Asia/India/04 Octubre 2018/Fuente: El país
El nuevo producto se une a la reciente eliminación de los impuestos a artículos de higiene íntima femenina y revoluciona este mercado en un país con una gestión de residuos deficiente y alta pobreza
“Solo cinco compradoras han preguntado por ellas”, confirma el dependiente de la farmacia junto al Hospital Seva Sangh de Ghatkopar, en Bombay, una de las 3.200 boticas del país donde se comercializan las compresas Suvidha. Disponibles desde finales de mayo por solo 2,5 rupias (0,03 euros), el Ministerio de Productos Químicos y Fertilizantes anunció que estas compresas tenían un aditivo especial que las hace 100% biodegradables al reaccionar con oxígeno. Ecológico y barato, el artículo venía a revolucionar el mercado de la higiene íntima femenina en un país con una gestión de residuos deficiente y altos niveles de pobreza. Pero el desconocimiento entre la población femenina de la ciudad más poblada y educada de India ejemplifica la falta de promoción de un producto potencialmente beneficioso para millones – solo el 48% de las mujeres en la India rural tiene acceso a compresas según la encuesta gubernamental de higiene, mientras que estudios privados alertan de que el 70% no pueden costeárselas. Pero estos artículos suelen quedar ocultos por el estigma de la menstruación – el 10% de las mujeres cree que es una enfermedad.
Aunque desconocida, Suvidha ofrece una alternativa sostenible a la higiene menstrual en India; donde 336 millones de mujeres tienen el periodo y el 20% de las menores abandonan los estudios cuando empiezan a menstruar; condenándolas a la dependencia económica, los matrimonios forzados y el resto de males que asedian a la mujer en países en desarrollo. La encuesta del Gobierno indio indica que las compresas tienen una penetración del 58% entre las mujeres de 15 a 24 años. Anualmente, 12.300 millones de compresas se desechan, según datos de WaterAid India, creando 113.000 toneladas de residuos; de los que casi la mitad se vierten junto a basuras domésticas comunes. En ciudades, se llevan a vertederos donde se queman. En el medio rural, acaban en ríos y lagos o en basureros cerca de comunidades sin preparación para su tratamiento.
Las compresas Suvidha son revolucionarias aunque su efectividad genera dudas. “Es muy difícil constatar las afirmaciones sobre biodegradabilidad […] No hay país alguno con estándares que puedan certificarlo”, asegura Prathiba Singh, responsable de Agua, Saneamiento e Higiene (WASH) de UNICEF en India. Pero la especialista de la agencia de la ONU cree en la validez de Suvidha, al contrario que Arundati Muralidharan, también encargada de políticas WASH en WaterAid India: “Aún estamos por ver una compresa 100% compostable. Ponerle un aditivo nuevo no las hace biodegradables. Ni siquiera sabemos si reúnen los criterios básicos requeridos por la Oficina de Estándares Indios (BIS)”.
Tanya D. Mahajan, coordinadora de Alianza para Salud Menstrual en India, ofrece un análisis más detallado: “La lámina superior, la última capa antigoteo de plástico y el adhesivo no son biodegradables…”. También co-fundadora de Zariya, una organización que ofrece servicios a comunidades desfavorecidas, la experta subraya que alcanzar la ‘biodegradabilidad’ supone mayor inversión económica: “Los productos compostables usan materias primas alternativas que son más costosas y encarecen el producto final”. Dadas las circunstancias, sorprende el valor de ‘Suvidha’; comercializadas por un precio entre 20 y 35 veces menor al de las compresas normales.
Por ejemplo, las compresa Anandi Eco+, etiquetada como la primera 100% compostable en India, se vende a 0,5 euros cada paquete de ocho debido a la inversión extra en materiales alternativos. “Se ponen en una fosa de compost con otros desechos orgánicos y se descomponen en 180 días […] No daña la naturaleza porque no tiene plásticos ni productos químicos”, dice Jaydeep Mandal, directora de Aakar, la empresa social creadora. Pero los biodegradables también requieren métodos de segregación. “Compostar desperdicios sanitarios es pedir mucho cuando la gente es reacia a hacerlo con residuos comunes. Los ayuntamientos deberían disponer de espacios para ello”, expone Sindhu Naik, miembro de Green the Red, grupo líder en educación menstrual al sur de India. Su reflexión subraya la urgencia de políticas transversales para la higiene íntima femenina, donde convergen necesidad, sanidad y medioambiente; en vez de inventos o medidas coyunturales.
En 2011, el Gobierno indio inició el programa Freedays para subvencionar compresas en áreas rurales desfavorecidas. A las quejas de falta de calidad e inconsistencia en el suministro se unió la demanda de un sistema de gestión de la basura generada. Entonces, las agencias gubernamentales promovieron el uso de incineradores para los restos. Ni estos podían operar a 800 grados, como recomienda la Organización Mundial de la Salud para la quema de residuos sanitarios. Ni la solución tuvo en cuenta los efectos a raíz de la liberación de dioxinas nocivas y gas metano a la atmósfera. La directora en India de la ONG internacional WASH United, Nirmala Nair, subraya la falta de control sobre dichas tóxinas: “Unos expertos que dicen que no hay compresas completamente biodegradables y otros que las que se desintegran en partículas menores pueden causar muchos daños. Esto nos lleva al quid de la cuestión: no hay estandarización de los productos en India”. La experta concluye: “Ya sean compresas desechables, reutilizables o biodegradables, el Gobierno debe establecer criterios de calidad y salud que ayuden a los usuarios a entender los productos que utilizan”.
Economía, salud y medioambiente
Las expertas coinciden en que el encarecimiento de la higiene íntima femenina ecológica hace que las consumidoras no aprecien el valor de las compresas biodegradables, más caras que las de los competidores. Recientemente, la batalla por hacer que estos artículos fuesen económicamente asequibles tuvo un punto de inflexión. A finales de julio, el Gobierno de India eliminó la tasa sobre compresas y tampones, que gravaba estos productos con un 12% del impuesto sobre bienes y servicios. Aunque la decisión fue bien recibida, activistas y empresarias critican que el Gobierno elimine el impuesto sobre la comercialización mientras que su producción sigue sujeta a un fuerte gravamen, de hasta el 28%. Una carga que no solo consideran sexista sino también una forma de desincentivar la participación en un mercado ya monopolizado.
“Hay que analizar los impuestos de las compresas desde la perspectiva de las consumidoras. ¿Tendrán más opciones de compra? También hay que preguntarse si otros emprendedores podrán entrar en el mercado”, explica Arundati Muralidharan, que concluye: “Se deben establecer ‘impuestos relativos’ o incentivos a los materiales primarios ecológicos además de aplicar mayor gravamen a los no compostables”. Según la experta de WaterAid, esto ayudaría a otros emprendedores a entrar en un mercado donde solo los grandes fabricantes pueden ofrecer compresas a 2 rupias (25 céntimos de euro) ya que se benefician de la economía de gran escala.
La hegemonía de pocas y poderosas empresas crea monopolios, pero también previene una mayor y mejor información de las consumidoras sobre los materiales usados. “Actualmente, no hay una guía estricta para la manufactura y venta de compresas, por lo que los fabricantes no tienen que dar a conocer los materiales y productos químicos usados”, explica Jaydeep Mandal. Ninguno de los elementos que componen el coctel químico usado en la fabricación de compresas son revelados por su estatus de productos médicos. Las activistas, al contrario de su mala publicidad, recomiendan los beneficios de los productos reusables para la higiene íntima femenina.
Las alternativas reusables
“Las compresas de tela reusables son la mejor alternativa en India. No hay que convencer a las mujeres de su uso ya que están acostumbradas a los paños como absorbentes menstruales”, explica Nirmala Nair. Su gran ventaja es que duran hasta 75 lavados (equivalente a 75 desechables) y ofrecen una alternativa no agresiva y no residual; siempre y cuando las usuarias tengan acceso a la luz solar y agua limpia para su mantenimiento. El principal obstáculo, según Nirmala, es la percepción generada acerca de este producto: “El discurso de los últimos años lleva a la conclusión errónea de que las compresas industriales son higiénicas y las de tela no. Hay que educar en la importancia del lavado y secado de estas últimas para su uso adecuado”.
Otra opción es la copa menstrual. Aunque supone un alto coste inicial en India (12,5 euros), duran una década; siendo una inversión rentable a partir del segundo año. “Yo la uso desde 2014. No es la opción más cómoda para quien tiene problemas con la inserción de artefactos y requiere entornos limpios para su vaciado cada 6-12 horas”, detalla Shradha Shreejaya, defensora de los reusables. La experta medioambiental del Foro Asia-Pacífico para Mujeres, Derecho y Desarrollo (APWLD), no obstante, previene de la existencia de copas baratas fabricadas en China que pueden ser tóxicas. El principal problema al que se enfrenta este producto es, como afirma Pratibha Singh, “el uso minúsculo que tiene en India, lo que requeriría campañas masivas de concienciación para informar de sus beneficios”.
En un tema como la menstruación, ocultado durante mucho tiempo por el tabú que representa en India, la implicación de entes públicos y privados, incluido Bollywood, aumenta la competición en el mercado y augura un futuro esperanzador. “Quizá, el aumento de la penetración de mercado y la competitividad no solo ayude a reducir costes de producción, sino a impulsar la innovación empresarial para cubrir los estándares de salud, higiene y medioambientales demandados por los consumidores”, resume Arundati Muralidharan.
Pero las expertas piden un paso al frente del Gobierno, para que defienda a un sector de la población largamente ignorado. “Las campañas educativas tienen que ser cohesivas y centradas en las usuarias. Es muy peligroso que la higiene menstrual se use de forma electoralista, como se ha hecho con programas públicos”, critica Narmila Nair. Mientras que Shradha Shreejaya exige un cambio de modelo: “No queremos obsequios de planes temporales, sino un sistema público de sanidad entorno a la menstruación que facilite el acceso a instalaciones y productos sanitarios, así como medios para el uso y desecho de materiales”. La activista sentencia: “No importa cuánto esfuerzo dedicamos a educación y sensibilización, sino hay infraestructuras gubernamentales para ayudar a las mujeres ante un tema tan serio”. En India, la escasez de higiene menstrual causa el 70% de todas las enfermedades reproductivas, afectando también a la mortalidad materna.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/09/20/planeta_futuro/1537450295_084254.html