Pastor Sastre: La educación en tiempos de coronavirus

Por: Juan Carlos de Pablo.

Preguntas al economista Pastor Sastre (1914-¿?): Argentino, profesor de Economía Política en la Escuela Nacional de Comercio Juan Bautista de la Salle. Doctor en Derecho por la UBA

La educación a distancia no fue inventada a comienzos de 2020, pero se generalizó como consecuencia del coronavirus. ¿Qué diferencia tiene con lo que hasta ahora ocurría en las aulas, donde se desarrollaba una interacción presencial entre maestros y profesores, con alumnos? Superado el evento que nos tiene a todos en vilo, ¿volveremos a las aulas, o las casas de estudio las transformarán en boliches, depósitos de calzado o canchas de pelota a paleta?

Al respecto conversé con el argentino Pastor Sastre, nacido en 1914. Sé que falleció, pero no puedo precisar en qué año. Fue mi profesor de economía política en la Escuela Nacional de Comercio Juan Bautista de la Salle, conocida como «el Comercial de Ramos Mejía». Doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires, además de profesor fue funcionario en la municipalidad de Córdoba, fiscal de Estado y tierras públicas en dicha provincia, abogado del Banco Hipotecario Nacional y asesor legal y subgerente del Banco Central.

-Tengo en mi biblioteca un ejemplar de Economía política , cuya primera edición usted publicó en 1951. La obra me genera sensaciones encontradas, por el contraste que existe entre el prólogo y el texto.

-Explíquese, por favor.

-¿Qué puedo pensar de un manual de economía política que no contiene un solo gráfico, ni siquiera el de oferta y demanda? Menos mal que el libro también tiene un prólogo, que por favor quiero que lo lea.

-Con gusto. «La esencia pedagógica consiste en evitar sufrimientos a la juventud que acude a las aulas para aprender. Bondad en el profesor, suprema comprensión, ver lo profundamente humano de cada joven, auscultar sus problemas e inquietudes, guiarlos con mano firme, maestra, convincente y persuasiva, despertarlo a la vida, estimularlo, dirigirlo, enderezarlo, proceder sin renunciamientos, con franqueza y sin reacciones mezquinas, sembrando y actuando en forma ejemplar y generosa, allí donde el espíritu ignaro reacciona con encono. El clamor es aprender sin sufrir, sin tortura, y de allí la responsabilidad del profesor que hace agradable la enseñanza, atrayente y seductora, conduciendo y contribuyendo a formar espíritus firmes, leales a sanos principios, en un ambiente feliz, adonde nadie acude con temor. Por eso, en los dinteles de las aulas debería existir esta inscripción: aquí se aprende a vivir».

-¿Sabe por qué me acuerdo tanto, y tan bien, de usted? Porque no armó el curso sobre el texto del libro, sino sobre su prólogo. Usted se ubicaba al fondo del salón y organizaba debates. En 1959 temas no faltaban: la presidencia de Arturo Frondizi, la Revolución Cubana, etcétera. Nos enseñó algo mucho más importante que economía, nos enseñó a pensar.

-Me hizo acordar lo que Paul Marlor Sweezy dijo de uno de sus profesores: «A Joseph Alois Schumpeter no le importaba lo que pensáramos, mientras pensáramos».

-En varias partes del mundo el coronavirus está forzando a dictar las clases sin la interacción directa, que se da en las aulas. ¿Qué piensa?

-La educación a distancia tiene sentido más allá del coronavirus. Porque, por razones geográficas, de horario, etc., no todo el mundo puede acceder a clases presenciales. Por otra parte, tal como era de esperar, la tecnología de la interacción fue mejorando.

-Cierto, pero existiendo la posibilidad, la interacción personal es mejor.

-De acuerdo, pero una clase a distancia es mucho mejor que nada. Por varias razones…

-Explíquese.

-Primero, por el propio dictado de las materias. Al alumno que piensa que el tema que se iba a desarrollar en la clase que no se dictó no se puede tomar en el examen, hay que enseñarle que no ponga el carro delante del caballo. Porque la clave está en saber, el examen es accidental. ¿Se dejaría usted operar por un cirujano que en el quirófano le dijera que no está seguro de lo que tiene que hacer, porque la clase correspondiente a su operación no fue dictada, debido al coronavirus?

-Usted mencionó varias razones.

-Todo sirve para enseñar y aprender. Como consecuencia del aislamiento todos estamos viviendo una experiencia muy particular. Excelente material para reflexionar con los alumnos. Por ejemplo, la cuestión de la disciplina y la exigencia. Quienes estamos en casa exigimos que nuestros compatriotas, los que preparan los alimentos y las bebidas, no bajen los brazos, para que la calidad de lo que consumimos no disminuya. Pues bien, a los alumnos hay que ayudarlos a que desarrollen la misma conducta.

-¿Cómo?

-Pidiéndoles que continúen con las tareas que les habíamos encargado, enviándoles nuevos deberes, etc. ¿Qué pretextos existen para conseguir material, teniendo acceso a internet? Además, perdón por la obviedad, pero el aislamiento supone que tienen «24 horas diarias» para seguir estudiando.

-Los psicólogos hablan del desánimo, los temores, etcétera.

-Soy abogado, y usted economista, así que ni usted ni yo podemos hablar en términos profesionales. Pero sí en términos humanos, sin pretender vender buzones. El modelo Diluvio Universal, que usted explicó en la primera clase de su curso de economía I, es hoy relevante, no solamente para adoptar decisiones sino para darnos fuerza para seguir adelante.

-Dígalo usted, por favor.

-Más del 99% de la humanidad, cuando «deje de llover», saldremos del Arca de Noé para volver a hacer la vida normal. Entre paréntesis, en esta crisis el Arca es nuestra casa. Se trata, entonces, de sobrellevar esta contingencia de la mejor manera posible, pero sin olvidar que la vida tiene sentido, y que la vamos a seguir viviendo luego de que el coronavirus desaparezca, o se lo circunscriba mejor que ahora.

-¿Cómo será el mundo futuro?

-Imposible saberlo a ciencia cierta, pero la historia brinda algunas pistas. Primero: la unión que genera el espanto difícilmente se pueda mantener cuando el desafío haya desaparecido. Hoy, los hinchas de River y de Boca se saludan como hermanos, pero ya veremos…

-¿Habrá un antes y un después?

-Quienes piensan que el mundo será totalmente diferente no se apoyan en ningún antecedente histórico. Algunas cosas serán diferentes, pero me atrevo a pronosticar que la mayoría no; pero estas consideraciones hoy distraen, y lo que tenemos que hacer es focalizar nuestra mente.

-Volvamos al plano educativo.

-Como le dije, lo que genera el coronavirus tiene que servir como material para la interacción con los alumnos. Ejemplos: podemos explicar el impacto de hechos esperados e inesperados; cómo se procede sobre la marcha; la frecuencia con la cual se cometen errores y la velocidad con la cual se los corrige; a separar la verdadera información de la mera conjetura; a no darnos manija con inverificables teorías conspirativas, a las cuales los argentinos somos tan afectos, etcétera.

-Inolvidable profesor, muchas gracias.

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