Por: Mauro Joaquín Ramírez
Luces de alerta se perciben en el mundo de los empresarios mexicanos interesados en dirigir la educación pública nacional. Tal urgencia deriva de la incertidumbre sobre el porvenir del sistema educativo, provocada por la llegada de un nuevo gobierno cuyo discurso educativo ha oscilado entre la abrogación, la derogación y el posible acto de revertir la totalidad de la reforma educativa, propuestas todas en las cuales el futuro del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (Inee) se presenta también como incierto.
Ante tal escenario, la respuesta no se ha hecho esperar por parte de los voceros el empresariado, para quienes los posibles cambios estructurales o la desaparición del Inee resulta prácticamente impensable. Tal reacción no es fortuita; en el largo camino que el empresariado ha recorrido para transformar la educación mexicana hacia un esquema de organización gerencial que tenga como producto cierta noción reduccionista de calidad
educativa, los dueños del dinero han hecho del instituto una auténtica plataforma de operaciones, y para ello, han tenido que colonizarlo
orgánica e ideológicamente. Gracias a sus estrechas relaciones con el poder político, sus intentos han sido sumamente exitosos y es por ello que perder su influencia en el Inee sería un revés inconcebible.
Tal preocupación puede verse claramente en un reciente artículo de David Calderón –director ejecutivo de Mexicanos Primero– publicado en Educación Futura y titulado: El Inee en la democracia. En dicho texto, Calderón expone la condición fundamental y necesaria de la división de poderes en una democracia, división de poderes que, según el autor, es garantizada en el campo educativo nacional por el instituto. El vocero empresarial concluye su artículo diciendo: “Podemos y debemos exigirle mejores frutos al Inee; pero romper el instrumento que nos permite monitorear el avance de un derecho fundamental sería un retroceso, para la educación y para la democracia”. La postura de Calderón nos brinda la oportunidad de discutir un poco más a fondo la naturaleza y desempeño del instituto, así como la relación que ha mantenido con los empresarios y su contribución a la democracia nacional. Veamos.
Desde hace poco más de dos décadas nuestro país ha sido testigo de la creación de órganos autónomos reconocidos constitucionalmente, los cuales se desarrollaron con el objetivo formal de abrir espacios a la participación ciudadana en los procesos de gobierno, por fuera de la esfera partidista.
Sin embargo, es necesario mencionar que, a pesar de la apertura a la participación ciudadana, la existencia de dichos órganos no expresa necesariamente una representación democrática, debido a que los procesos de designación y elección de quienes los integran no son democráticos. Derivado de ello, es posible que no pocas decisiones y políticas impulsadas por tales instituciones se muestren contrarias al interés de las mayorías. Lo anterior puede explicar la actual impopularidad del Inee en el seno del magisterio. Sus políticas han respondido a ciertos lineamientos presentados como técnicos
y neutrales
sobre lo que debe ser la educación pública, aun cuando estos criterios se han mostrado favorables a las propuestas empresariales mientras entran en conflicto con las necesidades e intereses de la mayor parte de la sociedad y de las comunidades educativas. Contrariamente a lo que opina Calderón, el Inne no ha fomentado la democracia en el campo educativo nacional. En distintas dimensiones, se ha mostrado como un actor abiertamente antidemocrático.
Un criterio para hacer explícito el sentido antidemocrático –e incluso antipluralista–que ha mantenido el instituto en los años anteriores los análisis de los integrantes de su Junta de Gobierno, generalmente muy cercanos al mundo empresarial. Teresa Bracho, actual consejera presidenta del instituto, ha formado parte del Consejo Editorial de la organización Empresarios por la Educación Básica (ExEB), espacio que ha compartido con Margarita Zorrila, ahora ex consejera. En ese tenor podemos nombrar también a Sylvia Schmelkes, ex consejera presidenta y a Gilberto Guevara Niebla, ex consejero, quienes han formado parte del Consejo Académico de Mexicanos Primero. Pero también es necesario mencionar a los últimos consejeros nombrados, Patricia Vázquez Mercado, ex asesora académica de Suma por la educación y Bernardo Naranjo, quien ha sido director general de Proyecto Educativo S.C., organización estrechamente vinculada con ExEB y Mexicanos Primero, y que promueve la beca Claudio X. González
para estudiar posgrados en educación en Stanford. Es necesario mencionar también la ocupación significativa que organismos empresariales han logrado al interior de los espacios de representación ciudadana del Inee. Armonizado con el régimen político mexicano, el instituto parece ser una clara expresión de compadrazgo y patrimonialismo político.
Bonita idea de democracia tienen los voceros empresariales. Acaparemos todo, dictemos todo, mandemos en todo. Total, como ha repetido tantas veces Claudio X. González: la escuela pública no es del gobierno, es de nosotros
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Fuente: https://www.jornada.com.mx/2018/10/27/opinion/034a1soc?partner=rss