Por: Peter McLaren.
He trabajado con camaradas en Latinoamérica durante casi 30 años. Allí he encontrado amistades incondicionales y camaradas con un coraje inquebrantable, un espíritu indomable y una visión de un nuevo universo social liberado de las cadenas del capitalismo actual.
Con tantos obstáculos frente a nosotros, es fácil cansarse y perder la esperanza. Creemos, sin embargo, que si trabajamos con diligencia y evitamos las inseguridades, amigos desconocidos y aliados cruciales se unirán a nosotros. No todas las culminaciones de acontecimientos, como es nuestra lucha contra distintas causas de sufrimiento y opresión, se convierten en un nuevo comienzo, ni todas las llegadas a un nuevo lugar de entendimiento se convierten en un punto de partida donde no existe reiteración de dolor y sufrimiento, donde el mundo de repente parece un lugar mejor. La verdad es que es muy probable que el sufrimiento del mundo empeore en los próximos años, a pesar de nuestros esfuerzos.
Entender que nuestro sufrimiento y el de nuestros prójimos continuará, quizás sin cesar, en nuestras propias vidas no nos fuerza a interceder renunciando al mundo por amor divino, por un sentimiento de ecuanimidad en este mundo o entrando en un estado de reverencia incondicional por la fantasmagoría de la vida cotidiana. En su lugar, trabajamos para desarrollar una conciencia crítica que se ajusta a las demandas realizadas por el presente histórico, que se ajusta a las demandas que la actual coyuntura histórica nos impone como agentes políticos y morales. No buscamos el equilibrio. Más bien, buscamos un compromiso intenso y amoroso con el mundo, un compromiso crítico, intensificado en todos los aspectos de nuestras vidas para cuando el espíritu de lo absoluto imperecedero rompa nuestro día a día y nuestra existencia mundana, luchemos con uñas y dientes por un mundo mejor.
La responsabilidad de construir un mundo socialista que satisfaga las necesidades de todos nosotros, las cuales a día de hoy han sido anuladas por el coloso del capital, nos llama, hermanos y hermanas, a hacer frente a la historia en su totalidad, a esculpir un nuevo campo de ser. Desde la praxis surge ese logro que se presupone en el anuncio, un anuncio de que un nuevo mundo es necesario y está en marcha. Desde nuestra praxis revolucionaria se libera un compromiso crítico con el mundo sin garantías de éxito. De cara a la galería y en nuestro interior luchamos por la justicia en el lugar de la intelección y acción, que es, en el lugar de la praxis, una praxis de ser y llegar a ser que mientras a veces podría parecer urgente y quizás incluso imperiosa, está concebida para transformar el mundo a lo largo del arco de justicia social.
De ahí que no haya amor sin justicia. Y no haya justicia sin amor. Y no existe un camino más maravilloso que este. No hablamos del amor como algo fungible, algo que te otorgan o que se puede adquirir, o que toma esta forma o aquella; el amor no es un objeto, sino eso que surge e ilumina al otro. Solo podemos conocer ese amor a través de nuestro compromiso amoroso con el otro. En otras palabras, a través de nuestra acción decidida, firme y determinada con los demás en este mundo de necesidades insatisfechas y sueños rotos.
Comenzamos nuestra lucha con una decisión, una que avisa a los guardianes del capital de que ya no toleraremos más injusticia, odio a los demás, pobreza, tortura y sufrimiento humano innecesario en cada una de sus facetas. Luchamos para construir un frente unido transnacional, para reclamar la finalidad de la educación pública y reconstruir el mundo. No cederemos.
Para citar este artículo:
McLaren, P. (2014). Hermanos y hermanas en la lucha por reconstruir el mundo. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales (III),pp. 46-47. Recuperado de http://iberoamericasocial.com/hermanos-y-hermanas-en-la-luchapor-reconstruir-el-mundo
Traducido por:
María José Vecino Puerto
Nazaret Calzado
Irene Sendra
Fuente: http://iberoamericasocial.com/hermanos-y-hermanas-en-la-lucha-por-reconstruir-el-mundo/
Fotografía: revoluciontrespuntocero.