“Nuit debout puede ser portadora de una transformación social de gran amplitud”

TRIBUNA COLECTIVA

Las crisis abren el campo a nuevas posibilidades y ésta que comenzó en 2007 con el hundimiento del mercado de las subprimes no es una excepción. Las fuerzas políticas que sostenían el viejo mundo están en vías de descomposición empezando por la socialdemocracia que ha franqueado desde 2012 una etapa suplementaria en su largo proceso de acomodación al orden existente. Frente a ellas, el Frente Nacional desvía en provecho propio una parte de la cólera social jugando un papel pretendidamente antisistema, aunque no pone nada en cuestión y desde luego, no las leyes del mercado.

En este contexto nace Nuit debout que celebra estos días su primer mes de existencia. Desde la caída del Muro de Berlín, la contestación al neoliberalismo ha tomado diversas formas: gobiernos bolivarianos en América Latina en los años 2000, primaveras árabes, Occupy Wall Street, indignados españoles, Syriza en Grecia, campañas de Jeremy Corbyn y Bernie Sanders en Gran Bretaña y Reino Unido… Los historiadores futuros que se interesen por nuestra época sin duda dirán que fue especialmente rica en movimientos políticos y sociales.

Francia no se queda a la zaga. Desde las grandes huelgas en noviembre y diciembre de 1995 hasta las movilizaciones actuales contra la ley El Khomri, pasando por los movimientos antiglobalización – especialmente la creación de Attac en 1998- la oposición al CPE (Contrato del Primer Empleo. (ndt) en 2006 y a la contrarreforma de las pensiones en 2010, las ocasiones de contestar a esta “nueva razón del mundo” han sido numerosas. No han sido definitivas porque la crisis no ha sido el golpe de gracia a las políticas neoliberales, implantadas hoy a escala planetaria con más agresividad que nunca.

Desafíos estratégicos

A pesar de las dificultades, incluso a veces de los fracasos, la creación de organizaciones que aspiran a encarnar esta izquierda antiliberal y anticapitalista, cada vez ha ofrecido ocasiones para coaligarse, acumular experiencias e inteligencia colectivas.

Nuit debout es un movimiento sui generis dotado de características propias. Pero también es heredero de esta secuencia de los balances -positivos y negativos- extraídos por las redes militantes de esas experiencias anteriores. La historia avanza por conjeturas y refutaciones.

Un movimiento tan joven como Nuit debout es entusiasta, aunque, necesariamente, a veces sea confuso. De cualquier forma, lo que impresiona en su caso, es la seriedad con la que se discuten los desafíos estratégicos a los se enfrenta. Con uno de sus ejes “contra la ley El Khomri y su mundo” logra articular una exigencia esencial, la retirada de una ley portadora de una grave regresión social y la crítica radical a todo el sistema. Una de las perspectivas que lo atraviesa y en la que trabaja, la huelga general, parece decisiva para operar la unión entre la ocupación de las plazas y la movilización en los lugares de trabajo y lograr un victoria fundamental.

Los críticos del movimiento no han evitado reprocharle su composición social, la sobrerrepresentación en su seno -real o supuesta, nadie sabe nada en esta fase- de personas de mucho “capital cultural”. Estos mismos críticos han destacado la ausencia de habitantes de los barrios populares y especialmente de migrantes poscoloniales.

Cualquiera que haya pasado, aunque sólo haya sido una hora, en la Plaza de la República o en las otras plazas ocupadas sabe que una parte importante de los debates actuales trata precisamente sobre los límites del movimiento y sobre la manera de superarlos. ¿Cómo unirse mejor a los sindicatos y a la clase obrera? ¿Por qué medios impulsar la movilización de las víctimas de la segregación socioespacial y del racismo? ¿De qué perspectiva política debe dotarse el movimiento si es que debe dotarse de alguna? Tanto en la asamblea general como en las comisiones temáticas estas cuestiones están omnipresentes.

Transformación social

Sin duda, las respuestas son vacilantes, a veces burdas y alrededor de ellas cristalizan los desacuerdos. Pero los desacuerdos son sobre los desafíos reales. Nuit debout es un movimiento exigente consigo mismo, que no subestima la amplitud de los futuros desafíos. Si el potencial emancipador de una movilización depende de la conciencia que ella tiene de sus propios límites y de su voluntad de trascenderlos constantemente, entonces nos está permitido esperar que Nuit debout dé lugar en los próximos meses o años a una transformación social de gran amplitud.

Si se lleva a cabo la articulación con los sectores del movimiento obrero y de las redes asociativas salidas de los barrios, nada podrá parar este movimiento.

Como decía Gramsci, todos somos intelectuales pero no todos ejercemos la “función” de intelectual. El capitalismo creó para su provecho una clase de individuos que hacen la función de leer y escribir. Como universitarios, pertenecemos a esa clase, incluso si somos militantes. Con la superación del capitalismo, esta clase desaparecerá y la elaboración intelectual dejará entonces de ser un privilegio social.

Nuit debout no tiene ninguna necesidad de intelectuales para reflexionar. La producción de ideas es inmanente al movimiento, cada uno de cuyos miembros es un intelectual y el conjunto un intelectual “colectivo”.

Quienes ejercemos profesionalmente la “función” de intelectuales, queremos expresarle nuestra admiración a este movimiento. Nuestra admiración ante su valentía: hay que resistir a las constantes intimidaciones de los detentadores del orden existente. Nuestra admiración ante su capacidad en identificar los retos estratégicos del momento e intentar aportar repuestas innovadoras.

Las crisis abren el campo de las posibilidades pero es grande el riesgo de que se vuelva a cerrar, inmediatamente, bajo la presión de las fuerzas reaccionarias. Nuit debout contribuye a ampliar el campo permitiendo así converger a las fuerzas revolucionarias. Llamamos a todas las personas y organizaciones que no están conformes en cómo anda el mundo, a que venga a reunirse en las plazas y a tomar parte desde ahora en la construcción de otro mundo.

Firmantes: Tariq Ali, escritor; Ludivine Bantigny, historiador; Cédric Durand, economista; Elsa Dorlin, filósofa; Annie Ernaux, escritora; Bernard Friot, sociólogo; Razmig Keucheyan, sociólogo; Stathis Kouvelakis, filósofo; Frédéric Lordon, filósofo; Leo Panitch, sociólogo; Wolfgang Streeck, sociólogo

 

Tribuna publicada en lemonde.fr

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