Estos problemas los padecen las instituciones educativas de los municipios del Valle de Aburrá, lo que perjudica notablemente el rendimiento escolar y las posibilidades de ofrecer una mejor calidad pedagógica. En juego está el futuro de los jóvenes estudiantes.
En la escuela se expresan algunos fenómenos que afectan la labor pedagógica y limitan la convivencia pacífica entre la comunidad estudiantil: modelos de poder asimétricos, excesivo consumismo, acoso sexual, reclutamiento de grupos armados ilegales, choques por gustos y preferencias musicales y deportivas, discriminación sexual, económica, racial e ideológica, y tensiones políticas entre directivas docentes, profesores, estudiantes y padres de familia.
Estos problemas los padecen las instituciones educativas de los municipios del Valle de Aburrá, lo que perjudica notablemente el rendimiento escolar y las posibilidades de ofrecer una mejor calidad pedagógica. En juego está el futuro de los jóvenes estudiantes.
Para contrarrestar este panorama tan desalentador, el Área Metropolitana y la Fundación Social suscribieron en 2012 un convenio a través del cual se ejecutaríala política pública de convivencia, dirigida a la promoción de la convivencia y prevención de la violencia. Se pretendía con ello crear condiciones favorables para su implementación, involucrando a la comunidad estudiantil.
La idea inicial fue sensibilizaraestudiantes, padres de familia y docentes sobre la convivencia escolar y el desarrollo de acciones pedagógicas y culturales para laprevención de la violencia en41 instituciones educativas estatales de los diez municipios que componen el Valle de Aburrá, abarcando en promedio 32.000 estudiantes por año.
Tres años después de la ejecución del proyecto, según reporta la Fundación Social, se logró la sensibilización de más de 32.000 niños y jóvenes, se trabajó con 344 maestros y con alrededor de 400 padres de familia; de igual forma, se han capacitado 80 jóvenes en técnicas audiovisuales y convivencia, y generado cerca de 70 empleos directos asociados a la implementación del programa.
Tal alcance se ha logrado a través de una estrategia de intervención que consta de cinco componentes:
Somos Constructores de Convivencia: convivencia, autonomía y construcción de paz.
Somos Incluyentes: diversidad y pluralidad, promoción de la convivencia desde el respeto por las diferencias en la vida cotidiana.
Somos Convivencia Escolar: respeto y convivencia.
Somos Jóvenes Metropolitanos: lectura y escritura del territorio dese la mirada juvenil para fortalecer identidad y afecto por su territorio.
Somos Legales: cultura de la legalidad y ética en la vida cotidiana. Todo ello enfocado en valores como la convivencia escolar, la construcción del sentido de lo público, la participación y la ciudadanía.
El trabajo de intervención en las 41 instituciones educativas le permitió a esta organización no gubernamental identificar varios fenómenos que afectan la implementación de las políticas de convivencia escolar. En el aspecto de gestión escolar, se identificaron falta de diagnósticos y de claridad en las rutas de acción, prevención y promoción frente a los problemas que vive la comunidad estudiantil y que afectan la convivencia.
El análisis arrojó dos realidades muy complejas: de un lado, las falencias del acompañamiento familiar a los estudiantes; y de otro, la aceptación por parte de algunos directivos docentes de que por momentos el lenguaje utilizado contra el estudiante es violento.
La Fundación Social destacó que si bien algunas de las instituciones en las que intervinieron han alcanzado buenos resultados a partir de diversas estrategias de convivencia, aún falta mucho por consolidarlas, pues a su juicio “carecen de apoyo y de sostenibilidad en el tiempo”.
En cuanto a la función de entornos protectores, entre ellos la escuela y la familia, la intervención logró establecer que éstas “no logran ser suficientemente protectores para las niñas, niños y adolescentes, lo que se puede leer en las opiniones y acciones de los encuentros vivenciales”.
Pero no todo han sido hallazgos negativos en este proceso. La Fundación Social destacó “la importancia del arte en la formación para creación, la imaginación, la innovación y la búsqueda de valores de identidad y solidaridad que se convierten en los sentidos de los jóvenes alrededor de un compromiso con la convivencia y los procesos de desarrollo integral juvenil”.
Finalmente, luego de tres años de trabajo, la Fundación Socialrecomendó, entre otros aspectos, mejorar los instrumentos de recolección de información e involucrar en el diagnostico a docentes, directivos y padres de familia; fortalecer los comités de convivencia; continuar con la formación de docentes en estos asuntos; y crear el Banco de buenas prácticas en convivencia escolar.
El panorama crítico en las escuelas y colegios amerita que este tipo de trabajos sea continuo, para que sus efectos se sientan en el mediano plazo y se superen esas circunstancias tan negativas que rodean la convivencia escolar.
*Versión periodística del texto Convivencia escolar en el Valle de Aburrá, escrito por colaboradores de la Fundación Social Regional Antioquia y Regional Ibagué. El texto recoge aprendizajes obtenidos de la realización de dos proyectos ejecutados en alianza entre Fundación Social y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá en el marco de los convenios 500 de 2012 y 368 de 2013.