Redacción: El Mundo
Cientos de miles de personas desfilan en París y en otras 216 marchas en Francia en la primera movilización del año. La huelga del ferrocarril ya es la más larga de la historia, 36 días.
Ni el paréntesis navideño, ni las concesiones del Gobierno, ni el cansancio tras 36 días de huelga, la más larga de la historia del ferrocarril. Los sindicatos franceses lograron ayer movilizar a cientos de miles de personas contra la reforma de las pensiones que propone Emmanuel Macron. Hubo 216 manifestaciones en todo el país. La de París reunió 370.000 personas según el sindicato CGT lo que sería el record de la protesta (según Interior, fueron 56.000 y según un gabinete especializado que contratan los medios franceses, 44.000). Los franceses justifican la protesta (61%) pero quieren que se acabe ya (57%) según un sondeo publicado este jueves.
Ha sido la cuarta jornada de movilizaciones. La más concurrida fue la primera, el 5 de diciembre, cuando salieron a la calle 806.000 manifestantes, según el Gobierno (1,5 millones según la CGT). Este jueves, la disparidad en el recuento se amplió. Los sindicatos pregonan 800.000 manifestantes fuera de París. Interior, menos de 400.000.
En Marsella hubo 22.000 manifestantes según la policía (220.000 según CGT). En Toulouse, el gobierno contó 14.000 personas (la central, 120.000). En Burdeos unos sumaron 10.000 manifestantes, otros 70.000. Pero, aún dando por buenas las cifras del Gobierno, la protesta ha demostrado que aún tiene cuerda.
El líder del la CGT, Philippe Martinez, denunció la «actitud provocadora» del ejecutivo y duda de la voluntad negociadora del ejecutivo que dirige Edouard Philippe. El sindicalista hizo esa declaración momentos antes del arranque del cortejo parisino. Junto con otros líderes sindicales sostenía la pancarta: «Jubilación por puntos, todos perdedores. Jubilación a los 60, todos ganadores. Macron retira tu plan».
Esta vez los sindicatos recorrieron el norte de la capital. Lo que irritó al Gobierno pues la plaza donde terminaba, San Agustín, está a menos de un kilómetro del palacio del Eliseo. La policía cerró todas las calles con barreras metálicas de dos metros de altura sujetas a bloques de hormigón. El despliegue de 5.500 policías y gendarmes no impidió los incidentes al anochecer. La caballería del prefecto que se desplaza en 120 motos de gran cilindrada con dos policías por moto se empleó a fondo. En las redes hay vídeos que demostrarían la gran dureza policial. A las 6 de la tarde había 24 detenidos.
El cortejo desfiló sin mayores incidentes hasta el final aunque los antidisturbios escoltaban a los grupos radicales que se se sitúan delante de la pancarta de los líderes. Un tenderete de un grupo que propone una república soberana y al que los manifestantes presumían de ultraderechista fue destruido de malas maneras.
ABOGADOS Y PROFESORES
En ese cruce se apostaron varios abogados que ayer secundaban la protesta. Embutidos en sus togas, recibieron aplausos y abrazos de los manifestantes, algunos de los cuales revestían chalecos amarillos.
Desde el principio de la protesta, la jornada de movilización está reforzada por paros en otros sectores. Así el 19% de los profesores de primaria y el 16% de los de secundaria hizo huelga según el ministerio de Educación (40% y 50% según los sindicatos).
Simbólicamente, la Torre Eiffel permaneció cerrada, no se imprimieron los diarios parisinos y la radio pública France Info sólo difundía boletines y música. El suministro eléctrico sufrió caídas por acción de los trabajadores de EDF que montaron un piquete a la entrada de una central nuclear. El bloqueo de refinerías cumple su segunda jornada de las tres previstas pero apenas se ha dejado sentir en las gasolineras. El Gobierno ha advertido que, si bien los trabajadores tienen derecho a la huelga, impedir la salida de camiones es «ilegal».
EL TRANSPORTE, CLAVE
El núcleo de la huelga está en el ferrocarril y el metro de París, dos de los 42 regímenes particulares de jubilación que Macron quiere fusionar con su proyecto de reforma universal y por puntos.
En la SNCF, la Renfe francesa, la huelga que ha cumplido 36 días, es ya la más larga desde la creación de la compañía pública en 1938. Ha superado los récords de 1995 y del invierno del 86-87 cuando sumaron 27 y 28 jornadas consecutivas, respectivamente. Y el de 2018 cuando los paros alcanzaron también los 36 días pero en jornadas alternas.
La movilización de los maquinistas hizo que sólo circularan un tercio de los Cercanías aunque ya funcionan el 40% de los trenes regionales y el 60% de los de alta velocidad. Aunque sólo un tercio de los trabajadores de la SNCF faltaron al trabajo, la protesta tiene sólidas raíces entre los maquinistas (67% de huelguistas) y revisores (58%) las dos categorías imprescindibles para que funcionen los trenes. Este jueves el seguimiento fue excepcional. Los días sin manifestaciones, los huelguistas de la SNCF no llegan al 7%.
Misma tendencia en el metro parisino: ya no hay líneas cerradas pero en la mayoría sólo circulan a las horas punta.
Los huelguistas tienen apoyo popular, según las encuestas, y … económico. La hucha del sindicato de comunicación de la CGT ha recaudado ya 2,1 millones de euros, donados por más de 30.000 personas. Es la más importante de estas iniciativas. Distribuye el dinero a los huelguistas (que hagan al menos dos jornadas seguidas) a través de los comités de empresa.
Con todo, el mejor combustible de la protesta es el apoyo popular. La última encuesta (Odoxa para Le Figaro) señala que el 61% de los franceses la encuentran justificada frente al 39% que no lo cree así. En un mes el respaldo ha bajado 5 puntos.
SIMPATÍA POR LA HUELGA
Este fenómeno de simpatía por la protesta es habitual en la sociología francesa. Se llama «huelga por procuración». Es decir: yo no hago huelga pero la apoyo moralmente aunque a mí me genere complicaciones.
Si el Gobierno debe tener en cuenta el respaldo a la protesta, los sindicatos deberían tomar nota de la respuesta a otra pregunta del sondeo: un 57% de la ciudadanía quiere que se acabe ya frente al 42% que prefiere que continúe. Los que más la sufren, habitantes en la aglomeración parisina, están hartos: el 70% desea que termine.
La encuesta suspende a todos los protagonistas del conflicto, sindicatos, partidos de oposición y Gobierno. El resultado menos malo es para la CFDT, el sindicato más moderado que siempre apoyó el fin de los regímenes particulares pero se opone a retrasar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años.
La opinión pública le secunda: un 61% se opone a ella. El primer ministro justificó esta medida, que no estaba en el programa electoral de Macron, en la necesidad del equilibrio financiero del sistema. Esta semana ha aceptado la creación de una conferencia ad hoc, una propuesta de la CFDT. Edouard Philippe ha convocado para hoy la primera reunión.
Por ahí se atisba la salida del conflicto. El Gobierno, que quiere salvar su reforma pero ha hecho concesiones a numerosos sectores, va a tener que hacer algún juego de prestidigitación: su electorado sí apoya la medida (54%) y los votantes de la derecha, también (60%). Y esas son, precisamente, las bases electorales de Macron si quiere repetir mandato.
Fuente: https://www.elmundo.es/economia/2020/01/09/5e177e4cfc6c831e548b4696.html