En un contexto de crisis, pensar y luchar por una nueva Reforma Universitaria es la tarea
Conmemorar la Reforma Universitaria del 18 es reivindicar un universo de transformaciones, resistencias y luchas que protagonizó el pueblo argentino y latinoamericano en los últimos 103 años.
La disputa por una Universidad al servicio de un cambio social profundo e igualitario son las claves de una tradición rebelde que en las universidades tiene su impulso inicial en la segunda década del siglo XX. Un legado que se actualizó en clave obrera y popular durante el primer peronismo, del que son parte las juventudes revolucionarias de los 60 y 70, que continúa con la recuperación de la democracia y con la resistencia a la política neoliberal en los noventa y su Ley de Educación Superior (LES).
En este contexto de crisis social y sanitaria, la pregunta por las reivindicaciones y las características de una nueva Reforma adquiere una renovada relevancia y una mayor urgencia. Necesitamos ampliar el debate y fortalecer la lucha por una Universidad pública popular, critica, feminista y tranformadora.
Una tarea de primer orden es la elaboración de una nueva ley de educación superior que barra con la LES sancionada durante el gobierno de Menem y restituya a la educación superior como un derecho y que oriente a la Universidad pública como un espacio y una herramienta de transformación al servicio de las necesidades del pueblo argentino.
Necesitamos democratizar la universidad. Para ello es preciso establecer formas de elección más democráticas de las autoridades, restituir la igualdad docente-estudiantil en los órganos de cogobierno, avanzar en el ejercicio concreto de la ciudadanía universitaria de las Escuelas Medias y pelear por un mayor protagonismo de las mujeres y disidencias en los espacios y órganos de decisión política y de gobierno. A su vez, impulsar el fortalecimiento y la implementación de nuevas políticas de inclusión que permitan el acceso, la permanencia y el egreso de la universidad a todos los sectores sociales, especialmente a los más vulnerados en sus derechos.
La Reforma Universitaria de nuestro tiempo debe abonar la construcción de un país soberano, con independencia económica y democracia participativa. La universidad pública tiene que desarrollar conocimiento y planes de estudio con un sentido crítico y liberador y direccionar la investigación hacia problemáticas científicas, sociales, políticas y económicas que resultan claves para atender las necesidades populares. La extensión debe ser reformulada para que exista un ida y vuelta entre la universidad y la comunidad de forma tal que la generación de conocimiento sea parte de la resolución de los problemas de la vida cotidiana. Precisamos tejer un vínculo universidad-comunidad que no puede ser una acción lineal “desde la Universidad hacia el medio” ni tampoco la puerta abierta para el lobby de los poderes concentrados.
Para esta tarea no partimos de cero. Contamos no solo con décadas de historia de la que aprender y en la que inspirarnos. La consecución de nuestro Convenio Colectivo de Trabajo, el avance de las políticas y los contenidos feministas hacia adentro de las universidades, el triunfo de la ciudadanía para las escuelas medias y las masivas resistencias contra el ataque a la educación pública llevado adelante por el Gobierno de Cambiemos son algunos hitos de los últimos años que marcan un rumbo.
Tampoco estamos solxs. Por convicción y experiencia histórica, sabemos que la reforma popular, feminista, crítica y latinoamericanista que necesita nuestro tiempo solo puede hacerse a partir de la lucha y la construcción conjunta del pueblo argentino.