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La mujer en la iglesia, acólita y lectora. ¿Paso adelante o decepción?

Por: Juan Cejudo Caldelas

Recientemente el papa Francisco ha publicado en su carta apostólica «Spiritus Domini» del 11/1/2021 un decreto por el que las mujeres ya pueden acceder a los ministerios del acolitado y del lectorado.


Es algo que ya se venía haciendo desde hace muchos años en muchísimas partes del mundo. Las mujeres leen la palabra de Dios y ayudan como acólitas en las ceremonias religiosas, incluidas las eucaristías.

Ninguna sorpresa. Ninguna novedad, salvo que ahora ya pueden ser reconocidas de manera oficial por este decreto del Papa.

Pero  ésto sólo no es  lo que desde hace muchos años se viene demandando desde muchos sectores eclesiales, como ha quedado reflejado en el pasado Sínodo de la Amazonía, que también solicitó el diaconado permanente para las mujeres. Igualmente el Sínodo de la Iglesia alemana, que empezó hace poco más de un año, plantea un cambio importante  del papel de la mujer en la Iglesia, igual que demanda  que  el celibato sea opcional y otros.

El mismo papa Francisco ya creó en 2016 una Comisión de Estudio sobre el diaconado de las mujeres que no cuajó. Pero, al terminar el Sínodo de la Amazonia, en 2020, creó una nueva comisión para el estudio del diaconado femenino. Veremos a qué conclusiones se llega.

Aún así, no dejan de ser éstos, tímidos intentos por parte de la estructura eclesial para querer llegar a lo que ya hace muchos años se ha llegado en la sociedad civil: a la plena igualdad entre el hombre y la mujer.

La mujer en la Iglesia- así lo pensamos muchos-debe tener los mismos derechos que los hombres. Jesús no hizo diferencia entre hombres y mujeres. María Magdalena era una de sus más fieles seguidoras. La que está junto con su madre y otras mujeres y Juan, al pie de la cruz cuando está agonizando.  La primera que va al sepulcro y comprueba que ha resucitado, Las mujeres están muy presentes en la vida de Jesús. En las primeras comunidades cristianas hay diaconisas, hay presbíteras y epíscopas…

¿Por qué no hoy? Por eso esta medida de Francisco para mí es  insuficiente y decepcionante . Comprendo que sectores moderados de la Iglesia hayan visto esta novedad como un gran paso hacia adelante, por lo que supone de dar respaldo oficial a lo que ya desde hace muchos años se viene haciendo en las iglesias, pero para mí es una decepción porque se queda muy corto.

Así supongo lo habrá valorado ese colectivo de 300 presbíteras católicas de todo el mundo, que aún no son reconocidas por las instancias oficiales, como muy bien ha declarado la presbítera española Christina Moreira que dice: «Oráculo del Señor: las hijas del Rey del universo no quieren soportar más el oprobio de ser tratadas como indigentes a quienes tirar algunas migajas para tenerlas contentas.  «No voy a aceptar mini-sterios tapaagujeros y apaga incendios, para que el clero se pueda dedicar con más holgura a perennizar el sistema clerical». Sus declaraciones se pueden leer íntegras aquí: https://www.religiondigital.org/opinion/Migajas-opresion-pediamos-mujeres-papa-acolitas-lectoras-discriminacion_0_2304369554.html

Me llama la atención que en la modificación del canon 230.1 del Código de Derecho Canónico que ha realizado el papa Francisco, no se dice abiertamente que los ministerios de lector y acólito pueden desempeñarlo ahora hombres y mujeres, sino que de modo muy ambigüo, con la palabra «laico», se supone que incluye a hombres y mujeres. Es como si hubiere temor a decir expresamente que también las mujeres pueden desempeñarlos. Al mismo tiempo se deja claro que estos ministerios no conllevan remuneración económica alguna. Ésta es la redacción: Somos muchos los que desde hace muchos años venimos reclamando cambios en la Iglesia más profundos, en muchas áreas, que ayuden a salir de este desfase y esclerosis en que se encuentra, entre ellos la opcionalidad del celibato y la igualdad de responsabilidades entre mujeres y hombres en la Iglesia, a todos los niveles.

«Los laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia».

Es verdad que el mismo Francisco al explicar esta modificación sí deja claro que estos ministerios se pueden dispensar a todos los fieles idóneos sean de sexo masculino o femenino:….: «estos ministerios laicos, al estar basados en el sacramento del Bautismo, pueden ser confiados a todos los fieles idóneos, sean de sexo masculino o femenino, según lo que ya está previsto implícitamente en el canon 230 § 2″.

En definitiva, unos muy tímidos avances que, aunque valoro de modo positivo, con la esperanza de que pronto se puedan ir ampliando, pienso que no satisfacen para nada  a sectores muy amplios de la base eclesial que desde hace muchos años pide se termine de una vez la discriminación en la Iglesia entre mujeres y hombres para caminar hacia la plena igualdad.

Fuente: https://www.tercerainformacion.es/opinion/18/01/2021/la-mujer-en-la-iglesia-acolita-y-lectora-paso-adelante-o-decepcion/

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El 2021 en América Latina: un año difícil pero decisivo

Por: Enrique Gomáriz Moraga

El balance del impacto de la pandemia por COVID-19 en América Latina ha sido desastroso, tal y como se esperaba. Aunque el nivel de contagios no supera mucho el de Europa, la cantidad de muertes es literalmente dramática: la región contiene el 10% de la población mundial, pero representa un 32% de las muertes por COVID en el mundo. En varios países grandes de la región, como Brasil o México, sus autoridades han decidido lograr la inmunidad de rebaño a toda costa, llevando a sus sistemas de salud al colapso.

El impacto económico de la pandemia también ha sido desastroso. CEPAL estima que la contracción del PIB regional se sitúa en un 7,7%, pero esa caída es muy diferente según países, llegando a ser casi el doble en el caso de Venezuela. De igual forma, aunque todos los sectores han sufrido la crisis, hay algunos, industria y servicios, que la han sufrido mas que otros.

Eso ha significado una caída radical del empleo, estimándose una pérdida de 50 millones de empleos en este año. Todo ello ha redundado en un considerable aumento de la pobreza, que crecería en torno a un 6% respecto de 2019, es decir, cerca de 30 millones de nuevos pobres, lo cual acentuaría el retroceso de la curva respecto del comienzo de este siglo. En efecto, en el 2000 CEPAL estimaba que cerca de la mitad de la población latinoamericana se encontraba bajo la línea de pobreza, pero tras quince años de fuerte crecimiento económico provocado por la explosión del comercio de materias primas, esa cifra se redujo al 28%, aunque cuando terminó el boom, esa cantidad promedio se situó en torno al 32%. Tras el 2020 esa cifra estaría llegando a superar el 37%, con países que superarían el 40%, un retroceso que significaría volver a la situación de principios de este siglo.

Ante este cruel balance, la llegada del 2021 no podía sino suscitar la esperanza general de una ansiada recuperación. Sin embargo, este año que comienza seguirá siendo un año difícil, aunque podría ser también un año decisivo para acortar el tiempo de regreso a una cierta normalidad, donde se fueran recuperando los indicadores económicos y sociales previos a la pandemia.

En el plano sanitario, la esperanza de los efectos de la vacuna no producirá los frutos esperados a corto plazo. Cada vez está mas claro, que el proceso de vacunación avanza más lento de lo previsto. Al concluir 2021 difícilmente se habrá logrado vacunar al 70% de la población latinoamericana, y mientras eso sucede, el cansancio en torno a las restricciones y la sensación de proximidad de la vacuna están relajando la disciplina social, con lo que la curva de contagios y la cantidad de muertes van a seguir mostrando un crecimiento rampante durante el primer semestre. Como insiste la OMS, lo peor está por llegar.

En el plano socioeconómico, las previsiones tampoco son espectaculares. El efecto resorte, tan esperado, solo se producirá en algunos países, mientras que en la mayoría tendrá lugar un crecimiento lento, en torno al 3%, aunque las previsiones en algunos son más sombrías (Nicaragua, Ecuador, Haití) y Venezuela seguirá en recesión profunda (-7%). Pero lo más importante en ese año que empieza será cómo la región sortea algunos retos fundamentales que enfrentará en 2021.

Un asunto crucial estará referido al mantenimiento de las medidas de estimulo monetario y fiscal. Porque si se produce una retirada pronta de este tipo de medidas, al menos más rápidas de lo que se espera, la recuperación se ralentizará considerablemente. Ello podría estar asociado a un empeoramiento de las condiciones financieras mundiales. Al final del 2020, la mayoría de los países latinoamericanos han tenido acceso a las fuentes financieras internacionales sin grandes dificultades. Si eso no se mantiene según avanza el año, la recuperación será mucho más cuesta arriba.

Un aspecto que forma parte del esperanzado efecto resorte refiere a la idea de que, con la recuperación mundial del consumo, el precio de las materias primas volverá a incrementarse. Si ese escenario tiene lugar, la región tendrá un respiro. Pero no esta claro la velocidad con la que se producirá ese incremento mundial de la demanda y los precios de las materias primas. Y si ese escenario no emerge rápido, la recuperación en la región ira para largo.

Si este conjunto de factores no tiene una evolución claramente positiva este año es previsible un aumento de las dificultades sociales, no pudiendo excluir tensiones y conflictos graves, que colocarían a los países ente una inestabilidad que, por más que fuera entendible, todavía ralentizaría más la recuperación general. Por eso es posible afirmar que lo que suceda en 2021 tendrá consecuencias decisivas a medio plazo para esta maltratada región.

Fuente : https://www.diariocritico.com/opinion/enrique-gomariz/2021-america-latina-ano-dificil-decisivo

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La mujer de ternura en los ojos

Por: Ilka Oliva Corado

Estoy concentrada leyendo mi libro cuando de pronto la veo aparecer, una mujer asiática, alta, esbelta, con un abrigo de invierno majestuoso. Regreso a mi lectura pero no puedo concentrarme y vuelvo a verla, tanta hermosura en una sola persona. Pero cómo es posible, me pregunto, intentando leer mi libro de nuevo, que tanta belleza además tenga la sutilidad de la ternura, porque en sus ojos vi ternura.
Regreso a mi libro, solo por bajar la cabeza y fingir que leo porque perdí la concentración. La mujer esbelta va a recoger a su hija de cinco años que se encuentra entrenando baloncesto, la toma de la mano y sale del recinto, yo la sigo con la mirada y la veo subirse a un Mercedes-Benz de lujo. Se marchan. ¡Qué especie de aparición fue esa! Suspiro.
No es común ver a una mujer asiática alta, existen claro que sí pero no es común verlas. Además, ese abrigo típico de invierno, a cuadros, larguísimo. Que son mis favoritos, pero no tengo la altura para usarlos y siempre me encanta verlos en otras mujeres altas que los lucen estupendamente.
Pasan los días y la mujer de ternura en sus ojos sigue llegando a recoger a su hija, a veces se sienta en uno de los sofás en el área de espera, con una elegancia, toda ella es pura delicadeza y yo pierdo la concentración y solo me quedo viendo las letras inteligibles en el libro. Hasta que un día se sienta justo al lado mío y siento desmayarme, algo así como una especie de vahído, dirían en mi pueblo. Hasta que la veo directamente a los ojos y le digo a manera de queja: tienes una hermosura sobrenatural que me hace perder la concentración en la lectura, es imposible leer.  Ella sonríe y me dice que le caigo bien, que me ha visto leer desde que estaciona su automóvil, me pregunta cómo le hago para no perder la concentración, que ella era como yo cuando era joven y vivía en Corea.
Cuéntame de Corea, le digo después de saludarla en su idioma, su sonrisa es de sol cuando le hablo en coreano, asombrada me pregunta cómo aprendí ese idioma y le digo que en mi primer trabajo en el país con una familia coreana, que además sé cocinar algunas comidas típicas pero que solo sé algunas palabras para saludar, nada más. Sigue sonriendo admirada, me pregunta de qué país soy y continúa nuestro intercambio de culturas. Tiene 50 años y emigró a Estados Unidos cuando estaba a mitad de la carrera universitaria, quería salir de donde vivía e irse lejos y conoció a un coreano nacido en Estados Unidos que llegó a visitar a su familia, le ofreció matrimonio y no lo pensó dos veces y se largó con él. Tuvieron dos hijas, una de 15 y la otra de 5, pero con la de quince no se lleva me cuenta porque tiene el carácter y la arrogancia insoportable como la familia de su esposo. En cambio, la pequeña es toda ella.
La mujer de ternura en sus ojos no tiene familia en el país, ni siquiera una tía lejana o primos algo así  por estilo, está totalmente sola. Su esposo un hombre adinerado le ha dado todos los lujos que puede dar el dinero, pero ella vive dentro de una cárcel porque tiene que obedecerlo y a toda su familia.  Me recuerdas mucho a mí cuando era joven me dice, me pregunta de mi día a día, si estoy casada si tengo hijos, le digo que no, me pregunta qué hago en mi tiempo libre además de leer y le digo  que habitualmente voy a caminar y a hacer bicicleta a las reservas forestales, que convivo con muy pocas personas porque no me gusta, que me gusta más el monte y la soledad que la gente. Que tomo mi bicicleta y me voy a la ciudad, que me como una pizza y me tomo dos cervezas y luego voy a visitar los museos para regresar cuando cae el sol, pedaleando mi bicicleta. Suspira conforme le voy relatando mis actividades. Me recuerdas mucho a mí cuando era joven, no te cases nunca, no sabes lo feliz que eres ahora, la libertad que tienes, todo cambia cuando uno se casa y nacen los hijos, salvo que tengas suerte y te cases con un hombre distinto al del patrón machista. O con una mujer, secunda. ¿Con una mujer?, y me atoro de la risa. Sí, ¿no me digas que piensas como lo hace la mayoría que creen que una mujer solo puede estar con un hombre?, yo no lo creo.  No, ni yo tampoco.
Uno no espera tener este tipo de conversaciones, una persona tiene que ser mente abierta en realidad para que no se escame con cosas de géneros, tan insignificantes. La mujer continúa hablando de todo tipo de temas, con lo que yo pienso que tiene la mente de una persona anarquista, pero ¿cómo una mente tan brillante fue a terminar casada así y viviendo de esta forma? Nada del otro mundo tampoco, sucede todo el tiempo. Nunca practicó ninguna religión en Corea, pero desde que se casó tiene que asistir todos los domingos a la iglesia coreana con la familia de su esposo, así se esté muriendo de un dolor de cabeza o de cualquier otra cosa que la haga sentir indispuesta, porque la familia de su esposo es adinerada y muy querida y respetada en el sector, no se vería bien que ella no asista a la iglesia con ellos.
Conoce infinidad de países y tiene varias tarjetas de crédito, cada año cambia de automóvil, pero lo daría todo me dice, por tener la libertad de agarrar la bicicleta y perderse un día en la ciudad como lo hago yo. Que no monta bicicleta desde que emigró, que en Corea lo hacía todo el tiempo. No te cases, me vuelve a decir, tienes la libertad y la felicidad que muy pocas mujeres tienen, goza por ti y por todas ellas. Pero si llega un loco o una loca con tu misma locura entonces invítalos a dar un paseo en bicicleta contigo y ahí decides. Tiene que ser paseo en bicicleta, le pregunto muerta de la risa y se atora ella igual. Sí, y ponlos a que te alcancen a ver si pueden y llévalos a los museos a ver si aguantan, a la pizza y las cervezas no porque seguramente dirán que sí encantados, ¡ambas nos matamos de la risa!
Pero tienes una vida plena y no necesitas a nadie que la importune. Te veo, me dice, y me veo cuando eran joven. Yo era exactamente como tú, no cometas el mismo error que yo. No me atreví a preguntarle por qué no se divorciaba.
Me fascina hablar con personas desconocidas porque son un ramillete de colores, esperanza, vivencias, aprendizaje, no importa en torno a qué gire la conversación, siempre se aprende algo nuevo con ellas y se conocen otras culturas, otras formas de vida, otras rutinas, otros pensamientos. Y me hacen ver, con su sola existencia que no somos únicos, que el mundo no gira en torno a nosotros, que podemos conservar nuestro propio paraíso pero que al abrir las ventanas podemos observar el de los demás, que son como en el campo abierto, las flores silvestres que lo embellecen.
Fuente e imagen:  https://cronicasdeunainquilina.com

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Los vuelcos de la historia

Por: Marisol Vicens Bello

Hace un siglo la gripe española que afectó al presidente Wilson afectó su psiquis y según algunos historiadores esto incidió en el contenido del Tratado de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial, lo que pudo contribuir a provocar el surgimiento del nazismo, y ahora probablemente otra pandemia sea recordada como el hecho que dio un vuelco a la historia, afortunadamente positivo en esta ocasión, asestando un golpe al populismo.

El asalto al Capitolio perpetrado por seguidores del todavía presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump, que dejó atónitos y avergonzados a sus espectadores en el mundo entero, irónicamente quizás actuará en favor de la democracia y significará un brusco freno para su insólito liderazgo populista que ha fomentado el odio, la segregación y el irrespeto.

Lo que aconteció la semana pasada en esa penosa irrupción, retrató de cuerpo entero a donde pueden llegar los fanatismos y obligó a muchos colaboradores de Trump a tomar distancia “in extremis” de su líder, al que le permitieron un sinnúmero de acciones impropias. Es como si milagrosamente las oprobiosas escenas acontecidas luego de una manifestación convocada y arengada por el presidente que continúa negándose a aceptar su derrota electoral, los hizo descubrirse ante un aterrador espejo de cuya imagen no querían seguir siendo parte, o no les convenía políticamente seguirlo siendo.

Este es el triste colofón de un capítulo de la historia que no debió de haber sucedido, cuyo inicio muchos lamentamos por lo que avizorábamos y que otros muchos celebraron, porque pensaron más en la economía, en sus intereses, sus creencias o sus ideologías, que en el daño colectivo que significaría el ascenso al poder de una persona que había dado muestras ya, de toda la megalomanía, irracionalidad y malas conductas que exhibió en su mandato. Y el daño provocado no ha sido solo a los Estados Unidos sino al mundo pues, así como los buenos líderes expanden su obra, impactan vidas positivamente e inspiran acciones, los malos penetran y sacan a flote el lado oscuro de la naturaleza humana.

Aunque para muchos el hecho de que bajo la administración Trump se dieran acciones similares a las acontecidas en las “repúblicas bananeras” le restará moral a ese país para criticar cualquier acción futura en contra de la democracia, hay que reconocer que sus instituciones y sus principios democráticos como el emblemático “rule of law” o imperio de la ley se impusieron, y se convirtieron en el valladar que detuvo casi todas sus desatinadas y populistas medidas, y que a pesar de su cuestionada decisión de designar poco tiempo antes de las elecciones una juez de la Suprema Corte para inclinar la balanza hacia el lado conservador, no logró que esta, ni ninguna corte complaciera sus acciones judiciales por revertir su derrota electoral que obstinadamente no aceptaba como válida.

Todos aquellos que se cegaron por ser republicanos o simpatizar con dicho partido en ese país o en el mundo, o por ser empresarios y entender que sus medidas fortalecerían las finanzas y bajarían los impuestos, o por ser practicantes de una religión y entender que el conservadurismo estaba garantizado con él a pesar de una trayectoria salpicada de faltas a la moral, o por entender que sus ideas anti inmigrantes, xenófobas y racistas les convenían, a pesar de ser él mismo descendiente de inmigrantes y casado con inmigrante; y decidieron poner al frente de la primera potencia del mundo a una persona díscola que a todas luces no reunía el perfil de un buen líder, deberían reflexionar y comprender que no solo de pan vive el hombre.

Por fortuna la historia no solo la escriben los hechos humanos, y las fuerzas de la naturaleza y otros acontecimientos provocan a veces giros inesperados, como el hecho de que a Trump en gran medida lo derrotó su mal manejo del inesperado covid-19, que trató de minimizar y desafiar convirtiendo el uso de mascarillas, la principal prevención contra la enfermedad, en un símbolo de debilidad y su no uso de coraje. Hace un siglo la gripe española que afectó al presidente Wilson afectó su psiquis y según algunos historiadores esto incidió en el contenido del Tratado de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial, lo que pudo contribuir a provocar el surgimiento del nazismo, y ahora probablemente otra pandemia sea recordada como el hecho que dio un vuelco a la historia, afortunadamente positivo en esta ocasión, asestando un golpe al populismo.

Fuente:  https://acento.com.do/opinion/los-vuelcos-de-la-historia-8901911.html

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La política del miedo

Por: Leonardo Díaz

Cuando un líder populista logra transmitir las sensaciones señaladas, estamos a un paso de la constitución de un entorno político polarizado y violento que socava las bases de la coexistencia democrática.


Aristóteles afirmó que el miedo (phóbos) constituye una aflicción de la imaginación (phantasía) acompañada de una sensación de impotencia ante el advenimiento de algo que se percibe como un mal. (Retórica 1382a 21-25).

Martha Nussbaum retoma esta definición en La monarquía del miedo. Quiero subrayar un aspecto fundamental de la referida conceptualización. El miedo se configura partiendo de las sensaciones y percepciones de los seres humanos, no tanto a partir de procesos intelectivos. Si es así, el miedo opera a un nivel muy visceral de la corporalidad humana y por tanto, difícil de encarrilar racionalmente”.

Como señala Nussbaum, el miedo tiene un marcado sello narcisista. Cuando lo sentimos, nos centramos en nosotros mismos. Como mecanismo de nuestra evolución biológica ha contribuido a nuestra sobrevivencia al activar el estado de alerta. Pero, inflamado, es una fuente ingente de daño colectivo a pesar de las restricciones de la cultura.

Inflamar la emoción que ocupa nuestra reflexión es lo propio de la política del miedo. Nussbaum nos recuerda tres aspectos señalados por Aristóteles como marco conceptual para reflexionar sobre la misma. Los líderes que aspiran a fomentar el miedo entre sus seguidores:

  1. a.Describen un acontecimiento apremiante como fundamental para la sobrevivencia de la ciudadanía.
  2. b.Convencen a los ciudadanos de que el suceso está cercano.
  3. c.Transmiten la sensación de que la población está en una situación de indefensión que les impide tomar el control de la situación por sí mismas.

Cuando un líder populista logra transmitir las sensaciones señaladas, estamos a un paso de la constitución de un entorno político polarizado y violento que socava las bases de la coexistencia democrática.

Nussbaum nos recuerda un claro ejemplo sobre el problema, relatado por el historiador ateniense Tucídedes, en sus Historias del Peloponeso (III. 25-28; III. 35-50). Como consecuencia de la revuelta de algunos hombres, un orador populista, Cleón, defendió la necesidad de ejecutar a todos los varones adultos de la colonia de Mitilene, esclavizando a todas su mujeres y niños.

A pesar de la desproporcionalidad del castigo, Cleón convenció a la asamblea ateniense del peligro inminente que representaban todos los habitantes de Mitilene, y las consecuencias inevitables e inmediatas que se cernían sobre Atenas si no daba un escarmiento a todos sus habitantes.

Convencidos por Diódoto, la asamblea ateniense revocó su resolución y una nueva embarcación zarpó para impedir la empresa de la primera. Por fortuna, llegó primero.

El suceso descrito por Tucídides retrata las debilidades de las democracias cuando sucumben a la política del miedo. Los individuos pueden tomar decisiones violentas contra otras personas, no porque decidan infligir daño de manera intencional a favor de una causa injusta, sino por considerar que el objeto de su agresión representa un peligro inminente contra ellos y todo lo que aman.

Es una lección que no deberiamos olvidar en este tiempo donde la violencia estimulada por la política del miedo, en sintonía con la estructura de las emociones humanas, se percibe simplemente como extremismo ideológico, megalomanía personal, o anomalía democrática.

Fuente:  https://acento.com.do/opinion/la-politica-del-miedo-8901761.html
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Recuperar nuestra voz

Por:  Paula Albornoz

Cuántas mujeres olvidadas porque ni
siquiera ellas pueden o podrán decir
“esta boca es mía”, “este cuerpo es
mío”, “esto es lo que yo pienso”.
Virginia Woolf

William Shakespeare, Antoine de Saint, Oscar Wilde, Franz Kafka, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges. Esos son solo algunos de los incontables nombres masculinos dentro de lo que se considera el canon literario: obras clásicas que trascienden los tiempos y las fronteras. Las obras de dichos autores representan la más alta cultura, o al menos, la mejor valorada. Es esperable y, más aún, deseable, que cualquier lector o lectora que se respete haya leído por lo menos uno de los títulos de estos grandes autores. Por supuesto, yo leí varios, y siempre me sentí muy orgullosa de haberlo hecho.

No fue hasta recién finales del año pasado cuando releyendo algunos de los títulos recostados en mi biblioteca me percaté de una cosa; la gran mayoría de los libros que he leído desde la más tierna infancia hasta mi adultez fueron escritos por hombres. Cien años de soledad. La naranja mecánica. Canción de Navidad. Un mundo feliz. Ensayo de la ceguera. Bajo la misma estrella. Natacha. Desde los cuentos infantiles hasta las novelas para adolescentes y las historias para adultos, sin intención de mi parte – pero seguro que de la de alguien más, sí -, habían sido creadas en las mentes del género opuesto. Toda mi concepción literaria del mundo había sido formada por personas que jamás podrían haber vivenciado ni una milésima de lo que es ser mujer en este mundo, a la vez en que yo había sido educada y moldeada por personas con las que jamás me podría identificar. Todos ellos han sido brillantes y sin duda he disfrutado leerlos, pero comencé a interesarme por leer a mis pares y a mujeres que, quizá, pudiera tomar como referentes en la literatura.

Marcela Serrano, escritora chilena, ha declarado: “El día en que el hombre se apoderó del lenguaje se apoderó de la historia y de la vida. Al hacerlo nos silenció. Yo diría que la gran revolución es que las mujeres recuperen la voz”. De más está decir que concuerdo completamente. Esto es así más aún cuando las mujeres son latinoamericanas, racializadas pobres. Hay unos pocos nombres femeninos que han llegado al canon literario (Jane Austen, Virgina Woolf, Louise May Alcott), más todas ellas tienen algo en común: su posición social y geográfica; europeas de la clase alta. Es por ello que no solo es revolucionario que cada vez lleguen más títulos de autoras a los aparadores de las librerías, sino también que las lectoras – y los lectores – elijamos conscientemente la literatura que queremos consumir de ahora en adelante. Y no, por supuesto que esto no significa dejar de leer a varones. Significa, simplemente, que me gustaría que las niñas, las jóvenes y las adultas pudiésemos empezar a ver el mundo desde ojos similares a los nuestros, a sentirnos identificadas, a escribir nuestra propia historia. Darnos lugar en nuestras bibliotecas también es un acto de sororidad.

Virginia Woolf: “me aventuraría a pensar que Anónimo fue a menudo una mujer”

Durante mucho tiempo, la prosa de autoras como Alfonsina Storni eran catalogadas como “poesía femenina” o “literatura femenina”, como si el calificativo le restara valor literario e intelectual. Lo cierto es que la misma Alfonsina tuvo en muchos aspectos de su vida y de su obra una visión feminista, desafiando los mandatos sociales de la época – por ejemplo, siendo madre soltera – y traspasando ideas revolucionarias al papel como en las poesías “Me quieres blanca” u “Hombre pequeñito”. En la actualidad, la etiqueta “femenino/a” ya no se usa en obras escritas por mujeres, pero eso no significa que se las valore de la misma forma que las escritas por varones. Ahora hay formas mucho más sutiles de descalificarlas. Para dar un ejemplo me transporto a mi adolescencia, en la época en que la saga “Crepúsculo”, de la escritora Stephanie Meyer, eran la sensación entre las chicas.

Las jovencitas éramos motivo de burla y de bullying, especialmente en Internet, por leer esa clase de libros. Absolutamente todo lo que esté dirigido hacia un público mayormente femenino siempre es menospreciado y burlado: no solo la literatura, también la música, las películas, etc.

Se suele decir que el arte producido por hombres es el arte “de verdad” (¿a ustedes nunca les dijeron algo como “vos tenéis que escuchar música de verdad” o “vos tenéis que leer literatura de verdad”, refiriéndose a la producida por hombres?), lo que nos deja a nosotras con su antónimo: nuestro arte es falso, o de mentira. Nuestro arte es de segunda mano, no digno de ser valorado. ¡Qué casualidad! La misma concepción que tienen para con nosotras como seres humanas.

Ya lo dijo Virginia Woolf: “me aventuraría a pensar que Anónimo fue a menudo una mujer”. El arte proveniente de las mujeres siempre fue poco valorado, y es por eso que a lo largo de la historia muchas de ellas tuvieron que usar pseudónimos masculinos, dejar firmar por ellas a sus maridos o simplemente inscribirse como “Anónimo”. De otra forma, su producción artística jamás hubiese llegado hasta nuestros días. Aún hoy se espera que las mujeres releguen sus vidas al ámbito doméstico, y pocas veces sus trabajos son reconocidos como se merece. Solo por dar un ejemplo, el Premio Nobel de Literatura, sin duda el más prestigioso, hasta el 2017 había premiado a 14 mujeres frente a 100 hombres – y sin duda no es porque no haya habido buenas escritoras. Los hombres escriben libros para que los lean los hombres y los premien otros hombres.

Los pseudónimos no están tan atrás en el tiempo como pensamos o deseamos; la autora de “Harry Potter” aún es conocida como J.K. Rowling, porque al publicar su famosísima saga le aconsejaron que sería mejor para las ventas que no se supiera que su autora era mujer. Solo cuando el libro fue bien recibido por las críticas y la audiencia se reveló su nombre real, Joanne.

Desde mi humilde lugar tanto de lectora como de escritora, propongo que, una vez más, seamos nosotras las que empecemos a cambiar las cosas. Escribir, contar nuestras vivencias y explayar en la hoja nuestra visión del mundo, y también leer y descubrir lo que otras tienen para decir. Me sigo preguntando cómo sería yo ahora en general y como escritora en particular si desde pequeña me hubiera nutrido más de autoras. No importa, no pienso lamentarme ya. Ojalá sea esa la oportunidad de las generaciones presentes y futuras. Pero de ahora en más, me propongo compensarlo. Por lo menos, igualar el número de libros escritos por hombres en mi biblioteca con libros escritos por mujeres. ¿Se animan a hacerlo ustedes?

Nosotras también tenemos historias que contar. De hecho, nosotras también tenemos historia. En inglés, la palabra historia (“history”) podría ser dividida en dos partes: “his story”. “His” es un adjetivo posesivo masculino, entonces estaríamos diciendo “su historia”, pero la de los hombres. La historia de él (de ellos). ¿Qué pasaría si por una vez queremos cambiarlo? ¿Qué pasaría si queremos hablar de herstory? (“her story”, la historia de ella, de ellas). El lenguaje y las historias, los cuentos, las novelas, la literatura, nos moldean, y ha sido así desde el comienzo de los tiempos, cuando se transmitían de boca en boca. Tal es su relevancia en nuestras vidas y en la sociedad. Tal es su relevancia en el feminismo y en la revolución. ¿Cómo cambiar la historia si no podemos contarla? ¿Para qué contar la revolución si nadie va a leerla?

Nos propongo ser nuestras propias lectoras. Hasta que, de a poco, todo el mundo nos haya escuchado (o mejor dicho, leído).

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/recuperar-nuestra-voz/

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Con Biden habrá más «revoluciones de color» en América Latina

Por: Raúl Zibechi

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

Las formas cambian, pero el fondo sigue siendo el mismo. En vez del muro, las restricciones a los inmigrantes y el discurso ultra de Donald Trump, vendrán las declaraciones correctas sobre la democracia, las mujeres y los afrodescendientes de Joe Biden. En vez del militarismo descarnado, las revoluciones de color ideadas por la Open Society de Soros para promover cambios de régimen que favorezcan sus intereses.

La pista la dio Thomas Shannon el primero de enero en una carta abierta en medios brasileños. Shannon fue embajador de Estados Unidos en Brasil en el gobierno de Obama y había sido subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental con George W. Bush.

La carta de Shannon titulada La delicada verdad sobre una vieja alianza fue publicada en la revista Crusoé (https://bit.ly/2LLldiB), que funge como periodismo independiente, antibolsonarista ahora, pero cuyos fundadores jugaron un papel destacado en el proceso contra Lula que desembocó en su reclusión y en la destitución de Dilma Rousseff, operando entonces desde el influyente sitio El Antagonista (oantagonista.com).

Shannon comienza su carta asegurando que la relación entre Brasil y Estados Unidos es una de las piezas fundamentales de la diplomacia en el siglo XXI. Repasa luego las similitudes entre sus sociedades, para rematar que el presidente electo (Biden) conoce bien Brasil y América Latina, asegurando que ningún presidente estadunidense comenzó su mandato con tal conocimiento y experiencia en la región.

En la segunda parte de su misiva, Shannon emprende un feroz ataque al gobierno de Jair Bolsonaro, porqueha hecho casi todo lo posible para complicar la transición en la relación bilateral, al expresar su preferencia por Trump en las recientes elecciones y por haber criticado a Biden, quien pidió en un debate una acción más enérgica de Brasilia contra la deforestación.

Para Shannon es inadmisible que Bolsonaro haya repetido las infundadas acusaciones de fraude del presidente Trump en los comicios estadunidenses, ya que lo interpreta como un ataque a la democracia de Estados Unidos y al futuro gobierno de Biden.

Pero lo más grave empieza después. Shannon le dice al gobierno lo que debe hacer en tres aspectos (la pandemia, el cambio climático y la posición ante China respecto a las redes 5G) y luego amenaza. Es algo que no se perdonará fácilmente ni se olvidará, remata el diplomático.

Algunos podrán alegrarse, incluso en la izquierda, de que el nuevo gobierno de Estados Unidos le baje el pulgar a Bolsonaro. Por mi parte, tanto el silencio del Partido de los Trabajadores de Brasil como del propio Lula, muestran las dificultades de la izquierda frente al viraje en curso en la Casa Blanca.

No se trata de Jair Bolsonaro, sino de nuestros países, de la soberanía de las naciones. El presidente de Brasil debe ser condenado y apartado por su propio pueblo. Ha hecho todos los méritos para que la sociedad se movilice para destituirlo. Pero que desde el imperio amenacen con nuevas revoluciones de color es una pésima noticia. Podrán atacar ahora gobiernos de ultraderecha, pero seguirán con todo lo que se les ponga en su camino, sea conservador o progresista.

La operación de derribar a Bolsonaro cuenta ya con un considerable apoyo mediático e institucional. La Orden de Abogados de Brasil, que jugó sucio contra Lula y pidió la destitución de Dilma (https://bbc.in/3soJjAA), está promoviendo ahora la destitución de Bolsonaro. Su presidente, Felipe Santa Cruz, declaró que el ritmo del proceso será dictado por presión de las calles, llamando, de hecho, a la movilización popular (https://bit.ly/3q5ntQS).

Para la derecha democrática, ésa que apuesta a la defensa del medio ambiente con medidas cosméticas, que engalana el gabinete de Biden con mujeres y afrodescendientes, pero sigue sosteniendo la violencia policial/patriarcal, llegó el momento de ponerle freno a la ultraderecha. Los bolsonaristas hicieron el trabajo sucio contra la izquierda, pero ya no le son útiles. Igual que Trump.

Para comprender este viraje basta con recordar las guerras centroamericanas, donde el Pentágono apoyó primero los genocidios militares para luego promover opciones centristas, como las democracias cristianas, para recomponer el escenario ante el fuerte desgaste de los golpistas de Guatemala y El Salvador.

Si el mandato de Trump fue abominable, el de Biden no lo será menos. Recordemos la guerra en Siria, la liquidación de la primavera árabe y la invasión de Libia, promovidas y gestionadas por el equipo que ahora retorna a la Casa Blanca.

En América Latina, las destituciones ilegítimas (golpes dicen otros) de Manuel Zelaya (2009), de Fernando Lugo (2012) y de Dilma Rousseff (2016), se produjeron bajo el gobierno progre de Barack Obama (2009-2017). No olvidemos a Trump. Pero tampoco que, de la mano de Biden, retornan personajes nefastos como Victoria Nuland, organizadora del golpe y la posterior guerra en Ucrania.

Fuente e imagen: https://www.jornada.com.mx/2021/01/15/opinion/023a1pol

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