ONU/05 de Diciembre de 2016/La Tercera
Los menores de 30 años corresponden al 60% de la población en esa región. Según un informe del Pnud, las desigualdades y obstáculos llevan a una exclusión social y económica.
Los menores de 30 años corresponden al 60% de la población en esa región. Según un informe del Pnud, las desigualdades y obstáculos llevan a una exclusión social y económica.
Todos los países árabes mejoraron sus indicadores de desarrollo entre 1980 y 2010, especialmente en los ámbitos de la educación y la salud, pero la crisis económica mundial y la inestabilidad política que siguió a las revueltas de 2011 han tenido un impacto negativo, según el Reporte del Desarrollo Humano Arabe 2016.
“La ola de protestas de la que fue escenario Medio Oriente desde 2011 ha demostrado que no se puede tratar a los jóvenes de la región como dependientes pasivos o como una generación en espera”, señaló en un comunicado la directora en funciones de la oficina de Pnud para Medio Oriente, Sophie de Caen.
“Actualmente, los jóvenes de la región son más educados, están más conectados y son más flexibles que nunca. Los países árabes pueden aprovechar el gran potencial demográfico que representan sus jóvenes si invierten en potenciar sus capacidades y ofrecerles más oportunidades”, añadió.
“La ola de levantamientos que barrieron la región árabe desde 2011 (Primavera Arabe) nos mostraron que no podemos seguir tratando a los jóvenes como dependientes pasivos o una generación a la espera”, dijo Caen.
El informe señala que los jóvenes (considerados entre los que tienen 15 y 29 años) corresponden a más de 105 millones. Pese a ello, el informe destaca que muchos de ellos no se encuentran bien representados en la vida pública y no tienen voz al momento de diseñar las políticas que influyen en su vida. “Muchas de las decisiones durante las décadas pasadas han resultado en la marginalización de un gran segmento de la población joven y la insuficiente atención de los gobiernos a sus necesidades ha evitado que se construya un sentimiento de amargura y resentimiento”, señaló el reporte. Así, se advierte de las crecientes desigualdades y los obstáculos a los que se enfrentan esos jóvenes, lo cual da lugar a su exclusión cultural, social, económica y política.
En 2014, el desempleo entre los jóvenes árabes alcanzaba el 29,7%, el doble que la media mundial, y está previsto que estos datos empeoren en el futuro. Además, casi la mitad de las mujeres jóvenes no encuentra trabajo.
El informe advierte que las economías de los países árabes no serán capaces de encontrar los 60 millones de nuevos trabajos que se necesitan para absorber a la nueva generación de jóvenes en 2020.
A estos factores se suma la violencia, ya que en la región han aumentado los conflictos y las crisis en los últimos años, lo cual está destruyendo el tejido social y los logros económicos pasados y causando la pérdida de vidas humanas y el desplazamiento interno de millones de personas. Eso sí advierte que los movimientos de protesta son cíclicos en Medio Oriente y, a menudo, se encienden cada cinco años. Por ejemplo, en el norte de Africa los disturbios alcanzaron un punto máximo en 2001, 2006 y 2011, cada vez más violentos.
El informe señala que los conflictos y las guerras destruyen los recursos productivos, el capital y la mano de obra. Por consiguiente, más de 13 millones de niños, el equivalente a cerca del 40% de todos los menores en edad escolar de la región, están siendo privados de tener educación. Las estimaciones indican que el número de personas que vive en países vulnerables a un conflicto en la región árabe se espera que aumente de cerca de 250 millones en 2010 a más de 350 millones en 2020 y esa cifra podría duplicarse en 2050.
La región árabe (Qatar, Emiratos Arabes, Libia, Irak, Líbano, Argelia, Egipto, Arabia Saudita, entre otros) reúne a solo el 5% de la población mundial, sin embargo concentró en 2014 el 68,5% de las muertes por guerras, una cifra que llegaba al 27,7% entre 1989 y 2014. El 57% de los refugiados (incluyendo a los palestinos), un 47% de los desplazados en el mundo y un 45% de los atentados terroristas y entre 1948 y 2014 concentraba el 17,6% de los conflictos.
El informe reconoce que la religión es la fuente básica de los valores. En las últimas tres décadas muchos grupos que han surgido, han adoptado posturas que excluyen a cualquiera que no esté de acuerdo con ellos. El fenómeno se volvió más intenso en 2011 debido a la oportunidad creada por los vacíos de poder en ciertos países. Esto permitió que muchos grupos proliferaran y se volvieran más extremistas.