La pandemia de COVID-19 agravó el inquietante problema de la violencia sexual en El Salvador, donde los embarazos de niñas y adolescentes se dispararon durante los meses en que estuvo prohibido salir a la calle.
Según los registros del Ministerio de Salud, los embarazos inscritos en niñas menores de 14 años aumentaron 79% durante los meses de confinamiento más estricto, entre abril y julio pasado, lo cual activó ciertas alarmas en la sociedad civil.
Para la educadora Roxana Rodríguez, de la gremial Profesionales por la Transformación de El Salvador (Proes), las circunstancias sugieren que dichos embarazos son resultado de abusos sexuales en los hogares, propiciados por la cuarentena total.
«El encierro sin otras medidas complementarias solo vulnera más a las mujeres, niñas y adolescentes, que son obligadas a permanecer con quienes las violentan sin la posibilidad de salir a buscar ayuda», advirtió Rodríguez en diálogo con Sputnik.
La activista sabe que la situación es peor de lo que reflejan las estadísticas, pues muchas familias no reportan los casos para evitarse complicaciones en una nación donde la mujer que aborta es más perseguida que el violador que la embarazó.
Un revelador cotejo
La Fiscalía General de la República reportó 974 denuncias de violencia contra la niñez en el primer semestre de 2020, la mayoría agresiones sexuales, entre ellas 104 violaciones de menor agravadas, pues fueron cometidas por familiares o personas de confianza.
Al cotejar dichas estadísticas con las publicadas por el Ministerio de Salud en el portal del Hospital de la Mujer, la experta de Proes se preguntó cómo podían darse tantos embarazos en menores, si las restricciones imperantes prohibían salir de casa.
«¿Por qué si las clases fueron suspendidas, si las fuerzas represivas no permitían circular, habían aumentado entonces los embarazos? Solo podemos pensar que los mismos obedecen en gran medida al abuso y las violaciones que las niñas viven en sus hogares», agregó Rodríguez, quien denunció la situación desde diversas plataformas.
Aparejado a ello, las mismas restricciones de movilidad provocaron también un descenso de las denuncias de violencia sexual y de género, lo cual no significa que los casos disminuyeran: hasta finales de julio se reportaban 62 feminicidios en El Salvador.
«La pandemia vino a desnudar más la violencia que sigue vigente en El Salvador, donde no vemos ninguna respuesta de las autoridades ni de las instituciones que deben velar por el desarrollo de la niñez, la juventud y las mujeres», estimó Rodríguez.
Alerta de vulnerabilidad
Proes alertó en un estudio que el supuesto dilema entre salud y economía presentado por el Gobierno desde la irrupción del COVID-19 empeoró determinados males sociales de fondo en esta nación centroamericana, sobre todo en los sectores más desprotegidos.
El informe refiere que con el confinamiento aumentó la violencia intrafamiliar por convivencia con el agresor, muchas veces en condiciones de hacinamiento y exacerbada por la falta de estrategias para canalizar el estrés y la ansiedad.
Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de El Salvador: el Fondo de Población de Naciones Unidas estima que el confinamiento dejará unos 7.000.000 de embarazos no deseados a nivel global, por factores como la violencia sexual.
«La pandemia agrava las desigualdades, y se suman por millones las mujeres y niñas que ahora corren el riesgo de perder su capacidad para planificar sus familias y proteger sus cuerpos y su salud», afirmó Natalia Kanem, directora ejecutiva del Fondo.
En ese contexto, las mujeres que (sobre)viven en condiciones de mayor vulnerabilidad tendrían menos recursos para denunciar una situación de abuso familiar, convirtiéndose en víctimas ocultas del COVID-19.
Fuente: https://mundo.sputniknews.com/america-latina/202008271092567703-embarazo-infantil-la-otra-secuela-de-la-pandemia-en-el-salvador/