Cada 16 de abril se conmemora el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil en homenaje del asesinato de Iqbal Masih, un niño pakistaní quien a la edad de 4 años comenzó a trabajar y fue privado de su libertad.
Todos los niños del mundo, sin excepción, tienen derecho a una vida saludable, educaciónde calidad y estar protegidos contra todo tipo de abuso y violencia.
No importa donde hayan nacido, cual de su color de piel, condición económica o sexual, todos los niños tienen los mismos derechos.
No obstante, esta realidad no se cumple ya que se estima que al menos 400 millones de menores en todo el mundo son esclavos, de los cuales 168 millones trabajan y 85 millones de ellos lo hacen en condiciones peligrosas.
Esta situación está a la alza en todo el mundo, y se debe a la complicidad o pasividad de los gobiernos, a conflictos armados u olas migratorias que ponen a los niños en condición de vulnerabilidad.
Los países en los que más predomina este flagelo son Eritrea, Somalia, República Democrática del Congo, Myanmar, Sudán, Afganistán, Pakistán y Zimbaue.
Niños en República del Congo
La violencia es el constante telón de fondo de la vida de sus habitantes, razón por la que los niños se ven particularmente afectados por el desplazamiento, el reclutamiento por parte de grupos armados y la crisis alimentaria.
Además, el alto costo de la educación hace que los padres decidan forzar a los menores a pasar el día en depósitos minerales, buscando grava o cobre con el fin de generar ingresos.
Infancia en Somalia
Considerado uno de los países más pobres en el mundo, el país vive un conflicto armado. Uno de cada dos niños somalíes se ve obligado a trabajar para satisfacer sus necesidades y las de su familia.
En Somalia, el trabajo infantil suele consistir en la realización de las tareas del hogar o en la ayuda en alguna empresa familiar.
Niñez en Afganistán
Este país asiático por razones más culturales, donde la mujer no trabaja fuera de casa, los niños son obligados a trabajar como vendedores ambulantes, portadores de agua, recolectores de cartón, limpia botas, ayudantes de taxistas, empleados del hogar o auxiliares dependientes de comercio.
En estos países mencionado muestran la triste realidad contra los infantes por lo que es necesario que el mundo entero tome acciones para erradicar la situación, ya que muchos de los niños sufren consecuencias físicas y psicológicas que perdurarán de por vida y que representan un peligro para su bienestar.
Fuente: https://www.telesurtv.net/news/dia-internacional-contra-esclavitud-infantil–20190416-0016.html
Los niños en África viven una infancia rodeada de adversidades que van más allá de simples trivialidades, éstos pequeños deben asumir difíciles retos desde muy temprana edad.
1. Difícil acceso a la educación y aprendizaje
Muchos de los niños en África desconocen un aula de clases. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2017, uno de cada cinco niños entre seis y 11 años no estaba escolarizado, y la situación es mucho peor para las niñas de ese continente ya que el 23% no asiste a la escuela primaria en comparación con el 19% de los varones.
2 Escasez de agua
África enfrenta una cruda escasez de agua durante todo el año, en este continente las lluvias son casi inexistentes. El periodo de sequía es uno de los más largos del planeta y los niños no escapan de esta realidad que los azota de manera indiscriminada durante todo su crecimiento.
3 Desnutrición y mala alimentación
Según el último informe realizado en conjunto por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef) en 2017, la deficiencia de peso en África por edad es de 13,9 mientras que en Nigeria el porcentaje de desnutrición alcanza el 47 por ciento de la población infantil.
4 Acceso a la salud
En la mayoría de los países del continente africano el sistema de salud es privado, aunado a la corrupción hospitalaria y a la escasez de medios humanos y técnicos, por lo que los pobladores menos privilegiados son vulnerados y marginados en este sentido. Los infantes son los más propensos a enfermarse ya que poseen un sistema inmunológico débil por la mal nutrición y la falta de vitaminas.
5 Sometimiento al trabajo forzado
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala a África como el mayor explotador laboral infantil, indica que 59 millones de infantes entre cinco y 17 años son forzados a ingresar al campo laboral, en situaciones extremas y peligrosas en muchos de los casos. Uganda, Sierra Leona, Somalia y Nigeria encabezan la exposición de menores al trabajo forzado.
Resumen: La etnicidad continúa moldeando la política del este de África de manera tanto predecible como inesperada, de acuerdo con los expertos africanos presentados en Peacebuilders, una nueva serie de podcasts de Carnegie Corporation of New York.
Ethnicity continues to shape East African politics in ways both predictable and unexpected, according to African experts featured on Peacebuilders, a new podcast series from Carnegie Corporation of New York.
The podcast looks in particular at Kenya, Somalia, Ethiopia and South Sudan. But as elsewhere in Africa, and indeed globally, the ways in which ethnic or group affiliations are understood and experienced differ. Coping with those differences creatively and fairly is key to building peace and stability.
For most of the podcast’s experts, efforts like government devolution in Kenya and ethno-federalism in Ethiopia are attempts to harness the dynamism of ethnic affiliations while preserving the prerogatives of the post-colonial nation-state.
For Ethiopian scholar Solomon Dersso, commissioner of the African Commission on Human and Peoples’ Rights, Ethiopia’s blend of leftist centralism and ethnic federalism is «such a very delicate balance to make. Getting the balance between these two is extremely difficult.»
Like Ethiopia, Kenya has been devolving power away from the capital and into local governments. The policy was adopted in part to reduce ethnic competition for power in the capital, which was convulsed by violence around the 2007 presidential elections.
«I think devolution in the Kenyan context, but also in Ethiopia,» Rashid Abdi of International Crisis Group says, «if it works well, it has the potential of actually putting all these countries onto a very solid path to what is stabilization.» And yet, Abdi continues, «In many ways Africa is regressing back to a very old principle of organizing politics, which is around ethnicity.»
Ethnicity can seem like a constant, but in South Sudan, Jok Madut Jok of the Sudd Institute argues, «I think the tribe has become stronger»: as the central state in Juba continues to fail to protect its citizens – sometime, quite the opposite – political collapse has «actually strengthened the affinity between members of the ethnic group as opposed to others, so in a sense it has fragmented the country further along ethnic lines.
A similar ethnicization can be found in Somalia, although as Somali lawyer Sagal Abshir points out, Somalis have now managed to exist for 30 years without much central government: «that whole Westphalian concept of ‘you have to have a state to have certain things», I mean, Somalia has disproved it. It exists.»
The relative unimportance of the central state is emphasized also by the Kenyan public intellectual Nanjala Nyabola. On «the ethnic question in Kenya,» Nyabola says, «one political decision we can make is to put it in its rightful place and not to overstate its importance.»
She points out that about 40% of Kenyans do not belong to any of the dominant ethnic groups, and that women often marry outside their ethnic group. Both factors add complexity and nuance to simplistic notions of ethnic politics.
Peacebuilders features nine episodes from East Africa. The second, on international interventions, and the remaining episodes – on everything from the future of the African Union to immigration to media and elections in Kenya – will then be broadcast weekly on Tuesday mornings.
The interviewers are Aaron Stanley, a program assistant with the Carnegie Corporation’s international security program, and Scott Malcomson, an author, journalist, and former government official and NGO executive.
Malcomson was a Carnegie Corporation media fellow in 2015-18, and is currently a fellow in international security at the New American Foundation and director of special projects at Strategic Insight Group.
Kulan muda laba maalin ah oo magalada Muqdisho uga socday hay’adaha waxbarshada ee dalka ka howgala, Waasaraddaha Maamul Goboleedyada xubnaha ka ah dowlada Federaalka iyo Wasaaradda waxbarshada Hidaha iyo Tacliinta sare ayaa waxa looga hadlay hirgelinta qorshaha mashariicda wax barshada ee dalka sanadka 2018 iyo in muhiim tahay in mashaaricda laga abaaro meesha ay ka jirto baahida waxbarsho .
Qaar ka mid ah xubnaha matalayay dowlad goboleedyada dalka ayaa soo dhaweeyay qorshaha Wasaaradda oo ah in la helo waxbarasho tayo leh iyo sidi loo soo celin lahaa xarumihii dugsiyadii lacag la’aanta oo ay Soomaaliya lahaan jirtay.
Agaasimaha Guud ee Wasaaradda Waxbarashada Hidaha iyo Tacliinta sare ee Xukuumadda Federaalka Soomaaliya ayaa sheegay in nidaamka dowladnimada uu soo noqonayo muhiimna ay tahay in laga wada shaqeeyo dhamaan hay’adaha Waxbarshada, sidii loo heli lahaa adeeg waxbarasho oo lacag la’aan ah.
Wasiirka Wasaarada Waxbarshada ee Xukuumadda Federaalka Soomaaliya Mudane Cabdiraxamaan Daahir Cusmaan ayaa xusay in ujeeddada kulanka uu ahaa isla xisaabtan dhab ah iyo sidii lo ogaan lahaa sida ay u shaqeeyaan hay’adaha Waxbarshada ee ka howgalaya guud ahaan dalka, isagoo xusay in dowladda ay xoogga saari doonto sidii loo heli lahaa adeeg waxbarasho oo tayo leh.
Hirgalinta qorshaha 2018 ee Waxabarshada dalka ayaa waxaa qeyb ka noqonaya dugsiyadii lacag la’aanta ahaa sida ay uga faa’iideystaan dadka danyarta ah ee xaq u leh in ay helaan Waxbarasho.
África/03 de Marzo de 2018/Autor: Redacción Iagua/www.iagua.e
Unos 4,7 millones de niños podrían verse obligados a dejar la escuela como consecuencia de los conflictos y la sequía que afectan a los países del este de África, lo que suponen unos 90.000 niños a la semana que verían truncados sus estudios, 12.000 al día, según ha alertado Save the Children.
La organización ha destacado que, para muchos, este sería el segundo año en el que se ven obligados a abandonar las clases por ese motivo y ha explicado que las escuelas cierran por la sequía y por la falta de estudiantes, porque los menores dejan de acudir para migrar con su familia a otras zonas donde haya agua y pastos para los animales.
Cuando los niños de Sudán del Sur, Somalia, Etiopía y Kenia dejan de acudir a las aulas, «crece inmediatamente el riesgo de que sean sometidos a abusos como el matrimonio infantil, el tráfico de menores y la prostitución«, ha advertido la ONG en un comunicado.
En Sudán del Sur, Somalia, Etiopía y Kenia casi 21 millones de personas carecen de seguridad alimentaria por la sequía o los conflictos armados que se desarrollan en la zona
«Si 12.000 niños abandonan la escuela cada día, esta región perderá toda una generación, una generación que no solo no será capaz de alcanzar todo su potencial, sino que se enfrentará a grandes riesgos para su salud y su seguridad», ha subrayado el director regional de Save the Children en África oriental y austral, David Wright.
«Mantener las escuelas abiertas durante la sequía es especialmente importante porque les proporcionan a los menores una oportunidad perfecta para disponer de comida, agua y medicina para que puedan aprender, permanecer seguros y conseguir grandes cosas», ha añadido Wright.
En Sudán del Sur, Somalia, Etiopía y Kenia casi 21 millones de personas carecen de seguridad alimentaria por la sequía o los conflictos armados que se desarrollan en la zona, según Save the Children.
En Sudán del Sur, la organización espera que el número de menores de cinco años que sufren de malnutrición se duplique con respecto al de 2017, llegando a 1,1 millones. En Somalia, el número de personas que necesitan asistencia alimenticia se ha multiplicado por seis, según la ONG, y solo el 30 por ciento de los niños pueden ir a la escuela.
Este mes, en Etiopía ya han cerrado 623 escuelas, según el Ministerio de Educación del país, mientras que el de Kenia ha advertido de que solo el 30 por ciento de los niños acuden a clase en Wajir y Mandera, áreas en el noroeste del país que suelen sufrir las sequías de manera especial.
Save the Children ha instado a continuar proporcionando financiación a las escuelas en África oriental y a que se escolarice a aquellos niños que ya se han visto obligados a dejar de acudir a clase. La organización va a poner en marcha varias medidas, como ofrecer comida, agua y vacunaciones en las escuelas, mantener horarios de clase flexibles o llevar las clases a donde sea necesario, como a los campos de refugiados.
UNICEF estima que necesitará casi 3.000 millones de euros este año para atender a 48 millones de menores alrededor del mundo. Casi un cuarto del presupuesto se destinará a los refugiados sirios, mientras el éxodo de los rohingya dispara la ayuda a Asia meridional.
Educación y acceso a agua, saneamiento e higiene serán los pilares de la acción de Unicef para este año, según el informe Intervención Humanitaria 2018 divulgado este martes por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. La organización estima que necesitará 2.920 millones de euros para hacer frente a las necesidades de 82 millones de personas en 51 países. Su objetivo es llegar a 48 millones de niños, uno de los colectivos más vulnerables, ya que uno de cada cuatro de ellos vive en países afectados por conflictos o desastres y casi 50 millones tuvieron que abandonar sus hogares debido a violencia, pobreza o catástrofes naturales.
Unicef estima que los niños que necesitan ayuda humanitaria urgente en el mundo son 85 millones. Cifras que esconden realidades. El año anterior, la organización fijaba sus exigencias en 3.100 millones de euros, casi 500 millones más que en 2016. Si por un lado la crisis del Zika ha remitido en comparación con el año anterior —a esta partida se destinaron 31,4 millones de euros en 2017—, el genocidio de los rohingya en Myanmar y su consecuente éxodo exigen aumentar el presupuesto destinado a Asia meridional. Esta cantidad pasa de 64,7 millones de euros en 2017 a 163,7 millones de euros en 2018, de los cuales el grueso (116,5 millones) irán a Bangladés, donde el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas de los campos ponen en riesgo la salud de los refugiados.
Oriente Medio y Norte de África se mantiene como la región que acapara la cifra más elevada, con 1.509 millones de euros, repartidos principalmente entre atención a refugiados sirios y otras poblaciones afectadas en Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Turquía (767 millones de euros, alrededor de un cuarto del conjunto del presupuesto global), Yemen (272 millones de euros) y Siria (270 millones de euros). Nigeria y República Democrática del Congo son los principales destinatarios del presupuesto de África central y occidental (567 millones de euros en el conjunto), así como Sudán del Sur, Somalia y Etiopía en la zona meridional y oriental del continente (cuyo presupuesto asciende a 523 millones de euros).
Uno de cada cuatro niños vive en países afectados por conflictos o desastres
En porcentajes, el Fondo de las Naciones Unidas prevé gastar un cuarto del presupuesto para que 8,9 millones de niños puedan tener acceso a la educación. Otra prioridad fijada por el informe es el acceso a agua, saneamiento e higiene (21% del total) para garantizar este derecho a 35,7 millones de personas. Unicef aspira también a tratar 4,2 millones de casos de malnutrición aguda infantil (a través del 18% del presupuesto) y vacunar a 10 millones de niños contra el sarampión. La protección de los menores concentrará el 11% del gasto anual con el objetivo de brindar apoyo psicológico para 3,9 millones de niños.
«Deberíamos estar hablando de desarrollo en estos tiempos, pero debido a la situación actual hemos tenido que volver a poner el foco en las emergencias», ha lamentado Javier Martos, director ejecutivo de Unicef Comité Español este martes en la presentación del informe en Madrid.
Cinco crisis que marcarán 2018
1. El éxodo de los rohingya
Pese a que el número de nuevas llegadas se vaya estabilizando, la emergencia se mantiene elevada en el campo de refugiados rohingya Kutupalong, en Cox’s Bazar, uno de los distritos más pobres de Bangladés. A las 688.000 personas huidas del vecino Myanmar desde el pasado mes de agosto, cuando se recrudeció la persecución contra esta minoría, se suman otras 75.000 llegadas hace un año, además de una cifra estimada entre los 300.000 y 500.000 acumulada a lo largo de cinco décadas de éxodo. Unicef calcula que, incluyendo a los comunidades locales, los niños suman al menos 720.000.
“Responder a las necesidades de agua, higiene y saneamiento es un reto muy complicado, debido a la congestión del campo y la falta de letrinas”, explica Sara Bordas, jefa de operaciones del Fondo de las Naciones Unidas en Kutupalong. “En los centros de educación, se ven niños muy sucios, no tienen bases de higiene. Nos queda mucho trabajo por hacer”.
El hacinamiento y la escasez de higiene favorecen la proliferación de enfermedades. El campo ya ha registrado varios brotes de sarampión, difteria, infecciones agudas a las vías respiratorias y abre la puerta al riesgo de una epidemia de cólera.
Bordas se muestra preocupada también por los niveles de desnutrición aguda grave. “El ratio registrado el pasado mes de octubre era del 7,5%, muy por encima del límite de emergencia, fijado en el 3%”, asegura. “En el campo, además, también hay 80.000 mujeres embarazadas, muchas de las cuales ya están desnutridas”.
“No hay mucho que hacer en el campo, pero los niños frecuentan centros de educación no formal, donde reciben también apoyo psicosocial, en especial las víctimas de abusos sexuales. Trabajamos también en la prevención, para que no vuelva a ocurrir en un campo en el que hay mucha gente desesperada”, asegura.
“Al principio, nos centramos en no perder vidas, trabajando en salud, nutrición, agua, saneamiento e higiene, pero ahora podemos agregar una parte de esperanza, basada en educación y protección. Solo estamos en el quinto mes de respuesta, pero aún no hemos alcanzado nuestros objetivos”.
Durante la presentación del Informe sobre Acción Humanitaria 2018 en Madrid, algunos niños intervinieron en directo desde Kutupalong para contar sus historias sin casi levantar la cabeza desde la hoja en la que dibujaban flores de colores. «Cuando llegaron al campo el pasado mes de septiembre, solo dibujaban helicópteros y gente que huía», explica Bordas.
2. El conflicto sirio y la crisis de refugiados en Oriente Próximo
El conflicto en Siria, a punto de cumplir siete años, ha causado más de seis millones de desplazados internos y más de cinco millones de sirios, entre ellos 2,5 millones de niños, viven como refugiados en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Los fondos recaudados el año pasado apenas alcanzaron la mitad de la cifra necesaria para atender a las necesidades básicas en el país, especialmente las de los menores que viven en zonas sitiadas (se estima que sean 200.000) y en áreas de difícil acceso (1,7 millones).
El pasado mes de diciembre, organizaciones internacionales alertaron de un déficit de 60 millones de dólares (50,6 millones de euros) que pone en riesgo la atención a 1,5 millones de menores ante el frío del invierno.
A los estragos del conflicto, se suma el desplazamiento interno de personas como consecuencia del calentamiento global y de la progresiva desertificación de algunas zonas del país. Acnur calcula que los años de sequía consecutiva y crónica entre 2005 y 2011 obligaron a emigrar a más de un millón y medio de personas de las áreas rurales del sur de Siria.
Fran Equiza, representante de Unicef en Siria, ha aprovechado la presentación del informe para poner rostro a los niños de este país que en su vida solo han vivido y experimentado las consecuencias de la guerra civil. Y la vida para los que escapan, ha agregado, no es más simple. «Huyen de las balas, de las minas y del riesgo de ser reclutados por cualquiera de las partes en conflicto», ha explicado.
MÁS DINERO EN 2017, PERO MÁS EMERGENCIAS
Pese al incremento en comparación con el año anterior, la financiación en 2017 no fue suficiente para responder a las necesidades de los más vulnerables, sobre todo para emergencias crónicas, como la de República Centroafricana o de Malí. Unicef cerró el mes de diciembre pidiendo 3.790 millones de dólares (frente a los 3.360 millones de dólares estimados en enero), debido sobre todo a los flujos de refugiados y desplazados en Bangladés y en República Democrática de Congo; el riesgo de hambruna en Nigeria, Somalia y Sudán del Sur; el brote de cólera en Yemen; los huracanes en el Caribe y las inundaciones en Nepal.
A lo largo de 2017, los refugiados y migrantes que llegaron a Europa fueron 164.000 —incluyendo a 29.000 niños—, al mismo tiempo que distintos conflictos de larga duración se enquistaron alrededor del mundo. El de Siria, por ejemplo, está a punto de cumplir siete años y ha causado más de seis millones de desplazados internos, mientras que cinco millones de sirios, la mitad niños, viven como refugiados en los países vecinos. En Irak, casi nueve millones de personas necesitan ayuda humanitaria. Entre ellos, hay más de cuatro millones de niños. La escalada de violencia en República Democrática del Congo ha obligado a más de 1,7 millones de personas a abandonar sus hogares y los niños que sufren malnutrición aguda ya superan los dos millones. La crisis de la cuenca del lago Chad sigue afectando a 17 millones de personas en Camerún, Chad y Níger, al mismo tiempo que se recrudece la violencia y se incrementa el número de desplazados internos en la zona nororiental de Nigeria.
La sequía que azota el Cuerno de África ha afectado a 17 millones de personas en Etiopía, Somalia y Kenia, que quedan expuestas al riesgo de epidemias. El paso de los huracanes Irma y María por el Atlántico, por su parte, se dejó atrás a más de 1,4 millones de personas —un cuarto de ellos, niños— con necesidad de asistencia humanitaria.
En 2017 se registró también un incremento sin precedentes en brotes de cólera, en países como República Democrática del Congo, Irak, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen. Esta “emergencia en la emergencia” -como la define el informe de Unicef- en muchos casos está relacionada con los conflictos armados, a la raíz del colapso de las infraestructuras de agua y saneamiento.
El Gobierno de EE UU se mantuvo a lo largo de 2017 como el principal donante del Fondo para la Infancia con 441,8 millones de euros, a pesar de que la Administración Trump anunciara a principios de año su intención de aplicar un tijerazo de «al menos» un 40% de las contribuciones voluntarias a la ONU y otros organismos internacionales por parte de EE UU.
Equiza ha lamentado que en el país se registraran 72 casos de polio en 2017, una enfermedad a punto de ser erradicada, cuando en 2011 el 100% de los niños estaba inmunizado.
El representante de Unicef participó el pasado mes de diciembre en un convoy dirigido a Guta oriental, un distrito cercano a Damasco que lleva cuatro años bajo asedio, donde registraron índices de malnutrición de casi el 12%. «Hace unas semanas, intentamos volver, pero no nos autorizamos. Lamentablemente, ahora no sé cuál es la situación de estos niños».
3. La guerra en Yemen
La muerte el pasado mes de diciembre del expresidente Ali Abdalá Saleh, desalojado durante la Primavera Árabe, a manos de los Huthi hace temer que se recrudezca la guerra en el país.
Yemen acumula casi tres años de conflicto y está al borde de una de las hambrunas más terribles de la era moderna, con 17 millones de personas que no saben si comerán mañana. Las tasas de desnutrición siguen siendo de las más altas del mundo, con casi dos millones de pequeños desnutridos y, de ellos, 385.000 con desnutrición severa aguda.
El colapso del sistema de salud, la falta de agua y alimentos constituyen un caldo de cultivo que no permite bajar la guardia ante la posibilidad de un nuevo brote de diarrea aguda (cólera).
Aunque se ha reducido la violencia, sube la alerta ante la crisis humanitaria. La desnutrición severa en menores alcanza el 10% y ya se cuentan 38.000 afectados por el cólera, mientras que los centros de salud han sido abandonados o carecen de medicamentos y personal.
5.Sudán del Sur
Más de un millón de niños sursudaneses sufren desnutriciónsevera. Las organizaciones humanitarias aún se enfrentan a muchos obstáculos para entregar ayuda en distintas zonas del país, consideradas demasiado inseguras desde que comenzó el conflicto en 2013.
La infancia en Sudán del Sur se enfrenta a muchos otros retos, más allá del hambre. Más de 2.300 niños han resultado muertos o heridos en los últimos cuatro años y se han registrado cientos de casos de violaciones y agresiones sexuales, según datos de Unicef. Dos millones de menores están fuera de la escuela y, si la situación actual se mantiene, es probable que solo uno de cada 13 niños acabe la escuela primaria, alerta Médicos sin Fronteras.
Africa/Somalia/24.10.2017/Autor y Fuente: https://www.ei-ie.org/
Las consecuencias del terrible bombardeo de Mogadiscio se están sintiendo lejos de la capital mientras la comunidad educativa expresa su solidaridad por los compañeros perdidos en este acto violento que se ha cobrado la vida de cientos de personas.
El bombardeo de un concurrido y céntrico barrio de Mogadiscio, que tuvo lugar el 14 de octubre, constituyó el peor caso de violencia que se ha visto en el país durante el conflicto civil en curso. Los últimos informes dan cuenta de al menos 300 muertos y 500 personas heridas.
Entre las personas que han perdido la vida se encuentran estudiantes y miembros del Sindicato Nacional de Docentes de Somalia (SNUT), afiliado nacional de la Internacional de la Educación (IE).
“Este ataque es uno de los actos terroristas más letales y entre las víctimas se encontraban docentes y estudiantes universitarios que cursaban su último año de carrera”, confirmó Yaqub Moalim, Secretario General de SNUT.
En respuesta al ataque, la IE ha emitido una firme declaración de apoyo a SNUT.
“Bajo ningún concepto se puede o se debe tolerar la violencia ejercida contra civiles inocentes, motivo por el cual la IE insta a las autoridades a redoblar sus esfuerzos destinados a proteger a los ciudadanos de Somalia”, señala el comunicado. “Cualquier acto de terrorismo es criminal e injustificable. Al reafirmar la necesidad de hacer frente al terrorismo por todos los medios posibles, la IE está convencida de que el antídoto al extremismo se encuentra en las aulas, de que la educación es la manera más sostenible y pacífica de contrarrestar el odio”.
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