Franklin González*
«Un orden internacional basado en la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, que ha evolucionado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, es una receta más sólida para la paz que el orden internacional basado en las normas amorfas y discriminatorias” (John Dugard, profesor de derecho internacional en la Universidad de Leiden, Holanda).
Cada una de los períodos anuales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se convierten en un escenario para realizar un balance de lo que ha significado esa organización internacional desde su fundación hasta el presente, pero, sobre todo, para realizar conjeturas sobre su futuro.
Ahora, con motivo de la celebración del 78.º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, se plantean las mismas preguntas de todos los años. ¿Sigue teniendo vigencia? ¿Cuál es la utilidad actual de las Naciones Unidas? ¿Es una organización obsoleta, que no tiene poder? ¿Por qué a pesar de todos sus intentos no obtiene resultados? ¿Está demodé la ONU?
A continuación, realizaremos algunas reflexiones sobre la máxima expresión institucional e internacional del mundo.
Origen
El nacimiento de la ONU se firmó el 26 de junio de 1945, en San Francisco, al terminar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, pero se sostiene que nació oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que la mayoría de los 51 Estados miembros signatarios del documento fundacional de la Organización, la Carta de la ONU, la ratificaron.
Como una forma de conmemorar y celebrar el aniversario de la Carta de las Naciones Unidas, se acordó, en una Asamblea llevada a cabo por el Consejo de Seguridad, en el año 1947, celebrar el Día de las Naciones Unidas. Dicha resolución fue firmada por unanimidad por todos los países miembros. Posteriormente, en el año 1971, la Asamblea General recomendó a sus miembros a tener presente esta fecha como un día festivo.
Debido a su singular carácter internacional, y las competencias de su Carta fundacional, la ONU puede adoptar decisiones sobre la amplia variedad de problemas que enfrenta la humanidad. En este siglo XXI, se encuentran entonces los relacionados con la paz y la seguridad, el cambio climático, el desarrollo sostenible, los derechos humanos, el desarme, el terrorismo, las emergencias humanitarias y de salud, la igualdad de género, la gobernanza, la producción de alimentos y mucho más.
Las Naciones Unidas, que han pasado de 50 a 193 miembros, tenían, por objeto, en sus inicios, proporcionar un foro en el que todos los países, independientemente de su tamaño (grandes o pequeños) e importancia geográfica, sintieran tener una voz con la misma importancia de los otros. Pero, como dice el refrán popular: “del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Como se sabe, su estructura básica da poco poder real al órgano principal, -la Asamblea General-, y más a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial -Gran Bretaña, China, Francia, Rusia y Estados Unidos- y, como miembros permanentes, cada uno de ellos ejerce un veto sobre los 15 puestos del Consejo de Seguridad. El Consejo está facultado para imponer sanciones económicas y es la única entidad de las Naciones Unidas a la que se le permite desplegar fuerza militar.
El resultado es un estancamiento crónico del Consejo de Seguridad en muchos temas, a menudo enfrentando a Estados Unidos no sólo contra China y Rusia sino también contra aliados que siempre han estado de su lado.
Esa estructura de poder está en crisis, pero sigue incólume
La ONU ante los problemas del mundo de hoy
Mientras tanto la realidad es terca y habla más que las palabras y especulaciones.
Las Naciones Unidas no han podido poner fin a las prolongadas guerras en Afganistán, Siria, Yemen o Libia. El conflicto israelí-palestino es casi tan antiguo como la propia organización y sigue “vivito y coleando”.
En materia del cambio climático el fracaso es total. En esta última asamblea, por ejemplo, varios mandatarios del «sur global» pidieron a los países ricos pagar su «deuda climática» por haber hecho históricamente mayores contribuciones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, causa principal del calentamiento global.
Y la paz brilla, pero por su ausencia.
Según las estadísticas de la misma ONU, el número de personas desplazadas a la fuerza en todo el mundo se ha duplicado en la última década hasta alcanzar los 80 millones. Son los “Mensajeros de la globalización, en palabras del sociólogo polaco Zygmunt Bauman.
Se espera que el número de personas que sufren hambre severa casi se duplique a finales de este año, hasta alcanzar más de 250 millones.
La misma ONU advierte que millones de personas en África están al borde de la hambruna y el conflicto en torno a Ucrania hace más crítica la situación.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 17 metas de la ONU para 2030 destinadas, según se dice, a eliminar desigualdades que incluyen la pobreza, la discriminación de género y el analfabetismo, están en peligro.
La necesidad de su reforma
Mientras tanto son muchos los jefes de Estados y gobiernos que se han pronunciado sobre la necesidad de reforma a la ONU.
Aquí destacaremos algunos.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sostenido que «La ONU de 2023 está lejos de tener la misma credibilidad que la ONU de 1945″ y “el Consejo de Seguridad, que debería garantizar la paz y la tranquilidad, es el que hace la guerra sin hablar con nadie. Rusia entra en Ucrania sin discutirlo en el Consejo de Seguridad. Estados Unidos entra en Irak sin discutirlo en el Consejo de Seguridad. Francia y Reino Unido invaden Libia sin pasar por el Consejo de Seguridad. En otras palabras, los países del Consejo de Seguridad son los que hacen la guerra, producen armas y venden armas».
«En 1948, la ONU consiguió crear el Estado de Israel. En 2023, no puede imponer la zona reservada a los palestinos. Se ha debilitado. Y en la cuestión climática es aún peor. En todas las COP decidimos muchas cosas, pero ninguna se aplica. ¿Por qué no se cumplen? Porque no hay un Estado soberano. La ONU no tiene poder para decir: Tenemos que cumplir esto, de lo contrario habrá que tomar ciertas medidas'».
Lula ha defendido que más países sean incorporados al Consejo de Seguridad para que éste tenga una representación más acorde con la realidad.” ¿Qué representación tiene África en el Consejo de Seguridad? ¿Cuál es la representación de Asia, de América Latina? Hemos dejado claro que estamos a favor de que Brasil entre en el Consejo de Seguridad, junto con India, Alemania y Japón. Hay diferencias, pero no son nuestras».
El mandatario brasileño, ha dicho que naciones como Argentina o México debían estar incluidos en el máximo órgano de la ONU.
De la zona del Mar Negro, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha dicho: «Una condición indispensable es la reforma de la ONU, que permitirá a la organización producir soluciones para garantizar un orden mundial más justo y reflejar la voluntad de toda la humanidad»
El mandatario turco ha criticado en más de una ocasión a la ONU, declarando que «el mundo es más grande que cinco», refiriéndose a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la organización.
Y aunque las mentiras pululan en el mundo de hoy, en esta última asamblea de la ONU, el mismísimo presidente de EEUU, Joe Biden, a quien todo se le olvida, informó que EE.UU. impulsará una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, porque hacen falta «nuevas voces» y «nuevas opiniones». En este sentido, dijo que propondrá reformar el Consejo de Seguridad de la ONU en la Asamblea General en función de que se incluyan cinco o seis nuevos miembros permanentes al organismo encargado de la seguridad internacional, entre ellos la India, Alemania, Brasil y Japón. Ante ello, de los distintos rincones del mundo, retumba la expresión: aleluya.
Su actual secretario general, António Guterres, ha pedido una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU acorde con el mundo, por cuanto la alternativa a dicha reforma es la fragmentación.
¿Hacia dónde va?
Descubriendo el “agua tibia”, en el marco del 78.º período de sesiones de la AGNU, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, ha asegurado que esta institución “no tiene ningún poder y no tiene dinero”, sólo tiene una voz, representada en su persona.
Guterres, aunque destacó el poder de los Estados miembros, reconoció, no obstante, que el ejercicio de este poder está bloqueado debido a la división entre las superpotencias desde la Segunda Guerra Mundial.
También se insiste en lo mismo de todos los años: los ritornelos sobre su ampliación, se mencionan nombre de países, pero nada que eso se concreta. En ese sentido y mirando en el horizonte, la ONU necesita ciertamente una reforma institucional, pero, sobre todo, requiere de un cambio de fondo, estructural, para reconfigurar las prioridades de ese ente mundial, en un mundo en conflicto permanente y donde las divisiones entre los países y las instituciones de gobernanza están desfasadas para enfrentar la nueva realidad.
Ese “cambio estructural en las Naciones Unidas” debe hacerse en función de dar preferencia a otros temas clave, como el combate al hambre mundial y las desigualdades.
Por eso, hay gobiernos que, hablando en nombre de sus pueblos, insisten en que, hoy por hoy, la ONU no “da pie con bolas”, que organiza en su beneficio la “gobernanza” mundial y que en nombre de una “responsabilidad compartida”, invitan a los Estados a limitar su soberanía, pero sobre todo a los que no tienen el poder de veto que son la aplastante mayoría, porque, como se sabe, sólo 5 forman parte del Consejo de Seguridad.
Ahora bien, y lo real y concreto es que, desde hace mucho tiempo, la ONU está demodé, porque dejó de ser la instancia mundial donde se supone deberían dirimirse los conflictos sin violar la soberanía de los Estados-Nación. Más bien, se presenta cada vez más como un superestado mundial, dirigida por los EE.UU., las grandes corporaciones y las élites dominantes, que buscan imponerse al resto de los países y pueblos del mundo, sobre la base de un “mundo basado en reglas”.
Po eso, la consigna que retumba con mucha fuerza, por todos los rincones de los continentes del mundo es: basta ya de tantas mentiras, de tanta hipocresía.
*Sociólogo, Profesor Titular, Jubilado. Ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Doctor en Ciencias Sociales. Con dos Postdoctorados. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, en el Instituto de Altos Estudios “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura y en el Doctorado de las Organizaciones de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia y Decano de Postgrado de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG). Ha publicado 12 libros y es analista nacional e internacional.
Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación