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Por un modelo educativo que gire hacia la izquierda

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso

En infinidad de círculos académicos se reconoce la necesidad de un cambio en la educación pública, desde el ciclo básico hasta el trabajo en la Universidad, un cambio que garantice otra serie de cambios y que no solo garantice mejores resultados, que sirva para mejoran los indicadores generales del funcionamiento de dicho sistema; sino también para hacer más amigable la gestión escolar de todos los días, que las alumnas y los alumnos salgan contentos de sus escuelas y que se sientan felices y orgullosos de formarse escolarmente.

El cambio como muchas otras esferas de la vida pública, deberá mirar hacia la izquierda. La Izquierda en términos políticos, ideológicos pero también pedagógicos, es el espacio más flexible y dinámico de la gestión educativa, ahí se garantiza un clima de pluralidad, de libre circulación de las ideas, una renovación constante en las formas de relacionarse con los demás y sobre todo el estar replanteando o reinventando la tarea educativa de forma constante y permanente.

El giro a la izquierda en educación no es sencillo, actualmente contamos con un fuerte bombardeo de formas veladas o disfrazadas de legitimar las políticas neoliberales y de hacer pasar como normales formas que no lo son tanto, como el segregar o excluir a las alumnos o alumnos diferentes, el aspirar a legitimar un modelo que genera una serie de prácticas basadas en un clima de competitividad para el consumismo, en donde se le da mayor importancia al tener por encima del ser, y en donde el valor de la persona se convierte en un artículo más de una sociedad profundamente mercantilizada y fetichizada.

De esta manera el giro a la izquierda en educación inicia con regresar a los fundamentos de la Pedagogía, atender a cada quien desde cada cual, respetar las capacidades y posibilidades de cada uno, vivir la jornada en libertad aunque aparentemente no se aprenda o más bien que se busque aprender diferente.

Los excesivos autoritarismos, las amenazas, los chantajes velados, son formas de incentivar un modelo de sociedad en donde el deseo de formación está pensado en el orden, en la obediencia acrítica, en la subordinación estéril y ello de poco sirve para gestionar un modelo de sociedad en donde el cambio sea la única constante.

Es obvio que miles de maestras y maestros deberán desaprender las formas o los pilares que sostienen una práctica docente anacrónica y poco significativa para dar lugar a la edificación de un nuevo dispositivo que sirva para garantizar entrar las ideas nuevas y que garantice salir las buenas prácticas que hacen click con los sujetos formados.

El giro a la izquierda en educación no es fácil. Pero si no lo intentamos ahora, nos seguiremos lamentando por todo aquello que hemos dejado de hacer.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/por-un-modelo-educativo-que-gire-hacia-la-izquierda/

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El Sentido De La Vida

Texto de Erich Fromm, publicado a manera de prólogo  para su libro « Vom Haben zum Sein» (Del tener al ser) en 1989.

Por: Erich Fromm

«Amar con inteligencia y de forma plena es el resultado de un acto deliberado, un propósito que requiere y al mismo tiempo demanda buscar la excelencia.» – Erich Fromm 

En mi libro [¿Tener o ser?], describía los modos existenciales del tener y del ser, así como las consecuencias que del predominio de cada uno de ellos se derivan para el bienestar del hombre; y concluía que su plena humanización le exige cambiar de orientación: de la posesión a la actividad y del egoísmo a la solidaridad. Seguidamente, expondré unas cuantas sugerencias que puedan servir de preparativos para alcanzar este fin.
Pero quien se disponga a ejercitarse en la orientación al ser tendrá que empezar haciéndose la pregunta fundamental: ¿para qué quiero vivir?
Ahora bien, ¿es ésta una pregunta razonable? ¿Hay un motivo para querer vivir, faltándonos el cual preferiríamos no vivir? En realidad, todos los seres vivientes, tanto los animales como el hombre, quieren vivir, y esta voluntad sólo desaparece en circunstancias excepcionales, como un dolor insoportable. En él hombre, pasiones como el amor, el odio, el orgullo y la lealtad pueden ser más fuertes que la voluntad de vivir. Parece que la naturaleza —o, si se prefiere, la evolución— ha dado a todo ser viviente esta voluntad de vivir, y cualesquiera crea el hombre que son sus motivos, no son más que ideas derivadas con las que justifica este impulso biológico. Pero no hace falta recurrir a la teoría de la evolución. El maestro Eckhart (1927, pág. 365) ha dicho lo mismo de manera más sencilla y poética:
«Quien preguntase a un hombre bueno:
—¿Por qué amas tú a Dios?, recibiría como respuesta:
—No lo sé… ¡Porque es Dios!
—¿Por qué amas la verdad?
—¡Por la verdad!
 —¿Por qué amas la justicia?
 —Por la justicia.
—¿Por qué amas la bondad?
—Por la bondad. —Y, ¿por qué vives?
—A fe mía, que no lo sé… ¡Me gusta vivir!».
El querer vivir, el gustarnos vivir, es cosa que no necesita explicación. Pero si nos preguntamos cómo queremos vivir, qué pedimos a la vida, qué le hace tener sentido para nosotros; se trata, verdaderamente, de preguntas —más o menos idénticas— que recibirán muchas respuestas diferentes. Unos dirán que quieren amor, otros escogerán el poder, otros seguridad y, otros, placeres sensuales y comodidades, mientras que otros preferirán la fama; pero lo más probable es que la mayoría coincidan en decir que quieren ser felices. Y éste es también, para la mayoría de los filósofos y de los teólogos, el propósito de los afanes humanos. Pero si entendemos por felicidad cosas tan diferentes e incompatibles como las citadas, será una idea abstracta y más bien vana. Se trata de examinar qué significa este término, tanto para el filósofo como para el profano.
Aun entendiéndose la felicidad de modos tan diferentes, la mayoría de los pensadores coinciden en la idea de que seremos felices si se cumplen nuestros deseos o, por decirlo de otra manera, si tenemos lo que queremos. Las diferencias entre las diversas ideas están en la respuesta a la pregunta de cuáles son esas necesidades cuya satisfacción nos hace ser felices. Llegamos, pues, al momento en que la pregunta por el sentido y la finalidad de la vida nos lleva a la cuestión de qué son las necesidades humanas.
En general, hay dos posturas contrarias. La primera, y casi la única que hoy se defiende, consiste en afirmar que la necesidad es algo enteramente subjetivo: es el afán de conseguir una cosa deseada con tanta ansia que justamente podemos llamar necesidad, y cuya satisfacción nos procura placer. Esta definición no atiende al origen de la necesidad. No se pregunta si es de raíz fisiológica, como en el caso del hambre y la sed; o si es debida al desarrollo social y cultural del hombre, como la necesidad de refinamiento en la comida y la bebida, o la de gozar del arte y del pensamiento; o si es socialmente inducida, como la de cigarrillos, coches y aparatos; ni, finalmente, si se trata de una necesidad patológica, como la de tener satisfacciones sádicas o masoquistas.
Tampoco se plantea en esta postura qué consecuencias tiene para el hombre la satisfacción de la necesidad: si enriquece su vida y contribuye a su desarrollo, o lo debilita, lo embota y lo obstaculiza, convirtiéndose en negativa. Se cree cuestión de gusto el que una persona disfrute el cumplimiento de su deseo de oír a Bach, o el de su sadismo dominando o dañando a algún desamparado: mientras sea esto lo que una persona desee, la felicidad consistirá en la satisfacción de esta necesidad. Las únicas excepciones que suelen hacerse son aquellos casos en que la satisfacción de una necesidad perjudica gravemente a otros o va en detrimento de la propia utilidad social. Así, el deseo de destruir y el de consumir estupefacientes no se toman como necesidades legítimas, aunque produzcan «placer».
La postura contraria establece una diferenciación fundamental, atendiendo a si la necesidad conduce al desarrollo y bienestar del hombre, o lo obstaculiza y perjudica. Piensa en las necesidades que se originan en la naturaleza del hombre y conducen a su desarrollo y a la realización de sí mismo. No hay felicidad puramente subjetiva, sino objetiva, normativa. Sólo conduce a la felicidad el cumplimiento de los deseos que están en el interés del hombre. En el primer caso, digo: «Seré feliz si gozo todos los placeres que desee»; en el segundo: «Seré feliz si logro lo que debo desear, puesto que quiero alcanzar un máximo de bienestar».
No hará falta decir que esta última versión resulta inaceptable desde el punto de vista de la teoría científica tradicional, porque introduce en el cuadro una norma, o sea, una calificación, con lo que parece restarle validez objetiva. La duda está en si no es cierto que la norma en sí tiene validez objetiva. ¿No puede decirse que el hombre tiene una naturaleza? Y si tiene una naturaleza que podemos definir objetivamente, ¿no podremos creer que su finalidad es la misma de todos los seres vivientes, a saber, su más perfecto ejercicio y la más plena realización de sus posibilidades? ¿No se sigue de ello que ciertas normas son conducentes a esta finalidad, mientras que otras la obstaculizan?
Esto puede entenderlo cualquier jardinero. El fin de la vida de un rosal es llegar a actualizar todo su potencial: que sus hojas se desarrollen bien y que su flor sea la rosa más perfecta que pueda nacer de su semilla. El jardinero sabe que, para alcanzar este objetivo, debe seguir ciertas normas conocidas por experiencia. El rosal necesita un tipo especial de tierra, de humedad, de temperatura, de sol y sombra. A él corresponde procurárselos, si quiere conseguir buenas rosas. Pero, incluso sin su ayuda, el rosal trata de satisfacerse un máximo de necesidades. No puede modificar en nada la tierra y la humedad, pero puede inclinarse hacia el sol, si tiene la oportunidad. Lo mismo ocurre con la crianza de animales, aunque en este caso es mayor la variedad de fines y, por tanto, de normas que el criador puede querer alcanzar. ¿Por qué no habría de ocurrir lo mismo con el género humano?
Aun careciendo de conocimientos teóricos sobre los motivos de que ciertas normas conduzcan al óptimo desarrollo y ejercicio del hombre, la experiencia nos enseña, al menos, tanto como al jardinero y al ganadero. Ésta es la razón por la que todos los grandes maestros de la humanidad han llegado a enseñar, esencialmente, las mismas normas, que se resumen en la necesidad de vencer la codicia, el engaño y el odio y de conseguir amor y participación, como condición para alcanzar un grado óptimo de ser. Sacar conclusiones de las pruebas reales, aun careciendo de teorías que las expliquen, es un método perfectamente sensato y de ninguna manera «acientífico», aunque el ideal científico siga siendo descubrir qué leyes hay detrás de las pruebas.
Quienes insisten en negar fundamento teórico a los llamados juicios apreciativos sobre la felicidad humana no hacen la misma objeción ante un problema fisiológico, aunque, naturalmente, el caso es distinto. Supongamos que una persona siente ansia de dulces y pasteles, engorda y pone en peligro su salud: no dirán que, si el comer es su mayor felicidad, debe seguir comiendo, sin dejarse convencer de que renuncie a este placer; reconocerán que esta ansia es cosa diferente a los deseos «normales», precisamente porque daña él organismo. No dicen que esta reserva sea subjetiva, ni acientífica, ni un juicio apreciativo, sencillamente porque sabemos la relación que hay entre el exceso en la comida y la salud. Pero hoy sabemos también mucho de lo patológicas y dañinas que son pasiones como el ansia de fama, de poder, de posesión, de venganza y de dominio, así que, con el mismo fundamento teórico y clínico, podemos calificar de nocivas estas necesidades. No hay más que pensar en la «enfermedad del directivo», las úlceras gástricas, que son consecuencia de la vida ajetreada, y en la tensión producida por el exceso de ambición, la falta de equilibrio de la personalidad y la dependencia del éxito. Pero, según muchos datos, hay algo más que esta relación entre las posturas «equivocadas» y la enfermedad somática. En las pasadas décadas, unos cuantos neurólogos, como C. von Monakow, R. B. Livingston y Heinz v. Foerster, han señalado que el hombre está dotado neurológicamente de una moral «biológica», en la que se arraigan normas como las de cooperación y solidaridad y la búsqueda de la verdad y de la libertad. Son ideas que se basan en consideraciones desde el punto de vista de la teoría de la evolución (véase E. Fromm, 1973a, GA VII, págs. 232-235). Por mi parte, he querido mostrar que las principales normas humanas son condiciones para el pleno desarrollo personal, mientras que los deseos puramente subjetivos son objetivamente perniciosos (véase E. Fromm, 1973a, GA VII, y E. Fromm, 1947a, GA II, págs. 14- 18).
La finalidad de la vida, tal como la entendemos en las páginas siguientes, puede establecerse en distintos planos. Del modo más general, puede definirse como un desarrollo propio que nos acerque todo lo posible al modelo de la naturaleza humana (según Spinoza); o, en otras palabras, el óptimo desarrollo de acuerdo con las condiciones de la existencia humana, llegando a ser plenamente lo que somos en potencia; dejar que la razón o la experiencia nos lleven a comprender qué normas conducen al bienestar, dada la naturaleza del hombre, que podemos comprender por la razón (según santo Tomás de Aquino).
La que quizá sea la forma fundamental de expresar la finalidad y el sentido de la vida es común a las tradiciones del Lejano y del Cercano Oriente (y Europa): la «Gran Liberación», liberación del dominio de la codicia (en todas sus formas) y de las cadenas del engaño. Podemos encontrar este doble aspecto de la liberación en doctrinas como la religión védica de la India, en el budismo y en el zen chino y japonés; en la forma mítica de Dios como rey supremo en el judaísmo y el cristianismo; culminando en la mística cristiana y musulmana, en Spinoza y en Marx. En todas estas enseñanzas, la liberación interior, el romper las cadenas de la codicia y del engaño, no puede desligarse del óptimo desarrollo de la razón (entendida la razón como el empleo del pensamiento con la finalidad de conocer el mundo tal como es, en contraste con la «inteligencia manipuladora», que es el empleo del pensamiento con el propósito de satisfacer un deseo).
Esta relación entre la liberación de la codicia y el primado de la razón es intrínsecamente necesaria. Nuestra razón sólo obra hasta el punto en que no esté sofocada por la codicia. El que está preso de sus pasiones irracionales se encuentra forzosamente a su merced, pierde la capacidad de ser objetivo y no hace más que justificarse cuando cree decir la verdad.
En la sociedad industrial se ha perdido esta idea de la liberación (en sus dos aspectos) como finalidad de la vida, o más bien se ha mermado y tergiversado. Se ha entendido exclusivamente como liberación de fuerzas exteriores: la clase media, como liberación del feudalismo; la clase obrera, del capitalismo, y los pueblos de Africa y Asia, del imperialismo. Se ha tratado esencialmente de una liberación política. Me refiero a las ideas y a los sentimientos populares. Desde luego, el concepto de liberación no era principalmente político, si recordamos la filosofía de la Ilustración, con su lema sapere aude («Atrévete a saber»), y el interés de los filósofos por la liberación interior.
En efecto, la liberación del dominio exterior es necesaria porque merma al hombre, con la excepción de muy pocos individuos. Pero también la exclusiva atención a ella ha hecho mucho daño: en primer lugar, los liberadores se transformaron con frecuencia en los nuevos dominadores, que no hacían sino vocear los ideales de libertad. Segundo, la liberación política pudo ocultar que se estaba creando una nueva opresión, aunque en formas solapadas y anónimas. Así ha ocurrido en las democracias occidentales, donde la dependencia se disfraza de muchas maneras. (En los países comunistas, la dominación es más franca). Y, lo más importante, se ha olvidado por completo que el hombre puede ser esclavo sin estar encadenada Una idea religiosa afirma reiteradamente lo contrario: que el hombre puede ser libre incluso estando encadenado. Y puede ser cierta a veces, en casos rarísimos, pero no tiene importancia en nuestra época. Sí la tiene, en cambio, y mucha, la idea de que el hombre puede ser un esclavo sin cadenas: no se ha hecho más que trasladar las cadenas, del exterior, al interior del hombre. El aparato sugestionador de la sociedad lo atiborra de ideas y necesidades. Y estas cadenas son mucho más fuertes que las exteriores: porque éstas, al menos, el hombre las ve, pero no se da cuenta de las cadenas interiores que arrastra creyendo ser libre. Puede tratar de romper las cadenas exteriores, pero ¿cómo se librará de unas cadenas cuya existencia desconoce?
Toda tentativa de superar la crisis, quizá fatal, de los países industriales, y es posible que del género humano, habrá de empezar por ver cuáles son las cadenas exteriores y las interiores; habrá de basarse en la liberación del hombre, en el sentido humanista clásico, así como en el moderno sentido político y social. En general, la Iglesia sigue hablando sólo de la liberación interior. Los partidos políticos, desde los liberales hasta los comunistas, hablan sólo de la liberación exterior. Sin embargo, vemos claramente en la historia que la una sin la otra da lugar a una ideología que deja al hombre indefenso y dependiente. El único objetivo realista es la liberación total, objetivo que bien podríamos llamar humanismo radical (o revolucionario).
En la sociedad industrial se ha tergiversado también el concepto de la razón, tal como ha ocurrido con el de la liberación. Desde el comienzo del Renacimiento, el principal objeto que la razón trató de captar fue la naturaleza, y los frutos de la nueva ciencia fueron las maravillas técnicas. El hombre dejó de ser objeto de estudio hasta hace poco, en las formas enajenadas de la psicología, la antropología y la sociología, convirtiéndose cada vez más en mero instrumento para fines económicos. En los casi tres siglos después de Spinoza, fue Freud el primero que volvió a hacer del «hombre interior» objeto científico, aun constreñido como estaba por el estrecho marco del materialismo burgués.
Hoy la cuestión esencial es, me parece, si podremos recrear el concepto clásico de la liberación interna y externa y el concepto de la razón en sus dos aspectos, aplicado a la naturaleza (ciencia) y aplicado al hombre (conocimiento de sí mismo).
Antes de hacer unas sugerencias sobre ciertos preparativos para aprender el arte de vivir, quiero asegurarme de que no se interpretarán mal mis intenciones. Si el lector espera en este capítulo una breve receta para aprender el arte de vivir, será mejor que lo deje aquí. Lo único que quiero y puedo ofrecer son unas sugerencias sobre la dirección en que podrá encontrar respuestas y ensayar un esbozo de algunas de ellas. Lo que tengo que decir es incompleto, y la única compensación para el lector será que hablaré solamente de los métodos que yo mismo haya practicado y experimentado.
Este principio de exposición implica que no voy a tratar de escribir sobre todos los métodos preparatorios, ni siquiera sobre los más importantes. No hablaremos del yoga, del zen, de la meditación centrada en las palabras, ni de los métodos de relajación de Alexander, Jacobson y Feldenkreis. Tratar sistemáticamente de todos los métodos exigiría por lo menos todo un volumen y, además, no sería yo el más indicado para escribir tal compendio, pues creo que no podemos escribir sobre experiencias que no hayamos vivido.
De hecho, podría terminar este capítulo justo aquí, diciendo: lea las obras de los maestros del vivir, llegue a comprender el verdadero sentido de sus palabras, fórmese su propia idea de lo que quiera hacer con su vida; abandone la ingenua idea de que no necesita maestro, ni guía, ni modelo; de que puede averiguar, en el lapso de una vida, lo que han descubierto las mentes más grandes del género humano en muchos millares de años, a partir de las piedras y los esbozos que les dejaron sus predecesores. Según dijo uno de los mayores maestros del vivir, el maestro Eckhart: «¿Cómo puede vivir nadie sin haber sido instruido en el arte de vivir y de morir?».
Fuente e imagen: https://www.bloghemia.com/2021/03/el-sentido-de-la-vida-por-erich-fromm.html

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El confinamiento aumentó violencia contra la infancia 30%

 Por: Daniela Rea

En época de pandemia y confinamiento por covid-19, las discusiones y tensiones dentro del hogar han aumentado un 34.2 por ciento. Seis de cada 10 de niñas, niños y adolescentes han sufrido algún tipo de violencia en sus hogares.

En México el 63 por ciento de niñes y adolescentes menores de 14 años han sufrido algún tipo de violencia en sus hogares; esta es nombrada como “disciplina violenta”, según la Encuesta Nacional de niños, niñas y mujeres de México del 2015.

En época de pandemia y confinamiento por covid-19 las discusiones y tensiones dentro del hogar han aumentado un 34.2 por ciento. Así lo reveló la Encuesta de Seguimiento de los Efectos de COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos.

La Red por los Derechos de la Infancia en México, en su informe “Impacto de la pandemia de covid-19 en los derechos de la infancia en México”, publicada el año pasado, retoma estas cifras para alertar el hecho de que “la infancia y adolescencia se vuelven un blanco vulnerable que permanece ignorada ante la falta de estrategias que los atiendan. El aumento en los niveles de estrés, la inseguridad económica- alimentaria, y el confinamiento a causa del covid-19 han elevado los niveles de violencia en México. Por eso urge reforzar la protección de la infancia y adolescencia ante esta situación”.

“Durante el confinamiento, es probable que se presenten con mayor frecuencia situaciones de violencia hacia niños, niñas y adolescentes o hacia otros miembros de la familia, como el castigo corporal, la desatención, la violencia sexual y psicológica”, señaló Unicef en un pronunciamiento en agosto del 2020.

Durante el 2020, según datos del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, más de 11 mil niños, niñas y adolescentes ingresaron a hospitales por violencias.

“La pandemia vino a visibilizar algo que ya vivíamos, lo vino a agravar, el adultocentirsmo, el racismo, clacismo y binarismo. Los niños ya eran invisibles, con la pandemia se llevó a que fueran olvidados en cualquier accion pública”, dice en entrevista con Pie de Página Martín Pérez, director de la Redim.

El encierro, además de incrementar los niveles de tensión y estrés y exponer a la infancia a la cercanía constante con sus violentadores, canceló  las visitas domiciliarias de trabajadores sociales y especialistas en el bienestar infantil.

En busca de refugio

En el 2020 a la Red Nacional de Refugios llegaron 2 mil 400 niños, niñas víctimas de violencia familiar, señaló en entrevista Wendy Figueroa directora general del organismo. Nueve de cada 10 niños atendidos en refugio fueron víctimas de violencia física y sicológica y 2 de cada 10 sufrieron violencia económica y patrimonial. Además, 800 niños, niñas y adolescentes que llegaron a los albergues fueron víctimas de violencia sexual durante el confinamiento.

“Esto tiene que ver con quedarse en casa; que llevó a que personas que no convivían con la infancia y adolescencia –como padrastro, abuelo tío, primo–… llevó a que hubiera un escenario óptimo para que estas violencias machistas, estructurales se perpetuaran contra la población infantil”, alertó Wendy Figueroa.

La directora de la Red Nacional señaló que siempre han asistido niños, niñas y adolescentes a los refugios con sus madres que son víctimas, siendo también víctimas de las violencias económicas, patrimoniales que sufren sus madres. Sin embargo, en el caso de violencia sexual hubo un incremento por el confinamiento.

“En promedio teníamos que una de cada 15 niñas, niños o adolescentes estaban en violencia sexual, ahora estamos hablando de 2 de cada 10 que llegan al albergue”.

En marzo del 2020 la Red Nacional de Refugios lanzó la campaña contra la violencia No estás sola y en el año pasado registraron un 39 por ciento de aumento respecto al 2019.

La pandemia, agregó Wendy Figueroa, además de mantener a niñas, adolescentes, mujeres en casa con estos riesgos hizo imposible que salieran a pedir ayuda y denunciar por miedo a contagiarse y muchas de ellas lo hiceron.

Fuente e imagen: https://piedepagina.mx/el-confinamiento-incremento-violencia-contra-infancia-en-un-30-por-ciento/

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América Latina con los ojos puestos en Ecuador

Por: Emir Sader
Fuentes: Alainet [Imagen: Andrés Arauz con Evo Morales y el presidente de la CONAIE, Jaime Vargas, en Bolivia]

En caso de que triunfe Arauz, se consolida el segundo ciclo de gobiernos progresistas en la región, si gana Lasso, Ecuador vuelve a estar aislado, dando continuidad al desastroso gobierno de Moreno.

La primera década del siglo XXI estuvo marcada por los gobiernos antineoliberales en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador. Los únicos gobiernos en el mundo que han puesto en práctica programas antineoliberales, disminuyendo las desigualdades en el continente más desigual del mundo.

A lo largo de la segunda década, la derecha ha logrado recuperar fuerza, retomando gobiernos en Argentina –mediante elecciones-, en Brasil y en Bolivia – mediante golpes– y en Ecuador, mediante la adhesión del presidente elegido, Lenin Moreno,  con un  programa antineoliberal, al neoliberalismo.

Moreno ha fracasado, como todos los gobernantes latinoamericanos que han intentado implementar ese modelo.

El neoliberalismo ha revelado que tiene corto aliento, porque responde a los intereses del capital financiero, no tiene políticas sociales y así no logra conquistar bases sociales de apoyo que le permitan estabilizar sus gobiernos. El caso de Argentina fue ejemplar, con una victoria eufórica de Mauricio Macri, que se agotó rápidamente, por que su gobierno retomó el mismo modelo neoliberal que ya había fracasado no solo en Argentina, sino también en Brasil, Uruguay, Bolivia y Ecuador. La victoria reciente de la derecha en Uruguay,  promete tener un destino similar.

La tercera década está marcada por un segundo ciclo de gobiernos antineoliberales en la región, con la victorias de Alberto Fernández en Argentina, de López Obrador en México, de Luis Arce en Bolivia. Victorias con gran apoyo electoral, porque se fundamentan en políticas sociales, en políticas económicas antineoliberales, en la retomada de los procesos de integración latinoamericana.

Los ojos del continente se vuelven ahora sobre Ecuador, donde un presidente elegido por la continuidad del gobierno antineoliberal de Rafael Correa –el gobierno más importante de la historia de Ecuador– lo traicionó e hizo exactamente lo que proponía la derecha, pasando a gobernar con la derecha, retomando el modelo neoliberal. Ha fracasado, como habría fracasado Guillermo Lasso, si hubiera ganado.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales ha confirmado el favoritismo de Andrés Arauz, candidato apoyado por Rafael Correa;  el segundo lugar fue para Guillermo Lasso, uno de los más grandes banqueros del país que fue  derrotado ya en las elecciones anteriores. Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik, llegó en tercer lugar.

La disputa está cerrada entre los primeros. Yaku mantiene una posición crítica a los dos. Lasso defiende, como siempre, una versión ortodoxa del modelo neoliberal. Desecha todo lo conquistado por el gobierno de Rafael Correa, propone privatizaciones, un Estado mínimo, la centralidad del mercado. Pretende volver a los gobiernos anteriores a Correa, que solamente han multiplicado la crisis entonces permanente de Ecuador.

Mural en una calle de Quito

Andrés Arauz recoge las experiencias positivas del gobierno de Rafael Correa y se presenta como la expresión ecuatoriana como otros gobiernos antineoliberales, como los de Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, López Obrador y el propio Rafael Correa. En caso de que triunfe Arauz, se consolida el segundo ciclo de gobiernos progresistas, antineoliberales, sumando Ecuador a los gobiernos actuales de Argentina, México y Bolivia. En caso de que gane Lasso, Ecuador vuelve a estar aislado, dando continuidad al desastroso gobierno de Lenin Moreno.

Por ello,  los ojos y el corazón de América Latina están puestos en Ecuador.

Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/211671

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Heutagogía y Andragogía. Similitudes y Diferencias

Por: Flavio de Jesús Castillo Silva

Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca

doctor.flaviocastillo@gmail.com

Resumen

Es gratificante ver que cada día, la Andragogía sigue posicionándose en los espacios educativos donde haya un proceso formativo entre adultos. Ahora, se hizo tendencia en los niveles universitarios la Heutagogía, anunciándose como la ciencia que dejaría atrás a la Andragogía y el motivo de este artículo es clarificar algunas ideas equivocadas y confirmar las que sean ciertas. Al buscar en el navegador web de su preferencia la palabra Heutagogía, nos indica en los primeros resultados que fueron Hase y Kenyon en el año 2000 quiénes acuñaron el término, el cual no tiene una etimología tal cual y la aproximación etimológica según Glassner y Back (2020) es que “Heutagogía” se compone de dos palabras, termina con agogia, que proviene de conducir, sin embargo, no existe una palabra griega que signifique «heuta». El más cercano auto (uno mismo) y no lo usaron porque tal vez no quisieron sugerir un proceso de aprendizaje autodidacta. Kenyon citado por Glassner y Back (2020) aclaró que, si tomamos η, “the”, y αυτoς, “self” y αγoγoςlead”, se obtiene la palabra “heautosagogos”, que es bastante difícil de pronunciar y podría confundirse con algo de la era de los dinosaurios (sic). Entonces abreviaron a Heutagogía, dándoles el significado de liderar el yo o aprendizaje autodeterminado.

Abstract

It is gratifying to see that every day, Andragogy continues to position itself in educational spaces where there is a training process among adults. Now, Heutagogy has become a trend at university levels, announcing itself as the science that would leave Andragogy behind and the reason for this article is to clarify some misconceptions and confirm those that are true. When searching the word Heutagogy in the web browser of your preference, it indicates in the first results that it was Hase and Kenyon in 2000 who coined the term, which does not have an etymology as it is and the etymological approach according to Glassner and Back ( 2020) is that “Heutagogy” is made up of two words, it ends with agogia, which comes from driving, however, there is no Greek word that means “heuta”. The closest self (oneself) and they did not use it because perhaps they did not want to suggest a self-taught learning process. Kenyon quoted by Glassner and Back (2020) clarified that if we take η, “the”, and αυτoς, “self” and αγoγoς “lead”, the word “heautosagogos” is obtained, which is quite difficult to pronounce and could be confused with something from the age of dinosaurs (sic). They then abbreviated Heutagogy, giving them the meaning of leading the self or self-determined learning.

Palabras clave: Heutagogía, Andragogía, aprendizaje, metodología.

Key words: Heutagogy, Andragogy, learning, methodology.

Introducción

            Cada vez que en el mundo hay una propuesta educativa nueva, la humanidad tiene una oportunidad de ir depurando el proceso que le da su perfeccionamiento, quiénes hayan creído que la educación era un ente estático están totalmente equivocados o simplemente tienen una visión muy corta o se dejan llevar por los comentarios de otros sin corroborar si son o no ciertos. Así como he leído desde mi adolescencia que uno de los grandes inventos de la humanidad, la rueda, era a su vez una limitación en su desarrollo, al parecer y después de casi 400 años de existencia la Pedagogía, ésta ha sido como la rueda.

            Fue tanto tiempo de la existencia solitaria de la Pedagogía que algunos autores y desde siglos atrás la han utilizado como sinónimo de educación y hasta la fecha, muchas personas relacionadas con la educación en diferentes niveles educativos la siguen considerando como vía única, a pesar que Santillana (2003) la definió como ciencia y arte de enseñar a los niños, ésta sigue siendo utilizada desde preescolar hasta el doctorado de manera indistinta, y se han creado maridajes, por ejemplo: pedagogía-educación, pedagogía-didáctica, pedagogía-proceso de enseñanza y aprendizaje y las posibles combinaciones entre ellas.

Desarrollo

Según Glassner y Back (2020), en el año 2000, Steward Hase y Chris Kenyon acuñaron la palabra Heutagogía para indicar al aprendizaje autodeterminado, algunos consideraron que debió llamarse “autogogía”, sin embargo, los autores no quisieron que se confundiera en la traducción o etimología como aprendizaje autónomo o autodidacta y crear confusión entre términos. Los autores revisaron la obra de Malcolm Knowles, Padre de la Andragogía y desde ahí construyeron su propuesta, lo que sería un avance también para los estudiosos de las Ciencias Agógicas o de la propia Andragogía, esta revisión andragógica bien puede ser considerada como una aproximación parcial o como un estado del arte muy raquítico.

            Para Glassner y Back (2020) la Heutagogía es un enfoque de enseñanza-aprendizaje (PEA) cuyo propósito es promover el aprendizaje autodeterminado de los estudiantes, para ello, se requiere que exista una flexibilidad curricular, denominada como una malla curricular, que podría traducirse como módulos de un pensum o plan de estudios,  permitiendo que los estudiantes decidan sus propios caminos para su formación, de ahí la palabra autodeterminación, que según la Real Academia Española (2021) en su segunda acepción la define como “capacidad de una persona para decidir por sí misma algo” y esa es la acción detonante para comenzar algún proceso formativo desde la Heutagogía.

Hacer una revisión documental considerando solo la obra del Dr. Malcolm Knowles, le sucederá como el caso de la rueda, se limitarán en su exploración en dicha ciencia, dejando afuera las importantes aportaciones de andragogos como el Dr. Félix Adam y de sus discípulos: el Dr. Manuel Castro Pereira y del Dr. Adolfo Alcalá, al menos para poder crear una radiografía completa del tema. Si solo tomamos las aportaciones hechas por Knowles, entonces solo tendríamos de base sus definiciones, muchas de ellas incluso obsoletas, el modelo andragógico que propuso y sus principios de aprendizaje del adulto aún vigentes.

El no considerar al Dr. Adam, se omite en consecuencia los principios de la praxis andragógica (horizontalidad y participación) y los de la evaluación (permanencia, progresividad, criticidad, Practibilidad y flexibilidad), asimismo, no entenderían que los aportes hechos por Rogers con el sustento humanista que se da en la Andragogía y la presencia del contrato de aprendizaje como parte del proceso de aprendizaje autodirigido diferente al autodeterminado de la Heutagogía. Asimismo, no se contemplarían los modelos andragógicos de Castro Pereira de cuatro elementos (estudiante, grupo, andragogo y ambiente) y el de Alcalá con doce elementos siendo el más completo hasta la fecha.

De lo que describen Glassner y Back (2020) acerca de las aportaciones de la Heutagogía cuya definición en extenso es un enfoque de Enseñanza-Aprendizaje en el que los alumnos determinan su propio aprendizaje y que son facilitados por un mentor o maestro. Los estudiantes motivados por dichos mentores deciden qué, cómo, con quién, cuándo y en qué entorno aprender y evaluar su aprendizaje, éste se organiza en una red tipo malla que concuerda con el conectivismo de George Siemens y Stephen Downes, mismo que se considera como la teoría del aprendizaje para el siglo XXI.

Lo anterior da pie al aprendizaje autodeterminado, que en pocas palabras se entiende como el aprendizaje decidido por el propio estudiante, asimismo, lo que se conoce como modalidad, logística, estrategias, técnicas centradas en la tarea y de evaluación, por lo que ellos deciden si lo hacen de manera individual o en equipo, donde lo conveniente será lo segundo. Al interior de los procesos de aprendizaje, se darán aprendizajes de doble ciclo y de triple ciclo (algunos los llaman de doble y triple bucle), ideas propuestas por Argyris y Schön a fines de los setenta, una característica es que el aprendizaje no se toma como algo lineal que de manera implícita sucede sobre todo en el aprendizaje instrumental, «cuestiona y pone a prueba los propios valores y suposiciones personales como fundamentales para mejorar el aprendizaje de cómo aprender» (Glassner y Back, 2020, p. 64).

El aprendizaje de doble ciclo permite al alumno transferir el aprendizaje de un problema y además de encontrar una solución a un problema, “los estudiantes estudian el proceso de cómo llegaron a sus conclusiones, cómo el proceso puede conducir a otras soluciones y cómo sus propias suposiciones cambiaron a lo largo del proceso”. (Eberle, 2009 citado por Glassner y Back, 2020, p. 65). El aprendizaje de triple ciclo tiene que ver con el «aprender sobre el aprendizaje» o «aprender a aprender», esto implica la metacognición del estudiante cuando reflexiona sobre sí mismo y pregunta qué aprendo sobre mí mismo y los procesos empleados para que suceda el aprendizaje.

            Hase y Kenyon citados por Glassner y Back (2020) mencionaron que un requisito es el que le piden a todo aquel que esté acompañando a los estudiantes en los procesos formativos heutagógicos en educación superior en primer lugar es que sea una persona dispuesta a implementar la Heutagogía y “debe ser un aprendiz autodeterminado, con una personalidad autónoma y deja a sus alumnos aprender”

Ya descrita la Heutagogía en los párrafos anteriores, será conveniente hacer una propuesta que la reencuadre y se partirá de su misma definición: un enfoque de Enseñanza-Aprendizaje en el que los alumnos determinan su propio aprendizaje y que son facilitados por un mentor o maestro (Glassner y Back, 2020) para promover el aprendizaje autodeterminado, asimismo, la ciencia que maneja el proceso de enseñanza-aprendizaje es la Pedagogía, sin embargo, la Heutagogía está orientada hacia educación superior en donde los estudiantes son ya adultos jóvenes, por lo que no podría ser la Pedagogía considerada para ser su origen.

Entonces, con base en lo anterior y utilizando la clasificación de Bunge (1996), las ciencias las dividió en formales y fácticas, en las fácticas se dividen a la vez en naturales y sociales, dentro de las sociales está la educación y en ella está la Andragogía que tiene como objeto de estudio al adulto en situación de aprendizaje (Castillo, 2018), y que según Adam (s.f.) el proceso es de Orientación-Aprendizaje (POA) ya que el facilitador no enseña sino promueve el aprendizaje autodirigido de los participantes, complementando. La Heutagogía como sus autores lo han indicado está enfocada a educación superior y siendo declarada como un enfoque y no una ciencia, ésta debiese estar ligada a la Andragogía.

Figura 1. Clasificación de las Ciencias.

            Al estar reclasificada y ubicada como un enfoque andragógico, la Heutagogía debiese clarificar términos que eviten la confusión y contradicción entre ellos, como por ejemplo, el hecho que se busque un aprendizaje autodeterminado que promueva una aplicación de conocimientos y valores propios del sujeto cognoscente de manera libre y que se contrapone con el uso del proceso de Enseñanza-Aprendizaje, mismo que ha sido considerado como un proceso dirigido y que provoca que haya un “transmisor” que será el pedagogo y por consecuencia sujetos receptores que serían los estudiantes y que a su vez limita la acción del estudiante con respecto a sus aprendizajes, aunado al hecho que el PEA es considerado con una praxis netamente vertical.

            Al existir el POA el facilitador no va a enseñar con la idea tradicionalista que se tiene en mente, va a orientar a sus participantes y esto puede ser a través de preguntas orientadoras y de diálogos, entonces, desde la Andragogía desarrollada por el Dr. Adam (1977) y sus discípulos, la praxis andragógica con sus dos principios democratizadores del aula: horizontalidad y participación, que accionados dentro de la fase de encuadre durante el proceso de la coplaneación, llegan a lo que ofrece la Heutagogía, que “ellos deciden qué, cómo, con quién, cuándo y en qué entorno aprender. También eligen cómo evaluar su aprendizaje y cómo presentar el conocimiento que han aprendido sobre el tema y sobre sí |mismos como estudiantes” (Glassner y Back, 2020, p. 22).

Tabla 1

Similitudes y discrepancias de la Andragogía y la Heutagogía.

Características Andragogía Heutagogía
Aprendizaje autodeterminado
Aprendizaje autodirigido
Orientado en el aprendizaje del participante
Decisión de la manera de abordaje de la materia
Aprendizaje de doble y triple ciclo
Facilitador no interferente
Finalidad en el participante: su autorrealización
Proceso de Orientación-Aprendizaje
Actividades colaborativas
Evaluación principalmente por el propio participante

Conclusiones

La Heutagogía por sus orígenes tan limitados, da la posibilidad para hacer investigación que abone a su conformación, su carácter de centrarse en el participante  la hace idónea para que los jóvenes universitarios puedan tomar decisiones acerca de su futuro inmediato en las materias de su formación profesional.

La intención que el plan de estudios no sea lineal representa en México al menos un obstáculo debido a que toda oferta educativa deberá poseer una reconocimiento de validez oficial de estudios (RVOE) y que sin él no podría ni ofertarse, ni que sus egresados puedan obtener el título y cédula profesional para ejercer su profesión, lo que se puede sugerir es adaptarlo al interior de cada materia y buscar que el tema inicial no sea prerrequisito de otro.

Lo idóneo será acompañar sin dirigir ni inducir el aprendizaje de los estudiantes y su toma de decisión en su abordaje, por lo que el estudiante: (a) identificará sus necesidades de aprendizaje; (b) decidirá: qué aprenderá, cómo, con quién, cuándo y en qué entorno, asimismo (c) decide cómo presentar su conocimiento y cómo evaluar su aprendizaje, por último, (d) los procesos de aprendizaje de doble y triple ciclo no podrán faltar para que no se pierda la experiencia de la metacognición.

Referencias  

Adam, F. (1977). Andragogía. FIDEA.

Adam, F. (s.f.). Metodología Andragógica. Centro Regional de Educación de Adultos.

Bunge, M. (1996). La ciencia. Ediciones Siglo XX.

Castillo, F. (2018). Andragogía. Procesos formativos entre adultos. 2ª Ed. Carteles Editores.

Glassner, A. y Back, S. (2020). Explorando la Heutagogía en Educación Superior. Springer.

Knowles, M. (2006). Andragogía. Oxford University Press México.

Real Academia Española (2021). Diccionario de la Lengua Española. RAE. www.dle.rae.es

Siemens, G. (2004). Conectivismo: una teoría de aprendizaje para la era digital. COMENIUS. https://www.comenius.cl/recursos/virtual/minsal_v2/Modulo_1/Recursos/Lectura/conectivismo_Siemens.pdf

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Liderazgo Productivo más que una Alternativa a la Colonización de la Vida

Por: Heriberto Rivera

Al hacer referencia al concepto del liderazgo productivo y verlo como una herramienta para la transformación social-que implica dirigir los esfuerzos hacia otra economía-involucra plantearse la construcción  de otras subjetividades así como la creación de comunidades y la producción de diversidad.

Es buscar las alternativas mas allá de las aristas del capitalismo las cuales han demostrado que como consecuencia de su accionar económico  responde a una subjetividad lejana y extraña que ha sido impuesta se fundamenta en el individualismo y que ha legitimado la gestión de la identidad bajo el alero del utilitarismo y el hedonismo.

El modelo de producción implementado desde los inicios de la modernidad, basado en la explotación del hombre y viendo a éste como un ser extraño a la naturaleza suprimiéndolo y extinguiendo los canales de participación que le impiden el acceso al disfrute de su derecho   a los bienes y servicios; inclusive  coloca obstáculos a las iniciativas que se vienen dando a los procesos de construcción de los bienes colectivos de uso común.

Es por tanto un modelo agotado que utiliza todo el entarimado del orden mundial colocándolo a su servicio colonizando las subjetividades y los sistemas de interacción que hacen uso del orden jurídico establecido logra legitimar un mercado rapaz colocando precios a todas las dimensiones de la vida social.

El modo de producción capitalista en su afán de generar riquezas con la exploración  de maneras desproporcionadas de los recursos naturales es fuente determinante que trae como consecuencia la creciente desigualdad social la cual marcha aunada a la injusticia.

En ese sentido es importante señalar la afirmación que hace el informe A/74/135 (2019) de la ONU donde afirma que “las instituciones y las políticas que perpetúan la injusticia impulsan el crecimiento de la desigualdad. También existen poderosas fuerzas mundiales económicas, sociales y ambientales que ayudan a configurar las tendencias de la desigualdad. Las consecuencias de estas fuerzas mundiales, o megatendencias, son amplias y variadas. Algunas pueden ayudar a igualar las oportunidades, mientras que otras ejercen una presión al alza sobre la desigualdad de los ingresos, principalmente a través de sus efectos en los mercados de trabajo”.

Las desigualdades afectan a todas las dimensiones del bienestar humano, de allí que resulta hacer un llamamiento explícito a la acción para reducir la desigualdad basada en la creatividad  y estimulando a las organizaciones sociales comunitarias en generar otro forma de liderazgo basado en la productividad.

Es desde este contexto que surge el liderazgo productivo como una forma y manera de visualizar la otra economía.

 

 

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La Transformación Cualitativa de Nuestras Universidades. Una Mirada desde la IAP

Por: Lusmery Yamileth Alvarado 

 “(…) y eso tienen que hacerlo ustedes, dedicarle tiempo al trabajo cultural, al trabajo social, a ayudar a los demás que tienen dificultades mayores que el promedio de los habitantes de la comunidad” Hugo Chávez

 Algunos autores consideran a la Investigación Acción (IA) como el proceso de intervención catalítica en los procesos de transformación social. Resulta una tarea titánica, irreal y poco probable de alcanzar, pues los proceso de transformación social son sumamente necesarios pero poco valorados, por ello, la IA busca que las comunidades y pueblos oprimidos visibilicen, reclamen y construyan conocimientos sobre las bases de sus propias vivencias.

Interpretando a Park (1989), las sociedades crecen mediante procesos continuos de transformación, por ende, la IA otorga poder a los integrantes de una determinada comunidad con la intención de que puedan emprender acciones que les permitan obtener mejoras en sus condiciones de vida dentro de una sociedad de iguales.

De allí, la importancia de la IA dentro de la sociedad académica en la que somos responsables de construir, transformar y mantener, dado que podemos hacer investigación combinando los saberes populares del pueblo emancipado con los saberes formales de nuestras universidades que en si son el mismo pueblo, visibilizando una de las variantes de la IA como es la Investigación Acción Participante (IAP) dado que son las personas como conocedores de su mundo, sus problemáticas, sus necesidades y su visión de cómo debería ser su vida, se convierte en una IAP.

Una vez que como colectivo conocemos y nos empoderamos de nuestras realidades, identificamos e integramos los diferentes saberes en un mundo donde todos podemos aportar y cambiar, nos damos cuenta que se requiere de un proceso de transformación y cambios de situaciones particulares que benefician al colectivo oprimido “una luz en el camino”, y bien lo dijo Chávez (2007), “El Estado, nosotros, debemos transferirle a ustedes los recursos y el poder necesario para que puedan, con su voluntad, con su conciencia, con su organización social, solucionar muchos de sus problemas”, entreviendo con estas palabras la triada Gobierno- investigación-comunidad, y ¿cómo se logra esto?, con la integración comunidad – universidad por tanto, debemos apostar a la construcción de un proyecto de transformación cualitativa de nuestras universidades, concibiendo la universidad como la organización donde se dan cita trabajadores universitarios, estudiantes y comunidades como un solo mundo, donde somos responsables de garantizar la integración de nuestras capacidades organizativas y a través de la IAP construyamos un proyecto único de transformación social universitario, fundamentado en sistema axiológico necesario, como la moral, la ideología, el patriotismo, el amor, la responsabilidad, la corresponsabilidad, la defensa económica de nuestra sociedad, esa es la clave del éxito de nuestro proyecto de transformación cualitativa la integración con nuestras comunidades, la integración del pueblo académico y el pueblo soberano, sin distinción de problemas universitarios y problemas sociales, la sociedad la conformamos las mismas personas que integramos las universidades, somos parte de un todo.

Finalmente, por ahora, debemos internalizar el verdadero proyecto de transformación cualitativa que requiere en este momento nuestra sociedad desde una mirada académica única, que nos permita transcender de la burbuja académica y sumergirnos en la dinámica social cargada de procesos efímeros y complejos que se desvanecen antes de poder entenderlos pero somos nosotros los dueños de nuestro destino y conocemos nuestra realidad social, transformémosla.

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