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Violencia, marca de identidad

Por: Carolina Vásquez Araya

No es necesario escarbar demasiado para ver las manifestaciones de esa fascinante estructura de instintos e impulsos, deseos y rechazos propios de nuestra naturaleza imperfecta. Estamos constituidos de odios y amores, dependencias y apetitos, girando en torno a un egoísmo difícilmente controlable. ¿Qué nos impide actuar como seres primitivos, sino el miedo a las consecuencias? El amplio panorama de la historia pasada y presente es un gran tratado sobre la violencia y el ansia de poder, pero especialmente sobre los mecanismos de represión -más o menos efectivos- sobre una Humanidad abandonada a sus deseos.

Las religiones han cumplido su papel: el miedo al castigo y a la perdición del alma ha actuado como un disuasivo poderoso sobre grandes masas, pero el mensaje de amor nunca ha sido suficientemente efectivo como para modificar el impulso atávico de destruir a quienes piensen o actúen diferente, porque esa defección representa una amenaza para la hegemonía de un grupo social sobre otro. De ahí las guerras santas con su orgía de sangre y su mensaje de odio. Es entonces cuando surge la duda de si el primer acto humano está condicionado por ese terrible sentimiento.

En qué momento de la historia se produjo la marginación de la mujer resulta difícil de determinar, en parte porque el relato del pasado está ya teñido con una visión patriarcal. Pero el hecho es que esa marginación se fue perpetuando y fortaleciendo al punto de convertirse en un valor social indiscutible, incluso, para la población víctima de tales prácticas. Contra la mujer resulta fácil ejercer violencia. Es físicamente más débil y psicológicamente ya viene programada desde la niñez para someterse a la voluntad masculina. Los impulsos de liberación son ridiculizados por la colectividad con el propósito de detener ese afán independentista, lo cual impacta profundamente en la psiquis y en la autoestima de ese importante segmento de la población.

Únicamente por eso y por esa inclinación natural a destruir al otro que en apariencia caracteriza a nuestra especie, es posible entender la pasividad ciudadana ante el asesinato de niñas y mujeres, las violaciones sexuales, la práctica “hogareña” del incesto, la falta de atención a sus necesidades básicas de protección, educación y salud. Allí es en donde mejor se identifica el odio ancestral que plasma su impronta en nuestros actos cotidianos. En ese desprecio por la vida misma es en donde podemos vernos en un espejo de alta definición, sometidos a la fuerza de prejuicios y atavismos heredados.

Cuando miramos alrededor y vemos tanta destrucción y tanto silencio de los justos, se agolpan las preguntas sobre cuándo se produjo la pérdida de los principios y valores de la sociedad, pero también si esos principios alguna vez existieron o simplemente no había desafíos que pusieran ese hecho en evidencia. Hoy, entre tanta agresividad, crimen impune e indiferencia, es imperativo retomar el tema y cuestionarse con seriedad y compromiso cuál es el papel de la comunidad en este escenario de dolor y muerte. Estamos rodeados de maldad y hemos sido incapaces de reaccionar para detenerla. Si la comunidad es tan devota y amante de la paz como aparenta en las redes sociales y en sus círculos personales ¿cómo es posible permanecer impávida ante el horror que la rodea? ¿O es que su discurso de amor al prójimo solo funciona como un maquillaje para disimular su insensibilidad y falta de empatía? Solo por medio de un despertar de la conciencia será posible revertir esa tendencia autodestructiva y reparar profundas carencias.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=226397&titular=violencia-marca-de-identidad-

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El conflicto de enseñar a leer y escribir en educación infantil

Por: Mercedes Escobar 

Los objetivos de aprendizaje de la lectoescritura corresponden a la educación primaria, a pesar de los cual, en el Grado correspondiente no se enseña su didáctica.

Todos los años, a estas alturas de curso, se agudiza el estrés sobre las personas de la comunidad educativa que están en el último curso de Educación Infantil. Ahora se hace más palpable la presión para que los niños y niñas lean y escriban, el curso termina y hay que rendir cuentas.

Históricamente la Educación Infantil en España ha estado minusvalorada. Aquí nunca han echado raíces los postulados de la escuela nueva que, ya desde el primer cuarto del siglo XX, coloca al niño en el centro del proceso de enseñanza aprendizaje, haciendo una apuesta firme y seria en el respeto a sus intereses y posibilidades. En los planes de estudio de formación de maestros estos contenidos, y los que provienen del campo de la psicología, son presentados y exigidos a la manera tradicional, es decir, se aprenden de memoria y se escriben convulsivamente en los exámenes correspondientes, sin que conocimiento teórico y práctico confluyan.

Además, en los planes de estudio de maestro especialista en Infantil, no está contemplada la didáctica de la lectoescritura, tiene sentido pues esta etapa, no obligatoria para el alumnado, no tiene entre sus objetivos dicho aprendizaje. Y aquí hemos de hacer un inciso porque la actual ley educativa LOE (2006) sí plantea un acercamiento a este objeto de conocimiento desde las premisas de “iniciarse en los usos sociales de la lectura y la escritura, explorando su funcionamiento y valorándola como instrumento de comunicación, información y disfrute”. La sinrazón aparece cuando Decretos como el de la Comunidad de Madrid de enseñanzas, la concretan malévolamente y desemboca en criterios de evaluación que entran frontalmente en conflicto con los objetivos de la Ley primigenia. Nos referimos a los siguientes:

• Leer letras, sílabas, palabras, oraciones y textos sencillos, comprendiendo lo leído.

• Representar gráficamente lo leído. Escribir letras, sílabas, palabras y oraciones. Escribir los acentos en las palabras. Realizar copias sencillas y dictados de palabras.

En una sociedad letrada como la nuestra, es imposible que los chicos no muestren interés por los textos escritos que están presentes en el aula, es impensable que en un ambiente de calidez no deseen participar de las situaciones de lectura que se les propongan, salvando el hecho de que -en contra de lo que expresan los criterios de evaluación aludidos- leer letras no es leer. Y es que el salto cualitativo que se exige en estos epígrafes no podemos dejar de considerarlo una auténtica aberración. Es más, sería más adecuado pensar que se trata de objetivos de primer ciclo de Primaria o, incluso, de Secundaria.

Al no acotar el concepto de “textos sencillos” es fácil propiciar situaciones muy dispares y también muy desequilibradas como en realidad ocurre en algunas aulas. En esta misma línea, representar gráficamente eso que se ha leído conlleva una complejidad enorme, basta con pensar que la frase sea: “Toma tu tomatito”; bastante usada aún en estas enseñanzas. Ante la exigencia de que nuestras niñas y niños deban escribir los acentos de las palabras solo puede subyacer el enorme desconocimiento que de la infancia tienen nuestros legisladores.

Nuestras autoridades educativas referencian permanentemente los éxitos del sistema educativo finlandés, pero ellas mismas exigen en sus territorios prácticas contrarias. La exigencia de que los niños y las niñas escriban y lean correctamente es un objetivo de la Primaria y es, en los estudio de Grado de maestro de esta etapa, en donde tienen que estar estas enseñanzas y sus didácticas, lo que no ocurre en casi ninguna facultad y así las sucesivas generaciones de maestros salen de ellas sin haberlas cursado. Aquel aprendizaje considerado fundamental por toda la sociedad no es enseñado a los maestros a los que se va a exigir que lo implementen en las escuelas. No es de extrañar que los cursos de primero de Primaria sean los menos deseados y que en muchas ocasiones sean ocupados por maestros interinos que acaban de llegar a los centros.

¿Cómo enseñar entonces a leer y escribir? Muchos profesionales se refugian en su propia memoria y recordando cómo les enseñaron a ellos, perpetúan la práctica dominante de “laemeconlaama”. Las familias, preocupadas, angustiadas y confundidas compran las cartillas y ejercen de maestros.

¿Dónde están la Pedagogía y la Psicología? ¿Qué tienen que decir al respecto? Hay investigaciones definitivas sobre qué procesos cognitivos realizan los chicos y chicas cuando aprenden a leer y a escribir, qué ideas previas tienen sobre el sistema .

Ya en el siglo pasado investigadoras internacionales de la talla de Emilia Ferreiro dieron luz a este proceso. Ana Teberosky participó en una investigación con escuelas catalanas de las cuales se editaron unos materiales, auspiciados por el entonces Ministerio de Educación, que orientaron a muchos docentes en la enseñanza científica de la lengua escrita.

Ahora sabemos que los niños y las niñas tienen ideas propias sobre el lenguaje escrito. Las criaturas, que han elaborado sus propias teorías, a veces con la mera observación del mundo letrado que les rodea, concluyen que “una letra sola no sirve para leer”, y no tiene ningún sentido que nosotros les enseñemos la “a”; porque una sola no sirve… ellos no ven nunca una “a” sola en el nombre de una calle, tampoco en el de una tienda, ni cuando se están tomando un yogur. ¿Por qué seguir enseñándoles de forma aislada la a , e, i …? Piensan que para poder leer o escribir algo tiene que existir una variabilidad, muchas iguales juntas tampoco dicen nada, y no tienen sentido esas “planillas” de renglones llenos de “eeeeeeeeee”, porque no hay ningún escrito en la vida real con una representación semejante. Opinan también, que una palabra para ser leída tiene que estar compuesta por un número mínimo de grafías combinadas, no es de extrañar que si les presentamos “ma”, y nadie antes les ha contaminado, contesten que ahí tampoco dice nada. En todos los casos tienen razón.

Debemos preguntarnos qué estamos haciendo presentándoles los grafemas separados “m”, “p”, “s” o unidos silábicamente en composiciones muchas veces ininteligibles, sin contexto, con la única intención de que repitan una combinatoria fruto del deseo adulto: “mimo a mama”.

En el siglo XXI, cuando todos afirmamos que respetamos los ritmos y necesidades de nuestra infancia, cuando las criaturas son el bien más preciado, a los que nunca expondríamos a situaciones arcaicas referidas a aspectos relacionados con la salud -por ejemplo- les seguimos enseñando a leer y a escribir “como se ha hecho siempre”, obviando las investigaciones. Aquí dejamos esta paradoja.

Afortunadamente no todo es aridez, profesores de la Universidad de Sevilla han editado un riguroso manual hace apenas dos años y seguramente, seguirán existiendo docentes que aporten experiencias justificadas desde la ciencia.

Porque creemos firmemente en las potencialidades infantiles, porque sabemos que estamos ante un sujeto cognoscente que merece todo nuestro respeto y admiración, suscribimos las palabras de Ferreiro y Teberosky (1991) “Enseñar a leer y escribir sigue siendo una de las tareas más específicamente escolares. Además de los métodos, de los manuales, de los recursos didácticos, existe un sujeto que trata de adquirir conocimiento, que se plantea problemas y que trata de resolverlos siguiendo su propia metodología”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/08/el-conflicto-de-ensenar-leer-y-escribir-en-educacion-infantil/

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Bailar el conocimiento: desestabilizar las prácticas para recuperar la pasión

Por: María Acaso

Si aceptamos que solo desde la falta de estabilidad es desde donde vamos a poder trabajar en educación en los años venideros, las artes son el mejor sistema para desestabilizar nuestras prácticas.

Todos hemos sentido alguna vez en clase la vejiga a punto de estallar, esa sensación apremiante de tener que ir al baño y, al mismo tiempo, la vergüenza infinita de levantar la mano para pedir permiso. Urgencia física y vergüenza moral: dos sensaciones contradictorias aprendidas de manera sistemática para controlar el cuerpo, para que aprendamos a permanecer sentados sin movernos (ni protestar) durante ocho horas al día, cinco días a la semana, nueve meses al año.

Los formatos de transmisión de conocimiento clásicos (ya sea una lección magistral, una ponencia en un congreso, una presentación de un libro o una visita guiada en un museo) nos obligan a la quietud: el cuerpo está sentado, prácticamente inmóvil, o está de pie (en la visita guiada, por ejemplo), pero quieto también. Hemos entendido la concentración, la atención y, por ende, el aprendizaje como capacidades relacionadas con el silencio, la seriedad y la inmovilidad, de manera que hemos desterrado los sonidos que no sean la voz del enunciante, sensaciones como la risa y todas aquellas posturas diferentes a estar sentados en plena pasividad.

Esta es la herencia que la modernidad ha instalado en nuestro imaginario. Aprender solo es posible en un silencio monástico, con una seriedad dictada desde la autoridad e instalados en la incomodidad de una silla probablemente demasiado pequeña: el movimiento solo es bienvenido para entrar y salir del recinto donde la actividad sucede o, si somos lo suficientemente valientes, cuando nos dan permiso para ir al baño.

Laboratorio de Arte Alameda

Pero las últimas investigaciones en neuroeducación muestran lo contrario a lo que habita en nuestro imaginario; los neurocientíficos nos comentan que el aprendizaje sucede en otras muchas situaciones:

• El aprendizaje puede surgir junto al murmullo de la misma manera que junto al silencio: cada una de estas situaciones auditivas proporciona procesos de atención diferentes. El silencio no es el único contexto que favorece la concentración.

• La alegría es imprescindible para aprender: es una emoción que conecta los contenidos con la psique del aprendiz, consiguiendo conexiones neuronales fuertes y relevantes, en vez de las conexiones débiles y volátiles que se crean para aprobar el examen y que desaparecen en el momento en el que este ha acabado. Tenemos que replantearnos la seriedad y dejar de entenderla como un ejercicio de legitimación de lo relevante: la alegría y la risa son emociones que pueden estar también relacionadas con la generación de un conocimiento transformador.

• Y, evidentemente, el movimiento favorece el aprendizaje: los investigadores nos advierten de lo importante que es moverse a la hora de aprender, lo que desmonta la falsa idea de que la concentración solo funciona cuando estamos quietos y sentados. En esta situación, nos concentramos a veces (y no todo el mundo), pero hay otras muchas situaciones en las que la concentración deviene cuando nos estamos moviendo: andando, corriendo, nadando o… bailando.

La Nocturna es un colectivo de arte y educación colombiano que experimenta la transformación de los formatos desde Cali (Colombia). Entre los muchos de sus experimentos se encuentra la Conferencia bailable, una pieza que «utiliza el formato académico de la conferencia para subvertirla, logrando que un evento discursivo sea a la vez bailable». Desde abril del 2014, Ericka Flores y Hernán Barón la han desarrollado en diferentes lugares y han abordado temas muy diversos, con títulos como Sobredosis de amor, en la que se invitaba a la audiencia a repensar el narcotráfico y su legitimación social desde la salsa.

La Nocturna

El descubrimiento de Sobredosis de amor y la invitación el mes pasado a participar en el evento «Pedagogías empáticas» (organizado de manera cooperativa por la Fundación Alumnos 47, Laboratorio de Arte Alameda, el MUAC y el Museo Tamayo en México) me motivaron a desafiar los límites de la conferencia que debía abordar eligiendo prácticas que me parecían extrañas. En un momento de mi vida en el que abandonar lo académico me ha llevado a extraviarme en lo ajeno, remixear la Conferencia bailable de La Nocturna me pareció lo más natural.

La bailarina Sandra Milena Gómez y yo diseñamos «Educar con mover», haciendo un guiño al libro Pensar con mover. Un encuentro entre danza y filosofía de Marie Bardet, una autora que, desde el contact dance y las teorías de Steve Paxton y Nancy Stark, defiende la danza como experiencia de conocimiento en vez de como ejercicio de virtuosismo, rescatando nociones que, definitivamente, debemos desplazar desde la danza hasta la educación (como, por ejemplo, la improvisación).

La savia espesa / Actividad paralela / Performance Conferencia bailable / La Nocturna

Mediante dos acciones de inicio (Botella y Ventisca), diez acciones de nudo (Espejo, Diferencia, Jerarquía, Cardumen, No se puede, Sí se puede, Estudiar, Aprender, Vomitar, Investigar) y una acción de cierre (No, Sí, Quizás…), compartimos con los cien asistentes, durante dos intensas horas, la necesidad de un cambio de paradigma en educación a través de los contenidos pero, especialmente, a través de la rotura de la arquitectura de transmisión (de la metodología y los formatos), subvirtiendo la idea de la conferencia tradicional mediante la incorporación de una serie de factores clave:

• Sustituir la metodología única y permanente por trece micrometodologías cambiantes.

• La introducción de la música, la alegría y el movimiento, en oposición al silencio, la seriedad y la quietud.

• La necesidad de tocarse (todas las acciones se realizaron en pareja o en grupo).

• Presentar los conceptos como preguntas, y no como respuestas, acercándonos a ellas desde el cuerpo.

• La incorporación del azar, la improvisación, el error y lo inesperado, frente al control, el ensayo, el éxito y lo predecible.

• Las formas de participación de los asistentes es uno de los factores que tienen que ser reformulados, así como la posición de los agentes líderes, que deben desarrollar un liderazgo rotativo.

• El respeto a la no participación también es un aspecto que hay que abordar.

Transformar una conferencia en una Conferencia bailable no es un acto banal, es un ejercicio que intenta desestabilizar lo que parece estable para proponer formas de creación de conocimiento que incorporan metodologías que son honestas con lo real.

Si aceptamos que solo desde la falta de estabilidad es desde donde vamos a poder trabajar en educación en los años venideros, las artes son el mejor sistema para desestabilizar nuestras prácticas. Una sandía, una bolsa de papel en la cabeza, una sábana rota con la que andamos juntos o una conferencia que se baila no son más que gestos desestabilizadores que nos invitan, desde el placer, a recuperar la pasión por construir un conocimiento que, definitivamente, puede ser bailado.

Laboratorio de Arte Alameda.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/04/bailar-el-conocimiento-desestabilizar-las-practicas-para-recuperar-la-pasion/

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La contaminación de mares y océanos

Por : Cristián Frers:  

La contaminación del agua de los mares y océanos puede definirse como la alteración física, biología o simplemente estética producida por la actividad directa o indirecta de los seres humanos. Una gran parte de los desechos producidos por el hombre va a parar al medio hídrico.

Cada año se arrojan a los océanos grandes cantidades de desechos y contaminantes. Muchas de estas sustancias ni siquiera existían hace cincuenta años. La contaminación, en particular de las aguas costeras se debe tanto a las actividades terrestres como a las marinas.

La situación de los mares no hizo más que empeorar en los últimos tiempos. El aumento de la población, la falta de una legislación nacional y global estricta, clara y severa, que persiga y castigue a las empresas infractoras, el número creciente de países industrializados, la polución de los ríos, los vertidos de los barcos, las aguas fecales, los millones y millones de toneladas de plásticos que se lanzan con negligencia en sus aguas y que acaban con la vida de un sinfín de animales o el uso y abuso de pesticidas, DDT, dioxinas y metales pesados son todas ellas causas de primer orden que explican el paulatino deterioramiento de sus condiciones. Uno de los ejemplos más claros de las consecuencias que  ocasionan los vertidos incontrolados sobre los ecosistemas marinos lo descubrió casualmente el oceanógrafo estadounidense Charles Moore, quién localizó una gran mancha de basura que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Tras estudiarla, advirtió que sus dimensiones eran colosales. Actualmente se calcula que es dos veces más grande que la extensión de un país como España y, lo  peor, continúa creciendo a un ritmo veloz.

La “sopa de plástico”, como la bautizó Moore, está formada por unos seis millones de toneladas de desperdicios,  no sólo  desperdigadas por la superficie del océano sino, en algunos casos, llegan a encontrarse hasta a treinta metros de profundidad.

En Argentina, si tomáramos como ejemplo a la ciudad de Mar del Plata  -Provincia de Buenos Aires- casi 600.000 marplatenses vuelcan los desechos a la cloaca, y a la cual  se agregan toneladas de grasa (de las plantas de harina de pescado de los  restaurantes y de otros lugares de comidas). Pero por si esto fuera poco se reciben entre dos y tres millones de turistas en la época estival. Y esto no es un problema menor: el caudal que la ciudad descarga al mar es de 2,8 m3 seg.-1. durante la mayor parte del año, alcanzando en verano los 3,5 m3.seg.-1.

Los océanos son el hábitat de muchos animales marinos y de una gran cantidad de vida acuática. Muchos seres vivos luchan por sobrevivir. Millones de animales marinos fueron afectados por la contaminación  y si no los ayudamos, este problema podría ser agravarse.

¿Estamos a tiempo de revertir la situación actual? Desde luego, pero no  será un camino fácil ni rápido. Dado que la población no para de aumentar, no queda más que apostar por las políticas, las prácticas y las actitudes ecológicas.

Si no lo hacemos, será el propio planeta el que en último término, al ser incapaz de proporcionarnos los alimentos necesarios para sobrevivir a los miles de millones de personas que lo habitamos, nos ponga en su lugar.

Ecoportal.net

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Globalización, poder y educación pública (1)

Por: John Saxe-Fernández(2)
saxe@servidor.unam.mx

Mauro Fernández in memoriam.

1. Introducción. El Fundamentalismo Neoliberal.

Uno de los aspectos de mayor relieve sobre los problemas y dilemas encerrados en cualquier reflexión en torno a la «Globalización, el Poder y la Educación Superior» consiste en el reconocimiento, desde el inicio mismo de este trabajo, sobre la indispensable apertura a la teorización no sólo económica sino también política y social que toma en cuenta los eventos emergentes en un mundo en constante cambio. El enfoque interdisciplinario permite mayor fortaleza explicativa y por lo tanto, puede facilitar una mejor comprensión, tanto sobre la compleja gama de variables involuctradas, como de su posible desenvolvimiento en el tiempo. Abordar de esta forma este fenómeno es al mismo tiempo una tarea difícil así como azaroza. Existe una motivación personal para abordar esta temática que se sintetiza en un nombre, Don Mauro Fernández, el discípulo de Herbert Spencer y ministro de educación de Costa Rica que a finales del siglo diecinueve introdujo en esa nación centroamericana el concepto de laicización universitaria y de la educación pública, gratuita, universal y obligatoria. También existe una motivación política: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hoy en día la institución universitaria de mayor envergadura de América Latina, está sometida, junto con todo el sistema de educación media superior y superior de la región a un ataque sistemático de sus fundamentos y de la tradición de libertad de cátedra y de investigación que se cimentó durante siglos: la autonomía, fundamento del concepto humanista y de la libertad de cátedra e investigación desinteresada que caracterizan a la universidad clásica, están siendo puestos en la picota, no por las «exigencias del mercado» o de una globalización en abstracto, sino específicamente por el Banco Mundial (BM) y los poderosos intereses domésticos e internacionales que se articulan desde ese centro institucional de poder imperial.(3) La introducción de los objetivos y las políticas «de mercado» en la investigación y la docencia universitaria – presente en el «modelo estadounidense» desde el siglo XIX-(4), esa forma de «fundamentalismo neoliberal» sin duda representa un reto y un escollo a vencer en la larga lucha y esfuerzo por la superación de las condiciones alienantes y de opresión que sufre la humanidad. El «modelo estadounidense» contrasta con la experiencia universitaria europea que virtualmente desconoce la existencia de centros privados a ese nivel. La virtual inexistencia de universidades privadas en Europa es un hecho de primera magnitud, generalmente ignorado por los tecnócratas latinoamericanos que aplican de manera acrítica y mecánica, como ocurrió en el caso mexicano cuando Zedillo fue el Secretario de Educación Pública, los lineamientos del BM, especialmente aquellos dirigidos al desmantelamiento o debilitamiento de la Universidad Pública por medio del establecimiento, a troche y moche del programa de «universidades tecnológicas»d a lo largo y ancho del país. Un mecanismo utilizado para capacitar personal en labores técnicas inmediatamente requeridas por las empresas, es decir, egresados de visión acrítica y angosta sin formación en la tradición humanista, la historia y los fundamentos del conocimiento científico general que debe tener cualquier profesional de las artes, las ciencias naturales o sociales. Porque como creación «universal» y humanista, la universidad es la antítesis de formulaciones dogmáticas o, si se prefiere un término más cercano a nuestra experiencia, «neoinquisitoriales». Hoy lo que el Director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, ha caracterizado como «la dictadura del pensamiento único» para referirse a lo mismo, se presenta como la principal amenaza al funcionamiento y la existencia de la universidad en el orbe. Articulado a nivel operativo desde las altas esferas gubernamentales de América Latina -comprometidas ahora con objetivos y programas dise_ados «en función de las fuerzas del mercado»-, este fundamentalismo despliega tanto en la retórica como en la práctica, lo que los documentos del Banco Mundial, que analizaré posteriormente, conciben como una campa_a contra «la universidad tradicional» y el «excesivo poder de profesores e investigadores».

. En este trabajo se revisará primero el concepto y los procesos de globalización; segundo, los aspectos más relevantes de la estructura de poder, especialmente la referida a los Estados Unidos de América y en tercer lugar se analizarán los principales planteamientos del Banco Mundial en torno a la educación universitaria. He procedido siguiendo el sabio consejo de lanzar breves -furtivas- vistas hacia el futuro desde una contínua auscultación del pasado. Considero que esta es la manera más adecuada de proceder, desde la perspectiva de la ciencia social, porque conlleva un constante esfuerzo por cotejar los conceptos y explicaciones de la teoría social y económica con un flujo constantemente cambiante de sus referentes empíricos y en el que se detectan puntos de continuidad y de discontinuidad. Como bien lo planteó el estadounidense Arthur Vidich(5) en un estudio centrado en la obra de clásicos como Marx, Weber, Veblen, Keynes, Hobson, Lenin y C. Wright Mills, entre otros , es notable que ninguno de ellos creyó que los «modelos teóricos» de las ciencias sociales,

«… pudieran ser utilizados como una aproximación en la resolución de los problemas del mundo real, o como un sustituto para el estudio empírico de éste. Para ellos los conceptos, construcciones teóricas, sistemas y vocabularios especializados eran herramientas útiles en el estudio del mundo empírico; no propiamente respuestas a los problemas siempre en evolución presentados por un mundo en cambio contínuo. Supusieron, además, que sería necesario que las sucesivas generaciones de académicos revisaran las ideas de sus predecesores de tal forma de hacerlas relevantes bajo nuevas condiciones que volvían inapropiadas las teorías anteriores. Por ejemplo, ya sabían que la idea de un sistema de libre mercado- tal como el descrito por Adam Smith- no funcionaría y no podría ser aplicado sin ambigüedades, dado que ya había sido contradicho por las realidades de la historia económica de los últimos doscientos años.»(6)

Las tragedias que han acompañado a la Revolución Industrial -y aquí estoy pensando en la Gran Depresión y su secuela en las atrocidades de las dos grandes conflagraciones político-militares del siglo que acaba de terminar y que culminaron en las cenizas de Hiroshima, se engendraron, más que por la indiferencia y la codicia de capitalistas que sólo pensaban en sus ganancias, en la devastación social de un sistema mercantil, de corte victoriano, no controlado, cuando, «el santuario interior de la vida humana fue saqueado y violado».(7) Hoy, cuando algunos hablan y escriben, o invitan a la irreflexión desde ese discurso eufórico, desmemoriado, determinista y fácil de lo que en otra ocasión he llamado «el globalismo pop»(8), repleto de simplificaciones peligrosas y engañosas, se observa una tendencia en ciertos círculos al desvanecimiento y desdén de la memoria histórica sobre esas calamidades. Si hemos de reflexionar sobre la globalización, el poder y la investigación, hagámoslo de manera bien cimentada, evitando el castigo dantesco, recuperando nuestro punto de observación, mirando hacia adelante, sin nostalgia, pero, primero que todo recordando el terremoto económico y político-militar y además reconociendo que miramos, después del terremoto: ello permite percibir la debilidad de los cimientos y por lo tanto aprender cómo y dónde construir o reconstruir la fábrica institucional de forma que pueda soportar mejor los choques del futuro.(9)

2. Imperialismo, Globalización y Poder.

La instauración de un régimen dominado de manera abrumadora por los acreedores internacionales, como resultado de la negociación de la crisis deudora de 1982(10), se ha expresado, a lo largo de casi dos décadas primero que todo en la re-instalación de un discurso centrado en un grupo de variaciones hechas en torno a la vieja tonada de la «mano invisible» de Adam Smith, y que ahora asume que -al menos en los países de la periferia capitalista- el orden nacional e internacional debe fundarse, de nueva cuenta, en los reguladores automáticos, los equilibrios fiscales, la libre empresa, la desregulación a troche y moche y la reducción drástica del gasto público.(11) En segundo lugar, aunque no menos importante que lo anterior, se expresa también, en un ataque frontal contra los pivotes, todavía frágiles del nacionalismo económico latinoamericano y en particular en lo que sólo puede calificarse como una verdadera campaña dirigida al apoderamiento de las empresas públicas, con especial énfasis en el traspaso al sector privado -«nacional y-o extranjero-«(12), de sectores estratégicos como la educación pública (especialmente la media superior y superior), el sector salud, los ferrocarriles, la industria del gas y del petróleo, la electricidad, la petroquímica y en general la infraestructura de comunicaciones, puertos aeropuertos,carreteras y flota marítima y los ferrocarriles. Estos procesos de observan desde el Río Bravo hasta la Patagonia. En Costa Rica, por ejemplo, en medio del discurso del desarrollo «sustentable» y bajo la presión del Banco Mundial, se clausuraron los ferrocarriles en 1995 de manera irracional e irresponsable, especialmente porque se trata de estructuras electrificadas a base de generación hidroeléctrica y no de la quema de petrolíferos ambiental y económicamente lesivos a los intereses públicos nacionales. El Banco Mundial a lo largo de los a_os propició la carreterización en detrimento del servicio ferrocarrilero y finalmente, con el aval del gobierno de Figueres Olsen, lanzó sobre la estructura carretera una enorme masa de carga que la ha deteriorado aumentando el consumo de combustibles fósiles, que el país tiene que importar y comprar a las grandes empresas petroleras (beneficiarias del mencionado esquema de carreterización impulsado por el Banco Mundial) a precios ahora en elevación.

En América Latina, durante este período, se profundizó una observable «desnacionalización» tanto de los principales ejes de acumulación como del proceso mismo de toma de decisiones en asuntos cruciales para la definición de lo que un país es y desea ser: el presupuesto nacional. En otras palabras, la gravitación de las instituciones establecidas como resultado de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), -todos instrumentos para la proyección de poder de la Casa Blanca incluyendo desde luego al BID, la AID y los servicios de información-, aumentó de manera cuantitativa y cualitativa. Cabe recordar que después de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos y sus principales aliados europeos consideraron improcedente mantener el tipo de colonialismo político que había caracterizado al sistema económico internacional, considerando necesario, sin embargo, sustituir ese sistema por otro que permitiese continuar la expansión de los mercados y sobre todo evitar el trauma depresivo de 1929. La «reforma» del sistema financiero internacional fue la única medida estructural que Estados Unidos fue capaz de poner en funcionamiento(13) siendo su motivación central colocar al resto del mundo bajo el dominio de principios institucionalizados alrededor de los intereses internacionales estadounidenses ya que tanto el Banco de Reconstrucción y Desarrollo – BM- como el FMI fueron diseñados en forma tal que Washington pudiera dominar su política por la vía de mecanismos de votación. «Los arquitectos del FMI», escriben Joyce y Gabriel Kolko,

…lo concibieron no para poner en funcionalmiento meros principios desinteresados, sino para reflejar el control de Estados Unidos sobre la masa monetaria -oro- y para impulsar su capacidad de proveer gran parte del capital futuro del sistema monetario. El (BM) fue diseñado para proveer un marco de referencia gfubernamental a fin de promover la invesión privada, mucha de la cual sería estadounidense.(14)

Aunque estos dos intrumentos -a los que posteriormente se agregaría un organismo para manejar el comercio internacional, el GATT ahora conocido como Organización Mundial de Comercio OMC- fueron diseñados para sustituir el sistema colonial de pre-guerra, en ningún momento tal medida fue considerada como para inducir un tipo de transformación colonial que le negara a la nueva potencia hegemónica y sus aliados, el acceso a los recursos naturales y los mercados del Tercer Mundo y la transferencia de excedentes, desde las áreas económicas tributarias, especialmente, en el caso de Estados Unidos, de la América Latina y el Caribe.

En Bretton Woods se estableció un tipo de pacto social entre EUA y el resto de las economías capitalistas centrales que giró alrededor del concepto keynesiano de vincular el empleo pleno con el libre comercio.(15) La memoria de la depresión de 1929 fue determinante en todo el concepto económico doméstico e internacional auspiciado por Estados Unidos. Un tema de fondo lo fué, ciertamente, evitar los errores del orden internacional económico instaurado en Versalles -1919- sobre la base de un capitalismo victoriano en el que se codificaron enormes asimetrías internas e internacionales, especialmente porque el sistema de Versalles no pudo generar estímulos para promover la activación económica, entre otras razones porque mantuvo la demanda deprimida, privilegiando el interés privado nacional de corto plazo de las naciones vencedoras.

La movilización bélico-industrial, sin precedentes, observada durante la Segunda Guerra Mundial, fue capaz de fungir como ariete que finalmente sacó a Estados Unidos y a la economía internacional de la depresión y la preocupación mayor giró en torno a lo que ocurriría en el período de paz, de darse una desmovilización. En gran medida la guerra fría mantuvo el ímpetu antirecesivo que se buscaba mientras gracias a la estructura económica establecida permanecieron abiertas las líneas de explotación global y dominio, aunque se hicieran ensayos, remedos más que otra cosa, para establecer algún tipo de Estado de Bienestar en la periferia.

Por lo que se refiere a la Globalización , sintetizaría el asunto aseverando que se pueden identificar al menos dos perspectivas para analizarla : primero, como categoría científica, es decir, como un concepto cuyo referente histórico y empírico está centrado en el largo proceso multisecular de la internacionalización económica que se observa en el período posrenacentista, y que adquirió gran fuerza después de la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la segunda revolución industrial y la multiplicación de grandes unidades empresariales de base nacional que, con los antecedentes de las compañías mercantiles de siglos anteriores, empezaron a operar internacionalmente y a las que, para los efectos de esta reflexión, denomino como corporaciones multinacionales. A lo largo del período posrenacentista y de manera especial después de la segunda mitad del siglo XIX los niveles de apertura económica y de interdependencia mostraron avances y retrocesos.

Como categoría histórica, la globalización es un equivalente a la «internacionalización económica», y por lo tanto es un fenómeno íntimamente vinculado con el desarrollo capitalista, intrínsecamente expansivo y que tiene en la experiencia colonial e imperial una de sus más claras expresiones históricas y contemporáneas. Es en este sentido, que la globalización ocurre en los contextos de poder y contradicciones del capital. Si por globalización entendemos la internacionalización económica en sus momentos de apertura relativa, es decir, la existencia de una economía internacional preponderantemente abierta y con grandes y crecientes flujos de mercancías, de tecnología, y de inversión de capital entre las naciones, entonces no es un fenómeno nuevo, inédito ni irreversible.Es igualmente cierto que estos flujos de bienes, inversiones, producción y tecnología tienden a ajustarse a pautas de especialización y de división internacional del trabajo, resultado no de fuerzas automáticas o de imperativos estructurales sino de negociaciones que penden de las correlaciones de fuerza domésticas e internacionales. Se trata de fenómenos de interacción política y no de fuerzas o leyes «naturales» de la economía o de la tecnología.(16) También es comprobable que el peso del comercio y de la inversión se va modificando a favor de esta última, un hecho especialmente notorio a partir de la década de 1980 cuando la inversión extranjera directa (IED) profundiza su papel como eje organizativo de la estrategia capitalista de cara a diversas facetas de lo que sólo puede calificarse como una crisis de acumulación.

Una segunda perspectiva en torno a la globalización es la de la sociología del conocimiento. Desde este ángulo hemos enfocado nuestra atención crítica sobre el «discurso globalista» que se ha instalado como una oferta de moda, eufórica y determinista, acrítica y superficialmente aceptada por grandes públicos empresariales políticos y académicos.(17)El estudio de la globalización como ideología permite encarar el extremismo del discurso globalista sintetizada en una «sabiduría convencional» cimentada y fomentada por poderosas fuerzas e intereses, habiéndosele instalado entonces como un paradigma montado sobre varias falacias, mitos o slogans, como que es un fenómeno nuevo, homogéneo y homogeneizante que conduce a la democracia, el progreso y el bienestar universal; que acarrea la desaparición progresiva del Estado y que los actuales procesos de regionalización, tipo Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (TLCAN), y sus impactos sobre las sociedades y dentro de ellas sobre sectores vitales, o son consecuencia de la globalización o inevitablemente conducen hacia ella. Es un discurso que sobre-enfatiza la interdependencia entre las naciones, el carácter mutuo de sus intereses y la presencia de beneficios compartidos y desalienta y manda al baúl de los olvidos los crecientes fenómenos de dominación y explotación en los que se conjuntan, de manera hoy más estrecha que nunca antes, la fuerza del estado nacional con el accionar de las corporaciones multinacionales y los bancos,(el FMI-BM-BID son instrumentos de Estado) sobre las economías más débiles y sobre las clases vulnerables, tanto de los centros de poder como de la periferia. En México el globalismo pop fue usado en la campaña oficial de promoción populista del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, TLCAN, vendido a la población como el instrumento para ingresar, por la puerta grande de Estados Unidos, al Primer Mundo. También se difunde y se promueve la idea de que el estado nacional, la soberanía y el ámbito económico de lo nacional son anacronismos en un mundo interdependiente; que el TLCAN, junto con la regresión constitucional en materia agraria del artículo 27 de la Carta Magna mexicana(18), el programa de privatizaciones y de creciente desregulación financiera, son producto de fuerzas estructurales externas, de necesidades económicas y no de opciones políticas. Un ingrediente importante de este «discurso», en el que tanto los críticos como los defensores de la inversión extranjera directa (IED) a menudo coinciden, ha sido la creencia de que se ha gestado un poderoso e integrado mercado global-de mercancías y de capitales- que se auto-regula y que rápidamente está haciendo obsoletas las fronteras nacionales y, además, que las corporaciones multinacionales se han erigido en un actor autónomo en las relaciones económicas internacionales. Este discurso ofrece una interpretación errónea a partir del análisis selectivo que visibiliza hechos comprobables como el aumento de los intercambios mundiales, el arribo de nuevas tecnologías y la continua ampliación geográfica e integración vertical de las operaciones internacionales de las corporaciones multinacionales e invisibiliza el que virtualmente todas las grandes corporaciones internacionales que operan en el mundo, lejos de ser «stateless corporations», operan desde una base nacional, desde un marco de referencia de estrecha relación con un Estado (piénsese en EEUU), que las regula y las protege, que las subsidia de diversas maneras, ya sea por medio de un abultado gasto público por la vía de intensas relaciones bélico-industriales o ya sea por medio del despliegue de instrumentos de proyección diplomático-militar y económico-institucional -como el Banco Mundial o el FMI- y lo hace de manera altamente funcional a los intereses privados nacionales estadounidenses.(19)

Como la propuesta de que existe un mercado global e integrado de capitales es uno de los supuestos del discurso globalista conviene revisar el asunto con mayor detenimiento porque se tiende a evitar la ponderación y por lo tanto la visualización de las características concretas que deben estar presentes en este tipo de fenómeno. Es cierto que la masa monetaria que se traslada instantáneamente de un lugar del planeta a otro ha aumentado de manera espectacular, por ejemplo las transacciones brutas del mercado de divisas es hoy de cerca de 1.5 billones de dólares diarios lo que contrasta con un promedio diario de poco menos de 200 mil millones en los años 80, ¿se puede inferir de esto que se ha conformado un mercado global integrado de capitales?. Zanny Minton Beddoes, analista de la revista conservadora The Economist(20) ofrece datos que le llevan a dar una respuesta negativa. Por ejemplo, menciona la existencia de un buen número de países que no aceptan capital privado extranjero. En 13 naciones, la mayoría en el área Subsahara tienen como única fuente externa de financiamiento lo que ofrecen los programas de «ayuda» de los países capitalistas centrales (pcc), y por lo que se refiere a los mercados emergentes, en realidad sólo 18 naciones del Tercer Mundo tienen acceso regular al capital privado internacional.(21) Pero aún si el número de países que tuvieran acceso al mercado de capitales fuera mayor, dice Minton Beddoes, esto en si mismo no significa que exista un mercado global y unificado de capitales y ello es así porque para que tal situación existiera entonces se observarían enormes flujos de fondos de países que tienen una tasa alta de ahorro a cualquier lugar en el que existan oportunidades para la inversión redituable. Más aún, los precios de activos, bonos o acciones equivalentes tenderían, de manera general, a ser similares en países diferentes. No hay indicios de estas dos características de un mercado unificado. Aunque las cantidades de dinero que se trasladan de un lugar a otro son enorme, son mucho menores las cifras netas de lo que fluye de un país a otro y permanecen ahí. El analista recuerda que aún en los pcc la gran mayoría de los ahorros y de la inversión se realizan internamente y aunque los flujos de capital privado han pasado de cerca de 50 mil millones en 1990 a 152 mil millones en 1998, las llamadas economías emergentes sólo han sido capaces de financiar cerca del 10% de su inversión total con capitales externos durante este período. Por lo que se refiere a la la otra dimensión, y en contraste con lo que se supone que teóricamente debe ocurrir, en los hechos los precios de activos similares no son los mismos en países distintos. Beddoes ejemplifica esto con las diferencias que se registran en las tasas de ganancias de los bonos gubernamentales, ciertamente uno de los rubros comparativamente más seguros ante fluctuaciones y movimientos especulativos. Entre los países ricos los bonos, cuyas tasas de ganancia se calculan en alguna moneda común no registran similitud alguna en su valor de mercado. Estas discrepacias ocurren porque los inversionistas se procupan en relación a cambios imprevistos en las tasas de cambio o por el riesgo de suspensión de pagos al hacer sus operaciones con diversas monedas. En los países subdesarrollados estos riesgos son desde luego mucho mayores de tal suerte que los precios de valores semejantes varían de manera todavía más amplia. El discursos globalista tiende a dejar estos referentes empíricos fuera del marco de visión para el análisis. Beddoes se atiene más que todo a lo que puede inferirse de la observación de los referentes empíricos, y esto le lleva a concluir que,

Aunque los mercados sin duda se están integrando en mayor medida debido a innovaciones tecnológicas y a la disminución de los controles de capital así como al aumentos en la proyección internacional de los inversionistas, todavía estamos muy lejos de haber constituido un verdadero mercado global de capitales.(22)

El discursos globalista, que repiten como loritos incluso filósofos de cierto renombre, invisibiliza otros hechos, como que el 57% de todas las importaciones y exportaciones «latinoamericanas» son comercio «intra-firma» realizados por empresas multinacionales. Se habla y se escriben ríos de tinta sobre el mercado global, y sobre las exigencias del «mercado», antropomorizando los procesos económicos, porque los mercados no exigen, sólo los seres humanos,organizados institucionalmente lo hacen, y en este caso estamos hablando de las exigencias de los Chiefs Executive Officers(CEOS) de las corporaciones multinacionales (CMN)(23) , o de la cúpula directora del BM o del FMI o directamente de la Casa Blanca como ocurrió en torno al mercado petrolero. Se opacan, por medio del biombo del «globalismo pop», los hechos, como que al tiempo que promueven y, desde las cartas de intención del FMI y las cartas de política del lBM auspician y defienden la eliminación de nuestras fronteras a la actividad economica, las 100 compañías multinacionales más importantes del planeta, y no la mano invisible de Adam Smith, marcan las reglas de la llamada » liberación del comercio en el mundo». La invitación de Washington a la adopción de «políticas de mercado», se dá muy en el espíritu del convite del tiburón a las focas a lanzarse a competir en las aguas del libre comercio y de la libre competencia. Como muy bien lo percibió Bismark, el libre comercio, la libre empresa y la libre competencia es la doctrina favorita de la potencia dominante, temerosa de que otros sigan su ejemplo.

El biombo del discurso globalista oculta fenómenos como que en el último año del siglo XX, las ventas totales realizadas por esas 100 CMN fueron equivalentes a tres cuartas partes del comercio mundial, según estadísticas de la ONU y de la OMC. La información establece que las ventas fuera de su país de origen de las cinco principales empresas, que operan internacionalmente desde Estados Unidos, Europa y Japón, superan al valor total de las exportaciones anuales del conjunto de los países latinoamericanos.Se deja a un lado el mundo de los hechos. Y el mundo de los hechos indica que el 75.5% de todo el comercio mundial, está controlado por las principales 100 CMN, que estamos frente a contextos oligopolizados o de monopolio.

Un documento de la ONU indica que las ventas de las 100 CMN más importantes del mundo, encabezadas por firmas de capital estadunidense, alcanzaron el último año 3 billones 984 mil millones de dólares.(24) En otro informe de la OMC establece que el valor de las exportaciones mundiales de mercancías alcanzó en el último año 5 billones 270 mm de dls, mientras que las importaciones son del orden de 5b, 464 mmdd. De esa forma, las ventas del centenar de CMN tuvieron en un año un valor similar a 75.5% del valor de las exportaciones de 50 países cuyos datos sobre comercio exterior están contenidos en el reporte de la OMC, titulado Globalización y Comercio.(25)

Esta información es valiosa porque, al ponderar la relación entre globalización, poder y educación superior, se deben registrar, tanto las continuidades como las discontinuidades de cada proceso y se nos está indicando que una de las continuidades importantes a tener presente desde este punto de observación del año dos mil, es que el comercio más importante tiene lugar por medio de las grandes empresas de los tres polos capitalistas, algo que se ha venido registrando prácticamente desde el siglo XVI. Esto quiere decir que como ayer, hoy también las clases dominantes utilizan a la inversión, el comercio, las rentas y los pagos de intereses y permanecen así como los beneficiarios de la mayor parte de las ganancias. Otro aspecto fundamental, recientemente rescatado por James Petras(26) es la permanencia del estado-nación como instrumento político fundamental para organizar la expansión global por medio de tratados comerciales, subsidios, controles laborales, intervenciones militares, promociones ideológicas del libre comercio.

Uno de los aspectos de mayor relevancia gira en torno al reconocimiento de que el fenómeno de la internacionalización económica, es decir el de la globalización entendida como una categoría científica en base al análisis histórico, plantea que el presente estadio del capitalismo no muestra rupturas fundamentales con la experiencia del pasado por lo que se refiere al asimétrico contexto de poder internacional y nacional en el cual ocurren los flujos comerciales, de inversión, las transferencias de tecnología y de esquemas productivos. Por ejemplo, los programas y esquemas aplicados en América Latina y en México y que, en el caso de este último país, han llevado a la agricultura mexicana a una de sus más graves crisis desde 1910, queda claro que el proceso no puede explicarse adecuadamente sin tener presente, de manera explícita, que ocurre en un largo torrente histórico y en un caldo de poder de relaciones profundamente leonino en el orden económico-estratégico, conocido en la literatura científica como «imperialismo», signado por la inequidad, el conflicto, la dominación, la apropiación del excedente y las contradicciones inter-estatales, de clase y etnia, de género y de mercados. Históricamente la internacionalización económica en México y América Latina se concreta en el comercio exterior y en los flujos de inversiones extranjeras y ha sido por la vía de estos dos pivotes que se han incorporado a nuestra dinámica las imágenes, valores, ideas, costumbres, instituciones, bienes, pautas y aspiraciones de consumo, que influyen en la economía, la organización social, la política y la cultura, y refuerzan contínuamente la estructura y la dinámica de la subordinación a los ordenamientos internacionales de los países capitalistas avanzados.(27) La fragilidad científica de cualquier reflexión en torno a la globalización, entendida como internacionalización económica y el poder se manifiesta de manera contundente con la menos auscultación de los principales indicadores estadísticos. En un trabajo sobre «La Explotación Global» realizado por Pablo González Casanova se computa la transferencia de excedentes de los países de la periferia al centro en quinquenios. En este estudio, elaborado a partir de datos del FMI y del Banco Mundial, se desglosa es transferencia en seis rubros: servicio de la deuda, pérdida por términos de intercambio, utilidades netar remitidas de inversión directa, otro capital a corto plazo, errores y omisiones netos y transferencias netas unilaterales. Entre 1972 y 1976 los países pobres transfirieron a los ricos un total de excedentes de 441 mil 731 millones de dólares. De 1977 a 1981 la cifra asciende a 567 mil 280 mdd; entre 1982 y 1986 es de 897 mil 822 mdd, de 1987 a 1991 subre a 1 billión (one trillion en inglés) 257 mil 43 mdd y finalmente entre 1992 y 1995 los países de la periferia contribuyen al crecimiento y bienestar de las potencias capitalistas con una transferencia de excedentes de 1 billón 364 mil, 405 millones de dólares. Desde el Proyecto de la Dirección General de Apoyo al Personal Académico(DGAPA) de la UNAM sobre la Geoeconomía y la geopolítica del Capital, referido ahora a la Territorialización de la Inversión Extranjera Directa bajo mi coordinación, hemos realizado una compactación estadística sobre la transferencia de excedentes de América Latina el Caribe para el período 1976-1997. Ello arrojó cifras sumamente conservadoras de lo que la región ha tributado a los países centrales. Para su elaboración y siguiendo la metodología empleada por González Casanova, se tomó en cuenta los mencionados seis rubros de análisis, elaborados con base a los anuarios estadísticos del FMI, BM y la Cepal publicados desde 1982, los cuales incluyen todos los países de la región con la excepción de Cuba, cuya información no se encuentra disponible en las fuentes empleadas. La suma de los totales por rubros y su posterior deflactación- para lo cual se utiliza el deflactor implícito del PIB de EUA con base 100 en 1998, arrojó un monto regional de 2 billones (trillions en inglés), 139 mil 420.3 millones de dólares en dos décadas de «globalización» neoliberal, cifra cuya magnitud equivale al Producto interno bruto combinado de todos los países de América Latina y el Caribe en 1997. El monto total de las transferencias regionales es encabezado por México con 31% seguido por Brasil con el 28%, concentrando ambos spaíses 59% de los desembolsos, es decir, un billón 204 mil 502.6 millones de dólares. Argentina, Venezuela,a Chile y Colombia, que contribuyen en conjunto con 27.10% de las transferencias (557, 098.7 millones) les siguen en orden de importancia. Para entender cabalmente el orden de magnitud de estasa cifras, consideren Uds que la suma de las transferencias realizadas por México y Brasil (que supera el billón de dólares) prácticamente iguala el pago por servicio de la deuda de todos los países de la región (servicio que es de un billón 343 mil 905.3 millones de dólares) o equivale el producto interno bruto combinado de ambos países para el año 1997. Desde luego todo eso no es más que una indicación, sólida, pero sólo un elemento de un complejo de factores múltiples de orden político-, económico y social alrededor del fenómeno de fondo, es decir, el del poder y las contradicciones del capital, el de la dominación, el del imperialismo, y como elemento fundamental el papel cada vez más protagónico del Estado y de la corporación. Esta observación la hago consciente de que como parte del discurso del «globalismo pop» se ha generalizado la noción de que, ante el empuje del «proceso globalizador» (whatever that means) el Estado Nacional es crecientemente irrelevante. Es posible afirmar esto si uno no se toma la molestia de examinar lo que ocurre en el ámbito fenoménico, no sólo porque en la periferia capitalista es el Estado el centro articulador de los programas de ajuste estructural del Banco Mundial, y el eje organizador de, por dar sólo algunos ejemplos, la concreción del TLCAN, la UE, los acuerdos de la OMC, sino porque al hacer todo esto, lo que hace el Estado tanto de la periferia como del centro, es mantenerse como el principal instrumento político para organizar la expansión capitalista a nivel internacional y esto precisamente se hace por medio de los tratados comerciales, los subsidios de un orden de magnitud desconocidos en la historia, como el Fobaproa-IPAB(28) en México que transfiere a favor de la cúpula bancaria-especuladora más de 110 mil millones de dólares, una cifra de por sí alarmante, pero cuyo impacto es todavía mucho mayor ya que el PNB mexicano todavía no llega al medio billón de dólares. Eso es un estado profundamente activo, pero claro no es un estado de bienestar, un estado Robin Hood, sino al revés, uno que toma del contribuyente y se endeuda para transferir a los de arriba, es un estado Hood Robin o como se dice en inglés «an upside down welfare state». Es el Estado el instrumento utilizado para ejercer los topes salariales y el control de la fuerza de trabajo, es el Estado el que organiza la intervención policiaco-militar, la promoción ideológica, las pretenciones de extra-territorialidad, como la ley Helms Burton, y la aplicación de medidas de regulación antimonopólica, como ocurrió recientemente en el caso de Microsoft, etc. También ha sido el Estado el que ha decidido propiciar la «desregulación» de los mercados financieros, porque así convenía más a los intereses de EUA y de Inglaterra. Menciono al mercado internacional de capital porque es el caso favorito de los impulsores del discurso globalista.

En el caso de los EEUU, la fusión de la «geoeconomía» con la «geopolítica» del capital tiene una clara estrategia para el actual período, profundamente enraizada en su historia. Irónica -aunque explicablemente-a ha sido la revista Fortune, un órgano que refleja los intereses del empresariado estadounidense y de las corporaciones multinacionales el que ha recuperado de nueva cuenta los referentes empíricos centrales a los que apunta el concepto de imperialismo. Ello se detalla en un importante artículo dedicado a dilucidar la «estrategia» coportativa estaounidense «para la posguerra fría». Ni Paul Sweezy o Harry Magdoff podrían haber sintetizado amejro la íantima relación, en teoría y práctica, entre la Corporación, el Estado y la praxis imperial:a «…la estrategia se ejecuta por medio de la inversión y se aplica a todas las esferas de la política exterior, es decir, desde la seguridad militar hasta el medio ambiente, pero los asuntos económicos conducen el proceso. La estrategia se fundamente primordialmente en el sector privado y de manera particular en las corporaciones transnacionales»(29) La simbiosis entre el Estado metropolitano o imperial y sus instrumentos de proyección internacional de poder y la empresa multinacional ocurre ahora en un contexto de aumento del tamaño y crecimiento de las unidades de capital adoptando la ya secular modalidad corporativa con su inclinación hacia el monopolio y el oligopolio y la profundización de los problemas cíclicos de recesión y estancamiento crónicos y otros elementos que tienden a multiplicar e intensificar los obstáculos para la contínua expansión del capital, entre los que resalta ahora la creciente competencia que enfrentan las firmas estadounidenses de parte del empresariado europeo y asiático.(30) Es en este contexto en el que el papel del Estado adquiere nuevos órdenes de magnitud y complejidad.(31)

Nada de esto debe sorprendernos. Si revisamos la historia de los Estados Unidos y de manera particular la evolución de su estructura de poder es fácil discernir la presencia de la continuidad, de tendencias de largo plazo que se acentúan de manera extraordinaria a raíz de la masiva movilización bélico-industrial de la Segunda Guerra Mundial y a partir de ahí, de la consolidación de una economía permanente de guerra.(32)  Siguiendo una línea del pensamiento pionero de Thorstein Veblen, C. Wright Mills al discutir estas tendencias estructurales observa la persistencia y profundización de la tendencia de largo plazo sobre los crecientes lazos entre el Estado y la clase empresarial, misma que llega a lo que sólo puede calificarse como un nuevo nivel en el sentido de que su imbricación como resultado de lo ocurrido a partir de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra, impide concebirlas como dos mundos separados. Mills demuestra que el crecimiento de la rama ejecutiva del gobierno, con todas las agencias por medio de las que supervisa una economía compleja, no significa sólo una mera ampliación de la actividad gubernamental o alguna suerte de autonomía burocrática, sino que ha reflejado el ascenso político de los altos ejecutivos empresariales y su ingreso directo a los directorios políticos. Durante y a partir de la Segunda Guerra Mundial, el peso de los CEOs en esas esferas aumentó al punto del dominio.(33) Con una relación estrecha con el gobierno, que se fue acentuando durante la Guerra Civil, luego con la Guerra Hispano-Americana y la Primera Guerra Mundial ya durante la Segunda Guerra Mundial esos altos ejecutivos dirigen desde los directorios político-gubernamentales el esfuerzo bélico-industrial relegando a muchos políticos profesionales en el poder Legislativo a rangos medios medios. Los acontecimientos y procesos que hemos presenciado a lo largo de la guerra fría hasta el día de hoy han consolidado, por medio de investigaciones realizadas por muchos politólogos y especialistas, como Seymour Melman, Gordon Adams y Morton Halperin, que la clave estructural del poder se centra en la relación entre la corporación y el Estado, pero esto último especialmente en el aparato militar cuyo ascenso político también es impulsado como resultado de la Segunda Guerra y las que le han seguido en Vietnam, el Golfo Pérsico, Kosovo, etc. Para América Latina y México de la manera más especial, es sumamente importante reconocer que el ascenso político de la estructura militar y como parte de ello, del sistema de seguridad nacional ( recuerden que George Bush, director de la Agencia Central de Inteligencia, íntimamente vinculado con la industria del gas y del petróleo, llegó a ocupar la Oficina Oval) se refleja en un hecho importante: virtualmente los organismos militares y de inteligencia son las únicas agencias gubernamentales de Estados Unidos dotadas de recursos para proyectar su accionar sobre América Latina y el Caribe. La permanente movilización bélico-industrial incluso después de la desintegración de la Unión Soviética sigue colocando al sector militar y de seguridad en una situación ventajosa paramentener el control sobre amplios recursos humanos, materiales, de capital fresco, de orientación a la investigación universitaria y conslecuentemente al mantenimiento de influencia y poder y mucho de esto -especialmente lo relativo a la Investigación y Desarrollo) se hace en función de definiciones militares de la realidad.(34) Pero esa definición militar está íntimamente imbricada con poderosos intereses empresariales. Para Mills, «en tanto la clave estructural de la estructura de poder en EUA se fundamente en la esfera económica, ello significa que la economía es simultáneamente una economía permanente de guerra y una economía dirigida por la corporación privada. Esta coincidencia de intereses entre la cúpula militar y los ejecutivos de las grandes corporaciones los fortalece mutuamente y tiende a subordinar el papel de los políticos, porque no son los políticos, sino los CEOS corporativos los que pactan con el sector militar la organización del esfuerzo permanente de guerra.»(35)

Una revisión detallada de la lista de las 100 principales corporaciones multinacionales, esas que controla de manera monopólica u oligopólica el 75.5% del mercado mundial, y por lo que respecta a las que operan desde Estados Unidos, absolutamente todas ellas, incluyendo el total de las dedicadas a la industria de la información como IBM y otras como General Motors, Exxon, etc, son contratistas del Departamento de Defensa en cifras de miles de millones de dólares -mucho de ello en realidad es un contínuo subsidio y además suscriben contratos de Investigación y Desarrollo y Tecnología del Departamento de Defensa.(36)

En su libro Poder Política y Pueblo(37),  Mills sintetiza un cuadro general sobre la estructura de poder. Su descripción sobre los parámetros centrales de lo que llama el «triángulo del poder», es vigente y más que eso, imprescindible, para comprender la situación que enfrentamos a principios del Siglo XXI:

«El poder para tomar decisiones de consecuencias nacionales e internacionales está ahora tan claramente asentado en instituciones políticas, militares y económicas que otras áreas de la sociedad parecen al margen y en ocasiones, subordinadas a éstas…No existe ya, por una parte, una economía y, por la aotra, un orden político con una institución militar sin importancia para la política y los negocios. Existe una economía política armónicamente ligada al orden y las decisiones militares. Este triángulo del poder es ahora un hecho estructural y es la clave de cualquier comprensión de los altos círculos de los Estados Unidos».(38)

3. La CMN, el Poder y la Educación Superior.

Es un contexto de poder derivado de la colaboración estrecha entre el Estado -primordial aunque no exclusivamente metropolitano- y la corporación y no en medio de discursos fáciles y eufóricos sobre la «globalización» o de frases como «reformas de mercado», que es posible proceder a una evaluación seria y objetiva en torno a los intentos del aparato corporativo, especialmente el de EUA, para incidir, por medio de instrumentos como el Banco Mundial, en el proceso de toma de decisiones en la educación superior, ciertamente un sector estratégico para el presente y el futuro de nuestros países.

Los organismos financieros BM y FMI, en los hechos, fungen como instrumentos de proyección de poder del Ejecutivo estadounidense en América Latina, promoviendo programas de ajuste estructural (pae) y de privatizaciones a ultranza del sector público, incluida la educación pública media superior y de la docencia e investigación de la educación superior, todo en nombre de la mano invisible del «mercado global», por lo visto, una expresión secularizada de Dios.

Esta «proyección de poder» se materializa en el campo de la educación e investigación universitaria en nuestros países en un masivo esfuerzo por introducir y colocar como factor hegemónico los valres y los intereses y las prácticas de la clase empresarial y del mundo de los negocios por encima de los ideales genuinos de la educación superior, como la curiosidad científica y la investigación básica y la docencia desinteresadas realizadas en función de los intereses mayores de la nación.

Por ejemplo, el Banco Mundial en un documento hecho público durante una reunión internacional de la UNESCO celebrada en 1998 intitulado «El Financiamiento y Administración de la Educación Superior:Reporte sobre el Status de las Reformas en el Mundo»(39), explica que la agenda para la reforma educativa (un eufemismo, porque estamos en presencia de una regresión histórica de enorme magnitud), «está orientada por el mercado más que por la propiedad pública o por la planeación y la regulación gubernamentales«. Luego agrega que «la dominación, en casi todo el mundo, del capitalismo de mercado y los principios de la economía neoliberal se encuentran en la base de la orientación por el mercado de la educación media superior y superior».

Los conceptos fundamentales de la agenda del BM para la docencia y la investigación universitarias son: privatización, desregulación y «orientación por el mercado». Esta última frase, debe traducirse entonces como «orientación por parte de los intereses empresariales, foráneos y domésticos, institucionalmente articulados por la corporación multinacional y los instrumentos de proyección de poder del Estado imperial». En la ruta de instrumentación de esta agenda de «reforma» se ha puesto en claro que los problemas que hay que resolver son la universidad tradicional, en general, y los miembros del personal académico, en particular. Se trata de una verdadera declaración de guerra a la universidad y al cuerpo docente y de investigación que aleja las funciones universitarias del interés público nacional, dirigiéndolas al servicio del aparato corporativo, fundamentalmente extranjero.

Haciendo a un lado la larga experiencia histórica europea y el hecho de que en Europa la Universidad «privada» es algo inexistente, el Banco «Mundial», argumenta, pontifica e impone por medio de préstamos altamente condicionados dirigidos a la «reforma de la Educación media-superior y superior, en una política dirigida hacia el patio trasero de EUA, que la educación y la investigación universitaria, «es un bien privado -no público- cuyos problemas son manejables o están al alcance de «soluciones de mercado». Esto es, se enmarca en una oferta limitada, no está en demanda por todos, y está disponible por un precio. También, los consumidores (negocios e industria) están «razonablemente bien informados» mientras que los proveedores (administradores y profesores) están «frecuentemente mal informados-condiciones que son ideales para que operen las fuerzas del mercado». Financiar la demanda significa, en la práctica, a) incremento de las colegiaturas; b) cobrar el costo total de pensión; c) instrumentar medidas de préstamos a los estudiantes; d)cobrar los intereses prevalecientes en el mercado a todos los préstamos; e) mejorar el cobro de los préstamos a través de compañías privadas, y la introducción de un impuesto a los graduados; f) adiestrar a los profesores como empresarios; g) vender investigación y cursos; y h) incrementar el número de instituciones educativas privadas con cobros del costo total de la enseñanza. El propósito al hacer de la educación superior algo completamente autofinanciable, es en los hechos, despojar a la población latinoamericana de la educación pública, gratuita y obligatoria, aumentando, por la vía de la privatización de la enseñanza y la investigación, la carga a la sociedad, liberando por así decirlo, al gasto público, que como sabemos es desviado, de manera creciente, al gasto no productivo, es decir, para acrecentar el papel tributario de nuestras economías, ya sea por medio del servicio de la deuda externa o del subsidio a sectores parasíticos, como la especulación bancaria, o al rescate de una cúpla de beneficiarios de los programas del Banco Mundial, como resultado del magno fracaso del programa privatizador. Estos son los criterios adoptados por las agencias(40) que promueven y financian la investigación universitaria en Amérca Latina, transformándose en mecanismos normativos por medio de los que, el Banco Mundial y esas agencias inciden de manera significativa, si no es que determinante, en la agenda de la investigación universitaria en el campo tanto de las ciencias naturales como de las sociales, reduciendo, pedazo a pedazo, área tras área, la autonomía universitaria.(41) Pero el problema no se limita a que el Banco Mundial debilite la capacidad de definir la agenda de investigación por parte de los cuerpos académicos y científicos de América Latina que operan desde las universidades públicas sino que, más grave aún, una porción significativa de esa agenda es apartada de los temas o de problemas que afectan a nuestras sociedades de tal suerte que, por la vía del financiamiento y la imposición de las políticas «de mercado» sea incautada por las fuerzas empresariales que articulan y definen los parámetros de acción de las «fuerzas del mercado». El encubrimiento linguísitico sobre este fenómeno es amplio porque el Banco Mundial presenta todo este esquema, como resultado de las exigencias de la globalización, del «mercado global» ante las que no hay opción.

Según lo explicita la documentación del Banco Mundial, tal proceso de decisiones, se dice textualmente

» debe ser retirado del gobierno y las instituciones y depositado en los clientes (estudiantes), los consumidores (negocios e industria) y en el público. El BM cree que el financiamiento gubernamental a la educación superior, combinado con la responsabilidad institucional para gobernarla es, en gran medida, responsable de la sobreviviencia de la educación clásica y elitista que, además, es insensible a las necesidades reales de la (desregulada) economía global. De ahí la necesidad de reformas presupuestales.»(42)

Como se indicó al inicio de este trabajo, el programa «neoliberal», articulado a nivel operativo desde las altas esferas gubernamentales significa en los hechos el despliegue de una campaña contra «la universidad tradicional» y lo que el BM califica como el «excesivo poder» del profesorado. Según el BM, es indispensable acabar con los criterios tradicionales de evaluación universitaria para dar paso a otros basados en la presupuestación por rendimiento, en la que el presupuesto público destinado a la educación superior esté altamente condicionado a la obtención de resultados «comercialmente comprobables», lo que quiere decir que la evaluación estará centrada en los criterios y necesidades articulados por la clase empresarial y de negociantes.

Así, la agenda para la «reforma» (un eufemismo porque estamos frente a una profunda reversión), quiere poner término a la «presupuestación negociada» en la que el gobierno financia a las instituciones sobre la base de criterios tradicionales tales como la matrícula y el prestigio. Según el BM se debe dar paso a la «presupuestación por rendimiento» en la que «cualquier financiamiento público que permanezca debe estar atado a la obtención de resultados comprobables basados en indicadores de resultados determinados por el consumidor». (43)De esta manera, según el BM (textual) «… los administradores de las instituciones serán obligados a tomar las decisiones que hasta ahora han estado evadiendo, por ejemplo, reasignar los recursos en respuesta a las necesidades de los clientes y los consumidores».(44) La gran batalla del BM contra la universidad como concepto que surgió en Europa, en América y en el mundo como vértice de humanismo e investigación desinteresada y en función del bien común, producto de la lucha contra la tiranía y el dogma, que ha sido el cimiento de una gran tradición de siglos, centrada en la libertad de cátedra y de investigación, es documentalmente sintetizada en el poder evaluatorio que se concede a las «fuerzas del mercado». Así, «… las instituciones serán obligadas a construir la diferenciación, terminando con la «repetición isomófica» de la tradicional universidad clásica basada en la investigación».(45) (sic)

El esquema impulsado por el BM y por los gobiernos latinoamericanos de corte «neoliberal», es decir, altamente sometidos a la condicionalidad acreedora -articulada insisto por medio de la creciente dependencia de préstamos-, gobiernos a su vez hegemonizados por las neoligarquías latinoamericanas(46), que desmantelan de manera compulsiva los fundamentos materiales de la soberanía nacional, lo que también significa quitarle, además del país, el futuro y el alma a nuestra juventud. Ello es así por una razón fundamental: coloca la misión educativa y los ideales académicos bajo la determinación de las «fuerzas del mercado» y de algo que llaman «globalización». En fecha reciente ( marzo del 2000) un alto funcionario de la Universidad Nacional Autónoma de México advirtió que se iría a proceder con una «poda» (sic) significativa de la investigación, lo que sin duda agrada a los tecnócratas del BM, quienes saben, sabados en lo que ocurre a la universidad pública de Estados Unidos, que la limitación presupuestal es una forma eficaz para inducir el uso de recursos en áreas de investigación con «valor comercial» y ello a expensas del área de la investigación básica, de las humanidades y la docencia. Las implicaciones son vastas, tanto desde una perspectiva socioeconómica y política como de crisis de civilización. Como lo expresara recientemente un estudioso de estos temas.

La universidad públcia es una institución de Estado, la única dedicada a la compleja acción civilizadora que comprende la formación de profesionales e intelectuales especializados en la creación y la actualización y la expansión de todas las ramas del conocimiento y del arte. Está formada en la tradición de los gremios del trabajo intelectual originados en la universitas medieval, y tiene sus propias historias locales como corporaciones del saber integradas en su interior como federaciones de corporaciones más limitadas y singularizadas conforme a sus campos, sus tareas y sus propias jerarquías académicas y burocráticas.(47)

Al respecto cabe recordar la advertencia hecha por Thorstein Veblen en 1908, iniciado apenas el Siglo XX, al advertir que la incorporación de los principios de mercado transformarían a la docencia y la investigación en «mera mercancía, a ser pfoducida, evaluada, comprada y vendida».(48)

Aquí las implicaciones son graves. Porque no sólo se coloca a la empresa multinacional como el agente que define qué se investiga, sino también cómo se investiga y qué no debe investigarse. Esto se hace por medio de los entes usados para promover y financiar la investigación universitaria ahora dominada por los conceptos neoliberales «del mercado», de tal suerte que el investigador que deseé hacer investigación debe ajustarse a los parámetros sentados por el aparato corporativo. Se trata de la ingerencia de entes extranjeros dada la comprobada falta de iniciativa e interés mostrada históricamente por el empresariado latinoamericano en el fomento de una base nacional de investigación y desarrollo. Como bien lo apunta Pablo Gentili de la Universidad Estatal de Río de Janeiro,

Existe una clara demanda por parte de algunas instituciones de educación superiora para ampliar el desarrollo de sus programas de investigación científica. Pero ¿cuál es la naturaleza de tales programas en la era neoliberal?. En el contexto del dominio de las grandes (empresas multinacionales) de los negocios y de la finanza, la comunidad científica latinoamericana está perdiendo el poder de definir la agenda de investigación de sus propias universidades…El problema fundamental es ¿quién se beneficia de esto?»…- el asunto central- » consiste en que las entidades» (de la Iniciativa Privada local),» con poca inclinación histórica por el progreso científico están ganando ese poder en el conteto de la hegemonía del neoliberalismo en la América Latina de hoy.»(49)

Aunque la adopción de los valores empresariales ha sido algo endémico en el sistema universitario de Estados Unidos, algo señalado y criticado por Veblen y Mills, el hecho es que actualmente la universidad pública de la potencia norteña está siendo sometida a mayores presiones que estan minando los propositos de aprendizaje, desde «dentro» de las mismas instituciones. Ya Veblen había notado que la universidad estadounidense había fracasado en su deber moral no sólo ante sí misma sino tambien ante la misma civivilización que la había concebido y nutrido y C. Wright Mills, y posteriormente autores como Seymour Melman, advirtieron sobre el impacto negativo que conllevaba para el requerido impulso de la investigación básica y desinteresada el reciente peso del sector bélico-industrial estadounidense en el financiamiento de la investigación universitaria. Hoy en día cerca del 50% de toda la investigación que se realiza en Estados Unidos tiene algún tipo de vinculación el aparato de seguridad nacional. Entiéndase bien que tal y como se refleja en las observaciones de C. Wright Mills la simbiosis entre la gran corporación privada y el aparato bélico y de seguridad es profunda. Bien lo ironizaba Marcus Raskin, ex-miembro del Consejo de Seguridad Nacional del presidente John F. Kennedy, después de enterarse de esto de manera directa:»National Security is Business, Business is National Security ( «la seguridad nacional son los negocios, los negocios son la seguridad nacional»). Tanto en los contratos entre las universidades con el Departamento de Defensa como en los que se formalizan con las grandes firmas -farmaceúticas, industriales, etc-, prevalece la norma del sigilo, en el primer caso por razones de «seguridad militar» y en el segundo, como un requisito de la empresa que financia la investigación, para mantener cualquier descubrimiento bajo su estricto control hasta que se posesione de la respectiva patente y ello, desde luego, de cara a la competencia. En ambos casos es puesto en entredicho el principio de uso universal y público del conocimiento generado por la investigación científica.

Así entonces, la misma experiencia de las universidades de Estados Unidos ejemplifican los graves y complejos problemas que enfrentamos y hacia qué terrenos nos conduce el BM. Por ejemplo, en Noviembre de 1998 el Colegio de Recursos Naturales de la Universidad de California en Berkeley firmó un controvertido acuerdo con la firma farmacéutica Novartis de Suiza (hace poco la corporación decidió cambiar su nombre por la mala publicidad recibida como resultado de este tipo de acuerdos con universidades estadounidenses) en el que la empresa otorga un fondo de 25 millones de dólares para financiar investigaciones del Departamento de Biología de Plantas y Microbios. A cambio de los 25 millones, la Universidad de California le otorgó a Novartis el derecho de negociar las patentes de una tercera parte de todos los descubrimientos que pudiera hacer el mencionado departamento, incluyendo las investigaciones financiadas con recursos estatales o federales. Además se otorgó a la empresa un gran peso en el aparato de toma de decisiones del Departamento de tal suerte que Novartis influye de manera casi determinanteen la forma en que se definen las prioridades presupuestales.(50) La contradicción entre la «universidad pública» y el colocar a todo un departamento al servicio de una empresa multinacional no escapó al estudiantado que inmediatamente se aglutinó en torno a Students for Responsible Research, una agrupación que analiza la creciente privatización de facto de la Universidad de California que ahora actúa en coalición con organizaciones de la sociedad civil. Su meta es el combate a favor del mantenimiento de la investigación libre de la influencia de los intereses creados, es decir, la esencia de lo que es la investigación científica. Esto se entiende mejor si se tiene presente que como parte de los acuerdos entre la Universidad y Novartis, partes significativas de los descubrimientos y no sólo eso, sino también-y esto es de lo más grave- las porciones de la información que condujo a ellos deben permanecer «secretos». Esto último y de manera específica en el área de la investigación sobre genética, ahora los países capitalistas centrales presionan para incorporarlo al concepto de «derechos de autor» que desean sea aceptado y firmado en tratados con los países de gran biodiversidad como los latinoamericanos. Para inducir este proceso de creciente privatización el Banco Mundial, por la vía de la condicionalidad atada a todas sus líneas de crédito, auspicia un desfinanciamiento de las universidades públicas,algo que también se observa en la experiencia de Estados Unidos con el presupuesto federal y estatal.(51) «En una era en la que las ideas son fundamentales para la economía», dicen dos analistas estadounidenses.

…las universidades inevitablemente jugarán un papel en el desarrollo. Pero debemos permitir que las fuerzas comerciales determinen la misión y los ideales académicos? En la educación superior hoy en día las corporaciones no sólo funancian una creciente porción de la investigación sino que frecuentemente dictan los términos en los que la investigación debe ser dirigida…Muchas universidades con presupuestos limitados invierten sus recursos en campos de investigación con orientación comercial mientras disminuyen los recursos a los departamentos de humanidades y a la docencia».(52)

Los planteamientos, eufemismos y gimnasia linguística de la tecnocracia del Banco Mundial – adoptada como propios por nuestros presidentes y ministerios de educación (a quienes Rodrigo Carazo con toda razón llama «los country managers del BM) se trata de colocar los intereses del alto capital en definiciones fundamentales en torno a la docencia y la investigación en nuestros países, cuyo destino es planteado por estos altos círculos, en un contexto de dominio de corte colonial, impulsándose así la explotación global de la fuerza de trabajo por medio de la maquila de los procesos productivos y la cooptación, orientación y explotación de nuestro cuerpo de investigación y desarrollo, también por medio de maquiladoras que acentuaría la postración colonial y desplazarían la conciencia, la función social de impulso a la equidad y la guía que nuestros pueblos esperan y exigen de la universidad pública latinoamericana.

Notas
1. Una versión preliminar fue presentada como Conferencia Inaugural de los cursos
de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, Heredia,Febrero
16, 2000, así como a la Universidad  de Tabasco, en Febrero 21, 2000.

2. Profesor-Investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,se desempeña como Coordinador del Seminario el Mundo Actual del CEIICH y realiza sus investigaciones desde el Seminario de Teoría del Desarrollo del  Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Este trabajo forma parte de las investigaciones del Proyecto sobre Territorialización de la Inversión  Extranjera Directa de  Apoyo al Personal Académico (DGAPA). El autor  agradece este apoyo.

3. Histórica y contemporáneamente el BM-FMI fueron concebidos en función del
interés empresarial y de “seguridad nacional” de Estados Unidos, como lo    reconocen los mismos arquitectos -como Dean Acheson- de la estructura  institucional de la “Pax Americana” que finalmente reemplazó al Imperio Británico en Bretton Woods.

4. Una reflexión profunda sobre el impacto de la introyección de los valores mercantiles en el quehacer universitario fue ofrecida desde principios del Siglo  XX por Thorstein Veblen. Al respecto consúltese de este autor, The Higher Learning in America: A Memorandum on the Conduct of Universities by  Businessmen. New York Augustus M. Kelley, 1965; un estudio sobre la vigencia de esta obra es ofrecido por Arthur J. Vidich “The Higher Learning in America in  Veblen’s Time and Our Own”,  International Journal of Politics, Culture and  Society, Volume N.7, N. 4, Summer 1994, pp 639-668.

5. Arthur J. Vidich, “Hacia un acercamiento racional de la irracionalidad. Teoría social y económica en  nuestros días”, Problemas del Desarrollo, México, Vol 26,
Núm.103, Octubre-Diciembre 1995, pp 35-65.

6. Ibid, p 40. El subrayado es mío.

7. Como lo expresa R. M. MacIver en el “Prefacio” del trabajo clásico de  Karl
Polanyi, La Gran Transformación, México, Juan Pablos, 1992.

8. John Saxe-Fernández, “El Imperialismo, marco de referencia en el que ocurre la
globalización”, en John Saxe-Fernández compilador, Globalización: Crítica a un Paradigma, México, Plaza y Janés, 1999.

9. Las expresiones son de R.M. MacIver, Ibidem.

10. Algunos pormenores sobre aspectos concretos de esta negociación son ofrecidos
en John Saxe-Fernandez, “TLC: los Cruces de la geopolítica y geoeconomía del capital”, en Pablo González Casanova y John Saxe-Fernández, coordinadores, El
Mundo Actual, México, Siglo XXI, 1996, pp 75-90.

11. Como ocurre con otros renglones como la protección a la industria y la agricultura, el papel regulador del Estado, el déficit público, etc, queda claro que este recetario del FMI  no es observado  por los países capitalistas económicamente exitosos. El gasto público de EUA ha pasado del 17% del PNB  en tiempos de Carter, al  22.5% con Reagan, el 25% con Bush y cerca del 37%  con Clinton. En Europa mientras el gasto público representaba en promedio el  35% en los años 60, actualmente oscila entre el 45 y 52%. En países como  Alemania y Francia es de poco más del 50% mientras en la región nórdica es de más del 60%. Es decir, que una gran proporción de las economías de mayores dimensiones y empuje del planeta no se rige bajo las pautas del llamado “libre  mercado”.

12. La frase “nacional y-o extranjero” es utilizada frecuentemente en los documentos
oficiales. La más leve auscultación histórica muestra que la participación del    empresariado nacional latinoamericano es sólo una estación de paso a la
extranjerización, especialmente ahora de los sectores codiciados  por las empresas multinacionales dominciliadas principalmente en Estados Unidos: el  petróleo, la electricidad y en general la infraestructura estratégica  latinoamericana.

13. Al respecto consúltese, Joyce y Gabriel Kolko, The Limits of Power: The World
and United States Foreign Policy, 1945-1954, Nueva York, Harper & Row 1972, pp 11-28.

14. Ibid p 16.

15. Saxe-Fernández J.,op cit p 83 y ss.

16. La tecnología no es, debo enfatizarlo, una fuerza social.

17. Algunos autores utilizan la frase de “versión dura” del globalismo para referirse a
lo mismo por  tratarse de una visión extremista y bastante superficial de estos
fenómenos. Esta categorización es usada, por ejemplo, en el esclarecedor trabajo
de Paul Hirst y Grahame Thompson, Globalization in Question , Londres, Polity Press, 1996. Pero  como la adjetivación (“dura”) también se usa para connotar
solidez científica -por ejemplo en el contraste entre las ciencias “duras” y las
humanidades, prefiero la sugerencia de Paul Krugman en materia de títulos, ( Paul
Krugman, Pop Internationalism, Cambridge Mass, MIT Press 1996).  Utilizo la
palabra “pop” por tener una connotación más precisa y fiel del asunto.

18. Me refiero al concepto de propiedad social concretada en el sistema ejida,
eliminado por iniciativa  del BM concretada por el gobierno de Salinas de Gortari (1988-1994). Un estudio sobre los impactos socio-económicos y  policiaco-militares de esta política, incluyendo una agresión contínua a los  productores de granos y de hortalizas nacionales por medio de la apertura a las importaciones de EUA auspiciada por medio de varios préstamos del Banco Mundial es ofrecido en John Saxe-Fernández, “Neoliberalismo y TLC:_Hacia ciclos de guerra civil?”, en Asociación Latinoamericana de Sociología Rural,  Globalización, Crisis y Desarrollo Rural en América Latina, Texcoco, México, Universidad Autónoma de Chapingo 1999, pp 87.124.

19. Existe un número significativo de intelectuales que no se han preocupado mayormente por revisar  ni la literatura profesional y mucho menos investigar lo que ocurre en el mundo real. Y ya sea desde las ciencias sociales o de áreas  como la filosofía, pontifican o repiten el discurso de moda.Dicen, sin  seriedad alguna, que ya el Estado-aparato está en extinción. Incluso usan el  término “Estado virtual”, en momentos en que los instrumentos de Estado son  usados de manera intensa para promover los esquemas de expansión y  acumulación capitalista, quizá como nunca antes en la historia moderna. Uno de  ellos, en una mesa redonda sobre “Autonomía Universitaria y  Globalización” nos  notificó sobre la “desaparición del Estado”, y sin la más mínima revisión de las  series estádísticas históricas, se refirió al fenómeno de la creciente migración como  algo que hacía desvanecer las fronteras nacionales. Para alguien que viva en  México y en vista de las murallas  policiaco-.militar y los “muros de Berlín”  erigidos en la frontera norte por Estados Unidos, la observación parecería
absurda. Pero más absurda lo es si se revisa y se comparan los órdenes de  magnitud de los movimientos migratorios a nivel global durante el siglo XIX, con la experiencia  contemporánea. Al respecto consúltese, Grahame Thompson y Paul  Hirst, Globalization in  Question, London, Polity Press, 1996, 1999.

20. Zanny Minton Beddoes, “The International Financial System”, Foreign Policy, No. 166, Fall 1999.

21. Minton Beddoes, op cit p 16.

22. Ibidem, p 17. Las negritas son mías.

23. Uso el término “ corporaciones multinacionales” (CMN) para referirme a las
corporaciones de base  nacional que operan internacionalmente y que se han  forjado desde mediados del siglo diecinueve. En esto sigo la sugerencia de Grahame Thompson y Paul Hirst diferenciando las CMN de las “transnacionales”, cuya característica central sería la de “stateless corporations”. Las CMN operan desde una madre patria, un estado nación, que las regula, las protege  internacionalmente y las  subvenciona. Ellas representan abrumadoramente la  mayoría. Existen muy escasos ejemplos de  verdaderas “stateless corporations”.  La vinculación Estado-Empresa ha sido y es fundamental, especialmente en la  proyección de poder imperial.

24. De ese monto, 53.5% por ciento -esto es, 2 billones 133 mil millones de
dólares-fue facturado en  países distintos a donde estas empresas tiene su oficina
matriz.( Un billón equivale a un millón de  millones). El comercio realizado por las
firmas más importantes del mundo representó una porción  mayor del intercambio
global de mercancías.

25. Roberto González Amador: “Equivalen a 75.5% del comercio global venta de 100 transnacionales”,La Jornada, 6 de Febrero de 2000, p 46. Las ventas de esas 100 empresas son superiores en 11 veces al valor del producto interno bruto de  México, estimado en 440 mil millones  de dólares ( mmdd), país que ocupa el octavo lugar mundial como exportador de mercancías y el  séptimo como mayor importador.
Las exportaciones de México, que en el último año alcanzaron 135 mmdd,  representan 2.3% de las exportaciones mundiales, de acuerdo con el reporte de la
OMC.
En el último año, las ventas totales de las cinco multinacionales más importantes
del  planeta  (General Electric, Ford Motor Co, Royal Dutch/Shell, General  Motors y  Exxon corporation) fueron  de 670 mil 900 millones de dólaress. De esa cantidad, 44.3% -esto es, 297 mil 300 millones de dls-  fueron facturados en  países distintos a los del capital de origen de esas firmas, según el reporte de la ONU.
De acuerdo con los datos de la OMC, las ventas foráneas de las cinco empresas
superan en  7.7% a las exportaciones de mercancías del conjunto de naciones de
Am Lat, que suman 276 mil  millones de dólares.”

26. En un volúmen que preparamos sobre Globalización, Imperialismo y Clases
Sociales.

27. En torno a este tema consúltense Marcos Kaplan, Formación del Estado Nacional en América Latina, Buenos Aires, Amorrortu, 1969;  Alonso Aguilar M., Teoría Leninista del Imperialismo, México, Editorial Nuestro Tiempo, 1978.

28. El llamado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), posteriormente rebautizado Instituto para el Ahorro Bancario (IPAB), es un esquema de “rescate” de los bancos mexicanos que fueron llevados a una quiebra técnica por múltiples operaciones irregulares y fraudes de los neobanqueros-especuladores. Impulsado por el Banco Mundial y apoyado en el Congreso Mexicano por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y por el Partido Acción Nacional (PAN) se utilizan recursos fiscales por un monto que conservadoramente asciende a poco más de cien mil millones de dólares y simultáneamente se mantiene el más estricto sigilo sobre las empresas e individuos defraudadores. Por medio de esta escandalosa operación se desvían enormes recursos de la inversión pública, creándose fuertes presiones favorables a un mayor endeudamiento y la contratación de más préstamos lo que a su vez incremente el peso del aparato bancario internacional en el proceso de toma de decisiones en materia de política económica.

29. ”The New Face of American Power”, Fortune, 26 de Julio de 1993, p 123 y ss.

30. En relación con el asomo de una crisis deflacionaria surgido durante la llamada “crisis asiática”, y sus efectos sobre los esquemas neoclásicos vigentes entre los economistas del establishment, consúltese la importante reflexión y autocrítica de uno de ellos, Paul Krugman, El Retorno de la Economía de la Depresión, Barcelona, Editorial Crítica, 1999.

31. Reflexiónese, Paul M. Sweezy, “Corporations, the State and Imperialism”, Monthly Review, Vol 30, N.6, New York November 1978 p 1-10.

32. C. Wright Mills, The Power Elite, New York and London , Oxford University Press, 1957.Según Seymor Melman del Departamento de Diseño de la Escuela de Ingeniería de Columbia University, en EUA opera la estructura de Capitalismo de Estado de mayores proporciones del planeta ya que el Departamento de Defensa mantiene una estructura centralizada para coordinar los contratos con 37 mil empresas -entre ellas las principales de la nación como General Motors, General
Electric, Firestone, McDonnell, Marin Marietta, Ford, Chrysler, etc, y 125 mi subcontratistas. Todas estas unidades operan fuera de los parámetros de la economía de “mercado”. Este complejo “militar-industrial” continúa operando como en tiempos de la guerra fría y con el advenimiento de la era espacial tenderá a incrementar sus presupuestos y operaciones por la vía de administraciones como la NASA.

33. CEO,(Chief Executive C Officer, se refiere al alto mando corporativo). C. Wright Mills, op cit, p. 275

34. Mills plantea el asunto así: “In part this has resulted from one simple historical fact, pivotal for the years since 1939; the focus of elite attention has been shifted from domestic problems, centered in the ‘thirties around slump, to international problems, centered in the ‘forties and fifties around war. Since the governing apparatus of the US has by long historic usage been adapted to and shaped by domestic clash and balance, it has not, from any angle, had suitable agencies and traditions for the handling of international problems. Such formal democratic mechanics as had arisen in the century and a half of national development prior to 1941, had not been extended to the American handling of international affairs. It is, in considerable part, in this vacuum that the power elite has grown. (p. 275-276)

35. Textualmente: “ In so far as the structural clue to the power elite today lies in the economic order, that clue is the fact that the economi is at once a permanente-war economy and a private-corporation economy. American capitalism is now in considerable part a military capitalism, and the most important relationof the big corporation to the state rests on the coincidence of interests between military and corporate needs, as defined by warlords and corporate rich. Within the elite as a whole, this coincidence of interest between the high military and the corporate chieftains strenghtens both of them and furter subordinates the role of the merely political men. Not politicians, but corporate excecutives, sit with the military and plan the organization of war effort.”(pp 275-276)

36. Me refiero a los siguientes documentos oficiales generados por: Department of Defense, Directorate for Information, Operations and Reports, 100 Companies Receiving the Largest Dollar Volume of Prime Contract Awards, US. Government Printing Office, Washington D. C. 1997; 100 Contractors Receiving the Largest Dollar Volume of Prime Contract Awards for RDT&E, FY 1997, U:S Government Printing Office, Washington DC, 1997. (DIOR/PO2-97); Department of Defense, Prime Contract Awards Size Distribution, Fiscal Year 1997, Washington DC, US: Gvt Printing Office 1997 (DIOR/PO8-97)

37. C. Wright Mills, Poder Política y Pueblo, México, FCE, 1964, p 6-7.

38. Ibidem.

39. Todas las citas provienen del  Documento  “El Financiamiento y Administración de la Educación Superior:Reporte sobre el Status de las Reformas en el Mundo” presentado por el Banco Mundial, París, Francia. UNESCO, 1998

40. Me refiero a entes como el Conicet de Argentina, el CAPES y CNPq de Brasil, Conicyt y Fondecyt de Chile o el Conacyt de México, entre otros.

41. Al respecto consúltese Pablo Gentili “Report on the Crisis of Higher Education: The Permanente Crisis of the Public University”, Nacla Report: on the Américas, Vol XXXIII, No.4, January-February 2000, pp 12-23. En México el CONACYT, una dependencia pública cuyo director es nombrado por el Presidente y desde la que se ejerce el poder presidencial hacia las universidades mexicanas, se encarga de elaborar los padrones de “excelencia” en revistas profesionales, programas doctorales, etc, alejándose de sus funciones propias -la promoción de la ciencia y la tecnología-, y transformándose en instancia desde la que el poder presidencial hace sentir su influencia en las Universidades. El Conacyt, tanto como el Sistema Nacional de Investigadores, en los hechos usurpan funciones que en rigor corresponden a cuerpos universitarios colegiados en los que estén representadas las universidades públicas del país.

42. Banco Mundial, op cit

43. Ibidem.

44. Ibidem.

45. Ibidem.

46. Para un análisis puntual de este proceso de oligarquización, reflexiónese, Eduardo E. Saxe Fernández, La Nueva Oligarquía Latinoamericana, San José Costa Rica, EUNA, 1999.

47. Daniel Cazés, “La Destrucción de la Universidad Pública Mexicana”, en Fundación Arturo Rosenblueth, Agravios a la Nación, México, Ediciones Galileo, 2000 p. 124.

48. Veblen, op cit, Vidich, op cit.

49. Pablo Gentili, “The Permanent Crisis of the Public University”, NACLA, Report on the Americas, Vol XXXIII, N.4, Jan-Feb 2000, p.13.

50. Consúltese Eyal Press y Jennifer Washburn, “The Kept University”, The Atlantic Monthly, Vol. 2885, No. 3, March 2000 pp 39-54

51. Eyal Press y Jennifer Washburn, op cit pp 40-41.

52. Ibid p 41.

*Fuente: http://www.ceiich.unam.mx/educacion/Saxe.htm

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El cierre de escuelas no es la solución

Por Aida Díaz

La apertura y el cierre temporero o permanente de una escuela es una prerrogativa que todos los secretarios del sistema educativo público han tenido y ejercido.  Así lo establece la Ley Orgánica que rige al Departamento de Educación. Sin embargo, en esta ocasión, lo que justifica el cierre de decenas de escuelas es lo que nos llama la atención y obliga a la reflexión.

No me refiero a las escuelas cuyos maestros, padres y estudiantes suplican su cierre porque el lugar no está apto para ninguna otra acción que no sea su demolición. Escribo sobre aquellas cuya reducción de matrícula es la causa que justifican su cierre.

El País se está vaciando, como consecuencia, nuestras escuelas también. Y yo me pregunto, ¿qué estamos haciendo para detener esa ola de familias abandonándolo todo para buscar un mejor porvenir en otros lados?

El cierre de escuelas, no es solución, al contrario, podría agravar más la situación si esos ahorros que buscan, no se invierten en mejorar la educación de nuestros niños. Confiamos en que no sean entregados a los que disfrutaron de una educación privilegiada, casi individualizada. A esos que les importan poco el futuro de nuestros jóvenes.

Hoy son 184 escuelas las que anuncian, cerrarán. Significa el traslado de 27,000 estudiantes con sus 2,000 docentes hacia otros planteles. Si hacemos la matemática veremos que la proporción de estudiantes y maestros es de casi 14 a 1.  Ese número es ideal para trabajar una enseñanza bastante individualizada, que provoque un mejor aprovechamiento académico y una experiencia memorable para nuestros estudiantes.  De no ser así, esos estudiantes se unirán a grupos mayores, creando una proporción de hasta 30 estudiantes por uno o dos maestros en un mismo salón de clases.

Nos encantan las estadísticas, son la forma de evitar actuar a ciegas, pues cuando vemos las estadísticas de los países con sistemas educativos exitosos, una constante son los grupos reducidos de estudiantes. No hay forma de ofrecer calidad cuando no puedes dedicarle ni más de dos minutos por clase a cada uno de tus estudiantes. Esperamos que lo que se va a hacer con nuestro sistema educativo, sea precisamente eso, lo que hicieron los países que se distinguen por la calidad de su educación.

Cerremos y descartemos la costumbre de gerenciar la educación sin tomar en consideración que la población que se impacta contiene múltiples inteligencias y diversas experiencias psicosociales y culturales, realidades que son difíciles de atender en una educación de masas. Por el contrario, abramos y démosle paso a la oportunidad que se nos presenta de individualizar la enseñanza, dirigida y apoyada por las nuevas tecnologías disponibles y los mejores materiales y recursos existentes.

Cuando la educación se reconozca como una de calidad, menos familias se irán, más inversionistas llegarán y el desarrollo económico del país, arrancará. La educación es para invertir en ella, no para sacar ahorros de ella. Movamos al país de su crisis, pongamos en marcha la educación.

Fuente: http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/elcierredeescuelasnoessolucion-columna-2318196/

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Agonista de la educación: Epístola a la clase capitalista transnacional (1)

Por: Peter McLaren

ABSTRACT: Este artículo investiga la crisis actual del capitalismo neoliberal y el imperialismo globalizado desde la perspectiva de una aproximación Marxista humanista a la pedagogía, conocida como “Pedagogía crítico revolucionaria”. Está escrito como una epístola a la clase capitalista transnacional y se solicita que aquellos que voluntariamente sirven a sus intereses, reconsideren su lealtad y hagan un llamamiento  para una revolución planetaria, de modo que ambos pensemos acerca del capitalismo y cómo la educación sirve para reproducirlo, con el riesgo que eso conlleva tanto para estudiantes como para toda la humanidad.

Este es un momento crucial para la humanidad, cuando los significados, valores y normas de la vida cotidiana tienden alolvido, siguiendo la estela esparcida por las ruinas del Ángel de la Historia de Benjamin; cuando los seres humanos están siendo distribuidos de manera desigual a lo largo del planeta, como poco más que relaciones de propiedad, como “excedentes de población”; cuando la cultura del trabajo esclavo está definiendo cada vez más el día a día de las ciudades de América; cuando la habilidad estructuralmente ejemplificada del capital de supervisar nuestro trabajo, controlar nuestras inversiones y comprar nuestra fuerza de trabajo ha llegado a nuevos niveles de degradación; cuando aquellos que habitualmente están relegados a posiciones de subordinación dentro de las jerarquías estructuradas del capital viven con el miedo constante al desempleo y al hambre; y cuando las masas de la humanidad están en peligro de ser aplastadas por las botas con tachuelas de las tropas de asalto del capitalismo. Los vientos de la conciencia crítica, enervados por la indignación hacia el vicioso empleo de mentiras y engaños de la clase capitalista (una clase que paraliza al público a través del fundamentalismo de un mercado en el que el ganador se lo lleva todo y los espectáculos mediáticos impulsados por las empresas) están agravando los restos tóxicos de nuestra  humanidad quebrantada y presa de la austeridad.

Con la armadura nacionalista de las sociedades con población colona y colonial, el capitalismo subordina a los seres humanos a cosas, separándolos de sí mismos, troceándolos en pedazos del sueño americano con la despreocupada destreza del “Iron Chef” que empuña un cuchillo  Honbazuka de ocho pulgadas.

Greg Palast expuso lo que él llama “End Game Memo”, una  parte del plan creado por los más altos funcionarios del Tesoro de Estados Unidos para conspirar “con una pequeña élite de banqueros para desintegrar las regulaciones financieras en todo el planeta. A finales de los años 90, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Robert Rubin  y el viceministro, Larry Summers, estuvieron presionando frenéticamente a los bancos para que se desregularizaran y unieron sus fuerzas con algunos de los directivos más poderosos del mundo para asegurarse de que este objetivo se cumplía. La “fase final” fue complicada y parecía imposible porque esta requería la derogación de la Ley Glass-Steagall para desmantelar la barrera entre los bancos comerciales y los bancos de inversiones. Palast lo describe como “el reemplazo de cámaras acorazadas por ruletas”. Los bancos querían aventurarse en el arriesgado juego del “comercio de derivados”, que permitía a los bancos llevarse a sus libros billones de dólares de pseudovalores como “activos”. Pero la transformación de los bancos estadounidenses en “casinos de derivados” se vería obstaculizado si el dinero se evadiese de las costas estadounidenses hacia naciones con leyes bancarias más seguras.

Así que está pequeña conspiración de banqueros decidió, con buenos resultados,  eliminar los controles en los bancos de cada nación del planeta en un único golpe de ingenio, a través del uso de un Acuerdo de Servicios Financieros (o FSA, por sus siglas en inglés). El FSA fue un añadido al acuerdo de comercio internacional controlado por la Organización Mundial del Comercio utilizado por los banqueros para forzar a los países a manejar el comercio con activos “tóxicos” como los derivados financieros. Cada nación fue, por tanto, empujada a abrir sus mercados a  Citibank, JP Morgan y sus “productos” derivados. Se presionó a las 156 naciones pertenecientes a la Organización Mundial del Comercio para trasladar sus propias divisiones Glass-Steagall entre bancos de ahorro comercial y bancos de inversiones que especulaban con derivados. Todas las naciones fueron sobornadas o forzadas de otra manera para obedecer y solo Brasil rehusó entrar en el juego. Por supuesto, como Palas apunta, el juego destruyó a países como Grecia, Ecuador y Argentina, por nombrar solo algunos, y contribuyó catastróficamente a la crisis financiera global de 2008.

El capitalismo transforma a los cuerpos que viven y respiran en cosas, sepulta a la humanidad en una cripta de silencio, la sumerge en una brillante oscuridad, y la transforma en un muerto viviente a través del oculto proceso de producción de mercancías. Correlativo a la economía capitalista es el esquema inconsciente de cálculo racional que gobierna con un exuberante afán de conocimiento, que implica un dominio posesivo sobre los productos, un despilfarro de naturaleza humana, y se abstrae de la totalidad de los seres humanos y por tanto, los convierte en fragmentos de cada uno, creando lo impersonal,  cuantificandouna racionalidad utilitarista y unaconsciencia alienada del homo economicus.

Nos enfrentamos a nosotros mismos como personas que tienen propiedad sobre los recursos para comprar riqueza (los ideólogos y defensores de la burguesía) contra aquellos que deben vender su fuerza de trabajo a aquellos que no poseen esa propiedad (la clase trabajadora).

Estamos atrapados en las entrañas económicas del capitalismo neoliberal, cuyos futuros cerrados y putrefactos son visibles en las cicatrices culturales de la piel de nuestra cultura de consumidores. Miles de adictos a Miley Cyrus, cuyas vidas se conectan a la suya por casualidad aún pueden verse a sí mismos como culturalmente subversivos tras haber sido despedidos de su trabajo en el Costco local y haciendo cola para almorzar en el comedor de beneficencia de su vecindario. En medio de la confusión y la conflagración del momento histórico actual, el capitalismo mantiene una mano firme con la frívola arrogancia de la  sonrisa de satisfacción más famosa del defensor del imperialismo estadounidense, William F.Buckley, con su educada lengua de Yale que se mueve de forma desenfadada mientras, de manera muy astuta, hace uso de su sujetapapeles que sostiene cuidadosamente sobre su carnoso regazo, de otro modo reservado para sus King Charles spaniels. Parece que no hay nada que obstaculice el camino de la continuación del capitalismo, salvounos pocos agentes irritantes de los medios de comunicación alternativos que son ligeramente aplastados de vez en cuando, como moscas en el trasero de una cabra de corral. La continua urgencia de hoy en día de una vida redimida de la fuerzas beligerantes de la reproducción social,la diferenciada expansión interna de todo el valor de la producción , dentro de la cual está enrollado un íncubo, marca un punto de inflexión en la historia de este planeta.

La paradigmática innovación del análisis anticolonialista de Norteamérica ha sido significativamente impactante por lo que ha estado teniendo lugar desde que el capital empezó a responder a la crisis de los 70 del capitalismo Fordista-Keynesianista, del cual William Robinson (1996, 2000, 2004, 2008, 2011 a, B) caracterizó como la búsqueda del capitalismo feroz  para liberarse (soltarse) de la restricción del estado-nación a la acumulación y la regulación del capital del siglo veinte (relaciones laborales basadas en algunos [al menos unos pocos] compromisos y derechos recíprocos), un movimiento que vio el desarrollo de un nuevo modelo transnacional de acumulación en el cual las fracciones transnacionales del capital se convirtieron en dominantes. Nuevos mecanismos de acumulación, como relata Robinson, incluyen un abaratamiento del trabajo y el crecimiento del trabajo flexible, desregulado y no sindicalizado, donde las mujeres siempre experimentan una sobreexplotación en comparación con los hombres; la dramática expansión del propio capital; la creación de una estructura reguladora y global para facilitar los emergentes circuitos globales de acumulación; y finalmente, programas neoliberales de ajuste estructural que buscan crear condiciones para las operaciones a ultranza del emergente capital transnacional a través de las fronteras y entre los países. En mi trabajo con profesores, alumnos, activistas políticos y revolucionarios internacionales, he visitado reiteradas veces grandes y solitarias calles que atraviesan numerosos condados, países y continentes. Tanto si he estado visitando el distrito de Roma o Budapest, los barrios de la periferia de Medellín, los vecindarios controlados por los cárteles de Morelia, Juárez, las favelas de Río o Sao Paulo, las atestadas callejuelas de Delhi, los callejones de Harbin (cde la frontera con Siberia), o las calles del centro sur de Los Ángeles, he encontrado sufrimiento y desesperación en la mayoría como resultado de la explotación que ejercen unos pocos. Tanto si he hablado con autoestopistas pillados en una tormenta de nieve, veteranos de Vietnam que viven en refugios desbordados,  ancianos trabajadores en albergues de acogida cuyos bonos de alimentos se han visto recientemente recortados por la legislación republicana, hombres y mujeres desempleados que descansan sobre la almohada de vapor de alcantarilla expulsado a través de rejas de hierro de calles cubiertas de basura, un grupo de adolescentes que deambulan en centros comerciales adornados con anuncios descoloridos salpicados de ofertas de licor de malta, o jornaleros en atestados cuchitriles que ofrecen pizza barata, he oído las mismas voces de desesperación y resignación. Aun en estas situaciones concretas que apestan a catastrofismo económico, me gustaría resaltar la importancia de la filosofía. Esto es, la lucha de clases mientras se cultiva la filosofía de la praxis.

Mientras autores como Thomas Piketty, especialmente en su muy afamado libro, Capital in the Twenty-First Century, han conseguido llamar la atención internacional sobre el exponencial y vergonzoso aumento de la inequidad asociado al capitalismo global de hoy en día, nosotros necesitamos ser muy cuidadosos a la hora de exagerar la muy popular y mordaz metáfora del 1% (la clase capitalista elitista y sus socios compradores) frente al 99% del resto de nosotros (la clase explotada). Para Piketty, el actual ”capitalismo patrimonial” dominado por la riqueza de los rentistas y la oligarquía financiera y política de los directivos y financieros ha dado lugar a un nueva época dorada cuya concentración ascendente de la riqueza supone una grave amenaza para la democracia. (Krugman 2014). Mientras que estoy de acuerdo con él en esto, es importante enfatizar que Piketty entiende el capital más desde la perspectiva del concepto de burguesía o la economía neoclásica que desde la economía marxista, lo que quiere decir, desde la perspectiva de la propiedad y el intercambio como activos atados a los precios del mercado que capturan el retorno de la producción como un estado real, rentas, beneficios, dividendos, etc. (Andrews, 2014). Su interés se centra en el ratio capital/ingresos y en la valoración de los activos financieros y la distribución de recursos financieros en países ricos.

Por ello, no es una sorpresa que Piketty ignore la teoría marxista del valor del trabajo, donde el producto funciona como capital. La mano de obra (concreta y abstracta) y  el valor del excedente no se examinan como relaciones obtenidas de explotación y acumulación (Andrews, 2014; ver Harvey, 2014). Él ignora los resultados de la economía marxista (la imposibilidad del pleno empleo, la incesante lucha de clases, las crisis y depresiones recurrentes, la inevitabilidad del empobrecimiento y el empleo precario como triunfos tras el activismo político de clase y las ventajas proporcionadas por el gobierno ganadas a través de las luchas sociales están inevitablemente en retroceso (ver Despain, 2014; Andrews, 2014; Tengely-Evans, 2014).

Mientras Piketty enfatiza de manera importante las reformas económicas asociadas al estado social como un incremento del salario mínimo, la reducción de los requerimientos de edad para el seguro médicos, mayores tasas para el gasto y el apoyo a sindicatos, él claramente cree que la democracia debe ir de la mano del capitalismo, como hacen la mayoría de demócratas sociales. Esto supone un problema para aquellos de nosotros que estamos buscando una alternativa democrática al capitalismo. El libro de Pikkety es importante para atraer la atención sobre la inexorable polarización económica que se da en países de todo el mundo y por su llamada al acortamiento de los ingresos diferenciales en países como Estados Unidos donde los adinerados viven desproporcionadamente (Estados Unidos se ha convertido en país con más desigualdades que muchos países emergentes como China e India). Pero mi preocupación es que la arrogancia que afecta a la inequidad puede distraernos de la miseria que experimentan masas de gente en esta particular coyuntura histórica que no pueden encontrar trabajo o alimentar a sus familias. Necesitamos luchar en contra del crecimiento de las desigualdades, pero también necesitamos primero y principalmente entender las causas del empobrecimiento y la explotación capitalista. La noción del 99% puede ser malinterpretada también, ya que una persona soltera con unos ingresos de 366622 dólares en 2011 formaba parte de ese 99% (Kliman, 2013). Hay mucha disparidad en ese grupo. Y además, la causa de la crisis del capitalismo es más complicada que simplemente el ascenso de la redistribución de los ingresos. De hecho, un descenso de la redistribución de los ingresos que retire los beneficios de los capitalistas ayudará también a desestabilizar el sistema (Kliman, 2013). La mayoría de las críticos del capitalismo que consiguen entrar en los principales debates se abstienen a la hora de condenar sin reservas a los propios mercados libres y en vez de eso denuncian la no lamentada avaricia asociada a la mentalidad del capitalista sin escrúpulos que ellos creen que ha resucitado por el capitalismo financiero, ganadores absolutos del mercado, dinastías familiares y súper salarios y mentiras en el centro de nuestros presentes y persistentes problemas con la inequidad y disparidad económicas. No tengo problema con enfatizar la responsabilidad social de los gobiernos y organizaciones que se han vuelto cada vez más auto agresivos y éticamente indolentes en la economía digital de nuestros tiempos, pero quiero resaltar tanto como la violencia estructural de las inequidades del capitalismo, la necesidad de crear una alternativa socialista a cualquier forma de impedimento capitalista ilegal en nuestro cada vez más inconexo y depravado mundo. Llegaremos a una alternativa social a través de la lucha de clases. Y quiero exponer los argumentos, formulados por otros en la iniciativa Marxista humanista internacional, según la cual la lucha de clases necesita ser incorporada en una filosofía de la praxis, esto es, una concreción de la filosofía que confronta, más que excluye, la dialéctica. La filosofía dialectal puede ayudarnos a desnudar la ideología capitalista, es decir, puede ayudarnos a deshacer nuestra aceptación sin críticas de las formas sociales que nos atan a las relaciones sociales de la explotación capitalista en nuestra anticipación a un futuro libre. El fundador del Marxismo humanismo, Raya Dunayevskaya, mantenía que la tarea de los marxistas no es “abolir” la filosofía, sino más bien “abolir las condiciones que frenan la realización de la filosofía de Marx, por ejemplo, la reunificación de las habilidades mentales y manuales en el propio individuo, en todo lo que envuelve a los individuos que es el cuerpo y el ama del humanismo de Marx” (pág. 76).

Los imperativos ideológicos desencadenados por organizaciones como el Consejo de Relaciones Exteriores, el Grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral, la Oficina Nacional de Programas, la Agencia Central de Inteligencia, la Oficina Federal de Investigación y la Organización Nacional de Seguridad, y sus homólogos fáusticos en la industria bancaria, ayudan a establecer el marco en el que la ciudadanía y el patriotismo están permitidos; estos imperativos estigios encarnan el poder imperialista y la búsqueda de la dominación cultural mundial, y están diseñados para erradicar a los defensores del socialismo. Desde hace alrededor de tres décadas, Robert Higgs (1987) advirtió que Estados Unidos estaba comenzando a ser un estado participativo fascista. Nafeez Ahmen (2013) advierte ominosamente que el Pentágono está actualmente preparándose para la agitación social masiva sobre el calentamiento global y los impactos energéticos;  Ahmen (2014) informa de casos inquietantes en los cuales agencias militares de los Estados Unidos están supervisando y financiando investigaciones universitarias en el contexto de “dar consejos para los disturbios civiles a gran escala en todo el mundo” con el objetivo de suministrar a estas agencias “conocimientos relevantes sobre combatientes”. Como ejemplo, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos a través de su Iniciativa de Investigación Minerva se ha asociado con la Universidad de Cornell para estudiar “el movimiento social de movilización y contagio”. En este contexto de investigación, los activistas no violentos están considerados como amenazas para la seguridad nacional, equiparados con simpatizantes de la violencia política y son descritos como un “contagio social”. Las ciencias sociales están siendo militarizadas al servicio de la guerra, y los científicos sociales están siendo forzados a su labor patriótica para contrarrestar las bases de los movimientos de protesta a los intereses del estado de seguridad nacional. Existe ahora una proliferación de operaciones de vigilancia nacional en contra de los activistas políticos, particularmente aquellos vinculados a los grupos de protesta por la justicia social y medioambiental, como Greenpeace o los activistas anti fracturación para la extracción de gas, ya que se han ido creando socios estratégicos entre el FBI, el Departamento de Seguridad Nacional, el sector privado y la academia, para crear “una comunidad de seguridad corporativa que proteja los intereses de Wall Street y la corporación América.

Una nueva y refrescante clase de rebeldes postmodernos adornados por teorías de marca de imitación e identidad de política de segunda mano ahora ejerce su moderna apostasía en las nuevas tecno mediadas fábricas sociales conocidas como universidades. Están mucho más presentes en nuestros programas educativos a través de sus teorizaciones postmodernas sobre la identidad, que depende del nexo de la identidad-formación y de la creación de una versión rebajada de la democracia como mezcla de la meritocracia y del sueño americano. Más que desafiar el matrimonio de la universidad con la clase capitalista o luchar para la emancipación del mundo oprimido a través de pedagogías de liberación que tienen un alcance transnacional, los antagonismos de clase están universalmente normalizados por las nimiedades, la sofistería, las seudo profundidades, las convulsiones y casuísticas de la desvinculación política y la terminología de vértigo inducido que ha distinguido a esos inquietantes vándalos de la sala de conferencias durante las últimas décadas, por no mencionar su desestimación de la lucha de clases a favor de cuestiones de etnicidad, raza, género y sexualidad. Esta domesticación de la activación económica y divina de lo cultural ha llevado a la exfoliación de algunos de las más verdes contribuciones de la pedagogía socialista durante estas décadas. Desde ese punto de vista, el postmodernismo parece ser una ideología de lo próspero , “que es en sí mismo un producto del tipo de capitalismo que surge en el centro del imperialismo del capitalismo contemporáneo durante “la Edad de Oro del Capitalismo” entre 1945 y 1973” (Ahmad, 2011, pág. 16). Si, durante esos años de prosperidad, crear una democracia integradora de la equidad económica en los Estados Unidos fue tan realista como el hombre de la hamburguesa de Astroland que se apodera de los controles del cohete ubicado sobre las Hamburguesas de Grefory y Paul en Coney Island, y orbita alrededor de la Estatua de la Libertad, entonces la equidad económica a través de la educación de hoy en día es tan realista como la Asociación Nacional del Rifle pidiendo la prohibición de las armas de asalto, o McDonald’s eliminando el Big Mac.

Los agraviados, los oprimidos y los miserables, que se han subordinado a sí mismos en torno a los sistemas sociales existentes con la práctica de un terrorismo del desarrollo, se están despertando paulatinamente de su amnesia social y acordándose de aquellos que eligieron retrasar su estado hipnótico que, estando inactivo, su riesgo estaba sofocado por su propio pasado. La ventana de la oportunidad está creciendo poco a poco para proteger al mundo contra el espantoso panorama de las crecientes mega sequías, el calentamiento global, la disminución del ozono, la destrucción de los hábitats marino y de los bosques tropicales, la constante y metodológica destrucción de la biosfera, pandemias, extinciones en masa (incluyendo la posibilidad de la extinción humana), y un posible período de 1000 años de calentamiento desenfrenado, que ha sido llamado “el Efecto Venus”, donde todas las posibilidades de vida en la Tierra serán completamente destruidas. De ahí, la llamada fuerte y sonora de los pueblos de las naciones originarias de todo el mundo mundiales: “Idle No More” (Basta de inactividad).

La aniquilación de la humanidad que el capitalismo lleva adelante con ese ilustre salvajismo no es un poco de incremento del catastrofismo, sino la fundación de un obelisco infinito de la civilización, contra el cual solo podemos golpear nuestras cabezas en el horror y la desconfianza. La escalofriante consciencia es que el eco apocalipsis no es solo alimento para fans de las películas de ciencia ficción, quienes se deleitan con los atípicos guiones, sino el futuro anterior de la historia mundial que se cierne sobre nosotros.  Bajo la apariencia de un incremento del trabajo responsable (“trabajos para los parados”), tenemos una invasión  de eco fascismo, cuyo brillo distrae de los horrores ocultos bajo la superficie. Preocupados con la preciosa y translúcida tonalidad de la pompa de jabón que se exhibe en el sol de mediodía como si flotara sin rumbo fijo a lo largo de un paseo costero, la cortesía de la protuberante nariz de un payaso local, fracasamos en darnos cuenta del pez que hay flotando boca abajo entre las nauseabundas y hediondas aguas residuales junto al océano. Tal y como nuestra biosfera funciona, así lo hace la esfera pública, dentro de la que se incluye al publico educativo, con su manía por los exámenes de alto nivel, responsabilidad, gestión de calidad total y su ciega pasión por la privatización (la cual normalmente empieza con socios público privados) con el efectivo desmantelamiento del sistema de educación pública que llevó 200 años construir.

La entronización del orden político de la burguesía ha visto a la poderosa élite de la clase capitalista transnacional acomodarse completamente en lo que Gramsci llama el “estado integral” (véase Mayo, 1999, 2015; Thomas, 2009). Mientras, funcionalmente enterrada en sus valores democráticos liberales y de propiedad, la burguesía está siendo históricamente deformada. Samir Amin (2010) nos advierte acerca de cambios en las estructuras de las clases gobernantes (“burguesías”), la práctica política, la ideología y la cultura política. Argumenta que la “burguesía histórica está desapareciendo de la escena y está siendo reemplazada hoy en día por la plutocracia de los ‘jefes’ de los oligopolios” (Amin, 2010).

El capitalismo es más que el ancla de la esperanza de la avaricia y la codicia institucionalizadas, más que el excremento salpicado en los faldones de los banqueros perfumados y los especuladores ricachones – este es un “mundo de consumistas” con un apetito insaciable. El capitalismo nos ha atado al matadero de la historia, desde el cual debemos liberarnos para continuar con nuestro trabajo de lucha cultural y de clases, creando solidaridad de clase obrera, un sistema de valores integral y una lógica de clase interna capaz de oponerse a la hegemonía de la burguesía, mientras al mismo tiempo incrementa el consenso de clase y el apoyo popular. La violencia estructural de una escala tan asombrosa que solo puede ser concebida como un genocidio estructural está inherente en las sociedades capitalistas marcadas por el perpetuo conflicto de clases y la forma capitalista de producción. Garry Leech (2012) ha argumentado de manera convincente y con un aplomo salvaje que la violencia inducida por el capitalismo es estructural en su naturaleza y, ciertamente, constituye un genocidio.

Las crisis políticas actuales pueden tener su origen en la lógica del capital, su siervo espinoso llamado imperialismo, y su torpe y geopolítico arte de gobernar. Tomemos como ejemplo la situación en Ucrania actualmente, donde la oscuridad ha comenzado a predominar, así como un despertar que ha surgido con respecto a las falsas oportunidades existentes en países cuyas poblaciones han arriesgado mucho sublevándose contra la opresión y la corrupción. Por un lado, los fascistas se han hecho muy presentes, colgando la bandera del confederado estadounidense dentro del ocupado ayuntamiento de Kiev, además de exhibiendo símbolos nazis y del poder blanco sobre una estatua derribada de V.I. Lenin. El partido de extrema derecha Svoboda está desempeñando un importante papel en la revolución, un grupo ligado a la Alianza Europea de Movimientos Nacionales (una constelación de partidos neo-fascistas) cuyo símbolo original se parece a una esvástica con las “I-N” superpuestas (que significan “Idea Natsii” o “Idea de la Nación”). El líder de Svoboda, Oleh Tyahnybok, ha sido criticado por su ataque a la “mafia Moscú-judía dominante en Ucrania” y “a los moskali (rusos), alemanes, kikes y otros parásitos que querían robarnos nuestro Estado Ucraniano” (Naureckas, 2014). En 2005, uno de los asesores de Tyahnybok fundó el Centro de Investigación Política Joseph Goebbels. El mismo Tyahnybok ha declarado al guardia del campo de exterminio nazi John Demjanjuk un héroe, tras la condena en 2010 por su participación en la muerte de cerca de 30 000 personas en el campo de Sobibor. También existe el movimiento  ultranacionalista Pravy Sektor, cuyos miembros “cabezas rapadas” aseguran estar defendiendo “los valores de la Europa cristiana y blanca contra la pérdida de la nación y la des-regionalización” (Naureckas, 2014), y prometen luchar “contra la degeneración y el liberalismo totalitario, por una moralidad nacional y tradicional y unos valores familiares” (Blumenthal, 2014). (El líder de Pravy Sektor, Oleksandr Muzychko, también conocido como Sashko Bilyi, fue asesinado recientemente en un tiroteo de la policía estatal). En el Euromaidan, los fascistas destruyeron un monumento dedicado a los ucranianos que murieron combatiendo en la Ocupación Alemana durante la Segunda Guerra Mundial (Blumenthal, 2014). El profesor de Yale, Timothy Snyder (2014), minimiza el papel de los fascistas en la oposición ucraniana y sostiene que es principalmente el régimen ucraniano, más que sus oponentes, el que recurre al anti-semitismo “instruyendo a los antidisturbios que la oposición está liderada por judíos”. Glen Ford (2014), activista afroamericano y editor de Black Agenda Report, considera condenatoria la actuación de los fascistas ucranianos en las protestas actuales – las cuales relaciona históricamente con las actuaciones realizadas por las “Divisiones Ucranianas Waffen SS y los guardias de los campos de concentración que se unieron con entusiasmo al genocidio de Hitler en la mitad del siglo XX” – emulando al fascismo de los estados del sur estadounidenses de la pre-guerra civil, alimentado por el Partido Democrático de esa época, un partido nacional de hombres blancos con pureza étnica que cumplió con su principio organizador desde mediados de 1870 hasta mediados de 1960 (sorprenderá probablemente a los estudiantes de EE. UU. que la esclavitud fuera abolida en la mayoría de las naciones de las Américas medio siglo antes de que se aboliese en Estados Unidos). También, compara esta ideología fascista al “Ku Klux Klan” y a la ideología estadounidense del baño de sangre del Destino Manifiesto, representado por el presidente Teddy Roosevelt en su vuelta al mundo en la Gran Flota Blanca. (Roosevelt pintó los cascos de los navíos en blanco, y Ford afirma que tanto Europa como el mundo no-blanco entendieron su significado).

Los miembros de Svoboda honran el legado de Stepan Andriyovych Bandera, un colaborador nazi de la Segunda Guerra Mundial que dirigió a la pro-fascista Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN-B) – la OUN-B consiguió con éxito cambiar el nombre de la Calle Paz al de Batallón Nachtigall, una sección de la OUN-B que participó directamente en el Holocausto (Blumenthal, 2014). Los nacionalistas ucranianos veneran a Bandera como un legendario luchador de la libertad, tras su participación en una campaña para asesinar a los ucranianos que apoyaron la reconciliación con los polacos durante 1930. En 2010, el presidente ucraniano Victor Yushchenko concedió póstumamente a Bandera el dudoso título de honor de “Héroe de Ucrania”. Las fuerzas de Bandera llevaron a cabo la limpieza étnica de los polacos del oeste de Ucrania en 1943 y 1944, asesinando a cerca de 90 000 polacos y muchos judíos (Blumenthal, 2014). Tras la guerra, Bandera abogó por una Europa totalitaria y pura étnicamente. Blumenthal menciona las conexiones entre la OUN-B y el Partido Republicano estadounidense. Blumenthal aclara de forma escalofriante los detalles:

Muchos de los miembros de la OUN-B que sobrevivieron huyeron a Europa Occidental y Estados Unidos -ocasionalmente con la ayuda de la CIA (La Agencia Central de Inteligencia)-donde fueron forjando  discretamente alianzas políticas con sectores de derecha. “Tienes que entender que somos una organización clandestina. Llevamos años penetrando silenciosamente posiciones de influencia”, le contó uno de los miembros al periodista Russ Bellant, que documentó el resurgimiento del grupo en Estados Unidos en su libro publicado en 1988, “Viejos Nazis, Nueva Derecha, y el Partido Republicano”.

En Washington, la OUN-B se reorganizó bajo el estandarte del Comité Americano del Congreso Ucraniano (UCCA), una organización tapadera que comprendía “la lista completa de los frentes de la OUN-B”., según Bellant. A mediados de 1980, la administración Reagan contó con miembros del UCCA, con el presidente del grupo Lev Dobriansky, ejerciendo como embajador en las Bahamas, y su hija, Paula, con asiento en el Consejo de Seguridad Nacional. Stetsko, mano derecha de Bandera y responsable de la masacre de 7000 judíos en Lviv, fue personalmente invitado por Reagan a la Casa Blanca en 1983.

“Tu lucha es nuestra lucha”, dijo Reagan al antiguo colaborador nazi. “Tu sueño es nuestro sueño”…

 Tras el fallecimiento de Yanukovich este mes, el UCCA ayudó a organizar mítines por todas las ciudades de Estados Unidos en apoyo a las protestas del EuroMaidan. Varios cientos de personas se manifestaron por el centro de Chicago, algunos ondeaban banderas ucranianas mientras otros ondeaban con orgullo banderas rojas y negras del UPA (Ejército Insurgente Ucraniano) y de la OUN-B. “Estados Unidos apoya a Ucrania” coreaban. (Blumenthal, 2014).

La mención de Reagan en la cita anterior realizada por Blumenthal es escalofriantemente reminiscente de la invitación de Reagan a los líderes talibanes a la Casa Blanca, proclamándolos como no diferentes a los Padres Fundadores de Estados Unidos, y, anteriormente, de su apoyo a los líderes de la Contra Nicaragüense como héroes al estilo americano (héroes sí, si queremos considerar como a un héroe al teniente William Calley Jr de la Compañía Charlie del Primer Batallón, del Vigésimo Regimiento de Infantería y de la Undécima Brigada de la Vigesimotercera División de Infantería). Por otro lado, cuando examinamos la alternativa rusa, las cosas parecen igualmente desesperanzadoras. Tenemos, por ejemplo, la Unión Euroasiática, defendida por Putin e ideológicamente estabilizada por la lógica del nacional-bolchevismo; el atractivo de las ideas del teórico–político nazi Carl Schmitt; y una amplia selección de fuerzas ideológicas que apoyan la división y colonización de Ucrania (Snyder, 2014). El nacionalismo radical de Rusia está repleto de un antisemitismo virulento, una lógica de purificación étnica, y una campaña virtual en contra de los gais y las lesbianas, y es inquietamente irónico que sean ellos quienes los tachen de oposición fascista. Le dijo la sartén al cazo, apártate que me tiznas.

Podemos admirar a los activistas ucranianos -profesores, sindicalistas, socialistas- luchando contra los partidos políticos financiados por la oligarquía y trabajando por una solidaridad multiétnica. Pero las dos elecciones que tienen, sostiene Greeman (2014), parecen espeluznantes incluso contemplarlas: entre EE. UU. y Europa, que buscan un gobierno central ucraniano sólido formado por las fuerzas de la oposición ucranianas capaz de imponer a la ciudadanía un programa de austeridad al estilo del Sistema Monetario Internacional, una eterna deuda con los bancos alemanes, y una dictadura neo-estalinista, gentileza de Rusia. Greeman escribe:

Los manifestantes ucranianos, como los del movimiento Occupy o los Indignados… rechazan los partidos políticos corruptos y arraigaidos financiados por la oligarquía que están intentando formar juntos un nuevo gobierno en un parlamento (cuyas puertas están cuidadosamente salvaguardadas por fuerzas de defensa civil). Ya no tienen uso para los líderes o lo que los medios de comunicación llaman la “oposición” como hicieron con Yanukovich. Los ecos de desprecio de las masas argentinas cuyas protestas en las calles derrocaron una serie de gobiernos a principios de 2000: ¡Qué se vayan todos! Tienen en su memoria la experiencia vivida en 2004, cuando sus ocupaciones masivas precipitaron una revolución democrática previa, rápidamente secuestrada por políticos corruptos y oligarcas multimillonarios. No están preparados para ser estafados por segunda vez, y han tenido hasta ahora el buen sentido de permanecer armados, organizados y atentos (Greeman, 2014).

Según Greeman (2014), la mayoría de los manifestantes son “personas de todas las clases y etnias, incluyendo no solo a nativos de Rusia y Ucrania, sino también a musulmanes, judíos y varias nacionalidades del Cáucaso. Aunque, todavía el espectro del fascismo permanece fuerte, flotando en la atmósfera como gas lacrimógeno. Greeman escribe:

Como Victor Serge observó durante la fallida Revolución Alemana de 1923, el aumento del fascismo depende de dos factores: 1) desesperanza entre los elementos de sociedad combativos, jóvenes y activos de una solución liberal o comunista a los problemas del capitalismo, y 2) el respaldo militar y de gran capital.

Desde mi punto de vista, el resultado final depende en gran parte de las luchas populares y la solidaridad de la escena internacional. La potencial tragedia de la revolución ucraniana (mutatis mutandis de todas las “existosas” revueltas populares a partir de 2011 en adelante como en Egipto) es lo que limitó al contexto nacional de que el liderazgo político cayera en manos de una sección rival de la clase dominante (militar, religiosa, nacionalista) normalmente respaldada por el imperialismo rival. Hemos visto que esto ha ocurrido dos veces en Egipto, tal y como hemos observado las revueltas de ciudadanos de Siria a favor de los derechos humanos y democráticos transformarse en un holocausto militar y conservador con la interferencia de al menos cinco imperialismos, secular y religioso, mundial y regional.

La único que tienen en común todos estos intereses burgueses conflictivos es el deseo de hacer fracasar y destruir las revueltas populares y democráticas, las cuales, si se les permite llegar al poder, siendo mayoritarias, exigirían inevitablemente más igualdad social y por tanto, amenazarían los intereses de las élites ricas y poderosas. Esta exitosa revolución daría muy “mal” ejemplo para los multimillonarios del planeta (Greeman, 2014).

Dado este desalentador escenario histórico-mundial, ¿qué deberíamos hacer con aquellos que arriesgan su vida y su integridad física por la liberación en Egipto, Turquía, Rusia, Brasil, España, Grecia y otros países? Greeman expone:

¿No tendríamos al menos el deber de brindarles solidaridad internacional? ¿No debemos seguir el ejemplo del Sindicato de Profesores Egipcios que mostraron su apoyo a los profesores que ocuparon la Casa del Estado de Wisconsin en 2011? ¿O nuestro apoyo internacional a la revuelta zapatista de hace una década? ¿No surgió, nuestra propia organización, Praxis, red creada en los años noventa y presente en Kiev y Crimea desde 2004? Estas redes de apoyo e intercambio son las semillas desde las cuales puede crecer la solidaridad internacional, de hecho, esas revoluciones pueden extenderse, como deben si quieren sobrevivir.

Como Serge, en realidad como cualquier socialista de la Primera Internacional en adelante, siempre he creído que los movimientos revolucionarios solo pueden triunfar cuando se convierten en internacionales, y hoy en día, con la globalización capitalista, significa mundialmente.  De hecho, solo una revuelta mundial contra el capitalismo puede salvar al planeta del ecocidio industrializado en un futuro muy cercano. La única posibilidad es sublevarnos todos juntos en una gran “revolución continua;” y actualmente podemos crear esa solidaridad en tiempo real gracias a Internet, los medios de comunicación sociales, los medios alternativos y los sistemas de traducción automática.

¿Una revolución mundial? ¡Una posibilidad entre un millón! Podría ser, pero ¿qué ocurriría si no hubiera otra solución para que los habitantes del planeta sobrevivieran? (Greeman, 2014).

Estoy de acuerdo con la llamada de Greeman a la revolución mundial. Sin embargo, la revolución mundial que yo apoyaría probablemente inquietaría a Hunter Biden, el hijo del Vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, que fue recientemente elegido para la junta directiva de Burisma, la productora privada de gas más grande en Ucrania. Algunos críticos opinan con desdén que los regímenes capitalistas liberales como el de Estados Unidos no pueden convertirse verdaderamente en fascistas. No estoy de acuerdo. La economía es ahora la ciencia que domina el comportamiento humano y está aportando razones para unir de manera conjunta secciones del gobierno, el complejo de la industria militar y las corporaciones, creando fanáticos cuya mayor prerrogativa es fortalecer la autoridad ilimitada y unilateral de Estados Unidos en el escenario mundial y ordenar obediencia y lealtad al imperio estadounidense. Hemos llegado ignorantemente al ocaso de la democracia, al final del largo y difícil camino hacia la libertad. Sin embargo, nuestros líderes enseñan a los manifestantes  con pasamontañas a abandonar las calles y defender la reforma económica haciendo un llamamiento a los políticos y a las tareas políticas a la razón y la buena fe. No obstante, reclamar humanidad a los oligarcas corporativos transnacionales tendrá tanto éxito como acabar con la crisis de desigualdad a la que se enfrentan la mayoría de los seres humanos del planeta o intentar apagar todo el fuego del infierno con el agua bendita del hisopo de la Iglesia Católica. En mi actual país adoptivo, tenemos la mayor deuda de consumo en el mundo, y asombrosamente tasas elevadas de pobreza infantil y adulta, y un desempleo que aumenta rápidamente, con la excepción de Corea del Norte, donde hay más personas en la cárcel que en ningún otro lugar del mundo en proporción al tamaño de nuestra población, sin embargo hemos sacrificado todo por nuestra soberanía. El presidente y director ejecutivo de los almacenes Wal-Mart, Michael Duke, gana 16 826,92 dólares americanos en una hora mientras los nuevos empleados ganan 8,75 dólares, 13 650 brutos al año (Gomstyn, 2010). Nuestra infraestructura se está derrumbando y continuamos luchando en guerras no declaradas. Los salarios de los trabajadores en EE. UU. están en su nivel más bajo desde 1930. Aún así, se están poniendo en marcha recortes masivos en todos los niveles del gobierno, justificados por la afirmación de que “no hay dinero” para sanidad, educación u otras necesidades sociales básicas. La riqueza de la clase dominante en este momento histórico de crisis está casi completamente divorciada de la actividad productiva en la economía real a través del proceso de financiación, en el que las fuerzas productivas de la economía son continuamente indeterminadas. Como escribí hace varios años:

Actualmente sabemos que la crisis financiera creó la gran recesión, la que después originó la crisis fiscal. Despidos masivos y desempleo siguieron a la crisis financiera… Unos beneficios desorbitados de capital ficticio que desaparecen tras el estallido de la burbuja especulativa, el capitalismo debe reducir la cantidad de capital variable perteneciente al capital constante para recuperar la rentabilidad. Los costes asociados al suministro de servicios públicos aumentan cuando se despide a los trabajadores y los ingresos disminuyen. El gobierno usa los dólares de los contribuyentes para recatar a aquellas instituciones financieras que ayudaron a crear la crisis financiera mientras que a esos trabajadores que son los que más sufren con la crisis se les dice que consumen demasiado y que deben ser castigados incluso más allá de los programas de austeridad.  La cantidad relativa de valor que va a los trabajadores debe recortarse de manera que la suculenta clase capitalista pueda una vez más remodelar su tracto digestivo para devorar los beneficios del capital especulativo. A los votantes se les dice que los niveles de deuda amenazan su bienestar económico, así que sin miedo, aceptan los recortes en los gastos del gobierno y así es, como el capital se las arregla para redistribuir el valor desde el trabajo al capital. Forzando a los pobres a pagar los niveles de deuda crecientes que afligen al capital global.

Pedir que los ricos o las instituciones financieras paguen la crisis no es la respuesta verdadera, en cualquier caso, porque, como (Peter) Hudis (2010) menciona, la proporción relativa del valor que se destina al capital frente al trabajo debe incrementarse para garantizar la sostenibilidad de la acumulación de capital, y esa es la verdad a pesar de que el 80% del crecimiento económico en Estados Unidos en los últimos veinte años haya terminado en las manos del 5% de la población más rica. Hudis (2010) nos advierte para que no nos dejemos llevar por la idea de que la riqueza social se reduce a los ingresos otorgados a los trabajadores por un lado y a los capitalistas por otro. Esto se debe a que la mayoría del valor producido en el capitalismo no es consumido por los capitalistas o los trabajadores, sino por el propio capital. Cuando la izquierda pide que la riqueza se reparta entre los pobres, solo se intensifica la crisis del capital mientras no se rete a la ley de valor capitalista… Necesitamos acabar con la ley de valor, pero para llevarlo a cabo debemos crear una concepción viable de organización social que pueda reemplazar la producción de valor capitalista. La izquierda ha fracasado y de nosotros ahora depende aceptar el desafío (McLaren, 2011, pág. 373-374).

La retórica hiperbólica del imaginario fascista iniciada durante la reciente recesión de 2008 es probablemente más acentuada en iglesias y comunidades afiliadas a grupos conservadores que quieren regresar a las prácticas económicas responsables de la crisis contra la que están luchando, pero ahora son aquellos que culpan a los rescates bancarios, a la inmigración y al déficit. La ideología fascista no es algo que se abre camino desde el exterior de la inconsciencia estructural de EE. UU. y supera a los guardianes de nuestra psique diaria; es un crecimiento constitutivo de la lógica del capital en crisis que se puede leer sintomáticamente a través de un individualismo neoliberal posibilitado por un absolutismo normativo, sin valor y un patrón autoritario/neo-feudal de interacción social. Los Estados Unidos han conseguido evocar por sí mismos, principalmente mediante su poder militar y el amplio espectáculo de secuestros (gracias a un poderoso montaje mediático que retrata a EE. UU. como una democracia subyugada a fuerzas malignas “celosas” de sus libertades), un modo de justificar y santificar sus frustraciones y odios y reconstituir el carácter excepcional estadounidense en medio de violencia, inestabilidad social prolongada, abuso de drogas y desestructuración de la familia estadounidense. Ni que decir tiene que todo esto funciona conjuntamente con la llamada atronadora de los evangelistas para que nos arrepintamos y escuchemos a los profetas de Dios, y demos la bienvenida al hecho de que EE. UU. han sido ungidos con la apoteosis de la violencia divina. Declaraciones verdaderas con un toque de grandiosidad apocalíptica para desmantelar las barreras de la iglesia y el estado y crear un imperio cristiano mundial. Esto no debería sonar raro a un país en el que gobernar con violencia fue su ley inaugural, y que, con el paso de los años, ha marcado de forma indeleble a su ciudadanía en sus interacciones con los demás.

Las condiciones de desigualdad, racionalizada a la fuerza por la clase dominante a través del sistema ideológico del país en materia de escolarización, religión y medios de comunicación, cautiva a la gente con distracciones diarias y falsedades, y las mistifica en relación a sus aspiraciones, lealtades y objetivos.  Cuando surgen nuevas formas de desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones económicas existentes se convierten en una carga para el nuevo sistema económico de producción y como resultado del conflicto interno del capital, la sociedad se reorganiza para ajustarse a estas nuevas relaciones a medida que la clase dominante aumenta sus demandas legales y políticas (Pozo, 2003; McLaren, 2005). Estos comisarios centrales de producción de conocimiento, estos centinelas del sentido común, no pueden atribuirse los poderes de la clase trabajadora para resistir su empobrecimiento mediante el simple deseo de apartarlos (Hill, 2012). Necesitan controlar la producción ideológica a través de discursos que consigan valor canónico mediante la asignación de altos cargos de intelectuales capitalistas y a través de la repetición constante por medios de producciones culturales aburridas y diseñadas para distraer a la gente de sus votos y para desacreditar las peticiones de los oprimidos como irracionales, poco prácticas y antipatrióticas (Best et ál., 2011).

John Bellamy Foster (2013a) sostiene que vivimos en una “crisis trascendental” (término tomado de Jason Moore), un período trémulo en el que crisis económicas y ecológicas emergen mezcladas unas con otras. Cita la revelación de sistemas del ecologista Howard Odum, según la cual, a los latinoamericanos especialmente se les está arrebatando sus recursos medioambientales a través de un intercambio desigual de comercio y producción, en el que la “energía  integrada” se está retirando del Sur en beneficio del Norte. Es una situación que García Linera describe como “valor adicional extraterritorial” (citado en Foster, 2013b). Nos estamos enfrentando a lo que Foster (2013a) describe como la expansión ilimitada de un sistema capitalista destinado a un proceso de creación abstracta de riqueza. Estamos siendo testigos del reemplazo del valor de uso del material natural por el valor de uso especialmente capitalista, que únicamente otorga valor de intercambio al capitalista para que la producción del valor de uso cese y el dinero genere más dinero sin producir ningún valor de uso del material natural (Foster, 2013a).

La lógica irracional del capitalismo monopolista organizado en torno a activos financieros, que depende de una serie interminable de burbujas financieras se está apropiando de la “economía real”. Las grandes empresas y los poderosos inversores, según Foster (2013a), han “vaciado progresivamente su excedente de capital en la esfera financiera para asegurar un alto rendimiento especulativo”. La respuesta a esta demanda adicional para sus productos por parte de las instituciones financieras se produjo para proporcionar “una variedad interminable de oportunidades especulativas nuevas y exóticas (bonos basura, derivados, opciones, fondos de cobertura, etc.)” (Foster, 2013a), que invariablemente conduce a un crédito/débito masivo. Y todo ello está pasando en medio del sufrimiento humano, cuya magnitud apenas se puede imaginar. Según Foster:

Detrás del velo mundial de las relaciones capitalistas de valor, cientos de millones, incluso miles de millones de personas son pobres y están apartadas. A menudo, carecen de los elementos más básicos para una existencia material (alimentación adecuada, agua, ropa, vivienda, empleo, sanidad y un entorno sano) debido a los errores y contradicciones de la acumulación. Mientras tanto, lo que los ecologistas llaman “riqueza real”, es decir, el producto de la propia naturaleza, se extrae del medio ambiente a una escala cada vez mayor carente de cualquier preocupación tanto por parte de la racionalidad de la producción, como por la sostenibilidad de los sistemas naturales, que consecuentemente se les arrebata a las generaciones presentes y futuras. Desde que el desigual intercambio de relaciones respecto tanto a la naturaleza como a la mano de obra domina la economía internacional, este robo resulta desproporcionado para las naciones más pobres, para quienes una parte de sus valores de uso natural (y excedente económico) se desvía sistemáticamente para enriquecer a naciones de la cúspide de la pirámide imperialista global (Foster, 2013a).

Samir Amin (2010) captura las tendencias generales en la importante evolución del capitalismo al describirlas en términos de oligopolios generalizados y financializados controlados por plutócratas. Según Amin, desde que:

el capitalismo ha alcanzado una etapa de centralización y concentración de capital fuera de toda comparación respecto a la situación de hace tan solo 50 años, [se describe mejor] como uno de los oligopolios generalizados. Los “monopolios” (o mejor dicho, oligopolios) no son de ninguna manera nuevas invenciones de la historia moderna. No obstante, lo que sí es nuevo es el número limitado de oligopolios registrados (“grupos”) que llegan a 500, si solo se cuentan los más grandes, y a 3000 y 5000 en una lista casi completa. Ahora ellos determinan, a través de sus decisiones, el conjunto de la vida económica del planeta, y mucho más. Este capitalismo de oligopolios generalizados supone, por tanto, un paso hacia delante en la evolución del capitalismo (Amin, 2010).

Parafraseando a Amin (2010), todos los tipos de producción de bienes y servicios (pequeños, medianos y grandes) están ahora subordinados a los oligopolios, quienes determinan las condiciones de su supervivencia. La verdadera razón de esto es la búsqueda de los máximos beneficios, lo cual favorece a los grupos poderosos que tienen acceso prioritario a los mercados de capitales. Esta concentración, que históricamente ha sido la respuesta del capital a las largas y profundas crisis que han marcado su historia, se encuentra en el origen de la “financialización” del sistema. Amin señala que “así es cómo los oligopolios desvían el excedente global del sistema de producción, “un monopolio de alquiler” que da poder a los grupos oligopolísticos para aumentar considerablemente su índice de beneficios”. Esta subida es posible debido al acceso exclusivo de “los oligopolios” a los mercados monetarios y financieros que por lo tanto, se convierten en los mercados dominantes. Amin nos dice que no debemos confundir financialización con una “lamentable tendencia unida a la “desregulación” de los mercados financieros, y mucho menos llamarlos “accidentes” (como el de las subprimes) en los que la economía más coloquial y su discurso político adjunto concentran la atención del pueblo”. En el polo opuesto, la financialización “es un requisito necesario para la reproducción del sistema de oligopolios generalizados”. El capitalismo de oligopolios generalizados y financializados también está globalizado y genera un abismo creciente entre los centros “desarrollados” del sistema y su periferia dominada. Está asociado a la emergencia del “imperialismo colectivo de la Triada” (EE. UU. y sus provincias externas de Canadá y Australia, la Europa occidental y central y Japón). Según Amin:

La nueva globalización es por sí misma inseparable del control exclusivo de acceso a los recursos naturales del planeta ejercidos por el imperialismo colectivo. De ahí que la contradicción centro-periferia (el conflicto Norte-Sur, en otras palabras) sea central para cualquier posible transformación del sistema capitalista de nuestros días. Y mucho más que en el pasado, esto, como contrapartida, requiere el “control militar del planeta” en parte del centro imperialista colectivo

Las diversas “crisis sistemáticas” que han sido estudiadas y analizadas (la naturaleza de un alto consumo de energía de los sistemas de producción, la crisis agrícola y alimentaria y mucho más) son inseparables de las exigencias de la reproducción del capitalismo de los oligopolios generalizados, financializados y globalizados. Si el estatus de estos oligopolios no se cuestiona, cualquier política destinada a resolver estas “crisis sistemáticas” (fórmulas de “desarrollo sostenible”) seguirá siendo simple palabrería (Amin, 2010).

La gran amenaza de un capitalismo de oligopolios generalizados, financializados y globalizados se refuerza como resultado de su estatus privado, ya que su continuidad está ligada a tener como resultado la destrucción de sociedades de las periferias, aquellas en los llamados países “emergentes” así como en los países “marginados”, y bien podrían suponer la destrucción de todo el planeta. Según Amin:

Los oligopolios no solo dominan la vida económica de los países de la Triada. Monopolizan el poder político para su propio beneficio, convirtiendo en deudores a los partidos políticos electorales (derecha e izquierda). Para el futuro que se espera, esta situación se aceptará como “legítima” a pesar de la degradación de la democracia que supone. No se verá amenazada hasta que en algún momento del futuro, los “frentes anti-plutocráticos” puedan incluir en su programa la abolición de la gestión privada de oligopolios y su socialización, en formas complejas e indefinidas (Amin, 2010).

Aún así, las cosas no van tan bien en algunas partes de la Triada. En el condado de Los Ángeles, en el país más dominante de los de la Triada de Amin, cerca de donde estoy escribiendo este artículo, se estima que 254 000 hombres, mujeres y niños no tienen hogar durante gran parte del año. En una noche cualquiera, aproximadamente 82 000 personas permanecen sin hogar y entre  4800 y 10 000 son jóvenes. Un tercio de la población sin hogar del Sur y zona metropolitana de Los Ángeles dispone de un grado universitario o una titulación superior, en comparación con el 25% del total de la población (Wells, 2013). Una quinta parte de las personas sin hogar son veteranos y otra quinta discapacitados mientras una cuarta parte tiene problemas mentales y la mitad son afroamericanos (Wells, 2013). En EE. UU. el 80% de la población sufre pobreza o vive en el umbral de la pobreza (Yen & Naziri, 2013). La violencia con armas alcanza una cifra astronómica en EE. UU. Según Sean McElwee:

EE. UU. lideran el mundo desarrollado en materia de asesinatos relacionados con armas de fuego. La diferencia con los demás no constituye un pequeño vacío, sino más bien un abismo. Según datos de las Naciones Unidas, en los Estados Unidos se producen veinte veces más asesinatos que en todo el mundo desarrollado. Nuestro índice de asesinatos también desbanca a muchas naciones en vías de desarrollo como Iraq, cuyo índice de asesinatos es inferior a la mitad del nuestro. Más de la mitad de los fusilamientos en masa más mortíferos documentados en los últimos cincuenta años en todo el mundo se produjeron en los Estados Unidos y el 73 %por ciento de los asesinos de EE. UU. accedieron a sus armas de una forma legal. Otro estudio determina que EE. UU. cuenta con uno de los porcentajes más altos de suicidios con armas. La violencia con armas varía dentro de EE. UU., pero algunas ciudades como Nueva Orleans y Detroit compiten con los países latinoamericanos más violentos, en los que el índice de violencia con armas es el mayor del mundo (McElwee, 2014).

Una característica sobrecogedora y que a menudo pasa desapercibida de EE. UU. es que en muchos condados estadounidenses, y especialmente en el sur más profundo, “la esperanza de vida es inferior a la de Argelia, Nicaragua o Bangladesh” y que EE. UU. “es el único país desarrollado que no garantiza la asistencia sanitaria a sus ciudadanos” (McElwee, 2014). Así sigue siendo incluso después de la Affordable Care Act (Ley de Atención Asequible). McElwee señala que:

Estados Unidos es único entre los países desarrollados donde decenas de miles de ciudadanos pobres mueren porque carecen de seguro médico, a pesar de que gastemos más del doble de nuestro PIB (producto interior bruto) en sanidad que la media que se gasta  en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), un conjunto de países ricos del mundo (McElwee, 2014).

Los Estados Unidos presentan una alarmante tasa de mortalidad infantil, “así como el índice más alto de embarazos adolescentes del mundo desarrollado, debido especialmente a la no disponibilidad (impulsada por la política) de métodos anticonceptivos en muchas zonas” (McElwee, 2014).

Respecto a la crianza de los hijos, McElwee (2014) señala que EE. UU. se encuentran “entre las únicas tres naciones del mundo que no garantizan la baja laboral de maternidad (los otros dos son Papúa Nueva Guinea y Suazilandia)”. Las madres estadounidenses pobres deben enfrentarse a la decisión entre criar a sus hijos y mantener sus empleos. McElwee ofrece la siguiente condena al sistema educativo de EE. UU.:

El sistema educativo de EE. UU. está plagado de prejuicios raciales estructurales, como el hecho de que las escuelas estén financiadas a nivel local, en lugar de nacional. Eso significa que las escuelas a las que asiste gente pobre de raza negra obtienen mucha menos financiación que las escuelas a las que asisten estudiantes con más recursos. El Departamento de Educación ha confirmado que las escuelas con altas concentraciones de estudiantes pobres tienen niveles de financiación más bajos. No es raro que Estados Unidos tenga una de las carencias más altas entre estudiantes con muchos ingresos y estudiantes con pocos ingresos, según la OCDE. Hoy en día, las escuelas tienen una segregación racial más acentuada que en los años 70. Nuestro sistema de educación superior es único entre las naciones desarrolladas en la que la financiación es prácticamente privada. Los estudiantes de un país medio de la OCDE pueden obtener la financiación pública del 70 %de su matrícula universitaria; en los Estados Unidos solo el 40 % de los costes de la educación están financiados por una entidad pública. Esa es una razón por la que  EE. UU. tiene los costes de matrícula más altos que cualquier país de la OCDE (McElwee, 2014).

Por supuesto que existe una dimensión racial a las desigualdades dentro del sistema educativo público de EE. UU., especialmente cuando se examinan los hechos estadísticos respecto a las carencias entre los resultados de los estudiantes no separados por raza y riqueza y se comparan con los hechos estadísticos del número desproporcionado de profesores entre las razas. Y por supuesto, cuando comparas estas a las realidades del “flujo de la escuela a la cárcel” y la vuelta a la segregación de las escuelas, podemos ver una tendencia nacional.

Sabemos que en casi todos los indicadores, EE. UU. dispone de la mayor desigualdad en materia de ingresos de los países de la OCDE. Su infraestructura se está desmoronando y en lugares como Dakota del Sur, Alaska y Pensilvania, las antiguas tuberías de madera se están empleando para transportar agua (McElwee, 2014). En muchas zonas de EE. UU. las líneas de alcantarillado y la capacidad de aguas residuales datan de mediados del siglo XIX. La estructura de uno de cada nueve puentes se considera deficiente.

En medio de la actual crisis, el Departamento de Educación de EE. UU. y sus portavoces en los medios de comunicación nos están apartando de los temas centrales de la crisis del capitalismo y la crisis ecológica haciendo que centremos nuestra atención en el fracaso de las escuelas públicas (McLaren, 2006, 2012). Proponen como solución acabar con las escuelas públicas liberando al huracán de la privatización (el término huracán es una metáfora con doble sentido en esta frase, ya que Nueva Orleans pasó de un sistema público de enseñanza a una ciudad con escuelas chárter tras el Huracán Katrina (véase Democracy Now, 2007), lo que provocó que los profesores sindicalizados pasasen de 4700 a 500. Por supuesto que esta situación no está presente solo en EE. UU. Nos estamos enfrentando a los imperativos de la clase capitalista transnacional y por lo tanto, el desafío a la educación pública sucede a una escala transnacional.

Aún así, la violencia no está simplemente unida a índices financieros, tan aterradores como los más recientes. La violencia es más que una serie de contingencias liberadas por el antagonismo trabajo/capital que impulsa los motores del capitalismo. Es más que una serie de accidentes históricos transformados en una necesidad. De hecho, es el acta fundacional de la civilización estadounidense. Mientras que la violencia se puede encontrar en la polarización social mundial unida al fenómeno de sobre-acumulación capitalista y a los intentos por parte de la clase capitalista transnacional para mantener la obtención de beneficios a través de la acumulación militarizada, especulación financiera y el saqueo de la hacienda pública (Robinson, 2008), también puede rastrearse históricamente a epistemologías de violencia y está unida a los genocidios motivados por la invasión y la colonización de América (Grosfoguel, 2013). Aquí, la violencia puede considerarse como base de la lógica cartesiana de la epistemología occidental, como la verdad universal en la que debe basarse todo nuestro conocimiento del mundo. Esta violencia se puede observar a través de un gran número de estructuras institucionales, entre las que se incluyen la educación, y en particular a través de enfoques de “la banca” para enseñar el diálogo previo y por lo tanto, la epistemología occidental, omitiendo y borrando sistemáticamente otros puntos de vista mundiales. De hecho, Paulo Freire sostendría que el diálogo aúna necesariamente las epistemologías generadas en determinadas posiciones sociales. No es de extrañar que las condiciones históricas que nos han llevado a una posición de dominio occidental estén vinculadas a las relaciones sociales “sin diálogo” (Grosfoguel, 2013).

Ramón Grosfoguel, Enrique Dussel, Anibal Quijano y otros pensadores decoloniales han argumentado de forma convincente que el ego cogito (‘Pienso, luego existo’), que apoya el concepto de modernidad de Descartes, reemplazó la perspectiva dominante del prior Christian por unas políticas de conocimiento desubicadas, monolíticas y seculares, aunque de carácter religioso, atribuidas principalmente al hombre blanco europeo. La supuesta separación y “superiorización” de mente sobre cuerpo del ego cogito establece un sistema de conocimiento disociado de la posición del cuerpo en el tiempo y el espacio, y alcanza una certeza de conocimiento, como si habitara un universo solipsista, a través de un monólogo interno, aislado de las relaciones sociales con otros seres humanos (Grosfoguel, 2013). Este ego cogito no cayó del cielo de repente, sino que surgió de las condiciones históricas y epistémicas de la posibilidad desarrollada a través del ego conquiro (‘Conquisto, luego existo), y el enlace entre los dos es el ego extermino (‘Te extermino, luego existo’).

Grosfoguel y Dussel mantienen que el ego conquiro constituye la base del “Ser Imperial”, que comenzó en 1492 con la expansión colonial europea, cuando los hombres blancos empezaban a creer que ellos eran el centro del mundo porque habían conquistado el mundo. El ego extermino es la lógica del genocidio/epistemicidio que media entre el “Yo conquisto” y el racismo/sexismo epistémico del “Yo creo” como nueva base de conocimiento en el mundo moderno/colonial. Más concretamente, el ego extermino estaría presente en los cuatro genocidios/epistemicidios que fueron llevados a cabo en el siglo XVI contra

1) musulmanes y judíos durante la conquista de Al-Andalus en nombre de la “pureza de sangre”; 2) pueblos indígenas en América y luego en Asia; 3) africanos, que eran capturados y esclavizados en América; 4) mujeres que practicaban y transmitían conocimientos indoeuropeos y que fueron quemadas vivas acusadas de brujas (Grosfoguel, 2013, p. 77)

Según Grosfoguel (2013), estos cuatro genocidios están interrelacionados, “constituyen las estructuras epistémicas del mundo moderno/colonial” y son un privilegio epistémico de los hombres occidentales. Estos genocidios se pueden ver reflejados en la fundación de EE. UU., especialmente la masacre de los pueblos indígenas, el comercio transatlántico de esclavos y los juicios por brujería de Salem.

Esta historia de genocidios ha estado reprimida en la inconsciencia estructural de la nación (el término “inconsciencia estructural” ha sido tomado de Lichtman, 1982). La contradicción entre las demandas de ideología y la verdadera estructura del poder social, así como la necesidad de defenderse uno mismo de los antagonismos socialmente configurados, es el principal desafío al que se enfrenta el ego. La función de la inconsciencia estructural es, por tanto, conciliar realidad e ideología a un nivel nacional, lo que requiere estructuras conceptuales que ayuden a los ciudadanos a ajustarse a su historia genocida (McLaren, 1999; Monzó y McLaren, 2014). Estas estructuras incluyen las bases para copiar estrategias y las proporcionan los mitos de la democracia, el escarpado individualismo y la supremacía de la raza blanca que yace en el corazón de la sociedad capitalista de EE. UU. La violencia racial es la expresión nacional de la inconsciencia estructural estadounidense, cuya función es proporcionar poder psíquico al mito de la historia providencial de los Estados Unidos (el país ha sido escogido por la providencia para democratizar y civilizar al mundo salvaje). La inconsciencia estructural es el alma de la religión nacional del genocidio (Monzó & McLaren, 2014).

Hoy en día, observamos este efecto totalizador en la inconsciencia estructural de Estados Unidos a medida que vivimos según los caprichos del mercado. Buscamos la felicidad en el progresivo consumo de artículos que creemos necesitar y justificamos nuestra existencia superficial como el resultado “exitoso” de nuestro “trabajo duro”. Hemos dejado de cuestionarnos y quizá de preocuparnos como sociedad acerca de por qué algunas personas son más merecedoras que otras para cubrir las necesidades básicas de la vida (comida, salud y dignidad) y simplemente aceptamos el mito de que algunas personas no trabajan lo suficientemente duro como para salir adelante y que la ascendencia social individual basada en supuestos méritos y motivación está bien y es justa. Que nuestra única existencia no basta para merecer las necesidades humanas básicas y que dichas necesidades se deben “ganar”. Del mismo modo, hemos dejado de cuestionarnos quién se beneficia del caos que existe en determinadas comunidades y hemos aceptado que el mundo ha sido configurado de manera natural en forma de opuestos binarios (rico/pobre, blanco/de color) y que EE. UU. tiene la responsabilidad providencial de “democratizar” mediante un enorme arsenal de armas a esas poblaciones que amenazan nuestros intereses económicos y ventaja geopolítica. Por supuesto que actuamos a través del divino mandato que los simples mortales deben acatar. En otras palabras, aceptar nuestro papel de policía mundial es “la voluntad de Dios” y es tan “bueno” para nosotros como lo es para el resto del mundo.

Cualquiera que viaje por EE. UU. se vería en apuros al contradecir que nuestras ciudades y nuestros campos están en ruinas. Dividida por la avaricia, la ignorancia y la creencia en la inmortalidad del mercado, nuestra civilización se colapsa mientras excavamos un túnel subterráneo con la esperanza de escapar de lo peor de su arrogancia. El capitalismo transnacional, que permanece sin trabas y sigue siendo bastante versátil a pesar de su equilibrio desmedido entre fuerzas retroactivas y anticipatorias, ha demostrado ser un edificio que se sostiene por sí mismo sin verse afectado por el cataclismo que ha provocado. Recelosas de recurrir al proteccionismo, estatismo, nacionalismo, militarismo y posiblemente la guerra, las élites del mundo están encantadas con que EE. UU. conserve su papel de la policía del mundo y mantengan el orden social a escala mundial para crear las condiciones más prósperas para la acumulación de capital y para destruir cualquier desafío popular a las existentes estructuras de relaciones de clases.

La bola de demolición del capitalismo ha impactado en la propia Tierra, como si un ángel descarriado la hubiera unido al peldaño más alto de la escalera de Jacob; tal vez el resultado de una borrachera en una de esas tabernas ocultas en las catacumbas de la Torre de Babel. A pesar del marcado sentido de miedo y terror existencial que ha acompañado al empobrecimiento del capitalismo desde la crisis de 2008, este impío azote omnipresente parece ser indefinidamente autorrecargable.

Me gustaría realizar algunos comentarios acerca de la pedagogía crítica como un imán a través del que podemos considerar cómo organizar la división social del trabajo y el reino de la necesidad para permitir a los seres humanos satisfacer sus necesidades sociales e individuales. Es un desafío abrumador, dado que la educación pública de hoy en día aún se niega a reconocer su propia desaparición y los que alguna vez fueron orgullosos lumbreras fracasan al ver cómo el capitalismo es uno de los factores clave que soporta gran parte de la responsabilidad. Los elementos del debate acerca de qué hacer con el armazón podrido de la educación se presentan de manera selectiva por parte de agentes de primera en salas almidonadas de hoteles caros para recordar al público de manera opulenta y escurridiza que la importancia de la educación hoy en día se revuelve e incrementa la variedad de elecciones educativas disponibles en las comunidades si la educación se privatiza. Como resultado, el debate en la actualidad, que solo podría describirse como rastrero, cuenta con un vocabulario conceptual escaso e incomprensiblemente reducido, que consiste en términos resbaladizos como “libre elección”, “centro común”, “educación basada en la competencia” y “responsabilidad”. Todos ellos dispuestos como un abrazo a la democracia. Las competencias, que se definen claramente como lo que los estudiantes adquirirán para demostrar el aprendizaje para una necesidad relacionada con el trabajo, están mejorando en algunos aspectos, es decir, los estudiantes adquieren un buen ritmo por sí solos. No obstante, estas competencias se deberían medir. Ni que decir tiene que todos estos términos se podrían retranscribir de manera interminable en función de qué sabor de la crisis educativa resulta ser el favorito del mes para el público.

La aparición de los MOOC, entornos de aprendizaje adaptado, plataformas de aprendizaje peer-to-peer, proveedores de servicios y la nueva tecnología de aprendizaje en línea, así como el creciente énfasis por aprender resultados y evaluaciones, oculta la pregunta de por qué educamos a los estudiantes. Las pruebas estandarizadas ocupan un mundo en el que todos los estudiantes están esclavizados según una determinada estructura analítica, en la que se combinan razón instrumental, positivismo y una objetividad unidimensional. Su dogma consiste en el control creciente de nuestra naturaleza externa e interna y crea una consciencia en la que las heridas de nuestra juventud se esconden tras la armadura de la institución. La razón se ha vuelto irracional del mismo modo en que lo animado se confunde con lo inanimado. Los estudiantes se transforman en objetos en los que la huella del no ser permanece frente al ser.

Los expertos en educación superior aciertan al decir que la educación universitaria crea ciudadanos democráticos que están preparados para tomar el timón de mando del gobierno y llevarlo a la gloria. Aún así, el núcleo histérico del capitalismo, en cuyos sistemas de educación superior están incrustados, es aquel en el que las tareas de la clase trabajadora están alienadas y en el que la plusvalía creada por los trabajadores en el transcurso del funcionamiento normal del proceso económico la apropia el capitalista. A los trabajadores se les paga salarios inferiores al precio de su trabajo. Este valor que excede el precio del trabajo constituye una plusvalía y solo es posible porque los propios trabajadores no poseen los medios de producción. Todos los trabajos buenos que se obtienen gracias a la educación superior se desperdician en la búsqueda del beneficio. Mientras que este papel se ajusta a las necesidades cambiantes del capital y salvaguarda sus conexiones al poder corporativo, la educación superior se ha visto marcada por una inmensa variedad de prácticas sociales, ya que sin éxito intenta esconder que se encuentra en confabulación con los aparatos represivos del estado y su complejo industrial militar, y trabaja para crear una colmena conocida como estado de seguridad nacional. Los estudiantes con menos recursos económicos son instruidos para dedicarse a la colmena (como resultado de elevadas tasas de matriculación), lo que se ve condicionado por parte de las presiones de la obtención de beneficios. Dentro de la colmena, la inconsciencia capitalista se vuelve hacia lo que queda de la Ilustración como las condiciones corporativas bajo las que se produce el conocimiento reduce los productos del intelecto para inmovilizar mercancías. La educación superior ofrece principalmente análisis baratos de cómo el capitalismo provoca un impacto en la producción del conocimiento y fracasa, sobre todo, a la hora de crear un universo social alternativo que se desahoga en la formación valiosa, y al final, nos ofrece algo menos que una visión de una democracia barata. Al hacer el capitalismo apriorístico a sociedades civilizadas, la educación corporativa ha modificado el tipo de accionistas y se ha convertido en una extremidad inimaginable hacia la que se impulsa la educación bajo los auspicios del “nexo del dinero” (impulsado por un hambre de beneficios tan vacía como un agujero negro que extinguiría el valor del uso si pudiera actuar por sí misma).

Bajo dispensaciones anteriores, la educación tuvo muchos nombres. Fue paideia, ciudadanía crítica, contra hegemónica, transformacional, fue muchas cosas. Con el paso del tiempo, cambiaron sus descripciones, así como sus objetos y ahora se distingue por una nomenclatura especial perteneciente a menudo al mundo de la gestión y los negocios. Mientras los educadores críticos han luchado para formular su trabajo con claridad y han defendido sus argumentos con excelentes armas de razonamiento dialéctico, algunos marxistas y ecopedagogos están realizando una nueva llamada para expandir la lucha como una agitación anti-capitalista. Por supuesto que debemos aceptarla, pero la educación como proceso revolucionario no goza probablemente de la consagración necesaria por muchos lectores para tomarla en serio, con excepción quizá del trabajo de Paulo Freire, cuyo amplio corpus de textos ejerce una continua presión “subterránea” sobre la tradición crítica y demuestra sus mejores aspectos ampliamente y de forma brillante.

Sin embargo, algunos discutirán que el trabajo de Freire trata más acerca de lo que la educación debería ser tras la revolución que sobre forjar la revolución a través de una pedagogía de praxis. Pero si consideramos a revolucionarios como Amílcar Cabral, Frantz Fanon, Ché Guevara y Hugo Chávez, Subcomandante Marcos, Martin Luther King y Malcolm X como a educadores, la educación socialista tendría entonces algunos precursores de excepción y menos probabilidad de desvanecerse en la oscuridad. Si consideramos como ancestros a los miembros de la lista anterior de educadores, podremos comenzar a vernos a nosotros mismos como parte de una distinguida tradición de guerreros que luchan por las condiciones de la posibilidad para una sociedad justa social y económicamente. Una tarea a largo plazo aguarda al educador crítico que combina competencia como historiador político con habilidades en la teoría dialéctica y con la vista puesta en los estudios de sostenibilidad. Pero el crear una historiografía subalterna de educación crítica y desarrollar iniciativas educativas que destaquen los derechos nacionales democráticos y el bienestar colectivo de todos los pueblos supone asumir que el planeta sobrevivirá al mundo unipolar de la hegemonía estadounidense.

Los Estados Unidos promulgan su misión “civilizadora” en un grito de métodos de contra-terrorismo macabro llevados a cabo por el presidente Obama. Hay quienes protestan en las universidades y en sus puestos de trabajo, pero pagan un precio. La falta de humanidad y la explotación abundan y muchos anti-autoritarios naturales y no naturales son “psicopatolizados” y medicados (o expulsados de las instituciones de enseñanza superior) antes de alcanzar una consciencia política de las estrategias y tácticas más opresivas de la sociedad. Los que sí adquieren una consciencia política e intentan reparar las injusticias que tan extendidas están en EE. UU. podrían hallarse en una lista de vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad.

En Cypherpunks: freedom and the future of the Internet (“Cypherpunks: libertad y el futuro de Internet”), Julian Assange realiza una ambigua (me atrevería a decir poética) crítica del gobierno y la vigilancia corporativa, la legislación contra el compartimiento de archivos y el fenómeno de los medios sociales que ha visto cómo los usuarios han colaborado voluntariamente con sitios como Google, Facebook y Twitter, que desean recopilar sus datos personales. Assange describe Internet como “tener un tanque en tu habitación” y escribe que un teléfono móvil sirve principalmente como un “dispositivo de rastreo que también realiza llamadas” (Assange et ál., 2012, pp. 33, 49). Assange continúa con la predicción según la cual “la universalidad de Internet provocará que toda la humanidad caiga en una gran red de vigilancia y control masivo” (Assange et ál., 2012, p. 6). Para resistir, debemos por tanto codificar nuestra actividad en línea para que se pueda crear una red de información cuyo estado no pueda ser descifrado.

Nos movemos muy rápido hacia una distopía transnacional, especialmente hacia una distopía postmoderna de vigilancia. Assange se muestra transparente acerca de la violencia que emerge justo debajo de la superficie del estado. Declara que:

La mayoría del tiempo no somos ni siquiera conscientes de lo cerca que estamos de la violencia porque todos intentamos evitarla. Al igual que los marineros perciben la brisa, nosotros apenas apreciamos cómo la oscuridad hace emerger nuestro mundo de la superficie (Assange et ál., 2012, p. 3)

Assange yuxtapone el reino platónico de Internet con los designios fascistas del estado; designios forzados por el ajuste de la infraestructura física que hace posible la cultura global de Internet (cables de fibra óptica, satélites y sus estaciones, servidores de ordenadores). Ya no estamos seguros dentro de la caverna de Platón. Todo lo que se produce en el interior de la caverna ha sido sustraído, almacenado en lugares secretos del tamaño de pequeñas ciudades, creando un desequilibrio aterrador de poder entre los usuarios de los ordenadores y los que tienen el poder para distribuir y controlar la información que se genera en la red mundial. La única fuerza que Assange ve capaz de salvar a la democracia es la creación de un “velo criptográfico” para esconder la ubicación de nuestras propias cavernas cibernéticas y para continuar empleando nuestro conocimiento para redefinir el estado.

No hay que habitar las entrañas oscuras de una caverna cibernética para reconocer que los crímenes de Obama son más resbaladizos que los de Bush, pero no menos atroces. Cuando era Bush quien ordenaba la matanza de inocentes en Iraq, o Cheney que se beneficiaba de los espolios de la guerra a través de su empresa Halliburton, resultaba fácil sentir escalofríos con la cara de bromista de Bush y con la boca torcida de Cheney. Cuando Cheney intentaba sonreír, resurgía su sonrisa burlona permanente y un rictus a lo Jack-o’-lantern aparecía de repente donde antes existía un rostro severo. Pero la cara de Obama es más agraciada y tiene más personalidad. Resulta más difícil verlo en el papel de un asesino de masas. Podríamos preguntar hipotéticamente: ¿cuál es la verdadera diferencia entre estos asesinos de masas y Vasili Blohkin, miembro de Cheka y verdugo favorito de Stalin, quien personalmente ordenó la ejecución de 250 personas cada noche durante 28 noches consecutivas (y por lo cual posee el Récord Guinness por ser el “verdugo más prolífico”)? Solo podemos imaginar el look de verdugo de Blohkin con su delantal de carnicero, el sombrero y los guantes hasta los hombros (todo de cuero), que llevaría durante su “irreprochable servicio” para Stalin durante la purga Yezhovshchina incluso cuando le voló la cabeza a Nikolai Yezhov (funcionario comunista de Stalin, a quien el terror debe su nombre) en la cámara de ejecuciones designada por Yezhov, con suelo de cemento y paredes de madera. Esta es una imagen mucho más espantosa que la de Obama con los pies encima de su escritorio en el Despacho Oval. Por supuesto que existe una gran diferencia entre los crímenes de Bush, Obama y Stalin. Pero el hecho de que haya asesinos peores en la galería de los líderes políticos que Bush hijo y Obama no debería restar importancia a la seriedad de sus crímenes.

La retórica de Obama está en decadencia debido a que sus palabras parecen sacadas de una planta de producción situada a varias millas de su propio cerebro. Un presidente que lamenta públicamente la violencia con armas, pero que deifica “las tropas” y saborea la efectividad letal de aviones no tripulados nos ofrece una contradicción tan oscura como para dejarnos sin habla. Las palabras y convicciones de Obama están tan separadas como los polos del imán para el frigorífico que compraste en tu última visita al viñedo de Martha y el último frigorífico de General Electric que tu vecino se compró para darte envidia, como se reflejaba en una descripción de Cornel West en una entrevista con el periodista Chris Hedges:

Es un hombre sin corazón…No hay una convicción profunda. No existe ninguna conexión a algo más grande que él. Es un espectáculo triste, triste si él no fuera la cabeza de un imperio en declive y tan poderoso…

El desarrollo más pernicioso es la incorporación de la tradición profética negra en el proyecto imperial de Obama…Obama utilizó la Biblia de Martin Luther King en su nombramiento, pero según la National Defense Authorization Act (Ley de Autorización de la Defensa Nacional), King sería detenido sin una causa concreta. Estaría bajo vigilancia todos los días debido a su relación con Nelson Mandela, quien fue líder de una organización “terrorista”, el Congreso Nacional Africano. Vemos que la tradición profética más rica de los Estados Unidos profanó en el nombre de una visión neoliberal del mundo, una visión del mundo a la que directamente se opondría King. Martin estaría en contra de Obama debido a la desatención de los pobres y la clase trabajadora y también por sus aviones no tripulados, ya que es un presidente de guerra y emite listas de la muerte. Y Martin King no tendría nada que ver con eso (Hedges, 2013).

Hedges resume su propia opinión de Obama de la manera siguiente:

La amplia franja de destrucción que Obama ha supervisado en nombre del estado corporativo incluye la erradicación de la mayoría de nuestras libertades civiles y nuestra privacidad, la expansión de la guerra imperial, el uso de listas de la muerte, la servidumbre a la clase criminal de Wall Street y el complejo militar industrial, la persecución despiadada de soplones, la encarcelación masiva de personas pobres de color y el fracaso a la hora de mejorar el creciente dolor de los pobres y la clase trabajadora. Su mensaje para los negros de las clases inferiores en medio de la violación corporativa de la nación está extraído literalmente del manual de Booker T. Washington. Les dice que trabajen duro (como si nadie trabajara más duro que los pobres trabajadores de este país) y obedezcan la ley (Hedges, 2013).

Apenas discrepo con las descripciones anteriores de West y Hedges, en parte porque mi propia formación – Bildung, en alemán – como educador fue a través de la profética tradición afroamericana, que impactó profundamente en el movimiento de los derechos civiles, así como, en el movimiento humanista marxista liderado por Raya Dunayevskaya. ¿Qué castigo merecen criminales de guerra como Obama? ¿Untar su esópica lengua en queroseno y prenderla con un pedazo de brasa ardiente del fuego alrededor del que los líderes tribales afganos lloran la muerte de los miembros de su familia, cuyas familias han perdido a sus parientes en los ataques con aviones no tripulados de Obama?¿Habrá alguna vez justicia en este sentido para los dos presidentes estadounidenses que, después del 11-S de 2001, iniciaron dos guerras que han matado a más de un millón de personas y han contribuido a una continua inestabilidad y violencia que persiste hasta el día de hoy? Si pudiéramos por un momento dejar de lado los alicientes sentimentales que acompañan a las conversaciones del 11-S en la plaza pública, hay otro 11-S que necesitamos tener en cuenta: el 11 de septiembre de 1973, cuando Richard Nixon y Henry Kissinger ayudaron a organizar el golpe de Estado del gobierno chileno de Salvador Allende. Mark Weisbrot cita a Richard Nixon explicando por qué quería que el gobierno socialista de Allende fuera derrocado:

El Presidente Richard Nixon fue claro, al menos en conversaciones privadas, sobre por qué quiso el golpe de Estado que destruyó una de las democracias más duraderas del hemisferio, desde su punto de vista:

‘La principal preocupación en Chile es que [el Presidente Salvador Allende] puede consolidarse a sí mismo, y la imagen proyectada al mundo será la de su éxito… Si dejamos que los posibles líderes de Sudamérica piensen que pueden actuar como en Chile y salirse con la suya, vamos a tener problemas.’ (Weisbrot, 2013).

Nixon y Kissinger abrieron paso en Chile a la regla del terror mediante el líder del golpe de Estado Augusto Pinochet, a quién dieron luz verde para asesinar a Allende y asistencia estratégica de la milicia estadounidense:

El gobierno estadounidense fue uno de los principales organizadores y perpetradores del 11 de septiembre, del golpe militar de Chile en 1973, y estos perpetradores también han cambiado el mundo – por supuesto para mucho peor. El golpe de Estado terminó con un experimento en la democracia social de Latinoamérica, estableció una dictadura militar que mató, torturó e hizo desaparecer a decenas de miles de personas, y durante un cuarto de siglo evitó sobre todo que los Latinoamericanos mejorasen su nivel de vida y liderazgo a través de las urnas (Weisbrot, 2013).

La regla del terror en Chile, cortesía del gobierno estadounidense, no es nada nuevo. La guerra de Vietnam es más familiar para la mayoría de los estadounidenses. Si escuchamos las trascripciones de las grabaciones de la Casa Blanca entre el Presidente Nixon y sus asesores el 25 de abril de 1972 y mayo de 1972, nos hace pensar que las consecuencias podrían haber sido mucho peores para los vietnamitas del norte:

Presidente Nixon: ¿A cuántos asesinamos en Laos?

Asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger: En Laos, asesinamos aproximadamente a diez, quince [mil]…

Nixon: Sabe, el ataque en el Norte [Vietnam] que tenemos en mente… centrales eléctricas, cualquier cosa que quede – POL [petróleo], los muelles… Y sigo pensando que deberíamos quitar los diques ahora. ¿Ahogará esto a la gente?

Kissinger: Aproximadamente a doscientas mil personas.

Nixon: No, no, no… Prefiero usar la bomba nuclear. ¿Lo entiendes, Henry?

Kissinger: Esto, creo, que sería demasiado.

Nixon: La bomba nuclear, ¿no estás de acuerdo? …Solo quiero que pienses a lo grande, Henry, por Dios.

2 de mayo de 1972:

Nixon: América no ha sido vencida. No debemos perder en Vietnam. … La teoría operacional está en marcha, pero quiero ese lugar reducido a escombros. Si nos preparamos para luchar, bombardearemos a esos bastardos por todas partes. Hacedla volar, hacedla volar. (Blum, 2014).

He abogado por un patriotismo crítico (McLaren, 2013) en mi trabajo sobre pedagogía crítica, una pedagogía que identificaría y condenaría los crímenes contra la humanidad perpetrados por EE. UU., como una forma de evitar futuras tragedias. Como una manera de contraatacar la postura de asesores del gobierno tales como Michael Ledeen, antiguo asesor del Departamento de Defensa y miembro de la Silla de la Libertad en el Instituto Estadounidense de la Empresa, que opina sarcásticamente: ‘Cada diez años o así, EE. UU. necesita elegir a algún país insignificante y arrojarlo contra la pared, solo para mostrar al mundo que hablamos en serio’ (Blum, 2014). En las clases de historia del instituto, no se habla mucho sobre las atrocidades de EE. UU. durante la guerra filipino-estadounidense (1899-1902), el golpe de Estado en Chile o los asesinatos de los sacerdotes católicos que organizaban cooperativas en las ciudades guatemaltecas de Quetzaltenango, Huehuetenango, San Marcos y Sololá; o el golpe de Estado fallido contra el gobierno venezolano de Hugo Chávez en 2002; o del papel de la CIA desestabilizando los regímenes de Latinoamérica y Oriente Medio durante siglos; o la historia de EE. UU. como el maestro supremo en agresión enfocada y unidireccional, cuya intransigencia militar lo ha convertido en el país más temido de la historia. Tampoco aprendemos sobre la revuelta Zapatista que sucedió como resultado de la opresión del gobierno en las ciudades de Selva, Altos, Norte y las regiones Costa de Chiapas, y que tuvo lugar en San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano, Oxchuc, Huixtán, Chanal y Ocosingo e involucró a Tzotzils, Tzeltals, Tojolabals, Chols, Mams y Zoques.

La mayor preocupación de los profesores en los programas educativos no es el impacto que el capitalismo neoliberal ha tenido en cuanto a la forma en la que EE. UU. trata cuestiones de política pública y de exterior, y sus implicaciones para desarrollar una visión crítica a la ciudadanía. Aquello que ocupa el currículo de los profesores es el tema de la raza, el género y las formaciones en identidad sexual. En sí mismo, esto tiene una gran relevancia, la formación en identidad entra rara vez en conflicto con el trasfondo de las clases sociales y la pobreza, y la historia del imperialismo de EE. UU. No quiero quitarle importancia a los conflictos de raza, clase, género o sexualidad, ni a la historia de la lucha por los derechos civiles. Pero, considero que es necesario ver tales antagonismos en relación con el conocimiento de geopolítica y las formas en las que el capitalismo se ha reestructurado a sí mismo durante años.

Cuando presento el tema del capitalismo financiero en mis clases y hago hincapié en la importancia de la lucha de clases en mi trabajo con otros profesores, los estudiantes prefieren usar el término ‘clasismo’ o ‘estatus socio-económico’, como si estos términos fueran equivalentes a racismo, sexismo y heterosexismo, por ejemplo. No ven ninguna razón para dar prioridad en clase a lo que se refieren como su cuadro de intersección. He encontrado una cita de Joel Kovel que ayuda a mis estudiantes a entender por qué la clase social es una categoría tan especial. Utilizaré esta cita completa:

Esta discusión puede que ayude a esclarecer un tema molesto de la izquierda, especialmente, en cuanto a la prioridad de diferentes categorías que podrían denominarse “división dominante” – principalmente, aquellas de género, clase, raza, exclusión étnica y nacional, crisis ecológica y especie. Llegados a este punto, debemos preguntarnos, ¿prioridad en relación a qué? Si entendemos lo previo en el tiempo, el género tiene la victoria y considerando cómo la historia siempre añade cosas al pasado en lugar de reemplazarlo, aparecería como un indicio en todas las dominaciones lejanas. Si pensamos en lo previo con un sentido existencial, entonces, eso se aplicaría a cualquiera de las categorías propuestas por fuerzas históricas inmediatas como las vividas por masas de personas: de este modo, para un judío que viviera en la Alemania de los años 30, el antisemitismo habría sido duramente anterior, tal y como el racismo antiárabe lo sería para un palestino que vive bajo la dominación israelí hoy día, o como sería un sexismo despiadado y agravado para las mujeres que viven en Afganistán. En lo que se refiere a lo políticamente anterior, en el sentido de ser la transformación prácticamente más urgente, que depende de lo anterior, así como del despliegue de todas las fuerzas que se activan en una situación concreta…

Si, no obstante, nos hacemos la pregunta de eficacia, esto es, qué división sitúa a las demás en movimiento, entonces la prioridad se daría a la clase, por la sencilla razón de que las relaciones de clase implican al estado como instrumento de ejecución y control, y es el estado el que determina y organiza las divisiones que aparecen en los ecosistemas humanos. Así pues, la clase es lógica e históricamente distinta a las otras formas de exclusión (por tanto, no deberíamos hablar de ‘clasismo’ para justificar el ‘sexismo’, el ‘racismo’ y el ‘especismo’). Esto es, en primer lugar, porque la clase es fundamentalmente una categoría creada por el hombre, sin raíz en una todavía biología desconcertante. No podemos, en otras palabras, imaginar un mundo humano sin distinciones de género (a pesar de que podemos imaginar un mundo sin dominación de género. Sin embargo, un mundo sin clases es eminentemente imaginable) de hecho, así fue el mundo humano durante la gran mayoría del tiempo de nuestra especie en la Tierra, en el que se montó un gran escándalo en materia del género. Históricamente, la diferencia surge porque la ‘clase’ es un lado de una figura más grande que incluye un sistema de estado cuyas conquistas y normas crean razas y determinan relaciones de género. Por consiguiente, no habrá una verdadera solución para el racismo mientras la sociedad de clases exista, ya que una sociedad oprimida racialmente implica actividades de un estado que defiende las clases. Ni tampoco puede la desigualdad de género legislarse mientras la sociedad de clases, con su estado, demande la sobreexplotación del trabajo de la mujer.

La sociedad de clases genera continuamente opresiones de género, raciales, étnicas y similares, que toman vida propia, y afectan profundamente a las relaciones concretas de la clase en sí misma. Por tanto, la política de clases debe resolverse teniendo en cuenta todas las formas activas de división social. Es la gestión de estas divisiones lo que mantiene la sociedad de estado funcional. Así pues, aunque cada persona en una sociedad de clases sea reducida de lo que él o ella pueden llegar a ser, las distintas reducciones pueden combinarse en los grandes regímenes estratificados de la historia: este se convierte en un guerrero feroz, aquel en un trabajador amante de la rutina, otra en modista sumisa, y así sucesivamente, hasta que alcanzamos los arquetipos de capital y los capitanes de la industria de hoy en día. No importa lo funcional que una sociedad de clases sea, la profundidad de su violencia ecológica garantiza un antagonismo básico que conduce a una historia incesante. La historia es la historia de la sociedad de clases, porque no importa cómo ha evolucionado, una división tan poderosa está obligada a trabajar en sí misma a través de la superficie, provocar resistencia (esto es, lucha de clases), y dirigir la sucesión de poderes (Kovel, 2002, pp. 123-124).

A pesar de que la pedagogía revolucionaria crítica ha realizado insólitos avances en algunas ramas de estudios convencionales de educación, ha sido en gran parte poco valorada, no tanto por su entusiasmo panfletista que denota su estilo, sino por el hecho de que no ha sido capaz de llevar a cabo avances exitosos en la educación pública. Este fracaso no se debe al hecho de que la pedagogía crítica haya elegido permanecer en una posición ajena, rechazando colaborar con esos sistemas pedagógicos y conceptuales-adyacentes que son sus vecinos más idóneos en las ciencias sociales y humanas, sino porque no puede existir in situ dentro del sistema educativo público y seguir siendo fiel a sus principios. Esto se debe básicamente a que es una pedagogía de lucha de clases, llevada a múltiples modalidades, antiracismo, antisexismo, educación antihomofóbica, estudios de discapacidad crítica, etc. Y el hecho de que cada ejemplo de pedagogía crítica sea atravesado por las predilecciones personales de sus exponentes le ha dado un aspecto más ecléctico que sistemático.  En su fase actual de gestación teórica, hay una falta de terminología unívoca y fiable. Por ahora, es una pedagogía de esperanza, lo que no significa que deba permanecer alejada de la lucha diaria de la reforma escolar. La pedagogía crítica está aún en sus tempranos comienzos, y crece más fuerte cuanto más se identifican sus deficiencias, lo que demuestra que está destinada a ser longeva, y que tal longevidad no está determinada a hacer desaparecer su fortaleza innata.

Hacemos más que acoger el Geist o espíritu de la solidaridad;  trabajamos hacia su éxito histórico y mundial en la búsqueda de la verdad. Un compromiso con la verdad nunca es improductivo porque ningún acto transformador puede conseguirse sin compromiso. Ningún acto de compromiso verdadero es una salida de la verdad, más bien conduce a un camino a lo largo del que se gana la verdad (Fischman & McLaren, 2005). No quiero usar mi imaginación política para crear algo nuevo fuera de los escombros del pasado, porque eso nos lleva a adaptar nuestro trabajo revolucionario a lo que ya existe. Mi propósito es luchar y cambiar las condiciones de lo que ya existe y liberar la acción por sus propias condiciones de posibilidad para crear lo que se pensó que era imposible.

Al admitir plenamente las relaciones asimétricas de un poder encapsulado en el desarrollo desigual y conjunto que afecta al sur global en relación con el norte global (una relación de extrema violencia muy necesaria para nosotros, como consumidores occidentales, para disfrutar de nuestros estilos de vida de relativamente clase media), sin embargo, luchamos por algo que es parecido al ‘no estado’ de Agamben o humanidad, mediante un intento Gramscian de guerra de posición, una praxis de conciencia Freirean o la revolución permanente encontrada en la filosofía de praxis Raya Dunayevskaya basada en la ‘negación absoluta’, y una huelga general ecológica de la que el caucus medioambiental de los Trabajadores Industriales del Mundo habla ahora.

Observamos el potencial de los consejos comunales de la Revolución Bolivariana, que sirven como lugares pedagógicos públicos para el desarrollo socialista y endógeno, y lo que Michael Lebowitz (2013) describe como ‘un vehículo para cambiar las circunstancias y a los protagonistas en sí mismos’, y profundizar en la lucha por el socialismo en el siglo XXI. Esta lucha está basada en una práctica revolucionaria, descrita como todo el mundo sabe por Lebowitz (2013) como ‘el cambio simultáneo de las circunstancias y el cambio en sí mismo’. La nueva sociedad socialista recalca que el control de la producción se confiere a los propios individuos productores. Las relaciones productivas son sociales como consecuencia de una elección consciente y no después del hecho. Son sociales porque, tal y como Lebowitz (2013) menciona perspicazmente, como personas elegimos deliberadamente producir para otras que necesitan lo que podemos producir.

No quiero diabolizar a reformistas en nombre del socialismo revolucionario o alimentar  cualquier sectarismo primitivo, lo que sería parecido a hacer eco de los sentimientos de Martin Lutero que sostenía que, para el hombre que no cree en Cristo, no solo son todos los pecados mortales, sino que incluso sus buenas acciones son pecados.

Una nueva alternativa epistemológica

Mirar principalmente a la tradición social europea como orientación en la creencia de que la lucha para una alternativa socialista al capitalismo es el monopolio de Occidente sería sucumbir al más provincialismo primitivo y un etnocentrismo truncado. Thomas Fatheuer (2011) ha examinado recientes aspectos innovadores en las constituciones de Ecuador y Bolivia. En Ecuador, por ejemplo, el derecho al ‘Buen Vivir’ se convierte en el objetivo central, una preocupación básica a la que no se puede renunciar. Una de las subdivisiones de la constitución se ocupa de los derechos a la alimentación, sanidad, educación y agua, por ejemplo. Aquí el concepto del Buen Vivir es más que económico, social y de derechos culturales. Es un principio básico que ‘crea la base de un nuevo modelo de desarrollo  (régimen de desarrollo)’ (Fatheuer, 2011, p. 16). El artículo 275 declara: ‘El Buen Vivir requiere que los individuos, las comunidades, personas y naciones estén en posesión de sus derechos y ejerzan sus responsabilidades en un contexto de interculturalidad y respeto a la diversidad  coexistiendo en harmonía con la naturaleza’ (citado en Fatheuer, 2011, p. 16). Fatheuer distingue el concepto del Buen Vivir de la idea occidental de prosperidad de la siguiente forma:

El Buen Vivir no ha sido orientado hacia ‘tener más’ y no contempla la acumulación y el crecimiento, su objetivo es un estado de equilibrio. Su referencia a la visión indígena del mundo es también central: su punto de partida no es el progreso o crecimiento como modelo lineal de pensamiento, sino la consecución y reproducción del estado de equilibrio de Sumak Kausay. (Fatheuer, 2011, p. 16)

Tanto Bolivia como Ecuador han utilizado sus constituciones para restablecer sus estados en un contexto post-colonial y están comprometidos con el concepto de plurinacionalismo y protección de la naturaleza. Aquí, el estado promueve los principios éticos y morales de la sociedad pluralista:

amaqhilla, ama llulla, ama suwa (no ser perezoso, ni mentir, ni robar), suma qamaña (vive bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal), y qhapaj ñan (camino o vida noble). (Fatheuer, 2011, pp. 17-18).

El concepto de Pachamama (Madre Tierra) y los derechos de la naturaleza juegan un papel especial, concebidos para poner a los seres humanos y a la naturaleza en un fundamento de originalidad, mutualidad y diálogo. La ley de la Defensoría de la Madre Tierra ha sido creada para ‘supervisar la validez, promoción, difusión e implementación de los derechos de la Madre Tierra’, y prohibir el marketing de la Madre Tierra (Fatheuer, 2011, p. 18). Aquí se estipula que la tierra tiene  derecho a regenerarse a sí misma. Es importante señalar que el Buen Vivir no consiste en regresar al pensamiento tradicional y ancestral, sino que es un tipo de ch’ixi, o un concepto donde algo puede existir y no existir al mismo tiempo – en otras palabras, un tercer estado donde la modernidad no se concibe como homogénea, sino como ciudadanía, o ‘diferencia’, una visión biocéntrica del mundo que permite la existencia simultánea de estados contradictorios sin necesidad de solución hacia un polo concreto, y que concibe la vida de una manera en la que no está formada por la oposición de la naturaleza y los humanos (Fatheuer, 2011).

John P. Clark (2013), en su magnífico trabajo The Impossible Community, ha ofrecido una selección de posibles enfoques que se deberían eliminar de la perspectiva del anarquismo comunitario. Incluyen una versión revisada del municipalismo libertario del difunto Murray Bookchin, el movimiento Gandiano Sarvodaya en India, y el movimiento relacionado en Sri Lanka denominado Sarvodaya Shramadana – el enfoque Gandiano sobre la redistribución autónoma y voluntaria de la tierra como propiedad colectiva para ser gestionada por medio del gram sabha (‘asamblea del pueblo’) y del panchayat (‘comité del pueblo’). Sarvodaya Shramadana ofrece cuatro virtudes básicas: upekkha (‘equilibrio mental’), metta (‘benevolencia hacia todos los seres’), karma (‘compasión por todos los seres que sufren’) y mundita (‘alegría empática por todos aquellos liberados del sufrimiento’). El trabajo de Clark se centra en las tragedias y contradicciones del desarrollo y su exposición de India es especialmente reveladora (ver concretamente las pp. 217-245 y el elocuente análisis informativo del libro de Clark por Sethness, 2013). Más familiares son quizás para los profesores los ejemplos de los Zapatistas y del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra en Brasil. Clark menciona, también, las luchas de los indígenas Adivasi y aquellas de los Dalits, enfrentándose a los paramilitares de las comunidades mineras multinacionales en India.

En lugar de reducir tanto a los ciudadanos como a los no ciudadanos en función de la productividad laboral de raza y género, como es el caso del sistema del estado neoliberal, deseamos presentar el término Buen Vivir como un razonamiento opuesto a la forma en la que abordamos nuestra formación como ciudadanos-sujeto. Aconsejaríamos a los guardianes del estado neoliberal – especialmente a aquellos que están ahora en el ‘negocio’ de la educación– mirar hacia Las Américas para nuevas concepciones de la vida democrática que podrían servir como medio de libre ruptura con el razonamiento inutilizado del neoliberalismo que aplasta actualmente al planeta – una nueva epistemología de vida que hasta ahora no ha sido víctima del epistemicidio de los conquistadores pasados y presentes. Seguimos convencidos de la idea de que la mente humana vive en un mundo de ilusión y error en gran parte auto-creado, un sistema defectuoso de falsa realidad del que solo podemos ser rescatados mediante el desarrollo de una subjetividad crítica y auto-reflexiva y una acción protagonista. Sin embargo, añadiríamos que esta auto-creación sucede bajo condiciones que no pertenecen a nuestra propia creación. Algunas de esas condiciones han sido creadas por relaciones sociales de producción y la forma en la que el capitalismo neoliberal ha producido relaciones naturaleza/ humanas como una ecología mundial relacionada con una división laboral social y de razas y un híper-nacionalismo. La conciencia crítica se convierte aquí en el equivalente opuesto de la ignorancia de nuestra falsa conciencia bajo las relaciones sociales capitalistas de explotación y alienación. Así pues, buscamos un universo social fuera de la materialización del trabajo humano, un universo intensificado por la democracia directa y participativa y la búsqueda del Buen Vivir. Samir Amin propone los retos de esta manera:

Lo llames como lo llames, el capitalismo histórico es cualquier cosa menos sostenible. Es solo un pequeño paréntesis en la historia. Retarlo fundamentalmente – lo que nuestros pensadores contemporáneos no pueden imaginar es ‘posible’ o incluso ‘deseable’ – es sin embargo, la condición esencial para la emancipación de los trabajadores y las personas dominadas (aquellas de la periferia, el 80% de la humanidad). Las dos dimensiones del reto son indisolubles. No es posible acabar con el capitalismo a menos que y hasta que esas dos dimensiones del reto se acepten conjuntamente. No es ‘seguro’ que esto vaya a ocurrir, en ese caso el capitalismo sería superado por la destrucción de la civilización (más allá de los descontentos de la civilización, para usar la frase de Freud) y quizás de toda la vida en la Tierra. El escenario de una posible ‘nueva versión’ del siglo XX permanece aunque lejos de la necesidad humana de embarcar en una larga transición hacia un socialismo mundial. El desastre liberal hace necesario renovar la crítica radical del capitalismo. El reto trata de cómo construir, o reconstruir, el internacionalismo de trabajadores y personas enfrentadas por el cosmopolitismo del capital oligárquico (Amin, 2010).

Evidentemente, aunque necesitamos una nueva epistemología del Buen Vivir y del Sarvodaya Shramadana para ayudar a prevenir el epistemicidio de los conocimientos indígenas por medio de prácticas eurocéntricas violentas, también necesitamos una lucha de clases de alcance transnacional.

La línea de aprendizaje de nuestros jóvenes politizados aparece afortunadamente poco, una condición creada más por necesidad que por elección. Algunos de ellos dudan de la seriedad de la situación a la que nos estamos enfrentando como habitantes de nuestro planeta. Ya saben lo suficiente, la cuestión reside en si usarán su conocimiento para unirse a la lucha por el socialismo, por su cuenta y riesgo, o decidirán sucumbir a las distracciones de nuestro mundo de información y entretenimiento conectado electrónicamente. Tal y como he escrito en otra parte:

El calentamiento global y las relaciones naturaleza-sociedad, imperialismo, racismo, especismo, sexismo, homofobia, genocidio y epistemicidio no son independientes del proceso de acumulación capitalista, sino que se forman mutuamente. La juventud de hoy en día comprende estos mitos por lo que son – distracciones creadas para debilitar la lucha por la justicia social – y nunca tendrán la misma fuerza que una vez tuvieron. Durante un tiempo sin precedentes mientras el capital extiende las líneas de demarcación y lanza su fuerza opresiva mediante instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y el Imperio estadounidense, los actuales jóvenes activistas  reconocen que no pueden arrancar la totalidad de un continente atomizado de cultura capitalista. Deben empezar de nuevo. El genio de las protestas y revueltas transnacionales está ahora fuera de la lámpara, se ha identificado como un proletariado ecológico y tiene potencial para alterar el curso de la historia humana – una historia que comienza con el derrocamiento de la acumulación de los regímenes capitalistas. Aunque no hay garantía de que desde la conflagración del capital el socialismo actual encuentre su redimida utilidad, hay una ferviente disposición entre nuestros jóvenes de explorar nuevos terrenos de protesta y lucha. En medio de una vigilancia incrementada, patrullaje extremo, control y registro policial en las calles, excesivas órdenes contra bandas y unos crecientes índices de encarcelación juvenil, observamos determinados esfuerzos por parte de jóvenes que participan en el Movimiento de los Derechos Civiles de los Estados Unidos, el movimiento lésbico transnacional, gay, bisexual y transexual (LGBTQ), en diferentes encarnaciones de lucha feminista, en movimientos medioambientales y de justicia medioambiental, del trabajo, contra la guerra y movimientos por los derechos de los inmigrantes; también observamos estos determinados esfuerzos en luchas entre recientes movimientos de todo el mundo,  que están siendo testigos y participando en la producción de diferentes contra-cumbres, Encuentros Zapatistas; prácticas sociales que producen valores más allá del cálculo económico y la relación competitiva con el otro, y están inspirados en prácticas de solidaridad social y mutua, en  grupos horizontalmente relacionados fuera de las redes verticales en las que el mercado se protege y regula; en la cooperación social a través de la democracia popular, el consenso, el diálogo y la aceptación del prójimo, en autoridad y cooperación social desarrollada en relaciones fluidas y auto-creadas mediante la interacción; y en un nuevo compromiso con el prójimo que trascienda localidad, trabajo, condición social, género, edad, raza, cultura, orientación sexual, idioma, religión y creencias. En resumen, apoyan una comunalidad global (McLaren, 2014a, p. 159).

Si la nueva generación está por ayudar a quitar las cadenas creadas por el secular dogma de la clase capitalista, entonces no podemos dejar este reto solo a nuestros jóvenes. Necesitamos brindarles esperanza, pero la esperanza a expensas de la verdad puede transformar el optimismo en sentimientos de omnipotencia y puede conducir a un desastroso estallido de arrogancia. Necesitamos aunar nuestra esperanza en la búsqueda de nuevos caminos hacia la justicia, a pesar de la cruda realidad de que las probabilidades no están a nuestro favor, y quizás nunca lo estarán.

La pedagogía crítica revolucionaria no es sectaria y hace hincapié en los enfoques ecuménicos, intentando incorporar una crítica de alienación humanista marxista al capitalismo según la doxa de la pedagogía crítica – un movimiento que reconoce consciencia y realidad exterior como mutuamente constitutivas, y afirma que debe existir una dimensión ética que dé prioridad a los oprimidos, rechazando de esa manera algunas de las tendencias del ‘diamat’ que dominaron en la antigua Unión Soviética y en los países bloque del Este. Estas tendencias sostenían que podían descubrir una imagen clara de la realidad y que un enfoque en la consciencia humana, la autogestión y la acción dentro de movimientos sociales no era posible científicamente, y que el enfoque central debería ser en las relaciones sociales de producción. Por el contrario, la acción y las necesidades humanas no son conceptualizadas por los humanistas marxistas como secundarias o epifenómenas frente a las fuerzas sociales objetivas. Como consecuencia, reforma y revolución no tienen mutuamente relaciones antagónicas, sin embargo, deben ser entendidas en una relación dialéctica. La dialéctica no yuxtapone reforma y revolución, sino que media entre ellas como una relación ‘simultánea’ más que una ‘indiferente’. Lo mismo ocurre con la ecología y el antagonismo de nociones entre el capital y el trabajo, así como la lucha de clases es al mismo tiempo una lucha ecológica, que toma en serio el eslogan La Tierra Primero y ‘no a los trabajos en un planeta muerto’.

Dados los ataques post-humanidad en la dialéctica de Antonio Negri y otros, podría parecer anticuado mirar a la dialéctica como un medio para crear lo que Fischman y McLaren (2005) han llamado el ‘intelectual comprometido’ como parte del amplio desarrollo de la filosofía de praxis. Sin embargo, críticos tales como Antonio Negri han abandonado la dialéctica a favor de un singular sustituto, ‘antagonismos’ no resueltos y no dialécticos para ‘contradicciones’ dialécticas. Afirmando que la dialéctica impone equilibrios internos en la sociedad capitalista, sirviendo como un mecanismo tanto para el equilibrio establecido como el mantenido, estas críticas rechazan la prioridad de las fuerzas de producción y la forma de las relaciones sociales de producción según sus necesidades (i. e. la correspondencia entre las fuerzas y las relaciones de producción). Como Teresa Ebert (2009) y Ebert y Mas’ud Zavarzadeh (2007) han explicado, Negri cree que el poder trans-histórico de la subjetividad de la vida laboral de la multitud da autonomía laboral desde el capital a través de actos de autovalorización y afirmación de singularidades. Por tanto, reemplaza el proletariado como el agente de la lucha de clases con la multitud, mientras insiste en que el capital es simplemente reactivo a la autovalorización de los trabajadores, ese trabajo es efectivamente un poder subjetivo, y ese valor no se refiere a las relaciones económicas sino a las de poder. Es fácil ver cómo, bajo el ojo desenfocado de Negri, la lucha de clases se evapora en una serie de paradojas sin resolver en un mundo reducido a una auto-referencialidad lingüística incognoscible y básicamente ilegible.

El problema con Negri y los demás anti-dialécticos es que rechazan todas las formas de trascendencia a favor de permanecer en el plano de la inmanencia, tomando la realidad social dada como punto de salida (Anderson, 2010). No obstante, Anderson menciona correctamente que no tenemos que elegir entre inmanencia y transcendencia:

Sin embargo, no tenemos que elegir entre una de las alternativas. Si consideramos el punto de vista de Hegel, resumido por Theodor Adorno de la escuela de Frankfurt: ‘insistir en la elección entre inmanencia y transcendencia es volver a la lógica tradicional criticada en la polémica de Hegel contra Kant’ (Adorno, Prisms, p. 31). De hecho, Hardt y Negri atacan con frecuencia a Hegel y a los filósofos de la Ilustración por ser conservadores y autoritarios, mientras elogian las tradiciones republicanas anteriores a la Ilustración creadas por Machiavelli y Spinoza. De esta forma, de lo que se alejan es de la noción dialéctica de que un futuro liberado puede surgir desde el presente, si las diversas fuerzas y tendencias que se oponen al sistema pueden conectarse de una en una con una [sic] teoría de liberación que resuma filosóficamente el futuro liberador que anhelan.

Marx sin duda debilitó la división pre-hegeliana entre inmanencia y trascendencia. La clase trabajadora no existía antes del capitalismo y fue producto del nuevo orden capitalista, por tanto, fue inmanente o interna al capitalismo. Sin embargo, al mismo tiempo, la alienada y explotada clase trabajadora luchó contra el capital, no solo por un trozo más grande de la tarta, sino también comprometida en una lucha para vencer al capitalismo en sí mismo, fue en este sentido una fuerza para la trascendencia (el futuro en el presente). (Anderson, 2010).

Incluso el ilustre Marcuse en su Great Refusal (su análisis del depredador sistema capitalista y el neoconservadurismo o a lo que se refiere como ‘contrarrevolución’)  sustituye la cualidad dialéctica de la clásica filosofía hegeliana y marxista, revelando una incapacidad para vencer la contradicción en su giro hacia una postura metafísica o antinómica (neo-kantiana) en la que duda entre los dos polos de una contradicción, polos que considera como antisépticamente independientes más que interpenetrables; en ocasiones pareció trágicamente resignado a la perenne permanencia de la contradicción y la paradoja (Reitz, 2000). Aquí podemos beneficiarnos del enfoque de Marx sobre el concepto de Hegel acerca del auto-movimiento mediante la segunda negación, que le conduce a plantear una visión de una nueva sociedad que supone la trascendencia del valor de producción como determinada por el tiempo de trabajo necesario socialmente. A diferencia de la popular idea errónea sobre la crítica de Marx a Hegel – ya que el idealismo de Hegel se oponía al materialismo de Marx – Marx no criticó a Hegel por su fracaso al lidiar con la realidad material. Cuando Marx mencionó que Hegel conocía solo el trabajo espiritual de forma abstracta, se refería a la estructura de la fenomenología y la filosofía de Hegel como un todo, que se basaba en una dialéctica de auto-consciencia, en la que el pensamiento vuelve a sí mismo por su propio conocimiento (Hudis, 2012). El concepto de Marx sobre la trascendencia, por el contrario, se fundamentaba en la sensualidad humana, en la auto-trascendencia de la totalidad de los poderes humanos. La dialéctica trata con las contradicciones transformadoras que alimentan la historicidad material de la vida capitalista.

Hegel presentó todo el movimiento de la historia en relación con el desarrollo de una idea incorpórea; en otras palabras, presentó la actualidad humana como un producto del pensamiento en lugar de presentar el pensamiento como el producto de la actualidad humana. Por tanto, Marx invierte las relaciones de sujeto y predicado de Hegel. Marx criticó a Hegel por fracasar en la distinción entre el trabajo como una expresión trans-histórica y creativa de la especie humana y el trabajo como la reducción de esa actividad para valuar la producción. Necesitamos entender la dialéctica, la descripción por el medio en el que la realidad se va desarrollando, la naturaleza de la auto-actividad, el auto-desarrollo y la auto-trascendencia, y la forma en que la actividad humana subjetiva y temporalmente intercede en el mundo objetivo.

La presencia de la idea –como negación– en la consciencia humana tiene el poder de cambiar el mundo natural. Marx no estuvo interesado en volver al pensamiento en sí mismo de la filosofía de Hegel, sino en el regreso de la humanidad en sí misma acabando con la alienación del mundo objetivo provocada por las relaciones sociales capitalistas. En otras palabras, el ser humano es el agente de la Idea; la Idea no es su propio agente. El ser humano es el medio del auto-movimiento de la Idea. El auto-movimiento es posible mediante el acto de negación al negar las barreras al auto-desarrollo. Pero la negación, tal y como Peter Hudis (2012, pp. 72-73) nos dice, siempre depende del objeto de su crítica. En cualquier cosa que niegues persiste la huella de lo que ha sido negado – esto es, aún resiste la huella del objeto de negación. Hemos visto, por ejemplo, en el pasado, que las formas opresivas que uno ha intentado negar aún afectan a las ideas que tenemos de liberación. Es por esto por lo que Hegel sostiene que necesitamos una negación auto-referencial – una negación de la negación. Por medio de una negación de la negación, la negación establece una relación consigo misma, liberándose a sí misma del objeto externo que se intenta negar. Porque existe sin ninguna relación con la otra fuera de sí misma, se considera absoluta – se libera desde la dependencia con la otra. Niega su dependencia mediante un acto auto-referencial de negación. Por ejemplo, la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la propiedad colectiva no garantiza la liberación; solo se trata de una negación abstracta que debe negarse para alcanzar la liberación. Todavía contaminada por su opuesta, que se centra exclusivamente en la propiedad. Simplemente reemplaza la propiedad privada por la colectiva y sigue afectada por la idea de propiedad o posesión (Hudis, 2012, pp. 71-73). Hudis escribe:

[Marx] se apropia del concepto de ‘negación de la negación’ para explicar el paso a una nueva sociedad. El comunismo, la abolición de la propiedad privada, es la negación del capitalismo. Pero esta negación, nos dice Marx, depende del objeto de su crítica en tanto que reemplaza la propiedad privada por la colectiva. El comunismo no se libra de la noción alienada de que la propiedad o posesión es la parte más importante del ser humano: simplemente lo afirma en un nivel diferente.  Por supuesto, Marx piensa que es necesario negar la propiedad privada. No obstante, esta negación, insiste, deber negarse a sí misma. Solo entonces puede lo verdaderamente positivo – una sociedad totalmente nueva – emerger. Tal y como Dunayevskaya escribe en P&R [Philosophy and Revolution], la derrota de esta ‘trascedencia’, llamada negación absoluta por Hegel, es lo que Marx considera la única forma para crear un mundo humano de verdad, ‘el humanismo positivo, empezando desde sí mismo’. (Hudis, 2005).

Sin embargo, para abolir el capital, la negación de la propiedad privada debe negarse a sí misma, lo que sería el logro de una positividad – un humanismo positivo – empezando consigo mismo. Mientras sea necesario negar la propiedad privada, esa negación debe negarse a sí misma. Si te detienes antes de esta segunda negación entonces estás presuponiendo que tener es más importante que ser (Hudis, 2012). Decir ‘no’ al capital, por ejemplo, constituye una primera negación. Cuando el sujeto es consciente con respecto a esta negación –  esto es, cuando el sujeto entiende el significado de esta negación reconoce el contenido positivo de esta negación– entonces esta ha llegado a la negación de la negación. Dicho de otra forma, cuando un sujeto llega a reconocer que esta es la fuente de lo negativo, se convierte en una segunda negación, un entendimiento de la conciencia de clase. Cuando un sujeto reconoce la positividad del acto de negación en sí mismo como negatividad, entonces esta se reconoce a sí misma como una fuente del movimiento de lo real. Esto sucede cuando los seres humanos, como agentes de la auto-determinación, se escuchan a sí mismos hablar, y son capaces tanto de denunciar la opresión como los males del mundo y anunciar, en términos de Freire, una alternativa liberadora. Estoy totalmente de acuerdo con Reitz (2000, p. 263) en que el conocimiento crítico ‘es conocimiento que permite la negación social de la negación social de las actividades centrales de la vida humana, la más importante no sería la de being-toward-death (la muerte es un modo de ser) [como Heidegger sostendría], ni el servilismo [como Kant argumentaría], sino el trabajo creativo’. Cuando los sujetos crean conocimiento crítico, son capaces entonces de adueñarse de la libertad en sí misma por el bien de la liberación de la humanidad  (Pomeroy, 2004).

Buscar una alternativa al capitalismo significa extraer la potencialidad dinámica que está latente, aunque frustrada, en la vida cotidiana y, desde este punto de vista, es evocadora de una búsqueda espiritual en la forma sugerida por Robert M. Torrance (1994). Requiere un esfuerzo deliberado y urgente por parte de profesores y educadores para sobrepasar, a través de la auto-transformación, los límites de la realidad cotidiana y la condición humana bajo el capitalismo, y una disposición para conducir esta potencialidad ilimitada hacia la justicia social.

Esto significa darse cuenta del potencial amplio y transformador que se da por hecho a través de una búsqueda de la liberación de nuestra humanidad colectiva, una humanidad que trasciende la naturaleza individual no buscando refugio en un pasado inmutable o presente inerte, sino avanzando desde el conocimiento subjetivo hacia una realidad independiente y objetiva que está siempre orientada a un futuro determinado y vivo – un conocimiento que es producto de la mente humana que todavía trasciende la mente; un conocimiento deducido desde lo particular a través de su relación con lo universal; un conocimiento que nunca puede comprenderse totalmente; un conocimiento engendrado por un buscador que todavía al mismo tiempo trasciende al buscador.

Debemos abrir nuestro repertorio de crítica y transformación a un mundo cambiante. Como Marx señaló, cualquier ejercicio viable de acción protagonista entre los oprimidos requiere la auto-negación dialéctica de la clase trabajadora como una clase en sí misma dentro de una clase para sí misma, una clase en la que es imperativo llegar a ser consciente de cómo su pertenencia está incrustada en relaciones de explotación y cómo se convierten en alienados desde su propia especie o su propia actividad vital. Por supuesto, el objetivo final de esta transformación crítica es conseguir emanciparse de esta forma de trabajo.

No podemos saber cómo será la alternativa a la producción de valor capitalista hasta que la lucha avance y seamos capaces de reivindicar algunas victorias decisivas. Solo entonces podremos saber cómo continuaremos desarrollando una nueva alternativa a la producción capitalista de mercancía. Lo que es evidente es que debemos encubrir el fin auto-referencial del estado de trance capitalista en el que nos encontramos desesperadamente cautivados. Mediante la exposición pasiva en los medios electrónicos, nos entregamos obstinadamente a las costumbres diarias de la producción capitalista de mercancía, a su repetición e invariabilidad predecible y habitual, a su intolerancia inerte y a su recurrencia de inmovilidad tediosa – todo lo que ineludible y fatalmente nos disciplina para consentir sin criticar nuestro propio torpor. La única forma de salir de este impasse es buscar un universo social alternativo a ese de la producción de valor.

Esto conlleva una búsqueda, a pesar de que el objetivo puede que nunca se sepa de antemano completamente ni finalmente se alcance. Hay sitio para todos en el banquete de la liberación: sindicalistas, libertarios civiles, anarquistas, estudiantes, activistas anti-guerra, marxistas, activistas negros y latinos, profesores, eco-socialistas, trabajadores de comida rápida, trabajadores industriales y activistas defensores de los derechos animales. Buscamos sustituir la razón instrumental por la racionalidad crítica, alimentando la disconformidad popular y creando consejos comunitarios de trabajadores y estructuras comunitarias de toma de decisiones.

Continuamos luchando en nuestros proyectos educativos para eliminar la búsqueda de beneficiosy los fines lucrativos de las industrias financieras; buscamos distribuir los ingresos sin tener como referencia la productividad individual, sino acorde a la necesidad; y buscamos reducir considerablemente las horas de trabajo y hacer posible, mediante una educación general socialista, un desarrollo de los jóvenes completo, científico e intercultural (Reitz, 2013). Esto implica una gran lucha epistemológica contra el sentido común neoliberal e imperial, y un conocimiento de nuestra pedagogía crítica en un universo concreto que puede dar la bienvenida a formaciones sociales diversas y particulares (San Juan, 2007) que acompañan a la lucha de clases. Se trata de una lucha que nos ha afectado no desde el pasado lejano, sino desde los pensamientos que nos han rebotado desde el futuro.

Nota

[1] Este artículo es una versión ampliada del epílogo de This Fist Called My Heart: the Peter McLaren reader (Charles-Huerta & Pruyn, 2013). Algunas secciones aparecen en la sexta edición de Life in Schools (McLaren, 2014b).

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PETER McLAREN  es un distinguido profesor de Critical Studies en la Universidad de Chapman, EE. UU., donde es codirector del Proyecto Democrático Paulo Freire. El profesor McLaren es autor y editor de aproximadamente cincuenta libros y cientos de publicaciones profesionales sobre educación y justicia social. Sus trabajos han sido traducidos a unos veinte idiomas. Recientemente la Association of Educators of Latin America and the Caribbean le ha concedido el premio Outstanding Educator in America Award. E-mail: peter.mclaren1@gmail.com.

Fuente original en inglés: Policy Futures in Education.Volume 12 Number 4 2014. ISSN 1478-2103.

Traducido para Iberoamérica Social por:
María José Vecino Puerto
Nazaret Calzado
Irene Sendra

Fuente: http://iberoamericasocial.com/agonistas-de-la-educacion-epistola-la-clase-capitalista-transnacional-1/

Fotografía: revoluciontrespuntocero

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