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Entre la ética, la salud y la economía

Por: Germán Velasquez

De los siete a trece años de investigación y desarrollo (I+D) y 1,8 millones de ensayos clínicos necesarios para desarrollar una vacuna en el pasado hemos pasado a diez meses de I+D y unas decenas de miles de ensayos clínicos para empezar a vacunar contra la covid-19 en el 2021.

 

No se puede hablar de vacunas sin hacer referencia al francés Louis Pasteur. En 1885, después de ocho años de investigación en animales, Pasteur anunciaba el principio de la vacunación: “Inocular virus debilitados con la característica de no matar nunca, dando una enfermedad leve que preserva de la enfermedad mortal” (1).

El 6 de julio de 1885, un niño de nueve años, Joseph Meister, procedente de Alsacia y mordido catorce veces por un perro rabioso, dio a Pasteur la oportunidad de probar su tratamiento en seres humanos. Esta primera vacunación fue un éxito y Meister se ­convertirá en el primer ser humano vacunado (2). En 1908, en Lille (Francia), Albert Calmette inicia sus trabajos para la vacuna contra la tuberculosis. Trece años después será vacunado el primer bebé en un hospital de París. En 1948, el norteamericano Jonas Salk orientó su investigación sobre la vacuna contra la poliomielitis. Ocho años más tarde, y después de haber rea­lizado 1,83 millones de ensayos clínicos, se anunció que la vacuna de Salk era segura y eficaz para prevenir la poliomielitis (3).

El desarrollo de las vacunas contra la covid-19

Frente a la devastadora crisis de la covid-19, la búsqueda de una vacuna originó una inyección masiva inédita de dinero público en la investigación y desarrollo global. Actualmente hay, según la OMS, más de 50 candidatas de vacunas en ensayos clínicos en el mundo (4). Diversos laboratorios de Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Cuba y la India han desarrollado y están produciendo vacunas, varias de ellas han sido autorizadas y las campañas de vacunación han empezado.

Se utilizan básicamente dos clases de tecnologías para las vacunas: las tecnologías clásicas, basadas en el uso de un virus entero e inactivado, o en el uso de una parte del virus. Y las llamadas “nuevas” tecnologías, basadas en el uso de ácido nucleico “puro” (ADN o ARN), como por ejemplo, en las de Moderna y Pfizer-BioNTech, o el uso de un vector viral, como en las de Oxford-AstraZeneca, Johnson&­Johnson, Sputnik y CanSinoBio (5). Esas últimas plataformas ya llevan años de investigación, relacionadas con otros virus. Permitieron identificar rápidamente una vacuna contra la covid-19 apenas determinando el agente infeccioso y representan, sin duda, un avance revolucionario.

Históricamente, las grandes farmacéuticas no se habían interesado mucho en la producción de vacunas. Tratar patologías graves o crónicas es más rentable que la profilaxia (6). Sin embargo, la pandemia de la covid-19 ha cambiado esta situación. Las sumas astronómicas de subvenciones públicas a las empresas privadas han transformado sus perspectivas financieras y la epidemia global ha creado un mercado potencial colosal. Se trata de vacunar a toda la población mundial, no se sabe cuántas veces y cada cuánto tiempo (7).

Tiempo de inmunidad y contagio

Quedan aún muchas preguntas abiertas. Si da una inmunidad de seis meses, no estaríamos hablando de una vacuna sino de un fármaco. Tomará tiempo investigar la duración de la inmunidad de las vacunas. Ese tiempo desafortunadamente no se puede “comprar”. La sola inyección de dinero en salud pública, como lo piensa tal vez Bill Gates, no lo puede solucionar todo, como por ejemplo la necesaria reconstrucción de los sistemas de salud que sufrieron recortes durante años.

Por otro lado, se ignora todavía si las vacunas pueden bloquear la contaminación a otras personas, lo cual es fundamental en el concepto de la vacunación (8). Entretanto, la aparición de variantes complejiza la situación, con una posible baja de respuesta inmunitaria de algunas vacunas frente a ciertas variantes.

Al mismo tiempo, algunas vacunas tendrán poco alcance global debido a sus características. Es el caso de la vacuna de Pfizer, que requiere de costosos refrigeradores –superiores a 12.000 euros– para su conservación. Estos refrigeradores no están disponibles en muchos países, en particular en zonas alejadas, y exige de una logística compleja. Así, el investigador norteamericano William Haseltine se pregunta si Pfizer y Moderna no han creado “un Lamborghini cuando la mayor parte de los países necesitaba simplemente un Toyota” (9).

El nacionalismo de las vacunas

A finales de enero de 2021, la OMS reportaba cerca de 100 millones de casos y más de 2 millones de muertos en el mundo (10). Según el director de este organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, hasta el 18 de enero del 2021 habían sido administradas 39 millones de dosis de vacunas contra la covid-19 en 49 países industrializados y solo 25 dosis en países en desarrollo. “No 25 millones ni 25.000, no, solo 25 dosis” (11). Entretanto la situación ha evolucionado, pero continúa habiendo fuertes desigualdades entre países industrializados y países del Sur.

Algunos Gobiernos, como el de Estados Unidos, Reino Unido o la Unión Europea, han querido comprar (acaparar) toda la producción de candidatos a vacunas, o impedir la exportación fuera de sus fronteras, operación llamada “nacionalismo de las vacunas” (12). Washington, por ejemplo, ha firmado al menos seis acuerdos bilaterales, que suman más de mil millones de dosis, más que suficientes para inocular a toda su población (328 millones). La Unión Europea (447 millones), Gran Bretaña (67 millones) y Canadá (37 millones) han firmado siete acuerdos bilaterales cada uno, con el potencial de cubrir a sus poblaciones dos, cuatro y seis veces más, respectivamente, según el Duke University Global ­Health Innovation Center (13). La falta de vacunas, debido a las dificultades de producción, no solo indujo un mercado feroz, con una distribución no equitativa, sino también juegos de influencia geopolítica, una “diplomacia de las vacunas”. Así, la vacuna Sinovac (China) está llegando a Brasil (14); Sputnik V (Rusia), a Argentina; Covishield (la India, con Oxford-AstraZeneca), a varios países del Sur.

El nacionalismo de las vacunas no es nuevo. En 2009, durante la pandemia de la gripe A (H1N1), también surgió un “nacionalismo” similar. El acceso a las vacunas y los tratamientos estaba determinado por el poder adquisitivo, y los países de altos ingresos aseguraron los suministros para sus poblaciones antes que el resto del mundo.

El mecanismo Covax

En junio de 2020, una colaboración mundial llamada “Acelerador ACT” definió un mecanismo de financiación para el acceso universal a las vacunas de la covid-19 (bautizado como mecanismo Covax). Este plan de inmunización mundial está codirigido por GAVI (la Alianza Vacunas, un organismo internacional fuertemente influenciado por la Fundación Gates) (15), la Coalición para la Innovación en la Preparación ante las Epidemias –CEPI– (lanzado en Davos en el 2017) y la OMS.

El anuncio del Covax suscitó una fuerte respuesta mundial, especialmente de parte de los países del Sur, preocupados por el acceso equitativo a las futuras vacunas. Casi un año después el mecanismo Covax está siendo cuestionado al constatar que los países industrializados y la gran industria farmacéutica han ignorado los compromisos acordados. Igualmente, no fue posible abrir la discusión sobre licencias obligatorias. Este mecanismo legal de la Organización Mundial del Comercio permitiría aumentar el acceso a las vacunas en los países, pero enfrenta fuertes resistencias de los países industrializados y de las industrias.

Un nuevo actor en el acceso a medicamentos y vacunas

Históricamente el acceso a medicamentos ha estado en manos de dos actores: el comercial (industria farmacéutica) y el sanitario (ministerios de Sanidad). La covid-19 ha traído un nuevo actor: el político (gobiernos y oposición a los gobiernos). Hoy son los gobiernos quienes compran y deciden a quién vacunar y cuándo. Sin embargo, estos están a la merced de la industria, que es quien hace los anuncios “científicos” sobre la eficacia de sus productos, informa de plazos, crea las expectativas, impone los precios y exige inmunidad sobre los posibles efectos secundarios negativos de sus vacunas. Los gobiernos tienen cada vez menos poder para regular y controlar la industria de vacunas, o por lo menos han mostrado hasta hoy su incapacidad de hacerlo. La OMS observa lúcida e impotente, ya que sus recomendaciones son de carácter voluntario. Si el objetivo prioritario de la OMS es la salud pública, la industria busca el lucro, el sector de la salud nacional depende del actor político y este busca votos (apoyo) para mantenerse en el poder o alcanzarlo.

Los países industrializados lograrán vacunar a toda o a tres cuartas partes de su población en 2021, probablemente ignorando los principios éticos, la lógica sanitaria y la racionalidad económica a los que se habían comprometido con el mecanismo Covax. La adquisición de las diferentes vacunas se ha dejado en manos de la oferta y la demanda. El concepto de bienes públicos abogado durante la Asamblea Mundial de Salud de mayo de 2020 por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, así como por muchos jefes de Estado y de Gobierno parece haberse dejado de lado.

Son muchas las preguntas que quedan todavía por responder, como el tiempo de cobertura de las vacunas, si estas podrán bloquear el contagio, los efectos secundarios a medio y largo plazo, hasta dónde aceptarán los Estados la exigencia de la industria de no responsabilidad por los eventuales efectos secundarios, la transparencia de los contratos entre industria y gobiernos o la obtención de patentes de bienes públicos comunes. Cada día aparecen nuevos interrogantes debido a la velocidad con que avanza el virus y se proponen soluciones. La covid-19 ilustra nítidamente la necesidad de emplear el mecanismo de las licencias obligatorias y, en último término, la pregunta que se plantea es la de cómo encontrar un modelo de I+D que garantice un acceso equitativo a la salud.
© Le Monde diplomatique en español

Notas:

(1) Institut Pasteur , “ Notre histoire. Troisième époque: 1877 – 1887”, https://www.pasteur.fr

(2) Institut Pasteur, ídem.

(3) Alexander Hammond, “Jonas Salk et le vaccin contre la polio – Les Héros du Progrès”, Contrepoints, 2020, https://www.contrepoints.org

(4) OMS, Ginebra, COVID 19, Vaccines, enero de 2021.

(5) Société de Pathologie Infectieuse (SPILF), “Vaccins contre la Covid-19: questions et réponses” (PDF), París, 11 de enero de 2021.

(6) J. M. Bezat, “Covid-19: ‘C’est par des biotechs que l’industrie pharmaceutique a produit un miracle : la mise au point en un an de plusieurs vaccins efficaces’”, en Le Monde, París, 18 de enero de 2021.

(7) J. M. Bezat, ídem.

(8) Nathaniel Herzberg, “Les vaccins anti-COVID évitent-ils la transmission du SARS-CoV-2?”, Le Monde, 6 de enero de 2021.

(9) W. A. Haseltine, “COVID 19: ‘La plupart des pays avaient besoin d’un vaccin que l’on aurait pu produire, stocker et administrer simplement et à bas coût’”, Le Monde, 15 de enero de 2021.

(10) https://covid19.who.int/

(11) OMS, Discurso del Director General en la apertura del 148 consejo ejecutivo, enero de 2021.

(12) Santos Rutschman A. “How ‘vaccine nationalism’ could block vulnerable populations’ access to COVID-19 vaccines”, The Conversation, 17 de junio de 2020, https://theconversation.com. Esta expresión fue utilizada por el director general de la OMS en un panel de discusión el 6 de agosto del 2020.

(13) Yasmeen Serhan, “Vaccine Nationalism Is Doomed to Fail”, The Atlantic, Washington DC, diciembre de 2020.

(14) La Croix, París, 20 de enero de 2021.

(15) GAVI, “La Fondation Bill & Melinda Gates”, 2020.

Germán Velásquez. Consejero especial para políticas y salud, del Centro Sur, Ginebra (Suiza). Exdirector del programa de medicamentos de la OMS.

Fuente: https://rebelion.org/entre-la-etica-la-salud-y-la-economia/

 

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120 millones de personas cayeron en la pobreza por la pandemia

Por: Juan Cruz Guido

Los datos se desprenden de un informe del Banco Mundial, que estima que la cifra crecerá en 2021. El lado B de la pandemia que quiebra una tendencia global de reducción de la pobreza de más de 20 años.

La epidemia del coronavirus Sars Cov-2, que comenzó a esparcirse por el mundo durante el comienzo de 2020 para convertirse en pandemia global para marzo de ese año, no solo dejó un tendal de contagios y fallecidos por la COVID-19, enfermedad en la que deviene el virus. También generó una crisis económica sin precedentes. Alteró todos los modos de consumo, sumado a los confinamientos, cuarentenas, que volvieron a ser el tratamiento preventivo más difundido y recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Las principales economías del mundo se pararon, el turismo se volvió una actividad de riesgo y el transito mundial globalizado sufrió una fuerte mella por un virus de alta contagiosidad, que hoy sabemos encuentra territorio fértil en el contacto intra persona. Una bomba social para el siglo XXI globalizado.

El síntoma, utilizando terminología hoy tan difundida, más notorio no solo fue el parate formal de las actividades productivas. Los capitales financieros, especulativos, apostaron al oro como hace décadas no se veía, en una actitud tan milenaria como la misma cuarentena. Los capitales espantados se refugiaron en la piedra preciosa para no sufrir los riesgos de una economía volátil y sin perspectivas concretas. De vuelta, lo peor del capitalismo: acumulación y desigualdad. En este caso fondos saliendo del sistema para blindarse de las devaluaciones, emisiones y demás vaivenes del 2020.

Así crujieron economías gigantes como los Estados Unidos, los principales países de Europa, pero como siempre las grandes consecuencias, y las más profundas, se vivieron en la periferia. Un informe del Banco Mundial acaba de poner en números lo que cada una de las naciones periféricas vivió de manera estrepitosa: el aumento de la pobreza.

Según se desprende del informe presentado por consultores de la institución financiera dependiente de las Naciones Unidas (ONU), la cifra, si se toma enero de 2020 (cuando la epidemia ya empezaba a mostrar un prólogo en China) con enero de 2021, la cantidad de personas que cayeron en la pobreza es de 120 millones de personas. La estimación toma como línea de pobreza 1,90 (un dólar, noventa centavos de dólar) diarios. Si se toma 3,20 centavos de dólar, la cifra escala a los 200 millones de personas.

La situación que enciende las alarmas del Banco Mundial es que a pesar de que la vacuna es un hecho y muchos países han comenzado con la vacunación masiva, la tendencia producto de la pandemia continuará durante este 2021 en el que la institución estima que el número sume, en el escenario más optimista (es una previsión en este caso), 60 millones de personas.

Los números fríos y escalofriantes que muestran el lado B de la pandemia, quiebran una tendencia histórica de más de 20 años (desde la crisis asiática de 1998) de crecimiento global. Otro debate sería en torno al crecimiento paralelo de la desigualdad. Pero, de todas maneras, según las cifras del Banco Mundial la salida de personas de la pobreza, el saldo positivo, se había consolidado luego de la crisis de 1998, que todavía mostró secuelas en 1999. El gráfico explica la cantidad neta de personas que han salido de la pobreza extrema si eran pobres el último año o si por el contrario cayeron en la pobreza extrema y el año pasado no lo eran. El resultado es alarmante.

El informe pone en números lo que cada país, en particular y con mayor profundidad en la periferia, sufrió en materia social. También es una alerta global sobre la importancia de impulsar una vacunación justa y pareja en todas las naciones, para intentar morigerar los daños ya previsibles que nos depara el 2021.

Fuente: https://rebelion.org/120-millones-de-personas-cayeron-en-la-pobreza-por-la-pandemia/

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Vicisitudes del mundo azotado por la Covid-19 y otros males

Por: Oscar Oramas Oliva/Rebelion 

¿Cuántos millones de personas no tienen acceso a los medios para saber si están infectados de la Covid-19?

Cuando el mundo se sumerge, cada vez más, en la pandemia de la Covid-19 y el desasosiego se profundiza en las personas. Vivimos hoy en un mundo de incertidumbres, aunque los medios del orbe nos hablan de esperanza.

No volvimos a 2015, antes de la pandemia, cuando al neoliberalismo ya todo le fallaba. El presidente argentino, Alberto Fernández, sostuvo hoy que «la pandemia dejó al descubierto las debilidades» del sistema capitalista, informo la agencia ANSA, el 27 de enero, desde Santiago de Chile. En Europa hay mucha angustia por la falta de vacunas y varios hospitales colapsados.

La escalada de tensión entre la UE y Reino Unido por los problemas de distribución de las dosis prometidas. El proceso de vacunación está siendo más lento de lo previsto en algunos países europeos. En el centro de este conflicto se encuentra la farmacéutica AstraZeneca, cuya vacuna fue aprobada este viernes por la Agencia Europea del Medicamento para su administración a todos los adultos. Sin embargo, el laboratorio anglo-sueco reconoció que no podrá cumplir con los compromisos de entrega de su vacuna en la Unión Europea, lo que levantó críticas de las autoridades europeas. Otra de las sorpresas se produjo con el anuncio de la UE del establecimiento de controles sobre la exportación de vacunas fabricadas en su territorio, incluidas las destinadas a Irlanda del Norte.

La medida fue criticada tanto por la Organización Mundial de la Salud como por el gobierno británico, con la subdirectora de la OMS, Mariangela Simao, calificándola de «tendencia preocupante». La vacuna de Oxford-AstraZeneca fue aprobada para su aplicación en la UE este 29 de enero. La UE firmó un acuerdo por 400 millones de dosis en agosto, mientras que Reino Unido había encargado 100 millones de dosis en mayo. Pero AstraZeneca anunció problemas de suministro, que achacó a una serie de dificultades en una fábrica en Bélgica y otra en los Países Bajos.

La Union Europea aprobó la compra de 300 millones de dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech en diciembre. Pero el consorcio fue incapaz de suministrar los 12,5 millones de vacunas que había prometido para finales de 2020.

El jefe de BioNTech, Uğur Şahin, explicó que el retraso se debió a que la UE asumió, erróneamente, que varias vacunas diferentes estarían listas a la vez y, por lo tanto, repartió sus pedidos. a UE ha aprobado ahora la de Moderna y está duplicando su pedido de la vacuna de Pfizer-BioNTech hasta los 600 millones de dosis.

La farmacéutica francesa Sanofi anunció que ayudará a la fabricación de 125 millones de vacunas para la Unión Europea a partir del verano boreal.

La Comisión Europea dice que ha firmado acuerdos con otras cinco farmacéuticas para comprar cientos de millones de vacunas una vez superen los ensayos clínicos:

AstraZeneca: 400 millones de dosis

Sanofi-GSK: 300 millones de dosis

Johnson & Johnson: 400 millones de dosis

CureVac: 405 millones de dosis

Moderna: 160 millones de dosis

Además, la Comisión concluyó conversaciones iniciales con otra empresa, Novavax, por otros 200 millones de dosis [1].

Rusia ha anunciado su disposición a facilitarle 100 millones de dosis de la Sputnik V a la Union Europea, en la primera parte del presente 2021. Hubo en Europa una campaña muy fuerte contra la vacuna rusa-siempre la rusofobia-, pero ahora cuando la revista médica Lancet publica los resultados preliminares del ensayo de la fase III de dicha vacuna, el problema se complica, cuando la Union Europea no ha resuelto su suministro en tiempo y frente a las críticas por ese último hecho.

Las compañías farmacéuticas «continúan avanzando poco a poco» para mejorar el acceso a los medicamentos en los países más pobres, según un informe publicado el último martes por la Fundación para el Acceso a los Medicamentos. La organización sin fines de lucro con sede en los Países Bajos dijo que ha habido avances, pero que el progreso es lento. Y las ganancias parecen seguir siendo el principal motor de la investigación y el desarrollo de medicamentos y vacunas. Y en el caso del COVID-19, la industria solo habría empezado a moverse una vez que quedó claro que el brote afectaba tanto a países ricos como pobres, pues eso abrió el potencial de «ingresos farmacéuticos sustanciales»[2].

Para evitar en el futuro una destrucción de las proporciones de la causada por la Covid-19, «la preparación para la pandemia debe tomarse tan seriamente como nos tomamos la amenaza de guerra», afirmó el matrimonio Gates. «Frenar la próxima pandemia requerirá gastar decenas de miles de millones de dólares por año, una gran inversión, pero recuerden que está previsto que la pandemia del Covid-19 le cueste al mundo 28 billones de dólares», puntualizó. Y, en el mismo sentido, resumió: «El mundo necesita gastar miles de millones para ahorrar billones (y evitar millones de muertes)».

Hace un año, cuando no muchos podrían haber predicho el costo que el nuevo coronavirus tendría en vidas humanas, solo un especialista en enfermedades infecciosas pudo predecir el sombrío resultado en Estados Unidos. El Dr. James Lawler, que trabajó en los gobiernos de Barack Obama y de George W. Bush, y un grupo de funcionarios de salud actuales y anteriores, reaccionaron rápidamente cuando comenzaron a registrarse los primeros casos del nuevo coronavirus. )». En un seminario web privado con la Asociación Estadounidense de Hospitales en febrero de 2020, estimó que 480.000 personas en los Estados Unidos podrían morir [3].

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, soportó una relación tortuosa con el ex presidente y fue cada vez más marginado de las reuniones informativas públicas. Pero el hombre de 80 años regresó al podio de la Casa Blanca el jueves después de que Joe Biden lanzó una estrategia nacional COVID-19 y firmó 10 órdenes ejecutivas para combatir una pandemia que ahora se ha cobrado más de 400 000 vidas en los Estados Unidos. “Una de las cosas que vamos a hacer es ser completamente transparentes, abiertos y honestos”, dijo Fauci a los periodistas. “Si las cosas salen mal, no señalar con el dedo, sino corregirlas. Y hacer que todo lo que hacemos se base en la ciencia y la evidencia”. Cuando se le preguntó si le gustaría enmendar o aclarar algo que dijo durante la presidencia de Trump, Fauci insistió en que siempre había sido sincero y señaló con ironía: “Por eso a veces me meto en problemas” [4].

Biden se comprometió a supervisar la administración de 100 millones de vacunas Covid-19 en sus primeros 100 días en el cargo. El equipo de Biden planea establecer sitios federales para distribución masiva, junto con centros móviles de vacunación para personas en áreas rurales. Pero para eso es necesario más dinero del Congreso, por lo cual pidió más de 400.000 millones de dólares, que se utilizarán para las vacunas. «No puedes manejar una crisis económica mientras no hayas derrotado la pandemia», dijo Biden durante su campaña.

A consecuencia de esa situación se produjo la siguiente reflexión: «Las diferencias en el acceso a las vacunas han llevado al mundo a un riesgo de fracaso moral catastrófico», como definió el director de la Organización Mundial de la Salud, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, el hecho de que los países más necesitados vayan a tener que esperar años para inmunizar a su población. Y uno puede preguntarse, ¿Cuántos años durara la presente pandemia y cuantas miserias aportara al mundo?

Según Jonathan García, experto en salud pública en la Universidad de Harvard, en EE.UU., «esto no es nada nuevo; es frecuente que en los contratos entre los sistemas de salud de los países y las farmacéuticas se cláusulas de confidencialidad». El economista David Bardey señala en conversación con BBC Mundo que si hubiera transparencia en los precios de los medicamentos, «sería más complicado para los laboratorios cobrar precios más altos a los países más ricos si estos pueden observar precios menores para otros países». «Si queremos que los países más desarrollados paguen más, es mejor que los precios no sean públicos», indica el experto, que alerta además de que los países más avanzados están adquiriendo muchas más dosis de las que necesitan porque «sus gobiernos tienen una gran presión de su opinión pública y eso los está empujando a una especie de nacionalismo sanitario». Se suele aludir también al derecho que tienen las compañías a obtener un beneficio de las grandes inversiones que hacen en investigación [5]

¿Cuántos millones de seres humanos no tienen hoy acceso a los medios, para saber si tienen o no la infección de la Covid-19? No me refiero solo a los habitantes de los países del llamado Tercer Mundo, sino también a las grandes metrópolis, donde hay millones de personas, por debajo de los niveles de pobreza.

Pero ahora hay una confusión ideológica y política que, realmente, cuesta mucho trabajo entender dónde estamos y hacia dónde vamos, señaló el reconocido escritor Leonardo Padura, durante una entrevista concedida a BBC-News, el 24 de enero de 2021.

Pero Cuba avanza en el ámbito de sus 4 vacunas contra el coronavirus. El Gobierno tiene la intención de poder inocular a toda su población este 2021 y, además, cubrir la demanda de otras naciones.

Notas

1) gencia de noticias Reuters.

2) Página 12 publicaba el 31 de enero un artículo titulado ¨La primera gran batalla geopolítica del Siglo ¨XXI, Las tres guerras de la vacuna contra el coronavirus. El descubrimiento, la distribución y las licencias originaron enfrentamientos que están muy lejos de resolverse. La historia de espías, contratos oscuros, atrasos y mercado negro, donde la vacuna se vende entre 250 y 350 euros, con entrega garantizada en cualquier lugar del mundo.

3) Ansa, 28 enero •NUEVA YORK• Redacción.

4) The Guardian. Enero 2021

5) Guillermo D. Olmo @BBCgolmo. BBC News Mundo. 27 de enero de 2021.

*Fuente:  https://rebelion.org/vicisitudes-del-mundo-azotado-por-la-covid-19-y-otros-males/ 

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Abandonadas en la pandemia: mujer, migrante y prostituta por necesidad en Melilla tras el cierre de fronteras

Por: Rosa Soto

El confinamiento paralizó la actividad de supervivencia de estas mujeres y rompió la frágil cadena de apoyo con las entidades sociales especializadas en prostitución. La ampliación teórica del Plan de Contingencia contra la violencia de género ante la crisis de la covid-19 con medidas adicionales para víctimas de trata, explotación sexual y mujeres en contexto de prostitución a duras penas se ha llevado a la práctica en la ciudad autónoma.

Pasada la medianoche, Lamya recorre a paso lento la calle de La Legión, arteria principal del barrio de El Real —el más extenso de Melilla—, a la espera de que algún hombre se le acerque o pare algún vehículo a su lado. «Con suerte, me llevo 30 euros por noche«, comenta amparada por el nombre con el que la conocen quienes se dedican al «comercio», que es como algunos puteros llaman a la prostitución, explica colocándose bien la mascarilla azul marino a juego con la sombra de ojos.

La crisis sanitaria del coronavirus y el consecuente cierre de la frontera de Melilla con Marruecos ha afectado especialmente a las mujeres migrantes que ejercen la prostitución como única vía de supervivencia dada su situación administrativa irregular que se enmaraña en trámites, papeles y un idioma que muchas veces desconocen.

«Trabajo de esto obligada. Busco empleo de friegaplatos en restaurantes, en la limpieza o cuidando a personas mayores o niños, pero sin papeles nadie quiere contratarme», relata en un castellano marcado por la musicalidad árabe esta marroquí de 44 años que se encuentra inmersa en la maquinaria burocrática para conseguir la residencia.

Habla de esclavitud porque le ofrecieron trabajar de interna en un domicilio cuidando a una señora mayor las 24 horas del día, de lunes a sábado. Por ello cobraría 250 euros al mes con la excusa de que le ofrecían una habitación y le permitían comer lo que preparara para la señora. «Estoy sola con un hijo de diez años a cargo. Él nació en Melilla, tiene la residencia, es hijo de un español que se niega a pagar algún tipo manutención. ¿Cómo voy a cuidar de mi niño si me paso el día fuera?», se pregunta.

Actualmente, Lamya vive con su hijo en un piso vacío en el barrio del Tesorillo. «Lo hemos ocupado. No vivía nadie. Se cae a trozos y está lleno de cucarachas. Que vengan a desahuciarnos de la misma manera que nos echaron de una pensión en el Rastro porque me retrasé un día con el pago de los 280 euros mensuales que pagaba por una habitación», apunta.

Ahora hace malabares para afrontar los gastos de la vuelta al cole de su hijo. «Con el cierre de frontera hay menos competencia entre las chicas, muchas se quedaron en Marruecos, también muchos hombres, los hay que se dedican a regatear 10 o 20 euros. Algunos se van sin pagar. Otros solo te paran para reírse de ti», comenta sentada en un banco junto a una farola.

Lamya calza unas chanclas rosas, viste unos leggins con un estampado floral verdoso y una camiseta negra con transparencias. En su bolso carga con un paquete de preservativos, lubricante y gel hidroalcohólico. «Todo esto de poco sirve. Con el condón claro que evitamos el sida y embarazos, pero seamos sinceras, ¿quién usa mascarilla para tener sexo? Enfermaré antes de coronavirus que de VIH», reflexiona con la mirada fija en otra joven apoyada en un quiosco.

Preguntada por la asistencia que diversas ONG ofrecen a mujeres en su situación, Lamya dice no confiar en estas entidades: «Vienen un par de días, te hacen preguntas y luego desaparecen a hacer informes o te dicen que no tienen recursos para todas o que todo va muy lento y que hay que tener paciencia». Del Gobierno dice no esperar nada: «Somos invisibles para ellos». Suena su móvil. Responde. «Un habitual», comenta mientras tira el cigarrillo, se despide y desaparece al doblar la esquina.

Lamya durante su noche de trabajo en las calles de Melilla.- ROSA SOTO
Lamya durante su noche de trabajo en las calles de Melilla.- ROSA SOTO

Sin registro de mujeres en prostitución

Lamya solo pone voz a la cifra indeterminada de mujeres migrantes que se ven forzadas a prostituirse por supervivencia. La responsable de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género de la Delegación del Gobierno en Melilla, Laura Segura Sarompas, afirma que no existe documento alguno que contabilice o permita llevar un control para atender a las mujeres que ejercen la prostitución al tratarse de una actividad de economía sumergida.

Asimismo, niega que existan prostíbulos o clubs de alterne en la ciudad en los que aplicar las medidas anunciadas por el Ministerio de Igualdad durante el pasado mes de agosto para prevenir brotes de covid-19 en ellos, y desconoce la existencia de casas particulares de citas. «Sí que hay bares de copas que suelen frecuentar para ofrecer sus servicios», apunta.

Por su parte, Melilla Acoge lleva 20 años trabajando con mujeres que ejercen la prostitución. En los últimos tres años han centrado su acción en el barrio de El Real, donde han atendido a 213 mujeres, la mayoría de ellas transfronterizas, de las que 114 tienen hijos a su cargo y son las únicas responsables de la economía familiar. A pesar de este registro, reconocen que posiblemente sean muchas más las que están fuera de su red de ayuda por falta de recursos para ampliar su acción sobre el terreno y generar lazos de confianza con los que establecer un contacto continuo para posteriormente llevar a cabo programas de educación para la salud y prevención de infecciones de transmisión sexual.

Desde esta entidad también ofrecen atención individualizada para derivar a las mujeres que visitan su sede a servicios jurídicos o sociales específicos, además de clases de alfabetización o cursos formativos de auxiliar de limpieza, actividades que han quedado truncadas por el coronavirus: han cancelado las clases de lengua castellana para adultos, mientras que el curso de limpieza será virtual y muchas de ellas no tienen medios para conectarse.

Plan de Contingencia, ¿papel mojado?

Precisamente, con el objetivo de paliar las consecuencias económicas y sociales del coronavirus sobre este colectivo, el Ministerio de Igualdad aprobó el 31 de marzo el Plan de Contingencia contra las Violencias de Género ante la Crisis del Covid-19, donde definía una serie de medidas en el ámbito de la pareja/expareja, de la trata y explotación sexual y para mujeres en contexto de prostitución.

Este plan declaraba «servicios esenciales» todos los servicios de asesoramiento jurídico, atención integral y acogida para víctimas de violencia de género, explotación sexual y de trata, pero no mencionaba en este apartado como beneficiarias a las mujeres en contexto de prostitución, hecho que le valió numerosas críticas por parte de organizaciones como Acción en Red Andalucía y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.

Sin embargo, el Estado de Alarma paralizó toda actividad, incluso estos servicios definidos como esenciales, y muchas entidades y ONG dedicadas a la atención de estas mujeres no pudieron mantener sus actividades a pie de calle por falta de medios y dificultades de localizarlas, lo que supuso una ruptura en esta red básica de apoyo, que forzó al Ministerio de Igualdad de definir y ampliar nuevas medidas para tratar de llegar a este sector.

No fue hasta el 21 de abril cuando se amplió este plan y se especificó que las mujeres que ejercen la prostitución también contarían con una alternativa habitacional en caso de verse con la necesidad derivada de la crisis sanitaria de la covid-19. De esta forma, daban respuesta a las reclamaciones de las asociaciones que alertaban de la vulnerabilidad de estas mujeres, que quedaron sin ingresos durante el confinamiento y sin posibilidad de beneficiarse de un ERTE, lo que les dificultaba hacer frente al pago del alquiler. También se garantizaba a este colectivo la posibilidad de acceder al Ingreso Mínimo Vital y detallaba que «se asegurará que las mujeres en situación administrativa irregular, que son la mayoría (…) puedan acceder a este derecho».

Ninguna mujer derivada en Melilla

Meses después de la publicación del Plan de Contingencia, la realidad muestra que las mujeres que ejercen la prostitución en Melilla no se han beneficiado de ninguna de estas medidas. La responsable de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género en Melilla, Laura Segura Sarompas, afirma a este medio que «no se ha derivado a ninguna mujer en contexto de prostitución a los recursos disponibles» desde el inicio de la crisis sanitaria.

En referencia a las alternativas habitacionales, concreta que actualmente hay dos viviendas que acogen a 33 mujeres víctimas de violencia de género y se ha habilitado un tercer recurso alternativo y temporal, pero en ninguno consta ninguna mujer procedente del ámbito de la prostitución, independientemente de su situación documental. Tampoco se ha gestionado ningún expediente de Ingreso Mínimo Vital, extremo con el que coinciden desde Melilla Acoge.

Sarompas reconoce que queda un largo camino por recorrer: «Si en materia de violencia de género vemos la punta del iceberg, en cuestión de prostitución, trata y explotación sexual apenas vemos nada», lamenta. De ahí que se haya propuesto definir mesas de trabajo para desarrollar programas que permitan aplicar medidas que den resultados, pero alerta: «El problema es que no tenemos presupuesto». Mientras tanto, mujeres como Lamya dicen sentirse «huérfanas» por no contar con el apoyo que esperaban del Gobierno y que las ONG iban a traducir en medidas tangibles.

Fuente: https://rebelion.org/abandonadas-en-la-pandemia-mujer-migrante-y-prostituta-por-necesidad-en-melilla-tras-el-cierre-de-fronteras/

 

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¿Cuánto tiempo más vamos a tolerar la omnipotencia de los gigantes farmacéuticos?

Por:  Marc Vandepitte 

En los últimos días ha habido mucho alboroto por el anuncio de Pfizer y AstraZeeca de que suministrarían menos vacunas de lo contratado en Europa. La decisión unilateral, el motivo trivial y la comunicación bruta mostraron una vez más las brutales relaciones de poder a las que estamos expuestos en el sector de la salud. ¿No es hora de que pongamos nuestra casa en orden?

“El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado
cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso
en una sociedad organizada políticamente de forma democrática.”
Albert Einstein

A la merced de los monopolios

Nos enfrentamos a la mayor crisis sanitaria de los últimos cien años. Cada seis segundos alguien muere de COVID-19. La administración de una vacuna a una gran proporción de la población mundial es crucial para controlar esta crisis.

Sin embargo, la realidad es que dependemos casi por completo de unos pocos gigantes farmacéuticos para esta campaña de vacunación. Acaparan toda la producción, determinan los precios y se encargan de la distribución de las vacunas. Lo único que les interesa son las ganancias. Nuestros gobiernos solo observan pasivamente.

Puede que nos hayamos acostumbrado, pero en realidad es improbable e inaceptable que dependamos completamente de managers de empresas no elegidos, que además se guían por motivos económicos, para obtener medicamentos y vacunas que salvan vidas.

Una verdadera máquina de ganancias

La industria farmacéutica está muy concentrada y reinan unas diez compañías. Para la producción de vacunas la concentración es aún mayor: casi todo el conocimiento está en manos de sólo cuatro empresas: GSK, Johnson & Johnson, Pfizer y Sanofi.

Pocas industrias son tan mimadas como la industria farmacéutica. Casi toda la Investigación & Desarrollo se hace en laboratorios gubernamentales y universitarios, pagados por los contribuyentes. El sector también cuenta con créditos fiscales y otras concesiones financieras para cubrir posibles riesgos. Una vez que se desarrollan las drogas se pueden patentar. A los consumidores y al gobierno se les cobra entonces precios altos.

No es de extrañar que los gigantes de la industria farmacéutica tengan los márgenes de beneficio más altos de todas las industrias. Su rendimiento es 17,3 por ciento en comparación con un promedio de 11,5 por ciento en las otras industrias. A menudo se “olvidan” de pagar impuestos sobre sus altísimas ganancias. Sólo los cuatro mayores gigantes farmacéuticos están esquivando 3.800 millones de dólares en impuestos al año.

Si esas superganancias se utilizaran para la innovación y las inversiones, todavía se podrían defender. Desafortunadamente, lo contrario es cierto. Los gigantes farmacológicos están gastando más en el pago de dividendos y la recompra de sus propias acciones que en investigación y desarrollo. Además, casi una quinta parte de todos los beneficios van a marketing y publicidad. Por último, de toda la investigación y desarrollo en Europa, sólo una décima parte es verdaderamente innovador. El otro 90 por ciento son los llamados “medicamentos de imitación” (en inglés “me-too drugs”) o drogas que hacen pequeños cambios en una droga ya existente.

Aprovechar el estado de emergencia

Desde el brote de SARS en 2002, otro coronavirus, los científicos nos han advertido repetidamente de una nueva pandemia. En 2016 la Organización Mundial de la Salud colocó los coronavirus entre las ocho principales amenazas virales, que requerían más investigación. Pero las grandes empresas farmacéuticas se negaron a hacer ninguna investigación sobre eso porque no había expectativas de ganancias en ese momento.

Como resultado, el año pasado no estábamos preparados para la llegada del SARS-CoV-2, el más reciente coronavirus. Esta vez, sin embargo, los gigantes farmacéuticos sí estaban dispuestos a lanzarse a la investigación. De hecho, lo vieron como un una oportunidad única para obtener unos megabeneficios. Vacunar a todos los habitantes del mundo representa un mercado de varias decenas de miles de millones de dólares. Es algo que no querían dejar pasar, especialmente cuando los gobiernos están dispuestos a cubrir muchos riesgos y ayudar con generosos subsidios.

Dado el estado de emergencia y urgencia, pudieron hacer tratos ventajosos y secretos con los gobiernos desde su posición de monopolio. Por ejemplo, las compañías farmacéuticas están protegidas de los posibles efectos secundarios negativos de la vacuna. El hecho de que el precio de las diferentes vacunas varíe entre 2 y 18 euros muestra que se hacen superganancias. Moderna, por ejemplo, anuncia unas ganancias para este año de 13.200 millones de dólares. Eso es 220 veces lo que tuvieron como volumen de negocios total el año pasado …

Bancarrota moral

Las primeras vacunas se desarrollaron a un ritmo récord. En sí mismo es algo bueno y incluso era necesario, aunque varias preguntas siguen sin respuesta (véase el anexo). Pero, el desarrollo de la vacuna es una cosa, su producción y distribución es otra. En los últimos días hemos visto que las cosas han ido mal en ese aspecto. Y no es una coincidencia.

Dada la escala y la urgencia del problema, se necesita una enorme capacidad de producción. Según el profesor Oertzen de la Universidad de Lüneburg, los fabricantes de vacunas tienen poco interés en aumentar rápida y masivamente su propia capacidad de producción. Si aumentaran su capacidad para abastecer a todo el mundo en seis meses, las instalaciones recién construidas estarían vacías inmediatamente después. Esto significaría un beneficio mucho menor respecto a las previsiones actuales, en las que las fábricas existentes producen durante años a su capacidad actual.

Tampoco tienen ningún interés en liberar la vacuna. Ahora los gigantes farmacéuticos mantienen en secreto los resultados de sus investigaciones, lo que significa que la producción de vacunas sigue en sus manos, pero también está restringida. Si compartieran su vacuna con otros productores, sería posible una distribución rápida y asequible de las tan necesitadas vacunas.

La falta de capacidad de producción no sólo afecta al personal sanitario de nuestros hospitales y a nuestros compatriotas. Afecta aún más a los habitantes de los países del Sur. Según la situación actual 9 de cada 10 personas en los países más pobres no serán vacunados este año. 50 expertos de nuestro país declararon en una carta común: “Además del sufrimiento humano que este retraso causará, le da al virus un tiempo adicional para propagarse y mutar”. El jefe de la Organización Mundial de la Salud advierte que el mundo está al borde de una “bancarrota moral catastrófica”.

El mercado falla

Hay tres maneras de evitar este fracaso moral. Podemos mimar aún más a los gigantes farmacéuticos dándoles subsidios adicionales y dándoles primas por entregas más rápidas. Probablemente no haya mucho ánimo para esta opción. Además reforzaría aún más el desequilibrio de poder.

La segunda opción: podemos levantar las patentes y compartir las vacunas con otras instituciones de investigación y empresas interesadas, con o sin pagos de compensación. Esa es la forma en la que la vacuna contra la gripe se ha producido durante los últimos 50 años. Eso debería ser lo mínimo.

Tercera opción, podemos ir aún más rápido y, como en una economía de guerra, podemos poner a las empresas a trabajar para proporcionar la producción necesaria. Esta vía es probablemente la única que garantizará una capacidad de producción suficiente. Fue la vía que eligió China masivamente al principio del brote para fabricar mascarillas, respiradores y otros equipos de protección. Es el camino que sigue hoy Estados Unidos. Recientemente, la administración Biden ha invocado la Ley de Producción de Defensa para obligar al sector privado a acelerar la producción y distribución de vacunas.

La cuestión de la lentitud de la producción y distribución de vacunas pone de relieve una vez más la incapacidad del sector privado y las fuerzas del mercado para aprovechar al máximo el potencial de producción existente y dar prioridad a las necesidades más urgentes. Eso ya quedó claro en el primer confinamiento cuando hubo una gran escasez de mascarillas y equipos para hacer pruebas.

Dos deberes para los gigantes farmacéuticos

Es indecente que las empresas farmacéuticas se aprovechen de una situación de emergencia para obtener grandes ganancias. El hecho de que estén causando un retraso en la campaña de vacunación en aras de las ganancias se podría incluso calificar de criminal.

Lo mínimo que les deberíamos exigir a esas empresas, además de la liberación de las vacunas, es que compartan sus superganancias. Eso es exactamente lo que pide Moon Jae-in, el presidente de Corea del Sur. Las ganancias deberían ir primero a Covax. Es un programa cuyo objetivo es proporcionar vacunas asequibles a los países del Sur. Además, estos fondos pueden servir para aliviar las desigualdades creadas como resultado de la pandemia.

Pero también debemos mirar hacia el futuro. El coronavirus está mutando y seguirá mutando. Aún no está claro si las vacunas actuales nos protegen contra estas mutaciones y en qué medida. En todo caso necesitamos algún tipo de vacuna universal contra el coronavirus que ofrezca suficiente protección contra todas las variantes posibles, y si es posible también contra Sars y Mers. Esto requiere una investigación fundamental.

Si la industria farmacéutica quiere mantener su credibilidad, tendrá que hacer algo al respecto. Y si no lo logra, nos tendríamos que preguntar si no sería mejor que el gobierno se haga cargo del sector. Hay demasiado en juego.

Anexo: preguntas sin respuesta

Debido a la corta duración de la fase de desarrollo, no se puede saber cuánto tiempo seguirá siendo efectiva la vacuna. ¿Bastará con una sola vacuna o habrá que hacerlo regularmente, como en el caso de la vacuna contra la gripe? Además, no se sabe (todavía) si la vacuna detendrá el contagio o si sólo lo reduce. Las primeras vacunas producidas fueron diseñadas principalmente para reducir al máximo los síntomas de COVID-19 y no para detener la infecciosidad. Tampoco se sabe aún si la vacuna es eficaz en todos los grupos de edad, incluidos niños y ancianos. Ni tampoco si es efectiva en personas con factores de riesgo subyacentes.

En Occidente se ha podido desarrollar una vacuna más rápidamente porque había y hay muchas más infecciones, lo que es beneficioso y necesario para el proceso de investigación. Los países asiáticos (o Cuba), por el contrario, necesitan mucho menos esa vacuna y por eso se pueden permitir el lujo de tomarse más tiempo para poner en marcha una campaña de vacunación. Mientras tanto, pueden aprovechar la experiencia adquirida en Occidente. En cierto modo, nos están mirando experimentar y están esperando para ver cómo nos va a nosotros.

Traducido del neerlandés por Sven Magnus

Fuente Original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2021/01/21/vaccinatiecampagne-hoe-lang-gaan-we-de-almacht-van-de-farmareuzen-nog-dulden/

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La educación del castigo y el capital

El corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero.

“Llamar a la domesticación del animal ‘mejoramiento’ suena a nuestros oídos casi como una broma. Cualquiera que sepa lo que sucede en una casa de fieras dudará que en ellas la bestia ‘mejore’. Es debilitada, es hecha menos dañina, es convertida, mediante el efecto depresivo del miedo, mediante las heridas, mediante el hambre, en una bestia enfermiza”.

Friedrich Nietzsche

El miedo describe, y quizá resume, la base de modelos educativos que imperan en nuestra sociedad. El castigar que se desplaza sin freno por un carril de la vía, y el premiar dosificado, entregado en pequeñas gotas, moviéndose en sentido paralelo, son dualidades que se nos venden como algo opuesto, pero que en el fondo son solo el maquillaje que esconde el carácter inseparable de mecanismos de domesticación que al final ya no requieren del verdugo que infringe dolor para sostener el statu quo, para imponer una forma de pensamiento único que castra lo diverso, que encarcela almas.

Vivimos en una sociedad que reproduce el yugo, no solo bajo formas de arrodillamiento ante tiranías y clases dominantes, sino también en cotidianidades que reflejan la marca fundida con acero en la psique, en territorios mentales colonizados que requieren de la amenaza del escarmiento como mecanismo de control para obrar o dejar de hacerlo.

De este modo acciones que antes pensamos imperdonables, ahora se convierten en una regla espantosa, mediada por el dinero y el castigo. Y así terminamos respondiendo a compromisos solo por el hecho de que éstos puedan costarnos el dinero invertido en algún curso, o formación académica en cualquier nivel.

Procesos educativos descentralizados, alternativos, desligados del chantaje de la nota que infunde miedo a través del examen, son tomados por la sociedad como un acontecimiento desechable, que se toma y se abandona con la misma facilidad que se arrojan los desechos del día a la basura.

No son procesos asumidos como una posibilidad de libertad para explorar y recuperar nuestra autonomía en una búsqueda que, sin importar las dificultades, debe nutrir el espíritu porque produce placer al hacerlo, una búsqueda donde abandonamos excusas y otorgamos tiempo y corazón para resquebrajar el statu quo que sutilmente se tomó nuestras cabezas.

Pero el corazón de la sociedad flota en veneno y está cercado con alambre de púas, y responde al miedo programado de décadas de un sistema educativo que asocia educación con dinero, pues está dictaminado que se estudia para competir, para sobresalir pisoteando al otro, para destruir cualquier lazo de solidaridad y ayuda mutua, mientras se persigue el espejismo de acumular capital a toda costa.

Es una asociación que además se deriva del saqueo de las condiciones materiales de existencia que el modelo neoliberal, el capitalismo voraz e insaciable, ha robado a pueblos y naciones. La educación como sinónimo vergonzante de acumulación de dinero se vende como solución a los desesperanzados que, cada vez más sumergidos en la miseria provocada por las clases dominantes en el poder, buscan salidas materiales convirtiendo la educación en castración e irreflexión, y no en liberación y rebeldía para acabar con Estados y gobiernos tiránicos como el colombiano.

Nada más terrible para una sociedad que los modelos educativos reproduzcan, en todos los niveles de la vida cotidiana, adormecimiento y control social a partir del miedo y la falsa ilusión de acumular capital.

La conciencia crítica de cada época aún reposa, a pesar de todas sus falencias y contradicciones, en la educación, aunque esto se relegue, se oculte y pretenda ser marginalizado. Recordarlo implica trabajar para que la rebeldía deje de manifestarse como una excepción y pase a constituirse en misión de un modelo educativo para un pueblo que lo necesita. Y ello también recuerda que no existe nada más político que lo cotidiano, pues es desde este lugar afectivo donde se irrigan los actos que pueden descontaminar a una sociedad intoxicada por décadas de desesperanza, miedo y opresión.

*Fuente: Rebeliom

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Educación e igualdad

La política educativa es un campo de conflicto social. Sólo desde una visión tecnocrática u organicista puede pensarse que es un campo donde es fácil el consenso —al margen de donde una visión social es tan hegemónica que no deja espacio para las alternativas—. Una de las utilidades de los enfoques institucionalistas es que permiten mostrar cómo en cada país existe un modelo educativo que es el reflejo de conflictos y trayectorias económicas y sociales distintas.

I

La gente de izquierdas tiende a pensar que el modelo escolar es un reflejo de la lucha de clases. Y en parte es cierto. La implantación de una escuela pública universal fue en muchos países producto de movimientos sociales igualitarios, enfrentados a poderes capitalistas que preferían una clase obrera analfabeta. En muchos lugares esta pugna capital-trabajo se solapó con una guerra entre religión y ciencia, entre escuela y catequesis. La estructura de muchos sistemas educativos nacionales refleja aún hoy este largo combate y este peso de intereses no enfrentados. No es casualidad que entre los sistemas educativos más fragmentados y clasistas de los países desarrollados figuren Reino Unido, Estados Unidos y España (particularmente en estos dos últimos países la intromisión de las religiones es más evidente).

La conquista de una educación pública universal es una victoria indudable de las luchas por un mundo igualitario. Pero es sólo un paso. Y gran parte de la política de la izquierda ha quedado limitada por esta victoria y ha olvidado las limitaciones y los peligros de confiar en el sistema educativo una buena parte de las políticas igualitarias. Sobre todo, cuando ha aceptado que el papel del sistema educativo es ofrecer igualdad de oportunidades a todo el mundo, olvidando tanto las desigualdades estructurales con las que niños y niñas llegan a la escuela como el discutible igualitarismo de una sociedad meritocrática. De ello se resienten no sólo las políticas igualitarias, sino también la propia capacidad del sistema educativo para generar individuos bien informados y con capacidad reflexiva.

II

El sistema educativo está condicionado por las desigualdades sociales. Y, a la vez, tiende a reproducirlas. Un análisis crítico del sistema educativo debe analizar tanto el contexto social en el que opera como sus propias estructuras internas y funcionamiento.

Las desigualdades más obvias son las que tienen que ver con la distribución de recursos. Tanto de la propia escuela (dotación de equipamientos y profesores, material escolar) como de las familias. Este es el campo donde las propuestas de acción son más fáciles de elaborar, aunque las desigualdades siguen siendo en muchos casos injustificables. Así lo ha puesto en evidencia la pandemia, al haberse querido imponer una enseñanza virtual a la que una parte de la población no podía acceder por falta de medios informáticos y buenas conexiones telefónicas.

Pero las desigualdades están también en las distintas dotaciones culturales de las familias y recursos familiares de todo tipo. Hay buenos estudios que encuentran una fuerte correlación entre el éxito educativo y los hábitos culturales de las familias en aspectos como la cantidad de libros en el hogar, la frecuencia de actividades de ocio cultural e incluso el tiempo que dedican las familias a la conversación intergeneracional. Los dos primeros elementos están claramente ligados a la posición social de las familias, el tercero lo está además a otros elementos: desde el tiempo disponible para el encuentro, hasta la riqueza de las relaciones sociales de cada familia. La importancia de estos aspectos es crucial porque conecta la experiencia educativa con el mundo externo, con la vida cotidiana. No es una cuestión determinista pero sí fuertemente condicionante. Para muchos niños y niñas el mundo de la escuela, lo que allí aprenden, es algo muy diferente a lo que experimentan en su ambiente doméstico y en su entorno de barrio. Para algunos la experiencia puede resultar fascinante pero para otros muchos no tiene mucho sentido. Algo que expresan muy bien las alumnas de un instituto del extrarradio parisino en la película La clase, al recordarle al profesor de lengua que ellas nunca hablan en pluscuamperfecto.

Todo esto es conocido y abre la posibilidad de políticas compensatorias, de un sistema educativo desigual en recursos para favorecer la igualdad: recursos escolares, dotaciones de profesorado especializado, becas… Y de la posibilidad de equilibrar en parte las desigualdades culturales con una buena oferta de actividades en los barrios y pueblos donde vive la gente menos culta, de generar contextos que reduzcan el abismo entre la escuela y la vida. Hasta aquí hay mucho espacio de políticas reformistas por recorrer.

III

Con ser importantes, estas cuestiones no agotan todos los problemas que plantea el sistema escolar. Hay una contradicción evidente entre una educación que en teoría debe fomentar de forma universal un amplio bagaje cultural, una capacidad crítica y reflexiva, y un sistema social jerárquico y tremendamente desigual. Un sistema social que es incapaz de ofrecer a todo el mundo un contexto vital como el que promueve en teoría la escuela. La forma como se salva esta contradicción es diversa. La más cruda es la que ofrecen los sistemas educativos más clasistas: una educación segregada, desigual para distintos colectivos sociales.

Pero hay otras formas más sutiles, igualmente creadoras de desigualdad. Como el establecimiento de un sistema evaluativo en el que unas personas siempre tendrán más ventajas que otras simplemente porque los hábitos sociales desarrollados en sus familias y entornos son más próximos a los estándares con los que son evaluados. Algo a lo que a menudo contribuyen de forma inconsciente los propios profesores cuando tienen que trabajar con criaturas de estratos desfavorecidos.

De hecho, la escuela tiende a evaluar sólo sobre algunas materias, no evalúa sobre todas las formas de actividad social. Y al hacerlo jerarquiza y promueve percepciones desiguales sobre el valor de cada actividad. Yo lo aprendí de joven. Era seguramente el más negado de mis compañeros en actividades manuales y deportivas. Mi memoria en cambio me facilitó ser un buen estudiante y me dio acceso a la educación superior. Los méritos de mucha de la gente de mi entorno en cuestiones como la habilidad manual o su capacidad de desarrollar actividades de cuidados, que requieren dominar un amplio campo de saberes y una elevada capacidad de empatía y tacto social, nunca merecerán la misma evaluación. De ser todo el mundo evaluado en todos los campos, la conclusión seguramente sería que cada cual es más capaz en unas cosas que en otras y que no hay forma de establecer una jerarquía social en función de las mismas capacidades.

Todos nos necesitamos. La imagen social que genera el sistema educativo, en cambio, tiende a jerarquizar saberes, a sobrevalorar las actividades asociadas al conocimiento abstracto y a minusvalorar el resto. Tiende a legitimar las desigualdades sociales y a generar individuos que en el tramo final del sistema educativo sienten que participan en una carrera competitiva en la que pueden triunfar, creen tener méritos que la sociedad les debe reconocer; y, por el contrario, otros que salen ya con el estigma del fracaso para el resto de sus vidas. Después, la cosa es más complicada cuando el sistema productivo no ofrece tanta cantidad de empleos de alto nivel, ni la superación de fases educativas garantiza el éxito. A medida que ha crecido el número de gente educada, se han multiplicado los mecanismos de selección y se han prolongado las carreras educativas, reproduciéndose nuevas jerarquías en las que juega un papel esencial la clase de origen.

IV

Esta contradicción esencial tiene otras consecuencias notables. Gran parte de la experiencia escolar se encuentra dominada por las dinámicas competitivas y evaluativas, lo que, lejos de fomentar un aprendizaje comprensivo y actitudes igualitarias y cooperativas, provoca aprendizajes fragmentados y personalidades inseguras y competitivas.

Provoca también una visión de la educación más como un mecanismo para acceder a privilegios sociales que como un espacio de conocimiento y maduración personal. Y sobre esta percepción se construyen nuevos mecanismos de selección social en el sistema educativo. La demanda de elegir la escuela de los hijos, excepto para grupos muy ideologizados, es menos una demanda sobre la calidad de la escuela —careciendo padres y madres, a menudo, de criterios para evaluarla— que una elección sobre las relaciones sociales que van a tener los niños. Gran parte del éxito de la escuela concertada en nuestro país se asienta en este modelo de elección de un mecanismo de exclusión social. Con el doble efecto de alejar a niños y niñas de colectivos indeseados y de cargar a la escuela pública con una proporción elevadísima de criaturas que necesitan de un soporte especial por motivos diversos (lengua, problemas familiares, discapacidades). Se trata de una demanda que se da especialmente entre las clases medias, pero que es también visible en aquellos barrios obreros donde opera alguna escuela concertada. E incluso es observable cierta diversificación entre las propias escuelas públicas a través de sofisticados mecanismos de exclusión.

Los problemas de la escuela, el racismo implícito que se esconde bajo la capa de excelencia cultural, la humillación que experimentan muchos críos en el sistema escolar, las redes sociales que protegen a unos y desamparan a otros, la mayor o menor capacidad de los enseñantes en desarrollar prácticas inclusivas y enriquecedoras, el impulso competitivo y la seguridad que genera el éxito escolar influyen de forma importante en la construcción de la subjetividad individual. Y constituyen un elemento central en la actual configuración de comportamientos de grupo. No es sin duda el único factor, pero el papel que juega el sistema educativo debe ser evaluado cuidadosamente a la hora de entender los comportamientos sociales que explican las dificultades que atraviesa la cultura igualitaria —visibles incluso en los comportamientos dominantes entre la “nueva izquierda” post-marxista— y el auge de diversas corrientes reaccionarias.

V

A una reforma educativa no le podemos pedir que lo resuelva todo. Ni siquiera que introduzca una reflexión crítica suficiente. La reforma actual aborda sobre todo algunas cuestiones que tienen que ver con la derecha tradicional (el papel de la religión en la escuela, los excesivos privilegios de la concertada en España), pero deja en el aire buena parte del desarrollo de un sistema educativo equilibrador de desigualdades y olvida todo lo demás. Hay un problema de recursos, que no se desarrollan, y de compromiso igualitario, que no existe más allá de los eslóganes electorales. Es un pasito, pero poco más. Para poder hablar de pasos mayores se requiere, antes que nada, generar una reflexión colectiva y un movimiento social: lo habitual para conseguir cambios de gran calado.

Fuente: https://rebelion.org/educacion-e-igualdad/

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