Alemania: La democracia del siglo XXI: inteligente, participativa y tecnológica

Alemania/03 de septiembre de 2016/www.bez.es

La política busca cómo recuperar el favor de los ciudadanos. Una visión más participativa y directa, apoyada en el uso de herramientas tecnológicas, es el campo de experimentación para la democracia del siglo XXI, que viene acompañada de conceptos como datos abiertos, transparencia o inteligencia colectiva.

Internet es la herramienta que puede convertir la participación política de los ciudadanos en una realidad. Al menos eso es lo que opinan algunos expertos. Buceando en la idea de que las democracias actuales han desarrollado una «sensación de crisis respecto a los niveles de participación ciudadana, y que incluso su propia legitimidad se ve cuestionada», Thomas Zittel -investigador del MZES- y Dieter Funchs -profesor de Ciencia Política de la Universidad de Stuttgart- se plantean si reformar instituciones y procedimientos para permitir una mayor participación política de los ciudadanos, podría devolverles la confianza en el sistema.

¿Puede la ingeniería participativa traer a los ciudadanos de vuelta?, es la pregunta que se hacen en su investigación sobre Democracia Participativa y Participación Política. Tras analizar varios casos, la respuesta es afirmativa. «Los avances tecnológicos en información y en comunicación parecen capaces de eliminar, o al menos reducir de forma significativa, los obstáculos estructurales para la realización de una democracia participativa en las sociedades modernas», afirma Fuchs .

Corea del Sur: líder mundial en conectividad, pero con censura

Países como Taiwan y Corea del Sur despuntan como exponentes mundiales en democracia participativa nacional. Esta última lleva probando un sistema de votación electrónico fiable desde 2005, cuando estableció el Comité para la Promoción de las E-Elecciones. Sin embargo, como advierte OpenNet-Initiative, «aunque el país es el líder mundial en conectividad a Internet y en velocidad, sus restricciones sobre a qué tienen acceso los internatutas son sustanciales». «La expresión en la Red se mantiene bajo el estricto control legal y tecnológico del Gobierno central», añade la organización que lucha contra la censura en Internet. Como atestigua Freedom House, «la avanzada infraestructura digital de la democracia en Corea del Sur viene con un conjunto de restricciones con las que los usuarios se enfrentan a la censura. Arraigadas en las tensiones políticas con Corea del Norte o en los valores sociales tradicionales, numerosas leyes restringen diferentes aspectos de la actividad digital».

 Las democracias actuales han desarrollado una sensación de crisis respecto a los niveles de participación ciudadana

Pero si hay un ámbito donde se está experimentando con modelos de democracia participativa y empoderamiento ciudadano apoyado en las tecnologías, es en el local. El proyecto europeo D-Cent sirvió de estructura para articular varias de estas experiencias -Madrid, Barcelona, Helsinki y Reikiavik- , basadas en la idea de los Gobiernos que gestionan de forma abierta sus datos y con transparencia, con una visión de las tecnologías para «una democracia del siglo 21». Uno de los conceptos que se empezaron a tocar en D-Cent fue el de Inteligencia Colectiva para la Democracia. MediaLab-Prado, el laboratorio ciudadano del Área de Gobierno de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, va a ponerlo en práctica con una convocatoria de proyectos, que abarca desde algoritmos para el filtrado colaborativo -el reparto del trabajo para seleccionar las mejores propuestas- hasta aplicaciones vinculadas a los procesos de deliberación.

Tecnología para hacer políticas públicas

La brecha digital es una de las limitaciones que se presupone a todo lo relacionado con Internet. «Existe, sí, pero se ha superado otra mayor, la espacio-temporal», sostiene el coordinador del Laboratorio sobre Inteligencia Colectiva para la Democracia.»Como en el Foro de Porto Alegre, se requería la presencia de las personas en los procesos participativos. Preferimos centrarnos en el avance y verlo de manera optimista, como que mejora la inclusión y facilita la participación», añade.

La abstención en la democracia participativa y en la representativa

En cuanto a esta -o a su ausencia- en procesos cuya legitimidad depende de ella, Bermejo insiste en señalar lo diferente que es la abstención en un proceso de participación directa y en la elección de un presidente de Gobierno. «Es el único evento político permitido cada cuatro años, un claro acto de delegación. No podemos pedir el mismo nivel de implicación en procesos tan diferentes. La legitimación de la participación en los procesos de democracia directa la da que quienes lo hacen suelen estar directamente afectados o lo conocen en profundidad».

La brecha digital es una de las limitaciones que se presupone a todo lo relacionado con Internet

En este sentido, las cifras de Madrid -más de 45.000 ciudadanos participaron en la elaboración de presupuestos municipales y de propuestas en la plataforma -«no está mal y han sido mayores que las de Paris, por ejemplo», afirma Bermejo. «Cuando se pide su opinión a la gente, esta debería ser vinculante y llevarse a cabo. Cuando estos procedimientos se consoliden, los ciudadanos verán que son reales  y no una tomadura de pelo. Ahora mismo, la innovación en los procesos de participación política está en España», subraya.

«Lo local es un laboratorio de experimentación para probar nuevas herramientas participativas», señala Bermejo. «En cada ciudad hay una apuesta diferente, aunque todas caminan hacia lo mismo: la búsqueda de soluciones por parte de la ciudadanía. A través de la conexión en red se puede ver lo que funciona -y copiarlo- y lo que no. Ahí es donde lo local y lo global confluyen», concluye.

 Tomado de: http://www.bez.es/971287076/democracia-siglo-XXI-inteligente-participativa-tecnologica.html

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