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España: Juan tiene 8 años y los padres de sus compañeros quieren echarle del colegio

España/24 de mayo de 2016/Ana Veiga/Exclusión en las aulas/ Fuente: gonzoo

Siempre es duro que te aparten del grupo pero cuando tienes ocho años, diversidad funcional y quien te excluye son los padres de tus compañeros de clase, las secuelas a largo plazo pueden ser determinantes en la personalidad del afectado

Cuando pensamos en el colegio, a menudo nos vienen a la cabeza las imágenes de un corro de niños en un patio, de equipos persiguiendo un balón y de risas en grupo. Pero hay quien lo recuerda como una película de la que no fue protagonista, una que vio desde un lado del parque, pegado a la pared, deseando que le llamen por su nombre. Y aunque en nuestra cabeza, situamos estas escenas en el pasado, algunos siguen viviéndolas en presente y más solos de lo que podríamos imaginar. Es el caso de Juan.

Juan (nombre ficticio) tiene 8 años, vive en Lalín (Pontevedra) y le han convertido en una especie de ‘niño burbuja’ al que no quieren acercarse. No lleva mucho viviendo allí, pero lo suficiente para confirmar que no es bienvenido en su colegio.
En octubre de 2015, los padres de prácticamente todos sus compañeros de clase empezaron a recoger firmas para echar a Juan de clase y, cuando el padre de Juan se enteró y les contactó para reunirse con ellos, se negaron y se pusieron en huelga. Bueno, en realidad pusieron a sus hijos en huelga, es decir, durante 2 días solo Juan y otros 3 compañeros asistieron a una clase con 23 pupitres. «No queremos que vaya con nuestros hijos porque corren peligro«, afirmaron en varios medios, alegando problemas de convivencia debido a conflictos leves entre los menores.

Por cierto, Juan tiene diversidad funcional: le han diagnosticado TDAH, un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. Según la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (FEAADAH), este trastorno puede desembocar en problemas en las relaciones con los compañeros, disminución del rendimiento académico que suele desembocar en fracaso escolar y, debido a todo esto, pueden desarrollar síntomas depresivos y conductas negativas.
Carme Fernández, directora de la Fundación Gerard por la educación inclusiva, explica que «simplemente es un niño que tiene una forma de relacionarse que no es la convencional o que molesta en la clase y que, como carece de los apoyos que tiene que tener, ha llegado al extremo».

Han pasado siete meses y la situación está, para el centro, normalizada; aunque para el padre de Juan, su hijo está mucho peor.

La ilusión perdida

Al preguntar a Manuel, el padre de Juan, cómo lleva esta situación, se queda callado y, al otro lado del teléfono, se oye el eco de la voz de un niño. «No me queda otra que aguantar y llevarlo lo mejor posible, por él».

Cuenta que todo empezó con el rumor de que se estaban recogiendo firmas para que su hijo se fuera del centro escolar ordinario en que está escolarizado. «El inspector, sin decirme nada, le prometió a los otros padres que mi hijo se iba a cambiar a un colegio de educación especial pero, cuando los padres vieron que no era cierto, recogieron firmas y después convocaron una huelga». Reconoce que el Inspector de Educación le sugirió dicho cambio de centro pero Manuel insiste en que firmó para entrar en la lista de espera «porque me dijeron que era muy larga y que, por si cambiaba de opinión más adelante, mejor que firmara ya pero insistieron en que el niño nunca se cambiaría del centro sin mi consentimiento».

Tras la huelga, no cambió de centro pero sí cambiaron muchas cosas. «Juan tenía una cuidadora de apoyo con la que había evolucionado mucho pero, como ella defendía a mi hijo y decía que no era peligroso, empezaron a presionarla hasta el extremo de que aún está de baja por motivos psicológicos». Para sustituirla, trajeron a otra persona con la que Manuel no está satisfecho. «Cada vez que ve al cuidador, se pone muy nervioso porque le presiona demasiado. Mi hijo va a otro ritmo, tiene poca memoria a corto plazo y no puede recitar una lección que se acaba de aprender; solo hay que saber llevarlo y darle tiempo, con cariño».

Los otros padres siguen manteniendo que Juan debe irse. Mientras, Manuel reconoce que es «un niño de 8 años que mide 1,50 de estatura y pesa 60 kilos así que, si se cae encima de otro niño, puede hacerle daño» pero cree que la mayoría de los incidentes que ha tenido son menores. «Mi hijo se pone nervioso y si un niño le dice te voy a hacer esto, él le dice pues yo te voy a hacer más, pero son cosas de niños», resume.

Lo que más le duele no son esas cosas de niños sino las de adultos. «Parece que todos pensamos que nuestros hijos tienen más derechos que los de los demás». Y, sobre todo que el colegio no haya tratado de mediar entre las familias.
Actualmente, el niño sigue asistiendo a clase pero «no sé por qué todos los días tiene que tener un conflicto en el colegio cuando, antes de la huelga, no los tenía…». El último incidente, cuenta Manuel, fue una expulsión de 15 días que terminó a principios de mayo. En anteriores colegios, había tenido «algún problema puntual de alteración de nervios pero bueno, lo habitual del TDAH», comenta.

Manuel suspira profundo y arrastra lentamente las palabras. «Ahora pocas veces quiere ir al cole… cuando era una de las cosas que más le gustaba. Creo que quieren sacarse al niño del colegio de encima como sea porque es más fácil».

La burbuja de la exclusión

Además de directora de la Fundación Gerard, Carme Fernández es psicóloga experta en Educación Inclusiva. La familia de Juan se puso en contacto con ella porque no sabían cómo manejar la situación tras el levantamiento de octubre y Manuel reconoce que han sido un gran apoyo «moral y legal».

Ante todo, Carme insiste en aclarar que «el problema aquí no es el niño sino la escuela porque con las actuaciones y prácticas educativas no adecuadas que está realizando, solo ha hecho que el niño no reciba la atención que necesita por su diversidad funcional».

Contundente, Carme incide en que se trata de un menor que necesita apoyos en las habilidades sociales y que, si no los recibe, va a tener comportamientos que se salgan de la norma o que sean entendidos como no adecuados. «Lo que no puede ser es que en vez de recibir una respuesta educativa (como debe ser y como tiene derecho a recibir), sea solamente castigos, sanciones y expedientes disciplinarios, que es lo que está sucediendo desde el mes de octubre», explica.

Para Carme, el centro está contradiciendo la Convención de la ONU de los derechos de las personas con discapacidad porque «abrir un expediente disciplinario a un niño por tener un comportamiento inadecuado cuando no se le ha enseñado un comportamiento alternativo, va en contra de sus derechos que precisamente habla de la accesibilidad al aprendizaje de esos comportamientos». La directora de Fundación Gerard considera que esta actuación «raya la ilegalidad» y por ello están tratando de que «esta actuación se erradique porque es totalmente reprobable».

Legalmente, los niños con diversidad funcional tienen derecho a recibir apoyos educativos individualizados y a tener acceso a la educación ordinaria. Aunque Carme opina que «para algunos centros, parece que es más cómodo ‘deshacerse’ del niño y no tener que hacer planificaciones o diseñar estrategias».

Sin embargo, el de Juan no es un caso aislado, la Fundación Gerard lleva desde el año 2010 ayudando en la gestión de casos similares en todo el territorio nacional.

Raíces y sentencias que marcan el camino

A pesar de que el caso de Juan saltó a los medios por la protesta del resto de padres de alumnos, Carme no les apunta a ellos como origen del conflicto. «La raíz del problema está en la mala praxis de algunos profesionales de la educación y la omisión de responsabilidad de la administración educativa». Sobre las otras familias, cree que han sido víctimas de desinformación y que «la administración educativa no puede consentir que unos padres hagan huelga para echar un niño porque eso tiene muchísimo peligro y se puede trasladar a otros ámbitos de la sociedad. Y estamos hablando con niños de 8 años con diversidad».

La psicóloga defiende la desaparición de los centros de educación especial y la educación inclusiva como derecho fundamental. «La Convención de la ONU insta a los estados que la han ratificado a acomodar sus leyes y normativas a este derecho. Y a pesar de que España ratificó esto en 2008, desde entonces creo que vamos a peor. Se está instalando un modelo que no es para nada inclusivo sino que son aulas específicas dentro de centros ordinarios. Y eso no es inclusión».

«Hoy en día, la Ley dice que son los técnicos de la Administración Educativa los que deciden si el niño tiene que ir a un centro especial o ordinario pero si tenemos en cuenta que esta Ley, aunque legal, es ilegítima porque está contradiciendo un Tratado Internacional o Leyes específicas de la discapacidad».

Por suerte, en los últimos años se han producido una serie de sentencias judiciales favorables a la inclusión (como, por ejemplo, la de febrero de 2016 en la que se reconoce a una niña autista el derecho a una educación inclusiva) porque las familias están empezando a denunciar y se está creando precedente.

Sin embargo, aún queda mucho por andar hacia la inclusión. «Lo que no puede ser es que la actuación educativa adecuada dependa de la voluntad de las personas que en ese momento están en ese centro educativo. La Administración tendría que tener mecanismos de seguimiento, evaluación y puesta en marcha de los recursos que fueran necesarios para que estos apoyos que necesita el niño se efectúen con total garantía».

La inclusión, un bien para todos

Al contrario de lo que se pueda pensar, la educación inclusiva no es un bien para los niños con diversidad funcional sino para todos los menores. «Hay una serie de aprendizajes, no solo de valores, que no se pueden realizar si no convives en grupos heterogéneos donde haya una diversidad. De hecho, hablamos de diversidad funcional pero todos son diferentes, el resto también son diversos y la riqueza está en la convivencia de múltiples diversidades», razona Carme. «La inclusión no afecta a los niños con una diversidad funcional declarada sino a toda la sociedad».

Y hace un llamamiento a los padres que, como los del caso de Juan, hayan levantado la voz para animar a separar a un niño de sus compañeros. «Están transmitiendo a sus hijos un mensaje demoledor: Cuando alguien no está dentro de los cánones que nosotros consideramos normales o convencionales, esa persona es susceptible de ser apartada. Y si alguien te molesta, te quejas y que se vaya a estudiar otro centro. Eso es lo que enseñamos y lo que estos niños van a hacer cuando sean mayores», reflexiona la psicóloga.

La otra historia

La directora del centro donde estudia Juan dice no poder pronunciarse sobre el asunto y nos remite al Inspector de Educación. El Inspector dice no poder revelar datos del caso y nos redirecciona a la delegación Territorial de la Consellería de la Educación de la Xunta de Galicia. En la Consellería nos remiten al Departamento de Comunicación que hace de intermediario del Jefe Territorial.

Le preguntamos sobre las recientes expulsiones de las que le menor ha sido objeto y que, según indica el padre, han aumentado considerablemente a partir del momento de la huelga de los otros padres. En la Consellería nos transmiten lo siguiente: «En relación a la pregunta sobre la expulsión de este alumno, desde la Xefatura Territorial de Educación en Pontevedra no podemos aportar dato alguno, salvo incidir en que se trata de una decisión del centro de régimen interior dentro del Plan de Convivencia».

Insisten, además, en que «el niño está escolarizado con normalidad» y por tanto se rige por «el mismo Plan de Convivencia que el resto, con las mismas obligaciones y derechos».

Fuente: http://www.gonzoo.com/zoom/story/juan-tiene-8-anos-y-los-padres-de-sus-companeros-quieren-echarle-del-colegio-3953/

Imagen: http://st.gonzoo.es/img/2016/05/19572_967_544.jpg?1464084342

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Carolina del Olmo: «Familia y tribu no son conceptos contrapuestos»

Por João França / El diario.es

Entrevista a Carolina del Olmo

Poco se debía imaginar la diputada de la CUP Anna Gabriel que abriría la caja de los truenos del debate sobre el modelo de familia cuando hizo unas declaraciones a Catalunya Radio en las que decía que le gustaría tener hijos en comunidad. Gabriel planteó que en otras culturas «la concepción de la maternidad o la paternidad no está tan individualizada, la concepción es que quien educa es la tribu». Mientras tanto, Carolina del Olmo se mira con sorpresa las críticas a la diputada. Esta gestora cultural, licenciada en filosofía, publicó en 2013 un libro que se titulaba precisamente ¿Dónde está mi tribu?, fruto de la desazón de una madre que se encuentra que, en vez de una tribu, con lo que cuenta para criar sus hijos es con un puñado de libros de expertos que se contradicen.

Por la polémica que hemos tenido estos días, parece que nuestra sociedad está poco dispuesta a cuestionar el modelo tradicional de familia.

Me ha dejado fascinada la sensación de que todo el mundo finge que todo va bien. Cualquiera sabe que esto es un desastre. ¿Por qué estamos tan cerrados a una posibilidad diferente, que ni siquiera es nueva? La gente se escandaliza y dice que le quieren quitar a sus hijos cuando en realidad los padres vemos a los niños dos horas al día, más o menos. Mis hijos duermen casi doce horas y se tiran tropecientas en el colegio. Un padre de su escuela, que creció en un kibutz en Israel, contaba en una entrevista que pasaban el día en la casa de niños y una hora al día con sus padres. A la gente le pareció súper escandaloso. Pregúntale a los niños que recoge el abuelo o el cuidador remunerado a qué hora llegan sus padres a casa y cuánto rato los ven. Mientras sea que cuando tú no estás lo está cuidando el colegio o una empleada dominicana, parece que son pequeñas muletas que no cuentan, como si la crianza de verdad la estuvieras haciendo tú. Eso es una ficción completamente insostenible.

¿Qué entendemos hoy en día por familia?

Según la antropología hay seis o siete grandes tipos de familia, pero luego está la noción de familia estrecha que tenemos hoy en día, que es una innovación histórica. Es lo que se conoce como la familia nuclear moderna: padre, madre e hijos conviviendo en un mismo hogar. Otras relaciones familiares ya no son de convivencia como solía haber en otras épocas o hay en otras culturas. Que los padres críen a los hijos solos no es ni mucho menos lo que se ha hecho toda la vida. Familia y tribu no son conceptos contrapuestos, sino que lo habitual siempre ha sido una familia-tribu o una familia insertada en una tribu. Lo que sí son ideas contrapuestas es la crianza cooperativa, en un marco más amplio, y la familia nuclear moderna, todos agobiados en un apartamento pequeño.

¿Cómo surge ese modelo de familia nuclear moderna?

Con la industrialización se va imponiendo el paso de lo rural a lo urbano, y también unos ritmos y una organización del trabajo que sacan del hogar lo que tenía que ver con la producción. Los hogares antiguos eran sitios donde la gente no solo dormía, charlaba o educaba, sino que también se producía ropa, alimento, de hecho casi todos los útiles diarios. La producción estaba totalmente imbricada en en el trabajo de reproducción. Pero esto desaparece con la modernización, el tamaño de los hogares se reduce y la dependencia de producción ajena para sobrevivir o emplearse hace que las cosas sean menos estables. Todo esto va erosionando las estructuras amplias de solidaridad, ya fuera la familia extensa, o los pueblos y barrios bien cohesionados. Lo que queda es un núcleo familiar mínimo, muy pequeñito. Y ese proceso sigue en marcha. Las familias siguen teniendo cada vez menos hijos y el número de hogares unipersonales es el que más crece, cuando hace cien años un hogar de una sola persona era una cosa muy exótica. Por otro lado también es verdad que aparecen modelos nuevos y nuevas formas de hacer comunidad que funcionan, pero la tendencia general evidente es individualizarse y deshacer los pegamentos sociales, y va ganando preponderancia la familia pequeñita, la unidad mínima.

Se impone esta unidad mínima pero hay otros elementos, como la escuela, que siguen interviniendo en la crianza. ¿No es un mito, este modelo?

Esa unidad es una unidad de convivencia, pero hay una gran mitología sobre lo que sucede ahí dentro. Primero desapareció la producción de los hogares, pero luego también desapareció casi todo lo importante del trabajo reproductivo: ya no se muere ni se nace en casa, sino en un hospital, la educación no es preponderantemente en casa, sino en la escuela, a los enfermos tampoco se les atiende en casa, … Cada vez más procesos relacionados con la reproducción de la vida suceden fuera del hogar, y los que suceden dentro están fuertemente tutelados por un lado por el Estado y por el otro por los expertos. Cada vez hay más expertos en la vida personal: pedagogos, psicólogos, pediatras, psiquiatras, que dan indicaciones de como vivir la vida. Y luego el Estado extiende sus redes de control, con asistentes sociales, por ejemplo, para controlar lo que pasa en los hogares. Las familias pierden capacidad de organización autónoma. Esto es positivo en algunos casos y negativo en otros, pero en cualquier caso tienen muchas menos responsabilidades que antes. Sin embargo, vivimos obsesionados y convencidos que lo importante en la educación del niño es lo que le hacen los padres.

¿Y no lo es?

Me interesa mucho un libro de Judith Rich Harris que en España se llama El mito de la educación y en el que demuestra hasta qué punto hemos exagerado el papel de los padres en la crianza y el peso que le damos en la conformación de la identidad adulta. Ves una persona alcohólica y violenta y piensas: «¿cómo lo educaría su madre?», porque se aplica sobre todo a las madres. La autora habla de la importancia de los pares para la socialización. A los niños les afecta una barbaridad, muchísimo más de lo que estamos dispuestos a aceptar, lo que les pasa con otros niños que lo que les pasa con los padres. Un ejemplo clarísimo de esto es el acoso escolar y los casos de suicidio.

¿A qué se debe la proliferación de expertos en asuntos de la vida cotidiana?

Los expertos son reclamados por la gente. Tú tienes un bebé y estás en tu casa, en un apartamento urbano, no se acerca nadie, sin internet o el libro o la revista de turno estás aún más perdido.

¿Entonces la gente reclama a los expertos como consecuencia del modelo de familia que se ha impuesto?

Claro, y por la pérdida de cauces de transmisión de saberes, que se transmitían por cauces informales, que tienen que ver con el roce y el cariño. La gente está muy desarmada y requiere a los expertos. Por otro lado, los expertos tampoco son totalmente inocentes. En la historia de la medicina, se sacó por ejemplo el parto de las casas. Se arrancaron cosas como esa de las manos sobretodo de mujeres, que sabían bastante bien lo que hacían, para recluirlas en el reino del experto. Eso tiene mucho de violencia y privatización de saberes.

El sociólogo Lucas Platero nos decía en una entrevista que «los padres tienen que entender que no son ellos los que tienen hijos, sino que son los hijos los que tienen padres». ¿Hay un sentimiento de propiedad sobre los hijos?

Sí. En cierto modo es inevitable. Estás encerrado con ellos y eres responsable en un nivel muy alto de lo que les pase, hay muy poco apoyo social, uno está muy solo frente a sus hijos. Eso propicia la idea de que los hijos son tuyos y es tu responsabilidad criarlos. Y además vivimos en una sociedad bastante individualista, consumista, y dada a ser propietaria de todo. No llevamos muy bien que las cosas no sean exactamente de nadie. También tiene mucho que ver que todo el mundo busque en los rasgos de cualquier individuo huellas de la crianza que ha recibido de sus padres, cuando a veces casi no queda. Siempre pensamos que la causalidad va de padres a hijos y no tiene porque. También los hijos generan un tipo de padres. Los que tienen hijos tranquilos parece que educan a sus hijos con gran serenidad, y la gente piensa qué bien lo están haciendo, pero es bastante fácil que la cosa vaya al revés. Si tienes un hijo muy activo de estos que se tiran de cabeza por todos lados te conviertes en un loco histérico de esos que van gritando «¡No! ¡Cuidado! ¡Para!», muy desmelenado y muy poco fino [ ríe].

Hay quien dice que la función de la escuela es quitarles los niños a sus padres.

La sociología crítica siempre ha resaltado la tarea de las escuelas, los asistentes sociales, los pediatras y un montón de expertos que tutelan la vida de las personas. Son lo que Foucault llama los biopoderes y la biopolítica, que se meten en tu vida, en tu dormitorio, en todas partes, con el objeto de ejercer control y que los niños no salgan de las familias sino que sean leales al Estado. Lo que pasa es que las familias también son unos entornos peculiares, y yo en este tema cambio de idea con mucha facilidad. En principio soy más de pensar que el Estado está intentando tutelar nuestras vidas y esto es intolerable, pero luego por otro lado hablas con algún asistente social que dice que las familias son reinos inexpugnables, que pueden estar destrozándole la vida a un niño y no hay manera de incidir. También es verdad. Pero en general la tutela experta me resulta bastante desagradable. Me fastidia mucho como la escuela te intenta reglamentar la vida, con los deberes, por ejemplo, o con las manualidades para hacer en casa. En la familia nos organizamos como nos dé la gana, tienen a los niños ahí un montón de horas.

María Jesús Izquierdo, también socióloga, nos hablaba de opresiones en las relaciones de cuidados. ¿El modelo actual de familia genera violencia?

Esta manera de criar por fuerza tiene que disparar la violencia de madres desesperadas que hacen alguna barbaridad con sus hijos. La autora feminista Adrienne Rich cuenta que en una tertulia de noticias alguien comentó que una mujer de un suburbio americano, deprimida y en situación de pobreza, mató a sus hijos, y que lo sorprendente fue que todas las mujeres presentes lo comprendieron. Es espantoso, el peor crimen del mundo, pero a la vez no es nada ajeno, decía. No es una cosa patológica ni monstruosa que no se pueda pensar, sino al revés: casi todas las mujeres que han tenido hijos en soledad han sentido en algún momento de su vida cierta atracción por la violencia, o por lo menos han comprendido lo desesperada que puedes llegar a estar, y lo que se te puede ir la cabeza con algo así. Me imagino que con una crianza respaldada, apoyada y bien organizada será mucho más difícil que te pase esto.

¿El modelo imperante es esclavizador para las madres?

Lo que esclaviza no es la crianza, es el trabajo. Se habla de las cargas familiares y cómo conseguir que las mujeres no lleven todo el peso, y es verdad que hay que repartir la responsabilidad, pero se habla poco de la carga laboral. La crianza, incluso en soledad, en una familia monomarental, no tiene nada que ver con una jornada laboral de 20 horas o con una de 40 horas. Pero sí que hay cierta esclavización, hiperresponsabilización y culpabilización de la madre. Si un niño muerde a otro en la guardería, todo el mundo mira a la madre con cara de «a ver qué estará haciendo».

¿Y qué soluciones hay para estas cargas laborales?

La herramienta fundamental para una mejor crianza sería una reducción general de la jornada laboral. Llevamos muchísimos años con la jornada de 40 horas, que fue una revolución y un éxito sin precedentes del movimiento obrero, pero fue hace muchísimo. Hemos tecnologizado nuestra sociedad una barbaridad, hemos avanzado en todos los sentidos y tenemos unos niveles completamente desaforados de paro. Sólo cabe en la cabeza de algunos economistas, que son los que mandan en nuestra sociedad, que estas jornadas laborales tan estúpidamente largas tengan sentido. Hay que repartir el trabajo, tocarían a 20 horas a la semana como mucho y esto nos permitiría también repartir el trabajo de cuidados, el ocio, todo.

Fuente: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/Carolina-Olmo-Familia-conceptos-contrapuestos_0_517599164.html

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Perla Belem Hernández González: «Por un espacio urbano libre de acoso»

Por Tomás Dávalos/ Aguascalientes, Aguascalientes. 6 de mayo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).-

Perla Belem Hernández González, académica del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), encabeza un proyecto de investigación que tiene como propósito visibilizar y crear conciencia respecto a la problemática del acoso callejero a las mujeres.

Señaló que la línea de investigación se definió luego de observar que muchas mujeres en su andar cotidiano se ven forzadas a desarrollar estrategias para su cuidado personal, como modificar rutas de tránsito o formas de vestir, buscando evitar con ello que les falten el respeto, lo cual no es natural, ya que el espacio público es de todos.

Por lo anterior, se lleva a cabo la aplicación de cuestionarios con el propósito de recolectar datos que permitan elaborar, previo sustento en estadísticas reales, propuestas de política pública e iniciativas de ley que incidan en la erradicación del acoso callejero, pues es una problemática que debe abordarse con seriedad.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, detalló los alcances y propósitos de esta investigación.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Por qué estudiar el acoso callejero?

Perla Belem Hernández González (PBHG): Es una acción que se desprende directamente desde el programa Ciudades Seguras para las Mujeres, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y nosotras nos hemos sumado directamente a esta acción contra el acoso callejero con esta investigación que busca espacios libres y seguros para las mujeres.

AIC: ¿Cuáles son los objetivos de esta investigación?

PBHG: Nosotras lo que pretendemos es crear conciencia, primero, sobre esta problemática, visibilizar esta problemática, dejar de considerar el piropo como algo que tengamos que asumir las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres. Las mujeres vivimos la ciudad con miedo todo el tiempo, las mujeres nos trasladamos de un lugar a otro varias veces en el día, y durante estos trayectos en el espacio público somos víctimas de acoso verbal, de tocamientos en el transporte público, y lo que estamos queriendo impulsar es crear conciencia sobre esta problemática.

Pbhg 16 4Por ello es para nosotras muy importarte impulsar esta investigación que cree conciencia y que, finalmente, estemos creando sinergias colaborativas con la Universidad Autónoma de Aguascalientes, a través del Departamento de Trabajo Social, con las estudiantes que han sido de mucho apoyo con esta experiencia que ellas han adquirido en el trabajo de campo. Obviamente también se hacen vínculos con otras organizaciones civiles, y lo que pretendemos con esta investigación es que nos arroje datos que den cuenta de la magnitud del problema, con la finalidad de crear propuestas de política pública que vayan a incorporarse en agendas incluyentes, queremos desconstruir la forma natural de hacer agendas de gobierno, queremos que estas agendas sean incluyentes, que sean antisexistas, anticlasistas, antihomofóbicas y que, sobre todo, vayan encaminadas a la apropiación de un espacio urbano libre para las mujeres, porque finalmente un estado no puede ser democrático ni incluyente si no hay ciudades seguras para las mujeres.

AIC: ¿En qué fase está la investigación?

PBHG: Estamos en el proceso de aplicación del cuestionario, que es la fase del diagnóstico, este cuestionario se está aplicando primero en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, pero obviamente se va a aplicar en otras universidades y se llevará otro tipo de metodologías. Queremos hacer talleres participativos para recopilar desde otra perspectiva metodológica las experiencias de cómo viven las mujeres la ciudad en su tránsito diario.

AIC: ¿A cuántas mujeres va a llegar este cuestionario?

PBHG: Este cuestionario es una muestra de 400 alumnas en la UAA, sobre un universo de 20 mil estudiantes. En otras universidades la muestra va a ser representativa, según su población.

AIC: ¿En qué otras universidades se aplicará?

PBHG: La idea es poder aplicarlo a todas las universidades privadas y públicas del estado, obviamente eso dependerá de las autoridades de cada una de las universidades, si nos permiten el acceso. En estos momentos estamos haciendo el proceso de vinculación con las universidades.

AIC: ¿Cómo se llevó a cabo la elaboración del cuestionario?

PBHG: Nosotras estamos trabajando muy de la mano con el Observatorio Urbano de Santiago de Chile, y este cuestionario que nosotras estamos aplicando es el cuestionario que ellas aplicaron en materia sobre acoso callejero. Obviamente allá en Chile están muy adelantados, incluso ya aprobaron una ley que sanciona estos actos.

Dentro de sus ordenamientos legales, únicamente 15 entidades federativas consideran penas de manera específica por el delito de acoso sexual dentro de su legislación. En el caso de los actos libidinosos, solo Hidalgo y Estado de México contemplan penas por este delito dentro de sus códigos penales.

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En Chile fue todo un proceso metodológico el que se necesitó para respaldar un proceso de iniciativa de ley y que esta fuera aprobada. Tenemos que tener este tipo de sustentos para poder probar los índices de impacto y la magnitud del problema.

AIC: ¿Cómo se realizará el análisis de resultados?

PBHG: Los resultados se van a analizar con compañeras de la licenciatura de trabajo social de la UAA y desde el CIDCE (Centro para la Innovación y el Desarrollo Competitivo Empresarial), donde hay gente formada con un perfil social —sociólogos, antropólogos y trabajadores sociales—, quienes vamos a estar haciendo el análisis y sistematización de todos los cuestionarios.

Las variables que se están incorporando al cuestionario son características personales, que son características sociodemográficas de la persona que está siendo encuestada, y preguntas relacionadas sobre su experiencia cotidiana con el acoso callejero en el andar cotidiano dentro del espacio público y algunas experiencias traumáticas que ellas han vivido durante su vida, entre otras.

AIC: ¿Alguna fecha para dar a conocer los resultados de la investigación?

PBHG: Se estima que en julio tendremos las conclusiones finales y en agosto las propuestas ya sólidas, con base en las propias conclusiones

Fuente de la entrevista: http://www.conacytprensa.mx/index.php/ciencia/humanidades/7203-el-acoso-callejero-objeto-de-analisis-entrevista

Fecha de publicación en OVE: 23 Mayo 2016

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Édouard Louis: “Mi libro es una lucha contra la invisibilidad”

Una charla con el autor francés durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2016.

 Alessandra Miyagi /Redactora

«Una es más auténtica, mientras más se parece a lo que soñó de sí misma”, dijo Agrado frente a miles de espectadores en una escena memorable de «Todo sobre mi madre» (2000), de Pedro Almodóvar. Esta frase resuena como un mantra en la cabeza de un joven francés, mientras cumple cada uno de los engorrosos trámites para oficializar su cambio de identidad y acercarse por fin a la libertad, a sí mismo. Era el 2013 y tras 21 años de lucha, Eddy Bellegueule quedaba relegado al cajón de los recuerdos infantiles, para darle paso a Édouard Louis (Hallencourt, 1992), un nombre compuesto por dos nombres y ningún apellido, ningún vínculo familiar, ninguna imposición.
Hoy, Louis es uno de los escritores jóvenes más importantes del momento. Su primer libro «Para acabar con Eddy Bellegueule», una novela autobiográfica, se convirtió rápidamente en un éxito de ventas mundial y en todo un fenómeno de masas. Prueba de ello es la interminable fila de lectores de todas las edades y condiciones que espera pacientemente bajo la lluvia bogotana para obtener un autógrafo y una fotografía junto a este joven autor que retrata con lucidez la intolerancia y un primitivismo insospechado en la sociedad francesa.

Cambiar oficialmente tu nombre fue un acto simbólico muy importante, pues rompiste con tu pasado, pero también con tu familia. ¿Este fue un paso natural o fue una decisión que debiste evaluar durante mucho tiempo?
Me cambié el nombre y el apellido porque me di cuenta de que ese nombre no era simplemente una serie de letras, sino una historia, un pasado. Cada vez que oía a alguien decir “Eddy Bellegueule”, escuchaba “maricón”, “cabro”, “afeminado”… Me di cuenta de que para cambiar mi identidad, tenía también que cambiar mi nombre porque este simbolizaba la infancia que odié tan profundamente.
Y bueno, diría que sí fue un paso necesario y natural, pero también fue algo que tuve que pensar mucho. Quería cambiar mi nombre, pero al mismo tiempo es una decisión difícil, y tienes que pasar por un proceso largo: tienes que ir a la corte, justificar tu decisión… Y, por supuesto, mis padres se volvieron locos cuando les conté porque lo sintieron como un acto muy violento. Para mi padre, el nombre que me había puesto, ‘Eddy’, era una fuente de orgullo, porque fue el que escogió para su primer hijo, y cuando lo cambié, él entendió que yo estaba cambiando mi vida, que yo mismo estaba cambiando.

¿Y ahora tu familia te llama Èdouard?
Al principio se negaban a hacerlo, fue algo muy complicado para todos. Por ejemplo, cada vez que intentaba hablar con mis padres, no funcionaba porque ellos me llamaban ‘Eddy’, así que yo les decía “Si me llaman ‘Eddy’, no hablaré con ustedes”, y colgaba el teléfono o me quedaba callado. Les dije “Hablaré con ustedes el día en que me llamen ‘Èdouard’ porque es quien yo escogí ser ahora”. Del mismo modo en que si me hubiera cambiado el sexo, querría y esperaría que los demás me considerasen una mujer, que acepten lo que yo quiero ser, lo que soy.
Al principio, mi nombre fue una fuente de conflicto constante con mi familia. Pero luego de que publiqué «Para acabar con Eddy Bellegueule», mi padre me dijo que estaba muy orgulloso de mí, fue la primera vez que me lo dijo, y empezó a llamarme ‘Èdouard’.

Tu madre, por otro lado, no tomó muy bien la publicación de tu novela…
No, para nada. Se volvió loca, se puso en mi contra; me atacaba y le decía a todo el mundo, incluso a la prensa, que yo era un mentiroso.

¿Y por qué crees que su reacción fue tan distinta a la de tu padre?
Es muy difícil de saber, pero puede que haya sido porque, como mujer, mi madre aprendió a pelear para poder sobrevivir en ese mundo machista que describo en la novela. La dominación masculina es muy fuerte ahí. Aunque no me gustó la manera en la que reaccionó cuando publiqué el libro, al mismo tiempo entendí por qué: porque ella debía luchar, como luchó durante toda su vida.

En el imaginario latinoamericano, pensamos a Europa como un lugar mucho más progresista, tolerante y abierto que el nuestro. Y cuando pensamos específicamente en Francia, las ideas de igualdad, fraternidad y libertad son las primeras que nos vienen a la cabeza. Sin embargo, tu novela retrata una realidad que cuestiona esta concepción del mundo. ¿Cómo reaccionó la sociedad francesa, los grupos de poder al leer tu libro?
Precisamente, cuando se habla de Europa o de Francia, solo se piensa en una determinada clase social. Sin embargo, existen muchas otras personas, muchos grupos minoritarios que no incluimos en la idea de estos lugares, porque simplemente somos invisibles, nadie habla de nosotros. Hay una realidad que es olvidada, y nos hemos acostumbrado a no saber de ella ni por los medios de comunicación o la literatura o el arte… Es por eso que empecé a escribir «Para acabar con Eddy Bellegueule», porque tenía la impresión de que el mundo de mi infancia, el mundo de muchas personas de las clases populares, no existía en la literatura ni en el discurso político. Escribí el libro en contra del hecho de que cuando hablamos de Francia, solo lo hacemos sobre una pequeña parte. Mi libro es una lucha contra la invisibilidad a la que son sometidas estas minorías sociales en mi país.

La invisibilidad y la marginación son también maneras de ejercer la violencia sobre los demás…
Exactamente. La invisibilidad es una de las herramientas más poderosas de la violencia. Es lo que se hace, por ejemplo, contra los homosexuales, los transexuales… Los movimientos LGTB surgen para darles visibilidad a estas personas, para poder existir políticamente, porque si no hablamos de sus realidades, no podemos cambiarlas. Tenemos que hacer un diagnóstico de la realidad para poder incidir en ella.

Tuviste problemas para publicar tu novela justamente por este asunto: muchos editores te dijeron que la realidad que describes no existe. ¿Crees que hay discriminación en el mundo de las letras?
Sí, por supuesto que la hay. Nadie quería publicar mi novela; los editores me decían que era totalmente inverosímil y que nadie lo iba a creer; pero el que no podía creer esa reacción era yo. Cuando empecé a escribir el libro en París, vi una vez a una mujer muy rica, vestida de pies a cabeza con ropa Chanel… yo no podía creer que esa realidad existiera. En ese momento, me di cuenta de que todos tenemos en la mente la caricatura de alguien más. Así que cuando me reuní con aquellos editores y me dijeron “Esto que tú nos muestras es una caricatura”, yo les respondí “Pero esa es una cuestión de perspectiva. Tú eres una caricatura para mí porque estás tan lejos de esta realidad que yo conozco, porque creciste en París, porque tus padres fueron periodistas o académicos como tú, y crees que las demás realidades no existen. Tú eres tanto una caricatura para mis padres, como mis padres lo son para ti”.

La mirada del otro es un factor que muchas veces determina la identidad de uno mismo…
Exactamente, ese es uno de los temas principales de la novela. Al comienzo del libro, aparecen estos dos adolescentes que atacan a Eddy por ser diferente, lo humillan y le escupen en la cara. Y este estallido de desprecio y de violencia actúa en el inconsciente de Eddy; es decir, él es definido por ellos, por sus palabras y por el discurso que manejan. Y esta es la historia de la mayoría de los desfavorecidos socialmente: eres negro, eres marica, eres pobre, eres musulmán. La mayoría de nosotros hemos sido definidos violentamente por el lenguaje de los otros.

¿Y es por eso, quizá, que la novela está estructurada a partir del retrato de las personas que rodean a Eddy, de sus visiones del mundo?
Así es. Porque si yo quería contar la historia de mi infancia, tenía que contar lo que yo quería ser, pero también lo que los demás querían que yo fuera, tenía que hablar sobre las identidades y las vidas que me impusieron porque todas ellas forman parte de la misma realidad.
La realidad de Eddy estaba determinada de antemano por su entorno: por la idea de masculinidad que ahí se maneja, por la escuela, por lo que los demás piensan de él… Eddy es el resultado de todas estas realidades.

Otro de los temas fundamentales del libro es la búsqueda del origen de aquella violencia. ¿Cuál es?
Creo que el origen de la violencia es la dominación. Pierre Bordieu ha desarrollado un concepto muy hermoso sobre el principio de conservación de la violencia, dice que cuando estás rodeado de violencia todo el tiempo, todos los días, la terminas reproduciendo en tu propio comportamiento con las demás personas.
La violencia que mis padres demuestran es una consecuencia de la dominación social a la que están sometidos. De eso habla el libro, de la violencia como un producto de la dominación social.

¿Cómo crees que se puede romper con el determinismo social?
Creo que para romper con el determinismo, tenemos que crear más determinismo, pero uno positivo, evidentemente. Esperar que la gente escape de las imposiciones sociales sería tomar una posición pasiva; pero si creamos más determinismo, es decir, más estructuras, más programas en la escuela, más plataformas para que los oprimidos salgan de los entornos hostiles, estaríamos dándole a la gente mejores posibilidades de alcanzar la libertad. Eddy, por ejemplo, estaba sobredeterminado por su clase social y su identidad sexual, por estos dos elementos que se encuentran en oposición; es por eso que escapa, porque su vida ahí es imposible.

¿Y qué crees que hubiera pasado con Eddy si no hubiera escapado?
Se habría suicidado, sin ninguna duda. Cuando era niño, estaba obsesionado con el suicidio, pensaba en eso todos los días. Es algo bizarro pensar que a los seis o siete años, mi mente estuviera tan enfocada en esa idea. No pasaba un solo día en el que no fantaseara con esta idea porque simplemente no encontraba ninguna otra salida para lidiar con esa vida que me tocó. Esto sucede mucho entre los homosexuales.

¿Cómo alcanzaste el equilibrio entre la necesidad de olvidar y la de recordar?

Cuando me encontraba escribiendo la novela, me dije que a través de este libro yo podría perdonar todo, perdonar la violencia de mis padres, perdonar a los chicos que me escupían y golpeaban todos los días en el colegio, a la gente que me insultaba sin motivo… Porque pensé que esta gente que me rodeó en la infancia —incluso si los odiaba o si no los quería, incluso si no quiero a mis padres—también es víctima de esta violencia. Pero perdonar no significa amar. Traté de entender, lo hice y me di cuenta de que ellos no son responsables por esta violencia que reproducen o generan, sino que son las condiciones de sus vidas las que les imponen vivir inmersos en ella.

¿Podríamos decir, entonces, que la escritura de esta novela te ayudó a sublimar estos sentimientos y recuerdos negativos?
Sí, fue una suerte de sublimación, pero no fue un ejercicio de catarsis o de olvido. Luego de mi infancia, luego de que salí de mi casa, no me sentí traumatizado. Tan pronto como escapé de ahí, me sentí automáticamente bien… De chico, no sentí realmente la violencia de muchos de los episodios que cuento en la novela, para mí simplemente era la vida, por ejemplo, cuando no teníamos comida o leña para calentarnos en el invierno, porque todo el mundo vivía bajo estas mismas condiciones en mi pueblo. Escribir la novela fue una actividad muy racional, donde fui descubriendo esta violencia que no identifiqué como tal en su momento, con el fin de cambiarla.

Woody Allen dijo que la comedia es tragedia más tiempo. Evidentemente, no creo que al mirar hacia atrás puedas reírte de aquello, pero sí puedes hacerlo y sentirte tranquilo gracias a la distancia.
Estoy de acuerdo con Woody Allen [risas]. Sí, me siento bastante tranquilo con el pasado. De hecho, hay ciertas partes de la novela que son divertidas o graciosas. Aunque suene terrible, a veces la violencia resulta graciosa, cuando hacemos bromas, por ejemplo. Pero yo no quería hacer de la violencia algo bello, una estética, sino que lo que quería era escapar de ello.
Me siento tranquilo ahora que ha pasado el tiempo; si siento rabia o tristeza, no es por mí, sino por la vida que lleva mi familia. Mientras escribía el libro, eso me afectaba, así que traté de manejarlo lo mejor que pude para sentir menos rabia posible, porque sabía que no sería justo, no sería legítimo sentir rencor contra ellos.

Cuando publicaste la novela, les enviaste una copia a Almodóvar y a Penélope Cruz. ¿Alguna vez recibiste respuesta de ellos?
[Risas] ¡¿Cómo sabes eso?! También le envié una copia a Javier Barden porque me encanta [risas]. Almodóvar me escribió diciendo que le había encantado mi novela. ¡Fue uno de los momentos más hermosos e inspiradores de mi vida! Aún sigo esperando que Penélope y Javier me respondan, así que si están leyendo esta entrevista, por favor, escríbanme… [risas].
Claro, mucha gente me pregunta qué autores me han influido, pero el que me dedique a escribir no significa que solamente me inspire la literatura; me siento inspirado tan por Faulkner como por Penélope Cruz. Cuando la veo, me encanta porque es tan fuerte, y pienso que me gustaría escribir algo tan poderoso como ella.

Hablando de temas fuertes, en tu segunda novela «Histoire de la violence», hablas sobre la violación y el intento de asesinato que sufriste…
Sentí que no existe una verdadera literatura que aborde el tema de la violación desde el punto de vista del hombre. La mayor parte de estos testimonios son de mujeres porque la mayor parte de las veces son ellas las víctimas. Quería dar una nueva perspectiva sobre este asunto tan importante y dejado de lado.
La historia sucede en un ambiente cerrado, en el pequeño cuarto que alquilaba en París. La noche de navidad del 2012 conocí a un chico con quien sentí una conexión muy especial; de hecho, la novela empieza como una historia de amor apasionada. Luego, él me cuenta su pasado, la historia de su vida y, de pronto, entra en un estado como psicótico; es ahí cuando me ataca. Este libro es un intento de entender lo que pasó aquella noche, entender por qué esta violencia apareció tan abruptamente. Aunque «Para acabar con Eddy Bellegueule» e «Histoire de la violence» son libros muy distintos entre sí, forman parte del mismo proyecto.

Y ahora estás trabajando en una nueva novela. ¿En esta también abordas el tema de la violencia desde un registro autobiográfico?
Precisamente, en este libro trato de encontrar una manera de eliminar las fronteras entre la ficción y la realidad. Estoy buscando una nueva forma de narrar que me permita contar la historia de todo lo que vi, de mis experiencias, de lo que aprendí, pero de una manera genuina. Por ejemplo, en la mi segunda novela, hay un capítulo donde hablo sobre unos chicos que conocí, cuyo pasado desconozco; así que recurrí a los recuerdos, a la infancia de mis amigos o de mi familia y me imagino a estos chicos viviendo sus experiencias, porque ellos tuvieron una infancia parecida a la mis padres, mis abuelos, mis amigos del pueblo. Así que es como una manera sociológica y literaria de escribir de una manera diferente y no quedar atascado en la oposición entre la ficción y la realidad.
De todas formas, quiero mantener la línea de la realidad porque me parece que es muy potente escribir sobre hechos reales; por ejemplo, cuando Alexievich publica un libro, podemos leer la historia de personas que existen realmente, de modo que el texto nos interpela, nos demuestra que no tenemos tiempo que perder, que debemos cambiar las cosas ahora. Y siento que así, mostrando la realidad, uno puede alcanzar esos cambios más rápidamente. Lo cual no quiere decir que esté en contra de la ficción; todo lo contrario, yo leo mucha ficción y muchos de mis autores favoritos escriben ficción; solo que mi proyecto personal va por otro lado.

¿Y cuándo crees que terminarás esta tercera novela?
Me gustaría terminarla antes de cumplir los 25 años, porque André Gide publicó tres novelas antes de los 25 años, y me da mucha envidia, yo también quiero hacer lo mismo [risas].

Fuente de la entrevista: http://elcomercio.pe/eldominical/entrevista/edouard-louis-mi-libro-lucha-contra-invisibilidad-noticia-1902877

Fecha de la publicación en OVE: 23 Mayo 2015

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En Argentina Patricia Corbalán: “Sostengo que es persecución política”

La Izquierda Diario entrevistó a Patricia Corbalán, directora despedida del anexo C.A.E. N° 239 «Estrellitas de Colores». Denuncia nepotismo y persecución política por su militancia en el SUTE.

Corresponsal LID | Mendoza /Viernes 20 de mayo de 2016 |

Se cuestiona la idoneidad de Patricia Corbalán como directora del maternal municipal anexo C.A.E. N’239 «Estrellitas de Colores». La gestión del actual intendente municipal Lic. Walther Marcolini es muy cuestionada por los diferentes casos de nepotismo.

El viernes 13 de mayo una delegación de madres y padres se presentó en el jardín a pedir explicaciones acerca de las razones del despido de la directora Patricia Corbalán, la situación de la sala de 4 y 5 y el anexo C.A.E. Se vivieron momentos muy confusos para las madres y padres beneficiarios del Jardín-C.A.E. Por lo que decidieron escribir una nota al intendente Marcolini en donde solicitan la permanencia de los docentes del jardín, la restitución de la directora. la continuidad de la sala de 4 y 5 dentro del maternal y C.A.E. y la renuncia de la directora de educación Norma D. Ruiz por su mal desempeño, la falta de consideración y maltrato.

¿Cómo nace el proyecto educativo? ¿Y cómo funciona el Jardín maternal municipal anexo C.A.E. N° 239 «Estrellitas de Colores»?

- Es un proyecto que nace de la comunidad educativa del C.E.N.S. donde la mayoría de las mamas no tenían donde dejar sus niños mientras estudiaban, entonces, se formó un proyecto para la creación del jardín maternal anexo C.A.E. (Centro de actividades educativas) en el que participaron además de quien les habla un grupo de docentes, madres y actores de esta comunidad educativa. Finalmente, salió aprobado luego de varios intentos, en el 2009, año en el cual el municipio decide ser la entidad intermedia para poner en funcionamiento el proyecto.

¿Cuál era tu función al frente del jardín- C.A.E.? ¿Y cuál es la causa de la destitución?

- Yo era directora de toda la institución y maestra del C.A.E. y me despiden por no poseer título de nivel inicial, o esa es la excusa. Quiero dejar en claro que no hay fundamento que impida que siendo docente de E.G.B pueda desempeñar el cargo para el cual fui designada por la dirección de S.E.O.S (hoy D.E.G.S) y el municipio y que desempeñé durante siete años ininterrumpidos. En sus comienzos éstos proyectos educativos designaban a directores maestros E.G.B y con el paso del tiempo se empezó a designar maestros de nivel inicial para el sector maternal, de echo en la actualidad existe un alto porcentaje de jardines maternales y C.A.E.s con directivos con título de profesor de E.G.B y también existen al frente de éstos espacios trabajadores sociales, psicólogos sociales etc.

Como tantos trabajadores en la provincia y el país sufrió hostigamiento, maltrato y la pérdida de su trabajo ¿Sospecha que existió persecución política?

- Yo sostengo que es persecución política, pero no solo esto, sino también para reemplazar los cargos jerárquicos de los maternales con gente de su partido. Extrañamente la directora que actualmente ocupa el cargo del jardín (Mónica Emili) es esposa de un funcionario de este gobierno; pero la precariedad de estos programas (al no tener una reglamentación o un marco legal claro) se presta para que se cometan todo tipo de abusos.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Patricia-Corbalan-Sostengo-que-es-persecucion-politica

Fecha de Publicación OVE 22 Mayo 2016

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Entrevista a Puiggrós: El peligro de la lógica del mercado en educación

Argentina, 20 de mayo de 2016. Autor: Julián Mónaco. Fuente: UNIPE

Entrevista de Julián Mónaco a Adriana Puiggrós

“Anoche contesté el mensaje de una estudiante de la Universidad Nacional del Nordeste que me decía que en la subsede le cobraban 1.280 pesos por mes y me preguntaba si eso era legal. Le dije que en cuanto salga la reglamentación, presente un amparo”. Diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires hasta el pasado 10 de diciembre, Adriana Puiggrós impulsó la flamante Ley 27.204, a la que adjudica una gran importancia coyuntural. Antes de dejar su banca, consiguió que tome estado parlamentario un nuevo proyecto de Ley Nacional de Educación Superior.

¿Por qué era necesario introducir reformas en la Ley de Educación Superior? La Ley 24.521 es parte del paquete de leyes menemistas y aplica las recetas del Banco Mundial en educación. Tiene varios aspectos negativos. En primer lugar, abre el camino para una universidad restrictiva, porque les permite a las facultades poner, en determinadas circunstancias, exámenes de ingreso muy discriminatorios y sin tener en cuenta las decisiones de los consejos superiores o de los propios estatutos. Lo cual lleva a una disgregación de la universidad como tal. Además, abre la puerta al arancelamiento de un modo nada ambiguo, porque habla de la posibilidad de cobrar tasas o contribuciones. Por último, determina un escasísimo control de los fondos que utilizan las universidades. Vale recordar que el gobierno de Menem no tenía suficiente fuerza política como para abrir totalmente la entrada de inversiones privadas en educación superior, para tercerizar funciones, y para establecer directamente el arancel y las restricciones al ingreso. Entonces lo que hizo fue abrir alternativas de un modo no tan directo. Esas alternativas las incluyeron pero en ese momento no fueron totalmente tomadas por las universidades.

¿Por qué es importante que la Ley 27.204 prohíba totalmente los exámenes de ingreso? Lo que opusimos fue una valla para evitar lo que seguramente tratará de hacer este gobierno, que es aplicar el modelo chileno: poner un examen muy discriminatorio al terminar el secundario. Es la idea de la economía de mercado aplicada a la educación: para restringir al máximo la inversión estatal en universidades se restringe al máximo el número de alumnos mediante un examen de ingreso altamente seleccionador.

¿Qué pasa con las facultades que actualmente trabajan con este tipo de exámenes y con sistemas de cupos? En Argentina no tenemos universidades pero sí facultades, que son básicamente algunas de Medicina, que trabajan de este modo. Pero no son todas, sino solo algunas. Tenemos facultades más modernas, como la de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de La Matanza, que apuntan no sólo a formar médicos, sino también paramédicos, rubro en el que la Argentina tiene un gran déficit: por cada paramédico hay siete médicos. Faltan enfermeros, obstetras, acompañantes terapéuticos. El otro modelo es el de la Universidad Nacional de La Plata, que permite que entren 80 alumnos por año cuando se presentan 2.000 aspirantes. Y a los ingresantes se los admite con la única idea de que estén siete años cursando para luego incorporarse a la corporación médica de La Plata, que es la que fija el número, sin tener en cuenta las necesidades de la Provincia de Buenos Aires y del país en general.

¿Por qué la Ley 27.204 hace hincapié en poner a la universidad en un diálogo fuerte con el Estado? Porque corremos el peligro de que las universidades públicas ingresen completamente a la lógica del mercado. Hoy estamos frente a un capitalismo distinto al de los noventa. En esa década la idea dominante era privatizar todo lo posible y achicar el Estado. Ahora no es solamente eso, sino que también se agrega la idea de que el capital colonice el Estado. Hay grandes bancos como el HSBC o el Santander que han avanzado muchísimo en distintas universidades públicas de la región, que tercerizan parte de sus funciones. Por ejemplo, las cuentas sueldo de muchas universidades son administradas por el Banco Santander, así como los campus informáticos y las aulas informáticas son administradas por Google. El capital privado quiere colonizar las universidades públicas. Por eso la modificatoria dice también que las universidades públicas no podrán establecer convenios con organismos públicos o privados nacionales o extranjeros con objetivos de mercantilizar la educación.

Aun habiéndose concretado la salida de la modificatoria, ¿cree que es necesaria una nueva Ley de Educación Superior? Con mi equipo de trabajo y desde el Frente Para la Victoria hemos presentado un proyecto para una Ley Nacional de Educación Superior que tiene estado parlamentario. Hay algunos puntos fundamentales como la reafirmación de la responsabilidad principal del Estado en la educación superior y la articulación del sistema universitario, que habida cuenta de la proliferación de institutos, universidades, sedes, subsedes y colegios universitarios es muy caótico. También ocupan un lugar muy importante los derechos de los estudiantes, hay un paquete de beneficios que incluye becas, albergues y pedagogía universitaria de apoyo. Respecto de los derechos y las atribuciones de los docentes, entre otras cosas se establece que los docentes interinos a los que no les hayan abierto un concurso al cabo de dos años pasan a tener todos los mismos derechos que los docentes concursados.

 

Fuente: http://editorial.unipe.edu.ar/wp-content/uploads/2016/05/Unipe40.pdf.

Fuente imagen: http://www.tarea.org.pe/imagenes/bole115_debatir.jpg

 

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Ex ministro de Educación de Chile: “Yo dije que la revolución pingüina se iba a repetir”

 Martín Zilic, quien fue ministro de educación cuando los estudiantes comenzaron con las movilizaciones de la denominada “Revolución Pingüina”, recordó lo que fueron las protestas hace una década y analizó los avances en educación.

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