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Opinión | El ritual escolar: Comunicación – Todo comunica (parte 1)

Por: Andrés García Barrios

El lenguaje está siendo sometido a revisión (y a una revolución) para que devenga más inclusivo, más universal, y que contenga elementos de identificación para todas las personas.

Hacia mediados del siglo pasado, millones de personas de todo el mundo (sociólogos, antropólogos, psicólogos, intelectuales, comunicadores, artistas…) se unieron entusiasmados a una nueva corriente de pensamiento que ponía a la Comunicación en la cúspide de nuestras prácticas y conocimientos. Todo comunica era la nueva consigna que regía al mundo. Según ésta, todo lo que los seres humanos hacemos, sentimos o pensamos se traduce en comportamientos que comunican algo a alguien.

Aquella nueva corriente era parte de un momento histórico. Como nos recuerda el periodista y ensayista John Higgs en su libro Historia alternativa del siglo XX, desde finales del XIX se habían venido poniendo en duda, una a una, todas las creencias, prácticas, conocimientos, tradiciones, en fin, todos los ejes culturales que con gran paciencia ―y para su tranquilidad― la humanidad había levantado durante siglos. Así habían ido cayendo Dios, la certidumbre científica, la honra militar, el orden moral, el valor del arte, la esperanza de la educación, lo sagrado de la familia, la dorada materialidad del dinero… En sólo unas décadas se había perdido todo centro, todo “eje del mundo”, y hasta la conciencia individual se sumergía en los abismos del subconsciente y corría el riesgo de perderse.

Por eso, cuando los científicos sociales de Palo Alto, California, anunciaron que todo en este mundo es comunicación, millones de personas se asieron a esa rotunda verdad, encontrando la solución a su creciente angustia. ¡La comunicación! Algo tan cotidiano como ella, tan universal y antiguo, seguía funcionando. El milagro se debía justamente a que la comunicación era una actividad que prescindía de todo centro, que era el reflejo mismo de lo “descentrado”, de lo que va y viene, de lo que pasa de uno a otro, de una mente a otra, en un constante fluir. En 1934, la famosa escritora danesa Isak Dinesen ponía en la mente de uno de sus personajes las siguientes palabras: “¡Qué difícil es conocer la verdad! Me gustaría saber si es posible decir absolutamente la verdad cuando se está solo. A mi entender, la verdad es una idea que nace y depende de la conversación y la comunicación humanas”. La literatura se hacía partidaria de la nueva conciencia.

Los años sesenta dieron el rotundo a esa liberación que ponía como eje del mundo al contacto humano. Con el hippiesmo, hombres y mujeres se soltaron el pelo como primer símbolo de lo que pierde el centro y vuela. Decían que cada uno de nosotros es capaz de desprenderse de su cuerpo individual y “viajar” hacia los demás seres humanos y el cosmos, y sentirse uno con ellos. “Para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros. Los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”, publicaba en 1960 el poeta mexicano Octavio Paz.

Esta nueva forma de pensar no era propia sólo de aquel movimiento juvenil, popular y espontáneo (quizás el más espontáneo de la historia, según el insigne Arnold J. Toynbee). También en los estrechos círculos de la academia empezaba a imponerse una nueva manera de pensar: desde el punto de vista de la filosofía tampoco existía el centro, ni en la realidad ni en el conocimiento: todo estaba descentrado y lo único que existía era el pensamiento, el habla, la escritura (el discurso, en suma), que no podía fijarse en ningún punto pero que sí podía hilvanarse y deshilvanarse como una madeja, y además permitía extraños “saltos” de encuentro con “el otro”.

Así, los procesos de comunicación (¡y los medios de comunicación!) iban restableciendo la confianza. Se proclamaba que todo mundo tenía derecho a hablar. Pensadores de la altura de Karl Jaspers, Erich Fromm y Ludwig Habermas, veían en ello el medio para resarcir el tejido social, tan convaleciente, tan desgreñado aquí y allá, roto en todos los sitios donde antes había un “centro”. Finalmente, en 1986, la gran psicoanalista y educadora francesa Francoise Doltó aseguraba que la misión humana en este mundo es comunicarnos y presagiaba la inminente llegada de una herramienta mundial de comunicación que pondría a todo el mundo en contacto.

En este contexto, la institución escolar se volcó a experimentar con las nuevas prácticas y a modificar la vieja visión de la educación como una disciplina supeditada al “progreso” (según esta visión, cada generación tenía el derecho y la obligación de transmitir sus logros y conocimientos a la siguiente). Con la nueva perspectiva, todo era intercambio, mutuo entendimiento; las escuelas eran tanto más innovadoras cuanto más fomentaban el trabajo en equipo y renunciaban al control que el maestro tenía sobre el alumno. Éste se convirtió en un interlocutor activo y finalmente en un verdadero constructor de su personalidad y su conocimiento, y eso no en soledad sino mediante herramientas compartidas con una comunidad de aprendizaje.

Finalmente, con la llegada de internet y de las redes sociales, el boom de la comunicación alcanzó al planeta entero. De pronto, todos teníamos a mano una cámara para registrar lo que nos ocurría (a nosotros y a nuestro alrededor). Se le juzgaba una obsesión voyeurista o un mantenerse alejado del entorno, pero en realidad era como si quisiéramos confirmar en todo momento la vieja máxima del filósofo: “Yo soy yo y mi circunstancia”. En efecto, yo no sólo era yo sino también lo que ocurría en torno a mí, lo que veía y me veía, lo que escuchaba y me escuchaba.

No sólo estábamos más interconectados que nunca y teníamos acceso a más información, sino que entrar en contacto con otras personas también adquiría un nuevo valor. Francoise Doltó ―que como vimos predijo la llegada de internet― murió antes de que un alud de selfies inundara el mundo, pero es muy probable que su mente ―tan aguda como generosa― habría visto en ellas no una manifestación narcisista (como tanto se ha dicho) sino una nueva forma de comunicación basada en atreverse, por fin, a compartirse a uno mismo. La idea es atrevida, pero tiene sentido. Como dice John Higgs en su libro arriba citado, esos autorretratos no son pura autocontemplación y autocomplacencia: “… no son meros intentos de reforzar un concepto personal del yo individual, sino que existen para ser observados (por otros) y, de este modo, fortalecer las relaciones que se dan a través de la red. Esas fotos sólo adquieren sentido cuando se comparten”.

Si quisiéramos seguir con la apología de las redes sociales, podríamos hablar de cómo han servido para evidenciar la cantidad de talento artístico que existe en el mundo, y cómo han democratizado la expresión pública de las artes, antes tan elitista. Como nunca, la gente lee y escribe poesía, expresa ideas, canta, baila, hace magia, seduce, cuenta chistes, expresa dolores y temores…

Esta forma tan contundente de experimentar y proclamar que yo soy yo y mi mundo, ha llegado acompañada de movimientos sociales que exigen el inmediato reconocimiento de la diversidad humana y el respeto a las diferencias. Este inédito avance sigue siendo un logro de la comunicación entendida como práctica de identidad. El lenguaje (que es quizás lo más personal y a la vez lo más común que tenemos los seres humanos) está siendo sometido a revisión (podríamos decir a una verdadera revolución, por momentos violenta) para que devenga más inclusivo, más universal, y que contenga más elementos de identificación para todos. En la mayoría de los países la exigencia es incipiente, pero ya hay muchos lugares donde yo puedo al menos reclamar que los demás se dirijan a mi como yo deseo, sin reducirme a una generalidad sino al contrario, abriéndose a mis singularidades (creo que los casos extremos no son sino elocuentes detonaciones de esta tendencia: he escuchado de una persona que pide que se le considere no un él, ella o ello, sino un ellos, así, en plural: “Call me they”, pide).

(Continuará)

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“En América Latina y el Caribe tenemos una deuda con la población afrodescendiente”

Por: Karina Batthyány

La realidad por suerte impone algunos temas para comentar que son noticia y que nos traen a muchas de las columnas que hemos trabajado aquí en InfoCLACSO. El primero es México. ¿Por qué? Porque este martes, 7 de septiembre, al medio día, la Suprema Corte de México dio un paso realmente histórico despenalizando el aborto. Los diez jueces se pronunciaron de manera unánime invalidando un artículo del Código Penal del Estado de Coahuila que sancionaba la Interrupción del Embarazo en la etapa inicial con uno a tres años de prisión. Hasta ese fallo, recordemos, el aborto en México había sido tratado de manera exclusiva por las legislaciones de cada uno de los Estados que conforman a la Nación Mexicana.

La sentencia entonces del Máximo Tribunal va a tener efectos generales en todos los Estados. Desde el punto de vista de los hechos prácticos, ya no se podrá encarcelar en ningún lugar del país a las mujeres que decidan practicar un aborto. De las 32 entidades federativas que integran justamente los Estados Unidos de México, sólo 4 hoy permiten el aborto legal, libre y a petición de la mujer hasta las doce semanas de gestación. Recordemos: Ciudad de México, Oaxaca, y recientemente Veracruz e Hidalgo.

Con este fallo, entonces, ahora esto va a ser posible en todo el país. Este fallo judicial es sin dudas un respaldo institucional a la lucha del Movimientos de Mujeres Mexicanas y el Movimiento de Mujeres en América Latina y el Caribe.  Fue bien interesante escuchar al Presidente de la Corte en la argumentación sobre este fallo. Y esta noticia va empezar a generar repercusiones y presiones en todo el territorio nacional de México.

En la Conferencia de Prensa que todos los miércoles da el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, declaró justamente que la decisión unánime del Tribunal debe respetarse y los representantes de las distintas bancadas en los congresos estatales comenzaron a fijar sus posturas. ¿Por qué traemos esta noticia? Porque aproximadamente el 97% de las mujeres latinoamericanas y caribeñas en edad reproductiva viven en países donde el aborto no está permitido. Y además se estima que entre 5 y 10 mil mujeres pierden la vida al año en abortos clandestinos en América Latina y el Caribe.

Entonces, como antes fue en Uruguay, más cerca en el tiempo en Argentina, esperamos que ahora en México se de este paso hacia una sociedad más democrática, más igualitaria, donde las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos y sus proyectos de vida. Y los Estados -aquí lo importante- generen las condiciones para garantizar el ejercicio de estos derechos. Creo que realmente esta noticia se imponía comentarla aquí en InfoCLACSO.

-Realmente una noticia importantísima que viene desde México. Y entiendo ahí, me gustaba tu reflexión antes de ir al segundo tema, sobre lo que significa el trabajo de los diversos feminismos que hay en Latinoamérica y el Caribe. Porque sabemos que es un trabajo entrelazado, donde se toma muy en cuenta lo que sucede en un país para poder llevar esas experiencias a otras… Y creo que es una lucha muy importante, ¿no?

-Absolutamente. La Marea Verde como la solemos llamar específicamente en este tema y que sin lugar a dudas es un logro del Movimiento Feminista Latinoamericano que va avanzando en los distintos países. La noticia de México es para celebrar y para seguir entonces avanzando en éste, que es uno de los temas críticos y uno de los derechos que reclamamos las mujeres latinoamericanas y caribeñas.

-Tienes una segunda temática para proponernos y debatir…

-Te propongo que nos vayamos teóricamente a Durban (Sudáfrica), porque el 31 de agosto fue el Día Internacional de los Afrodescendientes que se celebra por primera vez en el 2021. Porque en 2020 justamente se llegó a la mitad de lo que se conoce como el Decenio Internacional para los Afrodescendientes que fue en Durban, y es bueno hacer una revisión de lo que está ocurriendo a propósito de la declaración de este día por parte de las Naciones Unidas como el Día Internacional de las personas afrodescendientes. En este Decenio –que así se lo ha nombrado, que llegamos a la mitad el año pasado–, si bien se han logrado progresos en los planos legislativos, normativos e institucionales, lo que tenemos para decir es que los y las afrodescendientes aún sufren formas interrelacionadas y complejas de discriminación racial (de racismo), de marginación y de exclusión.

Estos años de inicio del Decenio sumados a la pandemia del Coronavirus, pone de manifiesto la absoluta urgencia de abordar estas persistentes desigualdades estructurales y el racismo sistemático que observamos en el mundo y en particular en América Latina y el Caribe.

Recordemos que la falta de reconocimiento es todavía uno de los principales obstáculos que impiden el disfrute pleno y el disfrute efectivo de los derechos humanos por parte de las personas afrodescendientes. Han transcurrido ya 20 años de la Conferencia Mundial contra el racismo en Durban contra el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia, y este evento que a veces no lo recordamos tanto, fue en sí mismo un hito, porque permitió sistematizar un proceso en términos de los aportes a la humanidad del programa que hasta el día de hoy se considera como el programa más potente de lucha antirracista hasta nuestros días.

Y esto fue importante porque por supuesto tuvo un amplio y un diverso consenso internacional, pero fue liderado por los y las afrodescendientes. A mitad de camino entonces de este Decenio Internacional que es entre el 2015 y 2024, las metas que dieron origen al Decenio –Reconocimiento, Justicia y Desarrollo para las personas afrodescendientes, tienen un avance muy limitado y seguimos teniendo especialmente en América Latina y el Caribe una deuda con las personas afrodescendientes. Deudas que son significativas en nuestra región, porque es la región que concentra la mayor población de afrodescendientes del mundo con estimaciones que fluctúan entre 120 y 170 millones de personas, donde Brasil justamente concentra la mayor población del continente con 112 millones.

A pesar, entonces, de que 1 de cada 4 latinoamericanos y latinoamericanas se identifica como afrodescendientes, esta situación de desigualdad estructural, de discriminación sigue presente. La pandemia lo agravó y tenemos algunas cifras que nos permiten mostrar con evidencia lo que estamos diciendo de cómo persisten estas desigualdades y estas discriminaciones. Por ejemplo, una de ellas, es que justamente las personas afrodescendientes en América Latina y el Caribe tienen 2.5 veces más probabilidades de vivir en la pobreza que las personas no afrodescendientes. Y a su vez, segunda cifra para que la tengan presente, tienen en promedio menos años de escolarización, tienen también mayores índices de desempleo y menos representación en los cargos de toma de decisiones en todos los niveles, ya sean públicos o privados. Y esto son indicadores de la discriminación y la desigualdad estructural.

Entonces, al racismo tenemos que entenderlo, es parte central también de la cultura del privilegio que tan presente está en nuestros países. Las desigualdades raciales son estructurales, afectan los derechos y se traducen en pobreza, en privación de acceso a elementos del bienestar social de los bienes públicos como el agua, el saneamiento, la electricidad, internet que hoy es tan necesario entre otros elementos.

Tenemos que seguir trabajando en torno a este tema porque queda claro en América Latina y en el mundo la imposibilidad de avanzar hacia desarrollos sostenibles, justos, democráticos, sin deconstruir la matriz de desigualdad, la cultura del privilegio y las desigualdades estructurales que remiten por ejemplo al racismo.

https://www.clacso.org/en-america-latina-y-el-caribe-tenemos-una-deuda-con-la-poblacion-afrodescendiente/

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Especulación y globalización financiera del capital

Por Julio C. Gambina

No sorprende la nueva denuncia de investigación periodística sobre la evasión, el lavado de dinero y el delito financiero explicitado en “paraísos fiscales”[1].

Estos paraísos fueron mencionados en cuantiosos documentos a propósito de “soluciones” nunca implementadas en las crisis 2008. En los documentos de los organismos internacionales, especialmente del G20, a la cabeza de los reclamos aparecía la necesidad de limitar y controlar los paraísos fiscales, en tanto espacios visibles de la especulación financiera mundial.

Solo fueron palabras, sin ninguna posibilidad de hacerse efectivas, ya que la libre circulación internacional de capitales y el resguardo de la fiscalidad estatal es parte esencial de la lógica mundial del capital desde hace medio siglo.

En rigor, responde a la lógica de la liberalización y la libre circulación y movilización de los capitales internacionales. Más aún como mecanismo de escape a las tendencias recurrentes de la crisis mundial capitalista.

Una crisis que se manifiesta en las dificultades para la valorización productiva del capital y, por ende, lleva a la disputa por la apropiación de la renta generada socialmente mediante mecanismos especulativos, lo que explica la tendencia a la creciente desigualdad, tal como se explica en diversos medios, entre otros y recientemente por el Credit Suisse.[2]

Pero también y tal como señala la Directora Gerente del FMI, que junto a la suba de los ´precios de los alimentos y de la energía, destaca una expansión del 100% de la deuda, explicitada por los problemas de la pandemia y la recesión inducida[3].

Queda claro que las transnacionales de la alimentación, de la biogenética, de la energía, especialmente las petroleras y el negocio bancario, entre otros, son los que inducen el mecanismo de apropiación privada del trabajo social, mediante la suba de los precios, la inflación, que retomó al escenario mundial, incrementando las inequidades del orden capitalista.

Los paraísos fiscales constituyen ámbitos de concentración territorial de enjuagues contables de circulación mundial de dinero asociada al delito, la corrupción y el enriquecimiento concentrado en pocas manos, de quienes deciden en la sociedad capitalista contemporánea.

Por eso es que aparecen políticos, empresarios y personalidades enriquecidas sobre la base de la expansión de negocios, donde lo legal y lo ilegal se conjugan para escamotear el fenómeno de la explotación y el saqueo de los bienes comunes a manos del poder concentrado del capital transnacional.

Son visibles gobernantes, empresarios y personalidades de la cultura o del deporte, que eluden y evaden impuestos en los paraísos diseminados en todo el mundo, incluso en EEUU, caso del Estado de Delaware.

La riqueza concentrada en el 1% más rico, que incluye a multimillonarios y a grandes corporaciones transnacionales, se escamotea con una pléyade numerosa, pero no masiva, de intermediarios que favorecen el “circo” de una élite enriquecida y que pueblan las investigaciones periodísticas.

A no equivocarse, lo de fondo es el mecanismo de la explotación, disimulado con el escándalo de personajes de la farándula política, cultural o deportiva.

La discusión es por personajes asociados a la corrupción, advenedizos de los Estados capitalistas y de una farándula espectacular, que omite los grandes negocios de la banca y de las trasnacionales que dominan la economía mundial, la producción y la circulación del capital global.

En rigor, lo que indigna en el debate social es el origen de fondos, no solo evadidos al fisco, sino producto del delito, sea de la venta de armas o de drogas, de la trata de personas, o directamente del juego y la especulación financiera.

Se trata del enjuague de una multiplicidad de operaciones por donde circula el plusvalor producto de la explotación.

Por eso, de lo que no se habla es precisamente de la explotación de la fuerza de trabajo, que, a la luz de la distribución regresiva del ingreso, la apropiación disminuida de renta en salarios e ingresos populares para la mayoría de la población mundial, contrasta con la acumulación de ganancias, base del mecanismo de reproducción, vía inversión, de la lógica mundial del capital.

La ocasión sirve para la denuncia de la inmoralidad del régimen de la propiedad privada de los medios de producción y la necesidad de avanzar en formas alternativas de organización de la producción y la circulación de bienes y servicios, sobre bases de cooperación y solidaridad, de derechos sociales y no de mercantilización y destrucción de la vida y la naturaleza.

Notas:

[1] ICIJ. Paraísos costa afuera y riquezas ocultas de líderes mundiales y multimillonarios expuestos en una filtración sin precedentes, en: https://www.icij.org/investigations/pandora-papers/global-investigation-tax-havens-offshore/

[2] Credit Suisse. Informe sobre la riqueza global, junio 2021, en: https://www.credit-suisse.com/about-us/en/reports-research/global-wealth-report.html

[3] Kristalina Georgieva. FMI. Superar las divisiones y suprimir los obstáculos a la recuperación, 5 de octubre 2021; en: https://www.imf.org/es/News/Articles/2021/10/05/sp100521-md-curtain-raiser-overcoming-divides-and-removing-obstacles-to-recovery

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Todas las claves para fomentar la lectura en el aula

Fomentar la lectura es una labor difícil para el profesorado en los tiempos que corren. El último número de nuestra revista impresa que acaba de salir a la venta ofrece un amplio reportaje sobre este tema, así como todas las claves de la mano de expertos y docentes. Estos son algunos extractos.

Entretenimiento, relajación, fuerza mental, desconexión, alegría… Estos son sólo algunos de los muchos valores positivos que aportó la lectura a millones de personas durante el confinamiento del pasado año, un período en el que la lectura de libros en todo el mundo y en España en particular alcanzó un máximo histórico. Así, durante este tiempo se llegó a la cifra del 57% de lectores frecuentes, es decir, personas que leen casi todos los días o entre una o dos veces a la semana y que dedicaron más de ocho horas semanales a la lectura. El año anterior, sin la pandemia de por medio, ese mismo porcentaje se situaba en el 50% y de igual modo destinaron un tiempo inferior a leer: menos de siete horas a la semana.

Estos datos proceden del informe ‘Hábitos de lectura y compra de libros en España 2020’ de la Federación de Gremios de Editores de España, que también apunta que este aumento de los lectores fue mucho más notable entre los menores de 35 años.

Pero ¿qué sucedió con los más jóvenes? Pues el estudio muestra datos muy desiguales. Así, mientras que las horas de lectura aumentaron entre los menores de 6 años (leyeron 20 minutos más a la semana en comparación con 2019) y entre los de 6 a 9 años, a partir de los 15 años es cuando se produjo un descenso considerable de lectores: de un 79,8% entre los menores de 10 a 14 años a un 50,3% a partir de los 15. Además de leer menos, el porcentaje de jóvenes ‘no lectores’ también se ha visto incrementado: un 27,9% durante el año pasado frente al 25,8% del año anterior.

Importancia de leer

“Leer nos ayuda a mantener la atención. La atención es el cincel de la memoria y sin memoria no hay aprendizaje”, comenta el neurólogo David Ezpeleta Echávarri que también considera que “adquirir el hábito de leer en niños y adolescentes es importantísimo, y más ahora, donde la digitalización está creando legiones de niños y adolescentes inatentos, impacientes, adictos a los móviles y ansiosos”.

Reportaje fomento de la lectura

El primer paso para que los estudiantes se adentren en la lectura y descubran todos sus beneficios es aprender a leer, lo que les llevará después al siguiente estadio de la lectura: aprender a comprender, a entender el mensaje y, por último, a disfrutar de los libros. Pero, ¿cuáles son las herramientas con las que cuentan los docentes para fomentar la lectura en el aula? Una de ellas son los planes lectores. El objetivo de un plan lector, tal y como indica Irakurgunea, la web que desgrana el plan lector de Euskadi, es mejorar la competencia lectora del alumnado y contribuir a desarrollar la habilidad en comunicación verbal, no verbal y digital. Es de este plan a modo de guía del que surgen los proyectos y prácticas didácticas lectoras que se llevarán a cabo con los estudiantes.

Educar y atraer a la lectura

Informes como ‘El fomento de la lectura’ de ‘Temas de Educación’, la revista digital de la Federación de Enseñanza de CC OO de Andalucía, señala que “en la escuela al estudiante se le enseña a leer pero, salvo raras excepciones, no se le educa para la lectura”. ¿Es ese el eslabón que falta para crear el hábito lector entre los estudiantes? Olvido Andújar, docente ayudante y doctora en el departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad Complutense de Madrid, cree que para facilitar el enamoramiento por la lectura es importante dejar claro tanto a niños y jóvenes “que pueden dejar un libro, que no tienen por qué terminarlo y que no van a ser menos ‘inteligentes’ porque no les guste determinado autor canónico”.

Lectura

Nuevas formas de lectura

En la tecnología se encuentran muchos de los lenguajes a los que los jóvenes están acostumbrados ya que forman parte de su día a día. Y el ámbito de la lectura no iba a ser menos. Un ejemplo de ello y que forma parte de las nuevas formas de lectura que se encuentran en la Red son los ‘booktubers’, jóvenes creadores de contenido (cuya edad ronda habitualmente los 20 años) y que realizan reseñas de diferentes libros o llevan a cabo diferentes retos literarios con el objetivo de compartir su gusto por la lectura.

Eva Oña, docente de Lengua Castellana y Literatura en el IES Carlos III de Aguadulce (Almería) y coordinadora de ‘Libro Abierto’, una publicación especializada en Bibliotecas escolares de la Junta de Andalucía, (IES Carlos III) cree que es vital acercarse a estos nuevos lenguajes, pero adaptando las experiencias lectoras para el aula. “No hay que perder de vista que tienen que ser lúdicas si lo que queremos es crear lectores y mantenerlos en el tiempo”. Las experiencias inmersivas o gamificadas que se pueden llevar a cabo a partir de la tecnología o con el uso de redes sociales, en las que el alumnado se sienta parte de la historia y tenga un papel activo, son un ejemplo de adaptación para esta docente.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/fomentar-la-lectura-en-el-aula/
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Privatización del tiempo laboral

Por Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

Esta verdadera privatización del tiempo laboral, nueva e inédita en la historia latinoamericana contemporánea, seguramente convertirá a Ecuador en el primer país de la región que arrasa con la conquista mundial de 8 horas de jornada diaria máxima.

Desde la década de 1980, América Latina experimenta un persistente avance de la flexibilización laboral de la mano de gobiernos neoliberales, que ha destruido derechos históricamente alcanzados, para favorecer exclusivamente a las empresas. Se supone que los altos beneficios empresariales logrados e incluso el retiro o achicamiento de los Estados y la revisión de impuestos a favor de los inversionistas, levantarían el empleo y mejorarían la calidad de vida general. Nada de eso ha ocurrido en los países que han adherido a semejantes conceptos, a pesar de las aceleradas modernizaciones capitalistas, porque el cuadro del desempleo y la miseria, mientras sigue concentrándose la riqueza en forma imparable, incluso se agravó durante la pandemia del Coronavirus, conforme lo demuestran los estudios anuales de la CEPAL.

Ecuador también ha experimentado el camino flexibilizador. Durante las décadas finales del siglo XX, una elite de grandes empresarios ecuatorianos, que ha prevalecido sobre el conjunto del empresariado, ha venido desarrollando un cuadro de consignas económicas y sociales, alimentado por la difusión de la ideología neoliberal en América Latina. Sus mayores demandas han procurado extender la jornada y adaptarla a los intereses de la empresa, introducir el trabajo por horas y la tercerización laboral, suprimir recargos por horas extras y suplementarias, eliminar el reparto de utilidades, así como también la jubilación patronal y sobre todo las indemnizaciones, sujetar el salario a la “eficiencia” y estrangularlo al mínimo extremo, regular la sindicalización, los contratos colectivos y la huelga, facilitar despidos, privatizar la seguridad social. Existe suficiente documentación y publicaciones en internet que comprueban el camino seguido por las demandas laborales empresariales, además de serias investigaciones universitarias sobre el tema.

Acogiendo esas consignas, los sucesivos gobiernos de la época democrática nacida en 1979, contribuyeron a la consolidación de un modelo empresarial-neoliberal de desarrollo, bajo el cual la flexibilización laboral ganó terreno. Se llegó a tales niveles, que un amplio cuadro de reformas laborales intentadas por el gobierno de Gustavo Noboa (2000-2003) a través de la “Ley para la Promoción de Inversión y la Participación Ciudadana” fue declarado inconstitucional por el Tribunal Constitucional de la época (Resolución en firme No. 193-2000-TP). La Asamblea Constituyente de 2007/2008 también debió expedir el “Mandato 8” (RO#330-6/5/2008) para prohibir toda precarización laboral que avanzaba incontenible, un asunto acogido por la Constitución de 2008 que incluso tuvo que prohibir el trabajo por horas y el tercerizado. Pero desde 2017, con el gobierno de Lenín Moreno, el poder empresarial privado recuperó su hegemonía y la flexibilización laboral se volvió imparable, hasta desembocar en la “Ley Humanitaria” (2020), expedida con el pretexto de la pandemia Covid-19, que afectó seriamente principios y derechos laborales.

Siguiendo el mismo rumbo, el gobierno de Guillermo Lasso presentó a la Asamblea Nacional un proyecto de “Ley de Oportunidades” (https://bit.ly/2Y06OoS) que incluyó diversos temas, por lo cual no se le dio trámite. Sin embargo, la Unidad Técnica-Jurídica de la Asamblea ha dejado un contundente Informe sobre las inconstitucionalidades y violaciones a los derechos de los trabajadores que contiene el proyecto (https://bit.ly/3kQHKcY). Ha sido un impase jurídico temporal. Era evidente que el gobierno persistiría, de modo que el mismo presidente Lasso anunció que librará una “batalla democrática” (https://bit.ly/3F9I0vJ) para defender su propuesta. Y es que, en estricto rigor, las disposiciones sobre el trabajo que contiene el proyecto mencionado, no ofrecen un cuadro que salga del marco de la arremetida contra los derechos laborales que proviene del sector empresarial neoliberal-oligárquico desde hace cuatro décadas, sino que lo agrava.

La novedad es doble: de una parte, se dice que con esta ley se trata de crear empleo para el 70% de ecuatorianos que carecen de empleo formal; y, de otra, se afirma que se respetarán los derechos adquiridos y fijados por el Código del Trabajo, mientras, en forma paralela, la Ley-O solo regirá para los nuevos trabajadores. De acuerdo a los contenidos de la nueva ley el resultado será igualmente doble: por un lado, 70% de ecuatorianos podrán someterse a trabajos precarizados; por otro, habrá dos códigos del trabajo para dos tipos de trabajadores, los antiguos y los nuevos, afectando, de este modo, no solo la igualdad jurídica ante la ley, sino las oportunidades para tener mejores condiciones de vida, pues los antiguos trabajadores contarán con garantías de las que, en adelante, carecerán los nuevos trabajadores.

Lo que ocurre en la coyuntura ecuatoriana corre el peligro de generalizarse en toda América Latina, pues los empresarios neoliberales y los gobiernos que los representan, están conectados e intercambian ideas y experiencias. De modo que es necesario comprender que, en cuanto a su parte laboral, la propuesta de la Ley-O tiene dos ejes fundamentales: uno, el recorte a los “gastos” que tengan que hacer los empresarios; y dos, la privatización del tiempo de trabajo (tiempo laboral).

Desde una estricta visión económica, el trasfondo del proyecto es la reducción, al máximo, de los “gastos” empresariales. Con respecto al Código del Trabajo vigente, lo que se propone es entre otros asuntos: reducción del salario (hoy es de U$ 400 mensuales); disminución en el pago por horas suplementarias o extraordinarias; sustancial reducción de indemnizaciones por terminación del contrato y por despidos; eliminación de la jubilación patronal (el Código vigente la establece para quien ha trabajado en la misma empresa durante 20 años); recuperaciones e indemnizaciones para el empleador. No hay duda que el propósito final es, exclusivamente, aumentar las ganancias y rentabilidades empresariales, a costa de estrangular a los trabajadores, sin que importe, por tanto, su bienestar humano y familiar. Basta con que tengan trabajo y algo para sobrevivir en ínfimas condiciones.

De otra parte, en América Latina se conoce perfectamente el camino privatizador de bienes y servicios públicos, pero el proyecto laboral del gobierno del presidente Lasso implica la apropiación privada del tiempo de trabajo.  En efecto, la jornada de trabajo “es la que se ejecuta dentro de un tiempo de veinticuatro horas”, de manera que deja de distinguirse la jornada diurna de la nocturna; la máxima será de 12 horas y “por regla general” no excederá de las 40 semanales, aunque “podrán ser distribuidas hasta en seis jornadas de trabajo a la semana” (excepcionalmente en 7), algo ajeno al Código vigente que establece 8 horas diarias y 40 semanales en 5 días, con obligatorio descanso sábados y domingos (con recargos al salario si se excede esos tiempos); además, puede ser parcial (1 hasta 12 horas, lo cual es una sutil introducción del trabajo por horas prohibido por la Constitución); también: “conforme lo acuerden las partes, las jornadas de trabajo pueden ser distintas unas de otras, es decir, cantidad de horas de trabajo, horarios y lugares de trabajo diferentes entre ellos”. Se contempla jornada continua de hasta 22 días (excepto sector naviero y turístico que puede llegar a 44 días), con descansos acumulables en vacaciones; de otra parte, por causas señaladas, el empleador puede reducir la jornada (y los salarios) hasta el 50%; solo cuenta el trabajo “efectivamente” realizado, de modo que los permisos médicos o por calamidad doméstica deben ser recuperados en las horas no trabajadas (o restituidas del salario); las faltas injustificadas se recuperan “en la hora y en el día” que se le indique al trabajador; se norman los períodos por maternidad y lactancia; las horas suplementarias y extraordinarias solo son las que no se contemplen en el contrato como pactadas (disminuyen los recargos al 25% y máximo 50% eliminando el 100%); los períodos de vacaciones los fija el empleador y podrán ser continuos o discontinuos; para estudios se concede 1 hora diaria; a pesar del contrato y del supuesto “derecho a la desconexión”, el patrono podrá cambiar, en cualquier tiempo, la modalidad del teletrabajo; el contrato colectivo no rige para un trabajador que pacte lo contrario con su empleador; hay contratos eventuales; aumenta el período de prueba de 3 a 5 meses y además, el contrato por tiempo definido dura mínimo 6 meses y máximo 4 años, puede modificarse y solo será indefinido cuando pase los 4 años (en el Código actual son contratos indefinidos los que pasen de 1 año); el contrato puede terminar por una serie de causas y también por “justas causas” y si son las del empleador, el trabajador deberá indemnizarle con un mes de su última remuneración.

Como puede advertirse, se pretende que el Estado deje de ser regulador del tiempo de trabajo y garante del derecho social, porque en adelante serán las empresas las que decidan, según su conveniencia, cómo se usa y distribuye la jornada. Esta verdadera privatización del tiempo laboral, nueva e inédita en la historia latinoamericana contemporánea, seguramente convertirá a Ecuador en el primer país de la región que arrasa con la conquista mundial de 8 horas de jornada diaria máxima y con descansos semanales, que se logró conquistar a raíz de la masacre obrera de Chicago en 1886, en cuyo recuerdo se conmemora (excepto en los EEUU) el 1 de Mayo como Día del Trabajo, una jornada que Ecuador la estableció en 1916, durante el gobierno de Alfredo Baquerizo Moreno (RO#10-12/Sep/1916). En forma, al parecer definitiva, el dominio del capital y sus condiciones puede ganar el último terreno que le faltaba, si finalmente se aprueba la ley que, con el paso de los años, no solo regirá para los “nuevos” trabajadores sino para todos.

Historia y Presente – blog – www.historiaypresente.com

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Enfoques cooperativos; Hoy: Promover el encuentro del cooperativismo educacional con el campesinado y los aborígenes.

Propiciar un enfoque pedagógico apropiado

Por José Yorg, el cooperario.

«¿Por qué los campesinos tenemos que pedir permiso para reunimos como cristianos y los que no son campesinos no lo necesitan?…

¿Por qué nos persiguen cuando queremos organizamos, como agricultores y como cristianos para defender nuestros derechos?

¿Por qué se nos trata con amenazas, citaciones, como si cometiéramos algún delito al reunimos?…» Extraídos del texto “Movimientos Campesinos en el Paraguay” Ramón Fogel.

No es la primera vez que reprochamos el enfoque tradicional de educación cooperativa escolar y universitaria, diríamos más, encorsetado a la tradición europeizante, a la línea pedagógica liberal sarmientina, claudicando a los aportes Latinoamericanos de educación campesina como la experimentada en Paraguay por la Ligas agrarias cristianas.

Seguramente nos espera grandes batallares para lograr un serio debate con los/as colegas para construir un cooperativismo educacional popular, emancipatorio y transformador.

Mientras tanto, nos propusimos  darnos a la tarea al respecto, con la intencionalidad de propiciar reflexiones  metodológicas,  teóricas,  históricas y epistemológicas, que converjan  en  un enfoque pedagógico apropiado.

Es oportuno profundizar en la amplitud de prácticas y experiencias históricas y las memorias narrativas con sus respectivas conceptualizaciones que se reconocen por tener una mirada reprochadora popular.

Desde luego que no estamos planteando que el problema del divorcio entre el noble cooperativismo y el pueblo popular es sólo semántico o formal, sino fundamentalmente procedimental, cultural y teórico, histórico y político.

Ese desencuentro se da, por una parte, por la cultura de la desconfianza que caracteriza al campesino y al aborigen hacia el docente citadino. Estos sectores marginados históricamente, han sido engañados y vilipendiados de mil formas y maneras por acción agresiva u omisión de ayuda efectiva por los diversos gobiernos.

Pero por otra parte, los/as docentes formadas en instituciones oficiales bajo el influjo de pedagogía liberal, tradicional, carecen de métodos y herramientas conceptuales y procedimentales adecuados y flexibles  para aprovechar las experiencias y culturas, saberes de los campesinos y aborígenes e iniciar innovadoramente desde allí programas y contenidos cooperativos adecuados  a ese ambiente y necesidad.

El cooperativismo, que por cierto se reconoce con raigambre popular, obrerista, nacido como reacción ante los atropellos sufridos en la época de la llamada Revolución industrial,  no puede ni debe dejar de insistir en su investigación pedagógica para hallar la mejor fórmula de llegada y encuentro con el campesinado y los aborígenes.

El problema acuciante en Latinoamérica se presenta en la tenencia y propiedad de las tierras, es el ámbito de una disputa cruenta que se manifiesta en los desalojos violentos a los campesinos y aborígenes, sin importar su posesión ancestral.

Precisamente, en estos tiempos tumultuosos de época de cambios, en Paraguay se acaba de promulgar una reforma al Código penal incrementando hasta 10 años de cárcel para aquellos que osen invadir tierras mal habidas, éstas son aquellas que el dictador Stroessner concedió a sus cómplices: Tierras destinadas a la Reforma agraria.

Escuelitas Campesinas de las Ligas Agrarias Cristinas.

En este apartado seguiremos a Sintya Carolina Valdez-Ayala en su artículo publicado con el título de “Escuelitas Campesinas de las Ligas Agrarias Cristinas. Conciencia social y autoeducación”, del Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios-CERI-Paraguay. http://scielo.iics.una.py/pdf/riics/v15n2/2226-4000-riics-15-02-240.pdf

La autora citada afirma que “Entre los hallazgos se puede mencionar que el programa educativo de las Ligas Agrarias Cristianas se orientó a adultos inicialmente y luego a adultos y a niños. Se comenzó el proceso formando a los Pytyvõhára o educadores, ya que el trabajo con los profesores de la educación oficial tenía todos los sesgos de la escuela tradicional, es decir, ya estaban muy condicionados, de modo que en la primera fase se abordó la alfabetización de adultos y la formación de educadores”

Expresiones que confirman nuestra posición.

Estas expresiones confirman nuestra posición en cuanto a la formación de los/as docentes,  encontrándonos nosotros mismos en esa formación que confrontó en nuestras experiencias en escuelas rurales de la provincia de Formosa en zonas de cultivo de algodón, ambiente sujeto a los tiempos de la labor productiva, por lo que nos adecuamos e intentamos impartir en el proceso enseñanza-aprendizaje lineamientos de la pedagogía de Paulo Freire, sin embargo, resultaron improcedentes, más allá de ser un método maravilloso, pero descolgado de la realidad campesina.

El encuentro-muchas veces narrado-con la Supervisora Escolar Lina Frederich de Acuña aportó la precisa motivación y orientación hacia el cooperativismo escolar a tenor de que los hijos de los labriegos saben cultivar y cosechar los productos pero desconocen la virtud de la organización cooperativa en la representación y defensa del precio de sus esfuerzos, así como el abaratamiento de las compras en conjunto de herramientas y otros elementos necesarios, mercaderías y enseres por medio de la gestión empresarial cooperativa.

De lo que se trata es entonces de traducir esa relación productiva y cultural con los contenidos y método de la educación cooperativa necesaria y adecuada a los educandos campesinos, como dice el amigo Darío Castillo Sandoval, “por aquí es el camino”.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

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El legado humanista de Paulo Freire

El legado humanista de Paulo Freire

El 19 de septiembre de 1921, hace exactamente 100 años, nació Paulo Freire. Actor y autor de enorme coherencia, consagró su vida a la lucha por construir un método pedagógico que ayude a construir las condiciones de emancipación de las personas y colabore a transformar el mundo.

Nadie lo conoce todo ni nadie lo desconoce todo;nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo,los hombres se educan entre sí mediados por el mundo

Paulo Freire (Pedagogía del Oprimido, 1968)

El 19 de septiembre de 1921 nació Paulo Freire, el pensador brasileño que más ha influido en el desarrollo de las humanidades y de la educación a nivel mundial. A lo largo de su fructífera vida, Freire fue un actor y autor de enorme coherencia, consagrándose a la lucha por construir un método pedagógico que ayudase a generar las condiciones de emancipación de las personas y que simultáneamente ayudase a transformar el mundo.
Desde sus inicios, como idealizador del Programa Nacional de Alfabetización del gobierno de Joao Goulart, este ilustre pernambucano puso en práctica su concepción de un tipo de alfabetización que recuperase el saber de los sujetos alfabetizados en un contexto histórico concreto. Su pedagogía se asentaba en una crítica de los dispositivos de dominación que existen en las sociedades para perpetuar y consolidar el poder y los privilegios de una minoría que detenta los recursos económicos, políticos, culturales, ideológicos y educativos.

Su perspectiva contestataria de las formas de reproducción del poder a través de los mecanismos educativos lo llevó a concebir a la pedagogía como una práctica emancipatoria vinculada al hecho de que sean los propios sujetos quienes emprendan el proceso de su formación por medio de la toma de conciencia de su lugar en el mundo y de una realidad que es compartida con otros que se encuentran en la misma situación de subordinación.

Todos sabemos algo

Para Freire, entonces, el quehacer pedagógico representa una senda de autodescubrimiento, en donde enseñar no significa meramente transferir conocimientos desde quien los detenta hacia quienes no los poseen. Más bien, todo lo contrario: enseñar en Freire implica generar las posibilidades para la producción y construcción del saber de manera conjunta y colaborativa.

Ello supone la necesidad de situar el proceso pedagógico en cada contexto particular y desprender de esa realidad las potencialidades liberadoras de los educandos en una perspectiva de transformación de las condiciones de vida de los grupos subalternos para superar aquello que llamaba la «relación entre colonizadores y colonizados». Es decir, el «oprimido» descubre en la acción pedagógica dialéctica cual es la realidad en que está inserto y cuáles son las condiciones que le permitirán transformar ese contexto social.

Aquí la reflexión de Freire apunta a una comprensión estructural de la relación de dominación que se ha ido estableciendo por medio de mecanismos pedagógicos sacralizados presentes en el sistema escolar que suponen un traspaso o «depósito» (modelo de educación bancaria) desde aquellos que se apropiaron históricamente del saber y aquellos que han sido excluidos o que no poseen ningún conocimiento.

Esta única modalidad del quehacer educativo ha sido consagrada a través de la historia, y opera como instrumento de dominación de clase. De esta manera, la educación se torna un acto de depositar, y el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir estos depósitos, guardarlos y archivarlos, haciendo de la acción educativa un mero proceso acrítico de transferencia de saberes, de valores y de la visión de mundo de las clases dominantes.

En la puesta en práctica de su propuesta educativa alternativa, Paulo Freire fue introduciendo elementos eminentemente innovadores del quehacer pedagógico y de las formas por las cuales es posible articular la enseñanza con las condiciones concretas de vida y de trabajo de los jóvenes y adultos que participan en el proceso de aprendizaje. Freire reconoce y asume que los adultos analfabetos son poseedores de un conocimiento y de una cultura propia, que pueden y deben ser considerados como el punto de partida para todo proceso de enseñanza.

Es por ello que el análisis del fenómeno educativo que propone Freire supone la toma de consciencia de los educandos para que, a partir de esta comprensión de la posición que han ocupado estructuralmente dentro del proceso educativo, superen la visión desencantada y desmovilizadora que los ha ido «formateando» para incorporar una perspectiva crítica que les permita constituirse en sujetos activos del proceso educativo, como una praxis de búsqueda compartida y, consiguientemente, emancipatoria y transformadora.

Son los propios educandos quienes deben abrir sus consciencias para luchar contra la dominación, la opresión y la injusticia. Ello implica descubrir por qué me encuentro en la condición en que estoy y como puedo superar dicha situación por medio de un proyecto colectivo. «Leer el mundo para poder transformarlo»: en eso reside el carácter «subversivo» de la propuesta freiriana y la razón por la cual ha sido atacada sistemáticamente por los portavoces del establishment.

Existe una idea tan simple como nodal en la concepción freiriana: nadie se educa solo. Las personas se educan mutuamente mediadas por el mundo y, en la consecución de este propósito, los educadores populares son actores fundamentales —aunque no exclusivos— pues el desafío educativo requiere de la participación de todos los involucrados. Naturalmente, el educador debe dominar la metodología. Pero el proceso pedagógico es, ante todo, un quehacer colaborativo.

Todos ignoramos algo

Con la experiencia acumulada en la educación de adultos en el medio rural, Freire escribe un notable libro, titulado ¿Extensión o comunicación?, en el que parte cuestionando el concepto de «extensión» —tradicionalmente utilizado en los proyectos de intervención en el sector agrario— y lo desvela como una forma de «invasión cultural», precisamente porque en la visión clásica supone que el conocimiento debe ser una extensión desde un saber legitimado por la ciencia, el cual es introyectado o inoculado entre los campesinos que no lo poseen.

En su reflexión, Freire postula que el proceso de extensión, analizado desde el punto de vista gnoseológico, lo máximo que puede lograr es mostrar la existencia de una información nueva. Por lo mismo, se debe concebir la construcción del conocimiento como un proceso mutuo e interconectado en el cual resulta ser fundamental la presencia curiosa de las personas con relación a lo que sucede en el mundo. Y en este ensayo busca echar luz sobre un tema central de su propuesta pedagógica: toda acción educativa debe considerar que los hombres —en tanto sujetos activos y conscientes del conjunto del proceso— trabajan esencialmente para su propia realización humana. Así, el conocimiento implica también una acción transformadora sobre la vida, una permanente invención y reinvención de la realidad.

En Paulo Freire se encuentra cristalizada la noción de que el fenómeno educativo procura la formación de una conciencia crítica y transformadora en la cual los sujetos incorporan la esencia de un objetivo con orientación política y que asume el proyecto pedagógico en su totalidad, es decir, como parte de un proceso de cambio social y no como un mero adiestramiento destinado a la adquisición de habilidades, destrezas y capacidades para insertarse mejor en la estructura productiva definida por la civilización del capital.

Un factor trascendental para sustentar la práctica educativa consistiría en el establecimiento de un diálogo y una reflexión continua entre educadores y educandos, convirtiendo a los últimos en el centro del aprendizaje en un marco de respeto y generosidad. Para Freire no existe dialogo si no existe la humildad suficiente para reconocer que el otro puede aportarnos mucho desde su experiencia y su saber personal. Este reconocimiento de que sabemos algo, pero también desconocemos muchas cosas, es parte de una convicción fundamental del proyecto educativo freiriano.

Para el pedagogo brasileño, la libertad consistía concretamente en una actividad ejercida cotidianamente por los sujetos a través de la consciencia del mundo y de la puesta en escena de un pensamiento crítico como resultado de la realización del principio de acción-reflexión-acción. De manera tal que, al asumir el programa de alfabetización como parte de un proyecto mayor, quienes participan en él desarrollan cada vez más su capacidad reflexiva por medio de un posicionamiento crítico en torno de la cultura devenida en consciencia histórica para transformar la realidad.

Por eso mismo, la relación entre conocimiento y acción se encuentra en el centro de la reflexión realizada por Freire y tiene su correlato en los desdoblamientos posteriores de la pedagogía política y del proceso dialéctico que se establece entre la teoría y la práctica revolucionaria. Tal como sostiene Jorge Osorio, dicha visión del mundo y el método de la educación popular se apoya concluyentemente en herramientas epistemológicas que dicen relación con una filosofía de la acción transformadora, con su propensión hacia la teorización, lo cual supone una permanente reflexión sobre la acción y su retroalimentación en nuevas prácticas pedagógicas.

Ello ha permitido el enriquecimiento constante de los postulados esbozados hasta ahora y su diálogo fructífero con otras perspectivas teóricas y ámbitos del conocimiento que van desde la Teología de la Liberación hasta el pensamiento decolonial (Pedagogías Decoloniales), pasando por la educación comunitaria, la pedagogía de la alteridad, las teorías del cuidado y las Epistemologías del Sur. Estos movimientos e ideas cobran aún más pertinencia en un periodo en que se observa paralelamente la emergencia de un pensamiento reaccionario y oscurantista que se presenta en algunos reductos retrógrados del planeta.

Por eso, aprendemos siempre

Desde la época en que Paulo Freire trabajaba con la educación de adultos en Pernambuco, él estaba convencido de que en rigor no existen analfabetos en el mundo, lo que existiría son personas con distintas lecturas de la realidad las que precisamente a partir de la toma de consciencia de su condición de oprimidos, se tornan capaces de participar en un proyecto colectivo de aprendizaje y liberación.

Para él, la autoconsciencia de la propia práctica siempre será un campo fértil de investigación para comprender cómo los «hombres» realizan una lectura del mundo y como pueden compartir esa experiencia cotidiana de vida para intentar transformar la realidad social. Su método que privilegiaba el conocimiento instalado en todos los seres humanos sigue siendo utilizado en miles de experiencias pedagógicas en todo el planeta, consagradas desde ya hace muchos años bajo el nombre de Educación Popular.

Este modelo de Educación Popular no ha estado exento de problemas y críticas, como lo demuestra el fenómeno de que muchas veces este recurso se viene aplicando sobre todo como una fórmula para organizar a los sectores populares, perdiendo en ese intento la dimensión pedagógica y crítica tal como fue concebida por el pensador brasileño. No obstante, la concepción emancipadora de Paulo Freire continúa inspirando a miles de educadores en los cinco continentes, como un camino válido para formar sujetos conscientes y lúcidos de su inserción y de su papel en el mundo.

En muchos de sus estudios, argumentaba -a partir de la lectura dialéctica realizada de Los condenados de la tierra de Frantz Fanon- que la opresión deshumaniza tanto a los oprimidos como a los opresores y que las luchas emancipatorias de quienes se encuentran en una condición de sometimiento son, en última instancia, una tarea que implica la liberación de sí mismos y de sus opresores.

Esa es la esencia de Paulo Freire: un educador comprometido con su tiempo, que luchó con indesmentible pasión durante toda su vida para elaborar una pedagogía humanista y libertaria, que en la actualidad sigue más vigente que nunca. Como el mismo señaló ante un grupo de educadores populares en uno de sus viajes por América Latina:

No vine aquí para traer un discurso pedagógico, con aires de originalidad, sino para decirles que me entrego de cuerpo entero por las cosas que hago y en las cuales participo. No soy solo mente, soy pasión, soy sentimiento, soy miedo, soy reticencias. Soy preguntas, dudas, deseos y utopías… Soy proyecto.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/213982

Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-legado-humanista-de-paulo-freire/

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