La crisis se agravó a partir de marzo de 2015 con la intervención de Arabia Saudita y sus aliados.
‘Hasta julio, mil 600 escuelas resultaron destruidas de manera total o parcial, y 170 eran usadas para fines militares o como albergue para los desplazados’, señaló.
De acuerdo con Unicef, en Yemen están fuera de las aulas un estimado de dos millones de niños, cifra que pudiera ser mayor.
El comienzo del nuevo curso escolar, previsto para septiembre, ha sido pospuesto varias veces, y los libros y otros materiales escasean de manera severa, lamentó.
Según el Fondo, muy preocupantes son sobre todo la desnutrición y los traumas que enfrentan los menores de edad por la guerra, fenómenos que afectan la habilidad de aprender.
Sin el ambiente protector de la escuela y el aprendizaje, muchos niños sufren una aún mayor vulnerabilidad ante el reclutamiento forzado para combatir o el matrimonio a edades tempranas, cuestiones que marcarán para siempre sus vidas, subrayó.
Unicef insistió en la urgencia de poner el bienestar de la infancia por encima de todo en Yemen, lo cual se traduce en que los actores del conflicto se abstengan de emplear las escuelas con fines militares y trabajen para resolver la crisis de los maestros sin sueldo.
Pese a los esfuerzos y la mediación de la ONU, la solución política del conflicto sigue bien lejos en Yemen, un país en el cual la organización estima que el 80 por ciento de su población, más de 20 millones de personas, necesita ayuda humanitaria.
El drama de la falta de educación se suma al riesgo de hambruna y de contraer cólera que golpea a millones de niños yemenitas.