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Hacia una pedagogía aumentada: el papel de la IA en la personalización del aprendizaje

La personalización del aprendizaje no es solo un ideal pedagógico, sino una necesidad cada vez más evidente en un mundo diverso e interconectado

Francisco José García-Peñalvo es Catedrático de Informática y Automática. Instituto Universitario de Ciencias de la Educación (IUCE), Universidad de Salamanca.

Avance

La personalización del aprendizaje es una necesidad pedagógica por razones obvias. Los estudiantes aprenden mejor cuando los contenidos y métodos se adaptan a sus necesidades específicas; y, desde el punto de vista social, la personalización reduce brechas educativas y promueve la equidad en el aula. Hace tiempo que la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un aliado para lograr que la personalización del aprendizaje deje de ser una utopía. Sin embargo, una tecnología más avanzada (la llamada inteligencia artificial generativa) ha supuesto un paso más. Gracias a los grandes modelos de lenguaje (Large Language Models: LLM), la IA generativa no se limita a analizar y adaptar, sino que además crea: genera textos, ejercicios, simulaciones y recursos educativos personalizados con una precisión muy superior a lo alcanzado previamente. Lo cual reporta ventajas para el estudiante: le permite interactuar con tutores o asistentes virtuales avanzados que no solo responden a preguntas, sino que también ofrecen explicaciones adaptadas a su nivel de comprensión. Y al docente le permite crear actividades y evaluaciones personalizadas para diferentes grupos; y medir con más precisión el progreso de sus estudiantes, valorando más las habilidades prácticas y la creatividad, lo que se traducirá en una preparación del futuro egresado ante los desafíos del mundo real.

Todo ello representa un cambio de paradigma en la educación. Porque, con esta tecnología, el alumno asume protagonismo y el profesor se convierte en mediador y diseñador de experiencias de aprendizaje más personalizadas y equitativas. En lugar de concentrarse únicamente en la transmisión de conocimientos, el docente puede dedicarse a aspectos de alto valor añadido, como fomentar el pensamiento crítico y acompañar emocionalmente a las personas en su proceso educativo. La integración de la IA en la educación busca transformar nuestra concepción de la enseñanza en lo que se denomina pedagogía aumentada, que combina lo mejor de los modelos tradicionales con las capacidades que brindan las tecnologías emergentes. En esta revolución en la forma de enseñar y de aprender, será fundamental —concluye el autor— tener en cuenta cuestiones éticas como la privacidad y el acceso equitativo a esas tecnologías, así como encontrar un equilibrio entre la personalización y la colaboración.

Artículo

¿Cómo transformar la educación en una era dominada por la inteligencia artificial (IA), en la que las tecnologías avanzan más rápido que nuestra capacidad de adaptarnos? Los avances se suceden a un ritmo tan frenético que cada vez resulta más difícil asimilar, aplicar y consolidar los nuevos productos a nuestro alcance, dando la razón a Ray Kurzweil (2001), quien, con su ley de los rendimientos acelerados, nos ponía sobre la pista de que el cambio tecnológico es exponencial frente a nuestra visión intuitiva de avance lineal.

En este contexto de innovación tecnológica continua, la educación se enfrenta al desafío de no quedar fuera de las transformaciones tecnológicas y sociales que se derivan de estos procesos de cambio. En un mundo digital, en el que las personas buscan cada vez más los servicios personalizados, paradójicamente la educación sigue orientando los procesos de enseñanza hacia el grupo en lugar de al individuo, por más que se reclame una personalización del aprendizaje como el enfoque pedagógico que busca adaptar los contenidos, métodos y ritmos a las necesidades particulares de cada estudiante.

Así, el aprendizaje personalizado ha sido un ideal perseguido por generaciones de profesores y profesoras, pero que siempre ha chocado en su implementación práctica con la cruda realidad de los sistemas educativos y las restricciones inherentes a los modelos tradicionales de enseñanza.

La IA aplicada a los procesos educativos se ha considerado tradicionalmente como la solución tecnológica que nos llevaría a conseguir la tan ansiada personalización del aprendizaje. A su alcance está el poder procesar grandes volúmenes de datos y generar modelos predictivos que pueden identificar patrones de aprendizaje, anticipar necesidades y proponer estrategias personalizadas. Herramientas como tutores virtuales, plataformas adaptativas y análisis de aprendizaje proponen, desde una perspectiva de investigación, que la personalización ya no es una utopía, sino un algo completamente alcanzable. Pero el paso del contexto de experimentación a un despliegue en los centros educativos ha vuelto a estrellarse una y otra vez con una realidad mucho más abrupta y menos amable.

El desarrollo de la IA generativa, especialmente con la aparición de herramientas como ChatGPT (https://openai.com/chatgpt/overview/), ha impulsado una nueva etapa en la aplicación de la inteligencia artificial en diversos dominios, incluido el educativo. En este contexto, la IA generativa emerge no solo como una herramienta tecnológica, sino como un motor transformador para la educación personalizada.

Sin embargo, esta transformación digital basada en la IA no está exenta de desafíos. Desde cuestiones éticas como la privacidad y el acceso equitativo hasta retos técnicos como el sesgo algorítmico, el camino hacia una pedagogía aumentada requiere un análisis cuidadoso. Este artículo explora cómo la IA generativa puede suponer un avance real y práctico del aprendizaje personalizado, los retos que plantea y las oportunidades que ofrece para construir un futuro educativo más inclusivo, efectivo y humano.

¿POR QUÉ SE DEBERÍA PERSONALIZAR EL APRENDIZAJE?

Tradicionalmente, los procesos de enseñanza suelen diseñarse para atender a un grupo heterogéneo de estudiantes de manera uniforme. Esta estrategia, aunque eficiente desde un punto de vista logístico, tiende a ignorar las diferencias individuales de cada persona en el aula. Aspectos como el ritmo de aprendizaje, los estilos de comprensión, los intereses personales y las barreras específicas (lingüísticas, cognitivas o emocionales) suelen quedar relegados en un modelo que prioriza la enseñanza colectiva. Por ejemplo, alguien con dislexia puede beneficiarse de plataformas que ajusten la velocidad de lectura y ofrezcan explicaciones auditivas, mientras que una persona con altas capacidades podría acceder a materiales más avanzados. Por ello, la personalización del aprendizaje no es solo un ideal pedagógico, sino una necesidad cada vez más evidente en un mundo diverso e interconectado.

Uno de los principales argumentos a favor de la personalización radica en su capacidad para mejorar los resultados académicos. Las personas aprenden mejor cuando los contenidos y métodos se adaptan a sus necesidades específicas. Alguien que progresa a su propio ritmo puede alcanzar un nivel de comprensión más profundo que quienes se ven en la obligación de seguir un ritmo preestablecido. En este sentido, la personalización puede ayudar a identificar y abordar lagunas en el conocimiento antes de que se conviertan en obstáculos significativos, lo que contribuye a reducir el abandono escolar y mejorar la retención del aprendizaje.

Otro beneficio significativo es el impacto positivo en la motivación y la autonomía del estudiantado. Cuando el aprendizaje está alineado con los intereses, habilidades y metas personales, las personas tienden a involucrarse más activamente en el proceso. La personalización fomenta la sensación de relevancia y propósito, elementos clave para mantener el interés en el aprendizaje. Por otra parte, una atención más personalizada fomenta un mayor empoderamiento, lo que permite al estudiantado asumir un rol activo en su proceso educativo y desarrollar habilidades esenciales como la autogestión, la toma de decisiones y la responsabilidad personal.

Desde un punto de vista social, la personalización también tiene el potencial de promover la equidad en la educación. En sistemas tradicionales, el estudiantado que no encaja en el molde estándar tiende a quedarse atrás. Aquellos individuos con necesidades especiales, provenientes de contextos socioeconómicos desfavorecidos o que enfrentan barreras culturales pueden beneficiarse enormemente de un enfoque que adapte el aprendizaje a sus circunstancias específicas. Por tanto, la personalización puede ser una herramienta poderosa para reducir las brechas educativas y garantizar que todo el estudiantado cuente con las mismas oportunidades de éxito.

Sin embargo, es importante reconocer que personalizar el aprendizaje no significa individualizar completamente el proceso educativo en detrimento del aprendizaje grupal y el aprendizaje colaborativo. La educación también tiene un componente social indispensable que fomenta habilidades como la colaboración, la empatía y la convivencia. Por ello, un enfoque equilibrado entre la personalización y la interacción grupal es esencial para un desarrollo integral.

En un contexto en el que tecnologías como la IA ofrecen soluciones viables para implementar la personalización a gran escala, la pregunta ya no es si se debe personalizar el aprendizaje, sino cómo hacerlo de manera efectiva, equitativa y sostenible. Esto requiere no solo herramientas tecnológicas avanzadas, sino también un cambio en la mentalidad pedagógica y en las estructuras educativas actuales.

IA GENERATIVA Y APRENDIZAJE PERSONALIZADO

Si partimos de la definición que nos da la Comisión Europea (2018), el término IA se aplica a los sistemas que manifiestan un comportamiento inteligente, pues son capaces de analizar su entorno y pasar a la acción –con cierto grado de autonomía– con el fin de alcanzar objetivos específicos. En este sentido, la IA se ha convertido en un aliado indispensable para abordar desafíos educativos complejos, como lo es la personalización del aprendizaje. En este contexto, la IA generativa representa un avance significativo que amplía las posibilidades de personalización del aprendizaje, tanto desde la perspectiva del estudiantado como del profesorado.

IA y aprendizaje personalizado: una evolución constante

Tradicionalmente, la IA aplicada a la educación ha desarrollado sistemas diseñados para identificar patrones en el comportamiento de los estudiantes y adaptar las estrategias de enseñanza. Los sistemas de recomendación, los análisis de aprendizaje (learning analytics) y las plataformas adaptativas son ejemplos representativos de estas primeras aproximaciones. Estas tecnologías permiten ajustar los contenidos y actividades según el desempeño del estudiante, creando una experiencia más personalizada que se adapta a ritmos y niveles de comprensión individuales.

En este enfoque tradicional, el protagonismo recaía en sistemas capaces de responder de manera reactiva. Por ejemplo, plataformas como Khan Academy integran algoritmos que ofrecen ejercicios y recursos específicos en función de las respuestas y los resultados de cada estudiante o en el caso de Duolingo se ha visto como los algoritmos de aprendizaje adaptativo pueden motivar a los usuarios mientras personalizan su experiencia. De manera similar, los tutores virtuales actúan como guías automatizadas, apoyando al estudiante en tareas específicas y brindando retroalimentación inmediata. Sin embargo, estas tecnologías, aunque efectivas, han estado limitadas en su capacidad para generar contenido único y para entender el aprendizaje como un proceso más integral e interactivo.

El salto cualitativo de la IA generativa

Con la popularización de la IA generativa, se ha abierto un nuevo capítulo en el aprendizaje personalizado. La IA generativa no solo analiza y adapta; crea. Gracias a los grandes modelos de lenguaje (Large Language Models: LLM), es posible generar textos, ejercicios, simulaciones y recursos educativos personalizados con una escala y precisión muy superiores a lo alcanzado previamente.

Desde el punto de vista del estudiantado, la IA generativa permite interactuar con tutores o asistentes virtuales avanzados que no solo responden preguntas o guían al usuario en tareas, sino que también ofrecen explicaciones detalladas adaptadas al nivel de comprensión, detectan áreas de dificultad y generan ejercicios o materiales de refuerzo específicos. Imaginemos a alguien que busca entender el cálculo diferencial: un asistente virtual basado en IA generativa no solo responderá a preguntas, sino que también podría crear ejemplos contextualizados, ejercicios prácticos y explicaciones alternativas hasta que el concepto sea plenamente comprendido.

Por otro lado, las plataformas adaptativas impulsadas por IA generativa pueden crear contenido original diseñado para áreas de mejora específicas, ofreciendo una experiencia más efectiva y significativa. Por poner un caso de ejemplo, en Finlandia (Generate Team, 2024), las plataformas de IA ya personalizan el aprendizaje de miles de estudiantes, habiendo demostrado una mejora en su participación y un fomento de una comprensión más profunda de las asignaturas. Además, el mecanismo de retroalimentación en tiempo real les permite identificar y abordar rápidamente sus lagunas de aprendizaje.

El impacto en la práctica docente

Desde la perspectiva del profesorado, la IA generativa ofrece un conjunto de herramientas transformadoras para personalizar las estrategias de enseñanza. Por ejemplo, un docente que trabaja con un grupo diverso de estudiantes puede utilizar la IA generativa para generar prácticas y materiales diferenciados que respondan a las necesidades específicas de cada estudiante. Esto incluye diseñar actividades que refuercen habilidades específicas o materiales alternativos que exploren un mismo concepto desde distintas perspectivas.

Asimismo, la IA generativa facilita la creación de actividades y evaluaciones personalizadas para diferentes grupos. Por ejemplo, el equipo docente de una asignatura en la que se desarrolle una práctica obligatoria de un cierto nivel de complejidad puede establecer objetivos de aprendizaje comunes para distintos grupos de trabajo, generar enunciados únicos para cada grupo y realizar un seguimiento automatizado de su progreso. De esta forma, el profesorado, por un lado, asegura que cada estudiante o grupo de estudiantes se enfrenta a los desafíos adaptados a su nivel, a la par que ayuda a mitigar problemas como el fraude y la copia entre grupos, mientras que, por otro lado, hace un uso más eficiente de su tiempo, de forma que los aspectos más repetitivos y tediosos quedan resueltos por la tecnología y puede dedicar su tiempo a los aspectos donde es más necesaria su intervención.

Además, la IA generativa permite al personal docente realizar un análisis detallado del progreso de sus estudiantes y diseñar intervenciones específicas basadas en estos datos. Por ejemplo, puede recibir informes personalizados que identifiquen patrones de aprendizaje y sugerir estrategias pedagógicas basadas en dichos patrones. De esta manera, el profesorado puede intervenir de manera proactiva y efectiva en el proceso educativo.

Un cambio de paradigma educativo

El impacto de la IA generativa no se limita solo a mejorar la personalización del aprendizaje; también redefine el papel de estudiantes y docentes en el proceso educativo. Mientras el estudiantado asume un rol más activo y autónomo, el profesorado se convierte en mediador y diseñador de experiencias de aprendizaje más personalizadas y equitativas.

Sin embargo, la integración de la IA generativa en el sistema educativo plantea desafíos significativos. Entre ellos, garantizar la calidad del contenido generado, mitigar sesgos algorítmicos, proteger la privacidad de los datos y asegurar el acceso equitativo a estas tecnologías. Para que estas herramientas cumplan con su potencial transformador, es esencial que se desarrollen marcos éticos y técnicos que guíen su implementación de manera responsable y sostenible. Un ejemplo de esta dirección es el manifiesto por una IA segura en educación, un documento en constante actualización que integra la retroalimentación de la comunidad. Este manifiesto invita a ser apoyado por quienes compartan sus principios básicos y permite incorporar comentarios para adaptarlo a los avances tecnológicos de la IA.

HACIA UNA PEDAGOGÍA AUMENTADA: UNA PERSPECTIVA DE FUTURO

La integración de la IA en la educación no se limita a mejorar procesos existentes, como es en el caso de la personalización, sino que busca transformar nuestra concepción de la enseñanza y el aprendizaje. Esta aproximación denominada pedagogía aumentada combina lo mejor de los modelos pedagógicos tradicionales con las capacidades extendidas que brinda la IA y otras tecnologías emergentes. En este marco, docentes y estudiantes se convierten en los ejes centrales de un proceso educativo que se vuelve más inclusivo, dinámico y, por supuesto, personalizado.

Integración de la IA con modelos pedagógicos tradicionales

Lejos de sustituir al profesorado, la IA amplifica sus capacidades naturales, permitiéndole adoptar un rol más estratégico como mediador y guía en el proceso de aprendizaje. En lugar de concentrarse únicamente en la transmisión de conocimientos, puede enfocarse en aspectos de alto valor añadido, como fomentar el pensamiento crítico, diseñar experiencias de aprendizaje personalizadas y acompañar emocionalmente a las personas en su proceso educativo.

En este contexto, las herramientas de IA actúan como extensiones del profesorado, facilitando el análisis de datos sobre el desempeño estudiantil, la identificación de patrones de aprendizaje y la generación de estrategias adaptativas. A su vez, la IA puede generar múltiples versiones de una misma actividad para evitar el fraude, mientras asegura que se alcancen los mismos objetivos de aprendizaje.

Conexión con otras tecnologías emergentes

La personalización del aprendizaje no depende únicamente de la IA. La realidad extendida (que engloba realidad virtual y aumentada), la gamificación y los entornos inmersivos representan tecnologías complementarias que potencian la pedagogía aumentada. Por ejemplo, la realidad extendida puede sumergir a los estudiantes en entornos simulados que permiten aprendizajes prácticos en un contexto seguro, como explorar la anatomía humana en 3 D o simular escenarios de ingeniería avanzada.

Por otro lado, la gamificación introduce elementos lúdicos que incrementan la motivación y el compromiso. La combinación de IA e interfaces gamificadas permite diseñar experiencias personalizadas que ajustan la dificultad y los desafíos según el progreso, fomentando la autonomía y el aprendizaje continuo. Una persona que domina un tema puede avanzar a niveles más complejos, mientras que otra que requiera apoyo adicional recibe refuerzos adaptados para consolidar sus conocimientos.

La equidad educativa como prioridad

Uno de los mayores retos de la pedagogía aumentada es garantizar la equidad educativa. La exclusión de estudiantes y docentes de estos avances tecnológicos podría aumentar las desigualdades existentes en lugar de reducirlas, teniendo en cuenta que, según Unicef, dos tercios de los niños en edad escolar del mundo no tienen acceso a internet en el hogar.

Como destacó Bill Gates (2023), la equidad en el acceso a la IA es una necesidad universal que, si no se consigue, dará lugar a mayores brechas tecnológicas de las que ya tenemos hoy en día. Es, por tanto, esencial que las políticas educativas prioricen el acceso universal a estas herramientas, especialmente en comunidades desfavorecidas o en regiones con recursos limitados.

La equidad también implica combatir los sesgos algorítmicos inherentes a algunos sistemas de IA. Si los modelos subyacentes se entrenan con datos que no representan adecuadamente la diversidad del estudiantado, pueden perpetuar desigualdades. Por ello, es crucial diseñar sistemas de IA transparentes y ajustados a las necesidades de cada contexto cultural, lingüístico y social.

En este sentido, el acceso equitativo debe incluir al profesorado, que necesita formación específica y recursos para aprovechar plenamente estas herramientas. Una formación inclusiva no solo facilita la adopción efectiva de estas tecnologías, sino que también capacita y empodera al profesorado para liderar esta transformación educativa.

Una vez garantizada la equidad educativa, podemos explorar cómo estas herramientas transformarán el futuro del aprendizaje.

PROYECCIÓN HACIA EL FUTURO

La personalización del aprendizaje, apoyada por la IA, no solo mejora la experiencia educativa, sino que también tiene el potencial de reducir desigualdades y promover el desarrollo integral.

El futuro de la personalización del aprendizaje se vislumbra en entornos educativos completamente integrados, donde la IA y otras tecnologías colaboren para ofrecer experiencias holísticas. En los próximos años, los sistemas educativos basados en IA podrán prever las trayectorias de aprendizaje de los estudiantes, sugiriendo itinerarios personalizados adaptados a sus intereses, capacidades y metas profesionales.

Además, la pedagogía aumentada evolucionará hacia un modelo de aprendizaje más colaborativo. Por ejemplo, las plataformas impulsadas por IA podrían conectar a estudiantes de diferentes partes del mundo para trabajar en proyectos conjuntos, enriqueciendo sus experiencias con perspectivas globales. Asimismo, los avances en IA con capacidades de inteligencia emocional permitirán a los sistemas educativos no solo evaluar el rendimiento cognitivo, sino también identificar y atender sus necesidades emocionales y sociales.

En el horizonte, deberíamos asistir a un cambio en las evaluaciones tradicionales. La IA podría generar evaluaciones continuas, integradas en el proceso de aprendizaje. De esta forma, en lugar de medir solo el rendimiento en pruebas estandarizadas, se valorarían las habilidades prácticas y la creatividad, preparando mejor al estudiantado para los desafíos del mundo real.

La pedagogía aumentada promete una revolución en la forma de enseñar y aprender, pero su éxito dependerá de nuestra capacidad para integrarla de manera ética, inclusiva y equitativa. En este sentido, es fundamental encontrar un equilibrio entre la personalización y la colaboración, conceptos que, aunque parecen antagónicos, son esenciales para el desarrollo social y profesional pleno de cada individuo.

Recapitulando, la personalización del aprendizaje, apoyada por la IA, tiene el potencial de transformar la educación al centrarse en las necesidades, intereses y capacidades de cada estudiante. Sin embargo, esta transformación no debe perder de vista los valores educativos fundamentales: la inclusión, la equidad y el desarrollo integral de las personas. La innovación tecnológica debe estar al servicio de estos principios y no a la inversa.

La era de la pedagogía aumentada está aquí. La invitación queda abierta, el potencial de la IA en la educación apenas comienza a explorarse y este camino debe recorrerse de una forma inclusiva e interdisciplinar. Esta nueva corriente educativa no solo es una oportunidad, es nuestra responsabilidad como sociedad construirla con ética, equidad e innovación al alcance de todos.


Referencias

Comisión Europea. (2018). Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones sobre Inteligencia artificial para Europahttps://d66z.short.gy/6jHjtG

Gates, B. (2023, March 21). «The Age of AI has begun». GatesNoteshttp://bit.ly/3nZjFF4

Generate Team. (2024, August 16). «Finland’s AI-Powered E-Learning Revolution. Transforming Traditional Education Through Cutting-Edge Technology». Generatehttps://d66z.short.gy/jTYv7A

Kurzweil, R. (2001, March 7). «The Law of Accelerating Returns». The Kurzweil Library + collections. Tracking breakthroughs in tech, science, and world progress. https://bit.ly/45kyYrH

 

Fuente de la información e imagen: https://www.nuevarevista.net

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Ser mujer indígena jornalera es motivo de discriminación laboral y racial

Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública AC

Las mujeres indígenas jornaleras fueron reconocidas al igual que los jornaleros agrícolas, como trabajadoras esenciales para la seguridad y soberanía alimentaria del país, a través de una reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) y la Ley del Seguro Social (LSS) que aprobó el Congreso de la Unión en diciembre de 2023, y se publicó en el Diario Oficial en enero de 2024. La reforma permite ampliar el reconocimiento para garantizar derechos como a un salario justo, acceso a la seguridad social, acceso a una vivienda digna, a la educación y evitar la subcontratación.

Ellas son vitales para la industria agrícola en México, pero no es suficiente frente a una realidad que se resiste a reconocerlas, como a Carmen, originaria de una comunidad nahua de la región de la Montaña de Guerrero, que, desde agosto de 2024, cuando fue despedida por la empresa agrícola para la que ella trabajaba, constató que la violencia tiene diversos rostros, y la justicia social y laboral no es uno de ellos.

Carmen llevaba 336 días trabajando en esa empresa cuando fue despedida. El primer día que llegó la hicieron firmar unas hojas, le dijeron que “era su contrato por seis meses”. Ella cursó solamente el segundo grado de primaria, a sus 32 años reconoce que el español lo comprende, pero no es su primer idioma, aprendió a firmar porque se lo solicitaron cuando tramitó su Credencial de Elector, así que ella plasmó su firma en esas hojas blancas con algunas líneas escritas que nunca le explicaron qué decían, solamente le dijeron que si terminaba su contrato le darían al final cuatro mil pesos de finiquito, y podía seguir trabajando en la empresa.

Después de cumplir los primeros seis meses, fue al área de recursos humanos para cobrar su finiquito, pero la convencieron de quedarse a trabajar otros seis meses más, y al final le iban a pagar la cantidad de ocho mil pesos, como finiquito por su trabajo.

Carmen tiene un hijo de 10 años, una hija con discapacidad de 9 años y un niño de 3 años. No van a la guardería porque el albergue donde estuvo habitando no cuenta con ese servicio, pero sí dispone de un cuarto de lámina habilitado para el cuidado de las niñas y niños. Ella le pagaba a otra mamá jornalera para que le cuidara a sus hijos e hija mientras se iba a trabajar. El albergue tampoco cuenta con aulas escolares, su cuarto es de concreto y techo de lámina. A pesar de esas condiciones, estuvo trabajando porque necesita el dinero para comprar la medicina que requiere su hija, así como todo lo necesario para ella y sus hijos. Pensó que su finiquito le iba a permitir comprar unos bultos de cemento y varilla, para comenzar a construir un cuarto en un pequeño espacio que le heredó su papá a espaldas de su vivienda, allá en su comunidad de origen.

Sin embargo, el 17 de agosto de 2024, salió a trabajar a las siete de la mañana junto con su grupo de trabajadores y trabajadoras agrícolas, su jornada iba sin novedad, después del medio día la llamaron de recursos humanos, pensó que le iban a pagar su finiquito, pero le comentaron que “ya no había hortalizas para cortar y debía regresar a Guerrero”. Le hicieron firmar una hoja que después supo era su “renuncia voluntaria”, le comentaron que ella y su familia debían pagar su traslado porque la empresa no lo iba a cubrir debido a que no concluyó su año de trabajo. Además, le comentaron que debía abandonar el albergue esa noche, pero “rogó” para que la dejaran salir al día siguiente y tuviera tiempo suficiente para guardar sus cosas. Le prometieron que el lunes 19 de agosto le depositarían su salario de esa semana que trabajó y su finiquito. La empresa agrícola no lo hizo, ella insistió por dos largos meses, pero sus llamadas nunca fueron atendidas por el área de recursos humanos.

Quiso presentar una denuncia cuando tuvo conocimiento que sus derechos habían sido violentados, pero la autoridad laboral le dijo que ya había vencido el plazo jurídico. La única alternativa y realidad a la que se enfrentó de nuevo Carmen fue migrar en noviembre de ese año a una empresa que no conoce, pero que la admitían con sus hijos e hija. A pesar del contexto de violencia que está atravesando el estado de Sinaloa, ella se arriesga cada día al salir al corte a los campos agrícolas donde la mandan, porque necesita de esos recursos para sobrellevar el día a día.

Para Carmen, los cambios hechos a los artículos 280, 283, 284 de la LFT y todos los del Capítulo VIII Trabajadores del Campo, no la han beneficiado como trabajadora agrícola, menos como “esencial”. La reforma es ajena a esa realidad, a esto se suma que esos abusos están íntimamente relacionados con la discriminación que ejercen los Centros de Trabajo Agrícola por ser mujer indígena y migrante, por no hablar, ni escribir y leer en español, por no tener una red de apoyo familiar, por no tener los medios, ni recursos para defender sus derechos, por no conocer los procedimientos jurídicos y por no acudir a tiempo con la autoridad laboral. Carmen no tuvo ni tiene acceso a lineamientos que le garanticen mejores condiciones de trabajo y de vida, no tiene acceso a protocolos y políticas internas que implementen acciones concretas que les permitan tener garantía de una reforma que la proteja como “mujer trabajadora”. Por ello, es fundamental que las autoridades como los empleadores den cumplimiento a esas leyes, que garantice realmente reconocer el carácter esencial de Carmen y de las miles de mujeres jornaleras de contextos rurales e indígenas que están viviendo esa misma realidad.

Fuente de la información e imagen:  https://www.tlachinollan.org

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Teuchitlán: narrativas en disputa. Desaparición forzada y necrocapitalismo (II)

¿Por qué pesa más la confrontación de narrativas que la búsqueda de los desaparecidos, la justicia y la atención a las víctimas? Con esta pregunta iniciamos nuestra búsqueda de respuestas desde la crítica al capitalismo. En la entrega pasada (https://goo.su/Rrpt9h) habíamos indicado que el proceso desaparecedor es una tecnología racional, aquí nos proponemos analizar este aspecto.

5. Al asignarle el estatus de racionalidad a la tecnología desaparecedora, en primer lugar, se rompe con el análisis lineal. Su intención, que implica e implicó el mejor cálculo de los responsables, acabó en el terror de la crisis humanitaria en que vivimos. Por más perversidad individual que se haya requerido para ejecutar la represión mediante la desaparición forzada durante el periodo de la guerra sucia, es ilógico concluir que los gobiernos hubieran querido una crisis fuera de control; de la misma manera, por más descomposición psicológica individual que se requiera para ser parte de los responsables del proceso actual de desaparición, es ilógico pensar que los grupos beneficiados económicamente con esta tecnología pretendan producir una crisis que a la larga les pueda afectar en sus negocios, ya sea por la presión de las colectividades de búsqueda y por las movilizaciones sociales que de ello puedan derivar, como ocurrió con el caso Ayotzinapa. El video que replicaron los grandes medios el 17 de marzo, atribuido al Cartel Jalisco Nueva Generación (https://lc.cx/zol0XR), jugó un triple papel: tuvo la clara intención de desprestigiar a las y los colectivos de búsqueda (https://goo.su/qixMnMS), frenar el descontento y de paso benefició la narrativa de los grupos de derecha.

6. Cabe hacer un paréntesis. Las críticas de los grupos de derecha al gobierno de MORENA, fomentan la interpretación lineal, como tenemos un mal resultado social eso deviene de un mal gobierno, el peor que hemos tenido —dicen—, se puede obtener la fórmula malo = malo + malo, hay que romper con esa lectura lineal; aquí estamos dando muestras de que racional + racional puede dar como resultado irracionalidad (enajenación), crisis y barbarie. Eso por supuesto no exculpa de responsabilidad al gobierno actual, ni lo descarta de no participar en la racionalidad desplegada en la desaparición forzada, lo que me interesa mostrar por ahora es que la interpretación lineal se fomenta con un objetivo electoral, al descalificar a MORENA estos grupos no proponen la alternativa revolucionaria de la clase trabajadora, sino recuperar el botín del aparato de Estado con una hipocresía sin límites, pues ellos y sus partidos son también responsables del proceso desaparecedor en el circuito burocrático-político: PRI, PAN, PRD, MC, Murillo Karam, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Genaro García Luna, Enrique Alfaro, Ángel Aguirre Rivero, etc.

7. En segundo lugar, se puede subordinar el juicio moral (la dicotomía bueno/malo) que hacemos sobre los responsables al contexto económico-estructural de la sociedad mexicana. Siendo una tecnología racional, la desaparición forzada no se constituye sobre la maldad o la bondad de los responsables, sino sobre los intereses de los grupos económicos involucrados en la industrial ilegal y legal. Decía un gran crítico de la economía capitalista, “en asuntos de dinero la benevolencia está totalmente de más” y un gran filosofo concluyó que el mal es la consecuencia negativa de la libertad. Con estos señalamientos, vemos que la comprensión del problema rebasa a un solo gobierno y la moralización sobre él, nos remite al análisis de la forma económica y política de México.

8. Al enlazar la desaparición forzada actual con la industria ilegal, se vuelve ineludible hablar de la economía mexicana y —desde la perspectiva marxista— de su forma de capitalismo. El texto del profesor Roberto avanza por esa ruta, desarrollando la idea de necrocapitalismo que produce y reproduce una relación especifica entre capital y trabajo asalariado. Aquí me remito a hacer otros señalamientos de aquella búsqueda de la que es pionero.

9. El ascenso del narcotráfico en México ha llevado a diversos investigadores a rastrear su origen. Es ahí que podemos lanzar una conjetura provisional: el desarrollo del capitalismo en México, posterior a la Revolución mexicana, va a dar un nuevo impulso a la industria ilegal, no como una anomalía ajena, sino como una de sus ramas, vinculada por lo mismo a otras de la industria legal, rasgo que mantendrá hasta la fecha; coexistirán para mantener un régimen de sobreexplotación de los recursos naturales y superexplotación de la fuerza de trabajo —hay numerosos reportajes que dan cuenta de esta relación, grupos criminales sirven de operadores políticos a las grandes mineras, impiden las luchas ambientales y territoriales de las comunidades para quitarlas del camino, ellos se favorecen con la tala y sembradíos ilegales, los otros con el control minero legal (https://lc.cx/l05Kob)—. Ejemplo de ello es la elaboración de goma de opio que productores estadounidenses fomentaron en nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial; o la producción de heroína y mariguana en la década de los setenta para la exportación a EEUU tras finalizar la invasión fallida a Vietnam (https://goo.su/IAbl). ¿En qué momento y qué sucedió para que esa rama emergiera como una potencia económica al grado de producir la crisis de desaparición forzada? Son preguntas que habrá que ir respondiendo posteriormente, porque no se puede resolver el problema con la aseveración “es el capitalismo”, no todo capitalismo ha derivado en crisis de desapariciones forzadas, puede ser que estemos hablando de un grave problema endémico. De esta industria —que opera en la ilegalidad— no se sabe a ciencia cierta los dividendos que genera, no obstante, también percibimos su impacto de otras maneras, una de ellas es la llamada narcocultura.

Fuente de la información:  https://insurgenciamagisterial.com

Fotografía: cortesía de Elizabeth Sauno

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México: Desprivatizar las pensiones

Desprivatizar las pensiones

Miguel Ángel Ferrer

En el año 2007, el gobierno ultraderechista de Felipe Calderón privatizó el sistema de pensiones para el retiro de los trabajadores. De un plumazo, el Estado dejó de ser el rector, responsable y garante del sistema pensionario, el que pasó a ser manejado por varios grupos de capitalistas privados.

De este modo, las pensiones dejaron de ser un sistema de seguridad y protección de los trabajadores para convertirse en el millonario negocio de unos cuantos plutócratas.

Así, las pensiones siguieron la ruta de bancos, ferrocarriles, siderúrgicas, puertos, aeropuertos, carreteras, petroquímica, líneas aéreas y una muy larga lista de bienes nacionales que pasaron al dominio de capitalistas privados.

Al cabo de 20 años, las pensiones, como otros sectores privatizados de la economía, demostraron su incapacidad para cumplir sus ofertas de mejoría social y popular.

Ahora hay que desandar el camino privatizador y volver al sistema estatal. Así lo entienden y desean los millones de trabajadores defraudados por los engaños privatizadores. Al momento, la lucha por retornar al sistema pensionario estatal la encabeza la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Y no cabe duda de que los tiempos son propicios. Para empezar, hay en Palacio Nacional un gobierno sensible a la justeza de esta demanda popular.

En segundo término, con la desprivatización de las pensiones aumentaría el respaldo popular y electoral a la Cuarta Transformación entre los jubilados de hoy y del futuro, lo que limitaría las posibilidades de la derecha de retornar al poder por la vía electoral.

Salvo los plutócratas y sus corifeos en los medios de información, ¿quién podría estar en contra de garantizar una pensión digna y suficiente para los trabajadores retirados?

Ahora es el momento de dar el paso desprivatizador. El gobierno de la Presidenta Sheinbaum cuenta con un inmenso respaldo popular y con la mayoría calificada en las dos cámaras del Congreso

Cuenta, asimismo, con la mayoría de los gobiernos estatales y municipales. Cuenta también con el apoyo de las fuerzas armadas. Pero, además, y lo más importante, cuenta con diversas, combativas y experimentadas organizaciones de masas, como la CNTE, dispuestas a dar la batalla por la renacionalización de las pensiones.

Nacionalizar es desarrollar, decían los cardenistas de los años treinta del siglo pasado. Y, como la historia lo demostró, tenían razón.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/desprivatizar-las-pensiones/

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Brasil: Calendario político

Calendario político

Frei Betto

Podemos no darnos cuenta, pero la política está presente en todo: en la calidad de nuestro desayuno y del transporte que usamos para ir a la escuela o al trabajo.

Cierto que no todo es político. Una pareja de luna de miel no es necesariamente una cuestión política. Pero el lugar al que viajó (o no) tiene que ver con la política, que influye en los ingresos familiares.

La política es una espada de dos filos. Sirve para oprimir o para liberar. Es como la religión, que también sirve para oprimir o para liberar.

Uno de los ejemplos más curiosos de que todo tiene que ver con la política es el siguiente: pregúntele a un grupo de personas cuál es el último mes del año. Todos responderán: “Diciembre”. Ahora, siga preguntando: “¿Con qué número se corresponde su nombre?”.

Sin duda, la mayoría dirá que con el 12. ¡Error! Diciembre se corresponde con el número 10. Antes de él vienen noviembre, con el nueve; octubre, con el ocho; septiembre, con el siete. ¿Y por qué el año tiene 12 meses?

Por la política: en la Roma antigua el año tenía 304 días y 10 meses (martius, aprilis, maius, junius, quintilis, sextilis, september, october, november y december). Más tarde, se añadieron los meses de janus y februarius.

El Senado romano cambió el nombre de quintilis por el de julius, en honor al emperador Julio César. El emperador Augusto, su sucesor, no quiso quedarse atrás y exigió también un mes en su homenaje. Sextilis se convirtió en agosto en honor a César Augusto.

Los astrónomos del reino, cohibidos, le recordaron al emperador la alternancia de meses con 30 y 31 días. Por tanto, el mes de Augusto tendría un día menos que el de Julio. El emperador seguro dijo: “¡Quiero isonomía! O mañana no tendrán la cabeza sobre los hombros”. ¿Qué hicieron? Le quitaron un día a febrero. Julio y agosto son los únicos meses consecutivos de 31 días.

Una pregunta que siempre me hacen es por qué la fecha del carnaval cambia todos los años y con qué criterio. Cambian también las fechas de la Semana Santa, el Corpus Christi y otras efemérides litúrgicas.

Nuestro calendario gregoriano es solar; o sea, se rige por la rotación de la Tierra alrededor de la estrella que nos alumbra. El calendario litúrgico es lunar, basado en las fases de la luna. Su festividad central es la Pascua, conmemorada por los judíos en la primera luna llena del mes de Nisan. Ese mes del calendario judaico corresponde al período entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

Para los que vivimos en el hemisferio sur, el domingo de Pascua es siempre aquel al que sigue la primera luna llena de otoño. Este año será el 20 de abril. Para evitar confusiones con la festividad judaica, la Iglesia adoptó el domingo siguiente al de la Pascua judaica como el de la celebración de la resurrección de Jesús.

El domingo de carnaval es siempre el último antes de la Pascua cristiana. El jueves de Corpus Christi, el primero después del domingo de la Santísima Trinidad, que se conmemora 57 días después de la Pascua.

El domingo de Pascua es la fecha de referencia de las demás festividades litúrgicas llamadas móviles. Existen también las inmóviles, como la Navidad, que se celebra invariablemente el 25 de diciembre, sin importar el día de la semana en que cae.

Todos los pueblos que siguen un calendario anual celebran la llegada del Año Nuevo, que los brasileños llamamos réveillon, del verbo francés réveiller, que significa “despertar”. Fue el emperador Julio César quien decretó en el año 435 a. C. que el 1 de enero era el primer día del nuevo año. En esa fecha se celebraba la fiesta de Jano, el dios de las puertas, que tenía dos caras, una vuelta hacia el frente y otra hacia atrás. Janeiro se deriva de Jano

En portugués, fue Martinho de Dume, obispo de Braga, Portugal, quien dio nombre en el siglo VI a los días de la semana. Denominó en latín los días de la Semana Santa en los cuales no se debía trabajar: feria secunda (segundo día feriado), feria tertia, etc. Feria, por corrupción, derivó en feira.

El emperador Constantino (280-337), convertido al cristianismo, ya había denominado Dies Dominica, “día del Señor”, al domingo, el primer día de la semana. El nombre del séptimo día, el sábado, viene del hebreo shabat, que significa “descanso”.

Otros idiomas latinos como el francés, el italiano y el español conservan los nombres paganos de los días, inspirados en los de los planetas. En la lengua de Cervantes, la segunda feira es lunes, por la luna; la terça, martes, por Marte, etc.

Todas esas convenciones y denominaciones se ajustan a la danza mulata de la Tierra alrededor del maestre sala: el Sol. En ese baile transcurren cuatro estaciones: verano, otoño, invierno y primavera. Y no solo la escuela de samba Estación Primera de Mangueira…

Si la evolución del universo, surgido hace 13 800 millones de años, se compactara en uno del calendario gregoriano, el big bang, la explosión primordial, habría ocurrido el 1 de enero; nuestra galaxia, la Vía Láctea, se habría formado el 1 de mayo; nuestro sistema solar, el 9 de septiembre; la Tierra habría surgido el 14 de septiembre; las primeras manifestaciones de vida, el 25 de septiembre, y el ser humano, en los últimos segundos del 31 de diciembre.

Es muy bueno, de vez en cuando, darse un paseo por la ciencia, tan desprestigiada por esa gente que adora las fake news de Trump.

Fuente: Cubadebate

Fuente de la Información: https://redh-cuba.org/2025/03/calendario-politico-por-frei-betto/

 

 

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UNICEF: Al comenzar un nuevo año escolar en Afganistán, casi 400.000 niñas más se ven privadas de su derecho a la educación, lo que eleva el total a 2,2 millones.

Al comenzar un nuevo año escolar en Afganistán, casi 400.000 niñas más se ven privadas de su derecho a la educación, lo que eleva el total a 2,2 millones.

NUEVA YORK, 22 de marzo de 2025 – El inicio del nuevo año escolar en Afganistán marca el tercer aniversario de la prohibición de la educación secundaria para niñas. Esta decisión continúa perjudicando el futuro de millones de niñas afganas. Si esta prohibición persiste hasta 2030, más de cuatro millones de niñas se verán privadas de su derecho a la educación más allá de la primaria.

“Las consecuencias para estas niñas –y para Afganistán– son catastróficas.

La prohibición impacta negativamente el sistema de salud, la economía y el futuro del país. Al reducirse el número de niñas que reciben educación, estas enfrentan un mayor riesgo de matrimonio infantil, con repercusiones negativas en su bienestar y salud.

Además, el país experimentará una escasez de personal sanitario femenino cualificado. Esto pondrá en peligro vidas.

Con menos médicas y parteras, las niñas y las mujeres no recibirán el tratamiento médico ni el apoyo que necesitan. Estimamos 1.600 muertes maternas adicionales y más de 3.500 muertes infantiles. Estas no son solo cifras, sino vidas perdidas y familias destrozadas.

Durante más de tres años, se han violado los derechos de las niñas en Afganistán. Todas las niñas deben poder regresar a la escuela ya. Si a estas jóvenes capaces e inteligentes se les sigue negando la educación, las repercusiones durarán generaciones. Afganistán no puede dejar atrás a la mitad de su población.

En UNICEF, mantenemos nuestro compromiso inquebrantable con la infancia afgana, tanto niñas como niños. A pesar de la prohibición, hemos brindado acceso a la educación a 445.000 niños mediante el aprendizaje comunitario, de los cuales el 64% son niñas. También estamos empoderando a las maestras para garantizar que las niñas tengan modelos positivos a seguir.

Seguiremos defendiendo el derecho de todas las niñas afganas a recibir educación e instamos a las autoridades de facto a que levanten esta prohibición de inmediato. La educación no es solo un derecho fundamental; es el camino hacia una sociedad más sana, estable y próspera.

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Fuente de la Información: https://www.unicef.org/press-releases/new-school-year-starts-afghanistan-almost-400000-more-girls-deprived-their-right

 

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Una diatriba contra los trabajos absurdos

David Graber pronunció su versión particular de «el rey va desnudo» en su mítico artículo titulado «On the Phenomenon of Bullshit Jobs». Desveló lo que muchas personas sentían: que trabajo era absurdo, sin propósito.

David Graeber. Doctor en Antropología y profesor del Goldsmiths College de Londres. Con un largo historial de activismo y compromiso político, colaboró en medios como The Nation, The Guardian y Harper’s Magazine, entre otros. En 2006 la London School of Economics le reconoció como «un destacado antropólogo que transformó radicalmente el estudio de la cultura». Murió en 2020.

Avance

David Graeber: «Trabajos de mierda». Ariel, 2018

En el año 2013 el antropólogo David Graeber escribió un artículo titulado originalmente On the Phenomenon of Bullshit Jobs: A Work Rank (Sobre el fenómeno de los trabajos de mierda: una diatriba laboral), que sacaba del armario a esas profesiones de nombres largos y contenido incierto. Enseguida se convirtió en un fenómeno. Se compartió viralmente, se tradujo de forma masiva y la página web de la revista donde se había publicado, Strike, se colgaba repetidamente por exceso de tráfico. No se quedó en meras palabras. En 2015 aparecieron carteles en el metro de Londres donde se reproducían algunas de sus frases. La respuesta fue tal que Graeber se dedicó también a pensar sobre esta y publicó un libro donde exploraba el tema con mayor detenimiento. Reproducimos aquí el texto original con conocimiento y permiso de la web destinada a la difusión de su legado: www.davidgraeber.org 

ArtÍculo

En el año 1930, John Maynard Keynes predijo que, a finales de siglo, la tecnología habría avanzado lo suficiente como para que países como Gran Bretaña o Estados Unidos hubieran conseguido una semana laboral de quince horas. Hay muchas razones para creer que tenía razón. En términos tecnológicos, somos perfectamente capaces de ello. Y, sin embargo, no ha ocurrido. En su lugar, la tecnología se ha utilizado, si acaso, para encontrar formas de hacernos trabajar más. Para lograrlo, se han tenido que crear puestos de trabajo que, de hecho, no tienen sentido. Muchísimas personas, sobre todo en Europa y Norteamérica, pasan toda su vida laboral realizando tareas que, en el fondo, creen que no son necesarias. El daño moral y espiritual que se deriva de esta situación es profundo. Es una cicatriz en nuestra alma colectiva. Sin embargo, prácticamente nadie habla de ello.

¿Por qué la utopía prometida por Keynes —aún esperada con impaciencia en los años 60— nunca se materializó? Hoy se dice que no tuvo en cuenta el aumento masivo del consumismo. Ante la disyuntiva de elegir entre menos horas y más juguetes y placeres, hemos optado colectivamente por lo segundo. Se trata de una bonita moraleja, pero si reflexionamos un momento veremos que no puede ser cierta. Sí, hemos sido testigos de la creación de un sinfín de nuevos empleos e industrias desde los años 20, pero muy pocos tienen algo que ver con la producción y distribución de sushi, iPhones o zapatillas deportivas de lujo.

Así pues, ¿cuáles son o en qué consisten exactamente estos nuevos empleos? Un informe reciente que compara el empleo en EE. UU. entre 1910 y 2000 ofrece ejemplos claros (y observo que muy similares a los del Reino Unido). A lo largo del último siglo, el número de trabajadores empleados en el servicio doméstico, en la industria y en el sector agrícola se ha reducido drásticamente. Al mismo tiempo, «los trabajadores profesionales, directivos, administrativos, comerciales y de servicios» se triplicaron, pasando «de una cuarta parte a tres cuartas partes del empleo total». En otras palabras, los empleos productivos, tal y como se predijo, se han automatizado en gran medida (incluso si se cuenta a los trabajadores industriales a nivel global, incluidas las masas trabajadoras de India y China, dichos trabajadores siguen sin ser un porcentaje tan grande de la población mundial como solían ser).

Pero, en lugar de permitir una reducción masiva de las horas de trabajo para liberar a la población mundial y que esta pueda dedicarse a sus propios proyectos, placeres, visiones e
ideas, hemos asistido a la expansión no tanto del sector «servicios» como del sector administrativo,
 hasta la creación de industrias completamente nuevas como los servicios financieros o el telemarketing, o la expansión sin precedentes de sectores como el derecho corporativo, la administración académica y sanitaria, los recursos humanos y las relaciones públicas. Y estas cifras ni siquiera reflejan a todas aquellas personas cuya labor consiste en proporcionar apoyo administrativo, técnico o de seguridad a estas industrias, ni tampoco a las que integran toda la serie de industrias auxiliares (bañar perros, repartir pizzas a domicilio toda la noche) que solo existen porque los demás trabajadores se dedican a trabajar en las otras. Esto es lo que propongo llamar «trabajos de mierda».

Es como si alguien se inventara trabajos sin sentido únicamente para mantenernos ocupados. Y aquí, precisamente, radica el misterio, ya que, en el capitalismo, esto es exactamente lo que se supone que no debe ocurrir. Claro, en los viejos estados socialistas ineficientes como la Unión Soviética, donde el empleo se consideraba tanto un derecho como un deber sagrado, el sistema se encargaba de crear tantos puestos de trabajo como fuera necesario (por eso en los grandes almacenes soviéticos hacían falta tres dependientes para vender un trozo de carne). Pero, por supuesto, este es el tipo de problema que se supone que soluciona la competencia del mercado. Según la teoría económica, al menos, lo último que va a hacer una empresa con ánimo de lucro es despilfarrar dinero en trabajadores que realmente no necesita. Pues esto es lo que, de algún modo, ocurre.

Aunque las empresas reduzcan sus plantillas de forma despiadada, los despidos y las reducciones de plantilla recaen invariablemente sobre esa clase de personas que realmente fabrican, mueven, arreglan y mantienen las cosas. A través de alguna extraña alquimia que nadie puede explicar, el número de asalariados que se dedican a llevar papeles de aquí para allá parece aumentar, y cada vez más empleados se encuentran —de manera no muy diferente a la de aquellos trabajadores soviéticos— trabajando 40 o incluso 50 horas semanales sobre el papel, pero en realidad trabajando quince, tal y como predijo Keynes, ya que el resto de su tiempo lo dedican a organizar seminarios de motivación, actualizar sus perfiles de Facebook o descargar series.

Está claro que la respuesta no es económica: es moral y política. La clase dominante se ha dado cuenta de que una población feliz y productiva con tiempo libre en sus manos es un peligro mortal
(pensemos en lo que empezó a ocurrir cuando esto empezó vislumbrarse en los años 60). Y, por otra parte, les resulta extraordinariamente conveniente la creencia de que el trabajo es un valor moral en sí mismo, y que cualquiera que no esté dispuesto a someterse a algún tipo de disciplina laboral intensa durante la mayor parte de sus horas de vigilia no merece nada.

Una vez, dándole vueltas al crecimiento aparentemente interminable de las tareas administrativas en los departamentos académicos británicos, se me ocurrió una posible imagen del infierno. El infierno es un conjunto de individuos que pasan la mayor parte de su tiempo trabajando en una tarea que no les gusta y en la que no son especialmente buenos. Digamos que se les contrató porque eran excelentes ebanistas y luego descubren que deben pasar gran parte de su tiempo friendo pescado. En verdad, no es una tarea realmente necesaria —al menos, solo hay un número muy limitado de pescados que haya que freír—, pero, de alguna manera, todos se obsesionan tanto con el resentimiento ante la idea de que algunos de sus compañeros de trabajo podrían estar pasando más tiempo haciendo armarios, y escaqueándose de sus responsabilidades asignadas de freír pescado, que en poco tiempo hay interminables pilas de pescado mal cocinado que no sirve para nada amontonándose por todo el taller y esto es lo único que realmente se hace. En mi opinión, esta es una descripción bastante exacta de la dinámica moral de nuestra propia economía.

Me doy cuenta, por supuesto, de que cualquier argumento de este tipo se va a topar con objeciones inmediatas: Y ¿quién eres tú para decir qué empleos son realmente «necesarios»? De hecho, ¿qué es necesario? Usted es profesor de antropología, es esto entonces lo «necesario?» (Y, de hecho, muchos lectores de tabloides considerarían la existencia de mi trabajo como la definición misma del despilfarro en gasto social). Por un lado, es evidente que es cierto. No puede haber una medida objetiva del valor social.

No me atrevería a decirle a alguien que está convencido de estar haciendo una contribución significativa al mundo que, en realidad, no lo está haciendo. Pero, ¿qué pasa con las personas que están convencidas de que su trabajo no tiene sentido? No hace mucho volví a ponerme en contacto con un amigo del colegio al que no veía desde que tenía doce años. Me sorprendió descubrir que, entretanto, se había convertido primero en poeta y luego en líder de un grupo de rock independiente. Había escuchado algunas de sus canciones en la radio sin saber que el cantante era alguien a quien conocía. Era brillante, innovador, y su trabajo había alegrado y mejorado sin duda la vida de personas de todo el mundo. Sin embargo, tras un par de álbumes fallidos, perdió su contrato y, acosado por las deudas y una hija recién nacida, acabó, como él mismo dijo, «eligiendo la opción por defecto de tanta gente sin rumbo: estudiar derecho». Ahora es abogado de empresa, trabaja en un importante bufete de Nueva York. Y es el primero en admitir que su trabajo carece de sentido, que no aporta nada al mundo y que, en su opinión, no debería existir.

Hay muchas preguntas que uno podría hacerse aquí, empezando por: ¿qué dice de nuestra sociedad el hecho de generar una demanda extremadamente limitada de poetas y músicos con talento, pero una demanda aparentemente infinita de especialistas en derecho corporativo?

(Respuesta: si el 1 por ciento de la población controla la mayor parte de la riqueza disponible, lo que llamamos «el mercado» refleja lo que ellos, y nadie más, consideran útil o importante). Pero aún más, demuestra que la mayoría de las personas que ocupan estos puestos son conscientes de ello en última instancia. De hecho, creo que no he conocido nunca a un abogado de empresa que no pensara que su trabajo era una mierda. Lo mismo ocurre con casi todas las nuevas industrias antes mencionadas. Hay toda una clase de profesionales asalariados que, si los conoces en una fiesta y admites que te dedicas a algo que podría considerarse interesante (la antropología, por ejemplo, podría servir), evitarán por todos los medios hablar de su trabajo. Pero, si les das unas copas, entonces empezarán a despotricar sobre lo inútil y estúpido que es su trabajo.

Hay una profunda violencia psicológica en esto. ¿Cómo se puede siquiera empezar a hablar de dignidad en el trabajo cuando uno siente en secreto que su trabajo no debería existir? ¿Cómo no va a
crear un sentimiento de profunda rabia y resentimiento? Sin embargo, la peculiar genialidad de nuestra sociedad es que sus gobernantes han encontrado la manera, como en el caso de los freidores de pescado, de asegurarse de que la rabia se dirige precisamente contra aquellos que realmente consiguen hacer un trabajo significativo. Por ejemplo: en nuestra sociedad, parece existir la regla general de que, cuanto más evidente es que el trabajo de uno beneficia a otras personas, menos probable es que le paguen bien por ello. De nuevo, es difícil encontrar una medida objetiva, pero una forma fácil de hacerse una idea es preguntarse: ¿qué pasaría si toda esta clase de personas simplemente desapareciera? Se diga lo que se diga de las personas profesionales de la enfermería, encargadas de la basura o los mecánicos, es obvio que si se esfumaran, los resultados serían inmediatos y catastróficos. Un mundo sin maestros ni estibadores no tardaría en tener problemas, e incluso uno sin escritores de ciencia ficción ni músicos de ska sería claramente un lugar peor. No está del todo claro cómo padecería la humanidad si desaparecieran todos los directores ejecutivos de empresas de capital riesgo, grupos de presión, investigadores de relaciones públicas, actuarios, teleoperadores, agentes judiciales o asesores jurídicos. (Muchos sospechan que podría mejorar notablemente.) Si descontamos un puñado de excepciones bien conocidas (los médicos, por ejemplo), la regla se cumple sorprendentemente bien.

Y lo que es aún más perverso, parece existir la sensación generalizada de que así es como deben ser las cosas. Este es uno de los puntos fuertes secretos del populismo de derechas. Se puede ver cuando los tabloides azuzan el resentimiento contra los trabajadores del metro por paralizar Londres durante los conflictos por sus condiciones contractuales: el mero hecho de que los trabajadores del metro puedan paralizar Londres demuestra que su trabajo es realmente necesario, pero esto parece ser precisamente lo que molesta a la gente. Es aún más claro en EE. UU., donde los republicanos han tenido un éxito notable movilizando el resentimiento contra el profesorado o los trabajadores del automóvil (y no, significativamente, contra los administradores de las escuelas o los directivos de la industria del automóvil que realmente causan los problemas) por sus salarios y beneficios supuestamente inflados. Es como si les dijeran: «¡Pero tú puedes enseñar a los niños! ¡O fabricar coches! ¡Tenéis trabajos de verdad! ¿Y encima tenéis el descaro de esperar pensiones y asistencia sanitaria de clase media?

Si alguien hubiera diseñado un régimen laboral perfectamente adaptado para mantener el poder del capital financiero, es difícil ver cómo podría haberlo hecho mejor. Los trabajadores reales y
productivos son exprimidos y explotados sin descanso. El resto se divide entre un estrato aterrorizado de desempleados, universalmente vilipendiados, y un estrato más amplio al que básicamente se paga por no hacer nada, en puestos diseñados para que se identifiquen con las perspectivas y sensibilidades de la clase dominante (gerentes, administradores, etc.) —y en particular con sus avatares financieros— pero que, al mismo tiempo, fomentan un resentimiento latente contra cualquiera cuyo trabajo tenga un valor social claro e innegable. Está claro que el sistema nunca se diseñó conscientemente. Surgió de casi un siglo de ensayo y error. Pero es la única explicación de por qué, a pesar de nuestras capacidades tecnológicas, no todos trabajamos tres o cuatro horas diarias.


La Imagen que ilustra este artículo ha sido creada con ayuda de la IA generativa de Adobe Firefly

autorDavid Graeber

Doctor en Antropología y profesor del Goldsmiths College de Londres. Con un largo historial de activismo y compromiso político, colaboró en medios como The Nation, The Guardian y Harper’s Magazine, entre otros. En 2006 la London School of Economics le reconoció como «un destacado antropólogo que transformó radicalmente el estudio de la cultura». Murió en 2020.

Fuente de la información:  https://www.nuevarevista.net

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