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Niños nigerianos afectados por violencia de Boko Haram

África/Nigeria/26 Agosto 2017/Fuente: Prensa Latina

Cerca de un millón de niños fueron forzados a abandonar las escuelas como resultado de los violentos ataques del grupo terrorista Boko Haram que controla hoy parte del noreste de Nigeria, señalan medios locales.
Las referencias afloraron a propósito de un comunicado del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) que advirtió la víspera sobre el uso de 83 niños para realizar ataques suicidas este año, cuatro veces más que en 2016.

De la mencionada cifra 55 eran chicas que no rebasaban los 15 años de edad, dijo el organismo de la ONU al expresar que está ‘extremadamente preocupado por un espantoso aumento en el uso cruel y calculado de los niños, especialmente las niñas, como bombas humanas en el noreste de Nigeria’.

El empleo de niños-bomba ‘es una atrocidad’, subrayó Unicef (el pasado año fueron 19 los atacantes suicidas).

Boko Haram (fundado en 2002) intenta crear un estado islámico en la región del Lago Chad, que abarca partes de Nigeria, Níger, Camerún y Chad.

Durante su primer discurso a la nación tras el regreso de una licencia médica, el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, dijo que reforzará la lucha contra el grupo.

Más de dos mil centros educacionales no solo en esta nación africana sino en sus vecinos Chad, Níger y Camerún fueron cerrados por la violencia de Boko Haram.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=110024&SEO=ninos-nigerianos-afectados-por-violencia-de-boko-haram
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Africa: Why Africa needs a science synthesis centre to tackle complex problems

África/Agosto del 2017/Noticias/https://theconversation.com

Scientific research often requires sophisticated equipment like radio telescopes or laboratories. This infrastructure is essential for scientific discovery. But another form of infrastructure is now essential too: synthesis centres. These specialise in bringing together experts across academic fields and geographies.

Today researchers must address complex problems that cut across disciplines, countries and socioeconomic divides. Climate change, infectious diseases, biodiversity loss and poverty are all problems that cannot be solved by any individual research discipline.

To address this challenge, synthesis centres offer something rare. They dedicate resources, time and space for highly diverse teams of researchers from multiple disciplines, institutions and locations to immerse themselves in a complex problem. These teams meet often and bring together diverse knowledge and datasets. Synthesis teams are a powerful way to accelerate scientific discovery and connect these insights to action.

For example, a synthesis team from academia, business and government applied lessons on how shared resources like fisheries and forests cope with change. They used this knowledge to make recommendations to the United Nations on regulating antibiotic use to prevent antibiotic resistance harming people.

A synthesis centre in Africa would massively improve the ability of researchers to understand complex problems like this. This understanding is essential for countries and communities to successfully manage the impact of people on the environment. And the impact of changing environments on people. There would be advantages to setting up the first centre in South Africa given its record in putting together multidisciplinary teams.

A global gap in synthesis centres

Funding agencies have recognised the strengths and cost effectiveness of synthesis teams for tackling complex social and environmental problems. There are more than a dozen centres internationally. But not one in Africa.

There are also very low numbers of African scholars at international centres. African participants make up 2% of the approximately 2700 members of the synthesis teams funded by the National Socio-Environmental Synthesis Center in the US. The result is that valuable African perspectives and research priorities are often overlooked.

Another weakness is that existing centres focus almost exclusively on natural sciences. Only one, the National Socio-Environmental Synthesis Center, includes social scientists. No centre regularly includes humanities scholars in research teams. Yet many of the problems being investigated ultimately affect people.

For example, a synthesis team of public health scientists and marine biologists recently forecast that, due to a decline in fish catches, up to 1.4 billion people – many of them in Africa – won’t be getting enough essential nutrients for healthy pregnancies and childhood development.

What South Africa can offer

South Africa is a massively biodiverse country with rich data sets to test links among environmental, social and economic conditions. The country also has a history of success in acting on socio-environmental research.

One example is the Working for Water programme which was started in 1995 by then Minister of Water Affairs Kader Asmal. Ecologists used historical data to show that invasive trees were reducing water yields from rivers. Since then more than a million hectares of invasive plants have been cleared under the programme. And jobs have been created for 20 000 people (52% of them women. The initiative has been recognised globally as an outstanding example of conservation and socioeconomic development.

But combining research teams, data and policymakers to achieve social and environmental wins in South Africa is often a one-off project – or left to chance. And is frequently restricted in scope by traditional research settings where experts work in silos. A synthesis centre would change this by convening interdisciplinary teams regularly. This would achieve a diverse and sustained research impact.

A synthesis centre in Africa would broaden participation by African scholars and would enable global socio-environmental challenges to be looked at from an African perspective. It should include humanities scholars, as well as rich local and indigenous knowledge on human and environment interactions. In doing this it would be world leading and generate multiple novel insights.

South Africa’s location and history would shift research questions towards issues of concern in the Global South. For example, a South African synthesis centre should link environmental change to economic inequality and social justice. This would boost existing networks established under the umbrella of BRICS and South-Southcollaborations.

Synthesis centres may not be as tangible as radio telescopes. But their discoveries have the power to improve both the environment and people’s lives.

Fuente: https://theconversation.com/why-africa-needs-a-science-synthesis-centre-to-tackle-complex-problems-81846

Imagen: https://lh3.googleusercontent.com/w9NPm8rcFKXV_MRED_CoDSH_rD6sqPKvtcw_wCFiBqlrhFgWrYWkC8lUXpwSgKiGCcxBhg=s85

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Secretos sucios de la carne vegetal

Por Silvia Ribeiro

La industria de la carne es un problema grave para la salud, el ambiente y los animales que tienen que vivir toda su vida en condiciones deplorables. Por todo ello, cada vez más personas optan por comer menos carne o dejar totalmente su consumo. Ante esta demanda, la industria de los sustitutos vegetales de carne crece aceleradamente, pero ¿realmente son mejores?

or ejemplo, la llamada hamburguesa imposible (Impossible Burger) de la empresa de alta tecnología Impossible Foods, es uno de los productos de este floreciente mercado, en el que muchos actores vienen de la industria bioquímica e informática, más que de la alimentaria. La presentan como totalmente vegetal, pero con una salsa secreta que la hace sangrar y tener un sabor y color muy parecido al de la carne.
El ingrediente que le da ese efecto, la leghemoglobina (abreviado en inglés SLH o simplemente heme), es en este caso un producto derivado de ingeniería genética, que no fue aprobado como seguro para la salud humana por la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), pese a lo cual la empresa lo puso en el mercado desde 2016.
El tema salió a la luz por un artículo del New York Times del 8 de agosto 2017, a partir de que las organizaciones Amigos de la Tierra y Grupo ETC obtuvieron mediante la ley de acceso a la información, los documentos que la empresa presentó a la FDA, intentando obtener su aprobación (aquí)

Según explica Jim Thomas, del Grupo ETC, La FDA dijo a Impossible Foods que su hamburguesa no alcanzaba los estándares de inocuidad, y la compañía admitió que no conocía todos sus ingredientes. Aún así la ha vendido a miles de consumidores incautos. La empresa debería retirar del mercado sus hamburguesas hasta que la FDA establezca la seguridad del producto y se ofrezcan disculpas a quienes fueron puestos en riesgo.
La leghemoglobina usada para esta hamburguesa es una proteína creada en laboratorio que imita una presente en la raíz de las plantas de soya, pero producida en tanques por microbios alterados mediante biología sintética. En los documentos presentados por la empresa a la FDA, la agencia advirtió que según los datos aportados, el heme, ingrediente clave de la hamburguesa, no cumplía los estándares para el estatus de seguridad generalmente reconocidos (GRAS, por sus siglas en inglés). La empresa admitió que en el proceso de ingeniería genética para el heme se habían generado 46 proteínas adicionales inesperadas de las cuales ninguna había sido evaluada en el dossier presentado a la FDA. Para evitar que la FDA rechazara la solicitud, la empresa la retiró voluntariamente, asegurando que realizaría nuevas pruebas, las cuales actualmente asegura haber realizado exitosamente –en experimentos de alimentación con ratones de laboratorio– pero pese a ello, el estudio no es público. Aunque la empresa sostiene que la proteína en la soya ha sido consumida por mucho tiempo y no se conocen efectos adversos, la versión construida mediante biología sintética, así como las proteínas adicionales inesperadas, son desconocidas y tienen potencial alergénico y otros desconocidos.
El caso de esta hamburguesa vegetal sangrante es significativo del desarrollo en esta industria. No se trata, como uno podría pensar, de alternativas sustentables, sino que en muchos casos son sustitutos con ingredientes excretados en tanques de fermentación, por microbios o levaduras alteradas genéticamente mediante biología sintética, un campo escasa o nulamente regulado, en el cual no existen siquiera normas de bioseguridad adecuadas a este proceso industrial nuevo y nada natural. Otros ejemplos del mismo tipo son los sustitutos que imitan leche de vaca producidos por la empresa Perfect Day o las claras de huevo de Clara Foods, ambos producidos con biología sintética.
Son empresas que intentan aprovecharse comercialmente de los vacíos regulatorios y la crítica y sensibilidad de cada vez más gente ante la producción industrial de carne y la crueldad de la cría animal, pero sin explicar que el proceso de producción se basa en tecnologías riesgosas, sea en estos u otros casos, como los que producen carne en laboratorio, otra aventura de alta tecnología que implica riesgos de salud no evaluados.
El motor de esta industria es que el mercado de sustitutos de productos animales es enorme y de muy rápido crecimiento, el fundador de Impossible Foods estima que será de billones de dólares en pocos años. Seguramente también es la razón para que Impossible Foods consiguiera inversiones de 200 millones de dólares por parte de Bill Gates, Khosla Ventures y el también billonario Li Ka-Shing, de Hong Kong, a la que este mes se sumaron 75 millones de dólares más del fondo soberano de inversión de Singapur (NYT, aquí).
El cuestionamiento a la cría industrial de animales está totalmente justificado por un amplio espectro de razones, pero no necesitamos cambiarlo por otra industria nociva y riesgosa. La producción campesina, agroecológica, de pastores y pescadores artesanales, nos brinda abundantes alternativas reales, sanas y probadas.
Ecoportal.net

Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Salud/Secretos-sucios-de-la-carne-vegetal

Imagen:https://lh3.googleusercontent.com/MMmyG0_3vs7GqKSxAORAQxGuFGMdqGFegqaIwncGo2zYUoDDBKZJHz04hWvi9y45ewcFIg=s85

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África: Conversación con Toumani y Sidiki Diabaté

África/ Agosto del 2017/Noticias/http://www.unaids.org

 

Conversación con Toumani y Sidiki Diabaté

Apenas una hora antes de que les esperaran para tocar en el Festival de Jazz de Montreux, Toumani Diabaté, ganador de dos premios Grammy, intérprete de kora y embajador de buena voluntad internacional de ONUSIDA, y su talentoso hijo, Sidiki, se sentaron para hablar sobre música, diversidad, cero discriminación y sobre poner fin al sida en África Occidental y Central.

Amable y reflexivo, Toumani responde a las preguntas con simpatía y buen humor y, de una manera totalmente natural, la conversación va fluyendo entre el inglés, el francés y el bambara. Es evidente que hay mucho respeto entre el padre y el hijo mientras se transmiten las tradiciones y se fomenta la innovación. Bromean con desenfado: Toumani aconseja a Sidiki que se siente recto y mire a la cámara, mientas que Sidiki ofrece alternativas más modernas a las repuestas de su padre.

ONUSIDA: Estáis aquí para tocar con Lamomali en una colaboración musical con el artista francés Matthieu Chedid. En el escenario os acompañan más de 15 personas, entre las que están, por ejemplo, la cantante de Malí Fatoumata Diawara. ¿Cómo llegasteis hasta aquí?

Toumani: Siempre he querido participar, ser parte, de la tradición de los griot como historiadores, narradores y músicos. Mis antepasados, todos en mi familia de una dinastía de 700 años de antigüedad venimos de ese ambiente, lo hemos mamado y somos los depositarios de la cultura de nuestro país.

La música hermosa une a la gente y rompe las barreras, como en Lamomali. El mundo necesita ser más abierto y ser más cooperativo, y necesitamos más comunicación. Esa es la única manera de que las cosas puedan ir mejor en el futuro.

ONUSIDA: Recientemente la Unión Africana aprobó un plan de recuperación para África Occidental y Central para acelerar el acceso a los servicios para el VIH.  ¿Cuáles son vuestras esperanzas para la región?

Toumani: Es evidente que no podemos aceptar un enfoque de dos velocidades para poner fin al sida en África.  No podemos perder ni un momento, tenemos las herramientas y debemos trabajar juntos para poner fin al sida.

ONUSIDA: Esta noche vais a llevar el lazo rojo durante el concierto. ¿Qué significa para vosotros?

Toumani: Vida, simplemente vida, amor y solidaridad.

Durante la vibrante actuación, que celebraba tanto lo tradicional como lo nuevo, Toumani habló sobre su papel como embajador de buena voluntad internacional de ONUSIDA, y destacó la importancia de la cero discriminación. Compartió un refrán de Mali, su patria:

Si sabes lo que no sabes, lo sabrás.

Si no sabes lo que no sabes, nunca lo sabrás.

Si lo sabes, haz que lo sepan.

Esta es una muestra del papel de Toumani como griot y también como embajador. Sabe la importancia de celebrar la diversidad y la dignidad y de conseguir que la cero discriminación se convierta en una realidad para todos. A través de su animada música y de sus mensajes, él está haciendo que todos lo sepan.

Fuente:http://cartoonnetwork.com.ve

Imagen:https://lh3.googleusercontent.com/stOyUCGC-Q6UG2QEujd9MoJFkPxF5TAnXs32KSBh-QWhi8IJ2NReXsJK_S30LoFG6w60JNE=s85

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Desarrollo rural bajo de emisiones desde una perspectiva de complejidad

Por Rodrigo Arce Rojas

El desarrollo sostenible incluye al desarrollo rural y al desarrollo urbano aunque estas categorías cada vez se hacen más tenues tanto por los procesos acelerados de urbanización en detrimento de la población urbana en detrimento del campo como por los procesos de expansión urbana y presión agroindustrial hacia las áreas rurales. Además, cada vez se entiende mejor las estrechas interrelaciones entre lo rural y urbano.

na forma de plantear el desarrollo es ponerle apellido territorial, así se habla de enfoques de desarrollo territorial sostenible. De manera complementaria existen diferentes grados de equivalencia y de matices entre los conceptos de territorios, paisajes y jurisdicciones. Reconocida la estrecha interrelación entre estos diversos conceptos en este artículo vamos a poner énfasis en el desarrollo rural bajo en emisiones (DRBE).

En el ámbito rural las principales fuentes de GEI vienen de la agricultura (fermentación entérica, cultivo del arroz, fertilizantes sintéticos, estiércol aplicado a los suelos, estiércol depositado en las pasturas, residuos agrícolas, cultivo de suelos orgánicos, combustión de residuos agrícolas, uso de energía) y la silvicultura y uso de la tierra (tierras forestales, tierras de cultivo, pastizales, combustión – biomasa) (FAO, 2015).

Según Llanos-Hernández (2010:207) el “territorio es un concepto teórico y metodológico que explica y describe el desenvolvimiento espacial de las relaciones sociales que establecen los seres humanos en los ámbitos cultural, social, político o económico; es un referente empírico, pero también representa un concepto propio de la teoría”. Por ello, el concepto de sistemas calza muy bien con el concepto de territorio como señala Arce (2013):

Una mirada sistémica implica varias cosas. Lo primero refiere a la necesaria interrelación entre diversos niveles del sistema tanto al interior del país como las relaciones con sistemas exteriores y que además son de diversa índole. Un segundo elemento refiere a las diferentes manifestaciones de la energía natural y social y que puede apreciarse como flujos y ciclos, redes y relaciones. Todo este conjunto de elementos se expresa en conexiones, mallas, tramas y articulaciones.  En este conjunto de interacciones es posible apreciar fuerzas convergentes y divergentes que es necesario entender – hasta donde sea posible- para poder gestionarlos. A nivel social por ejemplo podemos encontrar conectores y divisores respecto al tratamiento de determinados temas. De ahí se desprende que los conflictos en el nivel humano forman parte de la dinámica social (Arce, 2013).

En tanto el territorio es un concepto sistémico totalizador (masa, energía, información y sentido; dimensión biofísica y dimensiones socioculturales; tangibles e intangibles) es importante que podamos tener muy claro cuáles son sus límites. Simplificando podríamos identificar dos categorías: (1) Circunscripciones jurisdiccionales establecidas (criterios geográficos políticos), y (2) unidades convergentes. En la primera categoría podríamos ubicar una comunidad, una localidad, una región, una provincia, un distrito (según la tipología que tenga cada país) y en la segunda categoría se ubican muchos sistemas que no necesariamente se inscriben en la categoría anterior y que tienen dinámica propia (Arce, 2016). El territorio, entendido como el espacio cargado de actividades humanas, de historia e imaginarios, significa un punto de encuentro para distintos intereses (Ther, 2006). Consecuentemente, es necesario reconocer no sólo la complejidad de lo social sino que las divergencias de intereses, de concepciones y de estrategias de los actores locales, así como los compromisos formales e informales, forman parte de las reglas del juego en todo proceso social. Rozenblum, 2014)

El territorio es un  sistema complejo por excelencia. Así, podríamos afirmar que el territorio es un sistema abierto en el que se encuentran múltiples elementos heterogéneos que se encuentran estrechamente interrelacionados, son interdependientes y son interdefinibles y que tienen la capacidad de autoorganizarse y de producir fenómenos emergentes que no pueden ser explicados a partir de los componentes individuales. Estos sistemas que tienen una capacidad de diálogo con el entorno tienen propiedades irreversibles e impredectibles. Como sistemas complejos presentan además múltiples dimensiones, múltiples escalas y múltiples temporalidades. En el mismo sentido el paisaje es concebido como una unidad geográfica integrada por uno o más (micro) cuencas y mosaicos de tierras que están interconectadas y son interdependientes ecológica, sociológica o administrativamente, lo que proporciona la conectividad para especies, comunidades y procesos ecológicos (ICAA, 2016).

Como señala Rozenblum (2014) la complejidad en los territorios es indudable y los procesos de desarrollo que ocurren en ellos reflejan esa imbricada relación entre las dimensiones económico-productivas, sociales, culturales, político-institucionales y ambientales. Diversidad de actores, intereses y concepciones atraviesan los territorios y requieren esfuerzos orientados a construir compromisos colectivos que superen la ocurrencia de posibles conflictos. De ahí la importancia de analizar temas ecológicos, económicos y sociales en forma integral, complementando y estableciendo relaciones entre las variables que las definen en cada territorio. En este marco, las condiciones habilitantes para un desarrollo bajo en emisiones son financieras, institucionales, regulatorias, tecnológicas y de capacidades (MINAM,  2014).

Bajo un enfoque de complejidad del territorio Boisier  (2012: 27) menciona que:

Todos los sistemas territoriales tienden a convertirse en sistemas complejos, con numerosos subsistemas, alta interacción interna y externa, desorden/orden, incertidumbre, autopoiesis/expansión, transformación, y caos estocástico o determinista. Surgen propiedades emergentes o emergencias sistémicas, como se designa un nuevo estado de complejidad superior, resultante de la interacción entre sus elementos o subsistemas. Es una propiedad del todo, no de las partes e imposible de ser manejada mediante la disyunción analítica cartesiana.

Boisier (2004) señala la necesidad de identificar los subsistemas del territorio en los cuales introducir sinapsis y energía. El autor reconoce los siguientes subsistemas: axiológico (valores universales y singulares poseídos por la población), de acumulación (modelo de crecimiento económico), decisional (matriz de agentes de desarrollo) y matriz de poder, organizacional (mapa de organismos públicos y privados y características de ellos), procedimental (papel del cuasi-Estado local en la prestación de servicios, manejo de la información y apoyo al posicionamiento global del territorio) y subliminal (matriz de nueve categorías de capitales intangibles: Capital cognitivo, cultural, simbólico, social, cívico, psicosocial, organizacional, mediático, humano).

Boisier (2012: 32) al señalar las características básicas de los sistemas abiertos menciona los siguientes principios a tomar en cuenta en la gestión del territorio:

  • Principio de equifinalidad: Puede alcanzarse el mismo estado final partiendo de condiciones iniciales distintas.
  • Principio de heterogeneidad auto organizacional: Los sistemas abiertos evolucionan hacia estados de complejidad superiores mediante el intercambio de entropía con el entorno.
  • Principio de complejidad organizada: Los sistemas abiertos conjugan complejidad y autoorganización.
  • Principio de abundancia organizacional: Los sistemas abiertos poseen un número elevado de elementos componentes estructurados complejamente.
  • Principio teleológico: Poseen finalidades específicas que dependen de cada sistema específico.
  • Principio de retroalimentación: Feedbacks positivos y negativos.
  • Principio de complejidad jerárquica: A mayor complejidad, mayor jerarquización.

La Alianza de Trópicos Sostenibles (2014: 3) reconocen que las regiones tropicales están enfrentando un desafío cada vez más complejo: ¿Cómo pueden avanzar exitosamente las sociedades el desarrollo rural de forma que atiende al bienestar local y regional, mientras a la vez satisfaciendo su rol expandido en cuanto al cambio climático y la seguridad alimentaria?. En ese mismo sentido la Alianza de Trópicos Sostenibles (2014) plantea que se requieren abordajes innovadores y holísticos que integran las metas de mitigación del y adaptación al cambio climático con las preocupaciones sobre el bienestar humano, y que involucran una gama de actores relevantes.

La Alianza de Trópicos Sostenibles (2014:13) señala la necesidad de avanzar hacia una mentalidad territorial. No se puede lograr DRBE con una mentalidad de proyecto, en la cual se minimiza el grado de involucramiento de los gobiernos. La visión DRBE tiene que unir iniciativas a través de regiones enteras en apoyo de métricas comunes de éxito, con avances realizados hacia dichos hitos apoyados por incentivos positivos (el acceso al mercado, crédito, incentivos reglamentarios). En esa misma perspectiva Digiano et al. (2016) señalan que se requieren políticas, programas, finanzas y mercados integrados que fomenten el desarrollo rural equitativo, sostenible, de bajas emisiones a través de grandes jurisdicciones de bosque tropical. Asimismo, Fishbein y Lee (S.f)  mencionan que tenemos que pasar del enfoque de costo de oportunidad a un modelo de desarrollo transformacional. Como señala Arias-Pineda (2010: 26) ahora tenemos frente a nosotros la posibilidad de pasar de una visión lineal a una visión en bucle, de un pensamiento fragmentado a un pensamiento en red, de la dominación a la emancipación, de la degradación a la sustentabilidad.

Resumiendo se podría afirmar entonces que abordar el desarrollo rural bajo de emisiones desde una perspectiva de complejidad implica mirar las totalidades y las diversidades. Todos los actores, todas las dimensiones, todas las escalas, todas las variables y todos los elementos. Significa además mirar todas las interacciones y relaciones a partir de los cuales se generan dinámicas adaptativas complejas que explican la autoorganización, las emergencias, la adaptación y la evolución.

El desarrollo rural bajo en emisiones en una perspectiva sistémica implica reconocer su carácter de problema de frontera por lo que no es posible resolverlo solo desde una perspectiva disciplinar o desde esquemas institucionales o de gestión que privilegian la fragmentación administrativa, el aislamiento de competencias y funciones y la falta de coordinación. Siendo la gestión de la información un elemento fundamental de los sistemas complejos se requiere que ésta pueda organizarse de manera articulada e interoperable. Resultan también fundamentales los espacios de diálogo multiactor donde participen todos los actores involucrados, incluyendo su propia variabilidad interna, para generar información y sentido que revierta la entropía a favor de equilibrios dinámicos. En tal sentido los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden convertirse en un atractor que permita expandir la conciencia y articular los esfuerzos, imaginación y creatividad de todos los actores.

Todo ello nos lleva a reconocer la necesidad fundamental de cambios profundos en nuestra manera de concebir el desarrollo, nuestra manera de pensar y obrar. Desde el paradigma de desarrollo que privilegia lo económico sobre las otras variables no es posible avanzar significativamente en una propuesta de Desarrollo Rural Bajo de Emisiones. Desde una perspectiva de complejidad importan todas las dimensiones, importa la ingeniería, la poesía, la diversidad, la pluralidad, la intuición, lo local, lo particular y se convive con la incertidumbre. En tanto se valora el camino importa la historia y el contexto. Más que una propuesta parcial o fragmentaria lo que se propone es una posición ética y política que valora la religancia.

Bibliografía:
Arce, Rodrigo (2016). Gestión territorial y gobernanza (Nota en blog). PCN Post. Recuperado de: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-gestion-territorial-y-gobernanza/
Arce, Rodrigo. (2013). Gestión de los intangibles en el ordenamiento territorial. ECOTICIAS. Recuperado de: http://www.ecoticias.com/sostenibilidad/80276/Gestion-intangibles-ordenamiento-territorial
Arias-Pineda, Eduardo (2010). Gestión Ambiental Sistémica: Estrategia de Articulación para el Fortalecimiento de la Facultad de Ciencias Ambientales, Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia. Proyecto de Grado para el Pregrado en Administración Ambiental. Universidad Tecnológica de Pereira Facultad de Ciencias Ambientales Pregrado en Administración Ambiental Pereira.
Boisier, Sergio. (2012). Reflexiones sobre los Procesos Territoriales en el Siglo XXI Huellas en el Territorio y Trazos en el Mapa. Recuperado de:http://www.conectadel.org/wp-content/uploads/downloads/2013/04/Reflex-proces-territ-s-XXI-Boissier-2012-Format.pdf
Boisier, Sergio. (2004). Desarrollo Endógeno: ¿Para Qué?, ¿para quién. P. Universidad Católica de Chile: Recuperado de  http://www.cedet.edu.ar/Archivos/Bibliotecas/ponencia_boisier.pdf
Alianza de Trópicos Sostenibles. (2014). Fomentando el desarrollo de bajas emisiones de abajo hacia arriba. Recuperado de: https://earthinnovation.org/wp-content/uploads/2014/12/SusTropcisAlliance_Fomentando_DRBE.pdf
FAO (2015). Estimación de emisiones de gases de efecto invernadero en la agricultura Un manual para abordar los requisitos de los datos para los países en desarrollo. Roma: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Fishbein, Greg y Lee,  Donna. (S.f). Primeras Lecciones aprendidas de los programas Jurisdiccionales REDD+ y de Desarrollo Bajo en Emisiones. Recuperado de: http://admin.biblioteca.alianza-mredd.org/uploads/archivos/922812091c3c67b796eac4c39152feba1bfa1db9.pdf
Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICAA) (2016). Manejo Sostenible de Paisajes en la Iniciativa para la Conservación en la Amazonía Andina (ICAA). Lima: INICIATIVA PARA LA CONSERVACIÓN EN LA AMAZONÍA ANDINA (ICAA. Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Perú (INTE-PUCP)
M. DiGiano (EII), C. Stickler (EII), D. Nepstad (EII), J. Ardila (EII), M. Becerra (EII), M. Benavides (IBC), S. Bernadinus (INOBU), T. Bezerra (EII), E. Castro (IBC), M. Cendales (EII), C. Chan (EII), A. Davis (PRISMA), S. Irawan (INOBU), S. Kandel (PRISMA), E. Mendoza (EII), J. Montero (PNS), M. Osorio (IBC), J. Setiawan (EII). (2016). Aumentando los beneficios de REDD+ para los pueblos indígenas y comunidades tradicionales a través de un enfoque jurisdiccional. Recuperado de: https://earthinnovation.org/wp-content/uploads/2016/08/Aumentando_REDD_beneficios_2016_EII.pdf.
Ministerio del Ambiente del Perú – MINAM (2014). Abriendo caminos para un desarrollo bajo en emisiones en el Perú y Latinoamérica avances, retos, prioridades y oportunidades. Lima: Fondo Editorial del MINAM.
Rozenblum, Constanza. (2014). Una aproximación a la complejidad del territorio Aportes metodológicos para el análisis y la evaluación de procesos de Desarrollo Territorial: Buenos Aires: INTA.

Fuente:http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Desarrollo-Sustentable/Desarrollo-rural-bajo-de-emisiones-desde-una-perspectiva-de-complejidad

Imagen:https://lh3.googleusercontent.com/B0bRB52BmL2wtKrOdBnzqxPeIyf-pc5VrdP6mpxFQVRP65lWSyIzt9bhqnRgSTOaN84UXQ=s85

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Sudáfrica: South African universities need to rethink how they invest their millions

África/Sudáfrica/Agosto del 2017/Noticias/https://theconversation.com/

Universities are no longer simply institutions of learning. Over the past 50 years, they have also become important players in global financial markets. They have become institutional investors.

Universities have to decide what to do with the pension fund contributions of their staff. They also receive large monetary donations from alumni and other private donors. This money – millions, sometimes billions of dollars – goes into university investment funds. These can be managed internally or delegated to investment managers.

Harvard University in the US has the biggest endowment fund in the world with USD$32.7 billion, while university endowment funds in the UK hold between £2.5 million and £1 billion. Pension funds in the US and UK are even more substantial. For example, the California University pension fund boasts more than USD$70 billion.

University funds in southern Africa are much smaller, but some are still significant. According to our calculations, the universities with the largest endowments are all in South Africa, with the top five representing a little less than USD$1 billion collectively. The pension funds of the top 10 universities in the region come to around USD$3,6 billion.

The question of how universities choose to invest all this money is increasingly coming under scrutiny. In the US, Europe, Australia and New Zealand universities’ pension funds and endowment funds are starting to align their investment portfolios with the social concerns of their students and staff.

Putting assets to work for a better world

In the 1970s student and staff activists at US universities put serious pressure on their managements to stop investing in companies involved in the Vietnam war or, later on, in apartheid South Africa.

Today climate change is the issue that’s increasingly dominating the activist agenda on university campuses. Since 2012, 350.org, a climate change activist movement, has been pushing for total disinvestment from fossil fuels – with some significant victories . Student activists in the US have also called successfully for disinvestment from prisons.

In 2005 the UN established a responsible investment coalition called the Principles for Responsible Investment. Signatories pledge to invest according to six principles, aiming to achieve long-term sustainable investment returns and benefits for society as a whole. So far over 1000 investment managers have signed up, making it the biggest coalition of this kind in the world.

A few academic institutions have signed up too. Harvard’s USD$35 billion University Endowment Scheme joined in 2014. And at least four retirement funds, endowment funds or foundations linked to tertiary education institutions in the US and Europe signed up this year. As was the case with Harvard, this has often happened under pressure from student activists.

Progress at South African universities

So far no universities in South Africa or Africa have signed the principles. But there are signs that the idea of responsible investment is starting to gain some traction – especially within the heightened activism at South African universities.

For example, the South Africa fossil free disinvestment campaign has made significant progress at the University of Cape Town. After a four-year campaign, the university’s convocation of alumni and students this year voted to support a motion to disinvest from fossil fuels.

The Rhodes Must Fall movement also brought the issue of workers’ exploitation into focus. It accused leadership at the University of Cape Town of having blood on its hands for being invested in Lonmin at the time of the Marikana Massacre.

This was closely followed by nationwide Fees Must Fall protests. Protesters called on government to provide free education for all. In doing so, they challenged the idea that universities should operate as businesses according to free market principles. They also challenged the role of the university in society by calling for decolonisation of the institution.

Since then the University of Cape Town’s council has agreed to design a responsible investment policy. This makes it the first known Southern African university to do so.

Paradigm shift

For this movement to truly take off in Southern Africa’s universities, there needs to be a paradigm shift at the level of university management.

As stressed by the University of California, becoming a responsible investor is not about giving up on financial returns. Rather it’s about finding ways to achieve these while addressing societal challenges and opportunities. A responsible investor can decide to disinvest from environmentally and socially harmful sectors, but also to support new investment opportunities such as renewable energy.

An institutional investor that takes its responsibility towards future generations seriously should reflect on its values to take informed decisions on how financial returns can be better achieved. Fortunately it’s becoming easier to do this thanks to a surge in innovative investment strategies and funds that seek to achieve both good financial returns and positive social impacts. The African Investing for Impact Barometer – a research project that we run for the Bertha Centre for Social Innovation and Entrepreneurship at the UCT Graduate School of Business – charts the rise of opportunities like this and shows that impact investing on the continent is booming.

This trend, combined with activism, can persuade universities to become more proactive, creative and responsible investors.

Student and staff activists have clearly begun to interrogate the links between social and environmental issues and their universities’ investment choices. For university management, these questions present an opportunity to think about how their investment portfolios can be used address the social concerns of their students and staff. Universities – being both institutional investors and places of education – can ultimately find improved investment solutions that create a more sustainable future for the generations of learners to come.

Fuente: https://theconversation.com/south-african-universities-need-to-rethink-how-they-invest-their-millions-81306

Imagen: https://lh3.googleusercontent.com/oOHtvbKOtVstXaSILz8k5IUnf6HxdcznBCg46Av-iOEgmQVQPkxJb79kDV0EnZ071aV-pg=s85

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As by Fire – The end of the South African university

Africa/Agosto de 2017/Fuente: University World News

Resumen:  El fin de la universidad sudafricana principalmente  busca las causas profundas y subyacentes que explicaron las prometedoras pero también devastadoras protestas estudiantiles de 2015-16 en muchos de los principales campus universitarios del país. Las protestas estudiantiles son normales en Sudáfrica, pero esto fue diferente. Las protestas normales vienen en breve y los ciclos estacionales, se limitan sobre todo a los campus históricamente negros ya los antiguos politécnicos (technikons, ahora fusionados y retitulados universidades de la tecnología), y no son generalmente violentos. Comenzando con protestas contra la alienación cultural entre los estudiantes negros y el personal en los antiguos campus blancos (las llamadas protestas de los «RáfagasMustFall» comenzando en la Universidad de Ciudad del Cabo) y luego las exclusiones financieras de los estudiantes pobres (el llamado levantamiento #FeesMustFall empezando en la Universidad De los Witwatersrand), las universidades sudafricanas descendieron a una crisis sin precedentes.

I wrote As by Fire: The end of the South African universityprimarily to search for the deep, underlying causes that explained the promising but also devastating student protests of 2015-16 on many of the leading university campuses in the country.

Student protests are normal in South Africa but this was different. The normal protests come in brief and seasonal cycles, are mostly limited to historically black campuses and the former polytechnics (technikons, now merged and renamed universities of technology), and are generally not violent.

Beginning with protests against cultural alienation among black students and staff on former white campuses (the so-called #RhodesMustFall protests starting at the University of Cape Town) and then financial exclusions of poor students (the so-called #FeesMustFall uprising starting at the University of the Witwatersrand), South African universities descended into an unprecedented crisis.

An unfolding crisis

At first, starting in March 2015, the protests were largely peaceful and non-violent, and also enjoyed significant support from the broader community.

In quick succession prominent symbols of alienation came down, from the Rhodes statue at Cape Town to the bust of apartheid leader HF Verwoerd at the University of Stellenbosch. Universities across the country engaged in seminars and symposia on pressing subjects such as the transformation of the professoriate and decolonisation.

Then the second wave of protests shifted towards free higher education from October 2015 onwards and again there was broad support for the student struggle as the action spread from campuses to the Union Buildings in Pretoria where President Jacob Zuma had gathered student leaders and university vice-chancellors to figure out how to stem the tide of protests.

The president’s announcement of a zero-percent fee increase for the next year (2016) seemed to ease tensions on campuses.

But then as the new academic year started the protests took a serious turn for the worse. A largely leaderless movement, modelled on youth protests in other parts of the world, created opportunities for all kinds of new formations.

Protests on and around campuses turned violent and buildings of several major universities went up in flames, university leaders were attacked and humiliated, classes were regularly disrupted, roads onto campuses blocked, shantytowns erected and on one campus a worker died as a consequence of the protests.

The violent disruptions went on and on. Some universities closed for weeks, others for longer. Several campuses shifted to online learning in a desperate attempt not to lose the academic year. International universities stopped sending their students to some of the leading South African campuses.

Middle-class students started to look at overseas options for study as did some professors for work. Students from other African universities started to express concern about coming to South Africa for studies – a cheaper and nearer option for quality higher education than Europe or the United States.

What was going on?

Proxy for deeper concerns

The conclusions drawn from As by Fire are important for understanding the future prospects of higher education in South Africa.

It was clear that in many ways the campus protests were a proxy war for deeper concerns about the South African transition. The promise of democracy in 1994 did not deliver and this generation of post-apartheid students were angry and anxious about what this meant for their futures.

On campus the costs of higher education was one place in which they experienced severe hardship. Unable to meet the immediate (tuition fees) and broader social costs of university studies (accommodation, food, travel, family support, deferred income), a campus was the right place for young men and women to express their outrage that life had not improved under the illusory rainbow nation.

What the students rightly protested was the systemic character of the crisis in higher education, and this was the single most important contribution of the protest movement.

Lost in the fire

But something else was lost in the fire, so to speak. As the protests turned violent over extended periods of time, something much more fundamental had shifted in campus cultures that speak to the future of South African universities.

For one, violence and disruption had threatened to become the new normal on campuses. A lull in protests was often short-lived until the next crisis. Losing precious teaching time was now normal but also more visible as regular reports revealed the constant disruptions happening especially on black and merged university of technology campuses on any number of issues, from insourcing workers to the provision of more student accommodation.

What was also revealed was the extent of the welfarisation of the South African university; that is, the extent to which the university was now seen as a place to demand a range of support services outside of the longstanding duty of a place of higher learning – teaching, research and public service. Now routine student demands include sanitary pads and condoms alongside after-hours transportation and food services.

More and more the public university was seen as another government department and the officials tending them as officials of the state. The traditional notion of a university was now itself under threat.

Silencing and exclusion

Another cultural shift on campuses with potentially devastating consequences for universities is the closing down of space for dissent. That is, dissent from the dominant – though certainly not majority – student voice.

During the protests, and since then, criticism of the new orthodoxy (violence, disruption and even decolonisation) is met with immediate reprisal, from the drowning out of alternative voices to outright threats.

Some professors consciously avoid campus seminar topics in which they offer support but also criticism of the direction of the protest movement. Many students simply do not show up at events where the content and the atmosphere discourage not only voice but even presence – as with the disruption of a speech by Kenyan writer Ngugi wa Thiong’o in which the black students insisted that he not continue until the white people in the hall left.

These new patterns of silencing and exclusion merit a courageous study of its own but the implications for open, democratic and inclusive higher education are very serious.

Threats to university excellence

By taking a comparative perspective on what was happening in South Africa, it also became clear that the pressures changing post-apartheid universities were exactly the same that levelled the most promising post-colonial universities from Kenya and Uganda to Zimbabwe. Those factors included chronic instability and underfunding by the government.

For South Africa’s elite English campuses, the protests demonstrated that the appropriate frame of reference for these institutions was not the Oxbridge system but the post-colonial African university.

In the medium to long term, these campuses might well become mass-based training colleges for the poor going through the routines of what post-secondary institutions normally do but having lost the intellectual vitality, critical independence and world-class scholarship that rates these universities among the best in the world.

Which brings me to perhaps the main reason for writing As by Fire– to warn against this trend and to push back against what some already see as inevitable.

Fuente: http://www.universityworldnews.com/article.php?story=2017082408304974

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