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«Hijo, aléjate de Pablo que dio positivo en Covid-19»

Por: Laura Peraita

Algunos niños podrían quedar «señalados» por sus compañeros tras pasar el coronavirus.

«Hijo, tu no te acerques a Pablito en el cole que fue positivo en Covid-19». La incertidumbre y el miedo está provocando que algunas familias –sobre todo aquellas que se han visto afectadas seriamente por el coronavirus o que conviven con personas mayores o vulnerables–, alienten a sus hijos a alejarse de aquellos compañeros que han pasado el Covid. «Acabamos de empezar las clases y todavía es pronto, pero en cuanto haya un niño que dé positivo y vuelva a clase, somos conscientes de que habrá padres que “obliguen” a sus hijos a que no se junten con él», asegura Andrés Cebrián, presidente del Sindicato Independiente de Enseñanza Anpe.

Precisamente, hace tan solo unos días, el Consejo General de Enfermería ha advertido de la posibilidad de que el contagio por Covid-19 traiga consigo «un estigma para los niños infectados e, incluso, para los que han pasado la enfermedad», por lo que ha pedido a los centros educativos que estén preparados y tomen medidas.

Salud emocional

El presidente de Anpe señala que es un problema «del que somos conscientes y del que ya hablamos en el mes de julio con la Consejería de Educación». Explica que la salud emocional de los alumnos es muy importante, pero el problema es que los profesores están «relativamente preparados» para dar respuesta a estas nuevas situaciones porque ahora mismo «tienen una sobrecarga de trabajo enorme al tener que hacer de maestros, sanitarios, psicólogos… Un docente no va a saber qué hacer si se encuentra con niños solos porque sus compañeros no quieren estar con él por haber pasado el Covid-19».

Pedro José Caballero, presidente de Concapa, asegura que cuando haya un positivo en una clase, el coordinador Covid del colegio será el encargado de llevárselo a una habitación especialmente habilitada para ello. Este coordinador avisará a los padres para que vayan a recoger a su hijo y llamará al centro de salud para que indique los pasos a seguir. Al avisar al resto de familias de escolares de su clases, en ningún caso se facilitará el nombre del niño afectado por protección de datos pero, al final, como ocurre en otros casos –como cuando un niño es el que tiene piojos–, todo se sabe y el nombre sale a relucir, lo que puede ser un problema para el afectado».

Reconoce Caballero que ese alumno puede quedar marcado «y no es un problema baladí». «Los psicólogos del colegio –prosigue– deberán mediar para que su regreso sea lo más óptimo posible. Hay que trabajar, no obstante, con todos los alumnos porque llevamos meses diciéndoles que no se acerquen a otras personas porque hay un bicho muy malo que mata cuando ahora se ven metidos en un aula con sus compañeros. Hay que transmitir seguridad sin restar importancia a la situación. Es una contexto nuevo para todos y la Administración también debe ofrecer respuestas adecuadas a este problema».

Sin malas intenciones

Para la doctora en Psicóloga Silvia Álava Sordo, las familias también tienen un papel importante. «Es esencial que cuenten a sus hijos que no hay mala intención por parte de un compañero que ha tenido Covid, sino que es mala suerte. Se puede aprovechar para enseñarles a empatizar, a ponerse en el lugar del niño afectado y saber cómo se siente si nadie quiere estar con él. Y, muy importante, hacerle saber que mañana puede ser él el que tenga Covid y pase por esa misma situación. Los padres, no obstante, deben tener cuidado con lo que dicen delante de sus hijos porque están muy atentos y actuarán o dirán lo que escuchan a los adultos».

En la misma línea se manifiesta Rocío Ramos- Paul, directora de Ramos- Paul Psicólogos, al hablar de la necesidad de empatizar con los demás. «La labor se tiene que realizar conjuntamente desde casa y el colegio. La solución es parecida a una situación de acoso. Los niños necesitan que les demos herramientas y explicarles que es verdad que su amigo ha pasado el Covid, pero que es suficiente con tomar medidas de distanciamiento, lavado de manos… para evitar contagios. No hay que bajar la guardia, pero tampoco estigmatizar a nadie».

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-hijo-alejate-pablo-positivo-covid-19-202009090140_noticia.html

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Ciudad educativa

Por: Leonardo Díaz

Cuando hablamos del futuro inmediato de la educación es lógico centrarnos en el debate virtualidad-presencialidad.

En un artículo titulado “aprender”, publicado en Mètode, revista divulgativa de la Universidad de Valencia, https://metode.es/revistas-metode/secciones/es-sociofolcologia/aprender.html el Dr. Ramón Folch reflexiona sobre nuestra subestimación de la educación no reglada.

Como recuerda quien fuera consultor ambiental de la UNESCO, el proceso educativo no depende sólo de las interacciones que se producen en un aula escolar o universitaria. Tan importante como estas son las interacciones que se producen en el entorno.

El aprendizaje de una gran parte de las habilidades con las que vivimos se desarrollan en el ambiente social y, si este no resulta favorable, es poco probable que el proceso de enseñanza-aprendizaje en la escuela resulte fructífero.

Partiendo de estos supuestos, Folch recupera el concepto de “ciudad educadora”, un proyecto de convertir el espacio público en una escuela, cuyos precedentes se remontan a la “paideia” de las ciudades-Estado griegas, y toma forma en las sociedades contemporáneas a partir del escrito de Edgar Faure: “Aprender a ser”.

El proyecto de ciudad educadora articula espacios tradicionalmente no conectados (calles, plazas, parques) convirtiéndolos en escenarios interrelacionados de aprendizaje para la construcción de una ciudadanía autónoma y responsable.

Imaginemos las posibilidades de aprendizaje que se abren si las alcaldías, los ministerios de educación, cultura, turismo y medioambiente trabajaran en un proyecto común de educación ciudadana que emplee los escenarios públicos integrándolos dentro de un programa educativo coordinado con las escuelas públicas y privadas a fin de trascender la idea del aprendizaje como un proceso que sólo se realiza en el mismo lugar y de modo sincrónico.

Sería una gran oportunidad para realizar transformaciones pendientes en la educación de la postpandemia.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/ciudad-educativa-8859279.html
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El PCE ofrece sus sedes en la provincia de Sevilla para desdoblar clases y bajar la ratio en los colegios

Por: Tercera Información

Del mismo modo, el PCE en la provincia de Sevilla ha instado a todas las administraciones a que habilite los edificios públicos que sean necesarios para asegurar la actividad docente presencial en la provincia de Sevilla.

El secretario político del PCA en Sevilla y exdiputado de Unidas Podemos en el Congreso, Miguel Ángel Bustamante, ha informado de que el partido cederá sus locales para el desdoblamiento de las clases y la bajada de ratio en los colegios. “Las sedes del PCA están y estarán siempre a disposición del pueblo, y proponemos que sean utilizadas como aulas docentes para poder bajar la ratio y permitir que nuestros niños y niñas asistan presencialmente al colegio con la mayor seguridad posible”.

Las sedes del Partido en la provincia de Sevilla fueron cerradas al público el pasado 13 de marzo, un día antes de que fuera decretado en nuestro país el estado de alarma, porque la organización de izquierdas entendía que debía «dar ejemplo y no contribuir a la expansión del virus».

Bustamante indica que durante todo el confinamiento pusieron sus sedes «a disposición de las autoridades para cualquier necesidad que se creyera conveniente, hasta el punto de que se han realizado campañas de donación de sangre en algunas de ellas”.

Ahora, ante el inicio de un curso escolar con muchísima incertidumbre, «y en el que la administración autonómica no ha tomado aún las medidas necesarias para conseguir una bajada de ratio que asegure la salud de nuestros niños y niñas, y por consiguiente de toda la población», el PCE recuerda que sus sedes «están a disposición del pueblo», por lo que las ofrece incluso «para su adaptación como aula docente, en caso de ser necesario».

Del mismo modo, el PCE en la provincia de Sevilla ha instado a todas las administraciones a que habilite los edificios públicos que sean necesarios para asegurar la actividad docente presencial en la provincia de Sevilla, y los ofrezca como alternativa a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, facilitando así los recursos necesarios para asumir un desdoblamiento de las clases y una bajada de ratio en el momento en que la Consejería lo determine oportuno.

De igual manera, desde el PCA se hace extensible este ofrecimiento a las direcciones de los colegios e institutos públicos de la provincia de Sevilla, para que cuenten con el apoyo y recursos que dispone la organización de izquierda ante las dificultades del presente curso.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/07/09/2020/el-pce-ofrece-sus-sedes-en-la-provincia-de-sevilla-para-desdoblar-clases-y-bajar-la-ratio-en-los-colegios/

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La tasa Google

Por: Francisco Sierra Caballero

El discurso del capitalismo de plataformas recurre para ello al tecnolibertarismo que empieza y termina con el alfa y omega de la inhibición del Estado y los poderes públicos, a fin de proteger un proceso considerado cuasi natural.

La política de tributación sobre servicios digitales no es un problema de armonización y justicia fiscal, sino sobre todo de soberanía y cuestionamiento del problema de la renta tecnológica, tan discutida por la teoría de la dependencia. Más allá de Stiglitz o Piketty sobre la necesidad de un impuesto digital global, la cuestión debe pues ser planteada como una batalla ideológica en el capitalismo de plataformas. Los argumentos en contra de actores como el BBVA, vía Rafael Domenech, sobre la afectación a la innovación y el desarrollo son la panoplia habitual del capitalismo corporativo que imponen como sentido común los oligopolios, hoy los GAFAM. Pero la historia demuestra lo contrario. Tales lecturas obvian la debilidad, por ejemplo, de España y la UE frente a Estados Unidos. La innovación, en fin, no se da en abstracto o sobre el vacío, sino en una estructura determinada de producción. Y la estrategia, ya lo vimos en el caso de la política audiovisual europea, de producir gigantes de la comunicación continentales termina favoreciendo a las majors y telecos de origen estadounidense, ahondando más si cabe el desequilibrio y dependencia de Europa en esta materia. Así, la actual deriva del capitalismo de plataformas es la lógica del monopolio en la extensión y explotación mercantil de la información. Cuando se afirma que la revolución digital es la era de la desintermediación se elude referir que las mediaciones entre usuarios, distribuidores, productores y proveedores de servicios tienen lugar con menos intermediarios que en la era analógica. Este control es debido a la escalabilidad y la lógica de redes de valor que alimentan las propias plataformas, además de complementar los ingresos y gastos entre servicios por medio de subvenciones cruzadas. Como explica Srnicek, una rama de la compañía reduce el precio de un servicio o de un producto mientras otra sube los precios para cubrir tales pérdidas, aprovechando la posición de virtual monopolio. Esta es la lógica extractivista hoy imperante, el progrom de lo que Éric Sadin denomina siliconización del mundo. El discurso del capitalismo de plataformas recurre para ello al tecnolibertarismo que empieza y termina con el alfa y omega de la inhibición del Estado y los poderes públicos, a fin de proteger un proceso considerado cuasi natural. Ahora, cuando medios como ZOOM pasan de los 10 millones de servicios diarios a 300, incrementando el volumen de negocio en más de 150%, con la pandemia, o la compraventa de grandes compañías como AMAZON destruyen el débil tejido del comercio de proximidad, cabe empezar a pensar que lo que se nos presenta como natural no es producto del azar, sino de la determinación social, y, por qué no decirlo, de la necedad de las autoridades que han dejado operar sin limitaciones a estos embajadores del neocolonialismo. Tanto así que hoy por hoy la dependencia de la UE respecto a Estados Unidos es más que notoria. Y pese a las evidencias, quizás por influencia de los lobbys norteamericanos de las punto.com, se ha evitado actuaciones contundentes de Bruselas contra los virtuales monopolios comerciales. Desde hace años, con la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (6/10/2015) se viene apuntando la necesidad de una regulación de los conglomerados de la llamada economía digital, sin que las autoridades comunitarias hayan mudado su política de gestos y amagos sin consecuencia real, en esta dirección. Las propias interpretaciones dominantes en la Comisión sobre normativa antimonopolio tienden a imponer lo que Prieto y Cabezudo denominan NET MERCATOR, una lógica de optimización de las telecomunicaciones que en nada tiene que ver con derechos universales ni prestaciones estratégicas de servicio y dominio público. Antes bien, se naturaliza la llamada por Philip Howard Pax Technica, en virtud del incremento exponencial de los nodos de conexión como consecuencia, se argumenta, del principio de libre flujo de la información.

Esta visión equívoca no es solo propia de actores como José María Álvarez-Pallete, Presidente de Telefónica. La mayoría de portavoces de la globalización piensan la revolución digital como una lógica universal, y democrática, de acceso irrestricto. Pero nada dicen de los pactos entre grandes corporaciones sobre precios, regulaciones globales y guerras económicas y comerciales contra aquellos países, como los de UNASUR, que osaron pensar en una red que no pasara por Washington o New York. Mientras, en la economía real, los sectores populares, como el mundo del taxi en España, han de ocupar la calle tras decenios de ser invadidos por los misioneros del gran capital en defensa del trabajo y sus derechos.

No sabemos si prosperará la tasa Google, en el seno de la UE, pero lo que es cierto es que, como demuestra el caso de San Francisco y la batalla judicial contra UBER, no estamos ante un videojuego. La experiencia histórica valida la tesis de Carlo Formenti sobre la lucha de clases del nuevo proletariado, precarizado en el capitalismo de plataformas digitales. Ya vemos de hecho cómo empieza la conflictividad social entre los sectores más vulnerables de las cadenas de ensamblaje global. La cuestión ahora es si pasamos de la externalización a cuestionar lo que hemos internalizado como introyección ideológica. A saber: toda tecnología es cultura, producción social, sujeta pues a relaciones específicas de producción. Y, como se crearon, pueden reinventarse. ¿Alguien en Bruselas está dispuesto a este ejercicio de imaginación y soberanía tecnológica?

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Fotografía: TreceBits

Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/la-tasa-google/

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Diez consejos para reducir la ansiedad en la vuelta a las aulas

Por: Educación 3.0

La adaptación paulatina al horario escolar o a las nuevas normas sanitarias que deberán cumplir los estudiantes son algunos de los puntos que destaca en este decálogo Fernando Miralles, psicólogo y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo.

Son diversas las dudas y la incertidumbre a las que la comunidad educativa se va a tener que enfrentar con la vuelta al cole. En el caso de los estudiantes y sus familias es importante evitar la ansiedad que puede producir el regreso a las clases en plena crisis por el coronavirus.

Para ello, el doctor Fernando Miralles, profesor de psicología de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo, ha creado un decálogo con diez consejos para disminuir la ansiedad tanto de los hijos como de los padres ante este proceso de vuelta a la ‘normalidad’.

1. No hay que relacionar el periodo vacacional con ‘cosas buenas’ y el colegio con ‘cosas malas’. Hay que desterrar frases como: “Te vas a enterar cuando empiece el colegio” o “se te está acabando lo bueno”.

2. Si el colegio es nuevo, es recomendable visitar los alrededores unos días antes, para que el estudiante no tenga miedo a lo desconocido.

vuelta al cole consejos

3. Es muy importante que los más pequeños intervengan en la compra del material que necesitará en el colegio como libros de texto, cuadernos, lapiceros… así se irá haciendo responsable de sus cosas y estará más tranquilo al tener control sobre todo ello.

4. Las familias no deben insistir con que la vuelta al colegio es una ruptura total con las vacaciones ya que, en la mayoría de los centros no hay clases por las tardes, ni tan siquiera actividades extraescolares (que normalmente empezarían en octubre) por lo que la vuelta debería ser paulatina para que los niños puedan seguir contando con tiempo libre para jugar.

niños jugando

5. Es esencial explicar a los estudiantes los aspectos positivos que tiene la vuelta al colegio: volver a ver a sus amigos de clase, a sus profesores del curso pasado, ir al curso de mayores, llevar libros y material nuevo…

6. Comprobar días antes que los deberes se han hecho y están corregidos. De esta forma aumenta la seguridad del niño al tener algo que enseñar al nuevo docente. Si ha habido algún problema familiar por lo que no se han podido hacer, es el momento de escribir una nota al nuevo profesor para que éste la lea y no haga ningún comentario por no haber entregado los deberes.

7. La adaptación horaria es muy importante, por lo que días antes, se debería intentar acostar antes al niño y levantarle más temprano para que su reloj biológico se acostumbre poco a poco al nuevo horario.
adaptación horaria vuelta al cole

8.  El estudiante debe saber y si es posible, haber practicado, las nuevas rutinas que va a realizar en el colegio, como llevar puesta varias horas la mascarilla, el lavado de manos cada poco tiempo, el saber guardar las distancias de seguridad y sobre todo el hacer caso al profesor sobre las medidas de seguridad.

9. Organizar a las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (APA,s. o AMPA,s) para que faciliten, si fuera posible, la búsqueda de personal de confianza por si algún estudiante no puede ir al colegio algún día por tener temperatura alta. De este modo, las familias tendrían la posibilidad de llamar por teléfono a su APA o AMPA y le proporcionasen personas de contacto para que se quedasen ese día con el niño y ellos pudiesen ir a trabajar. También hay que prestar especial atención a las normas y los protocolos que haya publicado el colegio para que la vuelta sea lo más ordenada posible.

10. Tener confianza en que, en breve, la ciencia obtendrá una vacuna para que se pueda volver a la ‘ansiada’ normalidad en la que las familias sólo se preocupaban por la compra de libros, uniformes, actividades extraescolares, transporte, etcétera.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/consejos-reducir-ansiedad-vuelta-aulas/

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Un falso dilema educativo

Por: Luis Armando González

La situación de crisis suscitada por el coronavirus –que al parecer seguirá presente, aunque con menor virulencia, a lo largo de 2020 — ha puesto en uno de los primeros lugares del debate académico el asunto de lo virtual y presencial en la educación. Y es que la crisis aludida forzó la entrada en vigor de estrategias formativas no presenciales, en prácticamente todos los niveles educativos; en ellas, se recurrió –por lo general de manera improvisada y abrupta— a los distintos recursos ofrecidos por Internet y la telefonía celular: desde las plataformas que permiten realizar videoconferencias grupales, pasando por el correo electrónico y los mensajes en Messenger y WhatsApp, hasta las llamadas telefónicas.

Salvo los procesos educativos diseñados previamente para ser impartidos virtualmente –y que continuaron, y aún continúan, con una lógica previamente establecida—, las actividades docentes que habían sido planeadas según criterios presenciales tuvieron que ser implementadas de manera no presencial. En la práctica, esto generó distintas complicaciones no sólo en razón de la disponibilidad de los recursos tecnológicos (personales o institucionales), sino en razón de las deficiencias en las habilidades técnicas por parte de docentes –no todos, por supuesto— no preparados para atender cursos, materias, seminarios, talleres o grupos de tesis de manera virtual. Aunado a ello, estaban (y siguen estando presentes) dos temas nada secundarios: primero, la pedagogía y la didáctica virtuales son distintas de las presenciales; y segundo, los contenidos (teóricos y metodológicos) presenciales no se trasiegan automáticamente hacia lo no presencial.

Al calor de esas y otras dificultades –que, cabe sospechar, se han tenido en distintos sistemas educativos alrededor del mundo— se fue generando un interesante debate acerca de lo virtual y lo presencial en la educación, debate en el cual se pueden identificar distintas posturas. Una especialmente llamativa consiste en proponer que la educación virtual ha llegado para reemplazar totalmente a la educación presencial, a la que se le reprochan las más variadas fallas y debilidades. Quienes abanderan esta posición, además de ver en lo virtual-tecnológico algo extraordinario para la educación, entienden que las pruebas de ello se encuentran en la actual experiencia en la cual lo presencial fue suspendido drásticamente y las actividades educativas virtuales pudieron ensayarse a plenitud. Hay quienes piensan que se trató de una novedad absoluta, como si antes de la actual situación no se hubiesen impulsado interesantes experiencias formativas virtuales, en las cuales si bien ya se visualizaban sus virtudes –lo virtual tiene ciertamente virtudes—, también se visualizaban sus limitaciones que no son únicamente técnicas o de procedimientos, sino que muchas veces involucran aspectos sustantivos.

En el polo opuesto se sitúan quienes opinan que la educación presencial es irremplazable, y que lo virtual no tiene (o no debe tener) un lugar importante en los procesos educativos que en verdad quieran ser tales. En favor de quienes creen esto está la ya milenaria tradición educativa que se remonta cuando menos a Sócrates y cuyos logros culturales (científicos, filosóficos, literarios) sólo una persona escasamente informada puede poner en duda. Es indiscutible que un nervio de la educación, entendida como un proceso de asimilación crítica de nuevos conocimientos, es el diálogo, la dialéctica, el contraste de ideas y opiniones, en lo cual intervienen la razón y la pasión.

Y el espacio privilegiado, durante cientos de años, para ese ejercicio es el espacio ocupado físicamente por los actores principales del proceso educativo (maestros y alumnos): el aula o salón de clases, el auditórium o, como prefería Aristóteles, el jardín de su Liceo. Ciertamente, la educación presencial, dialógica, tiene un largo recorrido histórico, pero no es por eso que se la debe considerar valiosa, pues que algo sea antiguo no lo hace bueno o positivo y, obviamente, tampoco lo nuevo o reciente es, sólo por eso, positivo o bueno. Son los logros los que cuentan; y la educación presencial tiene en su haber los suficientes como para tomarse con reservas las propuestas de su supresión total por mecanismos, estrategias y prácticas educativas virtuales. Los logros de la educación presencial no deben ocultar sus limitaciones o sus posibilidades de mejora; no deben impedir determinar qué áreas de ella pueden ser asumidas y tratadas de una mejor manera por mecanismos y estrategias virtuales. No es cierto que no se tengan pistas sobre esto último: tanto las experiencias previas a la crisis sanitaria como las experiencias suscitadas durante la crisis ofrecen información relevante sobre áreas o ámbitos educativos en los cuales lo virtual puede convertirse en un soporte de primera importancia para lo presencial. Y por supuesto que también las experiencias apuntadas revelan lo que no se puede pedir o esperar de lo virtual en materia educativa. Ni se tiene que ser extremadamente fantasioso con las posibilidades de lo virtual ni excesivamente pesimista o escéptico sobre sus potencialidades.

Lo prudente es sopesar, con honestidad y realistamente, los pros y contras. Por lo apuntado hasta ahora, es claro que la visión antitética de lo virtual y lo presencial en educación nos enfrenta a un falso dilema.

No se trata de elegir entre lo uno y lo otro –de abolir la educación presencial y poner en su lugar una educación virtual; o de cerrar las puertas a lo llegada de modalidades o prácticas virtuales en la educación—, sino de situarse en una postura intermedia, viendo a lo virtual como un buen complemento de unos procesos educativos que no deben renunciar a uno de sus nervios fundamentales: la dialéctica, el diálogo, el contraste y lucha de ideas entre interlocutores que interaccionan físicamente; el tensionamiento racional y pasional que permite la muerte de ideas inservibles y el surgimiento de ideas mejores, y que hasta ahora, después de 2,500 años, no encontrado mejor espacio para su desarrollo que ese espacio en el cual maestro y alumnos se las ven cara a cara. Y es partir de estas dinámicas que se han fraguado y se fraguan habilidades y capacidades investigativas que, tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales, permiten explorar el mundo natural y social –es decir, plantearse problemas e indagar sobre los mecanismos que los explican— de modo fáctico, no virtual. Esas capacidades y habilidades, asimismo, requieren en gran medida, aunque no en exclusiva, actividades prácticas en el aula y fuera de la misma –por ejemplo, en comunidades, museos, archivos, empresas, mercados, hospitales o laboratorios— que son vitales para la formación de los estudiantes y para el cultivo de un saber que se problematiza sobre la realidad, y no sólo sobre abstracciones mentales matemática o conceptuales.

Esa vitalidad en el conocimiento debe ser –y tiene que ser—potenciada por cualquier recurso, estrategia o práctica, que esté disponible o que sea accesible a los sistemas educativos, en sus distintos niveles. Aunque no sus capacidades más óptimas, la tecnología que permite acceder a recursos educativos virtuales ha llegado a un país como el nuestro. Hay instituciones que están utilizando esos recursos para el desarrollo incluso de cerreras completas al nivel de maestría. Algunas lo han hecho de manera meditada, ponderando bien los objetivos formativos que se persiguen y planeando con suficiente tiempo y meticulosidad los contenidos y las metodologías de enseñanza adecuadas para procesos educativos virtuales. Otras quizás no tanto, aunque esto debería ser objeto de un estudio detallado y profundo.

Lo que aquí se quiere destacar es que, en El Salvador, se tiene (o se va consiguiendo) una buena experiencia en estrategias educativas de carácter virtual que deberían ser tomadas en cuenta, en sus virtudes y en sus limitaciones, a la hora de realizar los ensambles entre los virtual y lo presencial, sin perder de vista que uno de los propósitos irrenunciables de la educación en todos sus niveles, pero especialmente a nivel superior, es formar personas con una concepción bien fundamentada –desde criterios científicos— de la realidad social y natural, lo mismo que con las capacidades y habilidades para explorar-investigar las dinámicas que hacen que las cosas naturales y sociales se comporten de la forma en que lo hacen.

La pregunta es cómo (de qué manera) determinadas estrategias formativas virtuales pueden contribuir a una educación integral y de calidad. Y, complementado con ello, la otra pregunta es cómo lo virtual puede ayudar a corregir, mejorar o potenciar lo que se hace en las estrategias educativas presenciales. De alguna manera, fue la pregunta que se hicieron los investigadores del CERN, a cuya cabeza estaba el físico Tim Berners-Lee, cuando decidieron crear la WEB: se trataba facilitar, entre los físicos, el intercambio de ideas, artículos, documentos, resultados de experimentos mediante una red ágil de comunicación e intercambio de información. A estas alturas, las potencialidades y eficacias de la WEB para distintas actividades educativas y de investigación son indiscutibles. El reto es hacer, en cada país y sistema educativo particulares, el mejor ensamble entre los recursos virtuales disponibles (o que se puedan diseñar) en Internet (que es algo más amplio que la WEB) y las estrategias educativas presenciales de forma tal que, en lugar de la anulación o exclusión de uno de las dos instancias, se logre una integración provechosa entre ambas.

Como en el presente, y visto desde El Salvador, es lo presencial lo predominante, lo virtual debería irse definiendo, e implementando, a partir de aquello que requiera mejora, o incluso supresión, en ese ámbito. Pero no a tientas ni a ciegas, o usando criterios de rentabilidad o de ahorro, sino teniendo en mente el objetivo de lograr una educación integral, en lo científico, lo técnico y lo humano. Si sucediera lo contrario, es decir, si fuera lo virtual lo predominante en educación, lo recomendable sería buscar en lo presencial recursos de apoyo, corrección o mejora. Pero no es el caso. Así que es lo virtual lo que debe contribuir a mejorar la educación presencial. En cada nivel educativo deben hacerse los análisis y estudios que indiquen los modos en los que se apoyo puede ser más eficaz y oportuno; y es que lo que puede ser potable y viable en educación superior (en algunas carreras, materias, seminarios, trabajos de investigación o debates teóricos o metodológicos) puede ser inviable o ineficaz, por ejemplo, en educación básica. Lo contrario también es cierto: lo viable y potable en educación básica (o en bachillerato) puede no serlo en educación superior.

En fin, lo que debería promoverse, en educación, es una articulación potenciadora de los virtual en lo presencial, y no un reemplazo total de lo presencial por lo virtual o un blindaje de lo presencial ante lo virtual. Hay quienes están trabajando, con seriedad y profesionalismo, en lograr esa articulación potenciadora. Hacen gala de sentido común, criterio racional y equilibrio en el juicio. Los hay también quienes están atrapados en las garras de la desmesura en su apreciación de lo virtual, y que están dispuestos a hacer todo lo que esté a su alcance por hacer que la educación presencial deje de existir. Si llegaran a salirse con la suya –nunca se sabe— lo más probable es que la formación integral de las personas (una formación de naturaleza crítica, reflexiva, fundamentada científicamente, investigativa, racional y pasional) se resentiría tremendamente. Y es que, en definitiva, lo virtual, por definición, no puede dar a las personas las vivencias, las experiencias, los tensionamientos y los desafíos que ofrecen las interacciones sociales efectivas, dentro y fuera del aula, y los problemas reales naturales y sociales. Sin esas vivencias, experiencias, tensionamientos y desafíos (no virtuales, sino reales porque tienen su raíz en las interacciones que las personas tienen con la realidad natural y social) no hay educación propiamente dicha, sino un remedo “virtual” de la misma.

San Salvador, 6 de septiembre de 2020

Fotografía: Fundación Telefónica Ecuador.

Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/un-falso-dilema-educativo/

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Las tendencias en la definición de los nuevos estilos de desempeño docente

Por: Miguel Ángel Pérez

A los alumnos y alumnas de Pedagogía de la UPN Guadalajara,

Que con entusiasmo y creatividad construyen el rostro de la docencia para el siglo XXI.

Aunque ya es un lugar común afirmar que el contexto de la pandemia, ha “zarandeado” a la mayoría de las instancias y las estructuras de la sociedad; han sido las instancias educativas las más frágiles ante la llamada “nueva normalidad” debido a que la atención educativa ha migrado de esquemas y modelos de atención presencial al interior de un aula de clases en escuelas públicas o privadas, a la atención remota con el uso de diversos aparatos y conectados básicamente con el apoyo de la televisión o del internet.

Estos nuevos formatos de atención escolar (por llamarles de alguna manera), están exigiendo también una serie de cambios en la formación y en el ejercicio docente. Si bien el asunto de la formación docente es uno de los temas más abordados por estudiosos e investigadores, es el tema del cual se generan mayores retos y desafíos para la sociedad y para el diseño y curso de acción de las políticas educativas.

Ligado a lo anterior, el asunto de la formación y el desempeño docente es uno de los temas más importantes, debido a que se coloca por encima del amplio escenario del sistema educativo y es ahí en donde se articulan la vinculación entre las políticas y las acciones educativas. Los docentes de cierta manera son los interlocutores en la acción de lo que se piensa o se desea en el seno de la racionalidad política, su sensibilidad o irreverencia (según el caso y el contexto especifico), se colocan en la práctica en los hechos y la generación de resultados educativos. De ahí su importancia.

En este campo de la formación y el ejercicio docente, los especialistas distinguen tres grades modelos históricos:

a) El de la vocación y el apostolado.

b) El del docente como trabajador asalariado, sindicalizado y empleado al servicio del Estado benefactor. Y

c) El del profesional reflexivo con autonomía y autodeterminación.

En el origen, la vocación estuvo ligada con el apostolado, a los maestros y maestras se les asocia con el cura, el párroco o el sacerdote del pueblo por su capacidad de convertirse en líder o dirigente de las causas sociales, su vocación estaba definida a partir de la entrega, el compromiso de dar todo a cambio de muy poco. Estas imágenes están relatadas en el ideario de la escuela Rural mexicana y en algunos testimonios de los pedagogos clásicos del siglo XIX e inicios del siglo XX, en toda América Latina.

De ahí pasamos al modelo del docente empleado, trabajador, asalariado como una pieza más de la gran maquinaria burocrática de los gobiernos postrevolucionarios. Para el caso nuestro el sistema se sostiene con cerca de 900 mil docentes de educación básica de todos los niveles y las modalidades educativas, docentes que en su mayoría fueron formados en las Escuelas Normales (públicas y privadas) y que, a cambio de un salario quincenal o mensual hacen el mayor esfuerzo, por cumplirle a la patria, a la comunidad donde están y a sí mismos. Este ejercito de docentes no se exige mucho en cuanto al rigor profesional de su tarea, este rubro ha pasado por varias etapas y en la última de ellas, se colocan las reglas cada vez más complejas y confusas para ingresar al sistema y ganar una plaza en el sector público. Hoy en día no basta estudiar para ser maestro, no basta pasar las pruebas de ingreso o selección, hoy en día, también hay que superar las reglas de la nueva regulación que se ha impuesto, para ocupar un cargo en el entramado y burocrático mundo del sector público en educación.

Y tenemos un tercer modelo que está ligado con la profesionalidad y la autonomía, aquí entran los docentes destacados, que reflexionan e innovan su práctica que trabajan en equipo y construyen propuestas desde colectivos redes y agrupamientos por zonas escolares, por regiones o por estados. La profesionalidad no se reduce a un asunto de salario digno, (este se incluye en su esquema) ni tampoco con condiciones institucionales adecuadas y suficientes para realizar la tarea. No, tienen que ver también con la autoimagen y la proyección que difunden los sujetos docentes ante la sociedad como sujetos, comprometidos, sensibles y capaces. La profesionalidad está relacionada con la mejora continua de la práctica, con la innovación, la creatividad, como un rol de un docente animador que sabe acompañar a sus estudiantes y que garantiza estrategias para favorecer y consolidar aprendizajes.

En este recuento apretado en la revisión de modelos y propuestas de formas de ser docente y de asumirse en la profesión, está un elemento reciente vinculado con el llamado enfoque por competencias. Los docentes deben definir y clarificar las competencias básicas, genéricas, específicas y transversales que deberán desarrollar para formar parte del ejercito de profesionales de la educación en tareas de enseñar. El enfoque por competencias, sin embargo, ha sido fuertemente criticado por su perversidad tecnológica y por las intencionalidades ideológicas que de manera oculta tienden a formar y validar a sujetos que le hagan el juego al sistema y a todo el engranaje reproductivista.

En la contraparte poco se habla del desarrollo de competencias de solidaridad, de cooperación, de inclusión y justicia, de participación política de avanzada, por citar solo pocos ejemplos.

Desde la sociología de las profesiones se define al sujeto docente como un sujeto colectivo, el cual se encuentra atrapado bajo fuertes hilos y tradiciones que vienen del pasado, incuso el modelo de las Escuelas Normales en su versión del Plan 2018, no tiene nada de novedoso en cuanto a definir con claridad y compromiso el poder un salto y trascender del siglo XX para arribar al siglo XXI con toda la claridad de lo que significa formar docentes para responder a los retos de in presente cargado de profundos cambios en un mundo convulsionado y que nuevos desafíos.

Los modelos de formación, los estilos de práctica y las tradiciones en la docencia se siguen moviendo, pero en torno a espacios acotados. La pregunta persiste ¿Cuál es el rol, el perfil y los rasgos ideales de un modelo de docencia que responda a los retos de este mundo de profundos cambios y de amenazas de pandemias repentinas?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-tendencias-en-la-definicion-de-los-nuevos-estilos-de-desempeno-docente/

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