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«Determinados partidos han dinamitado ciertos consensos que existían sobre la violencia machista», asegura Daniel Calderón, investigador de la FAD
Uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años considera que la violencia machista no existe y que es solo un «invento ideológico», una cifra que se ha duplicado en cuatro años, según recoge el último barómetro sobre juventud y género de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
«En el ámbito político, el tema de la violencia machista está muy polarizado. Determinados partidos han hecho de él su campaña y han dinamitado ciertos consensos que existían sobre ella», señala Daniel Calderón, técnico de Investigación Social en el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD. «La gente de derechas, en términos generales, considera, en mayor medida que la de izquierdas, que el feminismo no es necesario o que las desigualdades de género no son tan importantes», asegura.
Doctor en Sociología y Antropología, Calderón ha trabajado en diferentes proyectos e investigaciones sobre la sociología de la juventud, la sociedad digital y las desigualdades digitales.
Pregunta. ¿Cómo es posible que un 20% de los jóvenes chicos piense que la violencia machista no existe?
R. Es la gran pregunta y no es fácil responderla. En este barómetro vemos más las tendencias y no es tan sencillo encontrar las causas. Si tuviese que atender a varias tendencias que están surgiendo en los últimos años, diría que el movimiento feminista o a favor de la igualdad de las mujeres se ha visibilizado mucho en los últimos años. Eso ha creado entre ciertos hombres ciertas reticencias, una actitud reactiva, digamos. En el ámbito político, el tema de la violencia machista ha estado muy polarizado. Determinados partidos han hecho de él su campaña y han dinamitado ciertos consensos que existían sobre la violencia machista.
R. Es una tendencia general de todos los barómetros que hemos hecho sobre este tema. Siempre hay una asociación del movimiento feminista o de lucha por la igualdad en términos ideológicos. La gente de derechas, en términos generales, considera, en mayor medida que la de izquierdas, que el feminismo no es necesario o que las desigualdades de género no son tan importantes .
P. Llama la atención porque estos jóvenes que niegan la violencia machista lo está viendo a su alrededor, en la televisión; muchas veces, en su familia…
R. Hay que tener en cuenta que la mitad de los chicos sí considera que la violencia de género existe o que las desigualdades de género son importantes. Pero existe esta minoría que se está acercando cada vez más a discursos reactivos. Como en el debate público parece que se puede decir cualquier cosa y todo es aceptable, pues lo entienden como un discurso más de confrontación de algo que entienden que es contra ellos.
P. Vox, por ejemplo, prefiere hablar más de violencia familiar que de violencia machista.
R. Sí, existe un caldo de cultivo de enfado hacia el movimiento feminista o de pensar que el movimiento feminista ataca a las hombres que en determinados sectores, sobre todo de hombres, pueden generar actitudes de rechazo que puedan conducir a votar a Vox o a otros partidos que niegan estas desigualdades o que las invisibilizan porque no son tan importantes.
P. Algunos jóvenes admiten que ante el intenso debate social que hay con este tema se sienten ‘atacados’ de alguna manera.
R. El problema de este argumento es que en el fondo le echa la culpa al movimiento feminista, cuando en realidad lo que ocurre es que determinados grupos de jóvenes varones no están entendiendo de qué va el feminismo y cuáles son las desigualdades estructurales que hay que combatir. Es interesante cómo se observa que esta actitud de rechazo es mayor entre los chicos más jóvenes, de entre 15 y 19 años. Lo que no sabemos es si porque este grupo de edad es más machista o porque tiene menos información y cree que el feminismo es una cosa que realmente no es.
P. El problema entonces, de nuevo, y como en otros temas, es la desinformación.
R. Sí, hay una amalgama de fuentes de información que dicen cualquier cosa a los que gracias a las redes digitales y a internet se puede acceder. Lo que hace falta son herramientas de filtrado o conocimiento seguro que nos digan qué es el feminismo, qué es el machismo.
P. ¿Hay un cierto cansancio por parte de estos jóvenes de que se defienda a las minorías?
R. Sí es cierto que en determinados sectores sociales pueden aparecer esas actitudes. Pero es más un caldo de cultivo que está ya en la sociedad y, cuando preguntas por estas cuestiones, aparecen. Aunque el dato es negativo, lo positivo es que se está visibilizando una realidad y un problema que hace años no se hacía: la desigualdad de las mujeres, la lucha contra el racismo o las minorías sexuales…
P. ¿Y no será que estos jóvenes son, al final, un reflejo de la sociedad patriarcal en la que viven?
R. En cierta medida, tanto hombres como mujeres estamos sociabilizados en una sociedad patriarcal que claramente delimita los roles que son socialmente aceptables tanto para hombres como para mujeres. Eso ha entrado en cuestión hace muchísimos años y hay principalmente algunos varones que consideran que se está atacando a su identidad o cómo ellos percibían el mundo. Es interesante, en ese sentido, entender qué discursos plantean, profundamente misóginos y machistas, para poder confrontarlos con información, argumentos y educación.
P. O puede ser que estos jóvenes prefieran taparse los ojos…
R. Sí, eso es evidente. Se percibe muy bien en la encuesta que la percepción de las desigualdades de género en el entorno social es mucho más habitual entre las mujeres. Ellas son mucho más conscientes de las desigualdades que ven en el ámbito laboral, familiar, en las relaciones de pareja… Y, en cambio, los chicos no ven ese tipo de cuestiones en la misma medida.
P. Pero si en los últimos años se ha luchado por parte de la sociedad, de los medios, de los políticos para poner en el centro del debate la violencia machista, y se ha creado una reacción contraria en algunos jóvenes, ¿qué se puede hacer entonces?
R. Si, al final tenemos que plantearnos las causas. Tenemos, por un lado, los datos de violencia de género que son terribles, una lacra social que no desaparece sino que se mantiene como un problema fundamental, pero, por otro lado, se están visibilizan discursos de confrontación, algo que hace años no pasaba. Y eso de cara a los hombres genera esta visión reactiva de «están todo el día con este tema», como si no fuera una cuestión importante.
P. El informe subraya también que el 70% de las mujeres encuestadas considera que la desigualdad entre hombres y mujeres es elevada en España, pero solo un 42% de los hombres está de acuerdo con esa afirmación.
R. El dato positivo es que desde que estamos haciendo este barómetro, en 2017, las desigualdades de género y la violencia de género han emergido como un problema fundamental y cada vez son más los que consideran que es un problema social muy grave, especialmente, las mujeres, pero también los hombres. Pero en estos últimos años, en el caso de los hombres, notamos un cierto estancamiento si no un retroceso en algunos indicadores. Mientras que en el caso de las mujeres, la concienciación feminista es cada vez mayor y ha crecido mucho en los últimos años.
P. ¿Quiere decir que el tema se está polarizando, que cuantas más mujeres piensan que sí hay desigualdad y violencia machista, más hombres piensan que no?
R. Sí, está claro, pero desde el ámbito educativo se debe enseñar que el feminismo o la lucha por la igualdad no es una lucha contra los hombres, sino contra ciertas actitudes y prácticas patriarcales que están en la base contra la violencia de estas mujeres o de esas desigualdades estructurales que aparecen en el trabajo o en la conciliación.
P. ¿Existe un perfil de este tipo de jóvenes que niegan la violencia machista?
R. Es complicado. Sí existen algunas correlaciones. Pero en este sentido no nos gusta hablar de causas porque es un tema complejo de analizar. El nivel educativo es un factor fundamental, cuanto más bajo sea, más posibilidad de actitudes machistas hay. Pero esto es una visión estigmatizante, porque hay una serie de factores involucrados, ya que la gente de clase más baja o de un nivel educativo menor tiene menos posibilidades de acceder a información o a un conocimiento mejor para entender estos problemas. Lo que hay que lidiar es con esos problemas de base en los que se fundamenta todo lo demás.