Cambiar la educación, la reforma que quiere Vidal

Por: Sergio Suppo

Puesto a rememorar su paso por la gobernación de Buenos Aires y su tramo de presidente interino, Eduardo Duhalde suele detenerse en una autocrítica. El último caudillo del peronismo bonaerense se arrepiente de no haber impulsado un cambio de la educación pública. María Eugenia Vidal se dispone a avanzar sobre esa cuenta pendiente. En los tiempos en los que Mauricio Macri lanza una múltiple negociación para iniciar reformas laborales, impositivas y políticas, la gobernadora apostará por una reforma educativa.

El camino del Presidente parece más despejado y puede tener resultados en un plazo más corto. Cambiar el sistema educativo en la principal provincia del país llevará mucho tiempo, encenderá fuertes polémicas y abrirá focos de resistencia gremial. Por mucho menos, Horacio Rodriguez Larreta sufrió hace pocos meses la toma de decenas de escuelas.

Vidal parece decidida a incorporar la educación al discurso de gobernadora, hasta ahora centrado en el combate a las mafias y en mostrar que se pueden dar soluciones concretas haciendo una gestión de proximidad.

Los signos de la decadencia de la educación argentina son tan explícitos que, para que evitar que arruinaran el relato kirchnerista se adoptó la misma política que en el Indec: ocultar cifras y hasta prohibir individualizar los pésimos resultados pedagógicos por escuela «para no estigmatizar» a docentes y alumnos.

En la provincia que gobierna Vidal la matrícula de los colegios privados creció aun a contramano de la crisis económica que, en teoría, debía impedir que muchos padres pudieran pagar sus cuotas. En sectores de clase media baja y baja, muchas familias hacen un enorme esfuerzo enviando a sus hijos a escuelas privadas para evitar que cada año las huelgas docentes les quiten semanas y hasta meses de instrucción. Pero para la gran mayoría de los bonaerenses la única alternativa es la educación pública, con todas las falencias que hoy opacan lo que alguna vez fueron virtudes fundacionales del Estado.

«Nuestro espejo es la Capital, donde en los dos mandatos de Mauricio y lo que lleva Horacio, aumentó en forma sostenida la matrícula de alumnos en escuelas públicas y también la cantidad de horas reales de clases», explica un funcionario de primera línea de Vidal.

La reforma educativa de Vidal tendrá un antecedente inmediato. En pocos días comienzan las negociaciones paritarias con los gremios docentes para fijar la pauta salarial de 2018, una discusión que atravesará el verano y tal vez no esté cerrada para el comienzo del ciclo lectivo, a principios de marzo. Las cosas cambiaron bastante y los protagonistas de esa paritaria lo saben. Este año, los habituales paros docentes terminaron por ser levantados por los propios gremios mucho antes del final de las negociaciones. Fueron los educadores los que obligaron a sus dirigentes a frenar y fue la gobernadora Vidal la que prevaleció sobre Roberto Baradel, la figura más conocida del sindicalismo docente.

Aquella pulseada política no resolvió las cuestiones de fondo: calidad educativa, formación de los educadores y productividad laboral. En este último punto, los docentes de las escuelas públicas tienen un récord difícil de igualar. Ningún otro grupo de trabajadores tiene un nivel tan alto de ausentismo.

¿Planteará el gobierno bonaerense un cambio del Estatuto del Docente? No habría reforma posible si no se discuten a fondo los derechos y las obligaciones de los educadores. No hay muchas más respuestas posibles, como tampoco existen demasiados antecedentes de sindicatos que acepten resignar conquistas de empleados que no corren el riesgo de ser cesanteados como un trabajador común.

Vidal ya se puso a tono con otra reforma que Macri busca consensuar con las provincias. Como un gesto coordinado en favor de los cambios en el sistema tributario, la semana pasada anunció una reducción de los impuestos a los ingresos brutos y de sellos. El mismo día trascendieron aumentos de más del 50 por ciento para los impuestos inmobiliarios rural y urbano que detonaron críticas en la clientela más amiga de Cambiemos: el campo.

Vidal no actuó aisladamente. Desde hace semanas, sin tener en cuenta la campaña electoral, las provincias grandes vienen negociando en reserva la reforma tributaria con la Casa Rosada. Como Buenos Aires, también redujeron Ingresos Brutos el cordobés Juan Schiaretti y el porteño Rodríguez Larreta. Era parte de lo acordado que ningún gobernador usaría una baja de impuestos para ganar votos. El Gobierno busca que Vidal y Schiaretti sean imitados por el resto de los gobernadores, mientras termina de discutirse un paquete tributario global y se encuentra una fórmula para que Buenos Aires vuelva a cobrar el Fondo del Conurbano sin que las provincias deban hacerse cargo de pagar el costo.

Schiaretti se sumó a otro coro, el de los gobernadores peronistas que -unos, ganadores como Sergio Uñac o Juan Manzur; o perdedores como él mismo o Juan Manuel Urtubey-, exhiben dos coincidencias: seguirán siendo amistosos interlocutores del gobierno macrista y dan por terminada la carrera de Cristina Kirchner en el peronismo.

Todos ellos estarán hoy escuchando a Macri en el CCK. A propósito, ¿recordará el Presidente en su discurso que la democracia actual cumple hoy 34 años? Sus amigos radicales se lo agradecerían especialmente.

Fuente del Artículo:

http://www.lanacion.com.ar/2077529-cambiar-la-educacion-la-reforma-que-quiere-vidal

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