El aborto libre contraría las banderas del progresismo

Por: Myriam Mitrece

El proyecto de ley que se debate impulsa la exclusión del más débil y no promueve verdaderas soluciones para las mujeres pobres.

Hablemos claro. El proyecto presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito propone una ley de aborto libre.

El aborto libre se levanta como una bandera del progresismo. Quienes consideran que el derecho a la vida no es consensuable, por ser fundamento de los demás, son estigmatizados como retrógrados y oligarcas. Más allá de los eslóganes podemos preguntarnos: ¿es progresista el aborto libre?

El aborto libre atrasa.

El aborto libre no es inclusivo.

El proyecto de ley propugna el aborto por malformaciones fetales durante los 9 meses. ¿Cruda depuración de la raza? En los países en los que el aborto ya fue legalizado, los diagnósticos genéticos prenatales y la habilitación legal de aborto confluyen para la eliminación sistemática de niños con alguna discapacidad.

Los estudios genéticos prenatales se pueden realizar con un simple análisis de sangre. Si bien las madres no están obligadas a hacerse el estudio ni a abortar a su hijo, en la realidad se generan condiciones que las presionan a hacerlo. Los médicos indican estos estudios para evitar juicios de mala praxis y los sistemas de salud no prestan servicio o lo encarecen para quienes no hicieron nada para evitar el nacimiento del niño con discapacidad.

En España, Dinamarca, Estados Unidos, Islandia y Francia los índices de nacimiento de niños con este síndrome disminuyeron considerablemente. ¿Es por el alto grado de desarrollo de la salud pública? No, es porque no llegan a nacer.

El aborto libre busca acabar con la pobreza eliminando pobres. Se aduce que esta ley favorecería a las mujeres pobres que no pueden pagar un aborto en condiciones de salubridad. Paradójicamente muchas veces esta afirmación proviene de ámbitos intelectuales alejados de las necesidades prioritarias de la gente necesitada.

Recientemente, el padre Pepe y más de 30 curas que trabajan en villas difundieron un documento en el que explican: «La cultura popular de estos barrios nos ha mostrado una manera real de optar por la vida. Muchas veces donde el Estado no llega, donde la sociedad mira para otro lado, la mujer sola o atravesada por la marginalidad encuentra en las redes de amor que se generan en nuestros barrios su ayuda y su esperanza, para ella y sus hijos».

Las mujeres pobres necesitan acceso a la salud y oportunidades de educación. Quieren salir de la pobreza y que sus descendientes tengan un mejor porvenir. No quieren que se extinga la pobreza eliminando a sus hijos.

El aborto libre silencia a las oprimidas. En el proyecto mencionado, la mujer no estaría obligada a hacer la denuncia policial en caso de violación. Bastaría con la declaración ante el agente de salud. Las pruebas serían eliminadas y el violador podría sojuzgar a su víctima, sometiéndola una y otra vez a la violencia del abuso y la violencia del aborto. El aborto no quita las heridas de la violación, suma otras.

El aborto libre otorga derechos al poderoso e invisibiliza al débil.

Un argumento a favor del aborto inducido es que el embrión aún no tiene el desarrollo suficiente para considerarse persona. ¿No es un poco peligroso pensar que solo los desarrollados tienen derechos y los «subdesarrollados» deben aceptar resignadamente su minusvalía y aniquilación?

Hay quienes plantean un conflicto de intereses entre la madre (derecho a la autogestión de su cuerpo) y el del hijo (a mantenerse con vida). Entre iguales el derecho a la vida primaría sobre el de autogestión. Aquí la balanza se inclina hacia el más fuerte.

La invisibilización simbólica del embrión se manifiesta en la pretendida invisibilización real de los partidarios del aborto a demanda cuando consideran coactivo mostrar imágenes ecográficas a una mujer con un embarazo vulnerable.

El aborto libre sigue los mandatos de los poderosos.

«Las disposiciones restrictivas también violan la justicia social, pues cuando se prohíbe el aborto, las mujeres recurren a abortos ilegales para prevenir nacimientos no deseados. Los abortos médicamente seguros han estado disponibles siempre para las mujeres ricas, las que pueden afrontar los elevados costos de médicos y viajes al extranjero, pero la mujer pobre ha sido forzada a arriesgar su vida y salud con remedios populares y practicantes desacreditados». Este texto, que pareciera provenir de una dirigente feminista de izquierda, pertenece al reporte realizado por la Comisión sobre el Crecimiento Demográfico y el Futuro de Norteamérica, creada por el presidente Nixon en 1970. La política de la despenalización del aborto fue implementada a nivel mundial por Henry Kissinger, consejero de Seguridad Nacional del presidente Nixon. En el Memorando 200/74, sobre las implicancias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad nacional de Estados Unidos y sus intereses de ultramar se afirmaba que «ningún plan de control de la natalidad funciona si no está despenalizado el aborto». ¿Por qué será que habiendo tantas necesidades prioritarias en nuestro país, este tema se pone primero en la agenda?

Evidentemente, el aborto libre contraría casi todas las banderas del progresismo.

En algo sí estamos de acuerdo. Para no llegar al aborto es necesaria la educación. Una educación sexual verdaderamente integral, que tome en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales de las personas. Una educación sexual no ideologizada, actualizada y verdadera desde los aspectos científico y axiológico.

Educación para ser libres. Libertad para elegir bien. Elegir bien para ser felices.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/2120423-el-aborto-libre-contraria-las-banderas-del-progresismo

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Myriam Mitrece

Psicóloga, educadora, doctoranda en Psicología Social