España: Inclusión Educativa: un buen espacio para el crecimiento

España716 de Enero de 2017/La Opinión

Son casi 350 jóvenes los que asistieron en 2016 a los 6 centros que funcionaron en la ciudad. Muchos lograron culminar con éxito su año escolar. Algunos ya finalizaron el secundario.

Más de 350 jóvenes de la ciudad se juntan todas las semanas en los barrios a estudiar. Es un hábito que hace 7 años se viene repitiendo en distintos sectores y que constituye la base del Programa Bicentenario de Inclusión Educativa, que impulsa la Municipalidad de Rafaela.
Son chicos y chicas que asisten a diferentes escuelas secundarias. Muchos llevan sus materias al día. Otros tienen más dificultades. Algunos ya están avanzados. Otros recién están empezando. Pero todos, con el sólo hecho de asistir, demuestran ganas de superarse.
En 2016, Inclusión Educativa funcionó en 6 centros ubicados en los barrios Fátima, Los Nogales, Monseñor Zazpe, Italia, Malvinas Argentinas y, desde el año pasado, San José. En todos ellos, hubo más de 30 profesores de distintas áreas.
Los estudiantes asisten una, dos o tres veces por semana. Repasan lo visto en clases, realizan sus trabajos y se preparan para los exámenes. Comparten sus vivencias, sus alegrías y frustraciones. Y crean vínculos fuertes, que en muchos casos se mantienen, incluso, una vez terminada la secundaria.
Desde que Inclusión Educativa comenzó a funcionar, ya pasaron por el programa más de 1.700 jóvenes. Son historias de personas que aún hoy continúan esforzándose y que, en algunos casos, ya piensan en estudios de nivel terciario o universitario. Sus testimonios son señales de que la integración real es posible.
Camila, por ejemplo, acaba de terminar la secundaria. Asistió a la Escuela Nº 429 “Mario R. Vecchioli” y ahora va a estudiar Obstetricia. Hace 6 años que asiste a uno de los centros de Inclusión y vive en barrio Virgen del Rosario. «Los profes llegaron un día a mi casa para explicar cómo era el programa. Entonces me acerqué y, al poco tiempo, sentí que eran prácticamente mi familia. Hice un fuerte vínculo con ellos. Te hacen sentir que alguien te escucha», expresó.
Tras haber rendido en diciembre su última materia, Camila manifestó todo su agradecimiento. «Gracias a Dios hoy me puedo recibir. Los profes saben mi cumpleaños y yo conozco el de ellos. No voy a dejar de ir a verlos cuando vaya a la Universidad. Siempre se los voy a agradecer», agregó.
Lucrecia empezó a ser parte del programa, asistiendo al centro del barrio Monseñor Zazpe. En los cinco años de secundaria, nunca se llevó una materia. En este último período, fue escolta de la bandera de la Provincia de la Escuela Nº 376 «Joaquín Dopazo». Y siempre asistió a las clases de Inclusión. «Para mí fue muy importante, porque me sentí muy contenida y apoyada. Siempre me dieron aliento, y me dijeron cosas lindas. Y me animaron para que siga adelante. Me ayudaron a hacer mis trabajos, me dieron una mano con las fotocopias. Fue como una segunda familia para mí», confió.
Tras haber egresado, Lucrecia ahora piensa seguir estudiando Medicina en Santa Fe. Pero mientras organiza su nueva etapa, asegura que extrañará la secundaria. «A mí la escuela me encanta -admitió- No quiero irme. A pesar de que no soy muy sociable. Por eso al principio me daba mucha vergüenza ir a Inclusión. Mis papás siempre me decían que fuera, que me iba a ayudar. Y después terminé hablando con todos, sobre todo con los profes”.
Por su parte, Gastón pasó a 5º año y hace 5 que asiste a Inclusión Educativa. Si bien aún le queda un año más en la secundaria, ya piensa en sus estudios terciarios. Quiere cursar el Profesorado en Educación Especial. Y parece estar muy decidido. «Inclusión me gusta por el apoyo que te dan día a día y porque te saben escuchar cuando tenés un problema. Tienen un oído para cada alumno. Si tenés alguna duda, ellos siempre van a estar. Son personas excelentes, con las que creas un vínculo. Para mí son como el hermano mayor que no tengo», describió.
Gastón tiene 7 hermanos. Ayuda a sus padres con la limpieza de la casa y con el cuidado de sus hermanos. Tuvo que rendir varias materias en diciembre. Pero logró pasar de año. Y reconoce que Historia siempre fue la que más le ha costado. “Yo en algunas materias soy de tirarme abajo. Pero siempre me han ayudado a continuar con la escuela. Me siento muy cómodo», completó.
Samuel, en cambio, tiene 16 años. Vive en barrio Mora y, como otros estudiantes del sector, asiste no sólo al centro de Monseñor Zazpe, el más cercano, sino que a veces, lo hace también al de barrio Italia. Es alumno de la Escuela Nº 376 «Joaquín Dopazo» y pasó a 4º año de la secundaria. Su experiencia de vida es muy fuerte. «Después de las situaciones feas que pasé en mi casa, en Inclusión me siento como en familia. Siempre me han aconsejado para que no bajara los brazos. Con mi hermano, trabajamos de albañil y cortamos césped. Cuando estoy en Inclusión, me siento como en mi casa», sostuvo.
Mientras piensa en seguir colaborando con su familia, Samuel ya analiza seguir estudiando: quiere continuar alguna carrera vinculada a la Informática. «Yo llego a mi casa, y me quedo a estudiar. No voy al gimnasio, ni a jugar a fútbol. Si te ponés las pilas, te da el tiempo para trabajar y estudiar», sentenció.
También pasó a 4º año Jesica, que tiene 15 y es alumna de la Escuela Dopazo. Vive en barrio Mora y asiste a Inclusión Educativa, va desde 2º. Este año asistió a dos centros: al de barrio San José y al de barrio Monseñor Zazpe. Un dato curioso es que sólo se llevó materias en 1º año, antes de empezar a asistir a Inclusión. A partir de allí, en 2º y 3º, no se llevó ninguna. De todas maneras, ella aclara que lo más importante del programa pasa por otro lado. «Inclusión educativa no es sólo lo profesional. Sino también lo sentimental», sintetizó.

Fuente: http://diariolaopinion.com.ar/noticia/170635/inclusion-educativa-un-buen-espacio-para-el-crecimiento

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