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De cada 100 colombianos, 56 no completan la educación secundaria

Colombia/ 27 de febrero de 2018/Por: Redacción VIVIR/Fuente: https://www.elespectador.com

De acuerdo con un informe sobre desigualdad en el acceso a la educación, realizado por la organización Niñez Ya, 40% de los niños que no asisten al colegio están en zonas de conflicto armado.

Según un informe presentado por la organización de la sociedad civil Niñez Ya el 62% de los jóvenes que terminaron el bachillerato no lograron acceder a educación superior, y el 40% de los niños y niñas que no asisten al colegio están en zonas de conflicto armado.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha planteado que concluir la enseñanza secundaria es el umbral educativo mínimo para reducir la posibilidad de vivir un futuro en situación de pobreza. Sin embargo, en Colombia, el promedio de años de escolaridad se situó en 7.3, como reporta Niñez Ya.

Conforme a cifras del Ministerio de Educación, Niñez Ya sostiene que en 2016, 280.562 niños y adolescentes desertaron de sus colegios y el grado sexto fue el que presentó mayor porcentaje de abandono con un indicador de 16%, y se estima que 135.000 personas con discapacidad están excluidas de las clases regulares.

La brecha entre lo urbano y lo rural

“70% de los establecimientos en zona rural no contaba con alcantarillado en el año 2016 y en zonas de periferia como lo son Amazonas, Guaviare, Vichada y La Guajira las distancias entre los niños y las instituciones educativas oscilaban entre los 8 y 13 kilómetros”, dice el diario La República.

Según datos de la Fundación Compartir y Fedesarrollo, en 2016, la tasa de permanencia escolar en la zona urbana es de 82%, mientras que este indicador presenta un fuerte rezago en la zona rural donde la tasa solo llega a 48%. Sumado a esto, aquellos que estudian en el campo lo hacen en colegios con infraestructura de 37 años (promedio) de antigüedad y que no dispone de red de gas, alcantarillado ni baños suficientes, según la Fundación Empresarios por la Educación.

Niñez Ya, que es una organización de la sociedad civil por la niñez y la adolescencia, presentará estos resultados al próximo Presidente de la República para que se considere en el próximo Plan Nacional de Desarrollo “y reconozca y garantice los derechos de los 15.448.285 ciudadanos colombianos menores de 18 años”, como dice el comunicado de Niñez Ya, que agrupa 100 organizaciones en torno a temas educativos, entre las que se cuentan Fundación Éxito, Fundación Alpina, Save The Children y otras tantas.  

Este no es el único estudio preocupante sobre el acceso a la educación de niños, niñas y jóvenes en Colombia. En octubre de 2017, la Universidad Nacional publicó un informe con resultados similares, e igual de preocupantes, a diez años de la creación del Código de Infancia y Adolescencia. ¿El resultado? En 50 municipios aún no hay políticas para la protección de los menores de edad.

“No existe justificación alguna para que a pesar de todos los avances que ha tenido el país en los últimos años un solo niño se muera de hambre, y sin embargo continúan registrándose estos casos en La Guajira, Chocó, Norte de Santander, Meta e incluso en Bogotá”, dijo el profesor Ernesto Durán, parte del equipo que realizó el informe, a RCN Radio.

El informe se basa en estadísticas como las que reportan que en el 2016 al menos 35 menores murieron por causas asociadas a la desnutrición y el 47.3% de los 1.4 millones de niños indígenas de Colombia sufre desnutrición crónica. Sobre todo, el informe destaca la disparidad entre las zonas urbanas y rurales en materia de educación.

Fuente de la Noticia:

https://www.elespectador.com/noticias/educacion/de-cada-100-colombianos-56-no-completan-la-educacion-secundaria-articulo-740379

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Colombia: Propuesta de educación constructivista para promover el desarrollo de viviendas saludables

América del Sur /Colombia/ 26.02.2018   / Fuente: compartirpalabramaestra.org.

La investigación fue realizada para ejecutar en la comunidad del barrio mochuelo bajo en Colombia. 

Este artículo presenta una investigación cuantitativa desde el punto de vista descriptivo y enmarcado en el diseño transeccional; enfocado en analizar las condiciones de vivienda y de salud de quince familias de un área vulnerable.

Los participantes fueron 15 familias pertenecientes a Mochuelo Bajo ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, Colombia. Se encontraron una serie de factores de riesgo ligados a una vivienda insalubre; los cuales fueron la base para identificar las problemáticas a las que se ven expuestas las poblaciones.

Se propone una estrategia educativa de un curso denominado “Promotores Saludables Familiares”; el cual está basado en la teoría constructivista y en un marco participativo que pretende fomentar la educación y el liderazgo en la comunidad de estudio para mejorar las condi­ciones de habitabilidad de las poblaciones. Esta información fue valiosa para el diseño de un curso basado en la teoría constructivista.

Las comunidades en situación de vulnerabilidad socioeconómica carecen de condiciones mínimas de habitabilidad en sus viviendas, lo que implica un riesgo para su desarrollo digno y genera factores de riesgo para la salud.

En este sentido, la intervención social y educativa resultaría de beneficio para los involucrados en un contexto vulnerable. En Colombia, la situación en el sector de Mochuelo Bajo presenta una serie de condiciones, las cuales constituyen un ambiente insalubre relacionado con un inadecuado manejo del agua potable, mala disposición de excretas humanas y de desechos domiciliarios, inadecuada convivencia con animales domésticos y de consumo, contaminación del aire y autoconstrucción de la vivienda con materiales no seguros y sin asesoría técnica.

Por consiguiente, este estudio busca analizar las condiciones de vida de esta comunidad y proponer una estrategia constructivista que mejore su habitabilidad en la vivienda y así pueda gozar de un ambiente sano para la prevención de enfermedades físicas y mentales en sus moradores.

Para cumplir el objetivo de capacitar a la comunidad participante, se propone realizar un curso en el marco del constructivismo social, el cual facilite el proceso de enseñanza-aprendizaje y la generación y apropiación del conocimiento.

De igual manera, se pretende impulsar en los miembros de la comunidad la capacidad de lograr tareas, apoyándose en materiales efectivos donde se trabaje una metodología teóricopráctica, enfocada a organizar y animar situaciones de aprendizaje a partir del manejo y control de los riesgos a la salud física y mental.

El diseño de este espacio académico propone un diálogo interdisciplinario comunitario, en donde los asistentes y los docentes trabajen mancomunadamente y en igualdad de condiciones para mejorar la habitabilidad en la vivienda.

Se pretende interiorizar en la comunidad los conocimientos propuestos a partir de la implementación de estrategias didácticas y la determinación e identificación de las condiciones actuales de las familias participantes, lo cual se traduce en la identificación de las problemáticas instruccionales que requieren especial atención durante los dieciséis módulos temáticos denominado Promotores Saludables Familiares, que componen el curso dirigido a comunidades marginales que requieran un mejoramiento en su habitabilidad.

Fuente de la noticia: https://compartirpalabramaestra.org/opinion-y-analisis/columnas/propuesta-de-educacion-constructivista-para-promover-el-desarrollo-de-viviendas-saludables

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Ciencia prefabricada

Por: 

Hacer ciencia con el objetivo de “probar” que ciertas actividades son perjudiciales para el ambiente no es ciencia, es activismo interesado. Lo que hay que construir son buenas hipótesis para evaluar su nivel de inocuidad, que nunca será cero: todo modifica algo.

Crece la modalidad de hacer investigación con los resultados escritos de antemano, escudada en la condición (inobjetable) de que la ciencia no es apolítica y cada marco teórico produce sus preguntas de manera consecuente con un cuerpo de paradigmas. Pero si la contaminación del agua derivada del fracking se presenta aún antes de que haya un proceso de fracking, hay motivos para pensar que los expertos (¿?) están viajando en el tiempo y plantando evidencia, al mejor estilo del Dr. Who. No de otra manera se interpretan los descubrimientos de que las cosas que no gustan a ciertos grupos de opinión sean, curiosamente, coincidentes con la evidencia a la que los encaminan sus prejuicios.

El mundo reclama decisiones basadas en evidencia. Y la evidencia no es lo que se percibe por la calle ni lo que se ha dado por llamar, de manera equívoca, el conocimiento ancestral o popular. Las comunidades tienen derecho a utilizar cualquier mecanismo para defender sus intereses, por supuesto, o exigir claridad acerca de los riesgos a los que eventualmente se exponen, pero hay que establecer un umbral entre lo que “nos parece”, el argumento de hígado o de miedo que usan muchos e imponen desde sus puestos de poder o impotencia, y lo plausible que define la ciencia dentro de sus márgenes de certidumbre. Y si la investigación acción participativa (IAP) generó parámetros para la construcción de conocimiento robusto en este ámbito, nunca pregonó la invención colegiada de opinión para ello.

 La mala ciencia es la peor aliada del ambientalismo (o de cualquier cosa) y por eso hay que ser implacables con el tema de las evidencias y la calidad y consistencia de los procedimientos con los que se juzga la conveniencia de algo. Para tomar decisiones de política nacional, la revelación o las percepciones no son el mecanismo, a lo sumo una fuente de preguntas, la evidencia de una preocupación lícita. La preventa de resultados científicos se está convirtiendo también en un problema de calidad en las instituciones universitarias, donde el “compromiso social” de los investigadores, léase su particular manera de entender la política, se conjuga con la arrogancia para declarar en Yo mayor la Verdad. Y hagámonos pasito, en vez de exponer hipótesis, métodos y discusiones al arbitrio de pares utónomos, no correligionarios.

Hacer ciencia con el objetivo de “probar” que ciertas actividades son perjudiciales para el ambiente no es ciencia, es activismo interesado: lo que hay que construir son buenas hipótesis para evaluar su nivel de inocuidad, que nunca será cero: todo modifica algo. Medir qué tanto, qué tan irreversible, a cambio de qué, quién se ve más o menos afectado es lo adecuado. Hacer ciencia para probar que una empresa, una institución o una comunidad hacen mal las cosas ya ronda en la difamación encubierta, un hecho tan grave como que las mismas empresas, instituciones o comunidades la utilicen para conseguir ventajas en un eventual juicio de responsabilidades. Y utilizar el principio de precaución como excusa para expandir rumores o hechos incompletos es una falla ética muy delicada.
¿Academias: será que la estratagema de los resultados prefabricados no nos pone en alerta?

Fuente: http://www.semana.com/opinion/articulo/la-importancia-de-hacer-buena-ciencia-columna-de-opinion-de-brigitte-baptiste/557890

 

 

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Colombia: Semilleros para fomentar valores en las Instituciones Educativas

Colombia/24 de Febrero de 2018/El Tiempo

65 semilleros de cultura ciudadana iniciaron actividades en 55 Instituciones Educativas de Cali.

En una apuesta por rescatar la identidad cívica del municipio, la Alcaldía de la ciudad, a través de la secretaría de Paz y Cultura Ciudadana, sigue adelantando estrategias encaminadas a fomentar la confianza entre sus ciudadanos y la participación efectiva de las comunidades en el desarrollo social de la ciudad.

A través de la subsecretaría de Prevención y Cultura Ciudadana, se ha puesto en marcha la estrategia de semilleros de cultura ciudadana, espacios para promover relaciones interpersonales de calidad, fundamentadas en el respeto y el reconocimiento de la diversidad como elemento característico de Cali.

El objetivo es implementar un proceso formativo con estudiantes de quinto a noveno grado, que impulse el intercambio de experiencias de cultura ciudadana, donde la interacción de la ciudadanía se traduzca en acciones e iniciativas colectivas destinadas a intervenir en problemáticas propias del territorio; prevenir violencias, motivar el respeto por las normas, procurar el uso correcto del espacio público y el cuidado del medio ambiente, inculcar la resolución pacífica de conflictos, son algunos de los ejes temáticos que sustentan este ejercicio de construcción de paz en la capital del Valle.

«Sembrar cultura ciudadana a través de los semilleros es pensar cómo a mediano y largo plazo podemos hacer contracultura por medio del diálogo de saberes con nuestros niños, niñas y jóvenes, brindando elementos que alimenten su proyecto de vida, su consciencia temprana como ciudadanos y la importancia de la autonomía para definir una identidad de lo que quieren ser y quieren darle a su ciudad cuando sean adultos”, expresó Carolina Campo Ángel, subsecretaria de Prevención y Cultura Ciudadana de Santiago de Cali.

En el año 2017 la estrategia llegó a 19 Instituciones Educativas que facilitaron la conformación de 15 semilleros en diez comunas y cuatro corregimientos, vinculando a un total de 400 estudiantes que voluntariamente se integraron a las actividades orientadas desde el arte, la cultura y la lúdica, para el desarrollo de habilidades socioemocionales, construcción de ciudadanía activa y diseño de proyecto de vida, haciendo énfasis en la importancia del trabajo en equipo, el poder de las acciones colectivas, la coexistencia, la promoción de espacios de diálogo, y la sensibilización acerca de problemáticas como matoneo, el acoso escolar y los malos tratos el aula de clase.

“Ha sido una excelente iniciativa para reforzar los procesos educativos de nuestros estudiantes, ya que por ser un espacio extracurricular, pueden sacar a flote toda su creatividad y asimismo, empoderarse y formarse como líderes de cultura ciudadana, siendo ejemplo no solo para la comunidad educativa sino también para sus barrios y territorios”, indicó Alberto Valencia, coordinador de la jornada de la tarde del colegio Pedro Antonio Molina.

Para el 2018, el trabajo de los semilleros de cultura ciudadana se verá multiplicado gracias a la implementación del programa “Mi comunidad es escuela”; proyecto de la Alcaldía que integra los esfuerzos de la Secretaría de Deporte y Recreación, las Secretarías de Cultura y la Educación y la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana; con el objetivo de fortalecer la calidad y pertinencia de los procesos educativos de las instituciones educativas oficiales rurales y urbanas de Santiago de Cali.

La meta es llegar a 1125 estudiantes a través de 65 semilleros de cultura ciudadana en 55 Instituciones Educativas, integrando a las acciones deportivas, culturales y pedagógicas, la movilización de imaginarios, actitudes y prácticas individuales que fortalezcan la cultura ciudadana, la convivencia y la construcción de paz a partir de las experiencias que dejan los aprendizajes de la vida cotidiana en la casa, el barrio y el aula de clase.

Se espera igualmente que la acción de los semilleros pueda trabajar de manera conjunta con las mesas de cultura ciudadana y los grupos de culturas urbanas de la ciudad, que también son acompañados por la Alcaldía a través de la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana, de tal modo que se pueda promover la unión de comunidad, escuela y administración municipal para el progreso de Cali.

Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/cali/semilleros-para-fomentar-valores-en-las-instituciones-educativas-182096

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Comienza paro magisterial en Colombia

América del sur/Colombia/22 Febrero 2018/Fuente: Prensa Latina

La Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) protagonizará hoy un paro nacional en rechazo a incumplimientos de acuerdos con el sector por parte del gobierno.

Dentro del programa de la movilización se anunciaron marchas simultáneas en Bogotá y en otras ciudades del territorio nacional, como Cali, Medellín, Montería, Neiva y Bucaramanga.

Alegó Fecode que se ha incumplido lo acordado tras el cese de actividades de mediados del pasado año, que se extendió por casi mes y medio.

La ministra de Educación de Colombia, Yaneth Giha, discrepó del criterio de los docentes y les pidió reconsiderar la decisión planteada por considerar que afectará a unos ocho millones de estudiantes.

Sin embargo, Carlos Rivas, presidente de Fecode, defendió la acción de protesta, tras esgrimir que hay creciente descontento en el gremio por asuntos como la prestación de servicios de salud a los maestros, que califican de calamitosa.

Los profesionales de la educación denunciaron también que algunos programas gubernamentales implementados en el sistema de enseñanza favorecen principalmente a las universidades privadas y limitan en recursos a las universidades públicas.

El magisterio colombiano se queja, además, del deterioro de los planteles educacionales y de la desatención a los llamados riesgos profesionales, sobre todo en departamentos como Antioquia, Caldas, Chocó, Quindío y Risaralda.

En otras zonas del país como Cundinamarca, Amazonas, Guainía, Guaviare, Vaupés, Vichada, Tolima, Meta, Casanare y en esta capital señalan que hay deudas acumuladas con el sector cercanas a los siete mil millones de pesos colombianos, equivalentes a unos dos millones 500 mil dólares.

La jornada de protesta está prevista por 24 horas, pero Fecode no descarta que pueda prolongarse si no son atendidas sus demandas.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=154229&SEO=comienza-paro-magisterial-en-colombia
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No hay presupuesto para la educación rural

Por: Semana Educación

En el Acuerdo de Paz quedó consignada la creación de un Plan Especial de Educación Rural. Pero, hasta el momento, el gobierno no cuenta con ninguna fuente de financiación para su implementación.

Para llegar al colegio del municipio de Taraira, en la punta del departamento del Vaupés, los estudiantes de las comunidades aledañas navegan en una lancha de madera durante 10 días por el río Apaporis. Como no pueden continuar el viaje en la noche, levantan cambuches en medio de la vasta selva amazónica, en donde es común encontrar anacondas, jaguares y cerdos salvajes.

Esta travesía, que se reanuda en el día, la hacen solos, asegura María Quecán, licenciada en Filología e Idiomas de la Universidad Libre y docente en esta zona. Mientras sus estudiantes se suben a una lancha, ella se desplaza en un avión carguero DC-3 desde Mitú hasta su colegio, donde vive durante los cinco meses que dura el periodo escolar.

María es una docente nacida en Chía, Cundinamarca, pero lleva 12 años trabajando para la Secretaría de Educación del Vaupés en escuelas rurales. Desde 2016 su lugar está en Taraira, un municipio que limita con Brasil y donde la mayoría de población es indígena. “El transporte y la lejanía no es lo único que nos preocupa, las condiciones en las que vivimos son pésimas”, dice.

Como la mayoría de los 274 estudiantes no pueden regresar a su casa después de terminar la jornada escolar, la institución educativa cuenta con un internado ‘improvisado’. “No hay agua potable, no tenemos lavaderos, los colchones están rotos, los camarotes son inestables. Con este ambiente los estudiantes prefieren no asistir. Y no es que sea una locura, tienen razón en no volver”, asegura.

Testimonios como los de esta profesora han estado ahí, disponibles para quien quiera escucharlos, desde hace años. Pero después de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, las organizaciones sociales empezaron a presionar y hacer más visibles estos casos, que se cuentan por miles, con el fin de concretar estrategias que “garanticen la cobertura, la calidad y la pertinencia de la educación desde la primera infancia hasta la educación superior en el campo”, como se lee en el documento final que puso fin a más de cinco décadas de conflicto armado.

Es por eso que en lo que ahora se conoce como la “Colombia profunda”, donde se concentran alrededor de 11 millones de personas (cerca del 24 % de toda la población colombiana), siguen a la espera de esa transformación rural que aguardan desde Gobiernos anteriores y que implica, entre muchos aspectos, acceso a educación. Lamentablemente, el panorama no parece muy alentador.

Víctor Saavedra, ex viceministro de Preescolar, Básica y Media, cuenta que desde que el Ministerio de Educación (MEN) supo que muchos de los temas sobre educación rural estaban a punto de ser aprobados en el acuerdo de paz preliminar, se empezó a estructurar el Plan Especial de Educación Rural (PEER).

Su misión es la de garantizar la educación inicial, básica, media y superior de calidad, formar docentes, mejorar la infraestructura de las escuelas, modificar el currículo pedagógico y rediseñar la forma en que son administradas las sedes. Sin embargo, un año después de su presentación a los medios, este plan no está terminado y lo más preocupante es que no cuenta con ninguna fuente de financiación.

“El MEN conversó con el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, el Ministerio de Hacienda y el Departamento Nacional de Planeación para solicitar un crédito para su ejecución. Los dos bancos estaban muy interesados, pero el Ministerio de Hacienda decidió no darle el aval a la solicitud del crédito porque no había espacio para financiarlo. Para Hacienda, la cartera educativa debe centrarse en otras prioridades. Lo que quiere decir es que por ahora el proyecto no tienen viabilidad”, explica Saavedra.

Según Óscar Sánchez, director de Educapaz, una de las organizaciones sociales que están ayudando a construir el PEER, el proyecto tiene un costo anual de más de cinco billones de pesos, un dinero que, según él, no existe. “Quienes vemos lo que está pasando sentimos que la implementación del acuerdo, en general, está muy quedada. Se les acaba el Gobierno para jugarse la sostenibilidad de la paz porque no han podido solucionar los problemas fiscales durante estos años. Entonces, temas de fondo como la transformación de la cultura de la violencia o estrategias para generar oportunidades para los niños y los jóvenes no van a solucionarse pronto”, indica.

Ese sinsabor de que nada de lo prometido se hace realidad no solo lo perciben los expertos. Al cierre de esta edición se estaba cocinando un nuevo paro campesino desde el departamento del Cauca, encabezado por la Mesa Nacional Agropecuaria y Popular de Interlocución y Acuerdo (MIA) y apoyado por líderes comunales de todo el territorio que exigen respuesta sobre la ejecución de la Reforma Rural Integral que se traduce en “tierra, vías terciarias, riego, electrificación, conectividad, salud, educación, vivienda, fomento a la economía campesina, asistencia técnica, subsidios y créditos”, según se lee en su pliego de peticiones.

En el otro extremo del país, en el departamento del Cesar, Franco Figueroa, personero del municipio de La Paz, el único lugar del Caribe en donde hay una zona de Capacitación y Reincorporación para los excombatientes de las Farc, asegura que hasta el momento el Gobierno está dejando toda la carga presupuestal en los municipios. “Muchos de los proyectos educativos que se van a desarrollar se van a financiar con el Sistema General de Participaciones y el Sistema General de Regalías, pero municipios pequeños como La Paz no tienen la capacidad institucional de solventar las necesidades de su población”, apunta.

MUCHO DATO Y POCA ACCIÓN

María del Carmen Duque lleva más de 20 años en la zona rural del municipio de Trujillo, Valle del Cauca. Con la producción de su finca cafetera, préstamos y rebajas de matrícula logró graduar a sus tres hijos de la universidad. Ahora son profesionales que viven y trabajan en municipios cercanos. A sus 55 años no solo ha visto esfumarse del campo a los más jóvenes, también las promesas de Gobiernos que ofrecen oportunidades de educación y trabajo.

Carmen sabe lo que sucede y ha sucedido por años con quienes han nacido en su vereda. Ella no necesita los datos para entender que solo el 2,3 % de las personas que viven en el mundo rural disperso han realizado estudios universitarios, que solo el 10 % son bachilleres, que solo el 17 % de los menores de 6 años recibe algún tipo de atención, que de los que terminan la primaria solo la mitad llega a noveno y solo la tercera parte llega a once, y que el alfabetismo se cifra en 12,13 % en mayores de 15 años, según el diagnóstico rural del PEER. Carmen, al igual que muchos compañeros campesinos suyos, no está acostumbrada a entender su realidad por medio de las cifras. Pero sí es consciente de que algo no va bien.

En las grandes ciudades, en cambio, las organizaciones sociales, universidades e instituciones privadas y públicas sí entienden de estadísticas. Muchas de ellas buscan solucionar esta problemática y materializar la promesa de transformar el campo por medio de proyectos e iniciativas.
Uno de ellos es el Programa de Fortalecimiento de la Cobertura con Calidad para el Sector Educativo Rural PER Fase I y II (2002-2012), que fue financiado por el Banco Mundial para garantizar el acceso a la educación de los niños y jóvenes en el campo.

También está el Informe de la misión para la transformación del campo, un documento presentado en 2016 que plasma los principales problemas del campo y recomienda algunas acciones que debe tener en cuenta el Gobierno para cambiar esta realidad. Y el Diagnóstico de la juventud rural en Colombia, presentado este año por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), que nombra las causas por las que los jóvenes están migrando del campo a las ciudades.

Sin embargo, para Carmen, de poco o nada le sirvieron estos programas e investigaciones en los momentos en los que estuvo a punto de retirar a sus hijos de la universidad por falta de plata. “Este país sabe mucho de educación rural, pero nunca ha tenido políticas serias. Donde nos lleguen a echar el cuento de que el PEER se va a resolver en el próximo Gobierno, realmente sería muy triste”, dice, preocupado, Óscar Sánchez, quien además reconoce que aunque el PEER es la apuesta más madura que está en manos del Gobierno, “no es sólido en materia de maestros”.

UN INTERROGANTE QUE NADIE RESPONDE

¿De dónde van a salir los profesores que necesita el campo?, ¿cómo se va a garantizar su formación? Son dudas que el PEER no responde y hasta el momento solo se conoce una estrategia limitada a impactar las zonas afectadas por el conflicto.

De acuerdo con Nicolás López, vocero de Educación en la Mesa Social y Comunitaria del Catatumbo, tras una movilización que hicieron en la región lograron que los maestros que fueron contratados por los municipios durante el conflicto armado –ya que los nombrados por el MEN pedían traslado a zonas menos violentas– ahora puedan participar en el concurso docente que salió este año. Una especie de reconocimiento a su labor a favor de la educación de los niños en tiempos de guerra.

«Hay profesores que se gastan hasta seis horas en moto para llegar a escuelas que, en la mayoría de los casos, están en mal estado. Así no es posible tener una buena educación”, advierte López.

Finalmente, se logró sacar adelante el Decreto Ley 882 del 26 de mayo de 2017, que abre la posibilidad para que 1840 de estos maestros ingresen al sistema y permanezcan en el sector rural afectado por la guerra.

Los requisitos son básicos: puede presentarse al concurso docente desde un bachiller, técnico profesional, tecnólogo o normalista superior, hasta un licenciado en Educación o con otro título del nivel profesional universitario. Serán calificados de acuerdo con el puntaje que obtengan en las pruebas de razonamiento cuantitativo, lectura crítica, conocimientos específicos de área, evaluación de conocimientos pedagógicos y una prueba psicotécnica.

Para Franco Figueroa, personero del municipio de La Paz, el concurso docente está olvidando uno de los problemas que más repercuten en la educación rural: la calidad. “Muchos de nuestros docentes rurales no cuentan con la formación suficiente para competir con otros que sí están preparados. Antes de hacer un concurso deberían capacitarlos y profesionalizarlos”.

En cambio, muchos docentes de las zonas rurales responsabilizan al Estado por la falta de garantías para ejercer su profesión bajo parámetros de calidad, no creen que el problema sean ellos directamente.

Ese el caso de Luis Rojas, profesor del municipio de Tibú, Norte de Santander, para quien, aunque la educación de la zona del Catatumbo es de las peores en el país, la culpa no es de los maestros, sino del abandono que padecen del Gobierno. “A las escuelas no llegan los recursos, los docentes no son contratados en los tiempos académicos, entonces no tienen tiempo para dar todo el contenido correspondiente. A esto le sumamos el conflicto armado, la infraestructura, los materiales didácticos, los computadores. Ven la educación del campesino como un cero a la izquierda”, apunta. En la Institución María Auxiliadora, ubicada en medio de los municipios de Dagua y la Cumbre, en el Valle del Cauca, estos problemas son resueltos por la misma comunidad.

El rector Rubén Darío Cárdenas, ganador del premio Compartir al Mejor Rector con el proyecto ‘La escuela, un proyecto de transformación cultural‘, ha logrado que los campesinos vean la escuela no solo como un espacio para generar conocimiento, sino también para formular alternativas que solucionen cuestiones como la alimentación y el transporte.

“Nosotros formulamos una propuesta para ser solucionadores de nuestros propios problemas: el Programa de Alimentación Escolar lo resolvemos con nuestras propias huertas y vacas. También tenemos el programa La Escuela en Casa, para que los niños que viven muy retirados de la institución puedan trabajar en casa con sus padres y regresen a la escuela cuando puedan con el trabajo resuelto. De esta forma el aprendizaje no se detiene, porque el saber no está encapsulado solo en los maestros”, plantea.

Para lograr que en 2015 la institución María Auxiliadora estuviera entre las 10 mejores del país en las pruebas Saber, Cárdenas ajustó el lineamiento curricular y los estándares básicos de competencias con la realidad de sus estudiantes. Es decir, que al no seguir al pie de la letra lo que desde las ciudades creen es lo mejor para el campo, su colegio logró colarse entre los mejores.

EL CAMPO SABE CUIDAR DE SÍ MISMO

Frente a la lentitud y la desorganización en la implementación de los acuerdos de paz y a la espera de que programas como el Plan Especial de Educación Rural sean aprobados por el Congreso, la ruralidad está buscando la manera de construir paz sin la ayuda de terceros.

Nadie sabe mejor que ella, construir entre comunidades para sacar adelante un territorio. Hoy, el ejemplo más sorprendente lo están dando los más jóvenes. Los mismos que llevan años sin educación ni trabajo digno, pero que con fuerza y determinación dan la pelea por su región.
Silfredo Fuentes es un joven de la zona rural de Córdoba que hace parte de la Red Nacional de Jóvenes Rurales, una plataforma que reúne a 2700 líderes juveniles de 27 departamentos para construir lazos entre ellos y entidades públicas y privadas.

Cuando Silfredo no está en China o en reuniones en Bogotá con empresarios y ministros exponiendo proyectos con los que intenta que los jóvenes vean el campo como una gran empresa, se queda en su vereda trabajando una tierra de la que nunca piensa irse.

Esta visión la comparte con otros de los miembros de la red como Walter Montoya, de Puerto Salgar, Cundinamarca; Michael Camacho, de La Dorada, Caldas, y Jorge Alean, de Sahagún, Córdoba. Todos ellos tuvieron la oportunidad de participar en XpoJovenES 2017, un espacio en el que compartieron sus ideas de negocios construidas de la mano de otros jóvenes de cada región.

“La educación superior no puede ser más un puente migratorio a la ciudad. Un joven rural que migra a estudiar difícilmente vuelve, por lo tanto se desconecta totalmente de su actividad productiva, se rompe su vínculo con el territorio. Por eso estamos tratando de conseguir todo el apoyo posible para acabar con la fuga de cerebros”, explica Silfredo.

Una de las ideas que tiene esta red nacional es llevar más universidades a las regiones para que respondan a las dinámicas de desarrollo rural. Una realidad que se supone va a empezar a funcionar en la nueva y primera sede de la Universidad Nacional en el departamento del Cesar, con la que se buscará cerrar la brecha educativa que mantiene rezagada a esta región respecto a otras del país.

Y es que de los 12.500 bachilleres que se contabilizan en esta zona del territorio, solo el 30 % accede a educación superior. Los demás buscan estudiar carreras técnicas o tecnológicas o se quedan deambulando en las calles.

Esta sede estará ubicada a 12 kilómetros de Valledupar, en el municipio de La Paz, un lugar afectado por el desplazamiento forzado y el conflicto armado. “Es un gran paso para la gente que vive en el campo porque ahora van a tener una muy buena universidad muy cerca a los corregimientos”, apunta Héctor Duarte, líder comunal del municipio.

Pero para el personero Franco Figueroa, pensar que los campesinos del Cesar van a lograr ingresar a una universidad pública con la educación básica y media que reciben en el momento es muy ingenuo. “Si no hacemos nada con la educación que se imparte en el colegio, un joven campesino no va a tener el conocimiento para ganar una prueba de admisión en la Nacional”, concluye.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-rural-en-colombia/557157

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Colombia: ¿Por qué volvieron este miércoles a paro los maestros?

Por: Portafolio/21-02-2018

Fecode aseguró que no se está cumpliendo con lo pactado en el acceso a la salud. Mineducación dice que es una protesta injustificada. Sólo 24 horas durará el cese de actividades.

De los 24 puntos, 8 ya están cumplidos y un número similar está cerca a concretarse, aseguró Mineducación.

Este miércoles el sindicato de maestros (Fecode) convocó a un paro nacional de 24 horas asegurando que el Gobierno no ha cumplido con lo pactado en temas de salud, educación y trabajo digno. 

A través de un comunicado, el sindicato aseguró que la protesta se fundamenta en la defensa esos tres derechos fundamentales. “La mayoría de los nuevos contratos para el servicio médico-asistencial del magisterio entraron en vigencia el 23 de noviembre del año pasado, pero a la fecha las entidades prestadoras no están cumpliendo a cabalidad con los términos allí contenidos”.

Adicional a esto, Fecode afirmó que a los problemas que venían de contratos anteriores se suman unos nuevos inconvenientes. Añaden que “se está dificultando la afiliación de docentes y sus beneficiarios, están negando la atención en urgencias, los pacientes oncológicos denuncian la interrupción de sus tratamientos y la no entrega de medicamentos, entre otros puntos”.

Desde el Ministerio de Educación Nacional, la jefa de esta cartera, Yaneth Giha, se pronunció y aseguró que es injustificado y que perjudicará a más de 7 millones de niños.

Ante esto, la funcionaria explicó que la mesa de diálogo sigue abierta desde el año pasado, después del paro de maestros que duró 37 días. “Se mantienen las reuniones entre las partes. La comisión de verificación de los acuerdos está operando y es en esta instancia en la que se deben dirimir las diferencias y las inquietudes, como quedó establecido”, aseguró.

Sobre los acuerdos, aseguró que, de los 24 puntos, 8 ya están cumplidos y un número similar está cerca a concretarse y otros 8 son puntos más profundos están siendo revisados en las mesas de trabajo.

“Mi tarea y la del Ministerio de Educación es la de proteger el derecho a la educación de los niños de Colombia; no estamos en un plan de generar represalias; estamos dialogando. Buscamos que los maestros sigan dando clases y que no se vaya a interrumpir el servicio educativo. Agradezco a los muchos docentes que han manifestado que no van a parar y que no acogen ese llamado de Fecode”, afirmó la ministra.

 Además, bajo la coyuntura, se recordó que los maestros recibirán este año 3 puntos adicionales de incremento salarial. Es decir, este año, por primera vez, todos los maestros oficiales de Colombia recibirán un salario mensual con un incremento del IPC más 4 puntos porcentuales.

“No tiene justificación que mientras estamos hablando, mientras el diálogo está abierto y se están tratando los temas, Fecode haya tomado esa decisión. Adicionalmente, y como ellos bien lo saben, el Gobierno nacional está cumpliendo con los acuerdos”, aseguró Giha.

Por otro lado, desde el Ministerio de Trabajo también hicieron un llamado a los maestros y se reiteró que los acuerdos contemplados a partir del año pasado se vienen cumpliendo. “Los problemas de salud de algunos maestros en algunas regiones no son justificación para que todos los niños del país dejen de asistir a clase”, aseguró la ministra Griselda Restrepo. Y también afirmó que la educación es un servicio esencial.

Desde Fecode expresaron que “el Gobierno intenta hacer lo mismo que hicieron con el paro de Avianca y declararlo ilegal”; sin embargo, enviaron un comunicado en el que expresan que se mantienen en firme y que el paro de este miércoles se llevará a cabo.
En Bogotá habrá dos marchas: delegaciones de departamentos aledaños y la Asociación Distrital de Educadores partirá desde temprano en la mañana hacia el Parque Nacional, y por otro lado, la Asociación de Educadores de Cundinamarca se concentrará en la sede de la Gobernación sobre la Avenida 26. Luego, ambas movilizaciones se encontrarán y marcharán hasta el Ministerio de Educación en el CAN. En el resto del país hay programados plantones y marchas en las capitales y municipios.

*Fuente: http://www.portafolio.co/economia/paro-de-maestros-miercoles-21-de-febrero-de-2018-514499
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