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La larga marcha de las niñas afganas para seguir estudiando

El reciente atentado contra una escuela en Kabul forma parte de una avanzada de los sectores talibanes contra la educación femenina, en particular de las adolescentes.

La orden de cerrar las escuelas de niñas fue comunicada en la mezquita, durante una reunión con el consejo de ancianos. La noticia se filtró por los docentes y llegó a los hogares de los alumnos. O llegó en forma de carta tajante a las autoridades escolares locales.

Cualquier reclamo, tratativa o intento de razonar con los talibanes era inútil, ya lo sabían. Así que hace tres años, las chicas mayores de 12 años tuvieron que dejar de ir al colegio en dos distritos rurales del sur de Šibarġan, una remota capital provincial del norte de AfganistánHasta 6000 chicas se quedaron sin clases de la noche a la mañana. Los docentes varones fueron despedidos abruptamente: lo que habían hecho, dar educación a esas niñas, iba en contra del islam, decían los talibanes.

En todo Afganistán llegaron órdenes similares a esas impartidas a apenas 100 kilómetros al sur de Šibarġan, capital de la provincia de Yauzyán. En los distritos controlados por el movimiento talibán, se acababa la escuela para todas las niñas, excepto las más pequeñas, salvo poquísimas excepciones. El mensaje talibán era claro: las adolescentes debían estar en casa ayudando a sus madres.

“No pude pisar el colegio durante 2 años”, dice Farida, que ahora tiene 16 años. Farida se quedó sin escuela en el distrito de Darzab cuando tenía 12 y llegó aquí, a la capital provincial a los 14, en condición de refugiada. “Fue mi hermana la que me dijo que se acababa la escuela. Ella es maestra”, dice Farida. “Así que me quedaba ayudando a mamá con las cosas de la casa.”

En todas las escuelas de Šibarġan hay unas cuantas adolescentes refugiadas que viajaron al norte desde zonas controladas por el talibán y ahora viven en la capital provincial con algún pariente.

En todas las escuelas de Šibarġan hay unas cuantas adolescentes refugiadas que viajaron al norte desde zonas controladas por el talibán y ahora viven en la capital provincial con algún pariente.

“Le dije a mi familia que tenía muchas, pero muchas ganas de estudiar”, dice Nabila, de 16 años, que llegó a Šibarġan junto a su madre hace dos años, procedentes del distrito de Darzab. “Tal vez les tengan miedo a las mujeres.”

La aceptación a regañadientes de los pobladores locales permite entrever en qué se convertiría la vida de todos los afganos si continúa el lento desplome de las fuerzas militares del gobierno. Y no pasa un día sin que lleguen malas noticias sobre el auge de insurgencia talibán: más bases tomadas por asalto, más distritos capturados, puestos de avanzada que se rinden, y funcionarios y periodistas asesinados.

Desde el 1° de mayo, cuando Estados Unidos inició formalmente su retirada de Afganistán, los talibanes han conquistado territorios en prácticamente todas las regiones del país.

El 8 de este mes, el cruento atentado contra una escuela de Kabul, capital de Afganistán, dejó un tendal de niñas muertas. Aunque el talibán negó ser responsable del hecho, el mensaje del responsable era muy claro: la educación de las niñas no será tolerada.

El talibán controla los distritos de Qosh Tepa y Darzab —una región agrícola pobre, de tierra poco productiva y golpeada por la sequía, donde viven 70.000 personas— y las 21 escuelas de esos distritos. Tomaron el control en 2018, después de feroces enfrentamientos con fuerzas del gobierno y con los talibanes renegados locales, que habían proclamado su alianza con Estado Islámico.

Dos gobiernos

Aunque el control lo tienen los talibanes, todos los meses los docentes de esos distritos peregrinan hasta Šibarġan, la capital provincial, para cobrar sus salarios, una de las muchas anomalías de un país que en los hechos ya tiene dos gobiernos. La ciudad, polvorienta y bulliciosa, sigue en manos del gobierno central, pero como otras capitales de provincia, es una isla y está rodeada: los talibanes dominan las rutas de entrada y salida.

El gobierno provincial todavía tiene inspectores escolares para los distritos capturados, pero esos funcionarios de educación locales deben observar con impotencia cómo los insurgentes islamistas introducen grandes dosis de religión en el programa de estudios, recortan las horas de historia, y excluyen de las aulas a las niñas.

Las docentes mujeres han sido despedidas. Los talibanes usan los libros de texto gratuitos que entrega el gobierno, pero controlan estrictamente su contenido y se aseguran de que se trabajen intensamente los libros de instrucción islámica. También castigan a los profesores que no se presentan a trabajar, recortándoles el sueldo, y sacándoles días libres. Varios docentes de esos distritos han sido acusados por los talibanes de espionaje y de afeitarse la barba.

Los talibanes usan los libros de texto gratuitos que entrega el

gobierno, pero controlan estrictamente su contenido y se aseguran de que se trabajen intensamente los libros de instrucción islámica.

“Si no obedecemos, nos castigan”, recuerda haber escuchado de boca de los maestros el director de educación de Yauzyán, Abdul Rahim Salar.

Las niñas que huyen a Šibarġan para poder continuar con su educación tienen la sensación de haber escapado por un pelo de un destino desconocido que les imponían los talibanes. Nilofar Amini, de 17 años, dice que extrañaba la escuela a la que le prohibieron ir hace tres años. Llegó a la capital provincial hace apenas unos días.

“Quiero recibir educación”, dice Nilofar.

La política del talibán en relación con la educación de las niñas puede variar ligeramente, porque las decisiones las toman los comandantes locales, fiel reflejo de la descentralización de un movimiento que varios expertos, como Antonio Giustozzi, han descrito como una “red de redes”. En un informe difundido el año pasado, la organización Human Rights Watch señaló que si bien los comandantes talibanes suelen permitir la escolarización de las niñas de hasta 12 años, en general lo prohíben a partir de esa edad. De todos modos, en algunas zonas “la presión de la comunidad convenció a los comandantes de permitir un mayor acceso a la educación para las niñas”, dice el informe. Pero no son muchos. Y menos en esta parte de Afganistán.

Las niñas que huyen a Šibarġan para poder continuar con su educación tienen la sensación de haber escapado por un pelo de un destino desconocido que les imponían los talibanes.

Un docente del distrito cuyas tres hijas adolescentes ya no pueden ir a la escuela señala: “La situación es mala y me duele mucho por ellas. No tienen nada que hacer”. El hombre agrega que sus hijas se dedican a ayudar a su madre con las tareas de la casa.

Nadie puede desobedecer

Frente a la sede escolar provincial de Šibarġan, donde fue a cobrar su sueldo, el docente prefiere no revelar su nombre por temor a las represalias de los talibanes, y dice que sus hijas le siguen preguntando cuándo podrán volver a la escuela.

“No nos dejaron seguir estudiando”, dice Fatima Qaisari, de 15 años, alojada en un ruinoso campamento de refugiados de la vecina provincia de Faryab, y agrega que cuando cerraron su escuela tenía 12 años.

Los funcionarios de educación de la capital provincial hablan de un clima de represión en el que los residentes, padres y maestros no tienen voz ni voto en las duras y estrictas políticas impuestas por los talibanes.

“Hemos entrado en contacto con los miembros de esas comunidades educativas muchas veces, pero sin ningún resultado”, dice Abdel Majid, director de escuelas en Darzab. “Nos dicen que su gobierno no quiere que las niñas reciban educación y que nadie puede desobedecer”. La facción talibán que apoyaba a Estado Islámico destruyó algunas de sus escuelas; otras no tienen ventanas.

En la Escuela Mariscal Dostum —que lleva el nombre del militar Abdul Rashid Dostum, exvicepresidente del país y héroe local, cuyo retrato está por todas partes en la ciudad—, un puñado de niñas escapadas de los distritos controlados por el talibán tratan de ponerse al día con los estudios y recuperar el tiempo perdido. Varias dicen querer ser maestras, y una de ellas tiene la esperanza de estudiar ingeniería.

En la oficina del director, algunas de las refugiadas de Darzab y Qosh Tepa siguen sin entender la absurda decisión de los talibanes de prohibirles ir a la escuela.

“Es una decisión sin sentido”, dice Farida, de 16 años, y mueve la cabeza de un lado a otro con incredulidad. “Nunca tuvo la menor lógica”.

Fuente Original:  Jaime ARRAMBIDE (TRADUCTOR) 

Fuente: https://kaosenlared.net/la-larga-marcha-de-las-ninas-afganas-para-seguir-estudiando/

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UNESCO llama a docentes de América Latina y el Caribe a responder encuesta sobre su trabajo en pandemia

Actualmente durante la pandemia de la Covid-19, los docentes se han convertido en el sostén de los sistemas educativos, por esta razón la UNESCO busca conocer las experiencias así como las estrategias que han implementado para salir adelante.

Los resultados obtenidos ayudarán a tomar decisiones a nivel local, nacional y regional, promover programas de apoyo y de formación que sean oportunos para la labor de las y los trabajadores de la educación.

La “Encuesta a docentes de América Latina y el Caribe sobre su situación y necesidades de apoyo en el contexto de la COVID-19”, busca recopilar desafíos enfrentados durante la pandemia y sus necesidades de apoyo en medio de la incertidumbre.

Si forma parte del sistema educativo nacional puede ingresar a la encuesta a través de la página de la Unesco.

Fuente: https://www.larepublica.net/noticia/unesco-llama-a-docentes-de-america-latina-y-el-caribe-a-responder-encuesta-sobre-su-trabajo-en-pandemia

 

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Mundo: La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT

La Organización Internacional del Trabajo advierte en su informe anual de que «hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral», con tasas que han vuelto a los índices de 2015, y señala que las mujeres han sufrido muchas más pérdidas de empleo, mientras ha aumentado su tiempo de los trabajos no remunerados

2022 aún no será el año de la recuperación del empleo perdido por la pandemia en el mundo, advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe anual. «Al menos hasta 2023 el crecimiento del empleo no logrará compensar las pérdidas sufridas», apunta el organismo. Este no es el único daño que deja el coronavirus en el mercado de trabajo. La COVID ha engordado la desigualdad, en muchos de sus ámbitos. Entre países ricos y pobres, entre trabajadores de un mismo entorno, cebándose con los más precarios y haciendo retroceder «cinco años» en los niveles de trabajadores pobres, y también entre mujeres y hombres, siendo ellas las más perjudicadas por esta crisis.

«La crisis del mercado de trabajo provocada por la pandemia de COVID-19 dista mucho de haber terminado». Con esta contundente frase presenta la OIT su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021, que se difunde este miércoles en todo el mundo y donde el organismo detecta varios retos del mercado laboral debido a la pandemia.

La OIT calcula que el próximo año seguiremos hablando de pérdidas de empleo globales. El organismo habla del «déficit de puestos de trabajo» inducido por la pandemia, que tiene en cuenta no solo los empleos destruidos tras la irrupción del coronavirus, sino también aquellos que no se han creado en este contexto de crisis por la pandemia y que estaba previsto que se generasen.

En 2020 la entidad calcula que hubo un déficit de 144 millones de puestos de trabajo, teniendo en cuenta la reducción de 114 millones de trabajadores respecto a 2019 y los «30 millones de nuevos puestos de trabajo» que se estimaba que se iban a crear el año pasado en todo el mundo. La pérdida de 2021 se sitúa todavía en 75 millones de trabajadores y en 2022 aún estima un déficit de puestos de trabajo de 23 millones. En este último año, ya sin pérdidas de trabajadores respecto el escenario prepandemia, pero con una creación de empleo aún lastrada por la pandemia, como se puede observar en el siguiente gráfico.

La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT
Déficit mundial de puestos de trabajo inducido por la pandemia, comparado con 2019

Ya no solo hablando de puestos de trabajo, sino también de horas de trabajo, la OIT indica «las olas recurrentes de la pandemia en todo el mundo han provocado que los índices de pérdidas» se mantengan en cifras altas en 2021. «América Latina y el Caribe, y Europa y Asia Central son las dos regiones más afectadas, con pérdidas estimadas de horas de trabajo en cada caso superiores al 8% en el primer trimestre y al 6% en el segundo trimestre de 2021 (frente a las medias mundiales de -4,8% y -4,4%, respectivamente).

El organismo internacional calcula que en 2022 el número de personas desempleadas en el mundo se situará en 205 millones, todavía «muy por encima de los 187 millones de 2019».

Los trabajadores pobres, en niveles de 2015

Como advirtió en otro estudio Oxfam Intermón, la OIT también llama la atención sobre que la COVID-19 ha incrementado la desigualdad en el mundo. Por varios motivos, como una vacunación que está dejando atrás a los países pobres frente a los ricos, así como la mayor vulnerabilidad de los llamados «trabajadores informales» que no han tenido acceso en la mayoría de casos a protección social y unas medidas que han amortiguado la crisis –como el teletrabajo– más accesibles para trabajos cualificados y para hogares con mejores recursos (por ejemplo en lo referido en el acceso a internet).

Una maraña de factores que deja un mundo más desigual, entre los diferentes países y dentro de estos. Más desigual y con más trabajadores pobres. En comparación con 2019, a nivel mundial, la categoría de trabajadores pobres o sumamente pobres (es decir, que viven en hogares con una suma inferior a 3,20 dólares de los Estados Unidos por persona al día) ha aumentado, en lugar de retroceder. «Ha engrosado en 108 millones de personas», indica la OIT hasta un total de unos 700 millones de personas trabajadoras en pobreza extrema o moderada. La pobreza extrema, en concreto, ha sumado 34 millones de trabajadores.

Las medidas para compensar la caída de los ingresos laborales han sido más frecuentes en los países de ingresos más altos y, en cualquier caso, estas «en su mayor parte, se aplican a los «trabajadores formales», recuerda la OIT, lo que ha dejado a personas en situación irregular o con trabajos vulnerables sin protección. «Hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral, ya que esta ha alcanzado tasas equivalentes a las de 2015», resalta el organismo. Esto empaña el horizonte de erradicar la pobreza en 2030, comprometido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Riesgo para la igualdad de género

La agencia de las Naciones Unidas para el mundo del trabajo subraya el riesgo que supone la pandemia para otra desigualdad: la de género. «Las mujeres se han visto excesivamente afectadas por la crisis» laboral de la COVID-19, advierte la OIT. En primer lugar, con una mayor pérdida de empleo: en 2020, la contracción del empleo femenino fue del 5% frente al 3,9% del empleo masculino. También es más elevada la cantidad de mujeres que dejaron el mercado laboral y pasaron a la inactividad, indica el estudio.

Pero además, como ha apuntado ya alguna investigación nacional, la pandemia que supuesto que las mujeres volvieran a asumir más los cuidados y el trabajo no remunerado en el hogar. «El aumento de las responsabilidades domésticas derivadas del confinamiento por la crisis ha planteado el riesgo de un ‘retorno a lo convencional’ con respecto a los roles de género», llama la atención la OIT.

Las mujeres ya soportan una carga desproporcionada del trabajo no remunerado en circunstancias normales y la crisis del coronavirus la ha incrementado. Entre otros motivos figuran el cierre de colegios y escuelas infantiles durante la pandemia, pero también por la mayor presencia de los trabajadores en casa por el teletrabajo. «En Canadá, por ejemplo, se ha descubierto que las madres solteras de niños menores de 6 años han sufrido una disminución del 28% de las horas de trabajo como consecuencia de la crisis», menciona el informe de la OIT.

Estas desigualdades de género durante la pandemia ya son preocupantes, pero lo serán más aún si no revierten con la recuperación y se confirma ese riesgo de volver al pasado en los avances entre mujeres y hombres. «Los retrocesos en la igualdad de género son especialmente preocupantes en aquellas regiones donde las brechas de género ya eran muy acusadas antes de la crisis», apunta el organismo.

Para contrarrestar este camino hacia la desigualdad en sus diferentes facetas, la OIT apuesta por una recuperación estructurada en torno a cuatro principios: promover el crecimiento económico de base amplia y crear empleo productivo; apoyar los ingresos de los hogares y la transición en el mercado de trabajo; apostar por un crecimiento y un desarrollo económicos inclusivos, sostenibles y resilientes; y utilizar el diálogo social para formular estrategias de recuperación centradas en las personas.

Fuente: https://rebelion.org/la-pandemia-aumenta-los-trabajadores-pobres-y-pone-en-riesgo-la-igualdad-de-genero-en-el-mundo-segun-la-oit/

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Florida aprueba una ley que prohíbe la participación de niñas y mujeres transgénero en deportes femeninos escolares

Florida se convirtió en el último estado en EE.UU. en prohibir a las niñas y mujeres transgénero participar en deportes femeninos en escuelas públicas y universidades.

El gobernador republicano del estado, Ron DeSantis, promulgó la polémica ley el martes.

La legislación dice que las mujeres y niñas deben jugar en los equipos que corresponden al sexo biológico registrado en sus certificados de nacimiento.

Activistas LGBT calificaron la medida como «discriminatoria», y un grupo dijo que entablaría una demanda.

«Nos vamos a guiar por la base biológica, no la base ideológica cuando practiquemos deportes».

La medida se da en el marco de una reacción de estados republicanos contra las políticas favorables a la comunidad LGBT apoyadas por el gobierno demócrata del presidente Joe Biden.

Joven transgénero participa en un ejercicio de espíritu de grupo en Connecticut

La medida va a contracorriente de las políticas del gobierno de Joe Biden, que fomenta medidas de apoyo a la comunidad LGBT.

¿Qué dice la ley?

La nueva ley de Florida define el sexo de un atleta según cómo quedó registrado en los documentos oficiales al nacer.

La ley, conocida como el Acta de Justicia en los Deportes de Mujeres, establece que los equipos deportivos femeninos «no podrán estar abiertos a estudiantes del sexo masculino».

No está claro si ahora todas las atletas mujeres deberán mostrar sus certificados de nacimiento para participar en los equipos deportivos.

La ley no prohibiría a las atletas femeninas participar en equipos de niños u hombres.

Además, la ley también permite a cualquier estudiante entablar una demanda contra la institución educativa si siente que se está violando el acta y se le ha «privado» de «una oportunidad atlética».

Una niña en un equipo de béisbol masculino

Adeptos de la ley sostienen que las atletas femeninas transgénero tienen una ventaja injusta, al haber sido designadas como varones al nacer pero que luego hicieron la transición.

Sin embargo, los críticos señalan que es innecesario y discriminatorio vetar a las niñas y mujeres transgénero de los deportes.

La ley sólo aplicará a las escuelas secundarias, colegios y universidades cuando entre en efecto el 1 de julio.

¿Cuál ha sido la reacción?

El diputado estatal de Florida Carlos Smith, demócrata que se identifica como latino y gay, rechazó la legislación llamándola «espantosa».

«Esto alimenta la fobia a los transexuales y pone en riesgo a jóvenes vulnerables sin razón alguna», escribió en Twitter.

Fin del contenido de Twitter, 1

Otro legislador demócrata, el senador estatal Shevrin Jones, criticó lo que llamó la coincidencia «insultante» de la promulgación de la ley el 1 de junio, el primer día del Mes del Orgullo, una celebración anual de la comunidad LGBT.

No obstante, Kelli Stargel, senadora estatal republicana, negó que la ley fuera discriminatoria.

«Esta ley es apenas para asegurar que las mujeres puedan competir de forma segura, tener oportunidades y ser físicamente capaces de sobresalir en un deporte para el que se han entrenado, preparado y exigido», declaró Stargel.

La Campaña de Derechos Humanos (HRC, por sus siglas en inglés), un grupo defensor de los derechos LGBT, comunicó que entablaría una demanda contra la medida.

«El gobernador DeSantis y los legisladores de Florida están legislando en base a una premisa falsa y discriminatoria que pone en riesgo la seguridad y bienestar de menores transgénero», declaró el presidente del grupo, Alphonso David.

«Los niños transgénero son niños; las niñas transgénero son niñas. Como todos los menores, merecen tener la oportunidad de jugar deportes con sus amigos y ser parte de un equipo».

Una pareja lesbiana celebra el desfile del Orgullo Gay en Nueva York, 2013

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
La promulgación de la ley coincidió con el inicio del Mes del Orgullo.

Alabama, Arkansas, Mississippi, Montana, Tennessee y Virginia Occidental aprobaron legislaciones similares.

La acción de Florida sucede en el marco de las medidas de mayor equidad que han estado tomando mayor impulso a nivel nacional.

En su primer día en el poder, el presidente Biden firmó una orden ejecutiva con miras a impedir la discriminación basada en la orientación sexual o identidad de género.

Con la intención de lograr que la orden ejecutiva de Biden tuviera un carácter más permanente, la Cámara de Representantes de EE.UU. impulsó el Acta de Igualdad -considerado el proyecto de ley pro LGBT en la historia del país.

Este martes, Biden instó a los legisladores en el Congreso a aprobar el Acta de Igualdad al tiempo en que emitió una proclamación para marcar el inicio del Mes del Orgullo.

Pero sin el apoyo de los republicanos, el proyecto de ley no tiene probabilidades de ser aprobado en el Senado, la Cámara Alta del Congreso.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57329579

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La pobreza profunda que desata la migración desde Guatemala

Alvina Jerónimo Pérez se sienta por horas en el viejo y raído sillón de plástico en la sala de su casa, le avergüenza que sus vecinos la vean después de su intento fallido de migrar a Estados Unidos y vive angustiada, pensando en las deudas que aún tiene qué cubrir.

Su casa de un solo piso, de cemento y madera, se encuentra en un terreno que le heredaron sus padres, en la cima de una montaña en Tizamarte Chiquimula, en la región oriente de Guatemala.

Su esposo Aníbal García construyó la humilde vivienda, y hace varios meses le agregó un nuevo cuarto en la parte de atrás. Jerónimo intentó migrar el año pasado, en parte para reunir dinero y poder pagar un préstamo que recibieron para hacer la nueva habitación.

Le parecía una apuesta segura en aquel momento. “Como la gente pasaba (la frontera), pensamos que nos iban a dejar pasar”, dijo Jerónimo, de 42 años. El traficante, o coyote, le dijo que trajera a su hija para asegurar el pase. Su viaje incluía un trabajo garantizado en los EEUU, le aseguró, con lo cual podría pagar todas las deudas que generaba su partida.

Así que puso la casa como garantía para pagarle al traficante 7.700 dólares. “El trato era que cuando llegáramos a EEUU, íbamos a pagar ese dinero y nos devolverían la escritura”, dijo Jerónimo. “Pero no se pudo”.

En marzo de 2020, la mujer y su hija Yessenia, de entonces 14 años, dejaron Tizamarte con un coyote.

Tres semanas después fueron detenidas entrando a los Estados Unidos, en Texas, y una semana después fueron deportadas a Guatemala. Cuando Jerónimo se dio cuenta de que serían enviadas de vuelta a su país, lloró. “Pensaba en todo lo que me había costado hacer el viaje. Me preguntaba ‘¿qué voy a hacer? Ya perdí todo’”.

De regreso en Tizamarte, una comunidad maya chortí, su único refugio es su casa, que ahora está en riesgo de perder. No quiere ver al vecino que le ayudó a organizar el viaje con el coyote. Cambió el chip de su celular para evitar las llamadas telefónicas acosadoras de la persona que le prestó el dinero para viajar y que ahora exige el pago o su casa.

La historia de Jerónimo es similar a la de miles de guatemaltecos y guatemaltecas que luchan por reunir el dinero necesario para emigrar a Estados Unidos. A menudo proviene de familiares que ya viven en el norte o de redes de prestamistas.

A veces, los migrantes también deben vender sus posesiones, incluidas sus casas, o como Jerónimo, entregar las escrituras a alguien como garantía. A todos los migrantes les impulsa la posibilidad de romper el ciclo de pobreza que afecta a más del 60% de la población del país.

La pandemia de COVID-19 pareció frenar inicialmente la migración a Estados Unidos, pero en abril de 2020 la cantidad de migrantes que llegaron a la frontera de ese país con México comenzó a incrementarse. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense informó que sólo en abril de 2021 se reportaron más de 30.000 encuentros con migrantes guatemaltecos en la frontera suroeste.

En un intento de mostrar la importancia que presta al fenómeno, el presidente estadounidense Joe Biden designó este año a la vicepresidenta Kamala Harris como responsable de encontrar soluciones a las causas de la migración.

Harris visitará Guatemala, aunque desde hace semanas comenzó a sostener reuniones virtuales y en persona con funcionarios, grupos no gubernamentales y empresarios sobre los temas a tratar, incluidos la pobreza, la corrupción, la violencia y el cambio climático. La vicepresidenta también ha expresado interés en grupos que históricamente han enfrentado discriminación como las mujeres, los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades LGBTQI.

El gobierno de Joe Biden teme que un posible incremento de migrantes, especialmente niños y familias en su frontera sur, distraiga la atención de sus metas en política nacional, incluso cuando trata de presentar un rostro más compasivo que su predecesor.

Jerónimo es una de los más de 228.000 guatemaltecos deportados por Estados Unidos desde 2015. Para muchos de ellos, el sueño americano se frustró. Volvieron a casa con el estigma del fracaso y deudas enormes que son impagables en un país donde el salario mínimo, para quienes tiene la suerte de tener trabajo, es de alrededor de 11 dólares por día.

Jerónimo no ve otra salida más que intentar irse otra vez.

En la casa de Jerónimo hay un viejo y oxidado refrigerador blanco. Para no gastar en electricidad, lo conecta ocasionalmente, cuando necesita mantener frío algo, pero la mayoría del tiempo sólo es un mueble que sostiene el viejo televisor del hogar.

En los meses secos de invierno su casa, con varias grietas en las paredes y techo de lámina, es oscura y fría. En temporada de lluvias, hace calor y sofoca. Su hogar está junto al camino de tierra en la entrada de Tizamarte, donde viven 110 familias, unas 700 personas.

A cinco horas en automóvil de la capital de Guatemala, Tizamarte está en el llamado “corredor seco”, una franja de tierra que se extiende desde el sur de México hasta Panamá, donde el cambio climático ha provocado una serie interminable de sequías y tormentas tropicales devastadoras para las comunidades más pobres.

Tizamarte es una comunidad en donde la gente practica la agricultura de subsistencia para alimentar a sus familias y trabajan en la cosecha del café para conseguir efectivo que les permita pagar gastos escolares y medicinas. Además, cada familia tiene por lo menos a algún familiar que migró a EEUU.

En Chiquimula, el departamento donde se localiza Tizamarte, sólo se produce café para exportación y su producción representa el 10% de todas las ventas del grano de Guatemala al exterior, según la Asociación Nacional de Café (Anacafé).

Durante la cosecha de café, de noviembre a febrero, los campos se tiñen de verde y de puntos rojos del fruto. El pueblo cobra vida con el flujo, modesto, de efectivo. Cada trabajador recibe casi 8 dólares por quintal de café cortado y al día llenan entre uno y dos quintales.

Jerónimo y su esposo se encuentran entre los pocos que tienen otras pequeñas fuentes de ingresos.

En la época de la cosecha, la familia de la mujer vende a los jornaleros pollo y papas fritas, cocinadas en una vieja estufa naranja, por menos de 2 dólares. La mayoría pagan en billetes de 100 quetzales, una parte del salario recibido. Jerónimo también tiene una pequeña tienda de comestibles en un cuarto de su casa.

Jerónimo no recolecta, ni tiene tierra para cultivar café. Su esposo cultiva maíz y frijol para su propio consumo en una pequeña parcela que alquilan. Por lo general, se las arreglan con dos comidas al día, regularmente tortillas de maíz, frijoles y café.

En Tizamarte, la mayoría de las casas tienen electricidad, pero el agua corriente es escasa. En toda la comunidad hay cinco chorros públicos donde mujeres y niños hacen fila para llenar vasijas del líquido.

El año pasado, mientras gran parte del mundo se cubría con mascarillas y aprendía sobre el distanciamiento social por la pandemia, la vida siguió como de costumbre en Tizamarte. Hubo pocos casos confirmados en comunidades cercanas, pero ninguno en Tizamarte, y Jerónimo no usó una mascarilla sino hasta que estuvo bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza.

Guatemala tiene servicios básicos de salud limitados, especialmente en comunidades rurales como Tizamarte y ha tenido problemas para obtener la vacuna contra COVID-19.

En Camotán, el municipio del que es parte Tizamarte, poco más de 130 de sus casi 61.000 pobladores icipio habían sido inmunizados a fines de mayo. Aun así, aquí sólo se han registrado 151 casos de COVID-19 desde el inicio de la pandemia, según registros del Ministerio de Salud.

La enfermera Gloria Amador Morales realiza controles de salud en Tizamarte y en otras tres comunidades que están bajo su cuidado. En el polvoriento y despintado centro comunitario donde atiende a los pacientes no hay agua corriente.

La enfermera, de 40 años, vacuna y mide a los bebés y detecta los efectos de la desnutrición con un ojo entrenado. Durante el año pasado, ha sido prácticamente la única persona que se ha puesto una mascarilla protectora contra la pandemia.  “Aquí al menos un miembro de cada familia está o ha intentado estar en Estados Unidos”, dijo la enfermera.

Adán Rivera, un campesino de 40 años, explicó que cuando se acaba la cosecha de café ya no hay trabajo y la gente prefiere irse.

“A quién se le dé la oportunidad que se vaya, migrar no es fácil va peligrando uno, pero hay necesidad”, dijo Rivera, quien en la siembra pasada llevó a sus tres hijos pequeños para cosechar café, porque juntos podían llenar hasta tres grandes sacos en un día y obtener hasta 24 dólares.

Jonathan Menkos, economista y director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, dice que para entender la migración forzada hay que entender también las condiciones de pobreza en las que viven la gente. La falta de empleo, de servicios públicos básicos y la corrupción se combinan para crear migrantes económicos. Incluso para quienes trabajan, sus ingresos mensuales promedio son menores que el costo de la canasta de productos básicos.

Guatemala sobrevive de las remesas enviadas a casa por esos migrantes. El año pasado, el dinero enviado por migrantes a sus familias representó más del 14% del producto interno bruto del país.

“Es una triste paradoja, porque esos expulsados (los migrantes)… para proteger a sus familias envían dinero que dinamiza la economía y hacen que ese modelo continúe expulsando a más gente”, dijo.

Fue en marzo de 2020, cuando la pandemia recién comenzaba en Guatemala, que Jerónimo decidió emigrar.

Jerónimo y su hija Yessenia se fueron temprano una mañana. Ella no dice exactamente cómo, ni quién es el coyote. Llevaba una muda de ropa en una pequeña mochila y 500 quetzales (unos 65 dólares). Era la primera vez que Jerónimo viajaba fuera del departamento de Chiquimula, cerca de la frontera con Honduras.

Durante tres semanas, madre e hija caminaron, viajaron en autobuses y vehículos particulares. Jerónimo dice que no recuerda los detalles de su ruta y se limita a decir que le preocupaba su hija y que pudieran hacerle algo.

Dice que en la frontera norte mexicana pasaron días encerrados con otros migrantes dentro de una casa de seguridad antes de cruzar a Estados Unidos.

La Patrulla Fronteriza los detuvo apenas cruzaron. Las mantuvo juntas durante siete días y luego las puso en un avión de regreso a Guatemala en abril de 2020.

No se les hizo la prueba de COVID-19 ni en Estados Unidos, ni en Guatemala. Cuando su vuelo aterrizó en la ciudad de Guatemala, fue la primera vez que Jerónimo pisaba la capital de su país.

La administración de Trump fue duramente criticada por esos vuelos de deportación durante la pandemia.

El ministro de Salud de Guatemala dijo en abril de 2020 que los deportados desde Estados Unidos habían provocado un aumento en el número de casos de COVID-19 en el país centroamericano.

Jerónimo llegó a su país sin un centavo. Tuvo que pedirle a un familiar en los Estados Unidos que le transfiriera 50 dólares para comprar boletos de autobús de regreso a Tizamarte.

Jerónimo no era la primera de su familia en intentar irse de Guatemala.

Su yerno, Santiago de León, se fue en diciembre de 2018 con su hijo Wilman de 5 años. Ellos lo lograron. Pero cuando De León encontró trabajo, no tenía forma de llevarse a su hijo y tenía que dejarlo encerrado en un departamento todo el día.

“No había nadie que lo cuidara, a veces él mismo se preparaba comida. Cuando llegaba el papá a veces era tan tarde que ya lo encontraba durmiendo”, dice Hilda García Jerónimo, hija de Alvina y madre del niño. Ella le pidió a De León que enviara de vuelta a Guatemala a su hijo.

Ocho meses después de su llegada, De León envió al niño de regreso con su madre en un vuelo comercial, con un amigo que tenía visa.

De León envía a su esposa 125 dólares cada mes para mantener a sus tres hijos.

Juan de León, de 16 años, hermano de Santiago, decidió irse solo a Estados Unidos en abril de 2019. Tránsito Gutiérrez, la madre de Juan, dijo que su hijo se fue porque quería ayudar a la familia, que a veces no tenía nada para comer.

“Juanito” llegó a Texas, pero fue detenido por la Patrulla Fronteriza. Mientras estuvo bajo su custodia se enfermó y fue hospitalizado en Corpus Christi. Ahí murió. Las autoridades guatemaltecas dijeron que el jovencito murió de una infección cerebral. Su cuerpo fue enviado de regreso a Guatemala y enterrado en Tizamarte.

Casi un año después fue cuando Jerónimo decidió que tenía que irse.

Jerónimo vive con Aníbal García desde que eran adolescentes. Tienen tres hijos, dos de los cuales, Yessenia y su hermano de 20 años, viven con ellos.

“La casa es de ella, el terreno es de ella”, dijo García. “Lo construí, pero no hay nada a mi nombre. Entonces ella decidió que se iba”.

En marzo pasado, Jerónimo volvió a pensar en irse de Guatemala. El riesgo de perder su casa está latente y con el fin de la cosecha de café volvió a cerrar su negocio de pollo y papas fritas.

“Si pudiera, iría”, dijo Jerónimo.

Lo ganado con el negocio del pollo en los últimos meses le permitió a Jerónimo abonar 650 dólares al primer préstamo que hizo para la construcción del cuarto adicional de la casa y que la empujó originalmente a migrar. Pero todavía tiene pendiente otro pago, además de los 7,700 dólares por su fallido intento de migrar.

En los últimos años, los paquetes de los contrabandistas incluyen tres intentos de cruzar la frontera de EEUU, un reconocimiento de que es una gran inversión que no siempre da resultado. A veces los migrantes contratan directamente a un traficante, al coyote, pero en el caso de Jerónimo hubo un intermediario.

Jerónimo pensó que también obtendría al menos dos intentos más, pero el intermediario que coordinó el coyote aparentemente se embolsó un tercio de su pago, por lo que el contrabandista se negó a llevarla de nuevo. Ese intermediario vive a 100 metros de la casa de ella.

Esa persona, conocida localmente como el “jalador”, ayuda a reclutar migrantes para el traficante. También fue él quien gestionó que otro migrante que vive en EEUU, y que antes vivía en una comunidad vecina, le prestara los 7,700 dólares a Jerónimo.

Quien le prestó el dinero, o incluso alguno de sus familiares, le llamaba y enviaba mensajes de texto de vez en cuando, preguntando cuándo le pagará. El primer plazo que tenía se cumplió en octubre, pero Jerónimo pidió más tiempo. Las amenazas de apoderarse de su casa se hicieron tan frecuentes que decidió cambiar el chip de su teléfono.

Jerónimo no es la única que vive angustiada ante la posibilidad de perder su casa.

Yessenia dice que conoce los riesgos que podría enfrentar si intentara migrar sola, pero está dispuesta a hacerlo.

“Perder la casa y quedarme sin nada me asusta más”, comentó.

Yessenia lleva dos años sin estudiar porque, incluso antes de la pandemia, sus padres no podían pagar una escuela. De niña soñaba con ser policía y aunque ahora aún espera volver a estudiar, el tema de la casa ensombrece todo.

“Lo que quiero es que se salve la casa y que ya no esté la escritura en manos de otro, sino en manos de nosotras”, dijo. “Con tal de ayudar a mi mamá me voy”.

Los padres de Yessenia no están de acuerdo. Y Jerónimo dice que si encuentra una manera ella es la que volverá a irse, aunque signifique tener más deudas.

“Eso es lo que te desespera lo suficiente como para emigrar”, dice Jerónimo. “Es pura necesidad”.

Fuente: https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2021-06-02/la-pobreza-profunda-que-desata-la-migracion-desde-guatemala

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Byju’s se une a Google para una plataforma de aprendizaje en línea para escuelas en la India

Byju’s, el principal actor de la tecnología educativa de la India, se ha asociado con Google para ayudar a las escuelas de la India en el aprendizaje en línea. Básicamente, la unión hará que Google Workspace for Education esté disponible en la plataforma Vidyartha de Byju.

Las escuelas que se inscriban en este programa contarán con una plataforma digital colaborativa y personalizada, sin costo alguno. Un comunicado de prensa de Byju’s dijo que «esta asociación proporcionará acceso directo a la extensa pedagogía matemática y científica y a las soluciones de aprendizaje visualmente ricas de Byju, que incluyen diapositivas por capítulos, tareas preparadas, bancos de datos, resúmenes de documentos, folletos, pruebas y más».

Acceso a Google Classroom y Google Meet

Las escuelas pueden inscribirse en el programa en la plataforma Vidyartha y obtendrán identificaciones de correo electrónico oficiales para todos los profesores, estudiantes y personal administrativo, con la tecnología de Google Workspace for Education. Esta solución de aprendizaje también facilitará la gestión integral del aula, a través de Google Classroom, y ayudará a organizar, acceder y realizar un seguimiento del aprendizaje en el aula.

Además de las funciones de Google Workspace for Education que incluyen Documentos, Hojas de cálculo, Presentaciones y Formularios, los profesores tendrán acceso a Google Meet, la solución de videoconferencia premium de Google, donde hasta 100 personas pueden participar utilizando Google Workspace for Education Fundamentals, de forma gratuita.

Byju se hizo cargo de la plataforma Vidyartha en 2017, y es una plataforma de evaluación completa y evalúa los intereses, rasgos de personalidad, aptitudes y habilidades de los estudiantes para formar un plan de aprendizaje personalizado (PLP) para ellos.

Mrinal Mohit, director de operaciones de Byju’s dijo, «a través de nuestra asociación con Google, nuestro objetivo es ayudar a la revolución digital y equipar a nuestros educadores con los activos tecnológicos y de aprendizaje necesarios para garantizar la continuidad de la educación».

Bani Dhawan, Jefe de Educación – Asia del Sur, dijo Google, la asociación con Byju’s ayudará a llegar a las escuelas de todo el país y brindará soluciones de aprendizaje basadas en inglés ricas e interactivas que complementan el plan de estudios escolar. Añadió que Google pondría esta oferta a disposición en idiomas indios más adelante.

Fuente: https://www.ezanime.net/byjus-se-une-a-google-para-una-plataforma-de-aprendizaje-en-linea-para-escuelas-en-la-india/

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África, protagonista de la peor crisis educativa por la Covid-19

En 2019, solo hubo un 21% de escolarización en el África Subsahariana y un 41% en el norte de África, datos que han empeorado por la pandemia.

Con motivo del Día de África, el pasado 25 de mayo, la Fundación ProFuturo, un programa de Educación digital impulsado por Fundación Telefónica y Fundación “La Caixa” para reducir la brecha educativa, organizó el evento híbrido El poder transformador de la E-ducación en África, una conversación sobre los retos y las oportunidades de la Educación en el continente africano, al que algunos se refieren como el continente “olvidado”, pero por el que muchos “apuestan”, según aseguró Magdalena Brier, directora general de Profuturo.

Javier Ruiz, director general de World Vision en España: «Cerrar el acceso a la escuela es cerrar el acceso a la alimentación y a la higiene de los niños»

El acto, coorganizado por Casa África, Acnur, Empieza Por Educar, Entreculturas, Save the Children, la ONG World Vision y los medios de comunicación Planeta Futuro, de El País, y Mundo Negro, tenía como objetivo “mostrar la cara positiva del continente y fortalecer el entendimiento entre los países africanos y España”, según explicó Juan Jaime Martínez, jefe de Cultura de Casa África.

Escolarización

Más de 32 millones de niños y niñas africanos se encontraban fuera de la Educación Primaria en el año 2019, cifra que ha aumentado con la Covid-19 por la falta de acceso a Educación digital y por el absentismo escolar.

En 2019, solo hubo un 21% de escolarización en el África Subsahariana y un 41% en el norte de África. Dos terceras partes de los países africanos con menos renta recortaron su presupuesto en Educación durante 2020 en torno a una media del 4%, según Firmin Edouard Matoko, subdirector general de Prioridad África y Relaciones Exteriores de la Unesco, que hizo hincapié en dos de los grandes problemas de la Educación en África, la falta de docentes y la brecha digital existente.

“Muchos países africanos optaron por la Educación a distancia para salvar las barreras de los confinamientos, pero las familias encontraron obstáculos en los que no se había pensado, como la falta de electricidad y de internet“, explicó.

Efectos colaterales

“Cuando cerramos el acceso a la escuela cerramos el acceso de los niños a muchas más cosas, como la alimentación o la higiene”, comentó Javier Ruiz, director general de World Vision en España, que reflexionó sobre el poder transformador de la Educación a través de la historia de Isaac, un niño del norte de Uganda que “estudiaba para ser presidente y llevar la paz a su país”.

El impacto del cierre de colegios a corto plazo engloba la salud física y mental, la explotación laboral, embarazos no deseados, matrimonios forzosos y la desnutrición. “La comida que reciben en la escuela es para muchos la única que reciben a lo largo del día”, informó Luca Fabris, coordinador de Asia y África en Entreculturas.

Brecha de género

“Cada tres meses de cierre de colegios se provocan 15 millones de abusos y alrededor de dos millones de casos de mutilación genital“, analizó Andrés Conde, director general de Save the Children en España, que aseguró que las niñas tienen barreras de entrada a la escuela muy superiores a la de los varones.

“Antes de la Covid-19 nueve millones de niñas no podían acceder a la Educación frente a tres millones de varones”. En África central una de cada cinco niñas nunca llegarán a entrar en un aula, según datos de Unicef.

Andrés Conde, director general de Save the Children en España: «Cada tres meses de cierre de colegios se provocan 15 millones de abusos en África»

Colocar a las niñas en el foco de la acción y empoderarlas para que sean ellas las que realicen el cambio es imprescindible para cambiar su realidad, que va desde el matrimonio forzoso hasta un peor acceso a los recursos digitales, considerados por la sociedad como recursos no aptos para la mujer.

“Hay que invertir en las niñas, favorecer los espacios para que puedan ser libres y crear sus propios caminos”, sentencia Conde.

Fuente: https://www.magisnet.com/2021/06/africa-protagonista-de-la-peor-crisis-educativa-por-la-covid-19/

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