19 de abril de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org
Por: Roosevelt Andrés Ramos Osuna
Las escuelas rurales no pueden dejar de lado la ancestralidad de sus orígenes en el campo.
En muchos casos en nuestras instituciones educativas colombianas, los estudiantes son asumidos como estudiantes regulares homogenizados; pero es deber del docente realizar lecturas de contexto de las realidades actuales que acontecen alrededor de las comunidades educativas, pero la historicidad misma debe hacernos desde lo educativo mismo convocar el devenir histórico para repensar nuestras Instituciones educativas.
El sujeto no es el mismo y mucho menos el estudiante urbano y rural. Este último tiene unas condiciones de vida opuestas al contexto de vida urbana porque ha sido afectado por las condiciones campesinas de sus familias que le han inculcado el amor por el trabajo de campo, por la naturaleza, por el estudio. Pero esas condiciones rurales de antaño han mutado, ya no son las mismas, se han alienado y ahora la modernidad llena de sitios turísticos, de casas campestres y chalets hacen que la ruralidad de antaño se esfume, porque el joven rural no piensa en el otro, no quiere estudiar, ni continuar con las actividades ancestrales de sus familias como conservar su entorno o aprender más de su familia, sino, por citar un ejemplo, trabajar en nuevos oficios rurales como mesero en un hotel rural y otras actividades que han invadido los espacios de producción agropecuaria y han desplazado las mejores tierras de producción agraria por la modernidad y sus múltiples amenazas mercantilizadas.
Ese capitalismo es también mental, pues las prácticas sociales en los pueblos y ciudades tienden a permear las prácticas sociales en la zona rural donde la mentalidad de las últimas generaciones de jóvenes rurales es la migración a los centros poblados para encontrar y capotear la miseria, la delincuencia, la prostitución, entre otras necesidades donde las oportunidades son mínimas en cuanto a calidad de vida para las familias.
Los recursos naturales juegan un papel de augurio en la educación, puesto que al tener contacto con la naturaleza y sus componentes bióticos y abióticos las aulas de clase pueden salir al campo, hacia el sector rural.
Esta es una problemática social, que a lo mejor termina con la migración rural, pero que desde el currículo se puede contribuir a su solución y optar porque no se convierta en un círculo vicioso a largo plazo. Para que la problemática no sea también educativa, se quiere es que la escuela no sea repetidora social y cultural del sector urbano como lo hacen los medios de comunicación que venden lo urbano como la última espectacularidad. Se requiere de un currículo validado por sus actores hacia la transformación de lo rural y donde los saberes campesinos sean potentes, activos y dinámicos en la comunidad educativa mediante el diálogo de saberes y la tradición oral porque en estos momentos para el joven estudiante rural es más importante un artefacto tecnológico como la tableta o el celular que las historias de vida de sus familias, los relatos, los cuentos, los mitos y leyendas rurales que van acompañados de la idiosincrasia, las costumbres y tradiciones agropecuarias.
Es tarea de la Institución educativa llenar esos vacíos cognitivos porque la verdad, hablar de escuela rural y campesino presenta divergencias y vacíos. Esto se debe en parte a que las asignaturas del currículo no están adaptadas para el contexto y tejido social rural, no hablan en consenso, además las asignaturas no enseñan para la vida del campo como la soberanía y seguridad alimentarias, las semillas nativas, la agroecología y el perjuicio de los agrotóxicos y la revolución verde enmarcadas en el proyecto ambiental escolar (PRAE).
Estrategias
Los recursos naturales juegan un papel de augurio en la educación, puesto que al tener contacto con la naturaleza y sus componentes bióticos y abióticos las aulas de clase pueden salir al campo, hacia el sector rural. Ahí el saber popular, el clima de familiaridad, la hospitalidad y las relaciones sociales de las comunidades rurales cumplen con la serenidad desapercibida del currículo académico que convoca las aulas expandidas[1]. Conocer los modelos productivos de los agricultores y productores agropecuarios facilita encontrar resonancias y, por qué no, disonancias con el aprendizaje. Es así que el proyecto ambiental escolar (PRAE), facilita generar espacios de aprendizaje al incluir y convocar los escenarios o ambientes naturales de aprendizaje que el estudiante y sus familias ya conocen, así como la problemática ambiental tan álgida y creciente estimulando el pensamiento crítico y cuestionado realidades que son reconsideradas. De tal modo que los docentes de la institución han modificado su pensamiento que han cambiado de hecho sus prácticas docentes involucrando el pensamiento ambiental en sus clases con el fin de realizar cambios significativos en los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación donde las categorías ambientales y agropecuarias no dejan de ser aisladas sino por el contrario entran en sinergia con sus asignaturas replicándose a otros espacios del contexto académico y rural.
Luego de analizar el contexto, se convoca a la agricultura, al quehacer diario de las actividades agropecuarias, donde las labores arduas pero productivas que, fuera de vivirlas a profundidad, re-estimulan el trabajo y faena de campo evocando la práctica vivencial viable en la educación del “aprender haciendo”. Es decir, que desde la institución educativa se logran realizar ejercicios prácticos agrarios donde la academia pueda dejarse permear por el contexto rural y sus problemáticas involucrando sujetos políticos en su camino. Se promueve el trabajo con miembros de la comunidad en el aprendizaje de los estudiantes al realizar visitas pedagógicas a las experiencias exitosas de los productores agropecuarios de la zona con el fin de analizar sus modelos y procesos productivos permitiendo resolver problemas de su mismo contexto y teniendo contacto con el otro y lo otro.
La misma institución educativa considera cambiar su currículo y sus prácticas educativas docentes, como lo han hecho los estudiantes históricamente con los docentes. De esta manera, se debe establecer un rastreo general para situar en los antecedentes o componentes históricos de la incubación investigativa. Esto implica facilitar el acercamiento a los estudiantes y jóvenes rurales para identificar sus historias personales y familiares, conocer sus historias de vida y las diversas características en que viven, aquello que traen desde su contexto rural al aula, para dejarme contagiar y conocer su “ruralidad esperanzadora”. Porque la ruralidad ha cambiado externamente, pero internamente desde su ancestralidad, ella es potente, prometedora y con vida y ha cambiado por estar inmersa en un mundo tecnológico de tan rápidos giros, para que la institución educativa cambie su concepción de dejar de ser creadora de jóvenes y adultos dependientes de ella y con mentes pasivas, para transformarse y configurar opciones que produzcan sujetos proactivos y productivos. Es necesario que en estos espacios se convoquen las “aulas vivas y expandidas” rurales, con el fin que emerjan propuestas que permitan asumir su realidad rural, comprenderla y buscar alternativas de proyecto de vida para transformar su contexto y el buen vivir en armonía. Estas aulas expandidas facilitan la utilización del contexto rural en el ejercicio educativo porque se usan los cultivos como tal para desarrollar las clases, así como los animales que tienen cabida en la producción pecuaria, por eso se llaman vivas. Allí, se genera sentido de pertenencia y liderazgo en los miembros de la comunidad educativa y didácticas emergentes que usan el campo o zona rural para la apropiación y generación de conocimiento. Las instituciones educativas a partir de las ferias de las ciencias departamentales pueden liderar eventos que convoquen ideas de negocios e inversionistas para que la comunidad educativa se haga participe de estas ideas y se generen las agroindustrias rurales en el sector rural, brindando transferencia de tecnología aplicada para el campo.
Esa problemática del desempleo planteada inicialmente debe tener una solución que puede ser promovida y motivada por las mismas instituciones educativas donde puedan integrarse y desarrollar procesos productivos de la mano del sector empresarial o de las asociaciones, pensar en el estudiante como relevo generacional del campo articulando con asociaciones de productores con el fin de poner en funcionamiento empresas reales que simbióticamente puedan de forma recíproca aportar para el desempleo creciente en el país.
De tal manera que, el currículo de la institución se ve permeado por el sector productivo y a la vez ese currículo se ve articulado por las demás asignaturas como las matemáticas, el castellano, la ética, las ciencias naturales, entre otras sin perder su carácter cultural, ni mucho menos su norte académico. Re-pensar el desarrollo en la institución educativa de forma transversal en la re-interpretación del currículo y en desempeño en colectivo de docentes.
Es decir, que los docentes puedan referir hacia el currículo y otorgarle significación, en otras palabras, que sea transversal, con el fin que se puedan ver por ejemplo en contexto a las matemáticas, a las ciencias naturales, al castellano, ciencias sociales en contexto, entendiendo las técnicas agropecuarias e identidades rurales contextualizadas, para proponer las aulas vivas expandidas y consecuentemente haya perspectivas de un componente transversal que adhiera fácilmente al estudiante a la educación superior y se encuentre un sentido a la validación del saber, esa validación desde la producción agrícola (cultivos transitorios y permanentes) y desde la producción pecuaria (especies menores y especies mayores). Los estudiantes que antes no entendían las matemáticas en un salón de clase y lo tortuoso y poco pedagógico que resulta, ahora pueden comprender las matemáticas desde modelos que involucran las tecnologías, las matemáticas las asignaturas agropecuarias, entre otras; porque se incentivan la creatividad, la iniciativa, la innovación en modelos experimentales de ciencia que pasa desapercibida lo cual puede constituirse en procesos para analizar por el ministerio de educación nacional para mejorar las pruebas SABER, PISA desde aprendizajes experimentales como prácticas de aula.
La construcción de sentido se hace desde el ejercicio docente, ya que los planes de área permiten plasmar el currículo en su quehacer diario y vivencias en el aula de clase. Estos planes de área de las demás asignaturas deben estar orientadas al desarrollo agropecuario institucional, puesto que pueden encarnar los contenidos para las matemáticas contextualizadas, las ciencias naturales, las sociales y el español en contexto. De esta forma, hay integración desde el plan de área técnico-agropecuaria hasta las demás áreas básicas de manera transversal, obteniendo como consecuencias resultados productivos. Cuando se puedan implementar acciones tendientes a que las asignaturas se dejen permear por las áreas técnicas se puede, por ejemplo, con transversalización curricular, como por ejemplo el castellano agropecuario que puede emplear el contexto rural y natural para provocar acciones desde la composición literaria, así mismo, al manejo de actividades ortográficas contextualizadas, la redacción y elaboración de textos inmersos en el sentir y las necesidades que tienen que ver con el agro y con su proyecto de investigación agropecuaria que se inicia desde grado noveno donde el castellano es imprescindible.
Para la propuesta de investigación se habla de la ruralidad y los aspectos educativos en lo que respecta al currículo contextualizado a las actividades agropecuarias, usando la didáctica y olvidando la copia de modelos y experiencias foráneas o extranjeras, se deben realizar procesos investigativos en educación desde lo autóctono, étnico que sean propios y nuestras tradiciones y cultura, sin continuar siendo hacedores o repetidores de “guías”, talleres o modelos externos.
[1]El aula expandida es una manera de hacer currículo; agencia trayectos a partir de la interpretación de situaciones, al retomar problemas y producir reflexiones; de allí su carácter epistemológico. Este tipo de currículo, sugiere metodologías participativas-activas; convoca lo grupal y lo individual; de igual manera, privilegia el juicio crítico, como elemento de evaluación. En el aula expandida “la conversación se discursa en un horizonte de posibilidades que aflora en la subjetividad (que) representan el tejido de la palabra, en gesto y en estética en el vínculo con el otro” (Banguero Camacho, 2008)
Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/escuelas-rurales-que-van-olvidado-sus-raices-de-antano