Europa/España/20-10-2019/Autora: Pilar Álvarez/Fuente: elpais.com
Por: Pilar Álvarez
Nace una red de estudios que rechaza “normalizar” la explotación de las mujeres y otra que defiende que debatir del trabajo sexual se enmarca en la libertad de expresión.
Este debate no es ni nuevo ni fácil dentro del feminismo: ¿Qué hacer con la prostitución? ¿Se puede entender como un trabajo? La corriente mayoritaria, el feminismo abolicionista, considera que no es un empleo sino una forma de explotación de las mujeres más vulnerables. Defienden perseguir a la industria —que mueve en España 22.800 millones anuales, según la web sobre mercado negro Havocscope—, sancionar a los clientes o puteros—cuatro de cada 10 españoles consumen prostitución, según datos de APRAMP publicados en una guía del Ministerio de Sanidad en 2016— y dar otras opciones de vida a las mujeres prostituidas. Hay otra corriente —y en medio posturas intermedias—, con menos seguimiento pero que existe y defiende que además de las mujeres obligadas (no hay datos oficiales, pero la Policía habla extraoficialmente del 80% como víctimas forzadas) existe también un trabajo sexual que se ejerce de forma voluntaria y que debería estar regulado. Son las llamadas regulacionistas o proderechos.
«Quitar la voz»
Los debates sobre trabajo sexual nacen desde departamentos de Derecho y Antropología de los campus de Salamanca, Sevilla, Carlos III, Barcelona, País Vasco, Granada o Valencia, entre otros. Quienes las impulsan defienden que se trata de una cuestión de libertad de expresión. “Es intolerable que en la Universidad no se pueda debatir cualquier tema, como este que es una de las polémicas centrales en el debate feminista”, señala Encarna Bodelón, profesora de Filosofía del Derecho de la UAB y directora del grupo Antígona. “No se puede quitar la voz a los trabajadores sexuales”, añade Blanca Rodríguez, de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.
La postura de las Universidades
Ni la conferencia de rectores de España, la Crue, ni la Universidad de A Coruña comparten esta posición. “La Universidad es el lugar para debatir. Si no es aquí, ¿dónde va a ser?”, señala Eva Alcón, delegada del presidente de la Crue, y rectora de la Jaume I. “Como mujer y a nivel personal mi postura es que no deberíamos legalizar la prostitución, pero otra cuestión es que existe un debate en el mundo feminista que no está cerrado y es aquí donde se tiene que tratar”. La vicerrectora de Responsabilidad Social de A Coruña, Araceli Torres, añade: “En la Universidad nunca utilizaríamos el término trabajo sexual en las actividades que organizamos, pero es innegable que el debate no está cerrado y que permitir hablar de esto no significa blanquear ninguna situación en absoluto”.
La red de estudios de prostitución y pornografía integra a docentes de Salamanca, la Autónoma de Barcelona, la Complutense de Madrid, Carlos IIII, Valencia o Sevilla, entre otras. Una de las investigadoras al frente es Rosa Cobo, profesora titular de Sociología de A Coruña: “La prostitución no es un trabajo, sino un modo de supervivencia para gente en situaciones de vulnerabilidad muy extrema, sin derechos de ciudadanía, a veces con varias bocas a las que alimentar y sin cualificación ni un lugar en el que vivir”. Cobo rechaza que la Universidad albergue debates que defiendan la prostitución como un trabajo “igual que no los haría para defender la pena de muerte, el trabajo infantil o la mutilación genital”.
“Afirmar que se puede ejercer el trabajo sexual con libertad no significa que se niegue que hay violencia o situaciones no dignas”, replica Encarna Bodelón. El 15 de noviembre, en la Universidad del País Vasco, se celebrarán las jornadas Derechos vs estigma, que impulsa la profesora de Filosofía del Derecho María Ángeles Barrere. Asegura no han supuesto ningún coste para la Universidad y que se ha hecho “tirando de amigas”. Y añade: “Es un debate que sigue abierto. No lo cerremos en falso”.
Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/10/17/actualidad/1571337601_065207.html
Imagen: Orna Wachman en Pixabay