México: La educación en el ojo del huracán

Hay una polémica esperada que llega inmersa en intrincados intereses sociales, a la vez que sesgada y subordinada a otras agendas. Independientemente de cuanto pueda derivar en otra cosa, o que a nivel de sus actores se logre desviar la atención a la construcción de un proceso político bajo su control y delimitación; está presente con justo valor la lucha por la educación pública.

Lo que comenzó como una reacción mediática de dos “eminentes” magnates a la política educativa del gobierno de AMLO, trascendió en oportunidades políticas que distintos actores han tomado en sus manos, unos a favor, otros en contra del tema sobre la edición y difusión de los nuevos Libros de Texto. Hacen girar el tema sobre estos posicionamientos en el entendido de que sería lo fundamental.

Cada cual tiene sus cálculos, cada cual considera su posición ya victoriosa como punto de partida para nuevas acciones políticas y naturalmente mediáticas. Lo que está en juego trasciende la política educativa como tal, los intereses económicos y políticos sobre el ejercicio del control pleno del aparato estatal lo es todo, y la educación pública está comprometida como parte del botín.

Los grandes burgueses en este momento están liderados por Salinas Pliego y Claudio X. González, comprometidos en este escenario, centran sus esfuerzos hacia predicciones futuristas de este “río revuelto”, saben que la beligerancia como estrategia de ultraderecha con toques de fascismo, puede convertirse en un medio eficaz para apuntalar la defensa de sus intereses y a sus títeres políticos rumbo a la carrera presidencial. De modo que decidieron probar en una especie de laboratorio mediático, la cobertura que les permita restablecer sus deseos de recuperar la iniciativa política por el control total de las políticas estatales.

Por su parte el gobierno evidentemente enfrenta esta guerra mediática en su propia perspectiva estatal. La situación también le viene a pelo, asegura la ejecución de sus posiciones educativas, pero más allá de ello, maniobra con ventaja en un panorama que tradicionalmente lo lleva a la defensiva, que en esta oportunidad reorienta en función de sus campañas y su inminente continuidad. Esta “coyuntura” le permite evidenciar el atraso, el clasismo, la decadencia, las intenciones, y los intereses del conjunto de la oligarquía.

Pero como bien está debatiéndose, no todo es una cortina de humo, no todo es una cuestión de antagonismo exacerbado entre la burguesía y el gobierno, aunque se discute con encono, cada ente comprometido en esta realidad política, mediatiza de acuerdo a sus tendencias y propósitos. Las diferencias aquí son relativas, oscilan en torno al aparato del Estado y su lugar en la organización del capitalismo, los actores dicen no ser enemigos sino divergentes, oscilantes entre el neoliberalismo ultra y el nacionalismo progresista.

También es cierto que no todo termina mecánicamente en estos márgenes, hay posiciones sobre una perspectiva social diferente que se dibuja y diluye por momentos. Algunas posiciones forman parte de una retórica entre fascismo y comunismo, otras son auténticas posiciones de clase que no logran establecerse plenamente por el avasallamiento de los principales actores del debate, que seguramente se mantendrán. Por la trascendencia de la discusión, hay posturas claras que centran su posición en horizontes alternos, su papel está en abonar un campo más basto, a la vez que trazar sus batallas de clase en lo social, político y educativo por ser este el caso.

Sin duda en algún momento, como todo debate, el tema saldrá de la línea fundamental de la política que se enmarca en los medios y las redes, así como de la trama política en la vida del país. Lo que no va a desaparecer es el debate de lo educativo, este se avivará en la medida que la Nueva Escuela Mexicana se vuelva la práctica de la educación pública.

Hasta aquí la política y sus circunstancias, es un tema interesante y profundo, más hay que considerar la cuestión del factor humano propiamente del cual se habla pero que escasamente interviene excepto para tomar una u otra posición establecida.

Decíamos que hay cuestiones que no son tan antagónicas como se presentan. Los actores principales están midiendo sus posiciones y delimitando hasta dónde les es permisible actuar sin lastimarse demasiado en sus intereses compartidos. Por ejemplo, los magnates por decirlo así no han sido expropiados en sus capitales, el Estado ha trabajado por el bien de todos como dice, cuidando los huevos de oro y la gallina que los pone. La cuestión está más calculada en la distribución de los recursos públicos que en la propiedad privada de los monopolios, la cual no se cuestiona ni se amenaza, acaso en ciertas circunstancias se plantean restricciones al apetito voraz del gran capital y por resolver angustiosas situaciones a nivel de la pobreza de la población.

La materia educativa desde la perspectiva oligárquica se presenta a debate por cuestión de los recursos económicos que mueve, de los cuales una parte importante ya no llegó a las arcas empresariales. Solo una parte, puesto que siguen innumerables concesiones, contratos y negocios de capital público y privado, ya sin tomar en cuenta que el ciclo escolar conlleva la activación de un sector importante de la economía capitalista.

La esencia del proceso educativo, escasamente entra en la visión burguesa a no ser por un vulgar ataque anticomunista trasnochado, la burguesía, especialmente la de élite, ya está casada con un esquema educativo inherente a su estirpe y naturaleza, educa lo que le genera ganancia, todo lo demás le resulta aberrante. En los subsiguientes peldaños de la burguesía efectivamente hay nuevas referencias educativas enfocadas en el crecimiento del sistema y la interiorización de sus relaciones sociales en la psique de los pueblos. Por otra parte, entre las clases medias hay un mayor hervidero por la calidad y eficiencia de la educación como medio de movilidad social hacia arriba para su sector.

La confrontación adquiere notas rojas porque creen que se les quita algo, que les arrebatan direccionalidad en el ejercicio de la dominación social y la autoridad de clase hegemónica. La burguesía se siente amenazada aun tratándose de llevar a cabo propuestas incubadas en el seno de muchos de los pedagogos de las clases medias y la reedición desinfectada de la pedagogía de los oprimidos.

Las élites se indignan porque se rocen nuevos esquemas de la acción pública en torno a lo social, las relaciones humanas y la comunidad, desde luego no es una torpeza burguesa, obedece a fuertes intereses de mantener a raya al pueblo en tanto creen que el gobierno está jugando con fuego porque no conciben otros medios de preservar el orden capitalista. La reacción está vinculada a la violencia en las escuelas, su sistema guarda relación directa con la agresión al magisterio y las escuelas de forma permanente, su guerra mediática viene escalando en este terreno.

Entre la élite y el gobierno existe una lectura diferenciada, a una parte le preocupa el aprendizaje social desde abajo, a otra parte le preocupa la descomposición social, individualista y de la violencia que socava las facultades del Estado Nación. Unos ven solo un negocio, otros las pérdidas del negocio; en ambos casos hay un sentido de identidad respecto de mantener el actual sistema social en perspectivas diferenciadas del horizonte y la estrategia político capitalista.

En esta disputa estamos entre el rechazo y la panacea, siendo específicos en lo que concierne al sentido de los Libros de Texto, los anteriores pecaban de saturación de contenidos pues así obedecía la visión educativa tradicional, los nuevos pecan de saturación de proyectos por así plantearlo la subordinación de su propuesta. La ventaja de estos últimos es la contextualización, el aprendizaje situado, aunque de momento se asegure que hay que tomar lo más valioso del aula, bastará con comenzar el nuevo ciclo para que la presión institucional se haga sentir. Los libros de Texto son un derecho, son puntos de apoyo y medios guía en el proceso, pero no suplen la carencia de materiales que el o la docente debemos producir, crear, innovar o recuperar en nuestro trabajo.

Aunque la intelectualidad coloca todo aquello que sale de sus considerandos como algo secundario y cosa práctica de nosotros los ejecutantes. El cambio de perspectiva es importante por esta circunstancia antes que por un libro o un proyecto en sí, porque como siempre, traerán dificultades de acoplamiento y de proceso en virtud de que siempre nos encontramos ante situaciones que definen los mecanismos del proceso enseñanza-aprendizaje en rumbos específicos que reclaman un material y un enfoque determinados para atenderse.

Es este el sentido de lo pedagógico, nuestra lectura de lo que el grupo y el estudiante requieren, se lleva a cabo a través de intercambios y arduas exploraciones, más que solicitando lo que se desee hacer pues en todo caso nuestra presencia sería irrelevante ya fuese porque el libro lo tendría todo o porque el estudiante se podría valer por sí mismo en su autoformación.

El factor humano, el componente pedagógico, es considerado en subordinación, no ahora sino desde antes, es visualizado como simple capital humano. Por supuesto, toda innovación pública será acompañada de consultas y se nutrirá de aportaciones con las más nobles intenciones, compromisos o consideraciones de distinto género a la propuesta voluntaria pero obligatoria de fondo, ya al final hay un corte institucional que funciona a modo de edición oficial. Es una tabla rasa de distintos tonos, a marchas forzadas se puso al magisterio a trabajar sobre las decisiones tomadas en otras esferas, lo mismo hace la escuela privada. La empresa pública y la empresa privada no difieren respecto de esta conducta hacia sus subordinados.

La movilidad del pensamiento pedagógico y educativo, es una dialéctica del aprendizaje y el descubrimiento sobre la base de luchas sociales que le tocan en sus fibras, no hay fórmulas mágicas, los libros no determinan del todo, aunque sí lo hacen las cadenas de mando.

En este proceso en el sector de la educación oficialmente se puso de moda combatir el autoritarismo, la disminución de la carga administrativa y propagandizar la autonomía. Pero la letra chica del contrato lo que hacía era reforzar los lineamientos de mando, el hacer las cosas de un modo específico previamente dictado, el anular la autonomía a esquemas de trabajo escolar preconcebidos, el abandono de las urgencias indispensables en la pedagogía y la enseñanza, en estresarnos con la carga administrativa y sobresaturarnos de acciones improvisadas a lo largo del ciclo

Esto no va a cambiar porque obedece a la dinámica de mando de la Secretaría de Educación Pública con sus distintos mandos burocráticos los cuales escasamente han modificado el modo de hacer y practicar su política, en tanto es el ente encargado de las relaciones de poder en torno a la educación pública nacional.

La enseñanza no puede hacerse sin el componente pedagógico del magisterio, pero este bien puede ser mediatizado además de las circunstancias de su formación y origen, ya que sobre él actúan influencias de múltiples géneros. El magisterio nacional es parte del espectro social, recibe presiones desde todos los ángulos, si bien tiene establecida una formación que le permite captar el sentido de su labor, se enfrenta a colosales retos en sus luchas por establecer una mejor actuación en estas circunstancias. Para ampliar el panorama, tampoco podemos suplir las ausencias de otros factores sociales en la educación, ni desaparecer los ámbitos que perjudican la enseñanza, como los poderes establecidos en la población, la violencia, la mediática, la cultura de la alienación o las componendas sindicales.

Es tarea del maestro y la maestra transversalizar los tantos aspectos de la educación. No puede comprometer una postura absolutista, mucho menos en abrazar a las clases dominantes culpables de tantos experimentos fallidos en la arena educativa. Lo que ha sido incubado en los cubículos sin sustento real por la sobresaturación y urgencia de quienes no han probado el trabajo con niñas y niños; tendrá que recibir las pruebas de fuego de la práctica educativa.

Lo desechable se hará evidente a las primeras, así como ya desde hoy está claro que de ningún modo se puede soslayar la matemática ni el dominio de la lectoescritura en una contextualización subordinada, aunque esto ya se presentaba desde el ángulo de la educación por contenidos sin buenos resultados. Viene un proceso de transición en el mejor de los casos para el magisterio en el cual ajustará aspectos al escenario real y frente a las agendas recargadas de la autoridad educativa; con el fin de tener margen de maniobra para potenciar sus propias experiencias.

Las circunstancias en que arriba este proceso no serán las mejores o las más apegadas a cualquier programa virtuoso, pero su importancia trasciende porque colocan a la educación en el ojo del huracán en medio de numerosos intereses y visiones de clase. Presenta la ocasión para situar la educación en boca de las clases oprimidas frente a las terribles circunstancias de la alienación capitalista y la histórica crisis educativa.

La creatividad e iniciativa en busca de nuestra educación popular emancipadora cobra posibilidades en el marco de un escenario agitado, esto es importante en sí mismo para alentar otros planteos sobre la experiencia pedagógica desde abajo entre tantas adversidades para levantar un trabajo docente auténtico de conciencia y obra.

Se puede estar de acuerdo o no con la propuesta oficial, tiene falencias, pero los cambios son necesarios, hay que sepultar la escuela tradicional memorista, aquella que se vanagloria e inculca en nosotros catalogarla como la mejor del mundo, tenemos que empujar el parto de lo nuevo, el pueblo mexicano necesita ese renacer.

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Felipe Cuevas Méndez

Trabajador Silencioso