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Pandemia académica: la cuarentena acentúa la desigualdad de género en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La cuarentena ha puesto en evidencia el “muro materno” que bloquea el avance de las mujeres en la academia.

Conforme el periodo de cuarentena avanza, un fenómeno social regresivo sucede en los hogares de profesionistas que son madres. El desbalance de género se ha vuelto patente en las dinámicas de parejas con hijos que ahora se encuentran trabajando desde casa, con las mujeres compensando por el tiempo y las tareas que implican el cuidado del hogar y los hijos. Como consecuencia, los trabajos académicos escritos por mujeres se han reducido considerablemente. La realidad epistémica durante la pandemia está siendo escrita en su mayoría por hombres. ¿Cómo se explica que esto suceda en pleno siglo XXI?

Esta dinámica desbalanceada puede deberse a un viejo hábito que aún forma parte la socialización con base en el género. De acuerdo a los principios relacionados con las labores, el trabajo pagado o profesional, por definición, vale más que las labores del hogar, el primero puede ser monetizado y tiene un valor económico claro, el otro carece de una tabulación que le asigne un valor económico medible, sin embargo, sus resultados pueden tener más alcance y significación que un trabajo de oficina.

Tradicionalmente, el trabajo para el sustento de una familia se ha asignado a los hombres, aunque hoy en día la fuerza de trabajo se comprende de una presencia femenina competitiva, es común ver a los hombres como el sostén económico del hogar. Esto afecta seriamente la capacidad de las profesionistas para trabajar las mismas horas, dado que, a diferencia de sus equivalentes masculinos, se espera que asuman el rol principal en las tareas del cuidado del hogar y de los hijos.

La merma de género en la academia

A mediados del mes de abril, la doctora Elizabeth Hannon, Directora Asistente en The British Journal for the Philosophy of Science, comentó públicamente en Twitter sobre una dramática disminución en la presencia de artículos enviados por académicas mujeres. “Insignificante el número de propuestas para el diario por parte de mujeres durante el mes pasado. Nunca había visto nada así”.

El breve comentario de Hannon fue seguido por una avalancha de reconocimiento y empatía de una gran cantidad de académicas para las que el aislamiento ha sido una experiencia muy distinta a las de sus parejas y colegas masculinos. Las breves crónicas fueron muy variadas pero todas coincidían en una sola cosa: No hay tiempo de escribir cuando los cuidados de la casa y de los niños no son una responsabilidad compartida y se espera más de ellas que de ellos.

Hannon no es la única editora de revistas académicas que ha notado este paradigma, David Samuels, co-editor del journal Comparative Political Studies, respondió al hilo de discusión que abrió su colega en Twitter con sus propios datos. Samuels declaró que las propuestas por parte de mujeres a su revista alcanzaron el mismo número que en abril del año pasado, mientras que las de los hombres aumentaron en un 50 por ciento.

“Publish or perish”: productividad en la academia

Alessandra Minello, estadística y demógrafa social de la Universidad de Florencia, Italia, escribió un artículo sobre lo que la cuarentena revelará sobre el «muro materno» que bloquea el avance de las mujeres en la academia, un sector que ya está mostrando señales de advertencia y serias fallas ante la constante presión que tienen académicos y académicas por publicar. Para mantenerse relevantes, los académicos deben presentar un ritmo constante de publicaciones, la presión de ser constantemente productivo no toma en cuenta las circunstancias especiales que genera una cuarentena, y menos la acentuación de brecha de género que provoca.

Sam Giles@GilesPalaeoLab

The next person who tweets about how productive Isaac Newton was while working from home gets my three year old posted to them.

Ver imagen en Twitter
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Estando en casa, se asume que los académicos tendrán “más tiempo” para trabajar en sus artículos. Esta suposición no podría estar más errada, más aún para las académicas, que más que tiempo libre, tienen más trabajo. Sam Giles, paleobióloga de peces fósiles, advirtió en Twitter: “La siguiente persona que tuiteé acerca de cuán productivo era Isaac Newton mientras trabajaba desde su casa, recibirá a mi hijo de tres años».

Comentarios breves como estos pueden parecer instancias de catarsis graciosas por parte de académicas que solo están pasando un mal día, como sabemos, Twitter está lleno de este tipo de contenidos, pero de la misma forma, mensajes como este son la punta del iceberg de una problemática más compleja que afecta desde la salud mental de quienes producen el conocimiento hasta la cantidad y calidad del contenido producido.

Mary-Ann Stephenson, directora de Women’s Budget Group ejemplifica claramente el desbalance de género entre académicos durante el aislamiento. “En la mayoría de los casos, las mujeres realizan la vasta mayoría de las tareas de cuidados de niños pequeños y de la educación en casa… los hombres pueden encerrarse en un estudio, mientras que las mujeres trabajan en la mesa de la cocina o los comedores, al tiempo que tratan de educar en casa”.

Por su parte, Minello señala que desde que la universidad donde trabaja cerró por las medidas de contingencia ante el COVID-19, “ha visto más amaneceres que nunca antes en su vida. Ahora, debo trabajar antes del amanecer”. Esto se debe a que Minello tiene un hijo de dos años y para poder hacer su trabajo, ella necesita silencio y concentración. Las horas de madrugada, mientras su hijo duerme, son el único momento en que ella puede trabajar. Y esto es solo para la carga de clases que imparte en la universidad. Ahora, Minello señala que cuenta con menos tiempo para escribir artículos científicos. “En lugar de trabajar, mis colegas y yo tenemos un único objetivo que es superar el día a día”.

El trabajo dividido en cifras

La raíz de esta falta de artículos académicos escritos por mujeres en publicaciones académicas y la productividad en general de las mujeres en otros rubros laborales, se encuentra en una distribución desbalanceada de las horas de trabajo en casa y el cuidado de menores de edad cuando se trata de una familia con hijos.

¿Cuántas horas creen los hombres que pasan realizando tareas domésticas en comparación con las mujeres? Una encuesta realizada por Morning Consult para The New York Times sobre trabajo doméstico y educación en el hogar durante la cuarentena, reveló que la mitad de los padres varones con hijos menores de doce años encuestados dicen que hacen la mayor parte del trabajo de enseñanza en casa, solo 3 % de las mujeres estuvieron de acuerdo.

En promedio, las mujeres pasan de media hora a una hora completa al día más que los hombres en tareas del cuidado del hogar y de los hijos, de acuerdo al investigador Theun Pieter van Tienoven y una encuesta realizada por el grupo de investigación TOR. En una situación como la que vivimos hoy en día, en la que debemos permanecer en casa, en una familia, un hombre tendrá más tiempo libre, ya que se concentrará prioritariamente en el trabajo de oficina; mientras que la mujer verá su horario extendido al tratar de balancear su trabajo con las necesidades del hogar y los hijos. Sostiene van Tienoven.

Esta distribución es puramente social, no sirve a fines económicos ni de desarrollo global, es simplemente un recordatorio de la valorización, o más bien la desvalorización, que damos a las tareas de cuidado, crianza y mantenimiento del hogar, así como a las personas que tradicionalmente toman ese rol: las mujeres. Independientemente de si trabajan o no.

Claire Cain Miller, corresponsal en The New York Times, concluye en tan solo dos líneas la explicación de este patrón regresivo que bien podría ser un comportamiento social en estado latente que había esperado a una situación como la de la pandemia para manifestarse: “La razón por la que las mujeres hacen más trabajo no pagado durante el periodo de aislamiento es simple, siempre lo hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academicas-pandemia-covid19

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Profesores universitarios y la transición forzada

Por: Pluma Invitada

Sylvia Vázquez Rodríguez

Juan Carlos Silas Casillas

Nadie lo esperaba ni estaba preparado. Tanto las instituciones como los profesores tuvieron, literalmente, unos cuantos días para trasladar su(s) cursos de un planteamiento presencial a uno de emergencia que se ha venido llamando “virtual”.

Los resultados de los estudios “espejo” con profesores y estudiantes muestran realidades complementarias. En este breve texto se hablará sólo de los hallazgos en la vivencia de los académicos.

El cuestionario en línea estuvo abierto entre el 27 de marzo y el 30 de abril y se les preguntó sobre 1) cómo esperaban que sería la experiencia académica virtual y cómo fue realmente, 2) La preparación que tuvieron para cambiar de modalidad, 3) cómo están siendo ahora las interacciones académicas y 4) cómo ha sido el componente de emociones y sentimientos. También respondieron algunas preguntas abiertas acerca de qué han aprendido con la experiencia y qué recomendarían a profesores e instituciones.

Se recuperaron 1,310 cuestionarios válidos de profesores de casi toda América Latina. De mayor a menor participación: México, Venezuela, Perú, Argentina, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador, Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay. La mayor parte de las respuestas viene de profesores que trabajan en México (78%). En términos de género está dividido casi en dos mitades: 52% hombres y 48% mujeres. La mayoría de quienes respondieron son profesores que imparten clase en licenciatura (83%). Por último, la participación mayoritaria fue de académicos que trabajan en instituciones privadas (80%). Sin embargo, las experiencias vividas tienen muchos elementos comunes.

La mayor parte (85%) estaba impartiendo clase en modalidad presencial y tuvo alrededor de cinco días para trasladar sus cursos a un territorio inexplorado (al menos parcialmente). Se vieron forzados a echar mano de su experiencia, sus comprensiones y en algunos casos, de las capacitaciones y otros apoyos puestos en marcha por varias instituciones. Casi la mitad de los participantes, de más de 40 instituciones participantes, reportaron que tuvieron apoyo institucional para capacitarse de manera emergente, mientras que cerca de 40% de los profesores dijeron que ellos tomaron cursos por su cuenta para capacitarse, lo que sin duda habla bien de los maestros.

Un segundo elemento es el de la saturación de actividades. Ante la incertidumbre de qué es lo adecuado y cuál es el mínimo suficiente en términos de tareas y actividades para el aprendizaje, los profesores tomaron mayoritariamente el camino de la saturación. Asignaron altas cantidades de pequeñas y medianas tareas, mini ensayos, reportes de lectura, ejercicios y respuestas a casos o problemas. Con el interés de tener a los alumnos centrados en su asignatura y con el legítimo afán de compensar su ausencia en el aula, algunos saturaron a sus estudiantes y se saturaron a sí mismos. El instrumento arrojó múltiples testimonios de que en la segunda mitad del semestre debieron revisar y retroalimentar cantidades ingentes de pequeñas tareas prácticamente a diario, lo que les absorbió mucho más tiempo del que pensaron inicialmente. Diferentes testimonios hablan de que están trabajando varias horas más al día.

Un tercer elemento se relaciona con las dificultades que los profesores enfrentaron en esta etapa de trabajo lectivo. La mayor parte de las complicaciones se centraron en asuntos de logística, conectividad e incluso en su esfera personal. 75% de los docentes universitarios afirma que algunos de sus estudiantes tienen dificultades para usar la plataforma; casi la mitad (48%) dice que ahora tiene más tareas domésticas que atender, 45% afirma que en momentos se le cae el internet en casa, 36% que los estudiantes no están cumpliendo con lo planeado y 35% dicen que hay muchas distracciones.

Un dato que no es menor, a pesar de no ser tan llamativo como los anteriores, es que los hogares de los profesores no están preparados para recibir la docencia cotidiana (y no tendrían por qué estarlo). 26% dice que no tiene escritorio o silla adecuada, 23% que hay mucho ruido en donde podría trabajar, 22% que hay menos computadoras en casa de las necesarias, lo que le obliga a compartir el equipo con sus familiares y casi 8% afirma que no tiene computadora en casa.

Es en estas condiciones que los profesores hicieron frente al traslado forzado de actividades y, a pesar de la sobrecarga, cuando el instrumento les preguntó sobre emociones y sentimientos, los más presentes en la experiencia de los maestros fueron claramente positivos: confianza y alegría. Esto naturalmente convive con la saturación de tareas y actividades, así como algún nivel de estrés.

En síntesis, queda claro que esta transición ha sido agobiante y demandante para todos. Tras la perplejidad inicial, los académicos se involucraron de lleno y transformaron, primero sus cursos y después su docencia. Sin duda, los procesos de reflexión que han detonado estarán ayudando a dar una justa medida al fenómeno vivido y llevarán a los académicos a aprender de la experiencia. El próximo ciclo escolar tiene aún muchas interrogantes, pero, seguramente será afrontado por académicos mejor preparados para lo que traiga el futuro.

El reporte final del estudio sobre la vivencia de los profesores universitarios en torno a la transición forzada de su docencia, desarrollado por el Grupo de Investigación sobre la Educación Superior en Coyuntura (GIESuC) se puede encontrar en:  www.giesuc.org o la página de Facebook: https://www.facebook.com/GIESUC/

O se puede solicitar a la dirección de correo electrónico: giesuc2@gmail.com

Descarga el documento aquí: Informe FINAL GIESuC profesores (1)

Fuente: http://www.educacionfutura.org/profesores-universitarios-y-la-transicion-forzada/

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Adelante critica que el Gobierno andaluz plantee recortar el presupuesto de las universidades públicas de Sevilla

Por: Tercera Información

El diputado de Adelante Andalucía por la provincia de Sevilla, Ismael Sánchez, afea el “tijeretazo” de Moreno Bonilla a las universidades Pablo de Olavide y de Sevilla tras conocerse que la Junta plantea reducir la financiación de las universidades andaluzas en un 10% (135 millones de euros).

Sánchez pide al consejero del ramo, Rogelio Velasco, que aclare cuánto supondrá y en qué cantidad exacta afectará la merma de 135 millones de euros prevista en Andalucía a las dos universidades sevillanas, porque “mucho nos tememos que podamos estar hablando de más de 40 millones de euros”.

“Hace pocos días el Gobierno central ha incrementado en 179 millones de euros las becas universitarias mientras el andaluz agrava la situación de infrafinanciación de los campus universitarios, algo que sin duda, va a tener consecuencias directas en la calidad de la educación superior en Andalucía”, ha afirmado el parlamentario.

El representante de Adelante ha señalado que “PP, Cs y Vox hieren de muerte a las universidades públicas de Andalucía en general y de Sevilla en particular” y abocan al profesorado a “más precariedad laboral” y a un aumento de la ratio en las aulas universitarias.

Según Sánchez, este recorte “pone en riesgo la planificación presente y futura de programas de I+D+I en las universidades sevillanas y dispara la desigualdad entre campus”. Para el diputado, con este “tijeretazo” el Gobierno andaluz sigue su rumbo, “en el que las universidades públicas son totalmente prescindibles porque el Gobierno de las derechas y la ultraderecha quiere que Andalucía sólo está preocupado por “la apertura de las playas y un desarrollo basado en el turismo y no en la ciencia”

Además, el parlamentario de Adelante Andalucía ha saludado que, por el contrario, “el Gobierno central marque la diferencia”, ya que ha aumentado en 179 millones de euros las becas para garantizar el acceso a la universidad, mientras que el Gobierno andaluz recorta el presupuesto de estas en 135 millones de euros.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/2020/05/25/adelante-critica-que-el-gobierno-andaluz-plantee-recortar-el-presupuesto-de-las-universidades-publicas-de-sevilla

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¿Qué será la normalización?

Por: Elisabeth de Puig

Esperamos todos la llamada “normalización” y miramos, esperanzados, las tentativas de salida de crisis en los países que nos han precedido en la cuarentena con la conciencia de que cada gobierno ha tenido su gestión nacional de la pandemia dentro de los parámetros de la OMS y que cada país sale del confinamiento según su propia idiosincrasia.

Ayer habló el presidente de una reapertura gradual que, de primera impresión, deja las puertas abiertas a algún nivel de confusión. Si no hemos sido capaces de controlar las medidas de aislamiento social y el toque de queda a cabalidad, ¿qué posibilidad tendremos de controlar la “covidianidad” sin dar pie a un cierto caos?

El encierro en casa ha provocado que una gran parte de la población ha tenido que habituarse a una realidad desconocida. Una situación nueva a la que se le está haciendo frente y a la cual la sociedad dominicana ha respondido de manera diferente según los estratos sociales y las diferentes condiciones de vida.

Este confinamiento ha desencadenado graves preocupaciones sobre el futuro de la economía local y global, a la par de las angustias sanitarias.

Estos temores no se acabarán con la llamada normalización y parte de ellos tienen que ver con el peligro real que seguirá existiendo en ausencia de una vacuna y de remedios efectivos contra el COVID-19.

Al salir a la calle no sabremos si la persona que está cerca está contagiada o si un objeto que estamos agarrando ha estado en contacto con el virus.

En el futuro inmediato por forrados que estemos con lentes, viseras, máscaras y guantes, y aunque guardemos el distanciamiento físico de dos metros, lo que se vislumbra es que encararemos a los demás con algo de paranoia o, por lo menos, con temor y desconfianza.

Esto ha conllevado que en España y Francia se hable en estos días del “síndrome de la cabaña”, que hace que la gente en el momento de la liberalización tenga miedo a hacer contactos con otras personas fuera de la casa, a trabajar fuera del hogar, a relacionarse, etc. y muchos prefieran quedarse encerrados todavía.

Pero cuando hablamos de normalización, lo que más nos debería interpelar es saber hacia dónde nos dirigimos con esta nueva etapa.

¿Será posible volver a la misma vida que teníamos hace dos meses, a una sociedad regida por un capitalismo puro y duro, a un individualismo despiadado y a un modelo neo liberal de sálvese quien pueda, o se vislumbrará la posibilidad de establecer una sociedad que tendrá como ejes la cooperación y la solidaridad de todos con todos, donde no se estigmatice por rumores infundados y no se discrimine por motivos de nacionalidad, religiosos o étnicos?

Como lo señaló el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al conmemorar el aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de las Naciones Unidas, el mundo debe «recordar las enseñanzas de 1945 y, unidos, buscar la forma de acabar con la pandemia y de construir un futuro de paz, seguridad y dignidad para todos».

La crisis del Covid 19 nos recuerda que la atención médica es un derecho humano universal que no podemos desatender como es lo característico en los modelos neo liberales, que los estados deben regular los mercados, y que debemos hacerle frente a la racionalidad económica con un sentido social y ecológico.   

¿En qué mundo queremos vivir cuando todo esto termine? Esa es la pregunta clave. La pandemia nos ha permitido darnos cuenta en tiempo real de nuestra interdependencia planetaria: ricos, pobres, blancos, negros, jóvenes y ancianos, así como de nuestra fragilidad individual y colectiva.

A este respecto, he recogido aquí y allá algunas ideas sueltas que dejo para la reflexión.

Recordemos que, si partimos de los derechos humanos, esto nos ayudará a responder a las prioridades inmediatas mientras desarrollamos, al mismo tiempo, estrategias con visión de futuro.

No es encerrándonos en nuestras ideas preconcebidas que contribuiremos al cambio social, sino abriéndonos y participando con voluntad de servicio.

Coloquemos la solidaridad por encima de la eficiencia, obviando un consumo desenfrenado que, al destruir el planeta, conduce a la pérdida de la humanidad. 

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8819108-que-sera-la-normalizacion/

Imagen: Mircea Iancu en Pixabay

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Copiar o no copiar, el dilema de los exámenes online en casa

Por: Laura Peraita

La tentación de hacer «trampas» en las pruebas está ahí; la responsabilidad ética, también.

La prolongación del cierre de las escuelas y universidades por miedo al contagio del coronavirus ha motivado que no solo las clases se realicen de manera online, también los exámenes. Pero, ¿cómo se garantiza que los alumnos no copien durante estas pruebas que hacen en la habitación de su casa con todo el material de estudio a mano? ¿Debo ayudar como padre a que mejore sus respuestas para que obtenga una mejor calificación? La tentación está ahí; la responsabilidad ética, también.

Para César del Hierro, director del colegio concertado Ábaco, el alumno debe ser siempre responsable y autónomo en todas sus tareas y ahora, «por estar en casa no debe ser distinto». Asegura que los docentes parten de la confianza «de que los estudiantes están actuando correctamente y que sus padres son coherentes con el modelo pedagógico que se les transmite».

Explica que los niños en Primaria son más honestos y suelen respetar más estas «reglas del juego» de no copiar en los exámenes, «pero en primero y segundo de Secundaria, por edad, tienen más picaresca y pueden tener la tentación, también con la intención de mejorar su nota para no dar más disgustos en casa, donde puede que sus padres tengan problemas laborales o de salud por la situación actual. No obstante, los profesores conocemos a los alumnos, su trayectoria en el curso y, en la mayoría de los casos, desde que iniciaron Infantil por lo que cualquier cambio inminente en sus calificaciones nos daría una pista».

Pese a todo, en el Colegio Ábaco han puesto en marcha una serie de herramientas a partir de Secundaria como, por ejemplo, la realización de exámenes orales, o la posibilidad de solicitar a los alumnos que, días después de la prueba, realicen una defensa oral de su examen.

Alejandra Velasco, directora de Infantil y Primaria del Colegio Arcángel Rafael, reconoce que cuando los profesores se conectan con sus alumnos en alguna ocasión han visto en su pantalla la mano de un adulto que intentaba pasar desapercibida mientras ayuda al alumno a hacer sus tareas, voces sigilosas corrigiendo errores… Por este motivo, en las tutorías que se llevan a cabo en este centro con los padres, «intentamos recordarles que deben poner el foco en el aprendizaje y no en la inmediatez de la respuesta ni en el resultado final de una nota. Se trata de todo un proceso y lo importante es que el alumno vaya asimilando conceptos poco a poco, sobre todo en Primaria, donde a los estudiantes no es habitual que se les ocurra copiar. Para los de Secundaria, lo que hacemos es que en los exámenes no les preguntamos tantos conceptos, fáciles de copiar, sino que realicen cuestiones más competenciales o respondan cuestiones tipo test que requieran reflexión».

Ruth Ferrero, presidenta del APA del Colegio CEU San Pablo Sanchinarro, es madre de tres hijos que cursan cuarto y quinto de Primaria y segundo de Secundaria. En su opinión, los padres deben dejar que sus hijos hagan tanto los deberes como los exámenes de forma independientes. «Los alumnos deben hacer cada día en casa una serie de pruebas y enviarlas y con ellas, y su participación, comportamiento, etc., los profesores califican. Influye todo y deben ser los propios niños los que deban enfrentarse a hacer sus tareas. En mi caso solo les ayudo si tienen alguna duda o problema técnico que no sepa solventar. Esta época es un auténtico reto para conseguir que sean más autónomos y responsables, aunque no aprendan tanto, porque ya tendrán tiempo de reforzar contenidos».

El primer objetivo para José Luis Serer, profesor de Lengua y literatura en ESO y Bach del Colegio CEU San Pablo Valencia, es transmitir a los alumnos que «el valor real de una prueba o tarea —nosotros hemos eliminado durante el confinamiento la palabra examen— es el beneficio que le genera en su propio aprendizaje y que le permite evaluarse así mismo en su esfuerzo. Lo otro es un engaño. Los padres están teniendo una gran oportunidad durante todas estas semanas de confinamiento para transmitir a sus hijos una serie de valores como la responsabilidad frente a sus tareas».

Este profesor reconoce que es muy importante mantener un clima de confianza y responsabilidad en el proceso de aprendizaje para lograr los objetivos propuestos. «Una vez superada la barrera técnica, los estados emocionales son nuestra prioridad». Señala que «de nada sirve una buena técnica si la relación de los actuantes ha perdido emoción. Aquí es donde ha intervenido de forma directa la labor del tutor, pieza indiscutible de la estructura organizativa y formativa de nuestro centro. Las tutorías se han mantenido a través de canales privados y de una transmisión directa entre tutores y familias».

Pruebas Universitarias

Salvando las diferencias, Iñaki Bilbao, vicerrector de internacionalización y transformación digital de la Universidad CEU San Pablo, explica que la universidad pretende hacer un paralelismo entre lo presencial y lo online. Para ello asegura que cuentan con proctoring, una herramienta de vigilancia remota, que simula la función del profesor que camina por la clase mientras los alumnos realizan el examen. «A través de una cámara conectada al ordenador o móvil podemos captar la imagen del alumno, que previamente nos ha mandado una foto suya de ese momento —para verificar su identidad—, imágenes del lugar donde va a realizar el examen y de su mesa de estudio para comprobar que está vacía y, de este modo, garantizar la integridad académica de la prueba. Hay diferentes niveles de vigilancia, según sea la prueba».

No obstante, este docente matiza que los profesores tienen ya información de la evolución del alumno durante el curso y, si de repente sus notas suben mucho, «puede resultar sospechoso». Aun así, confiesa que, aunque la tentación de copiar esté ahí, «en las aulas también se han transmitido a los estudiantes valores como la capacidad de esfuerzo, el respeto, la integridad… para que sean honestos consigo mismos porque somos conscientes de que ninguna herramienta digital ofrece una seguridad absoluta de que no van a copiar, pero lo mismo que si estuvieran en una clase presencial», matiza.

No obstante, explica que este sistema no es nuevo, «ya se ha realizado en años anteriores, lo que ocurre es que ahora se está llevando a cabo de forma masiva por las circunstancias que marca el confinamiento. Lo que queremos es transmitir un mensaje de tranquilidad para que los alumnos hagan sus exámenes tal y como lo hacían en la modalidad presencial», concluye.

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Casi la mitad de profesores no tuvieron asesoría ni acompañamiento para implementar programa Aprende en Casa

Por: Erick Juárez Pineda

En una encuesta realizada por la Secretaría de Educación Pública a docentes, se reveló que el 48% de los maestros no recibió asesoría, apoyo o acompañamiento de las autoridades educativas para la implementación del programa Aprende en Casa.

Mediante un sondeo realizado por la dependencia, se reveló que hasta el 70%  de los alumnos no tienen internet  y de los profesores, el 32.7% no tiene acceso a este servicio.

En la encuesta realizada a nivel nacional, participaron 302 mil 270 docentes de preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y normales, así como del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y del Tecnológico Nacional de México (TecNM); se reportó un avance en el Programa de Estudios, en su grupo de alumnos, superior al 70 por ciento al inicio el aislamiento voluntario.

Respecto a las plataformas que se utilizan para el desarrollo del programa Aprende en Casa, se reportó que el 50.2 por ciento utilizan el teléfono celular para acceder a sus contenidos; alrededor del 30 por ciento lo hace con otros dispositivos, mediante la conexión a internet de sus hogares; el 14.5, a través de la televisión; el 0.3 por ciento, con la radio; y el resto, con el apoyo de otros instrumentos y materiales.

A la pregunta ¿con qué porcentaje de sus alumnos interactúa semanalmente? 247 mil 861 docentes respondieron que interactúan entre el 90 y 100 por ciento de sus alumnos; entre el 80 y 89 por ciento lo hacen 25 mil 88 docentes; entre el 60 y 79 por ciento lo hacen 15 mil 416; entre el 40 y 59 por ciento lo hacen 9 mil 370.

Fuente e Imagen: http://www.educacionfutura.org/casi-la-mitad-de-profesores-no-tuvieron-asesoria-ni-acompanamiento-para-implementar-programa-aprende-en-casa/

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