Destino del país, educación y la cuarta revolución industrial (7)

Uruguay / 15 de octubre de 2017 / Autor: Renato Opertti / Fuente: El Observador

En los dos artículos anteriores se argumentaba en torno a la propuesta EDUY21, de una educación de 3 a 18 años, que se basa en una serie de principios orientados a incentivar, formar y aprender sin umbrales. Se entiende a la educación 3-18 como un itinerario personalizado de aprendizajes que el alumno o la alumna emprende con la orientación del docente, a lo largo y ancho del sistema educativo, con el objetivo de desarrollar, lograr y evidenciar conocimientos y competencias requeridas para encarar diversos órdenes de desafíos, vinculados en su conjunto a la vida individual y en sociedad, a la ciudadanía y al trabajo. Este conjunto de competencias y conocimientos deben ser respuestas dialogadas con instituciones y actores de dentro y fuera del sistema educativo, a la luz de recrear las bases de un desarrollo sostenible de país y encarando proactivamente los desafíos emergentes de la cuarta revolución industrial. Su fuente de legitimidad es ciudadana, societal, política y educativa.

Una educación 3-18 no puede solo entenderse como una forma de aceitar la coordinación o la articulación entre niveles educativos para buscar fortalecer la continuidad de los aprendizajes, pero que los mantiene funcionando en unidades institucionales separadas con sus propios libretos. Las discontinuidades entre los niveles, principalmente entre primaria y media, que en ocasiones asumen la forma de rupturas en qué y cómo se enseña y evalúa, intentan ser superadas por una visión de la educación que pone la mirada en cómo el alumno puede progresar fluidamente en sus aprendizajes con apoyo de un sistema educativo orientado a tal fin y sin que imponga fronteras / vallas institucionales.

Como se ha señalado, se trata en efecto de una nueva forma de organizar la educación que de los 3 a los 18 años, busca promover y asegurar una educación unitaria, potente, progresiva y diversa en el para qué, qué, cómo, cuándo y dónde del educar y aprender que sea transversal a los niveles, ciclos y ofertas educativas. Se integra por dos modalidades – una educación básica de 3 a 14 años, y una de jóvenes de 15 a 18 – que responde a un enfoque etario que apoya el desarrollo integral y balanceado de los alumnos, integrando aspectos emocionales, cognitivos y sociales en la organización y secuencia de los aprendizajes.

EDUY21 propone que la educación 3-18 se articule en torno a cuatro grandes bloques de competencias que son la base de la definición del perfil de egreso del estudiante. Dicho perfil da cuenta de los tipos de competencias que los estudiantes deben haber logrado desarrollar y evidenciar a la edad de 18 años. Las competencias son el cimiento de desempeños competentes a escalas diversas de la sociedad, que implican la capacidad de responder a múltiples desafíos. La competencia no es solo la intencionalidad o la elaboración de una respuesta frente a un desafío sino su concreción en un actuar competente específico (World Economic Forum, 2015; Gray, 2016; Yorston, 2016; Leishman, 2017; EDUY21, 2017).

El primer bloque de competencias se refiere a lo que se denominan alfabetizaciones fundamentales que responden a una visión dinámica y evolutiva de la sociedad. Estas tienen que ver con habilidades universales requeridas por los estudiantes para el desarrollo de las tareas de la vida diaria y que constituyen la base imprescindible de todo aprendizaje con independencia de los contextos y de las situaciones en que se encuentren los mismos, así como de sus capacidades. Comprende la alfabetización en lengua materna, segundas lenguas, steam (por sus siglas en inglés, Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática), pensamiento computacional/ lenguaje de programación y comunicación, cultural, educación para la ciudadanía y financiera. Un estado garante debe efectivamente velar por su desarrollo y concreción como un piso mínimo de equidad y de igualación de oportunidades.

El segundo bloque tiene que ver con las herramientas metodológicas que ayudan a los estudiantes a responder a diversos órdenes de desafíos. El estudiante no enfrenta en la vida desafíos “empaquetados” por las disciplinas sino situaciones en que debe identificar, integrar y movilizar diversidad de saberes disciplinares para pensar y actuar ante múltiples realidades. Comprende la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración, la comunicación y negociación con los otros, la formación de opinión y toma de decisiones, la flexibilidad cognitiva –repertorio de estrategias requeridas para abordar condiciones inesperadas y nuevas– y aprender a aprender. Todo este bloque da cuenta de la necesidad que las personas se apropien de estructuras de pensamiento y de instrumentos que les permitan buscar respuestas frente a desafíos, y que lo hagan en equipo.

El tercer bloque da cuenta de las cualidades de carácter de la persona que están relacionadas a cómo los estudiantes entienden y actúan en diferentes ambientes que cambian a ritmos exponenciales y de maneras muchas veces no previsibles. Esto es, asumir la disrupción – el proceso por el cual se invalidan nuestras formas tradicionales de tomar decisiones individuales y colectivas (Stiegler, 2016) – como un hecho permanente que marca nuestras vidas. Comprende las competencias vinculadas a la inteligencia emocional, a cuidarse a sí mismo, a administrar la vida diaria, a la curiosidad, a desempeñarse en sociedad con sentido de iniciativa y espíritu emprendedor, a adaptarse a los cambios, a ejercer el liderazgo y a una orientación de servicio. El bloque argumenta en torno a estilos de vida autónomos, solidarios, saludables y sostenibles, como una de las condiciones esenciales de la cualidad de carácter de una persona.

El cuarto bloque se refiere al compromiso global y local que permita al estudiante ser un ciudadano de la aldea global con sensibilidad y actuación local. Asumir la pertinencia, la incidencia y las implicancias de la ineludible interconexión y el carácter vinculante entre lo global y lo local. Por ejemplo, esto abarca la concientización y convergencia en valores y derechos humanos universales respetuosos de las diversidades de género, identidades y afiliaciones, poder apreciar las diferencias entre y al interior de las sociedades y estar preparado para interactuar con los diferentes. Asimismo, forjar la conciencia ambiental y/o compromiso en construir un futuro sostenible de su contexto local, de su país, de su región y de la humanidad. Ciudadanía implica proteger y protegernos con independencia de nuestra localización.

Los cuatro bloques de competencias son la brújula de la educación de 3 a 18 años. Las áreas de aprendizajes, asignaturas y temas – esto es, las herramientas para su concreción – cobran sentido y relevancia en un doble sentido: i) en la medida que contribuyen específicamente al desarrollo de las competencias; y ii) mantienen unicidad, progresividad y coherencia en qué enseñar, cómo hacerlo y evaluarlo a lo largo del itinerario personalizado que el alumno emprende por el sistema educativo. En definitiva, una educación 3-18 garantista del derecho de cada alumno de poder gozar de una educación pertinente a sus motivaciones y necesidades, y relevante al desarrollo de la sociedad.

Fuente del Artículo:

http://www.elobservador.com.uy/destino-del-pais-educacion-y-la-cuarta-revolucion-industrial-7-n1127900

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Renato Opertti

Especialista en Educación, OIE-Unesco