Calidad, asociada a educación, es entendida y manejada de maneras muy diversas. La mayoría de la población opina (muchas veces inducida por el gobierno, la empresa privada, un determinado plantel o las opiniones de otros), desconociendo la abundante investigación y los acalorados debates que vienen dándose al respecto durante varias décadas, en América Latina y en el mundo.Las familias y los políticos tienden a fijarse en lo primero que está a la vista: la infraestructura. Se asume – equivocadamente – que si la construcción es moderna, la educación en su interior es buena. Y al revés: si el lugar es precario o la educación se hace al aire libre, se asume – también equivocadamente – que la educación es mala.
Ultimamente, las tecnologías son codiciadas: computadoras e internet en el plantel son sinónimo de modernidad (aunque se usen poco y mal).No obstante, puede hacerse muy mala educación en medio de aparatos electrónicos y educación excelente sin cables. Finlandia es ejemplo de un modelo escolar con muy bajo perfil tecnológico.
La evaluación está de moda. Muchos creen que a más evaluación (de alumnos, docentes, establecimientos), mejor educación. Pero no es así. Evaluar no conduce automáticamente a mejorar. Hay mucha evaluación mal pensada y mal hecha, cuyos resultados no llevan a correctivos y colocan la culpa en los evaluados, nunca en los evaluadores. La evaluación distrae de lo importante: el aprendizaje; resta sentido y placer a la lectura y al estudio, pone enorme tensión sobre alumnos, profesores y familia, y fomenta la competencia y el engaño. Estudiar para la prueba no es aprender.
Está extendida la idea de que la educación pública es mala y laprivada buena. Lo cierto es que hay pésima educación privada (incluso si es muy cara) y buena educación pública.Muchos – pobres y ricos – dan por bueno al plantel que ofrece enseñar una segunda lengua (prestigiosa). No obstante, lo primero es que los alumnos aprendan en su propia lengua y respetando su propia cultura. Esto es un derecho y elemento esencial de la calidad de la educación.
CALIDAD aplica a todos los componentes de la educación. Debemos tener en cuenta la calidad de las políticas, de la gestión, de la investigación, de la asesoría, de la infraestructura, del currículum, del gasto, de la formación docente, de la participación ciudadana, etc. La calidad de la educación depende de todas esas calidades.De malas políticas educativas no puede esperarse que resulte una buena educación. La buena política educativa implica participación social,diálogo y consulta permanente con la comunidad educativa y con la sociedad, y una adecuada priorización de la inversión. Recordemos: lo más importante no es cúanto sino en qué y cómo se invierte.
Suele haber gran distancia entre realidades y percepciones: en América Latina esa distancia es enorme. Hay excesiva satisfacción con una educación de mala calidad y bajos resultados de aprendizaje. A menor nivel educativo y a mayor pobreza, más satisfecha y más conforme están las personas con el sistema escolar.
Para los pobres, muchas veces la calidad de la escuela pasa simplemente por una comida segura al día, un profesor o profesora que no falte, que no maltrate mucho y que, ojalá, al menos entienda la lengua de los alumnos.Por eso, no cabe confiar en la opinión como criterio para determinarcalidad. (El Foro Económico Mundial en su Informe Global de Competitividad rankea calidad de la educación a partir de un Executive Opinion Survey, no basándose en mediciones objetivas).
Muy pocos se preocupan y ocupan de lo importante: qué y cómo se enseña; qué y cómo se aprende; qué, cómo y para qué se evalúa. El afecto, el interés, el amor por la lectura, el gusto de aprender y la ausencia de maltrato y de miedo son ingredientes indispensables de una educación de calidad, a cualquier edad.
Vale por eso un breve repaso del tema calidad educativa a la luz del conocimiento acumulado a nivel internacional.
Avanzar hacia una educación de calidad implica, justamente, que la ciudadanía se informe mejor a fin de saber qué y cómo exigirla.