término «pequeño burgués» de la traducción francesa no refleja la carga cultural de l apalabra «Spiesser», que designa al individuo grosero,limitado y prosaico de la sociedad burguesa. Cf. W. Benjamin, «Der Surrealismus», in GS, II, 1, p. 305.

13/ W. Benjamin, «El surrealismo…», op. cit., pp. 306 y 310.

14/ Ibid., p. 311. Benjamin habla también de «conectar la revuelta con la revolución» (p. 310)

15/ Ver en este sentido las notas de Margaret Cohen, Profane Illumination – Walter Benjamin and the paris of Surrealist Revolution, Berkeley, University of California Press, 1993, pp. 187-189.

16/ Sobre el romanticismo revolucionario, ver Robert Sayre y Michaël Löwy, Révolte et mélancolie, le romantisme à contre-courant de la modernité, París, Payot, 1992.

17/ W. Benjamin, «Johan Jakob Bachofen», en Écrits français, París, Gallimard, 1991, pp. 104-108.

18/ W. Benjamin, «Nota sobre Brecht» (1938), Écrits autobiographiques, París, Christian Bourgois, 1990, pp. 367-368

19/ W. Benjamin, Correspondance, op.cit., II, p. 237.

20/ R. Tiedemann, «Nachwort», en Benjamin, Charles Baudelaire, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1980, p. 207.

21/ Para análisis más desarrollados, ver mis comentarios en Walter Benjamin: Avertissement d’incendie – Une lecture des Thèses «Sur le concept d’histoire», París, PUF, 2001.

22/ R. Tiedemann, Dialectik in Stillstand, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1983, p. 130. Cf. también p. 132, donde constata en las «Tesis» la presencia de «contenidos teóricos del anarquismo».

23/ Habermas, «La actualidad de W. Benjamin – La crítica: toma de conciencia o», Revue d’esthétique, 1, 1981, p. 121.

24/ W. Benjamin, «Thesen über den Begriff der Geschichte», Tesis nº VIII: «Dessen Chance (des Faschismus) besteht nicht zuletz darin, dass die Giegner ihm im Namen des Fortschritts as einer historischen Norm begegnen» (GS, I, 2, p. 697).

25/ Habermas, Le Discours philosophique de la modernité – Douze leçons, París, Gallimard, 1988, p. 70.

http://www.contretemps.eu/walter-benjamin-marxiste-libertaire/

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La revolución de los medios y la educación: Antonio Gramsci (Video)

España / 1 de julio de 2018 / Autor: Intereconomiatube / Fuente: Youtube

Publicado el 26 jun. 2018

En ocasiones, son personas desconocidas por el gran público quienes más influyen en este. En el siglo XX, y lo que llevamos del XXI, un hombre de apenas metro y medio, un italiano del que no muchos han oído hablar, desarrolló una serie de ideas, a partir del marxismo, que habrían de transformar el mundo. Se lo presentamos: Antonio Gramsci. Fue fundamental para crear ese marxismo cultural que, en distintas variantes, resulta ser la ideología imperante hoy en el mundo occidental. Una ideología que se ha impuesto a través del dominio de la educación y los medios. Lo comentamos en detalle con Fernando Paz y Carlos Esteban.

 

 

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=5iZKqSytxAw&feature=youtu.be

ove/mahv

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