Por: Carlota Fominaya
Mónica Redondo, psicóloga en las escuelas infantiles Brains Nursery Schools, nos da los tips para transmitir a los más pequeños la importancia de mantener la distancia de seguridad.
El distanciamiento físico es una de las costumbres que tenemos que adquirir en nuestro día a día a la hora de relacionarnos. Para los más pequeños es una tarea difícil de comprender y de llevar a cabo, ya que su instinto hace que se acerquen y tengan contacto con sus amigos, familiares y algunos casos desconocidos.
Mónica Redondo, psicóloga en Brains Nursery Schools, afirma que los niños tienen que implementar en sus vidas esta nueva normalidad y aprender el distanciamiento social como una norma en los próximos meses. «Es importante que nuestros hijos vean el peligro cuando estén con otros niños, en el parque o en zonas comunes para que esta situación sea más llevadera y podamos normalizarla».
Aquí van una serie de tips que podemos aplicar:
¿Cómo es posible, si es que lo es, mantener la distancia social en niños tan pequeños?
Evidentemente no es algo fácil de conseguir con niños de corta edad, pero nuestro deber es buscar estrategias que minimicen todo lo posible la posibilidad de contagio, lo que supone adoptar otras medidas, además de procurar entre ellos el distanciamiento social.
En primer lugar, tenemos que diferenciar los dos ciclos de la etapa infantil. Para el primero, la etapa de 0 a 3 años, no servirán de mucho las explicaciones, aunque conviene siempre dárselas a pesar de la corta edad. En este caso, por tanto, unidas a la información verbal, deberán tomarse una serie de medidas que ayuden a facilitar el distanciamiento y la higiene: realización de actividades con menor número de niños y en momentos diferentes para no coincidir en el mismo espacio, utilización de cajas o bolsas individuales para materiales y juguetes de uso exclusivo de cada alumno, desinfección frecuente de las superficies y utensilios del aula y zonas comunes…etc.
Con los del segundo ciclo (etapa de 3-6 años) de razonamiento va en aumento, y por tanto entenderán mejor todas las explicaciones que les demos, y también porque a lo largo de estos meses habrán sido informados dentro del ámbito familiar acerca del motivo que les ha tenido a ellos y a todos confinados en casa. Asimismo, habrán ido interiorizando algunas de las medidas que han tenido que adoptar al volver a salir a la calle: uso de mascarillas, lavado frecuente de manos, distancia de seguridad…
¿Qué se les pueda decir sin asustarlos?
Para los más mayores lo mejor es explicarles los verdaderos motivos, utilizando palabras que puedan entender fácilmente. Se les debería decir que esto es algo temporal, que volveremos a poder jugar y relacionarnos como antes, y que, aunque resulte difícil cumplir con algunas de las normas, estas son ahora necesarias para proteger de este virus a los que se pueden poner más enfermos. Para que no vivan con miedo y asustados, debemos informarles de que precisamente los niños cuando pasan la enfermedad manifiestan síntomas muy leves, como la fiebre y la tos, que ya conocen y se combaten fácilmente con alguna medicina.
Los más pequeños, como he dicho antes, no son capaces de entender aún estos razonamientos, por lo que crear nuevos hábitos y rutinas sería la medida temporal más eficaz.
Es nuestro deber intentar que no se toquen, pero conseguirlo, parece muy complicado.
Pues ahí está la clave, en intentarlo al menos, porque la opción de que todos se queden en casa durante un tiempo prolongado traería consigo una serie de consecuencia negativas en diferentes aspectos del desarrollo evolutivo de los niños.
Intentémoslo, por tanto, pero mantengamos la calma, seamos pacientes con ellos, no les atosiguemos, y sobre todo, no les regañemos ni hagamos sentir culpables porque les cueste seguir esta norma. Las explicaciones tendrán que ser frecuentes, recordarles con afecto lo que deben hacer cuando lo incumplan, y procurar siempre ser adecuados modelos de comportamiento para ellos.
¿Esto podría tener repercusiones psicológicas a la larga?
En principio no ha pasado un tiempo excesivamente prolongado, ni la situación de la mayoría ha sido de de privación o ausencia de estimulación, por lo que no debemos hablar de repercusiones irreversibles. No obstante, habría que valorar la situación de algunos niños en donde la convivencia familiar no es la adecuada. En tal caso, privarles del contexto escolar tendría unas consecuencias más graves.
De todos modos, si la situación se prolonga demasiado en el tiempo, dichas consecuencias se extenderían en mayor o menor medida a todos, pues en los primeros seis años de vida se desarrollan las capacidades básicas, se asientan las bases de futuros aprendizajes y se establecen los primeros contactos sociales, entre otros aspectos destacables. Ya son muchas las familias que nos piden orientación al departamento psicopedagógico de nuestras escuelas porque están observando como sus hijos están sufriendo diferentes desórdenes de conducta, sueño, alimentación etc…
¿Cuánto tiempo puede estar un niño sin contacto con otro niño?
Esta no es una pregunta fácil de responder, ni creo que haya una respuesta exacta. Lo adecuado sería que un niño estuviera en contacto con otros desde edades tempranas. Al igual que es necesario que tengan relación con otros adultos, además de con sus padres, para no generar un apego excesivo que pudiera derivar en algunos casos en una dependencia patológica. El aislamiento social en convivencia con sus figuras de apego, cuando es por un tiempo corto, no generará consecuencias a largo plazo, sin embargo, medio año en la vida de un niño pequeño ya es un tiempo considerable, dados los avances e hitos evolutivos que son capaces de alcanzar.