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¿Adiós a la participación ciudadana?

Pluma Invitada

Pedro Flores-Crespo y Laura M. Ramírez Mejía*

En la avenida de Tlalpan, de la Ciudad de México, se lee una manta adosada a la fachada de una escuela pública que dice que los estudiantes no regresarán a clases hasta que haya un dictamen debidamente avalado por la autoridad. Se teme que después del sismo del 19S, la infraestructura escolar no ofrezca las condiciones de seguridad para que todas las niñas, niños y jóvenes regresen a clases. Esta manta está firmada por los padres de familia.

Parece que la energía social desplegada luego de la tragedia no fue debidamente entendida y mucho menos encauzada por las autoridades educativas del país. Por ejemplo, al dar a conocer los ocho pasos para el regreso a clases el 22 de septiembre pasado, la Secretaría de Educación Pública (SEP, Comunicado 270), omitió mencionar completamente a los Consejos Escolares de Participación Escolar (CEPS) y al Consejo Nacional de Participación Social en la Educación (Conapase).

Los CEPS, según la Ley General de Educación (LGE) están integrados por padres de familia y representantes de sus asociaciones, maestros y representantes de su organización sindical, directivos de la escuela, ex alumnos, “así como con los demás miembros de la comunidad interesados en el desarrollo de la propia escuela”. Sus funciones son múltiples: Opinar sobre los ajustes al calendario escolar, tomar nota de los resultados de las evaluaciones, propiciar la colaboración entre maestros y padres de familia para salvaguardar la integridad y educación plena de los educandos y algo muy relevante en el contexto del 19S: Llevar a cabo las “acciones de participación, coordinación y difusión necesarias para la protección civil y la emergencia escolar”.

Ninguno de los ocho pasos enlistados por el secretario Aurelio Nuño hacen alusión alguna a los CEPS cuando su función podría haber sido clave. Si para regresar a clases se debían revisar las instalaciones escolares por parte de los Directores Responsables de Obra (DRO), ¿no podría haberse incluido en tales diligencias a un miembro del CEPS para que diera legitimidad y confianza al resto de la comunidad educativa de que tales revisiones eran apropiadas? ¿No hubiéramos ganado todos si el dictamen oficial del DRO hubiera sido avalado por el presidente del consejo escolar? La SEP perdió una magnífica oportunidad de probar su Modelo Educativo para el siglo XXI – en la parte de gestión y autonomía escolar – en una situación real y tristemente trágica.

Es sintomático que la SEP no sepa interactuar con la ciudadanía contando con los mecanismos formales para ello. Cuando el maestro Nuño anunció que la reconstrucción de las escuelas se haría de manera transparente, omitió hacer suya la justificación del Comité de Contraloría Social de los CEPS, que establece que por medio de la vigilancia ciudadana “los beneficiarios” de ciertos programas – en este caso, rehabilitación de escuelas -, puedan verificar la adecuada aplicación de los diversos recursos públicos. ¿Será que sigue activándose en algunos funcionarios el chip de “máxima autoridad” y dueños exclusivos de las escuelas cuando podrían compartir responsabilidades en pos del bien público?

La omisión total de los CEPS – y del Conapase – en el proceso de reconstrucción y rehabilitación de escuelas contrasta con el discurso oficial de este consejo: “Ha sido durante la presente administración que el papel de la ciudadanía ha cobrado mayor importancia como factor para la equidad y pertinencia de la labor de las escuelas. La promulgación del programa sectorial de Educación, abrió las vías para la gestión escolar participativa. Así la toma de decisiones se comparte a la par de la responsabilidad, esto permite una mayor trasparencia en la rendición de cuentas.” (http://www.consejosescolares.sep.gob.mx/en/conapase/Que_Hacemos)

Y otra omisión grave. Mientras el Cuarto Informe de Gobierno reportaba que había más de 200 mil consejos escolares de participación social instalados, para este año, el Quinto Informe de Gobierno ya ni los menciona. ¿Será que no se desea perder el tramo de control sobre las escuelas? ¿Por ello cambiaron las reglas para elegir al presidente del Conapase y volverlo más oficialista? ¿Es la subestimación de la participación social una consecuencia tácita de querer recuperar la rectoría de la educación por parte del gobierno? Ésta es un buen punto para iniciar la reflexión sobre la “reforma de la reforma”, como diría Rodolfo Ramírez.

Las distintas administraciones encabezadas por el Partido Revolucionario Institucional raramente han simpatizado con la idea de compartir el poder para tratar de resolver los problemas que enfrentamos los ciudadanos. Ellos se erigen como el Jefe, el Padre que organiza – y mal – a lo infantes; pero no olvidemos la lección de las tragedias acarreadas por los sismos de la CDMX: el gobierno es fácilmente rebasado por los hechos y surge de manera espontánea una ciudadanía, que aunque desestructurada y efímera, ha demostrado que es capaz de cambiar el régimen político por la vía pacífica.

Y esto todavía no termina.  Si en 1985 la sociedad tuvo un papel fundamental en el momento mismo de la tragedia descubriendo una fuerza antes desconocida para sortear la emergencia, 32 años después la ciudadanía tiene una oportunidad para hacerse presente en la fase que viene de reconstrucción y en ese proceso la postura del gobierno será crucial:  aprenderá la lección y permitirá una mayor participación social o seguirá cerrando espacios, si es que aún pueden ser cerrados, cuando poco a poco la sociedad civil empieza a organizarse.

La etapa de la reconstrucción es un momento ideal para mantener la participación ciudadana, es cierto que la pasión de las primeras horas va mermando a medida que se regresa a la cotidianidad pero el espíritu de solidaridad y la conciencia de que en los momentos delicados es cuando más hay que defender los derechos de todas las personas parece estar vivo y puede capitalizarse para levantarse de nuevo.

No se trata de restarle la responsabilidad que tiene tanto el gobierno federal como a los poderes estatales, municipales y delegacionales (en el caso de la CDMX), se trata de aprovechar los espacios para observar procesos, exigir rendición de cuentas y monitorear los procesos de construcción segura.

¿Y qué pasa en el tema educativo?  Como mencionamos anteriormente, ante la contingencia no se tuvieron en cuenta los CEPS ni el Conapase, en la emergencia se perdió la oportunidad de usarlos como mecanismos participativos para garantizar la primera preocupación que era el regreso seguro de las niñas y los niños a las escuelas.  Sin embargo, es ahora cuando el papel de la participación social se puede desplegar para exigir que el regreso a las escuelas garantice el derecho de nuestros estudiantes a recibir la mejor educación ¿Cómo?

En primer lugar hay que entender que la escuela no es sólo un edificio sino que es una comunidad, si los edificios se cayeron o ya no son aptos para que regresen los estudiantes la comunidad debe exigir espacios temporales óptimos para que se reinicien las clases.

También es la comunidad la que será fundamental al momento de brindar apoyo socioemocional.  El equipo docente debe tener protocolos de acción para que los estudiantes puedan procesar los momentos difíciles que vivieron, pero será mucho mejor el impacto si toda la comunidad escolar centra la atención en que cada niña o niño tenga herramientas emocionales para hacer frente a la tragedia, supere la situación difícil y esté listo para seguir aprendiendo.

De la comunidad también depende escuchar a las niñas, los niños y los jóvenes sobre la escuela que quieren y necesitan.  Es muy triste que los edificios se hayan venido abajo pero puede ser una oportunidad para que la reconstrucción responda a una escuela diferente donde los estudiantes se involucran en la definición de los espacios que necesitan. Es su derecho participar. Hoy somos más conscientes de la necesidad de tener escuelas que respondan a los requerimientos de cada comunidad escolar.

En cuanto a la rendición de cuentas, es la comunidad escolar quien debe vigilar que los recursos materiales se destinen apropiadamente y con visión de equidad.  No es momento de conformarse con una escuela de segunda, el dinero debe llegar a todos los afectados y los recursos deben dirigirse eficientemente para que todas y todos puedan asistir a una escuela digna y segura y esto no será posible si sólo se hace una cuenta donde se divida el presupuesto de reconstrucción entre las escuelas afectadas.

Que el gobierno no parezca interesado en valorar el papel de la sociedad civil no implica un adiós a la participación ciudadana, minimizar los espacios ya existentes es un error pero desconocer el potencial de los ciudadanos en esta contingencia puede serlo aún más

Esperamos que la construcción de los edificios sea sólo la parte más externa de lo que México necesita:  la reconstrucción de su sociedad, con una ciudadanía fuerte, participativa y corresponsable. Las lecciones que nos dejaron los sismos fueron sólo el comienzo, que la fuerza no se agote y que nuestros gobiernos comprendan que el ciudadano es ya real; no imaginario.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/adios-a-la-participacion-ciudadana/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/08/Puebla2-768×576.j

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Estrategias para afrontar el horror

España/ 05 de septiembre de 2017/Por: Saray Marqués/ Fotografía: Isa Karakus / CC0 Pixabay/ Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com

¿Cómo explicarle a un niño, a una niña, un suceso como un atentado terrorista?

¿Cómo gestionar el miedo, cómo prevenir la angustia o las ideas distorsionadas?

¿Cómo atender a sus preguntas acerca del terror? Elaboramos con la ayuda de expertos una serie de pautas para las familias.

La tarde del 17 de agosto, en medio de la confusión acerca de lo ocurrido en La Rambla de Barcelona, los Mossos d’Esquadra, la Policía Nacional y la Guardia Civil lanzaban un mensaje a la ciudadanía, pidiéndole que no publicara fotos ni vídeos ni compartiera imágenes en redes sociales del suceso. Lo hacían “por respeto a las víctimas y a sus familias”. En ese momento muchas familias, en pleno periodo vacacional y con sus hijos merodeando alrededor, tenían un dilema en segundo plano. Mientras trataban de asimilar lo que estaban viendo se preguntaban si era adecuado exponer a esa información a los niños más pequeños o si era preferible una especie de apagón informativo, si “m que se enteren en casa”, si serían capaces de encajar ese sinsentido…

Ya han pasado casi tres semanas del último atentado terrorista en nuestro país, en el que murieron 16 personas en Barcelona y Cambrils. En este tiempo esos mismos niños han generado su propio relato acerca de las imágenes que han podido ver, han presenciado conversaciones que no han entendido, han hecho preguntas que han pillado desprevenidos a los adultos… A algunos, además, les ha empezado a costar dormir, han sufrido pesadillas o han terminado en la cama de sus padres.

La gestión de este tipo de situaciones, el modo de afrontarlas, no es una cuestión menor. En nuestro país existen instituciones especializadas, como la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona, y fundaciones como ANAR cuentan con una serie de pautas. También el Colegio de Psicólogos de Madrid cuenta con un grupo específico de trabajo a raíz del 11-M, en la línea de los que existen en los servicios de Emergencias o La Cruz Roja.

Cercanía, serenidad, seguridad

Ya sea en el mismo momento o en los días venideros, los expertos coinciden en una serie de recomendaciones en caso de atentado terrorista pero también en otro tipo de muertes violentas o suicidios en el entorno. Entienden que, a la hora de informar, la labor ha de recaer en las personas más cercanas para que se establezca un marco de complicidad que ayude a que todo se gestione de forma más sencilla. Así lo expone el psicólogo educativo José Antonio Luengo, especialista en atención en situaciones de emergencia.

Cuando los padres hablen acerca de cualquier noticia negativa con sus hijos han de hacerlo buscando la máxima empatía: “El tono de voz ha de ser tranquilo, para poder transmitir la seguridad necesaria pese al acontecimiento. Si la seguridad es una necesidad básica de todo ser humano, lo es especialmente en la infancia”, remarca Diana Díaz, directora del teléfono ANAR.

¿Se ha de contar siempre? Depende sobre todo de la edad. “Por debajo de los seis, siete años, si el niño no pregunta no debemos sentirlo como una necesidad, salvo que estemos viendo las noticias, esté a nuestro lado y, aunque sea con el rostro, nos transmita que requiere algún tipo de información”, expone Luengo.

Hasta hace algún tiempo se consideraban los 10 años como la edad a partir de la cual los niños pueden asimilar lo que ven en las noticias. “Esto ha cambiado, las edades van bajando y a partir de los ocho son más conscientes de la realidad social, pero es recomendable que vean las noticias con adultos, que los padres filtren y traduzcan esa información para que los pequeños puedan encajarla sin angustiarse, sin que derive en pesadillas, somatización, preocupaciones extremas…”, apunta Claudia Xibixell, psicóloga y orientadora del British Council School. Xibixell apuesta por hablar de lo que le preocupa al niño, qué ha pensado, qué quiere saber… “bajando al nivel de comprensión del menor y aportándole información muy concreta, sin entrar en demasiados detalles, y que sea verdad”.

Por debajo de estas edades, incluso en 4 o 5 años, tampoco se debe subestimar su capacidad de recepción si han tenido acceso a las imágenes. “Depende de las características psicológicas del niño o la niña. Aunque estemos convencidos de que no se ha dado cuenta, pues hemos cambiado de canal o apagado rápidamente, eso se ha podido registrar, generando algún tipo de relato. Por eso es importante que, sin hacer un interrogatorio, descubramos qué ha sentido, comprendido, que saquemos la conversación, que descubramos si tiene alguna pregunta que no se ha atrevido a hacer…”, prosigue Luengo.

No solo la edad

El psicólogo enumera, junto con la edad y las características personales, cinco factores más que nos deben guiar en el modo de actuar y el mensaje que debemos transmitir: la cercanía con el acontecimiento, el entorno familiar (si es hijo único o hay varios hijos), el grado de apego, la exposición que ha habido a la información y si el suceso se produce en periodo escolar o vacacional. Para Luengo, siendo los tres primeros los fundamentales, en el caso de los atentados en Cataluña ha influido también el último, “al depositar la responsabilidad en exclusiva en los padres, pues los niños no lo iban a tratar con su clase, con su tutor, al día siguiente”.

Respecto a la edad, existen excepciones: niños que preguntan ya con cuatro años, pero la regla general es que a partir de los ocho años no contar nada no es una opción. “Desde estas edades comienzan a usar la lógica para llegar a conclusiones y tienen que conocer lo que pasa, pues de un modo u otro van a tener contacto con la noticia en un entorno distinto al de casa y, si no se han generado un cierto criterio se van a sentir en una situación incómoda y de indefensión que generará más miedo y angustia”, constata Luengo.

También las características personales (capacidad de escucha, empática, interés, fortaleza…) han de tomarse con cautela: “La vulnerabilidad es muy traicionera, y nos encontramos con niños aparentemente muy fuertes en situaciones de la vida cotidiana que ante sucesos explosivos se desmadejan, se desarman”.

Escuchar, traducir y no mentir

Una de las premisas que comparten todos los expertos consultados es que se debe dejar que el niño hable primero, escuchar lo que quiera preguntar, lo que quiera decir, sus miedos, sus preocupaciones. Lo remarca José Luis Martorell, del Servicio de Psicología Aplicada de la UNED, “Es la base de toda la psicología, primero dejar expresar”. Esta expresión, que incluye los sentimientos, se puede facilitar no solo con conversaciones, sino con dibujos, relatos, cuentos…

“Es importante situarnos a su nivel. Del mismo modo que físicamente es positivo hablarles a su misma altura, en estos casos debemos emplear su mismo idioma, recurriendo, sobre todo con los más pequeños, a palabras simples, aclarando que estamos ante algo que no está bien, pero que no es algo normal, que no pasa a menudo”, analiza Sofía Gigliani, psicóloga y orientadora del colegio SEK-Ciudalcampo. Hablando descubriremos qué información manejan… “Es clave para enfocar directamente los comentarios, las respuestas, porque muchas veces no es necesario aportar datos que tan solo les van a confundir, y les basta con saber que ellos están bien y sus seres queridos también lo están”.

Sin ocultar, conviene dosificar la información (evitando siempre las imágenes repetitivas o demasiado dramáticas, y cuidando su procedencia), y siempre sin mentir. Inevitablemente surgirán los ¿”Nunca más va a pasar?” o el “¿Me puede pasar a mí?”. Decir que no va a volver a ocurrir no es una buena idea. Ante la incertidumbre, Gigliani apuesta por una suerte de empoderamiento, por transmitir a los niños lo que ellos pueden hacer, cómo ellos pueden cuidar de sí mismos, protegerse (por ejemplo, uso del cinturón, del casco, llamadas al 112 o a los padres si hay algún problema), por resaltar que, además de ellos y de su familia, otras personas (policía, bomberos…) velan por su seguridad. También ayuda el dejarles compartir los sentimientos. “Puede que los niños estén más nerviosos, lloren sin saber por qué, tengan pesadillas, se hagan pis en la cama, que de repente les asusten las multitudes o que sus padres se vayan… Debemos dejarles expresar ese miedo, esa angustia, esa ansiedad, hacerles ver que es válido lo que sienten, estando a su lado y recurriendo a ayuda externa si se prolonga en el tiempo. En ocasiones el niño está intentando decir algo y la familia lo ignora, creyendo que si no se habla del tema mejorará, y es un error”, asegura Gigliani.

Según María Ramos, psicóloga infantil en EnPositivoSí, debemos estar preparados para “dar siempre la misma respuesta, pues muchas veces, para poder entender lo que ha ocurrido, los niños necesitan hacer varias veces la misma pregunta, lo que les da esa seguridad necesaria”. Para Ramos, es importante insistir en este relato adaptado a su edad, acompañándolo de un mensaje de confianza, de que la vida sigue, de que somos capaces de superar las adversidades y de salir adelante. Sin esto, los niños pueden generar sus propias explicaciones de lo que pasa, que pueden resultar dañinas y desembocar en un trastorno de estrés postraumático (estado de alerta e hiperexcitación, irritabilidad, insomnio, falta de concentración, flashbacks, tristeza, cambios de humor, sensación de inseguridad, dolores de tripa o de cabeza…). Si estos síntomas persisten más de un mes, aconseja, se debe pensar en acudir a un especialista. Dos años después del 11-S una investigación de la Academia de Medicina de Nueva York relató hasta un 18% de niños en la ciudad con este tipo de estrés, cuya probabilidad es mayor cuanto más invasiva es la exposición al proceso.

¿No tenemos miedo?

Los expertos recomiendan hacer un seguimiento según va pasando el tiempo, “evitando frases muy habituales y que no ayudan, como el ‘No tienes que llorar’, el ‘Tienes que ser fuerte…’”, señala Luengo, “En estos casos está bien que seas débil, que pidas el acogimiento afectivo y emocional de los otros sin sentir que estamos defraudándoles”, continúa. El bálsamo puede ser un mensaje acerca de cómo se puede construir también desde la tragedia, o un buen abrazo.

También Ramos advierte de que “no se puede vivir sin miedo, pues es la manera de regular nuestra exposición al peligro, pero sí evitar que se transforme en pánico, en miedo sin control, en angustia intensa o sensación de indefensión”. La pedagoga Anna Ramis se revuelve igualmente contra el “no tenemos miedo”. “El miedo no es ni bueno ni malo, es. Es un sentimiento que nos informa de que algo nos amenaza y nos produce inseguridad. Ser valiente no es ser temerario, es saber gestionar bien ese miedo para salir adelante, evitando que nos paralice”. Para ella es importante llegar, en la conversación con los hijos, a desentrañar qué produce ese miedo en realidad… “Quizá es miedo a que nos maten, a que maten a papá y a mamá… ante lo que conviene insistir en la idea de la excepcionalidad y evitar hablar desde el susto”.

Sin llegar al estrés postraumático, muchas de las reacciones del menor en los días que sigan al suceso pueden deberse al impacto que les ha producido, y estas pueden ir desde el bloqueo hasta la violencia. Diana Díaz, del teléfono ANAR, reclama serenidad para afrontarlas: “Corresponde a los adultos estar atentos a cómo lo han procesado y si algún aspecto sigue rondándoles en la cabeza, si necesitan hablar del tema, es interesante retomarlo desde la serenidad”.

Para Díaz, en las respuestas que aportemos también cabe el “No lo sé”, el “No te puedo explicar”. Es algo normal, humano, como hablar de las emociones, por lo tanto no debemos sentir que les estamos fallando, tan solo les estamos trasladando que nosotros como padres no siempre tenemos todas las respuestas.

Serán días en que los niños, en función de su edad, se acerquen a la idea de no omnipotencia del ser humano, y es bueno aprovechar, según Díaz, para transmitir valores como el de solidaridad, mostrando cómo podemos ayudar estando unidos en la adversidad, o el respeto a la diversidad. “Se trata de que este proceso de crecimiento sea positivo, pero sin acelerarlo, llegando solo hasta donde los niños sean capaces de procesar”.

Coincide Martorell en que un factor importantísimo es la propia reacción de los progenitores, si están desbordados o si han sido capaces de digerirlo, y más cuanto más pequeño es el niño. “El mundo es inseguro, pero no ganamos nada con anticipar esa idea a niños que no la van a poder manejar”, señala Martorell, “Ellos no pueden evaluar la improbabilidad” ni podemos ponerles en la tesitura si “más vale vivir libre”.

En función de la edad, para Luengo, un acontecimiento de estas características supone una oportunidad para reflexionar sobre los valores y las maneras de interpretar la vida que estamos transmitiendo, valores como la empatía, compromiso, compasión, bondad o el respeto a los otros, en primer término, que además nos servirán, en segundo, para afrontar los malos momentos, las dificultades.

“Crecer tiene un lado maravilloso, pero también lleva aparejada una pérdida secuencial de la inocencia”, señala el experto, que, más que por el fomento del concepto de resiliencia como resistencia ante los estímulos agresivos, aboga por la idea del afrontamiento: “Va más allá, que no es solo resistir, saber recibir bien el golpe, sino ser proactivos, aun con todo el dolor, con toda la tristeza y con todas las dificultades, levantarse sabiendo que no todo es positivo en la vida ni que siempre debemos tener una mirada positiva de todo”.

Fuente:

Estrategias para afrontar el horror

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Panamá: Educación de calidad y firmeza contra delincuentes, propone Roux

Panamá/ 22 de agosto de 2017/Autor: Adiel Bonilla /Fuente: http://www.panamaamerica.com.pa

Exministro del Canal y secretario de Cambio Democrático propone firmeza para detener la ola de inseguridad que se vive en el país, y una educación de calidad sin distingo de clases sociales.

Rómulo Roux, exministro del Canal de Panamá reiteró su propuesta de que las autoridades pongan “énfasis en el entorno social, para lograr una educación de calidad donde además de impartir educación académica se prepare a nuestros hijos para que sepan afrontar el futuro con responsabilidad y vivir en una cultura de paz”.

El también dirigente de Cambio Democrático recordó que “hay mucho descontento en educación, docentes de diversas áreas del país pidiendo mejores condiciones de trabajo sin la posibilidad de ser escuchados”,

Agregó que hay grandes diferencias en el tipo de educación que reciben nuestros estudiantes, la cual muchas veces está condicionada al lugar donde viven.  “Es el momento de pensar más en el país y atender el reto que tenemos por delante en la educación, que además será una gran herramienta para ir disminuyendo la inseguridad”.

Transporte

Rómulo Roux también afirmó que hay que poner orden en el transporte. Y recordó que cuando  la pasada administración prometió y cumplió la construcción del metro, así como la puesta en marcha de Mi Bus, una de las razones principales era lograr que los padres pudiesen llegar más rápido a casa y tener tiempo para estar en familia.

“El ausentismo de padres en el hogar producto de más de 4 horas al día en tranques es un factor que afecta y no contribuye en nada a la meta de una educación de calidad donde los padres tenemos que jugar nuestro rol”, dijo Roux.

En este sentido, señaló que allí radica otra de las importancias de que tengamos un mejor sistema de transporte… “de acortar los tiempos, de construir ramales, pasos elevados vehiculares que nos permitan llegar más rápido a casa, todo esto influye directamente para que los padres logremos prevenir aquellas situaciones de riesgo sobre nuestros hijos y podamos como país juntos hacer nuestra tarea para disminuir la inseguridad”.

Seguridad

Por otro lado, el secretario general del opositor partido Cambio Democrático  añadió que “al no haber una política de seguridad ciudadana de prevención del crimen, la población ha caído presa del miedo y la inseguridad.

“Necesitamos un plan de seguridad que se sustente en la firmeza de la ley, mayor efectividad de la policía para mantener la paz en los barrios y tomar decisiones de orden, donde la delincuencia tenga claro que a la autoridad se le respeta. Es hora de ponerle un alto a los delincuentes y que el que la haga, la pague”, concluyó Rómulo Roux.

Fuente de la Noticia:
http://www.panamaamerica.com.pa/nacion/educacion-de-calidad-y-firmeza-contra-delincuentes-propone-roux-1080841
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Splinternet: el fenómeno que está cambiando Internet

Lara Olmo
El eterno debate entre la libertad de expresión y la seguridad está derivando en un nuevo fenómeno conocido como splinternet. Algunos lo ven como un mal menor y otros como el final de un Internet abierto y libre para todos (si es que algún día lo fue).
Por mucho que Mark Zuckerberg se empeñe en decir que su objetivo es lograr que el mundo entero se conecte a la Red y tenga acceso universal a la información y a sus familiares y amigos, el CEO de Facebook sabe bien que esto es una utopía. Internet nunca ha sido una plataforma independiente, global y abierta, y es muy probable que no lo sea nunca.Ahora además se está extendiendo un fenómeno que imposibilita aún más este escenario: la fragmentación del acceso a Internet por regiones. Los ciudadanos, en función de dónde vivan, tienen una experiencia de usuario diferente y los contenidos también difieren mucho.Es lo que entre algunos sectores se conoce como splinternet, y creen que acabará poniendo atas arriba la Wolrd Wide Web tal y como la conocemos hoy.¿Y quién está causando este fenómeno? Los gobiernos de muchos países y concretamente sus legislaciones de seguridad, que obligan a las empresas de Internet a cumplir con ellas y adaptarse a sus parámetros para poder ofrece allí sus productos y servicios. Uno de los casos más recientes lo hemos visto con Apple, que ha eliminado algunas aplicaciones de su App Store china porque el gobierno las considera ilegales.El splinternet no es nuevo pero se está recrudeciendo en los últimos años. Un momento clave llegó con las revelaciones de Edward Snowden en 2013, con las que demostró que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos había recopilado información de usuarios de empresas como Google, Facebook, Apple o Microsoft, entre otras.China o EE.UU. tienen fama de regular y limitar las actividades digitales, cada uno a su manera, pero no son ni mucho menos los únicos países que están poniendo en macha políticas restrictivas. Turquía o Brasil obligan a todas las empresas que se asienten allí a respetar sus normas de acceso a la información y los contenidos.Los gobiernos cada vez se ven más legitimados para actuar de este modo a medida que Internet se ha convertido en altavoz de noticias falsas, mensajes de odio y el extremismo. Quienes apoyan los controles (y en muchos casos la censura) critican la pasividad de las plataformas de Internet, a las que acusan de haberse convertido en el canal por excelencia de terroristas y asociaciones violentas.La censura en internet por países

Ante la “imposibilidad” alegada por Facebook, Twitter y compañía de controlar todo cuanto se publica y vuelca en ellas, algunos gobiernos se están posicionando como “watchdogs”, esto es, como perros vigilantes que, con la excusa de proteger a sus ciudadanos, quieren controlar los contenidos que consumen vigilando a las compañías que los emiten y difunden.A mayor intervención mayor fragmentación de la experiencia del usuario por regionesmayor splinternert y menos apertura. Es el eterno debate entre la libertad de expresión y la seguridad, cuyas consecuencias empiezan a evidenciarse. Pero, ¿a qué precio acallamos las voces violentas?, ¿silenciándolas todas, incluyendo las inocentes?

Fuente del articulo: http://www.ticbeat.com/seguridad/splinternet-el-fenomeno-que-esta-cambiando-internet/

Fuente de la imagen: http://cdn2.ticbeat.com/src/uploads/2017/08/splinternet-fragmentacion-de-internet-por-paises-810×405.jpg?x3270

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Guatemala: Estudiantes universitarios buscan incidir en políticas públicas

Guatemala/10 de Julio de 2017/Prensa Libre

Estudiantes de universidades de cuatro países que participaron en Conferencia del Monulac en Antigua Guatemala hacen propuestas sobre temas de interés social para influir en las políticas publicas de sus naciones.

Ciento cincuenta estudiantes de universidades de México, Chile, El Salvador y Guatemala  discutieron sobre 10 temas durante la Conferencia del Modelo de la Organización de las Naciones Unidas para Latinoamérica y el Caribe (Monulac) que se desarrolló durante cinco días en la sede de la Cooperación Española, Antigua Guatemala, Sacatepéquez, y concluyó este miércoles.

Asamblea General, Consejo de Derechos Humanos, consejo de Seguridad, Concejo Económico y Social y Unesco fueron los cinco comités en los que se dividieron los estudiantes de las distintas casas de estudios superiores para discutir el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación en la aplicación de los objetivos de desarrollo sostenible, los desafíos para América Latina y el Caribe con relación a garantizar los derechos de migrantes, refugiados y desplazados.

Paola Saldaña, secretaria general de la Conferencia del Monulac, mencionó que durante los cinco días se abordaron dos temas diferentes de acuerdo a la temática del comité, donde los delegados resaltaron diferentes temas como la justicia transicional, innovación, tecnología y seguridad.

Representantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala y de la Universidad de Santiago de Chile fueron  Coorganizadores de la Monulac 2017. (Foto Prensa Libre: Renato Melgar)
Representantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala y de la Universidad de Santiago de Chile fueron Coorganizadores de la Monulac 2017. (Foto Prensa Libre: Renato Melgar)

Carlos Alvarado, rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), refirió que uno de los objetivos primordiales es que los jóvenes tomen liderazgo y conciencia de los compromisos que se tienen en las universidades latinoamericanas y del Caribe. Trabajar unidos en la democracia y la paz que son tan importantes para los países y por ello la importancia de los temas que sobresalieron como la educación para el desarrollo y bienestar, así como la cooperación internacional para alcanzar objetivos concretos en los países unidos, señaló.

 “La próxima reunión de Monulac se realizará en Santiago de Chile, que solicitó ser sede de la segunda reunión fuera de Estados Unidos. Lo importante mantener esos momentos de reflexión, discusión, diálogo, tolerancia y que realmente en esa mecánica se generen propuestas importantes para nuestros países”, refirió Alvarado.

Otros temas

Durante los cinco días también fueron tratados temas como: Protección y promoción de los derechos humanos para prevenir y contrarrestar la violencia, derechos humanos y justicia transicional, luego de situaciones de represión y violencia, participación de América Latina y el Caribe en operaciones de mantenimiento y consolidación de la paz y relación entre la ONU y organismos regionales sobre operaciones que garanticen la seguridad continental.

Otros fueron la movilización de alianzas incluyentes para el cuidado del medio ambiente, su sostenibilidad y su desarrollo, promover el crecimiento económico sostenido e inclusivo de la juventud, las mujeres y los pueblos indígenas, educación en sexualidad y respeto a la diversidad, y salvaguarda del patrimonio mundial en América Latina y el Caribe.

Estudiantes y autoridades de la Usac entregaron reconocimientos a grupos de universitarios participantes en el Monulac. (Foto Prensa Libre: Renato Melgar)
Estudiantes y autoridades de la Usac entregaron reconocimientos a grupos de universitarios participantes en el Monulac. (Foto Prensa Libre: Renato Melgar)

Marcio Palacios, director de la Escuela de Ciencias Políticas de la Usac, señaló que otro de los objetivos cumplidos fue dialogar científicamente los temas fundamentales del continente como la pobreza, migración, exclusión, seguridad, narcotráfico y las propuestas planteadas serán presentadas al Gobierno de la República para incidir en la toma de decisiones en la clase política.

“Los estudiantes analizan científicamente y hacen propuestas de cambio y con esto se busca generar opinión pública y mostrarle a la clase política que hay otras formas de abordar y proponer las problemáticas sociales”, refirió Palacios.

Organizadores aseguran que la juventud universitaria que participó en la Monulac  desaprueba y rechaza la violación de derechos humanos, estados fallidos, corrupción e impunidad, pero aprueban a la justicia, bien común, y una propuesta de país donde se incluya a todos.
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Medio Oriente. Mikel Ayestaran: “La única arma de construcción masiva que conozco es la educación”

Medio Oriente/13 de junio de 2017/Autor. Juan Caros Gonzáez/Fuente: http://www.bez.es

 

Mikel Ayestaran (Beasain, 1975) cuenta las horas para volverse a Jerusalén. Ahí le espera su familia y un buen puñado de historias que contar. Tras más de 10 años de trayectoria internacional, la mente de este periodista donostiarra se aleja de la de un cronista de oficina. “Tenía una de las mejores ciudades de España para vivir que es San Sebastián, un puesto de trabajo en un periódico que sigue funcionando bien, pero no me podía dar lo que yo quería».

Viajes de ida y vuelta por Oriente Medio, por países que se convierten en catorce capítulos. Así fue construyendo lo que hoy es su «crónica de crónicas». Un reto llamado Oriente Medio, Oriente roto. Tras las huellas de una herida abierta (Editorial Península) en el que los protagonistas son los lugares y las personas. “No es un libro sobre Mikel Ayestaran, es un libro sobre Oriente Medio”, cuenta a bez.es

Deja bien claro que no quiere contar batallitas y se confiesa “nada peliculero”, su único objetivo es sorprender al lector “rompiendo las normas de estilo” que usa día a día utilizando la primera persona y el presente.

El foco en las personas que sufren la guerra

Un relato impresionante hecho de forma casera y muy personal. “La foto de portada es de mi Palmira, del primer viaje que hice”. Una antigua ciudad histórica siria, ahora destruida por el Estado Islámico. “Nos fijamos siempre en Alepo, Palmira, las grandes fotografías son siempre esas, pero la auténtica destrucción que se está produciendo en la región es el fraccionamiento total y el final de la convivencia entre confesiones y entre etnias”. Ayestaran quiere que los paisajes se recuerden como se conocieron desde un inicio, pero sobre todo que se ponga el foco en las personas que en ellos habitan.

Donald Trump va a mandar miles de soldados a Afganistán. Pero, ¿acaso les ha preguntado a los afganos lo que necesitan?

Mikel Ayestaran

La herida que protagoniza estos relatos y que indigna al mundo puede acabar, no es ninguna utopía, solo hace falta voluntad. Ayestaran levanta la voz, con rabia y recuerda cuál debe ser la solución más inmediata.

 ¿Qué pasos podría dar la comunidad internacional para mejorar la situación en la zona?

El primer paso es el más fácil de todos, dejar de exportar armas y soldados a una región donde lo que sobran son armas y soldados. El resultado de las invasiones que se han llevado a cabo desde 2001 es patético. Hay que apostar por un tipo de cooperación y ayuda a largo plazo insistiendo en la base de lo que tiene ser la única arma de construcción masiva que conozco, que es la educación. Donald Trump, por ejemplo, va a mandar miles de soldados a Afganistán. Pero, ¿acaso les ha preguntado a los afganos lo que necesitan?

Grabar lo que pasa o vivir el momento

El periodista de Vocento y la televisión autonómica vasca (EITB) es multimedia pero admite que hay veces que las nuevas tecnologías le agobian. “Trabajar en multiformato muchas veces te martiriza”. Tras años y años escuchando consejos para transformarse ante un futuro irremediablemente digital, Ayestarán reconoce que esto es ya el presente.

Tiene Twitter y graba vídeo, pero hay cosas del día a día de este reportero que no vemos ni leemos. «He vivido momentos en los que digo, joder esto lo quiero para mí y ni foto, ni Facebook Live, ni nada. Apago lo que tengo y disfruto. El que quiera vivir esto que venga». Entre sentimientos recuerda la caída de Mubarak. Estaba en una cafetería junto a la plaza Tahrir de El Cairo y al enterarse lo primero que hizo fue abrazar a su intérprete, un momento que solo está en el recuerdo de Ayestaran.

Extracto de Oriente Medio, Oriente roto. Tras las huellas de una herida abierta.

Mikel Ayestaran

«El doctor Flayeh al Mayali es “mi padre” en Irak. Las palabras “traductor”, “intérprete” o fixer se quedan cortas para definir a uno de los personajes más entrañables que me he encontrado desde que trabajo en zonas de conflicto” […] Durante la época de Sadam Husein ya acompañaba a periodistas y colaboraba con la embajada española, pero tras la guerra se convirtió en los ojos de enviados especiales de diferentes medios, y también colaboró con las tropas españolas hasta que a finales de 2003 fue detenido y acusado de “colaborador necesario”

 ¿Por qué son tan importantes los intérpretes para un corresponsal de guerra?

En primer lugar, por el lenguaje. No solamente te traducen, también te interpretan la realidad de su país y sobre todo te tienen que dejar muy claro a donde no puedes ir. Siempre que voy a un lugar de estos tengo tres reglas: seguridad, seguridad y seguridad. Después trabajamos. 

 El mayor reto informativo de Ayestaran es y seguirá siendo Siria, “tanto por la opacidad del país, como por el poco conocimiento que hay de la zona o la exagerada publicidad y propaganda que hay desde uno y otro lado”

De él dice Ramón Lobo, otro gran cronista internacional, que elige sitios «a los que no va casi nadie». Afganistán, Libia, Irak, Egipto, Líbano, Yemen… pero su mayor reto informativo es y seguirá siendo Siria, “tanto por la opacidad del país, como por el poco conocimiento que hay de la zona, por lo difícil que ha sido trabajar durante todo el conflicto y por la exagerada publicidad y propaganda que hay desde uno y otro lado”.

En su mente tiene otro gran reto personal que le hace sonreír entre tanta crudeza. La revista 5W junto a buenos periodistas, pero sobre todo “buenas personas” como Xavier Aldekoa. “Al principio nos decían: estáis pirados, la información internacional no interesa, pero somos ahora nosotros y miles de pirados que han comprado la revista, que están suscritos, que están siguiendo en Twitter…. Y el arco se va ampliando”. Esperanza ante el periodismo que vivimos. “Al final es importante que nos juntemos para este tipo de cosas y no solo para tomar cañas”, dice entre risas.

Tras años de recorrido, este periodista de raza tiene “más preguntas que respuestas”. Quizá esas mismas dudas las resuelva viviendo nuevas experiencias. Que así sea Mikel, por el bien del periodismo, pero, sobre todo, por el bien de la gente de Oriente Medio.

Fuente de la Noticia:

http://www.bez.es/625795493/Mikel-Ayestaran-La-unica-arma-de-construccion-masiva-que-conozco-es-la-educacion-.html

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Trump Versus Comey: The Politics of Lawlessness, Lying and Fake News

by Henry A. Giroux
Contributing editor

Donald Trump’s firing of James Comey as the director of the FBI has caused a firestorm around the country, but for the wrong reasons. Rather than see Trump’s actions as another example of the unraveling of a lawless and crooked government, the mainstream press largely focused on the question of whether Trump or Comey are lying. Even worse, the debate in some quarters has degenerated into the personal issue and question of whose side one is on regarding the testimony.  Testifying before a Senate Intelligence Committee, Comey claimed that in meetings with the president, Trump had not only asked him if he wanted to keep his job, but also demanded what amounted to a loyalty pledge from him. Comey saw these interventions as an attempt to develop a patronage relationship with him and viewed them as part of a larger attempt to derail an FBI investigation into National Security Adviser Michael Flynn’s links to Russia. What Comey implies but does not state directly is that Trump wanted to turn the FBI into the loyal arm and accomplished agent of corrupt political power.

Comey also stated that he did not want to be alone with the president, going so far as to ask Jeff Sessions, the Attorney General to make sure in the future that such meetings would not take place because he did not trust Trump.  Comey also accused Trump of lying about the FBI being in disarray, slandering him, and misrepresenting the reasons for his firing.  And most importantly, Trump had possibly engaged in an obstruction of justice. In fact, Comey was so distrustful of Trump that he took notes of his exchanges with him and leaked the content of some of the memos to a friend at Columbia University who passed on the contents to a reporter at The New York Times. Comey stated outright he leaked the information because he thought Trump would lie about their conversations and that he wanted to prompt the appointment of a special counsel.

Suffering from what appears to be malignant narcissism and a pathological contempt for the truth, Trump has tweeted that Comey’s testimony had vindicated him and that Comey was a liar and a leaker. Of course, Trump made no mention of the fact that Comey leaked non-classified information because he did not trust anyone at the Department of Justice, especially since it was  led by Trump’s crony, Jeff Sessions. Since it goes without question that Trump is a serial liar, there is a certain irony in Trump accusing Comey, a lifelong Republican and highly respected director of the FBI, of lying. As Mehdi Hasan, appearing on Democracy Now, observes:

            From a political point of view, we know that one of the biggest flaws in Donald Trump’s presidency, his candidacy, his ability to be president, is that he’s a serial fabricator. Now you have the former top law enforcement officer of this country going in front of the Senate, under oath, saying he—that, you know, “Those are lies, plain and simple,” he said, referring to Trump’s description of his firing. He said, “I was worried he would lie.” He says, “I was worried about the nature of the man.” …And there was a quite funny tweet that went viral last night, which said, you know, “Trump is saying he’s a liar. Comey is saying Trump’s a liar. Well, who do you believe? Do you believe an FBI director who served under two—who served under three presidents from two parties? Or do you believe the guy who said Obama was born in Kenya? And, you know, that’s what faces us today.” [1]

Let’s be clear. Trump is a salesman and a bully. He constantly assumes the macho swagger of a loud TV used car salesman in an annoying commercial while at the same time, as Rebecca Solnit observes, he bullies facts and truths as well as friends and acquaintances. He is obsessed with power and prides himself on the language of command, loyalty, and humiliation. His biggest fear is that the United States still retains the memory of a real democracy.

Trump cannot be trusted because he not only infects political discourse with a discourse of hate, bigotry, and lies, but also because he has allowed an ideology to take over the White House built on the use of a species of fake news in which the truth is distorted for ideological, political, or commercial reasons. Under the Trump administration, lying and fake news have become an industry and tool of power. All administrations and governments lie, but under Trump lying has become normalized, a calling card for corruption and lawlessness, one that provides the foundation for authoritarianism.

A democracy cannot exist without informed citizens and public spheres and educational apparatuses that uphold standards of truth, honesty, evidence, facts, and justice. Under Trump, fake news has become a weaponized policy for legitimating ignorance and civic illiteracy. Not only has Trump lied repeatedly, he has attacked the critical media, claimed journalists are enemies of the American people, and argued that the media is the opposition party. There is more at stake here than the threat of censorship or the normalization of lying, there is also an attack on traditional sources of information and the public spheres that produce them. Trump’s government has become a powerful disimagination machine in which the distinction between fact and fiction, reality and fantasy are erased. Trump has democratized the flow of disinformation and in doing so has aligned himself with a culture of immediacy, sensationalism, and theater where thoughtful reading, informed judgments, and a respect for the facts disappear. Trump’s propagation of fake news as a way to discredit facts, if not thinking itself, operates in the service of violence because it infantilizes and depoliticizes the wider public creating what Viktor Frankl has called in a different context, “the mask of nihilism.”[2]  Trump capitalizes on a digital culture of immediacy and short attention spans in which complexity collapses in a barrage of tweets and the need for a narrative that offers a sense of consistency, a respite from fear, and a vision of the future in which people no longer experience a sense of invisibility.

Trump’s attack on Comey goes beyond a personal insult and act of egregious lying if not an obstruction of justice, it is also a register of his attempt to discredit criticism and the shared public reality among institutions that is central to a democracy. In an age in which the dissolution of public goods and the public sphere have been underway since the late 1970s, Trump attempts to both depoliticize and bind the American people through a kind of dystopian legitimacy in which words no longer matter and anything can be said functions largely to undermine the capacity for truth telling and political speech itself.  Under the Trump regime, consistent narratives rooted in forms of civic illiteracy and a deep distrust of the truth and the ethical imagination have become the glue of authoritarian power. All of which is reinforced by a disdain for measured arguments, an embrace of the spectacle, and an alignment with a banal theater of celebrity culture. In this context, rumors are more important than truth telling and in this theater of the absurd society loses its auto-immune system as a safeguard against lies, corruption, and authoritarianism. In a culture of short attention spans, Trump provides the lies and theater that offer up a tsunami of misrepresentations and values in which thinking is done by others, power is exercised by a ruling elite, and people are urged to dispense narrating their  own experiences and give up their ability to govern rather than be governed. Trump offers his followers a world in which nothing is connected, diversion functions as theater, destabilized perceptions reinforce a politics that turns into a pathology and community becomes dystopian, unconnected to any viable democratic reality.

Roger Berkowitz in a brilliant analysis of Trump and his followers that draws upon the work of Hannah Arendt argues that his supporters don’t care about his lies or immunity to facts. What they prefer is a consistent narrative of a reality in which they are a part. Berkowitz is worth citing at length. He writes:

The reason fact-checking is ineffective today — at least in convincing those who are members of movements — is that the mobilized members of a movement are confounded by a world resistant to their wishes and prefer the promise of a consistent alternate world to reality. When Donald Trump says he’s going to build a wall to protect our borders, he is not making a factual statement that an actual wall will actually protect our borders; he is signaling a politically incorrect willingness to put America first. When he says that there was massive voter fraud or boasts about the size of his inauguration crowd, he is not speaking about actual facts, but is insisting that his election was legitimate. ‘What convinces masses are not facts, and not even invented facts, but only the consistency of the system of which they are presumably part.’ Leaders of these mass totalitarian movements do not need to believe in the truth of their lies and ideological clichés. The point of their fabrications is not to establish facts, but to create a coherent fictional reality. What a movement demands of its leaders is the articulation of a consistent narrative combined with the ability to abolish the capacity for distinguishing between   truth and falsehood, between reality and fiction.[3]

As important as the Trump-Comey affair is, it runs the risk of both turning politics into theater and reinforcing what Todd Gitlin refers to as Trump’s support for an “apocalyptic nationalism, the point of which is to belong, not to believe. You belong by affirming. To win, you don’t need reasons anymore, only power.”[4] Trump values loyalty over integrity and he lies in part to test the loyalty of those who both follow him and align themselves with his power. The Trump-Comey affair must be understood within a broader attack on the fundamentals of education, critical modes of agency, and democracy itself.  This is especially important at a time when the United States is no longer a functioning democracy and is in the presence of what Zygmunt Bauman and Leonidas Donskis refer to as “the emergence of modern barbarity.”[5]  Trump’s discourse of lies, misrepresentations, and fakery give new meaning to what it means to acknowledge that education is at the center of politics because it is crucial in the struggle over consciousness, values, identity, and agency. Ignorance in the service of education targets the darkness and reinforces and thrives on civic illiteracy. Trump’s fake news machine is about more than lying, it is about using all of the tools and resources for education to create a dystopia in which authoritarianism exercises the raw power of ignorance and control.

Artists, educators, young people, and others need to make the virtue of truth-telling visible again. We need to connect democracy with a notion of truth-telling and consciousness that is on the side of economic and political justice, and democracy itself. If we are going to fight for and with the powerless, we have to understand their needs, speak to and with them in a language mutually understandable, and create narratives in which they can both identify themselves and the conditions through which power and oppression bear down on their lives. This is not an easy task, but nothing less than justice, democracy, and the planet itself are at risk.

 


 

[1] Amy Goodman, “Is the President a “Serial Fabricator”? Fired FBI Director Comey Says Trump Repeatedly Lies,” Democracy Now (June 9, 2017). Online: https://www.democracynow.org/2017/6/9/is_the_president_a_serial_fabricator

[2] Tom McWilliam, “Death of the Word?,” Arena Magazine, Issue No. 134, (April/May 2015), 41.

[3] Roger Berkowitz, “Why Arendt Matters: Revisiting “the Origins of Totalitarianism”,” Los Angeles Review of Books, [March 18, 2017].Online: https://lareviewofbooks.org/article/arendt-matters-revisiting-origins-totalitarianism/

[4] Todd Gitlin, “The Management of Unleashed Insanity,” CommonDreams (March 17, 2017). Online: http://www.commondreams.org/views/2017/03/17/management-unleashed-insanity

[5] Zygmunt Bauman and Leonidas Donskis, Liquid Evil (London: Polity, 2016), p. 79.

Source:

Henry Giroux: Trump vs. Comey

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