Colombia/Febrero de 2018/Autora: María Camila Salazar/Fuente: El Tiempo.
Mariana Mesa y Wilmar Restrepo tienen 22 años.
Hace tan solo un año y medio atrás, ellos lograron aprender a movilizarse en transporte público y a contar el dinero.
Mariana y Wilmar saben que no son como los demás jóvenes de su edad. Ambos son conscientes de que tienen una discapacidad cognitiva y de que la sociedad que los rodea no los logra comprender bien.
Para ellos, sus vidas se estancaron desde que terminaron la básica secundaria debido a la enfermedad.
Sin embargo, un golpe de suerte les permitió conocer el proyecto investigativo Uincluye que emprendió la Universidad de Antioquia desde el 2016 y el cual pretende la inclusión universitaria de este grupo poblacional.
“En el país se han hecho esfuerzos para las personas con discapacidad visual, auditiva, motora y no para discapacidad intelectual”, explicó Doris Adriana Ramírez, coordinadora del programa, investigadora y profesora de la Facultad de Educación.
Para ella, tratar esta problemática requiere de profesores, espacios y procesos especiales que permitan un adecuado desarrollo en los jóvenes.
El proyecto ha sido financiado por Colciencias y liderado por dos grupos de investigación de la alma máter: Medicina, física y rehabilitación y Didáctica y nuevas tecnologías, de la Facultad de Medicina y la Facultad de Educación, respectivamente.
“Los jóvenes no pagan nada. Nos dieron 200 millones de pesos por tres años. Hay muchachos de todas las clases sociales y a quienes se les da refrigerio y transporte”, agregó Ramírez.
Había colegios personalizados, pero eran muy costosos. Lo que más tristeza nos daba era que en los colegios, incluso desde los mismos maestros, le hacían bullying.
Por su parte, mientras Aura Rivera, madre de Mariana, comentaba los cambios positivos que ha tenido su hija, ella la miraba atenta y, con timidez, aceptaba lo que esta decía.
“Mariana era muy sola, no tenía amigos. Ella seguía siendo muy niña para los amigos de su edad”, detalló Rivera sobre la parte social.
Según explicó Ramírez, los procesos que se están dando en la educación media, para este grupo poblacional, no son adecuados pues no desarrollan un perfil para que ingresen a la universidad.
“Había colegios personalizados, pero eran muy costosos. Lo que más tristeza nos daba era que en los colegios, incluso desde los mismos maestros, le hacían bullying”, aseveró la madre de Mariana.
En el segundo semestre del 2016 ingresaron 30 jóvenes, de los cuales quedaron 20, con discapacidades como síndrome de Down, discapacidad intelectual por problemas en el parto o por ciertos tipos de epilepsia, autismo y retraso mental.
Ellos debían cumplir con dos condiciones: el haber terminado el bachillerato y no tener otro diagnóstico siquiátrico.
En dicho tiempo ingresaron a la fase ‘Escalar’, en la que se les trabajó la parte adaptativa y se les niveló en lectura, escritura, oralidad y desarrollo del pensamiento lógico matemático. Todo esto acompañado de médicos fisiatras, trabajadores sociales, educadores especiales, sicólogos y aspirantes a maestrías en medicina.
“Diseñamos un modelo para la formación de personas con discapacidad intelectual que estuviera basado en las capacidades que tienen los jóvenes para desarrollar algunas actividades y pensando en la inclusión en la educación superior y en una perspectiva de las experiencias múltiples, es decir, qué tipo de inteligencia está más desarrollada en estos jóvenes”, detalló Ramírez.
Uno de los logros que más resaltó la funcionaria fue que los jóvenes que hacen parte de Uincluye se redescubrieron, encontraron un propósito de quiénes son y como personas adultas, están conscientes de sus responsabilidades, de sus derechos y deberes en la sociedad.
Fue el caso de Wilmar, quien también se mostraba tímido para conversar, desde que comenzó el programa muestra más interés en colaborar con lo que le pide su madre, Otilia Rivera. “Ya él se defiende solo, pues siempre era con ayuda del hermanito. Él antes no quería hacer nada, ni siquiera salía de la casa”, señaló la madre.
Su sueño, de convertirse en un director técnico de fútbol, persiste y, aunque en ‘Uincluye’ le asignaron el área de gastronomía, Wilmar tiene varias opciones por si lo primero no se le da.
“Me gustan las artes y por eso dibujo caricaturas anime”, dijo con convencimiento. Y es que, después de realizar ‘Escalar’, llegaron talleres que realizaron los jóvenes durante un semestre con énfasis en panadería, conserva de frutas, de pedagogía, arte y expresión corporal, actuación, música, sexualidad, agronomía y veterinaria.
En este nuevo semestre, que irá hasta mediados de junio, los jóvenes estarán en la fase tres, la de los ‘Diplomas’, con preponderancia en alimentos, veterinaria y educación artística.
Este sería el final del plan piloto de Uincluye, el cual presentará sus resultados ante la universidad y, si lo aprueban, formular un programa académico formal que se pueda presentar ante el ministerio de Educación. “Queremos que sea formación académica, de técnica o tecnología. Aún no se sabe. No queremos formar para el empleo sino para que se ocupen”, concluyó Ramírez.
Mariana consiguió su primer novio, un compañero del proyecto. Wilmar, por su parte, trabaja en una microempresa de chocolates de su barrio. La libertad, la confianza y la responsabilidad los definen ahora.
Sin embargo, las personas con discapacidad cognitiva no fueron los únicos beneficiados, Ramírez resaltó que los docentes de las unidades académicas que se vincularon al programa, lograron identificar que es posible acompañar un proceso educativo con esta población.
Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/uincluye-empodera-a-jovenes-con-discapacidad-cognitiva-178392