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Philippe Meirieu: La escuela como espacio de justicia y democracia

Por: Tv pública

En una nueva emisión de Caminos de tiza se debaten las propuestas pedagógicas de Philippe Meirieu, investigador y escritor francés, especialista en ciencias de la educación. Entre sus aportes fundamentales se destaca el lugar de la escuela como espacio de inclusión, desaceleración, justicia y democracia.

Mirta Goldberg analiza la obra del pedagogo francés junto a Gabriel Brener, especialista en Educación de las Universidades de Buenos Aires y Hurlingham; Nicolás Levit, Maestro de Escuela Primaria y Licenciado en Educación (UNAHUR) y Daniela Pace, Licenciada en Educación y Directora de la Escuela de Educación Secundaria Nº 19 de Hurlingham.  También participa Gustavo Galli, Director de Enseñanza Media de la DGCYE de la Provincia de Buenos Aires.

Fuente de la información e imagen: https://www.tvpublica.com.ar

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La escuela de Jauretche

Por: Arturo Jauretche

El pensamiento y la prosa de Arturo Jauretche (1901-1974), atraviesan la historia, la cultura, la política y los comportamientos argentinos. De su vasta obra, repartida entre la crítica, la historiografía y la polémica, hemos elegido dos pasajes, uno de Los Profetas del Odio y otro de Pantalones Cortos, en donde señala rasgos de la escuela argentina que aún hoy pueden ser observados.

“La campana que llamaba a clase era un cotidiano corte entre dos mundos y la formación intelectual tuvo así que andar por dos calles distintas a la vez, como la rayuela, con las piernas abiertas entre los cuadros. La escuela no continuaba la vida sino que abría en ella un paréntesis diario. La empiria del niño, su conocimiento vital recogido en el hogar y en su contorno, todo eso era aporte despreciable. La escuela daba la imagen de lo científico; todo lo empírico no lo era y no podía ser aceptado por ella; aprender no era conocer más y mejor, sino seleccionar los conocimientos, distinguiendo entre los que pertenecían a “la cultura” que ella suministraba y los que venían de un mundo primario que quedaba más allá de la puerta… Era la preferencia de Sarmiento por la montura inglesa, olvidando que el recado era una creación empírica nacida del medio y las circunstancias. Este desencuentro entre la escuela y la vida producía un desdoblamiento en la personalidad del niño: ante los mayores y los maestros, se esmeraba en parecer un escolar cien por cien; frente a sus compañeros y fuera de los límites de la escuela, defendía su yo en una posición hostil a lo escolar, como un pequeño Frégoli que estuviera cambiándose constantemente el paquete traje de los domingos y las ropitas de entrecasa”.

Arturo Jauretche, “Los profetas del odio”

“la escuela nos enseñó una botánica y una zoología técnica con criptógamas y fanerógamas, vertebrados e invertebrados, pero nada nos dijo de la botánica y la zoología que teníamos por delante. Sabíamos del ornitorrinco, por la escuela y del baobab por Salgari, pero nada de bagualas ni de vacunos guampudos e ignorábamos el chañar, que fue la primera designación del pueblo hasta que le pusieron el nombre suficientemente culto de Lincoln… ¿Cómo extrañar entonces que mirásemos despectivamente a las cigüeñas de nuestros bañados, al compararlas con las muy literarias y europeas que anidan en las torres de las iglesias? ¿Cómo comparar al indígena zorro, que acabamos de trampear, con el respetable ‘Maitre Renard’ mencionado en la escuela? De esa formación han salido luego las navidades con nieve y los Papás Noel de nuestros niños y las primaveras abrileñas de nuestros poetastros”.

“Nunca se nos habó de la laguna del Chancho, donde íbamos a bañarnos y a pescar en las siestas robadas y en las rabonas, como tampoco de la laguna de los Gómez o Mar Chiquita, más allá, cerca de Junín, que nunca supimos que se llamó ‘Federación’ y su pago ‘El Petroso’.” … “El pueblo había sido treinta años antes territorio ranquelino, pero la escuela ignoraba oficialmente a los ranqueles. Debo a Búfalo Bill y a las primeras películas de cowboys mi primera noticia de los indios norteamericanos. Esos eran indios y no esos ranqueles indignos de la enseñanza normalista.”

“Nosotros éramos chicos de pueblo, no gauchitos. No teníamos los recursos de los muchachos camperos, pero ocasionalmente podíamos volver de la laguna, ya oscureciendo, perseguidos por los gritos de teros y chajáes y vigilados por los ojos de las lechuzas, o sobrevolados por los chimangos y los caranchos, casi tan despreciados como los abundantes cuervos, todos estos prevalidos de la inmunidad que da el no servir para nada (se decía ‘no gastar pólvora en chimangos, animal que no se come’)… En los enormes cañadones he conocido no menos de veinte variedades de patos: picasos, silbones, sarcetas, siriríes, barcinos… Allí encontrábamos las grandes bandadas de rosados flamencos y las de las blancas y negras cigüeñas, las garzas moras y blancas y los mirasoles… asimismo, está vivo el recuerdo de un cielo cubierto de alas y el bochinche, la algabaría, con que se alzaban de pronto las bandadas que asustábamos con nuestra falta de baquía… Siempre nos acompañaba algún paisanito y aprendíamos de él una sabiduría prohibida que debíamos mantener oculta porque perjudicaría nuestra reputación intelectual de buenos alumnos. Sin embargo, esta sabiduría de los primitivos es más difícil de aprender que la nuestra. Muchas veces he dicho que de un gaucho se puede hacer en poco tiempo un tractorista, pero en ningún tiempo se puede hacer, de un tractorista, un gaucho”

“A las clases de carpintería, encuadernación, modelado en arcilla y otras artes menores, tuve prohibida la entrada porque si usaba la garlopa y el cepillo, en lugar de virutas, sacaba alfajías y si me mandaban a un menester menos delicado como el de encender el ‘primus’ para calentar la cola, la explosión no tardaba en producirse. Así, poco a poco, fui siendo excluido de las clases dedicadas a ‘educar la mano’, según los principios pestalozzianos. Esta incapacidad manual y el privilegio que la consolidó, se tradujo, fatalmente, en mi letra, cosa de la que luego pagué las consecuencias (…) No sabiendo escribir a máquina, pero tampoco a mano, lo que escribo de esta manera yo sólo puedo leerlo unas horas después, cuando el recuerdo de lo escrito está suficientemente fresco para servirme de clave interpretativa de mis jeroglíficos”

“Fui escolar mimado, convencido de la superioridad que, bajo el guardapolvo, se uniformaba en una visión del mundo que era la visión de lo que se llamaba ‘cultura’, ésa de Spencer, Smiles, Orison Sweet Marden, el darwiniano, el creyente en la evolución que profesaba la certidumbre de la ciencia como camino ascendente y único del hombre, el que trabajosamente había leído los clásicos, sin gustarlos, en malas traducciones, pero como una exigencia de la civilización…”, iba conformándose así una concepción filosófica y política en “la que se conciliaban un total individualismo con ciertas ideas que podían decirse socialistas, según las figuras rectoras de la política y la cultura. En esa formación se le imponían las ideas económicas de Adam Smith, a través de sus divulgadores como Juan Bautista Say y la superstición del progreso que conciliaba las mayores contradicciones -como la del batiburrillo libresco que acabo de mencionar- porque todos partían del supuesto de que sólo teníamos que profundizar la política establecida después de Caseros y consolidada por la generación del ochenta. El estudiante destacado no podía pensar de otra manera, que era como pensaban la casi totalidad de sus maestros y sus propios padres, porque ellos también, maestros y padres, habían sido educados al toque de la misma campana… Los chicos, por el contacto con la realidad, podían zafarse de esa presión ‘cultural’ y eso ocurría con los más, que tuvieron la suerte de no ser precoces… pero mi situación no era la corriente por mi condición de escolar destacado y por la consiguiente soberbia y seguridad que ella me comunicaba”. No obstante, “cuando ingresé en el curso secundario de la Escuela Normal y aprendí los principios pestalozzianos (y a pesar de que mi sentido crítico estaba embotado por esta formación), percibí la contradicción que había con aquellos de pasar de lo particular a lo general, de lo simple a lo compuesto y de lo sencillo a lo complejo, en relación con lo que se practicaba en la escuela pues se proponían los objetivos antes de estudiarse las condiciones que podían o no corresponder a ello y se invertía el orden natural del razonamiento.”

“Bastante después de los primeros largos o de mi primer bigote (…) reaccioné contra la formación recibida (…) Creo que recién empecé a pensar desde mí mismo y no desde una hipótesis previamente construida. Y como no tenía hipótesis, tuve que sacarme los anteojos prestados para empezar a ver el mundo que me rodeaba, mi país, mi pueblo, sin teorías, ideologías o cartabones preestablecidos y cuidando que lo poco que sabía, me sirviera para seleccionar y no para rechazar, como anticientíficos y anticulturales, los datos que me ofrecía la realidad”. Hasta esa época, “la formación educacional del medio nos había llevado a elaborarnos una ‘cultura’ a pelo y otra, a contrapelo, o dos culturas paralelas. Una, a la vista, que identificábamos con el guardapolvo escolar, era la que exhibíamos ante los mayores y en la escuela. La otra, secreta. Este conflicto íntimo lo llevamos todos los argentinos. En mí, creo que ganó la cultura paisana -o si usted quiere ‘la barbarie’- que, seguramente, será poca, pero buena, porque está hecha a base de sentido común y contacto con la realidad (…) Ese conflicto se revela en las contradicciones de esa doble personalidad: por un lado, el que mira al país desde afuera y según convenciones que ya le vienen establecidas desde lo que llama ‘civilización’ y que no comprende que es sólo la irradiación del pensamiento rector de los grandes centros, elaborado al margen -y muchas veces, en contra- de nuestra realidad; del otro, la posibilidad de partir desde nosotros mismos, según somos, para adquirir lo que es verdaderamente universal después de una filtración, a través de lo propio. Es la diferencia que hay entre adoptar y adaptarse”.

“El otro chico, el lagunero, el de las rabonas y sobre todo el amigo de los paisanitos, había quedado latente en mí. Estuvo esperando con su realismo, con su humildad, a que yo me sacara el guardapolvo, me desnudara de un ropaje que era como una arquitectura que dificultaba el contacto con el mundo concreto. Es así como empecé a comprender que el progreso no era un fin en sí mismo sino un instrumento de realización de hombres concretos en un mundo concreto, sustituyendo el amor a la humanidad por el amor a mis paisanos, a los hombres de la comunidad en que se vive, que es la humanidad efectiva y no la abstracción propuesta como tal.”

Arturo Jauretche, “Pantalones cortos”

Fuente de la información e imagen:  https://pelotadetrapo.org.ar

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Argentina: Volverán los Jardines de Cosecha y con algunas actividades para prevenir suicidios

América del Sur/Argentina/09-12-2022/Autor(a) y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

El próximo 16 de enero comenzará a funcionar este programa, que beneficia a unos 1.500 hijos de trabajadores.

Este año fueron suspendidos por un rebrote de covid, pero en 2023 volverán y con especial atención a los chicos vulnerables. Son los Jardines de Cosecha, destinados al cuidado y contención gratis de niños de 45 días a 12 años, cuyos padres trabajan y no tienen quién los cuide. Empezarán a funcionar en enero y con actividades para prevenir el suicidio. Sergio Sepúlveda, director de Niñez, dijo que se estima que el programa beneficiará a unos 1.500 niños. Y que arrancará el 16 de enero de 2023.

Los Jardines de Cosecha tienen el objetivo de optimizar la protección integral de niños y niñas. En este marco, está previsto incluir algunas actividades para prevenir el suicidio, una problemática que afecta a niños y adolescentes y que llevó a que el Gobierno creara una Red de Abordaje Integral para su prevención. «El equipo técnico que trabaja en los Jardines de Cosecha está capacitado para detectar entre los chicos casos de violencia, abuso y otra situación de vulnerabilidad como el suicidio. Por eso tenemos pensado incluir actividades para prevenirlo. Serán para chicos de 8 a 12 años», dijo Sepúlveda.

El funcionario aclaró que la realización de ellas dependerá de la cantidad de chicos de este rango de edad asistan a los Jardines. Agregó que a partir de las inscripciones conocerán más certeramente este dato lo que les permitirá organizar las actividades preventivas y grupales en cada sede. Y que las mismas apuntarán a trabajar las emociones de los chicos a través de juegos y expresiones artísticas, para que se animen a expresar lo que siente. De todos modos sostuvo que también se abordará el tema individualmente en caso de que se detecte un niño o niña con riesgo suicida.

Las claves

Los Jardines de Cosecha funcionan desde 2009. Actualmente hay 42 jardines, distribuidos en los 19 departamentos. Las comunas donde se cosecha cuentan con más dependencias que el resto.

Estos centros de cuidado y contención gratis para niños de 45 días de nacidos a 12 años funcionan desde enero hasta fines de febrero o principios de marzo, según el departamento.

Como algunos obreros de la cosecha pueden trabajar doble turno, los equipos en los jardines dedican hasta 10 horas diarias al cuidado y contención de sus hijos en los jardines.

En los Jardines de Cosecha, los chicos acceden a desayuno, colación, almuerzo caliente y una merienda diseñados según pautas de las nutricionistas de este programa.

El programa Jardines de Cosecha, dependiente del ministerio de Desarrollo Humano, apunta a que los niños y niñas aprendan hábitos de convivencia, higiene y educación para la salud.

Niñez llamó a licitación para la compra de materiales de librería y de juguetes para estos jardines, por un monto de $14.115.621, y para la compra de víveres por $22.190.524.

Fuente e Imagen: https://www.diariodecuyo.com.ar/sanjuan/Volveran-los-Jardines-de-Cosecha-y-con-algunas-actividades-para-prevenir-suicidios-20221204-0051.html

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Argentina: Las universidades públicas que el macrismo impide crear

Las universidades públicas que el macrismo impide crear

A pesar de un discurso que busca poner en valor la educación, en la última sesión de la Cámara de Diputados, Juntos por el Cambio generó un escándalo que frenó la instalación de nuevas casas de estudio. Las posibilidades que se perdieron por el bloqueo macrista.

El jueves pasado, en la Cámara de Diputados, el Frente de Todos buscaba proponer la creación de ocho nuevas universidades públicas. Sin embargo, entre gestos, gritos y palabras agresivas, el macrismo evitó la votación de los proyectos de leyes que hubieran podido contribuir a que más personas ejerzan el derecho a la educación superior en instituciones de calidad. Aquí, cuáles son las universidades que el macrismo impidió crear y cómo beneficiarían a las comunidades donde se instalarían. La acción de la oposición desnuda un fenómeno más profundo y una coherencia antiderechos que se sostiene a lo largo del tiempo y queda al descubierto. Y que recuerda la famosa (y falsa) frase de María Eugenia Vidal: ¿Para qué más universidades si los pobres no acceden? Dos intendentes radicales expresaron su «tristeza» y «decepción» porque sus distritos se quedaron sin universidad.

El jueves, legisladores y legisladoras de Juntos por el Cambio y otros bloques opositores obstaculizaron la sesión bajo el argumento de que ya se había cumplido el tiempo reglamentario para establecer quórum. El debate, en aquel momento, intentaba iniciarse con el discurso de la presidenta de la comisión de Educación, la diputada del Frente de Todos Blanca Osuna, pero se vio interrumpida con gritos. Acto seguido, dirigentes opositores solicitaron una moción para que se levantara la sesión. Ante la efectividad del fundamento que sostenía la estrategia disuasiva, Cristian Ritondo, el presidente del bloque PRO, no tuvo mejor idea que realizar con sus manos un gesto sexista.

El proyecto del Frente de Todos proponía la constitución de ocho universidades nacionales. La referencia es para la Del Delta, Del Pilar, de la Cuenca del Salado, Ezeiza y Saladillo (todas en provincia de Buenos Aires), la de Río Tercero (Córdoba), la de las Madres de Plaza de Mayo (CABA) y, por último, la de Juan Laurentino Ortiz (Entre Ríos). Frente a la negativa de llevar adelante la sesión por parte de la oposición, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, apuntó en sus redes sociales: “Lo que frenaron no fue una sesión parlamentaria, lo que frenaron es el derecho a la formación universitaria de miles de bonaerenses”.

Los intendentes radicales de Saladillo, José Luis Salomón, y de Río Tercero, Marcos Ferrer, afirmaron que sintieron «tristeza» y «decepción» ante el fracaso de la sesión de la Cámara de Diputados en la que debía aprobarse la creación de universidades para esas ciudades, y advirtieron que «la educación tiene que estar por encima de la discusión política y de la grieta».

Mara Brawer, educadora y diputada por el Frente de Todos, rescata algunos matices dentro de la postura opositora. “Hay que decir que estaban divididos: estaban los que se oponían y los que estaban a favor. Mientras que algunos hablaban de la educación pública como gasto en vez de inversión; otros, del ala menos dura de Juntos por el Cambio, propusieron la constitución de la Universidad Nacional de Río Tercero, con lo que nosotros estuvimos de acuerdo”, destaca.

Derechos versus derechas

A tono con Kicillof, Alberto Sileoni, director en Dirección General de Cultura y Educación PBA, ofrece su interpretación a este diario. “Esta negativa a dar quórum expresa una confrontación de ideas y de mundos. Con decisiones como estas hay derechos a los que la gente no podrá acceder, con los cuales ya ni siquiera podrá soñar. Para decirlo sencillo, se cargaron cinco universidades bonaerenses. El capítulo no está cerrado, pero significa un enorme dolor. ¿Qué señal brindan los precandidatos a gobernar la provincia? Claramente están diciendo que no les importa mucho la educación como promesa de futuro”, sostiene.

Mientras tanto, en redes sociales, para alimentar el caldo de cultivo, la diputada Sabrina Ajmechet, cercana a Patricia Bullrich y referencia del ala dura de la coalición opositora, expresó: “Durante el primer tiempo (N. de la R.: del partido con Polonia), el kirchnerismo aprovecha y mete en el temario de la sesión de mañana la creación de una universidad más. También en esta firmamos dictamen de rechazo”. Se refería a la intención de sumar a la discusión legislativa la constitución de la Universidad Nacional Juan Laurentino Ortiz en Paraná, en Entre Ríos. Lo paradójico es que la propia diputada proviene del ámbito académico: es docente de la UBA en la materia Pensamiento Político Argentino. Elucidar cómo una docente de una universidad pública puede oponerse –e incluso burlarse– del intento de creación de nuevas universidades en todo el territorio nacional es un interrogante de difícil solución.

Las ofertas educativas amplían las ofertas de las regiones para brindar más oportunidades laborales, funcionan como garantía de promoción social. Si en el pasado, con la secundaria te alcanzaba para acceder a un trabajo, hoy ya es más difícil, y necesitas una carrera universitaria. Las universidades locales responden a necesidades locales. La UBA no tiene ningún vínculo con la Ciudad de Buenos Aires”, precisa Brawer. Desde su concepción, se crean con un anclaje territorial que otras casas de estudio, de mayor tradición e historia, no desarrollaron.

Consultado por Página 12, el Ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, aseguró que “vamos a seguir trabajando para crear más universidades porque creemos en la universidad pública, la valoramos y es la que permite el ascenso social de los hijos de los trabajadores”. Y continuó: «Las universidades públicas nuevas han logrado una cosa fundamental: que entren los que no entraban antes, porque las grandes no perdieron matrícula y las nuevas incorporaron miles de chicos a la universidad pública”.

Coherencias y contradicciones

Los discursos y los actos del macrismo son coherentes a lo largo del tiempo. Durante la pandemia, articulados bajo la voz del Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, los miembros de Juntos por el Cambio postulaban: “Abran las escuelas”. Un mensaje que, con clara intencionalidad política, buscaba colocar a Juntos en un lugar de defensa de la educación pública, en contraposición a la postura del oficialismo nacional que, con la propagación viral (y con evidencias científicas que respaldaban que los más pequeños transmitían la covid en sus casas a los parientes más vulnerables), optaba por resguardar la salud pública. Una trampa discursiva de parte de quienes están lejos de querer garantizar educación para todos y todas.

“Cuando Macri habla de caer en la educación pública como algo peyorativo es un poco lo mismo. Además lo sustentan con hechos: la inversión en el área cayó de 6 por ciento al 4.8 del PBI. Desinvierten y desprecian al mismo tiempo: a la educación, a los docentes, a los alumnos. Para colmo, se contradicen, porque se instalan como los grandes garantes de la educación y después todo lo que hacen es cuestionarla”, apunta Brawer.

De hecho, todavía resuenan en el espacio público los dichos de María Eugenia Vidal, cuando en 2018 (aún era gobernadora de la provincia de Buenos Aires) se refirió ante los miembros del Rotary Club: “¿Es de equidad que durante años hayamos poblado la Provincia de Buenos Aires de universidades públicas cuando todos los que estamos acá sabemos que nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad?”, expresó una pregunta para la que ya tenía su respuesta formulada. Una exhibición de la ignorancia con respecto a la situación en Buenos Aires, en donde cada vez son más los jóvenes de menos ingresos que acceden a las universidades recientemente creadas en el conurbano.

“Las universidades del conurbano brindan enormes posibilidades a muchachos y muchachas. Les permite soñar con un futuro mejor. Los famosos dichos de Vidal podrían ser simbólicamente violentos pero reales, aunque son falsos. Cada vez hay más personas del primer y sobre todo del segundo quintil. Es un indicio de cómo comenzaron a participar mucho más de la vida universitaria a partir de la creación de las universidades del Bicentenario”, dice Sileoni, que refiere, por ejemplo, a universidades como las de José C. Paz, Hurlingham y Moreno, que poseen un alumnado y una población de graduados que, principalmente, pertenecen a la primera generación en sus familias. “Esto construye una sociedad más horizontal, con movimiento; una sociedad que no es deseada por aquellas personas que, por el contrario, buscan que nada cambie. La idea que defienden es, básicamente, ¿para qué más universidades si los que tienen que estudiar ya están estudiando?”, advierte.

Algunos datos que pueden ser de utilidad: mientras Argentina posee una universidad cada 330 mil habitantes, México tiene una cada 43 mil personas y Brasil una cada 85 mil. La provincia de Buenos Aires tiene una cada 550 mil, con lo cual, faltan universidades para los 18 millones de personas que habitan el territorio bonaerense. Sencillamente, se forman, hacen carrera y adquieren un título, cuando décadas atrás era imposible. Con las demandas de un mercado laboral que requiere, cada vez más, de la híper-especialización, poder democratizar las condiciones de acceso a una mayor participación en conocimientos específicos siempre constituye una buena noticia.

 

pablo.esteban@pagina12.com.ar

 

Fuente de la Información: https://www.pagina12.com.ar/504632-las-universidades-publicas-que-el-macrismo-impide-crear

 

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Argentina: El libro póstumo de Hebe de Bonafini, una reivindicación a las Madres

El libro póstumo de Hebe de Bonafini, una reivindicación a las Madres

Desde mayo del año pasado trabajó en las memorias de las Madres de La Plata con la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense. La publicación saldrá a la luz en marzo próximo.

Hebe de Bonafini

A mí me gustaría que esto sirva como una reivindicación de las Madres que lucharon en La Plata y mucho. Con ese criterio lo estamos haciendo, para que se las recuerde. Porque si no parece que son solo un grupo de Madres de Capital, pero hubo Madres en todo el país, y en La Plata hubo Madres muy trabajadoras, hubo muchas. Recordamos a las que trabajaron, a las que pusieron el cuerpo, a las que no faltaron a la plaza, a las que nunca dijeron que no a nada. Porque son compañeras que hicieron mucho y que trabajaron mucho para reivindicar a sus hijos.

Me gustaría que sirva para eso. Para que las familias lo lean y se sientan orgullosas, porque algunas de las familias no saben nada de lo que hicieron esas abuelas. Algunas familias sí saben y me sorprenden, porque a veces me vienen a ver y me dicen, y eso me pone contenta. A veces vienen sus nietos, sus bisnietos. Pero yo quisiera que todas las familias supieran qué hicieron. Porque esta historia no terminó todavía, y hay mucho que hacer en eEscrito original de Hebe Bonafiniste país. Y cada vez que se haga algo, van a tener que acordarse de las Madres, y de todas las Madres. De las que no vendieron a sus hijos, de las que los reivindicaron siempre por lo que fueron, por lo que hicieron y por lo que nos dieron, por todos esos pibes y pibas maravillosas que corrían de un lado para el otro, como mi nuera que venía y me decía: “¡Mi suegra! ¿No me da una manito?”, otra que una manito tenía que darle. Eran trabajadoras, contentas, felices de lo que hacían. Y me transmitieron esas ganas a la lucha, esas ganas de pelear siempre. De cualquier manera y con lo que había. Porque esa es otra cosa también, luchar sin plata no es muy fácil, pero se puede. Y ellos me lo mostraron, me lo demostraron. Nada de interés en la riqueza, en el capitalismo, que cada vez es más salvaje y más asesino.

Así que con ese interés queremos hacer esto, que ojalá sirva para que esta ciudad sepa, se entere. Para que en las escuelas, sobre todo donde no se habla de las Madres, se sepa cuántas Madres hubo en esta ciudad de La Plata. No solo las madres que tienen hijos desaparecidos, sino las que trabajaron y lucharon por sus hijas y sus hijos. Porque desaparecidos en esta ciudad hay miles, ahora, Madres que trabajaron, treinta y… tantas, por eso hay que reivindicarlas. Porque pusieron lo mejor que tenían. Así que bueno, por ellas y para ellas es esto.

Colonia: un lugar para los nietos y las nietas

Lo de la colonia sí que es algo que no se conoce bien. No se ha hablado nada. Y hay un montón de fotos, que son casi toda la vida de la colonia porque en realidad, está todo en las fotos. La familia Salomone fue la que nos prestó la quinta. Haydeé, Gladys Ponti, una familia que vivía por calle 36, que tenían dos hijos desaparecidos, que él era abogado. Estaba Poce, también Zulema Peña que tenía auto. Ellas eran las que buscaban a los chicos en las casas. Casa por casa. Y traíamos cosas que hacían otras Madres también, Virginia Matheu también. Entonces llevábamos tortas, comida, todo lo necesario. Y ahí había pileta, había cancha de básquet, había mucha comodidad y la pasábamos re bien con los chicos. La hicieron entre mi hija Alejandra, Ana Sabio (que está en Suecia) y Claudia Bellingeri. Organizaban a los chicos que venían, se encargaba cada una de cuidarlos, de que no tomaran frío, de secarlos, de decir basta de agua, ahora jugamos a esto o aquello. Eso lo hacían las chicas, nosotras no podíamos hacer eso, eso lo hacían ellas, los hacían jugar, todo el día se divertían. Yo me bañaba también con ellos. Y eso se hacía varios días en la semana, en el verano. No sé si era una contención, pero era algo bueno para los pibes, que estaban todos con esa confusión de qué pasaba con los padres, que cada abuela le decía una cosa diferente. Las abuelas pobres, lo que más querían era que los chicos estuvieran bien, que disfrutaran, que se juntaran con otros pibes. Tampoco era bueno que se juntaran nada más que entre ustedes (solo entre hijos de desaparecidos), era bueno que se juntaran con otra gente también. Pero a veces era difícil, no era fácil eso.

Y no era que tampoco eran todas abuelas que venían a la plaza. Muchas de ellas eran muy pobres y algunas tenían un montón de hijos, más los nietos que les habían quedado. Entonces era más complicado eso. Nosotras llevábamos todo, la comida, todo, todo. Y todo eso lo hacíamos con dinero que juntábamos entre nosotras, porque en La Plata había Madres que tenían bastante dinero y ponían, nunca se fijaban. Todas las que podían ponían un montón. Y ponían el auto también. Virginia Barbero, que aprendió a manejar de grande, manejaba rarísimo, era muy gracioso. Para ir a algún lado iba atrás del micro que iba al lugar. Entonces era una locura, te subías con Virginia y no llegabas más, tardaba un montón. Porque, claro, aprendió de grande. Zulema Peña también, manejaba en cuadradito, pero no como Virginia que iba atrás de los micros. Zulema sabía ir así, así (haciendo líneas rectas), no agarraba un diagonal ni de casualidad. Para Zulema, las diagonales no existían. Pero más allá de lo divertido, era una mujer que tenía el auto las 24 horas dispuesto, como Haydeé Ramirez Abella. Zulema y Haydeé eran las dos que ponían el auto las 24 horas.

Fuente de la Información: https://www.pagina12.com.ar/501978-el-libro-postumo-de-hebe-de-bonafini-una-reivindicacion-a-la

 

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Argentina: Qué es la Educación Emocional y por qué buscan impulsarla en las aulas santafesinas

educacion emocionalJuan Ignacio Maggioni y Analía Romero explicaron en qué consisten los proyectos de ley redactados por el psicólogo sanjuanino Lucas Malaisi. Foto: Luis Cetraro


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Argentina: Hebe, la voz y la injuria

Hebe, la voz y la injuria

Ricardo Forster

La voz de Hebe se levantó cuando la mayoría callaba. La inflexión intempestiva de su palabra, nacida del dolor, reivindicó la dignidad en un país atravesado por la mayor de las indignidades y por las diferentes formas de la complicidad. Hebe fue un grito que rompió el muro del silencio. Fue una voz destemplada e injuriosa como sólo sabe amasarla el habla popular que no buscó eufemismos para golpear en el corazón de la injusticia y del terror pero que tampoco se calló cuando, ya en democracia, muchos exigían cerrar los expedientes de la Dictadura. Hebe ha sido y seguirá siendo por siempre, junto a otras voces de otras madres y abuelas, la conciencia de los silenciados, la palabra de los asesinados, la irreverencia de los que no se sometieron al poder ni aceptaron la irreversibilidad de la historia que se ofrecía como una política del olvido y la reconciliación.

Hebe, como las otras madres y las abuelas, y eso más allá de sus discrepancias que han sido duras a lo largo de los años, constituye lo mejor de nosotros mismos, el gesto de la rebeldía en aquellos momentos en los que pocos se atrevían a desafiar a los perros de la noche. Hebe, en su lenguaje directo y muchas veces cargado del barro del habla popular, allí donde el insulto reemplaza a la venganza, pero reafirma la condición juzgadora que no acepta las componendas ni las políticas del olvido, ha dirigido sus dardos contra la impunidad y no ha dejado nunca de señalar a los responsables y a los cómplices del terrorismo de Estado. Ella ha sido y sigue siendo una voz que acusa a los profetas de la memoria corta, a los adalides de reconciliaciones fundadas en el borramiento de las responsabilidades.

Contra esa voz se ha organizado -no podemos olvidarlo ni dejar de decirlo en la hora de su despedida- una campaña brutal y despiadada que ocupó las tapas de los principales diarios. Ellos, los medios concentrados, esperaron pacientemente su turno como las hienas que no han hecho ningún esfuerzo y que sólo se preparan para lanzarse contra la víctima inerme. Pero se equivocaron. No conocían a Hebe ni la significación de su nombre y de su voz en el interior de la vida argentina. Nunca comprendieron (al igual que la derecha siempre cómplice de lo peor) quiénes fueron esas madres “enloquecidas” que giraron alrededor de la Pirámide de Mayo exigiendo la aparición con vida de sus hijos e hijas. Nunca creyeron que ese puñado de mujeres indefensas, débiles en apariencia, hubieran podido desafiar al poder más horroroso y homicida que se desplegó, durante años, en nuestra tierra, mientras los actuales adalides de la libertad de prensa y la mayoría abrumadora de los jueces se apresuraban a festejar y sostener a la Dictadura.

Y ellas, sus voces, entre las que estaba desafiante y potente la de Hebe, estuvieron allí para salvar al país de su peor miseria: la del silencio absoluto, la de la complicidad abrumadora. Ellas nos recordaron que existían los resistentes y que entre los pliegues de un territorio abrumado por la represión emergían los rostros de quienes se cubrían con unos pañuelos blancos en los que habían escrito, con letra temblorosa y dolida, los nombres de sus hijos desaparecidos. Ellas han sido el agua pura en medio de la ciénaga contaminada. Ellas hablaron cuando los grandes medios de comunicación –los mismos que se lanzaron contra Hebe y contra lo mejor de una historia que fue impiadosa con ella y con sus hijos- se callaron. Cuando, peor todavía, eligieron ser cómplices de la mentira y del horror. Y la voz de Hebe, con su intemperancia, con su radicalidad que parecía excesiva, con sus inflexiones atravesadas por lo inclaudicable de una lucha sin reclamos de violencia ni de venganza por mano propia, estuvo siempre ahí para injuriar cuando la injuria se convirtió en la única garantía de una memoria amenazada por los cantos de sirena de aquellos que proclamaban que ya era llegado el tiempo de mirar hacia adelante sin rencores ni reproches. Dura, exagerada, inclemente, extrema, caprichosa, injuriosa como sólo sabe injuriar quien fue brutalmente dañada, todo eso ha sido la voz de Hebe. Pero también ha sido una voz de la memoria, de la recuperación de valores que fueron pisoteados por el odio de los poderosos, de una militancia infatigable que buscó reconstruir los puentes con los jóvenes y con los humildes en nombre de las voces desaparecidas de sus hijos que volvieron a encontrarse con la historia y con las nuevas generaciones a través de la voz de las madres. Una voz que, nacida de una historia quebrada y dolorosa, también supo y sabe de equivocaciones que no podían ser ajenas a la extraordinaria dureza de una travesía sin mapas previos ni certezas probadas, pero que siempre actúo desde la profundidad de una convicción inclaudicable cuando la mayoría miraba hacia otro lado: la convicción de luchar contra viento y marea por la verdad, la justicia y la igualdad en una tierra arrasada.

Una voz, entramada con otras voces inaudibles para una parte de los argentinos y argentinas, que se alzó contra la violencia que se cebó en miles de cuerpos de hombres y mujeres que fueron arrasados por una represión alucinada por mentes febriles para hacer del país una tierra para pocos en la que no quedaría ni siquiera el recuerdo de sus rebeldías y de sus resistencias. Los esbirros del 76 creyeron que su política de arrasamiento y de terror terminaría por minar hasta el nombre de aquellos que lucharon por la igualdad y la justicia. No imaginaron, ni siquiera en sus delirios pesadillescos amparados por la noche del horror, que un puñado de madres enloquecería su estrategia de sometimiento y de olvido. Nunca creyeron que serían desafiados por quienes sólo tenían su dolor y su amor como armas para confrontarlos. Las creyeron “locas”, alucinadas caminantes de rondas fantasmagóricas a las que muy pocos argentinos siquiera les prestaron atención mientras el país se preparaba para el Mundial de futbol y para el jolgorio de la plata dulce. Creyeron que nadie se atrevería a rebelarse contra la impunidad de un poder desenfrenado en su capacidad destructiva. Se equivocaron. Ellas insistieron incluso después de que las garras homicidas desgarraron los cuerpos de algunas de las primeras madres que se atrevieron, más allá de toda valentía, a gritar su dolor y a exigir por la vida de sus hijos e hijas.

Una voz de la dignidad que reclamó para sí el derecho irrenunciable a injuriar a quienes habían cometido el peor de los crímenes y a aquellos que, disimulando sus complicidades, quisieron, una vez acabada la noche de la dictadura, bañarse en las “aguas puras” de una inocencia agusanada. Hebe recordó, nos recordó, que las voces de los insepultos seguían allí, entre nosotros, clamando por una justicia que se les negaba mientras el mismo gobierno democrático que en un principio había juzgado a los principales responsables después retrocedió impulsando las leyes de la impunidad que confluirían con los vergonzosos indultos del menemismo. Hebe, con sus palabras roncas, duras, extremas, injuriosas, inclementes y atravesadas por los ecos de Antígona, nunca se calló, siempre estuvo ahí exigiendo una justicia que parecía imposible. Supo de desencuentros con las otras madres pero también supo de un empecinamiento que golpeaba duro contra las formas encubiertas de la complicidad sabiendo, como lo sabía alguien que se forjó a sí misma desde el dolor y la fuerza intempestiva que nació de la ausencia de sus hijos, que muchos de los que actualmente se ofrecen como defensores de los derechos humanos y de la transparencia republicana fueron cómplices de los perros de la noche, sacerdotes mediáticos del culto a la muerte que dominó los años de la dictadura.

Su odio, el de los cómplices, esperó con paciencia el momento para descargarse contra esa voz profética que incomodó desde siempre no sólo al poder sino, también, a una sociedad que prefería el olvido y la desresponsabilización. Hebe siempre les recordó sus bajezas y sus negociados. Nunca dejó de gritarles la impudicia del encubrimiento ni la cobardía de tantos “buenos vecinos y vecinas” que siguieron viviendo sus vidas mientras el país era un infierno y que luego declararían su absoluto desconocimiento ante el horror que se desarrollaba delante de sus ojos. Hebe alteró siempre la buena conciencia de miles de argentinos empapados de inocencia. Y eso, Hebe lo sabe, no se perdona. Ni ayer ni hoy.

Por todo eso fue también su voz la voz de un sueño; la búsqueda de alguna forma de reparación y no sólo el testimonio de un dolor inconmensurable y sin redención. Ella soñó junto a otras madres con un proyecto que les permitiese construir vida y dignidad donde había desolación y miseria. Creyó que sus pañuelos podían encontrar otros sentidos y otras prácticas. Su decisión, y el arrojo para llevarla adelante, fueron acertados, algo que sólo podía salir de una fuerza nacida de lo más profundo de cuerpos débiles y ajados por las terribles pruebas de la vida. Hebe, su voz, se volvió a levantar para construir dignidad. Y esa decisión no queda entredicha ni es cuestionada por la acción envilecida y traidora de quien o quienes recibieron, cuando nunca lo hubieran imaginado, el amor de Hebe.

La prensa canalla siempre cebada mientras algunos jueces escupen sobre la memoria y la derecha habla impunemente de “curro”. Se prepara, con su eterna mezquindad y sus escribas a sueldo, para tomar por asalto la causa de los derechos humanos. Sus mandíbulas están abiertas y despiden el aliento fétido de la revancha, esa que persiguen desde el día del retorno de la democracia. Pero se equivocan una vez más. Hebe, ahora, somos todos los que seguimos soñando con una sociedad más justa. Si existe una causa sagrada e inviolable en un país que supo conocer todas las formas de la injusticia, esa causa ha sido y sigue siendo la de las Madres de Plaza de Mayo (sea la de la Asociación o la de Línea Fundadora que, a los ojos de la historia, son iguales en dignidad y en coraje). Por eso, hoy, ahora y siempre… todos somos Hebe.

Fuente de la Información: https://www.pagina12.com.ar/499511-hebe-la-voz-y-la-injuria

 

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