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Romper el cerco, navegando el mundo

Los llamados gobiernos progresistas en nuestra región siguen teniendo múltiples impactos negativos contra los movimientos populares y los pueblos en movimiento. Así como salimos de las dictaduras más fuertes y mejor organizados, de los períodos progresistas salimos divididos y debilitados, por una doble pinza de aislamiento y represión.

Nos aíslan desplegando políticas sociales miserables y nos siguen reprimiendo con la misma o mayor saña que antes. El aspecto clave, el núcleo que permite tanto el aislamiento como la represión, es la legitimidad que tienen estos gobiernos, y con ellos el aparato estatal, que les permite hacer casi cualquier disparate sin sufrir costos políticos serios.

Se presentan como anti-neoliberales aunque siguen adelante con el extractivismo, la minería y las grandes obras de infraestructura. Enarbolan un discurso contra la derecha pero gobiernan con los mismos modos y objetivos, o sea la acumulación desenfrenada de capital. En gran medida, su legitimidad se debe a ciertos caudillos que abrevan en la cultura patriarcal-colonial que formateó nuestras repúblicas.

Adquirieron semejante legitimidad porque, luego de décadas de dolor y sangre, la gente necesita creer, con la misma devoción de quien va misa, con actitudes que no admiten discusión porque son verdades que los caudillos bajan del cielo para consumo de masas.

Tienen algo a favor los progresismos, que nunca tuvieron las derechas: incorporaron funcionarios en puestos de mando que provienen de los movimientos o de sus periferias, que conocen muy bien la cultura de la contestación, los modos de las y los militantes y, por lo tanto, nuestros puntos débiles. El poder los utiliza para destruirnos y luego los bota en el basurero de la historia, como diría Marx.

Quienes vendieron su conciencia por un puñado de dólares y un cuarto de hora de poder y brillo mediático, deberían mirar el destino de los cuadros del PT de Brasil, quienes terminaron en el anonimato y purgan condenas, despreciados tanto por los de arriba como por los de abajo. La operación se repite, una y otra vez, en Argentina y en Ecuador, donde buena parte de esos cuadros terminaron siendo olvidados incluso por quienes los subieron a la grupa.

Para quienes persistimos en el anticapitalismo, estos gobiernos son una pesadilla. Pero, sobre todo, son el mayor peligro que se cierne sobre las clases populares, los pueblos originarios y negros. En el Cono Sur, no hemos encontrado salidas a esta situación, y el retorno de las derechas al gobierno nos ha encontrado enormemente debilitados y, sobre todo, sin proyecto propio.

Por todo lo anterior, creo que la iniciativa del EZLN delineada en el comunicado del 5 de octubre “Una montaña en alta mar”, marca un rumbo importante: el hermanamiento de resistencias y rebeldías más allá de las fronteras nacionales, de montañas y de mares.

El camino trazado consiste en caminar/navegar para “encontrar lo que nos hace iguales”, las resistencias de cualquier geografía que son “pistas de una humanidad que se niega a seguir al sistema en su apresurado paso al colapso”, como dice el comunicado.

“Rebeldías y resistencias que entienden, cada quien con su modo, su tiempo y su geografía, que las soluciones no están en la fe en los gobiernos nacionales, que no se gestan protegidas por fronteras ni visten banderas y lenguas distintas”. Reconocernos, mirarnos, acercarnos y seguir caminando juntos, un ejercicio que en plena pandemia es más necesario que nunca.

Fieles a su trayectoria y a su modo de ver el mundo, los zapatistas buscan abrir espacios de encuentro entre las y los que luchan, en vez de construir aparatos burocráticos que enarbolan la “unidad” como núcleo del proceso emancipatorio que, en la realidad, se convierte en nuevos modos de dominación al imponer al conjunto del mundo anti-capitalista una dirección única y centralizada, que manda sin obedecer a las bases.

Ese tipo de aparatos, como los partidos y las iglesias, encarnan los modos patriarcales y coloniales de hacer política, que se limitan a cambiar al que está arriba pero deja intacto el modelo, sus formas de hacer y hasta sus objetivos.

Abrir nuevos espacios y lugares de encuentro entre quienes resistimos, busca superar el aislamiento y el confinamiento a que nos quieren someter los poderosos para mejor continuar con sus negocios. Sabemos que con eso no alcanza, pero es un paso ineludible para romper el cerco político, militar e informático del progresismo mexicano y regional.

Como en el poema “Viaje a Itaca” de Konstantino Kavafis, deseamos que “el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias”. Porque lo importante no es dónde lleguemos sino el camino mismo, los encuentros y los hermanamientos entre abajos en lucha.

Fuente: https://desinformemonos.org/romper-el-cerco-navegando-el-mundo/

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México: Ya no estamos dispuestos a vivir más en la calle»: otomís toman instalaciones del INPI

“No nos quedó otra alternativa más que tomar el Instituto para que las autoridades volteen a mirar nuestras necesidades”, dijo la mañana del  12 de octubre, Marisela Mejía Peréz, concejala del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), luego de que la comunidad otomí residente en la Ciudad de México tomara las instalaciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) en el marco del 528 aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América.


La concejala indicó que la comunidad otomí mantendrá la toma hasta que el titular del INPI, Adelfo Regino, y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, entablen un diálogo para la resolución de sus demandas, entre las cuales se encuentra el cumplimiento de su derecho a una vivienda digna.

“Ya no estamos dispuestos a vivir más en la calle”, señaló Mejía. “Hoy estamos en tiempos de festejar, ¿pero festejar qué? Es el día de la raza, ¿y qué se festeja? ¿A las comunidades en la calle, las que no tienen en dónde vivir, a los que siempre los mismos los pisotean? Siempre nos ven hacia abajo. Ahorita sí dicen que hay que celebrar con las comunidades, pero nosotros no tenemos nada que celebrar. Llevamos tres años en la calle, ¿vamos a esperar otro año más?”, agregó.

Desde las diez de la mañana del  12 de octubre, los otomís entraron al Instituto a desalojar a los trabajadores de los cinco pisos del edificio. “Resistieron un poco, pero no pasó a mayores”, explicó la concejala otomí.

Los indígenas que el pasado lunes tomaron las instalaciones del INPI llevan tres años en campamentos improvisados, luego de que el sismo del 19 de septiembre de 2017 los obligara a abandonar sus casas. Desde entonces, las autoridades no han actuado para garantizarles su derecho a una vivienda digna.

“Según esta Cuarta transformación iba a llegar a cambiar, pero al contrario. Después de la pandemia hemos quedado peor, en los campamentos no hay agua, no hay nada”, explicó Mejía.

Los otomís señalaron que también tomaron el Instituto en solidaridad con las comunidad autónomas zapatistas en Chiapas y para exigir un alto al hostigamiento en contra del Ejército Zapatistas de Liberación Nacional (EZLN). “Si en Chiapas no los dejan en paz, no soltaremos aquí”, finalizó la concejala.

Fuente e imagen:  https://desinformemonos.org/ya-no-estamos-dispuestos-a-vivir-mas-en-la-calle-otomis-toman-instalaciones-del-inpi/

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La Crisis del Reformismo Educativo en México

 Juan Carlos Miranda Arroyo

“La Crisis del Reformismo Educativo en México. Observaciones críticas del período 2013-2020”, (En prensa, 2020), son el título y subtítulo del proyecto de nuevo libro que en estos días preparo, y del cual ya concluí el primer borrador general.

Aprovecho este espacio para compartirles, con gusto, que este libro es el producto de una serie de reflexiones que he escrito y publicado en los últimos cuatro años, en torno a las dos iniciativas de Reformas Educativas diseñadas y aplicadas en México durante la década pasada: La Reforma Educativa “reactiva”, que ha sido impulsada por el gobierno del presidente López Obrador, en lo que va del actual sexenio político (2018-2024); así como los intentos fallidos de cambio educativo del sexenio anterior (2012-2018), a través de la autoproclamada Reforma Educativa “Estructural” (“Pacto por México”) del ex presidente Peña Nieto.

Con este volumen se complementa también la caracterización e interpretaciones que propuse, hace dos años, sobre la Reforma Educativa 2012-2018, en el libro “Cambio Educativo y Políticas Públicas en México” (UPN, Unidad Querétaro, 2018). En esta oportunidad, incluyo, así mismo, textos que combinan los artículos gentilmente publicados en el sitio “SDP Noticias.com”, y algunas notas complementarias que he recopilado durante estos dos últimos años.

La pretensión de esta colección de ensayos breves, escritos a través de una narrativa de los hechos y de un análisis de las contradicciones y problemas, que derivaron, a mi parecer, en una crisis del “reformismo educativo”, es proponer un conjunto de observaciones críticas acerca de las Reformas Educativas puestas en marcha durante los últimos 10 años. El fenómeno de estudio que se construye, así, se organiza en dos campos o movimientos de reformas educativas iniciadas y diseñadas por las cúpulas dirigentes de este país. En ello está enfocado el análisis crítico, pues muestro sus semejanzas, discrepancias y coincidencias; sus elementos de ruptura y continuidades; sus precisiones e indefiniciones, entre otros aspectos.

Al mismo tiempo, introduzco una discusión informada acerca de las inconsistencias de la Reforma Educativa (2018-2020) que busca reemplazar a la anterior y que, lamentablemente, terminó por sólo convertirse en una reforma “reactiva”, no propositiva ni transformadora, de raíz”, como se propuso originalmente (al menos eso se percibe en lo que va del periodo sexenal). Este libro representa, en otras palabras, un análisis crítico de la narrativa y las agendas educativas oficiales de las dos reformas educativas ensayadas durante el período 2013-2020.

De manera esquemática, comparto con ustedes los títulos de los 10 capítulos generados al calor de la labor de integración de los textos: 1. Reforma Educativa: Continuidad o Cambio de Rumbo; 2. Rasgos del Reformismo en Educación; 3. Los núcleos de la discusión; 4. Alcances y perspectivas; 5. Lógicas del Reformismo Educativo; 6. Reforma Educativa: Mirar a la Escuela de otra manera; 7. Los sinsabores de las Reformas; 8. Orientaciones con mirada hacia el futuro; 9. Reflexiones y consideraciones finales; y Epílogo: Prioridades educativas (y obstáculos) 2020-2024.

Espero que este material de lectura y de análisis propuesto o sugerido, aporte algunos elementos esenciales al debate actual sobre las reformas educativas y sobre el complejo proceso de trazado-aplicación de las políticas públicas de este sector en México, durante el periodo mencionado.


*Fragmentos de la sección de ´presentación´ del libro: ““La Crisis del Reformismo Educativo en México. Observaciones críticas del período 2013-2020”, (En prensa, 2020), del autor de esta columna, y de próxima publicación.

Fuente:  https://profelandia.com/la-crisis-del-reformismo-educativo-en-mexico/

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LGES: uniformar y controlar

Por: Hugo Aboites*


La iniciativa de Ley General de Educación Superior (LGES) carece de la visión histórica que le permita valorar las profundas diferencias en la educación y su origen. De la Revolución mexicana surgió un normalismo inédito, comprometido y popular; del 68, la autonomía universitaria, un espacio independiente y crítico de formación de alto nivel. Instituciones distintas pero por eso indispensables, y que, desde la educación básica a la superior, construyeron al país del siglo XX. Esas importantes singularidades están hoy a punto de perderse porque la LGES crea un Sistema Nacional de Educación Superior único que, al incluir a la normal como una más de las instituciones productoras de profesionistas, le quita su carácter e identidad de escuela de Estado, espacio de formación de un magisterio de mentalidad comprometida con niños y comunidades y con una idea progresista, profundamente distinta a la que impulsan otras instituciones. Es un sistema que, además, busca que las universidades autónomas lleguen a consensos con las tecnológicas y privadas sobre planes y programas de estudio. Ni las universidades del Bienestar estarán libres de esta presión. Sobre todo cuando este sistema será profundamente autoritario. La ley dice, por ejemplo, que corresponde de manera exclusiva a la autoridad educativa federal (SEP) “coordinar el Sistema Nacional de Educación Superior (Art. 47). Para “modificar y actualizar los planes y programas…de las escuelas normales” (47, VI). Por otro lado, a escala estatal corresponderá a los gobernadores también “de manera exclusiva…coordinar el Sistema Local de Educación Superior” (Art. 48, I) y determinar el desarrollo de la educación superior de la entidad de manera concertada y participativa entre la autoridad educativa local y las instituciones de educación superior (Art. 54, I). Y es un desarrollo concebido como lineal donde no existen vocaciones institucionales distintas, sólo un diferente nivel de desarrollo de las instituciones (Art. 56) y un solo patrón de evaluación, la excelencia (Arts. 58, 59). En el caso de la Ciudad de México, serán coordinadas por el gobierno local, la UNAM, UAM, IPN, tecnológicos, las normales, las universidades del Bienestar, y, por supuesto, las privadas. Y, como en cada estado, entre todos podrán consensarse contenidos “para que… sean incluidos en los planes y programas de las escuelas normales.” (Art. 48, VI). Con la acotación de que en todo esto valdrá igual el voto de la Universidad Platón, digamos, que el de la UNAM. Y esa es sólo una de las 50 atribuciones que tiene la estructura federal-estatal (Ver Arts. 47-49). Pero, además, un Consejo Nacional para la Coordinación de la E.S. incorporará funciones adicionales (Art. 53), y tendrá una composición nada democrática: de un total de 118 miembros casi todos (100) serán autoridades (de SEP-Conacyt, estatales, rectores importantes, Anuies, rectores y rectoras de públicas y privadas). El resto, 18, serán académicos y estudiantes, pero, no ilusionarse demasiado, estas personas serán propuestas por una instancia oficial y elegidas por el [propio]Consejo, que podrá funcionar sin ellas. En suma, el consejo viene a institucionalizar el poder que ya ejercían ciertos rectores clave, muchos de los gobernadores en la relación con las universidades locales, el sector privado educativo (incluyendo Coparmex) y la cúpula de la Anuies.

La nueva organización del poder que establece la LGES, va aún más lejos. El sector privado tendrá acceso a los centros de decisión. Así, respecto del Consejo Nacional de Participación, se habla de los titulares de las instituciones públicas y privadas (Art.52). Y tendrán un peso muy importante porque gracias al número de instituciones privadas (3.2 mil vs. 2.2 mil públicas) inevitablemente serán parte importante de los 54 representantes de subsistema y región que forman dicho consejo (Art. 52). Podrán también ser parte de la representación de la Anuies –entre los gobernadores tendrán algunos de su lado– y finalmente las privadas podrán acceder al Reconocimiento a la Excelencia Educativa (Art. 72), algo que dará prestigio y clientes.

La inclusión de este nuevo actor privado y privatizador, a la conducción nacional de la educación superior contrasta violentamente con la exclusión que se hace a una verdaderamente libre y significativa representación de estudiantes y trabajadores académicos y administrativo y sus problemas. Con todo lo anterior, es posible pensar que será aún más conflictivo el contexto que en los pasados 20 años ha atestiguado potentes movilizaciones contra la modernización educativa impuesta y privatizadora: en la UNAM, IPN, UAM, y en el sector normalista-magisterial, contra la reforma educativa y Ayotzinapa. Y la LGES ni siquiera garantiza el derecho humano a la educación, pues cede a rectores públicos y privados, el poder para imponer requisitos. ¿La 4ª transformación?

*UAM-Xochimilco

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/10/10/opinion/012a2pol

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Iríamos a aprender»: EZLN viajará para escuchar las luchas de los pueblos en el mundo

La lucha por la vida no es una obsesión en los pueblos originarios. Es, más bien, una vocación… y colectiva», aseguró el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en un comunicado en el que enuncia algunas de las problemáticas que aquejan a los pueblos no sólo de México, sino también de Palestina, Kurdistán, Grecia, Euskadi y Wallmapu.


Luego del anuncio de la visita del EZLN a Europa, a realizarse en abril de 2021, los zapatistas expusieron que en el viaje escucharán «directamente» las historias y luchas de los pueblos en resistencia.

«Si se pudiera ir a todos esos rincones de este planeta moribundo, ¿qué haría usted?  Bueno, no sabemos. Pero nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, iríamos a aprender», destacó el EZLN.

En el marco de la conmemoración de los 500 años “de la supuesta conquista de lo que hoy es México”, el EZLN anunció que “diversas delegaciones zapatistas, hombres, mujeres y otroas del color de nuestra tierra” saldrán a recorrer el mundo, teniendo como primer destino el continente europeo.

A continuación el comunicado completo:

Quinta Parte: LA MIRADA Y LA DISTANCIA A LA PUERTA

Octubre del 2020.

  Supongamos que es posible elegir, por ejemplo, la mirada.  Supongamos que usted puede librarse, así sea por un momento, de la tiranía de las redes sociales que imponen no sólo qué se mira y de qué se habla, también cómo mirar y cómo hablar.  Entonces, supongamos que usted levanta su mirada.  Más arriba: de lo inmediato a lo local a lo regional a lo nacional a lo mundial.  ¿Lo mira?  Cierto, un caos, un desbarajuste, un desorden.  Entonces supongamos que usted es un ser humano; vaya, que no es una aplicación digital que, velozmente, mira, clasifica, jerarquiza, juzga y sanciona.  Entonces usted elige qué mirar… y cómo mirar.  Pudiera ser, es un supositorio, que mirar y juzgar no sean lo mismo.  Así que usted no sólo elige, también decide.  Cambiar la pregunta de “eso, ¿está mal o bien?”, a “¿qué es eso?”.  Claro, la primera cuestión lleva a un debate sabroso (¿todavía hay debates?).  Y de ahí al “Eso está mal –o bien- porque yo lo digo”.  O, tal vez, hay una discusión sobre qué es el bien y el mal, y de ahí a los argumentos y citas con pie de página.  Cierto, tiene usted razón, eso es mejor que recurrir a “likes” y “manitas arriba”, pero le he propuesto cambiar el punto de partida: elegir el destino de su mirada.

  Por ejemplo: usted decide mirar a los musulmanes.  Puede usted elegir, por ejemplo, entre quienes perpetraron el atentado contra Charlie Hebdo o entre quienes marchan ahora por los caminos de Francia para reclamar, exigir, imponer sus derechos.  Puesto que usted ha llegado a estas líneas, es muy probable que se decante por los “sans papiers”.  Claro, también se siente usted en la obligación de declarar que Macron es un imbécil.  Pero, obviando ese rápido vistazo hacia arriba, usted vuelve a mirar los plantones, campamentos y marchas de los migrantes.  Usted se pregunta por el número.  Le parecen muchos, o pocos, o demasiados, o suficientes.  Ha pasado de la identidad religiosa a la cantidad.  Y entonces usted se pregunta qué quieren, por qué luchan.  Y aquí usted decide si acude a los medios y las redes para saberlo… o les escucha.  Suponga que les puede preguntar.  ¿Les pregunta usted su creencia religiosa, cuántos son?  ¿O les pregunta por qué abandonaron su tierra y decidieron llegar a suelos y cielos que tienen otra lengua, otra cultura, otras leyes, otro modo?  Tal vez le respondan con una sola palabra: guerra.  O tal vez le detallen lo que esa palabra significa en su realidad de ellos.  Guerra.  Usted decide investigar: ¿guerra dónde?  O, más mejor. ¿por qué esa guerra?  Entonces le abruman con explicaciones: creencias religiosas, disputas territoriales, saqueo de recursos o, simple y llanamente, estupidez.  Pero usted no se conforma y pregunta por quién se beneficia de la destrucción, del despoblamiento, de la reconstrucción, de la repoblación.  Encuentra los datos de diversas corporaciones.  Investiga a las corporaciones y descubre que están en varios países, y que fabrican no sólo armas, también autos, cohetes interestelares, hornos de microondas, servicios de paquetería, bancos, redes sociales, “contenido mediático”, ropa, celulares y computadoras, calzado, alimentos orgánicos y no, empresas navieras, ventas en línea,  trenes, jefes de gobierno y gabinetes, centros de investigación científica y no, cadenas de hoteles y restaurantes, “fast food”, líneas aéreas, termoeléctricas y, claro, fundaciones de ayuda “humanitaria”.  Usted podría decir, entonces, que la responsabilidad es de la humanidad o del mundo entero.

  Pero usted se pregunta si el mundo o la humanidad no son responsables, también, de esa marcha, plantón, campamento de migrantes, de esa resistencia.  Y llega entonces a concluir que, puede ser, es probable, tal vez, es un sistema íntegro el responsable.  Un sistema que produce y reproduce el dolor, a quienes lo infligen y a quienes lo padecen.

  Ahora vuelva usted la mirada a la marcha que recorre los caminos de la Francia.  Suponga que son pocos, muy pocos, que sólo es una mujer que carga un su pichito.  ¿Le importan ahora su creencia religiosa, su lengua, sus ropas, su cultura, su modo?  ¿Le importan que sea sólo una mujer que carga su pichito en brazos?  Ahora olvídese de la mujer por un momento y enfoque su mirada sólo en la criatura.  ¿Importa si es varón o hembra u otroa? ¿Su color de piel?  Tal vez descubra usted, ahora, que lo que importa es su vida.

  Ahora, vaya más allá, después de todo ya llegó usted hasta estas líneas, así que unas más no le harán daño.  Ok, no mucho daño.

  Suponga que esa mujer le habla y usted tiene el privilegio de entender lo que le diga.  ¿Usted cree que ella le exigirá que le pida perdón por el color de su piel de usted, su creencia religiosa o no, su nacionalidad, sus antepasados, su lengua, su género, su modo?  ¿Usted se apresura a pedirle perdón por ser quien es?  ¿Espera que ella le perdone y usted regrese a su vida con esa cuenta saldada?  ¿O que ella no le perdone y usted se diga “bueno, al menos lo intenté y estoy sinceramente arrepentido de ser quien soy”?

  ¿O teme que ella no le hable, que sólo le mire en silencio, y usted sienta que esa mirada le pregunta “¿Y tú, qué?”?

  Si llega usted a este razonamiento-sentimiento-angustia-desesperación, entonces, lo lamento, usted no tiene remedio: usted es un ser humano.

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  Aclarado así que usted no es un bot, repita el ejercicio en la Isla de Lesbos; en el Peñón de Gibraltar; en el Canal de la Mancha; en Nápoles; en el río Suchiate; en el río Bravo.

  Ahora mueva su mirada y busque Palestina, Kurdistán, Euskadi y Wallmapu.  Sí, lo sé, marea un poco… y no es todo.  Pero en esos lugares, hay quienes (muchos o pocos o demasiados o suficientes) también luchan por la vida.  Pero resulta que conciben la vida ligada inseparablemente a su tierra, a su lengua, su cultura, su modo.  A eso que el Congreso Nacional Indígena nos enseñó a llamar “territorio”, y que no es sólo un pedazo de tierra.  ¿No tiene la tentación de que esas personas le cuenten su historia, su lucha, sus sueños?  Sí, lo sé, tal vez sea mejor para usted recurrir a Wikipedia, pero ¿no le tienta el escucharlo directamente y tratar de entenderlo?

  Regrese ahora a eso que está entre los ríos Bravo y Suchiate.  Acérquese a un lugar que se llama “Morelos”.  Un nuevo acercamiento de su mirada al municipio de Temoac.  Enfoque ahora la comunidad de Amilcingo.  ¿Mira usted esa casa?  Es la casa de un hombre que en vida llevó el nombre de Samir Flores Soberanes.  Frente a esa puerta fue asesinado.  ¿Su delito?  Oponerse a un megaproyecto que representa muerte para la vida de las comunidades a las que pertenece.  No, no me equivoqué en la redacción: Samir es asesinado no por defender su vida individual, sino la de sus comunidades.

  Más aún: Samir fue asesinado por defender la vida de generaciones que aún no son ni pensadas.  Porque para Samir, para sus compañeras y compañeros, para los pueblos originarios agrupados en el CNI y para nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, la vida de la comunidad no es algo que transcurra sólo en el presente.  Es, sobre todo, lo que vendrá.  La vida de la comunidad es algo que se construye hoy, pero para el mañana.  La vida en la comunidad es algo que se hereda, pues.  ¿Usted cree que la cuenta se salda si los asesinos –el intelectual y el material- piden perdón?  ¿Piensa que su familia, su organización, el CNI, nosotr@s, quedaremos conformes con que pidan perdón los criminales?  “Perdónenme, yo lo señalé para que los sicarios procedieran a ejecutarlo, y siempre he sido un boquiflojo.  Veré de corregirme, o no.  Ya les pedí perdón, ahora quiten su plantón y vamos a completar la termoeléctrica, porque si no, se va a perder mucho dinero”  ¿Usted supone que eso esperan, esperamos, que por eso luchan, luchamos?  ¿Para que pidan perdón?  ¿Que declaren “disculpen, sí, asesinamos a Samir y, de paso, con este proyecto, asesinamos a sus comunidades.  Ya pues, perdónenos.  Y si no nos perdonan, pues no nos importa, el proyecto se tiene que completar”?

  Y resulta que los mismos que pedirían perdón por la termoeléctrica, son los mismos del Tren mal llamado “Maya”, los mismos del “corredor transístmico”, los mismos de presas, minas a cielo abierto y centrales eléctricas, los mismos que cierran fronteras para detener la migración provocada por las guerras que ellos mismos alimentan, los mismos que persiguen al Mapuche, los mismos que masacran al Kurdo, los mismos que destruyen Palestina, los mismos que disparan a los afroamericanos, los mismos que explotan (directa o indirectamente) a trabajadores en cualquier rincón del planeta, los mismos que cultivan y enaltecen la violencia de género, los mismos que prostituyen a la niñez, los mismos que le espían a usted para saber qué le gusta y venderle eso -y si no le gusta nada, pues hacen que le guste-, los mismos que destruyen la naturaleza.  Los mismos que quieren hacerle creer, a usted, a los demás, a nosotr@s, que la responsabilidad de ese crimen mundial y en marcha, es responsabilidad de naciones, de creencias religiosas, de resistencia al progreso, de conservadores, de lenguas, de historias, de modos.  Que todo se sintetiza en un individuo… o individua (no olvidar la paridad de género).

  Si se pudiera ir a todos esos rincones de este planeta moribundo, ¿qué haría usted?  Bueno, no sabemos. Pero nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, iríamos a aprender.  Claro, también a bailar, pero una cosa no excluye a la otra, creo.  Si hubiera esa oportunidad estaríamos dispuest@s a arriesgarlo todo, todo.  No sólo nuestra vida individual, también nuestra vida colectiva.  Y si no existiera esa posibilidad, lucharíamos por crearla.  Por construirla, como si de un navío se tratara.  Sí, lo sé, es una locura.  Algo impensable.  ¿A quién se le ocurriría que el destino de quienes resisten a la termoeléctrica, en un pequeñísimo rincón de México, le podría interesar a Palestina, al Mapuche, al vasco, al migrante, al afroamericano, a la joven ambientalista sueca, a la guerrera kurda, a la mujer que lucha en otra parte del planeta, al Japón, a China, a las Coreas, a Oceanía, a la África madre?

  ¿No deberíamos, en cambio, ir, por ejemplo, a Chablekal, en Yucatán, al local del Equipo Indignación, y reclamarles: “¡Ey! Ustedes son de piel blanca y son creyentes, ¡pidan perdón!”?  Casi estoy seguro de que responderían: “no hay problema, pero esperen su turno, porque ahora estamos ocupad@s en acompañar a quienes se resisten al Tren Maya, a quienes sufren despojos, persecución, cárcel, muerte.”  Y agregarían:

  “Además tenemos que atender la acusación que el supremo nos hace de que estamos financiadas por los Iluminatti como parte de un complot interplanetario para detener a la 4T”.  De lo que sí estoy seguro es que usarían el verbo “acompañar”, y no los de “dirigir”, “mandar”, “conducir”.

  ¿O deberíamos mejor invadir las Europas al grito de “¡ríndanse cara-pálidas!”, y destruir el Partenón, el Louvre y el Prado y, en lugar de esculturas y pinturas, llenar todo de bordados zapatistas, especialmente de cubre bocas zapatistas –que, dicho sea de paso, son eficaces y bonitillos-; y, en lugar de pastas, mariscos y paellas, imponer el consumo de elotes, cacaté y yerba mora; en lugar de refrescos, vinos y cervezas, pozol obligatorio; y quien salga a la calle sin pasamontañas, multa o cárcel (sí, opcional, porque tampoco hay que exagerar); y exclamar “¡A ver, esos rockeros, marimba obligatoria!  ¡Y desde ahora puras cumbias, nada de que reggaeton (¿le tienta, verdad?) ¡A ver tú, Panchito Varona y Sabina, los demás a los coros, arránquense con “Cartas Marcadas”, y en loop, aunque nos den las diez, las once, las doce, la una, las dos y las tres… y ya, porque mañana hay que madrugar!  ¡Oyes otro tú, ex rey pies-en-polvorosa, deja en paz a esos elefantes y ponte a cocinar!  ¡Sopa de calabaza para toda la corte! (lo sé, mi crueldad es exquisita)?

  Ahora dígame: ¿usted cree que la pesadilla de los de arriba es que les obliguen a pedir perdón?  ¿No será que lo que les puebla el sueño de cosas horrendas es que desaparezcan, que no importen, que no se les tome en cuenta, que sean nada, que su mundo se desmorone sin apenas hacer ruido, sin nadie que les recuerde, que les erija estatuas, museos, cánticos, días de guardar?  ¿No será que les da pánico la posible realidad?

Foto: Colectivo Cotric

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  Fue de las pocas veces que el finado SupMarcos no recurrió a un símil cinéfilo para explicar algo.  Porque, no están ustedes para saberlo, ni yo para contarles, el difunto podía referir las etapas de su corta vida, cada una, a una película.  O acompañar una explicación sobre la situación nacional o internacional con un “como en la película tal”.  Claro, más de una vez tenía que recomponer el guión para que se ajustara a lo narrado.  Como la mayoría de nosotros no habíamos visto el filme referido, y no teníamos señal para consultar en los celulares la wikipedia, pues le creíamos.  Pero no nos desviemos del tema.  Esperen, creo que lo dejó escrito en alguno de esos papeles que saturan su baúl de los recuerdos… ¡Aquí está!  Va pues:

  “Para entender nuestro empeño y el tamaño de nuestra osadía, imaginen que la muerte es una puerta que se cruza.  Habrá muchas y variadas especulaciones sobre lo que hay detrás de esa puerta: el cielo, el infierno, el limbo, la nada.  Y sobre esas opciones, decenas de descripciones.  La vida, entonces, podría ser concebida como el camino hacia esa puerta.  La puerta, la muerte pues, sería así un punto de llegada… o una interrupción, el impertinente tajo de la ausencia hiriendo el aire de la vida.

  A esa puerta se llegaría, entonces, con la violencia de la tortura y el asesinato, el infortunio de un accidente, el penoso entornar la puerta en una enfermedad, el cansancio, el deseo.  Es decir, aunque la mayoría de las veces se llegaba a esa puerta sin desearlo ni pretenderlo, también sería posible que fuera una elección.

  En los pueblos originarios, hoy zapatistas, la muerte era una puerta que se plantaba casi al inicio de la vida.  La niñez se topaba con ella antes de los 5 años, y la cruzaba entre fiebres y diarreas.  Lo que hicimos el primero de enero de 1994 fue tratar de alejar esa puerta.  Claro, hubo que estar dispuestos a cruzarla para lograrlo, aunque no lo deseáramos.  Desde entonces todo nuestro empeño ha sido, y es, por alejar esa puerta lo más posible.  “Alargar la esperanza de vida”, dirían los especialistas.  Pero vida digna, agregaríamos nosotr@s.  Alejarla hasta lograr colocarla a un lado, pero muy adelante del camino.  Por eso dijimos al inicio del alzamiento que “para vivir, morimos”.  Porque si no heredamos vida, es decir camino, ¿entonces para qué vivimos?

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  Heredar vida.

  Eso es precisamente lo que le preocupaba a Samir Flores Soberanes.  Y eso es lo que puede sintetizar la lucha del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala, en su resistencia y rebeldía contra la Termoeléctrica y el llamado “Proyecto Integral Morelos”.  A sus demandas de detener y desaparecer un proyecto de muerte, el mal gobierno responde argumentando que se perdería mucho dinero.

  Ahí, en Morelos, se sintetiza la confrontación actual en todo el mundo: dinero versus vida.  Y en ese enfrentamiento, en esa guerra, ninguna persona honesta debería ser neutral: o con el dinero, o con la vida.

  Así que, podríamos concluir, la lucha por la vida no es una obsesión en los pueblos originarios.  Es más bien… una vocación… y colectiva.

Vale.  Salud y que no olvidemos que perdón y justicia no son lo mismo.

Desde las montañas de Los Alpes, dudando qué invadir primero: ¿Alemania, Austria, Suiza, Francia, Italia, Eslovenia, Mónaco, Liechtenstein?  Nah, es broma… ¿o no?

El SupGaleano practicando su “gómito” más elegante.

México, Octubre del 2020.

Del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro: Una montaña en alta mar.  Parte I: La balsa.

Y en los mares de todos los mundos que en el mundo son,
se miraron montañas que se movían sobre el agua y, con el
rostro negado, mujeres, hombres y otroas sobre ellas
”.
“Crónicas del mañana”. Don Durito de La Lacandona. 1990.

  Al tercer intento fallido, Maxo quedó pensativo y, después de unos segundos, exclamó: “Quiere lazo”.  “Te lo dije”, obvió Gabino.  Los restos de la balsa flotaban dispersos, chocando unos con otros al gusto de la corriente del río que, haciendo honor a su nombre de “Colorado”, se pintaba del barro rojizo que arrancaba de las orillas.

  Llamaron entonces a un escuadrón miliciano de caballería, que llegó al ritmo de la “Cumbia Sobre el Río Suena”, del maestro Celso Piña.  Fueron empatando los lazos e hicieron dos tramos largos.  Mandaron a un equipo del otro lado del río.  Amarrados sus lazos a la balsa, ambos grupos podrían controlar el trayecto del navío sin que acabara deshecho, arrastrado el manojo de troncos por un río que ni siquiera se daba por enterado del intento de navegación.

  El despropósito en curso surgió después de que se decidió la invasión…, perdón, la visita a los cinco continentes.  Y pues ya ni modos.  Porque, cuando se votó, y al final el SupGaleano les dijo “están locos, no tenemos barco”, Maxo respondió: “hacemos uno”.  Rápido empezaron a hacer propuestas.

  Como todo lo absurdo en tierras zapatistas, la construcción del “barco” convocó a la banda de Defensa Zapatista.

  “Las compañeras van a morir miserablemente”, sentenció Esperanza, con su ya legendario optimismo (en algún libro la niña encontró esa palabra y entendió que era para referirse a algo horrible e irremediable, y la usa al contentillo: “Mis mamaces me peinaron miserablemente”,  “La maestra me puso tache miserablemente”, y así), cuando al cuarto intento, la balsa se desmadejó casi inmediatamente.

  “Y los compañeros”, se sintió el Pedrito obligado a añadir, dudando si la solidaridad de género era conveniente en ese destino… miserable.

  “Nah”, replicó Defensa.  “Compañeros como quiera repones, pero compañeras… ¿dónde vas a encontrar?  Compañera, de veras compañera, no cualquiera”.

  La pandilla de Defensa estaba colocada estratégicamente.  No para contemplar los avatares de los comités para construir el barco.  Defensa y Esperanza tenían tomada de las manos a Calamidad, quien ya había intentado dos veces lanzarse al río para rescatar la balsa, y en ambas fue tacleada por el Pedrito, el Pablito y el amado Amado.  El caballo choco y el gato-perro fueron arrollados desde el arranque.  Se preocupaban innecesariamente.  Cuando el SupGaleano vio que llegaba la horda, asignó 3 pelotones de milicianas en la orilla del río.  Con su habitual diplomacia y sin dejar de sonreír, el Sup les dijo: “Si esa niña llega al agua, todas mueren”.

  Después del éxito en el sexto intento, los comités probaban cargando la balsa de lo que llamaron “cosas esenciales” para el viaje (una especie de kit de supervivencia zapatista): un costal de tostadas, panela, un costalillo de café, algunas bolas de pozol, un tercio de leña, un trozo de nailon por si llueve.  Quedaron contemplando y se dieron cuenta de que algo faltaba.  Claro, no tardaron en traer una marimba.

  Maxo fue donde el Monarca y el SupGaleano revisaban unos diseños de los que les contaré en otra ocasión y dijo: “Oí, Sup, quiere que les mandes carta a los del otro lado: que busquen lazo y que lo empatan para que esté un buen de largo, y lanzan hasta acá y entonces desde las dos orillas vamos moviendo el “barco”.  Pero quiere que se organizan, porque si cada quien lanza una cuerda por su lado, pues nomás no llegan.  Quiere que los empatan pues, y organizados”.

  Maxo no esperó a que el SupGaleano saliera de su desconcierto, y tratara de explicarle que había una gran diferencia entre una balsa hecha con troncos amarrados con bejuco, y un barco para cruzar el Atlántico.

  Maxo se fue a supervisar la prueba de la balsa con toda la impedimenta.  Discutieron quién subía para probar con personas, pero el río latigueaba con un rumor tétrico, así que optaron por hacer un muñeco y trincarlo en medio de la embarcación.  Maxo era como el ingeniero naval porque, hace años, cuando una delegación zapatista fue a apoyar el campamento Cucapá, se metió al Mar de Cortés.  Maxo no explicó que casi se ahoga porque el pasamontañas se le pegó a nariz y boca y no podía respirar.  Cual viejo lobo de mar explicó: “es como un río, pero sin corriente, y más doble, un buen tanto, como la laguna de Miramar”.

  El SupGaleano estaba tratando de descifrar cómo se dice “lazo” en alemán, italiano, francés, inglés, griego, euskera, turco, sueco, catalán, finlandés, etc., cuando la mayor Irma se acercó y le dijo “ponle que no están solas”.  “Ni solos”, agregó el teniente coronel Rolando.  “Ni soloas”, aventuró la Marijose, que llegó para pedir a los musiqueros que hagan una versión del Lago de los Cisnes pero en cumbia.  “Así, alegre pues, que se bailen pues, que no esté triste su corazón”.  Los musiqueros preguntaron qué cosa es “cisnes”.  “Son como patos pero más bonitillos, como que estiraron mucho su pescuezo y así quedaron.  Que sea que son como jirafas pero caminan como patos”.  “¿Se comen?”, preguntaron los musiqueros, que sabían que ya era la hora del pozol y sólo habían llegado para dejar la marimba.  “¡Cómo crees!, los cisnes se bailan”.  Los musiqueros se dijeron que una versión de “pollito con papas” podría servir.  “Lo vamos a estudiar”, dijeron, y se fueron a tomar pozol.

  Mientras tanto Defensa Zapatista y Esperanza convencían a Calamidad de que, puesto que el SupGaleano estaba ocupado, su champa estaba vacía y era muy probable que hubiera escondido un paquete de mantecadas en la caja del tabaco.  Calamidad dudaba, así que tuvieron que decirle que allá podrían jugar a las palomitas.  Se fueron.  El Sup les vio alejarse, pero no se preocupó, era imposible que encontraran el escondite de las mantecadas, ocultas bajo bolsas de tabaco hongueado, y, dirigiéndose al Monarca y señalando unos diagramas, le preguntó “¿Estás seguro de que no se hunde?  Porque se ve que va a estar pesado”.  El Monarca quedó pensando y respondió: “De repente”.  Y luego dijo, serio: “pues que lleven vejigas, así flotan” (nota: vejigas = globos).

  El Sup suspiró y dijo: “más que un barco, lo que necesitamos es un poco de cordura”.  “Y más lazo”, añadió el SubMoy, que iba llegando justo en el momento en que la balsa, hasta el tope de carga, se hundía.

   Mientras en la orilla el grupo de Comités contemplaba los restos del naufragio y la marimba flotando patas arriba, alguien dijo: “suerte que no subimos el equipo de sonido, ése es más caro”.

  Todos aplaudieron cuando salió a flote el muñeco de trapo.  Alguien, previsor, le había puesto, bajo los brazos, dos vejigas infladas.

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/iriamos-a-aprender-ezln-viajara-para-escuchar-las-luchas-de-los-pueblos-en-el-mundo/

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¿Qué es la Noviolencia Activa? ¿Luchas en México hoy?

Por: Pietro Ameglio

 

El 2 de octubre es el día mundial de la noviolencia, en memoria del aniversario del nacimiento de Gandhi, en Portbandar (Gujarat, 1869). Es también el aniversario de la muerte -en 1995- del padre Donald Hessler, pionero de la noviolecia y las comunidades eclesiales de base en México, quien acuñó dos ideas centrales para caracterizar esta forma de vida y lucha social (www.serpajmx.org): “La noviolencia es la más violenta de las violencias, pero no busca destruir al adversario sino su cambio hacia la justicia”. Y agregaría aquí una frase complementaria de Gandhi: “no podemos esperar a que el adversario tarde treinta años en cambiar, por eso recurrimos a la acción directa”. La otra concepción muy original que Donald difundía tenía relación con el Nican Mopohua (Aquí se narra), versión náhuatl del siglo XVI del relato de la aparición de María de Guadalupe a Juan Diego, donde cuestionaba: “¿Qué le pidió María a Juan Diego? Que sea humilde y audaz”. Para quienes hemos luchado desde esta práctica y cultura (“antigua como las montañas”, según Gandhi, quizás con demasiado optimismo), sabemos por experiencia directa la veracidad, complejidad y potencialidad de ambas ideas.

En México, el 2 de octubre es también la fecha en que se realizó -en 1968- el mayor hecho social de violencia masiva brutal de ejecuciones extrajudiciales, en nuestra historia posrevolucionaria. Así, violencia y noviolencia, guerra y paz, son caras de una misma moneda del orden social que nos atraviesa, y exigen tanto conocimiento de una como de otra.

Profundicemos un poco en la conceptualización de la noviolencia (http://www.ceprevide.gob.mx/wp-content/uploads/sites/15/2019/11/Cevepride-no-4-DIC-2019-ISSUU_page-0001.jpg), ya que es un término que siempre se ha prestado a confusiones y por eso desde hace algunas décadas se le ha agregado el complemento de “activa”, para distinguirla de un “pacifismo o resistencia pasiva”. Creemos que es mejor escribir la palabra toda junta porque expresa así una cultura y forma de acción con principios y lógicas históricas propias, que van mucho más allá de verse como una simple oposición a la violencia, como si al no haber una aparente violencia directa (no-violencia o no violencia), existiera ya la noviolencia (justicia, dignidad, co-operación, desobediencia a las órdenes inhumanas). Es un poco lo que sucede con la “paz armada” o “negativa”, que se cree es dada por la “ausencia de guerra”. Ni la noviolencia ni la paz positiva se definen como opuestas a la violencia o a la guerra.

Por ello, los diferentes movimientos sociales de muchos pueblos en todas partes del mundo, que realizaron luchas justicieras o de liberación noviolentas, han buscado siempre definiciones más precisas desde sus culturas autóctonas, para que la gente las entendiera mejor y no se cayera en discusiones maniqueas o bizantinas: Gandhi hablaba del “Satyagraha” (Fuerza de la verdad) y del “Ahimsa” (Fuerza del alma, no causar daño a ningún ser viviente); Martin Luther King de la “Fuerza del amor”; en Filipinas contra el dictador Ferdinand Marcos esta forma de lucha se llamó el “Poder del pueblo”; en Checoslovaquia en la lucha contra la dictadura soviética fue el “Poder de los sin poder”; en México actualmente es la “Resistencia civil”.

Para Gandhi, sistematizador e innovador moderno de esta filosofía y práctica:

“La noviolencia es la fuerza más grande que la humanidad tiene a su disposición, tan antigua como las montañas. No es una virtud monacal destinada a procurar la paz interior y a garantizar la salvación individual, sino una regla de conducta necesaria para vivir en sociedad, ya que asegura el respeto a la dignidad humana y permite que progrese la causa de la paz, según los anhelos más fervientes de la humanidad. La noviolencia no consiste en ‘abstenerse de todo combate real contra la maldad’. Por el contrario, veo en la noviolencia una forma de lucha más enérgica y más auténtica que la simple ley del talión, que acababa multiplicando por dos la maldad. Contra todo lo que es inmoral, pienso recurrir a armas morales y espirituales. A mi juicio, la noviolencia no tiene nada de pasivo. Por el contrario, es la fuerza más activa del mundo…Es la ley suprema. No se puede ser noviolento de verdad y permanecer pasivo ante las injusticias sociales”.

Si pudiéramos explicitar -con base en nuestra experiencia- un poco las diferentes áreas desde donde la noviolencia se puede abordar o incorporarse a ella, sin perder de vista que se trata de una “totalidad”, podríamos decir que se han desarrollado históricamente aspectos de acción social directa, de filosofía, de espiritualidad, de experiencias de vida comunitaria, de economía justa y solidaria.

Por otro lado, los principios de fondo tienen raíces en tradiciones religiosas, espirituales, humanistas, culturales, sociales, económicas y políticas de la humanidad en el sentido más amplio y plural. Por ejemplo, el cristianismo ve en la vida de Jesús un modelo noviolento sobre todo en el pasaje del “amor al enemigo”; el budismo en la “compasión” y el “desapego”; los pueblos indios y autóctonos de todo el mundo han crecido y sobrevivido con su gran integración a la Madre Tierra (”Pacha Mama”) y al Buen Vivir (“Lekil Kuxlejal” en tzeltal); el islam tiene en la frase de Mahoma “no hagas daño y no recibirás daño” uno de los principios universales más importantes de la noviolencia, que unen a todas las tradiciones: no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a tí.

Asimismo, si quisiéramos profundizar y agrupar conceptualmente en ciertos ejes algunos de estos principios esenciales más universales y característicos de la filosofía y práctica de la noviolencia, que se han ido acumulando y enriqueciendo desde la acción y reflexión de pueblos y personajes de todo el mundo y tiempo, podríamos decir que: 1) es una fuerza basada en el poder de verdad y del Amor, cuya primera exigencia consiste en respetar y promover la justicia legítima alrededor de nosotros y en todos los territorios posibles, distinguiendo entre el ser humano y sus actos. Para evitar “deshumanizar” al otro, es necesario conocer más acerca del proceso social que construyó en él esa inhumanidad, enfrentarla y detenerla, sin odiarlo ni eliminarlo a él también, aunque él quiera hacer eso con nosotros y nosotras; 2) es también necesario evitar caer en reproducir y aumentar la “espiral del odio, la violencia y la guerra”; 3) los medios deben ser tan justos y humanizantes como los fines, porque los medios ya son un fin en sí mismos (decía Gandhi que: “Los medios son como la semilla y el fin como el árbol. Entre el fin y los medios hay una relación ineludible como entre el árbol y la semilla”); 4) finalmente, en el plano de la cultura, la educación y la acción directa resulta esencial construir cuerpos, grupos y movimientos capaces de practicar la “desobediencia debida a toda orden inhumana” (Juan Carlos Marín), en oposición a la “obediencia a priori a la autoridad y a toda orden de castigo que emita”.

En México es muy extendida y usada actualmente la idea de resistencia civil, incluyendo en este concepto a toda forma de lucha por las propias territorialidades, identidades, culturas, recursos naturales y cuerpos, principalmente en un sentido de “defensa de”, ante un ataque de despojo, expropiación, represión o exterminio. Michael Randle afirma que “La resistencia civil es un método de lucha política colectiva basada en la idea de que los gobiernos dependen en último término de la colaboración, o por lo menos de la obediencia de la mayoría de la población, y de la lealtad de los militares, la policía y los servicios de seguridad civil…Funciona a base de movilizar a la población civil para que retire ese consenso, de procurar socavar las fuentes de poder del oponente, y de hacerse con el apoyo de terceras partes”.

En el “Programa Constructivo de la India”, Gandhi apuntaba al inicio su idea fundamental respecto del poder en las relaciones pueblo-autoridad, para la lucha social:

“Hace mucho tiempo que estamos acostumbrados a pensar que el poder emana únicamente de las asambleas legislativas. Considero esta creencia como un grave error, debido a la inercia o al efecto de una sugestión colectiva. Un estudio superficial de la historia británica nos ha llevado a creer que el poder es confiado al pueblo por las asambleas parlamentarias. La verdad es que el poder viene del pueblo y que para un tiempo determinado confiamos su ejercicio a los representantes del pueblo que hemos escogido. El parlamento no tiene ningún poder, ni existencia siquiera, independientemente del pueblo. Durante estos últimos veinte años me he esforzado en convencer al pueblo de esta verdad tan sencilla. La desobediencia civil es la llave del poder. Imaginemos a un pueblo entero negándose a conformarse con las leyes vigentes y dispuesto a soportar las consecuencias de esta insubordinación”. Y complementaba el mismo Gandhi: “Hasta a los gobiernos más despóticos les es imposible permanecer en el poder sin el acuerdo de sus gobernados. Es verdad que el déspota cuenta muchas veces, gracias a la fuerza, con el consentimiento del pueblo. Pero apenas el pueblo deja de temer a la fuerza del tirano, su poder se derrumba. La democracia no está hecha para los que soportan como borregos. En un régimen democrático, cada individuo guarda celosamente su libertad de opinión y acción”.

A su vez, aunada a esta toma de conciencia individual y colectiva del “propio poder”, otra de las principales armas noviolentas está en la acumulación de “fuerza moral” -derivada también del incremento de “fuerza material”-, en la “firmeza permanente” (a veces significa no moverse de un lugar hasta lograr la demanda) para lograr los objetivos de la lucha. Por ello resulta tan importante lograr que la verdad de una lucha sea muy visible y conocida en la sociedad -a través de los medios, alianzas y las acciones públicas-, para que la autoridad -por la presión social- sea forzada a aplicar la justicia. Resulta también clave tomar conciencia que las acciones de resistencia civil noviolenta que un grupo, movimiento o persona emprenda, tienen que buscar tener una relación de intensidad y proporcionalidad con las acciones de violencia que el adversario desarrolle, si no el efecto de presión sobre él será insuficiente. Y es claro también que las propias acciones deben medirse según las fuerzas y apoyos de que se disponga, para evitar riesgos, provocaciones, represión o derrotas innecesarias.

Dos luchas de resistencia civil en México hoy ¿cuál noviolencia?

Por supuesto, que la lucha noviolenta -o pacífica como la llaman algunos- no es la única forma de resistencia civil, ni necesariamente la más válida o legítima. De ninguna manera queremos absolutizar, hacer proselitismo ni catecismo de esta forma de lucha milenaria. Adherirse o no a ella no es invalidar o negar otras formas de lucha. Pero, nos parece que la mejor forma de respetar y meter el cuerpo en las distintas luchas es tomar conciencia de lo que realmente proponen como estrategia y táctica, y conceptualizarlas lo más claramente posible. También es cierto que, desde siempre, en muchas luchas se han mezclado diferentes enfoques lo que a veces hace compleja su caracterización. Pero, plantearse de llevar adelante una lucha noviolenta sin acumular “fuerza moral” -legitimidad- es impensable.

En este sentido, quisiéramos reflexionar acerca de dos movimientos de resistencia civil que atraviesan actualmente a nuestro país: la toma feminista de la CNDH y el campamento (¿?) del Frena en el zócalo. Ambos son muy opuestos en casi todo, pero tienen un enfrentamiento directo con el gobierno federal, que los une.

En el caso de los grupos feministas -unidas en un inicio también con las madres de desaparecidos- su causa es totalmente legítima y humanizante, tan ejemplar como urgente de resolver ¡ya!. Pero nos parece que existe una gran confusión entre el fin y los medios (tácticas y acciones), lo que deriva en un debilitamiento de su fuerza moral y material también: la legitimidad de las causas de ninguna manera legitima los medios usados!.Una gran mayoría de la población ni se acerca a esta lucha, por muy variados motivos que van desde el miedo, el separatismo hacia los hombres o la estrategia -en parte del llamado “anarquismo insurreccional”- de grupo o célula de acción directa (“Que arda todo lo que tenga que arder”), buscando sembrar el “caos” como objetivo inicial y casi único.

No voy a entrar en la reflexión táctica de las acciones, sino en la de la estrategia, estamos hablando sólo desde el punto de vista de una lucha social, no desde juicios moralistas sobre si está mal o no pintar cuadros, paredes, encapucharse, etc. Porque queremos que las demandas de esa lucha avancen verdadera y rápidamente, y no sólo quedarnos apantallados por “fuegos artificiales”. Por eso no aceptamos la frase que nos han dicho acerca de “¿Quién tiene el derecho a cuestionar nuestras formas?”, ya que todos y todas las que luchamos o somos solidarios con una lucha, tenemos derecho a “pensar en voz alta” la lucha -en sus medios y fines-, pues la reflexión colectiva es un arma central de apoyo a cualquier lucha.

Unas preguntas estratégicas, por ejemplo: ¿por qué convertir la CNDH -institución que claramente hay que reformar de fondo pero no destruir, pues sin duda ha sido un avance en comparación a lo que existía antes- en casa de refugio para mujeres buscando destruir todo, en vez de tomar o exigir al gobierno algún espacio igualmente grande en el mismo centro histórico para ese fin, con presupuesto incluido? ¿Por qué no crear un órgano autónomo ciudadano de familiares de desaparecidos al que la institución esté obligada por ley a darles semanalmente la información del seguimiento directo a los casos y avances en cuestión, y pueda denunciar y vigilar a funcionarios, retirando a los incompetentes o cómplices? Estoy casi seguro que eso y más, se lograría con apoyo masivo por la legitimidad de la causa. Pero ¿es realmente eso lo que se busca?

Tengo cercanía de mucho tiempo con grupos y personas muy valiosas y valientes que están luchando junto a Black Lives Matter en Estados Unidos -en Oregon y California-, y un tema recurrente en sus reflexiones estratégicas es el daño que hacen a la lucha antirracista y antiTrump los grupos muy pequeños de choque que hacen acciones de fuego en las grandes movilizaciones, porque el más feliz y beneficiado está siendo Trump, que ha revivido su campaña con sus consignas de “ley y orden”. No es que esté bien o mal esa forma de lucha, pero en la coyuntura electoral actual norteamericana con Trump, está siendo muy perjudicial y él la está usando para sus falsas y patéticas acusaciones al Partido demócrata de terroristas y anarquistas. Y más allá del infantilismo social que eso nos parezca, es innegable que “opera” a nivel voto en grandes mayorías conservadoras.

Regreso a México. El dizque campamento del Frena en el zócalo es una de las más patéticas y miserables acciones de manipulación social de la peor derecha que uno podría ver, pero en algo “funciona”, en el sentido de ir construyendo -aunque sea sólo mediáticamente- una imagen social “virtual” de pequeñas masas opositoras con aparente legitimidad. Sabemos perfecto el nivel de intereses, impunidad y corrupción que hay detrás en los liderazgos, pero lo único que no se puede hacer es “bajar la guardia” y banalizarlos.

En lo personal, no conozco prácticamente a nadie de los firmantes de la carta de los 650 -que claro tienen derecho a hacerla-, más que a unos pocos personajes públicos de mínima fuerza moral -pero disfrazadas y disfrazados de ovejas puras defensoras de la democracia-, con intereses muy oscuros de décadas, pero cuesta creer que un número -aunque sea muy pequeño- de personas del quehacer científico o intelectual puedan haber firmado una carta tan pueril, infantil (no es un despectivo sino un estadio epistémico del conocimiento) y falsa, digna del más bajo populismo al que se critica. Que alguien mínimamente reflexivo e informado diga que hay “asedio a la libertad de expresión en México”, o aún peor que afirme de la manera más pueril y genérica posible -como niños pequeños pataleando sin saber qué decir- que este gobierno ha “despreciado la lucha de las mujeres y el feminismo, el dolor de las víctimas por la violencia, ha ignorado los reclamos ambientalistas..ha tratado de humillar al poder judicial, ha golpeado a las instituciones culturales, científicas y académicas…”. ¡Increíble la generalización abstracta y parcial, tomando un hecho y haciéndolo total! ¡Cero pruebas y cero objetividad sobre todas las acciones a favor precisamente de esas luchas y demandas, que son infinitamente más de las objeciones legítimas! ¡Qué “falta de proporción” diría Iván Illich!

Y lo más patético está en el nombre: Frente antiAmlo. Qué puede haber más bélico y constructor de violencia social que estar estigmatizando y creando chivos expiatorios individualizados satanizados, esa es la base de la “guerra sucia” y en su versión más inhumana del “exterminio”. Propagar odio “infantilmente” hacia una persona, por la pura emotividad sin nada de reflexión y objetividad fáctica, esa es su consigna; cosechar en el caos social de la guerra y la polarización. ¿Esos aparentes intelectuales, científicos o campamentistas -y por supuesto los grupos detrás- no pensaron en hacer algo antes por un Frente antiCalderón (metió al país en la peor ¡guerra de exterminio! posible con el narco gobernando) o antiPeña (¡saqueó! todo lo Nuestro)? Ni siquiera ha existido un Frente antiChapo…Lo que ha hecho Amlo, entonces, se ve que para esas personas ha sido más terrible, violento y deshumanizante para el país que una guerra de exterminio contra la población encabezada por el narco-gobierno o el saqueo de todos los recursos naturales. Si fuéramos ingenuos, y no conociéramos nada de los procesos e “infantilización social”, les creeríamos y nos preguntaríamos ¿Qué habrá hecho Amlo de tan monstruoso, que sea peor que ser genocida o depredador, y que ocasione que esas personas lo odien más a él que a sus antecesores?

Si uno le preguntara a la gente de a pie que anda por ahí curioseando o dando vida a una tienda vacía en el campamento: ¿por qué eres antiAmlo? ¿Qué ha hecho de tan terrible o qué te ha hecho de tan atroz como para crear y que participes en un frente anti él? Estoy seguro que nadie podría contestar algo racional, más allá del odio de generalidades pueriles y patéticas por lo sesgadas (sólo ven la aguja en el pajar), sin el mínimo análisis objetivo y serio con algo de rigor político, social y económico.

Y lo más paradójico, aunque sea difícil de creer, es que no soy un seguidor de “obediencia ciega” a AMLO, soy crítico del tren maya, del corredor transísmico, del trato a migrantes y de la militarización masiva, pero tampoco me considero tan ciego e “infantilizado, ni alguien sin memoria que olvidó el horror del que venimos por décadas y al que ni por asomo queremos siquiera pensar en volver.

Fuente: https://desinformemonos.org/que-es-la-noviolencia-activa-luchas-en-mexico-hoy/

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El estrés de los maestros durante la pandemia

 Rogelio Javier Alonso Ruiz

Ambos videos se hicieron virales en redes sociales: el primero mostraba a un profesor universitario conteniendo el llanto tras recibir mensajes de aliento de sus estudiantes ante las dificultades que enfrentaba para transmitir un video; en el segundo, una maestra en estado de histeria reprendiendo de manera hostil a sus alumnos por, según ella, tener las cámaras apagadas durante la clase en línea que dirigía. Las reacciones referidas, si bien diametralmente opuestas, tienen algo en común, de acuerdo a los testimonios de los mismos protagonistas: la frustración y el estrés. No hay manera de justificar un trato humillante como el del segundo caso, pero llama la atención que sobre la mesa de debate no se haya tocado apenas, más allá de que es un acto a todas luces censurable, el hecho de que éste pudiera ser reflejo de la situación emocional que muchos docentes están experimentando con la enseñanza a distancia.

En el trabajo, se concibe al estrés como la condición en la que “ciertos aspectos del ambiente laboral son extremadamente difíciles o exigentes para ser enfrentados por la persona” (Saltijeral y Ramos, 2015, p. 362), motivando la aparición de reacciones que ponen el riesgo el bienestar físico y mental. Además de los múltiples desafíos a los que el docente se enfrenta en su labor, la naturaleza humana de su actividad la hace más propensa a la generación del padecimiento: “trabajar con personas usualmente genera más estrés que trabajar con cosas, debido a la carga afectiva y emocional que conlleva” (Rodríguez, et al, 2017, p. 19). Si bien se dice que en el entorno laboral es inevitable que exista presión y que incluso, bien dosificada, podría ser un catalizador del buen desempeño, “el estrés aparece cuando esa presión se hace excesiva o difícil de controlar” (Leka, 2004, p.3). Para muchos docentes la enseñanza a distancia ha significado este escenario.

Si bien ya era proclive al padecimiento en cuestión, durante la pandemia la docencia ha potenciado factores que se asocian al estrés laboral (Leka, 2004, pp. 6-7). Uno de los principales se refiere a las jornadas de trabajo muy largas o fuera del horario normal, así como los horarios de trabajo imprevisibles: el hecho de que el maestro trabaje desde casa parece haberse confundido con que debe estar disponible a cualquier hora del día, ya sea para atender a los alumnos o padres de familia, así como recibir avisos e instrucciones por parte de las autoridades escolares. Otra de las razones que genera estrés es la falta de control sobre los efectos de la actividad propia: hoy, más que nunca, el éxito de la labor educativa depende de factores ajenos al docente tales como las condiciones culturales, económicas y tecnológicas de los hogares, así como la disposición de los padres de familia para apoyar el trabajo escolar.

Uno más de los estresores del docente tiene que ver con una supervisión inadecuada, desconsiderada o que no proporciona apoyo, así como un ejercicio inadecuado del liderazgo escolar: la función de autoridades educativas y escolares, lejos de facilitar el desempeño de los docentes, puede ser motivo de agobio y enfado ante exigencias abundantes e irrelevantes. El trabajo aislado, al no permitir la expresión de inquietudes ni permitir la superación de dificultades mediante el consejo de pares, también condiciona la aparición del estrés. Finalmente, destacan también las exigencias contrapuestas entre la vida laboral y la vida familiar y personal: espacios y momentos que deberían ser destinados al convivio con los seres queridos, el descanso y la recreación, son invadidos por las obligaciones del trabajo.

Como se observa, la labor docente a distancia ha representado un caldo de cultivo para el estrés. Las consecuencias de este problema son de consideración: basta decir que en México se le adjudican anualmente 19,000 infartos (Rodríguez, et al, 2017, p. 2), así como asociársele a dificultades digestivas o para dormir, relajarse o concentrarse. Un estrés mal gestionado puede devenir en lo que se conoce como Síndrome de burnout (o del trabajador quemado). Una investigación de Rodríguez, Guevara y Viramontes (2017) sobre el caso de un docente estresado demostró que éste incurría en eventos de irritabilidad excesiva por detalles muy simples; asimismo, se observaba cansado y era conflictivo con sus colegas; los alumnos del profesor estudiado manifestaron sentirse agobiados, ridiculizados e incluso agredidos física, verbal y psicológicamente. El estrés crónico se vincula también con un “sentimiento de incompetencia personal, profesional y colectiva, [provocando]una crisis de eficacia percibida” (Saltijeral y Ramos, 2015, p. 368).

Las consecuencias del estrés excesivo no sólo se limitan a la salud física y mental de los afectados. También tiene importantes repercusiones en la organización escolar: “es común que los compromisos establecidos administrativamente y los contraídos en los consejos técnicos no sean atendidos en tiempo y en forma, argumentando la saturación de trabajo, la dificultada para hacerlo, la falta de recursos, la falta de tiempo, etcétera” (Rodríguez, et al, 2017, p. 17).

Así pues, se observa que el estrés laboral al que están expuestos los docentes, sobre todo durante esta época de enseñanza a distancia, es considerable dadas sus importantes consecuencias. Un primer aspecto para evitar la aparición del estrés tiene que ver con el ajuste entre los conocimientos y capacidades del docente a las exigencias y presiones del trabajo (Leka, 2004, p. 5): en este sentido, se vuelven imperativos, por parte de las autoridades educativas, opciones formativas pertinentes para el desafío que están enfrentando los maestros; las supervisiones y la misma organización escolar también  deberían procurar redes de intercambio de experiencias e información que permita a los profesores prepararse y acompañarse mejor para enseñar a distancia. Debe tenerse en cuenta que “la percepción del apoyo social es crucial para el individuo” (Rodríguez y Rivas, 2011, p. 83), nada más nocivo que el trabajo aislado.

Otra posible solución al problema del estrés tiene que ver con la modificación de las exigencias laborales (Leka, 2004, p. 18): no se puede suponer que la vida escolar a distancia transcurrirá de la misma manera que la presencial, por tanto, las expectativas y los medios deberán ser mesurados de acuerdo al escenario que se vive, en aras de evitar frustración ante pretensiones inalcanzables. Es evidente también la necesidad de respetar la vida personal del maestro: establecer dinámicas de comunicación respetuosas de los ámbitos familiar o recreativo, por mencionar algunos. Es importante también aligerar la carga administrativa.  Asimismo, para gestionar adecuadamente el estrés no deben descartarse el aprendizaje de técnicas de relajación o terapias (Mindfulness, por ejemplo) destinadas a desarrollar habilidades psicológicas para prevenir y aliviar este padecimiento (Rodríguez y Rivas, 2011, p. 83).

Como se observa, el estrés laboral al que son sometidos los docentes, sobre todo durante la enseñanza a distancia, es para tomarse en cuenta. No se puede esperar el éxito de una estrategia educativa si, quienes se encargan de concretarla, los maestros, se encuentran en condiciones desfavorables para desempeñar su labor. El escenario desconocido y considerablemente demandante al que se están enfrentando los profesores debe ser motivo suficiente para poner atención a su estado emocional. Los casos de los profesores expuestos al inicio de este escrito pudieran ser la punta del iceberg de un problema mucho más complejo, que va más allá de episodios de ira o de aflicción espontáneos que, en cambio, pudieran ser indicadores de males que silenciosamente se están gestando y que habrían de tener desenlaces no deseados.

Fuente e imagen: https://profelandia.com/el-estres-de-los-maestros-durante-la-pandemia/

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