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La mal llamada Revalorización del Magisterio

Por: Erick Juárez Pineda

En 2018 el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder bajo un amplio e histórico respaldo popular; un cambio que deseaban millones de personas y que traería esperanza para un amplio sector de la población. Buena parte de ellos, el sector magisterial y demás comunidad educativa.

Este cobijo de los maestros fue ganado bajo la promesa de «echar abajo la mal llamada Reforma Educativa»,  la cual,representaba una ofensa y retrocesos para los docentes.

Durante el sexenio del presidente Enrique Peña, las políticas en materia educativa resultaban, para muchos, punitivas y que poco valor le daban a las y los profesores. En esencia, la culpa del rezago educativo y los malos resultados académicos eran culpa de este sector. Esto llevó a tener una percepción negativa ante la sociedad y un rechazo general al magisterio.

Ya con el gobierno de AMLO en el poder, más allá de eliminar la reforma anterior se prometió una completa «revalorización del Magisterio», la cual, tendría como objetivo garantizar la estabilidad laboral, respetar los derechos adquiridos, garantizar su formación y capacitación, lograr un salario digno y otras promesas que se veían reflejadas en la Ley General del Sistema para la Carrera para ls Maestras y Maestros. Incluso, se ordenó crear el  Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación para darle forma a estas promesas.

Sin embargo, pareciera que la realidad es otra y no existe esa prometida revalorización.

Recientemente, se publicaron los acuerdos o «negociaciones» que mantuvo la Secretaría de Educación Pública (SEP) con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los cuales, en lugar de dejar satisfecho a los profesores agremiados al Sindicato más grande de Latinoamérica, el sentimiento fue de rechazo, desprecio y frustración. Y no es para más.

En el documento publicado en el diario Oficial de la Federación se revelaba que los «logros» del SNTE en cuanto al aumento al salario habían sido risibles: apenas alcanzaron un 3.4%. Además se detalla que el «aumento» del importe mensual del Material Didáctico será de 40 pesos para las categorías de jornada y en $1.60 por hora, en las categorías por hora.

La Ayuda mensual de Despensa sería de $40.00 para las categorías de jornada y en $1.60 por hora, en las categorías por hora.

Todo ello sería con efecto retroactivo al 1 de enero del 2020, lo cual, no ha sucedido.

Aunado a esto, las voces magisteriales reclaman la nula actuación del SNTE frente a las necesidades de los docentes.

El camaleónico posicionamiento es muy contradictorio: durante el sexenio de Peña Nieto se consideraban «los grandes aliados de la Reforma»; ahora pasan a ser «el ejército intelectual de la 4T». Pareciera simulación pura de sus dirigentes nacionales.

Lo cierto es que las bases están molestas y decepcionadas. Estas voces comienzan a crecer. Incluso, dos propuestas comienzan a posicionarse en la discusión pública: la necesidad de reducir el dinero que se les quita a los profesores respecto a las cuotas destinadas al Sindicato y la urgente democratización y cambio de los líderes de todo el país, comenzando por Alfonso Cepeda Salas.

Más allá de eso, los profesores se han sentido abandonados por las autoridades educativas frente a la crisis que atravesamos. Por un lado, señalan que no hubo acompañamiento para desarrollar sus actividades, y si lo fue, se llevó al mínimo y no era pertinente.

Por otro lado, aún no existen las condiciones básicas necesarias para regresar a clases con toda seguridad. No lo han existido desde años atrás y poco se ha hecho para remediarlo.

Si bien, es cierto que las condiciones cambiaron y que los aspectos punitivos y de incertidumbre laboral han disminuido, es necesario dar un verdadero reconocimiento a su profesionalismo, comenzando por garantizar las condiciones óptimas en las que desarrollan su trabajo.

Ahora el llamado es otro: echar abajo la mal llamada y ejecutada revalorización del magisterio.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-mal-llamada-revalorizacion-del-magisterio/

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El otro lado de la distancia

Por: Manuel Gil Antón

No le hace si suena raro: cuando andábamos juntos estábamos más distantes. Nada tiene un solo lado. Ni porque sea plano de plano, o por falta de variedad en los puntos de vista. Suele sorprender que otra manera de ver o vivir lo que aparenta ser lo mismo, sea tan factible y real como la propia.

¿Quién duda que la distancia separa? A partir del día en que la educación en el país dejó de ser presencial como recurso para mitigar la expansión de la pandemia, el supuesto general fue que los vínculos propios del proceso pedagógico se cortaban. Algo esencial del lazo educativo disminuía la riqueza de esa relación única, compleja y diferenciada, orientada al aprendizaje.

La condición del “cara a cara”, cercana y presente, no podría ser sustituida por mecanismos que implicasen lejanía. Ni hablar: era una emergencia y ese costo era menor al riesgo de enfermar.

Dicen los sabios que la vida escribe derecho en renglones torcidos. Llevan razón. Hace días, conversando con un grupo de maestras y profesores del nivel básico, detuve – no acierto a saber por qué – la tendencia a cuestionar algo a sabiendas de la respuesta que espero. ¿Cuántas veces no preguntamos de verdad,  sino como recurso para suscitar el eco de nuestra voz en otras y así confirmar la verdad que poseemos?

Es cuestión de escuchar. ¿Cómo han vivido la experiencia de la escolarización remota de emergencia? Antes de sugerir respuestas para que fuesen expresadas como propias, una profesora dijo: yo nunca había pensado que la distancia de estas semanas fuera tan importante. Por primera vez tuvimos que reducir los contenidos de los programas oficiales, y nos tocó hacerlo a nosotras mismas. Lo hicimos y es verdad que los programas están llenos de información inútil que soterra lo básico, lo que de verdad es importante aprender. Descubrir lo que es fundamental, oculto entre tanta paja, ha sido un gran aprendizaje.

Otra cosa fue ejercer la libertad. Aunque algunos funcionarios atosigaban pidiendo evidencias para mostrar que se hacía lo mismo en todos lados, en mi grupo docente tomábamos decisiones, compartíamos aciertos y fracasos, y por nuestra cuenta tomábamos caminos pedagógicos a explorar. No todos dieron resultado, para que más que la verdad, pero la sensación que estábamos trabajando con libertad ha sido muy buena: qué curioso, en estas semanas tan difíciles tuvimos la oportunidad de ser profesionales, no marionetas de lo que dicta la autoridad.

Pero lo que más quiero compartir es algo que de veras me asombra: alejados, sin estar juntos en la escuela y los salones, hemos andado más cerca de las niñas y los niños. Hemos aprendido mucho más quiénes son, cómo viven, con quién conviven y el modo en que se esfuerzan desde sus casas. Ha habido acercamiento con las madres y algunos padres de familia y entre nosotros, los docentes. Nunca había hablado tanto con ellos: a veces con su celular o el de la familia, por mensajes o cuando iban a recoger los cuadernillos junto a la comida en la escuela cada lunes. ¿Cómo está, señora? ¿Ya está mejor tu abuela? ¿Sigue saliendo a bolear tu papá como antes? Para decirlo de una buena vez: en la distancia más unidos que cuando cerca.

Con autonomía, de manera no tutelada sino libre, grupos de maestros y profesoras tomaron decisiones, como expertos, para dedicarse a lo básico y dejar a un lado lo superfluo. La distancia física les llevó a acercarse como no parecía necesario en el acontecer diario de estar yuxtapuestos. Conversaron, coincidieron, en algunos asuntos discreparon. Fue para bien. Escuchar enriquece.

No hay duda: el cristal con que se mira afecta a lo mirado, y en los asuntos educativos la diversidad es la regla. Es así. Ni hablar y para bien.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-otro-lado-de-la-distancia/

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El futuro incierto de los comedores escolares en la era del coronavirus

Por: Ana Camarero

Más allá de asegurar que los niños y niñas reciben una alimentación correcta y saludable, tiene que ofrecer un espacio educativo, protector y de bienestar

Hace algunos meses, caminar al lado de un colegio a la hora de la comida despertaba algunos de nuestros sentidos. El olfato recibía los aromas que se escapaban de sus cocinas y podíamos descubrir que las lentejas eran las protagonistas del plato del día e incluso el gusto parecía saborearlas. El oído escuchaba el “guirigay” de las voces agudas y festivas de niños y niñas de distintas edades, procedencia social, cultural y económica, que provenían de sus comedores. Y nuestros ojos, se distraían viendo el trasiego de los estudiantes dentro de las instalaciones. Todas estas experiencias dejaron de producirse el 14 de marzo con el cierre de los colegios por el coronavirus.

En España, según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el curso 2018-2019 (últimos datos disponibles), 2.220.177 estudiantes acudieron a los comedores escolares, de los cuales el 88,6% correspondía a alumnos de Infantil y Primaria. En la prestación de este servicio hay importantes diferencias entre comunidades autónomas, siendo País Vasco, Madrid, La Rioja, Andalucía, Cantabria, Navarra, Asturias, Galicia, Baleares y Castilla y León, las que tienen un mayor número de comedores escolares. Estos espacios desempeñan, entre otros, una función nutricional y educativa importante, contribuyen en la adquisición de hábitos alimentarios y son marco de socialización y convivencia.

La directora de Educo España, Macarena Céspedes, explica que “el comedor escolar es un instrumento para garantizar la equidad educativa. Eso quiere decir que, más allá de asegurar que los niños y niñas reciben una alimentación correcta y saludable, tiene que ofrecer un espacio educativo, protector y de bienestar para los niños y niñas”. Macarena Céspedes también habla de otros elementos que los denominados “espacios no formales” procuran a los niños y niñas de las distintas etapas educativas que acuden a ellos. Entre otras cosas, “que puedan participar en las actividades educativas que se hacen durante esa franja horaria, que puedan aprender sobre educación nutricional, que tengan un espacio en el que desarrollar sus habilidades sociales, que puedan relacionarse con otros compañeros o que se establezcan vínculos más fuertes entre las familias y la escuela, entre otros”.

Antes de la crisis de salud provocada por el coronavirus, el 6,5% de la población menor de 18 años estaba en situación de pobreza infantil en España con privación material severa, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En este concepto, uno de los puntos que se incluye es que “no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días”. Nacho Guadix, responsable de Educación de UNICEF España, declara que, en nuestro país, aunque todavía no se conoce el impacto que ha podido tener la clausura de los comedores escolares en este curso escolar por el coronavirus, sí se han observado “algunas consecuencias, como la pérdida de hábitos y la sustitución por menús no saludables”. Además, Nacho Guadix manifiesta que, “en España, “la principal contribución energética de la dieta es la comida del mediodía, que tiene lugar en el comedor escolar”.

Desde las organizaciones son conscientes de que una posible “no apertura” de los comedores escolares de los colegios podría afectar a los niños y niñas más vulnerables cuyas familias están pasando serias dificultades económicas y no pueden afrontar los gastos de alimentación y manutención. En ese sentido, la directora de Educo España apunta que “en el comedor escolar se les asegura una comida saludable y completa al día. Si no pueden acudir al comedor escolar, esa comida ya no está asegurada”. Además, continúa Macarena Céspedes, “el comedor escolar es un espacio seguro, donde niñas y niños están protegidos, aprenden, se relacionan y acceden a actividades extraescolares. Si no hay comedor esto también desaparece y muchos niños y niñas se verán abocados a quedarse en casa, probablemente solos, mientras sus padres y madres trabajan”.

Hoy en día, las previsiones sobre qué pasará con el servicio de comedores son una incógnita. Antonio Llorens Tubau, presidente patronal Food Service España y presidente de Serunion, señala que “hay una gran incertidumbre sobre cómo y cuándo se iniciará la actividad en los comedores escolares de todo el país, ya que todo está pendiente de la evolución de la pandemia y de las normativas que se establezcan de cara al próximo mes de septiembre. Nuestra estimación actual es que los comensales podrían bajar entre un 30% a un 50%, unos porcentajes verdaderamente preocupantes para nosotros”. Desde la patronal se dice que la posibilidad de que el próximo curso no hubiera servicios de comedor en los colegios “sería catastrófico para todo el sector de Restauración Colectiva y para la conciliación de las familias”. Por ello, apunta Antonio Llorens Tubau, “no contemplamos esa posibilidad. Confiamos en la responsabilidad de todos/as para contener la pandemia, a la espera de una vacuna y/o tratamiento adecuado, lo que de buen seguro ayudará a retomar poco a poco la normalidad y volveremos a tener a niños y niñas alimentándose durante la semana en los comedores escolares; eso sí, en unas circunstancias distintas para garantizar al máximo su salud y seguridad”.

Unicef España realiza algunas recomendaciones específicas ante la posible apertura de los comedores escolares de los centros educativos:

  • Los centros educativos deben poder garantizar la higiene y seguridad en la preparación de los alimentos y/o en su distribución al alumnado y personal del centro.
  • Todas las personas que manipulan o sirven alimentos para el consumo en el centro deben lavarse las manos con frecuencia, usar equipos de protección adecuados y conocer las normas de manipulación de alimentos.
  • Los utensilios de cocina, los platos, los vasos y los cubiertos deben ser desinfectados regularmente y su almacenamiento y distribución debe planificarse de manera que haya la mínima manipulación posible
  • Los horarios de las comidas tienen que escalonarse para evitar las aglomeraciones. Hay que dejar tiempo entre los distintos turnos para limpiar y desinfectar.

Ante la necesidad de que los colegios tengan que volver, durante el próximo curso, a cerrar sus puertas, Macarena Céspedes añade que habría que tener en cuenta otras medidas extraordinarias, “como el funcionamiento de los comedores para elaboración y reparto de la comida a los alumnos de forma segura”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/06/21/mamas_papas/1592723101_514437.html

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«Por ahora, jardín no»: las razones para retirar a los niños

Por: Semana Educación

Cuatro mamás le cuentan a SEMANA por qué decidieron no continuar la educación de sus hijos con el jardín infantil. Así desarrollan ahora en casa el aprendizaje de sus pequeños. «El zoom no funcionaba», dicen.

Cada vez que comenzaba una clase virtual, Matías, de dos años, perdía el interés. Dejó de dibujar, de colorear, de animarse. Sus clases tenían una extensión de entre 30 minutos y una hora. Sin embargo, luego de unos segundos frente a la pantalla su atención desaparecía. Al principio, la modalidad de estudio desde su casa parecía un juego, una nueva aventura. Poco a poco, comenzó a convertirse en una situación tediosa.

Para Carolina Rojas, su mamá, el cambio fue evidente. “Los primeros días yo me arreglaba y lo alistaba para las clases. Me acuerdo que él estaba emocionado, así se le veía en su primera clase por ZoomLuego todo se complicó. Ya no le gustaba asistir. Se desmotivó, hubo incluso días en los que no se quería levantar de la cama”, cuenta.

Por momentos, Matías lograba concentrarse, sobretodo en su favorita:  la clase de música. En el tiempo restante de la jornada, su mamá estaba pendiente de sus actividades. “Yo estaba presente, ponía atención a lo que le decían los profesores, lo ayudaba a prender y apagar el micrófono y así. Pero esto es difícil cuando uno también tiene que trabajar”.

Después de intentar distintas modalidades para que su hijo disfrutara de sus clases virtuales, Carolina decidió contar a su familia lo que estaba experimentando con su hijo. “Me acuerdo mucho de las palabras de mi mamá. Ella me dijo: Carolina no hay que forzarlo. Uno quiere siempre que sus hijos sean mejores que uno. Una pausa no está mal, tiene tres años, puedo ingresar de nuevo al jardín en unos meses. Mi esposo y yo veníamos contemplando esa opción, entonces decidimos no matricularlo por ahora”.

“Yo hablé con algunas mamás y me di cuenta que eran todos. No querían conectarse, ellos querían ir al jardín y jugar con sus amigos”, dice Carolina. Foto: Guillermo Torres.

Lo que vivió Carolina no es una situación atípica. Por la pandemia, los espacios físicos tuvieron que transformarse en aulas virtuales. Este cambio generó un torbellino para los padres de familia que han sopesado retirar a sus hijos de los jardines. Si para las instituciones de educación superior esta modalidad de educación ha generado discordia entre las directivas, maestros y padres de familia desde la suspensión de las clases presenciales el 16 de marzo, para los jardines infantiles supuso un reto mayúsculo, pues los más pequeños no tienen noción de la virtualidad y están acostumbrados a interactuar con sus iguales y con su entorno de forma activa.

Katherine Pimienta, mamá de Paulina, una niña de dos años, también decidió retirar a su pequeña del jardín. Para ella se trató de una decisión compleja, pues su hija aprendió en cantidad el mes que alcanzó a estar en la institución. “El jardín era calendario B. Ella ingresó la última semana de enero y, bueno, en marzo vino el sacudón que fue la pandemia. Fue poco tiempo, pero mi hija avanzó mucho en su desarrollo psicosocial”, dice.

“Yo estoy preocupada por el desarrollo de mi hija. Ella mostró un gran avance en poco tiempo. Ella está en etapa de exploración. Aunque es muy chiquita, el desarrollo psicosocial y los conocimientos que hubiera podido adquirir si hubiera continuado en el jardín, me tienen angustiada”, dice. Foto: cortesía.

Las razones, al igual que Carolina, se relacionan directamente con la interacción de su hija con la virtualidad. “Si a veces para un estudiante de bachillerato o de universidad es difícil, imagínate para un niño de dos años. Recibíamos guías y actividades, pero Paulina estaba pendiente unos diez minutos como máximo”, describe.

En el jardín, según comenta, el panorama económico no es positivo. “Muchos papás empezaron a tener situaciones económicas difíciles, más que todo los que tenían varios hijos en la institución. Se lo manifestamos al jardín. Ellos pusieron de su parte e hicieron un descuento. De hecho, con varios padres de familia intentamos llegar a un acuerdo de pago, para que tuvieran flujo de caja, con la garantía de que nos tuvieran en cuenta para el regreso. Esto fue difícil, porque como ellos nos manifestaron, ellos al igual que nosotros no pueden asegurar nada porque estamos a la incertidumbre de lo que pasará”.

Por lo pronto, Katherine utiliza la tecnología para que su hija pueda aprender algunas cosas. En su hogar, dedican algunos espacios a la lectura y la pintura. Asimismo, está intentando dialogar con algunas personas para conocer más acerca del homeschooling. “Quiero también mirar la posibilidad del acompañamiento de un profesor, de un profesional. En este momento uno estima mucho más el valor que pagaba al jardín. Dicen que la mejor herencia que le puede uno dejar a los hijos es la educación y, en estos tiempos tan inciertos, lo comprobé aún más”, cuenta.

Esta opción, en medio de la pandemia, también ha sido sopesada por María Paulina González. “A mi hijo, que estaba en transición, lo desescolarizamos y estamos buscando opciones de colegios que tengan licencias para el trabajo en línea”. Antes de la pandemia, Paulina había retirado a su hijo del jardín por un inconveniente con la institución educativa. Cuando apareció el coronavirus, la idea de la educación en el hogar empezó a interesarle.

Por problemas con la institución educativa, María Paulina retiró a su hijo del colegio. Hoy, la mejor forma de que él aprenda es a través de la educación en el hogar. Foto: Karen Salamanca.

Estos no han sido los únicos factores que han motivado a los padres de familia a retirar a sus hijos. Para Isabel Satine, mamá de Franchesco, un niño de dos años, los protocolos de seguridad para hacerle frente al virus son muy difíciles de aplicar y controlar en niños pequeños, por lo que enviarlo al jardín, que planea desarrollar una jornada semipresencial con asistencia de dos días a la semana, no es una opción. “Ellos nos dicen que todo depende de las decisiones desde el gobierno y la alcaldía. Pero la verdad a mí me da miedo. Hablan del uso del tapabocas, pero es muy difícil que ellos lo usen. Además de que ya se ha dicho que se pueden asfixiar. Nos han dicho que sus primeros años son muy importantes para su desarrollo, pero para mí realmente vale mucho más la vida de él, de nuestra familia”.

«En mis planes no estaba que entrara de forma presencial, me daba pavor», dice Isabel Satine. Foto: Karen Salamanca.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/padres-contemplan-retirar-a-sus-hijos-de-los-jardines–colombia-coronavirus/682154

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Opinión: Las Guerras De La Historia, Los Monumentos Y La Enseñanza

Por: Sofía García Bullé

 

Existe una diferencia entre la memoria cultural, el registro histórico y la necesaria discusión sobre cómo los eventos del pasado forjan una realidad social que falla en ser equitativa.

Para las personas que han estado al tanto de los sucesos durante el último mes, temas como la justicia social, la revisión de la historia, además del culto a los monumentos, son conversaciones muy presentes en los espacios virtuales hoy en día.

Bajo este contexto, el caso de George Floyd no solamente activó un repudio generalizado hacia la violencia racial, además de protestas alrededor de todo el mundo y una vez más abrió el debate sobre la conservación de monumentos que podrían estar glorificando un pasado histórico racista en Estados Unidos.

El país norteamericano no ha sido el primer participante en este conjunto de conversaciones que pretenden reevaluar cómo se lleva el registro histórico en un país, de hecho, existe un término específicamente acuñado para definir este tipo de debate, denominado Guerras de Historia.

El origen de las Guerras de Historia

El término guerras de historia fue acuñado en Australia para designar una serie de debates públicos sobre la interpretación de la historia de la colonización británica en este país, así como el desarrollo de la sociedad australiana contemporánea, concerniente al impacto sobre los aborígenes australianos y los isleños de Torres Strait.

El punto más importante sobre estos debates es cómo se retrató la historia del proceso de colonización además de una serie de preguntas fundamentales: ¿quién escribe la historia?, ¿quiénes son las figuras históricas y porqué?, ¿cuáles son los eventos que se resaltan?, ¿estos eventos ayudan a formar una identidad nacional?, ¿esa identidad nacional sienta las bases para un sistema social que discrimine o excluya a determinados grupos o etnias?

Estas preguntas son fundamentales al momento de analizar por qué la historia es contada de cierta forma y por qué determinados elementos de ese pasado histórico siguen vigentes en nuestro presente, ya sea en forma de algo intangible como alguna costumbre, ley o tradición, así como un monumento o una estatua.

Lo anterior es crítico para comprender la conversación en Estados Unidos sobre por qué se deberían (o no)  conservar monumentos que conmemoran la vida y obra de figuras históricas que se pronunciaron a favor del esclavismo o de la violencia racial.

¿Los monumentos son parte integral de la historia?

La conmemoración, referencia y culto a la historia, está profundamente engravada en la cultura global. Las calles tienen nombres de figuras o eventos históricos, también algunas escuelas y parques;  podemos encontrar estatuas en plazas, museos y espacios públicos.

Estas instancias tangibles nos ayudan a rememorar y a crear una relación personal con nuestra historia e identidad cultural, pero tener un objeto histórico tangible con el que podamos conectarnos no es lo mismo que aprender historia. La pregunta clave cuando hablamos de monumentos históricos y su diferencia con la historia real es: ¿Que importa más? ¿El culto a personas y eventos del pasado, o el estudio crítico de estos?

En el caso de los monumentos estadounidenses que están ligados a un pasado histórico racista, el punto de discusión no son los hechos históricos, ni siquiera cómo están registrados, sino cómo perciben las personas estos hechos y cómo los idealizan.

Una estatua de Cristóbal Colón por ejemplo, serviría para conmemorar y quizás iniciar conversación sobre un suceso tan importante como el descubrimiento y colonización de América, pero fallaría en abarcar el complicado legado del explorador genovés, o porqué es necesario reevaluar y reenmarcar las narrativas que circundan su vida y obra.

Imagen: Istock/mcdustelroy

Imagen: Istock/mcdustelroy

Robert E. Lee,  comandante del Ejército Confederado de Virginia del Norte durante la Guerra Civil Estadounidense puntualizó la razón exacta por la que los monumentos que conmemoran eventos históricos como guerras, conquistas o instancias de regímenes políticos pueden abrir brechas sociales atemporales, aún cuando el conflicto que rememoran ha terminado.

“Creo que es más sabio no mantener abiertas las heridas de la guerra, sino más bien seguir el ejemplo de las naciones que  hicieron campaña para erradicar toda marca de pugna civil, dejar en el olvido los sentimientos que engendró”. Comentó Lee desde el retiro ante la posibilidad de que se erigiera un memorial para recordar la batalla de Gettysburg. A través de letras del general Lee se puede apreciar una profunda máxima que traza una clara línea entre el recuerdo que evoca un monumento y el registro histórico que le da contexto.

Bajo esta línea de pensamiento, la remembranza es un acto personal ligado a la percepción y emociones de un individuo. Bien puede ser valioso para una persona, una familia o una comunidad, pero no tiene cabida en espacios públicos y no es un sustituto o equivalente para el registro histórico. Como lo explica Annette Gordon Reed, para Harvard Gazette. La historiadora de esclavitud estadounidense, académica del ámbito jurídico y miembro de la Iniciativa Presidencial en Harvard sobre el Legado de la Esclavitud, explicó por qué el retiro de monumentos no representaba un peligro para la historia.

“La historia seguirá siendo enseñada en las aulas. Sabremos quién fue Robert E. Lee, quién fue Jefferson Davis, Frederick Douglas, Abraham Lincoln. Hay peligros mucho mayores para la historia. El desfinanciamiento de las humanidades, recortar las clases y los departamentos de historia. Esas son amenazas reales para historia”.

La declaración de Gordon Reed es clara y terminante, pero también sugiere cuál es el espacio correcto para hablar de historia: el salón de clases. Es en este espacio donde puede darse una conversación abierta y crítica con fines didácticos sobre el registro histórico y cuál es su rol en la realidad que tenemos hoy en día.

Hay valor en la idea de rememorar la historia, de honrar eventos que importantes, personas cuyo trabajo ayudó a formar la realidad del presente, pero esto no nos ayuda ni a formar un entendimiento del pasado histórico ni de las lecciones que deberíamos aprender del mismo, para esto es necesario un registro histórico fidedigno y profesor que facilite su lectura crítica.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/monumentos-historia-educacion

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La ciencia rehén o cómplice de un mismo virus, el capitalismo

Por: Eduardo Camín y  Nicolás Centurión|

El ser humano podría parecer una especie privilegiada, favorecida por la evolución tras años de errores adaptativos y que aparenta haber adquirido el máximo perfeccionamiento al que pueda aspirar un ser vivo. Por un lado, ha llegado al extremo de poder modificar a voluntad las condiciones en casi cualquier rincón del planeta para adaptarlo a sus necesidades, demostrando así su control sobre el ambiente.

Los humanos hemos convertido desiertos en zonas habitables, se han explotado bosques y selvas enteras para extraer recursos materiales y energías y han domesticado especie animales y vegetales para poder alimentarse de ellos. Pero también ha hecho lo inverso y se puede decir sin ninguna duda que es la única especie que puede transformarse en su no-ser. Es decir, se puede deshumanizar a sí misma.

Por el otro lado, el ser humano se ha adentrado en el siglo XXI en una nueva era en la que es capaz de actuar sobre la biología del resto de las especies. Con ello no solo ha alterado su evolución y adaptación, sino que todos aquellos organismos que le rodean y conforman la biosfera en su conjunto, desarrollando así un control sobre sus genes y la forma en la que manifiestan.

Sin ir más lejos los humanos han creado vacunas a partir de virus y bacterias existentes que ahora le protegen de las enfermedades que provocaban ellos mismos. Además de diseñar y modificar variedades de alimentos proporcionando vitaminas que inicialmente estaban desprovistas.

Para llevar a cabo estas hazañas el cerebro ha sido el estandarte con el que vencer cualquier obstáculo que pudiera interponerse en su camino y la tecnología, su mejor aliada en este empeño.

Visto así, la trayectoria actual de la especie humana parecería ahora mismo imparable, independientemente ya de factores ecológicos de cambios ambientales que en etapas pretéritas truncaron el porvenir de tantas especies.

Bajo este optimista punto de vista, desvinculado de la dinámica del mundo natural y propio del mundo occidental industrializado, el auténtico potencial de la especie humana estaría comenzando a despertar justo ahora y su etapa de esplendor estaría aún por llegar.

Sin embargo, un punto de vista diametralmente opuesto a este tecno-optimismo considera que el excesivo uso de la tecnología, que la especie ha hecho en las últimas décadas habría mermado las capacidades adaptativas naturales del ser humano.

Para los defensores de esta visión, las necesidades energéticas y materiales cada vez mayores estarían debilitando a la especie humana y haciéndola mucho más vulnerable ante cualquier eventualidad de lo que fueron en el pasado. A la vez que la destrucción de los recursos naturales estaría poniendo en entredicho su supervivencia en la Tierra.

Dios y la Ciencia : La filosofía materialista aliada del ...El destino se enmarca en esta disyuntiva. El futuro en el que se encamina la especie humana, Homo Sapiens, oscila entre las ventajas que comporta haber adquirido y desarrollado una inteligencia sin parangón, capaz de modificar su entorno hasta límites insospechados hace apenas unos siglos atrás y los riesgos que asume el seguir siendo un ser vivo que depende de las condiciones ambientales constantes, pero que está cambiando como consecuencias de sus acciones.

El desfasaje entre la ciencia y lo político 

Como hemos visto, el análisis de la sucesión de hitos evolutivos permite conocer que en las últimas décadas se han conseguido logros científicos y tecnológicos que abren las puertas a escenarios esperanzadores. Pero estas puertas en realidad están cerradas para la mayoría de la humanidad.

Cualesquiera que hayan sido los problemas del analista social clásico, por limitados o por amplios que sean sus conocimientos, la realidad del mundo actual nos marca los tiempos históricos de este debate. Debatir, ejercer la crítica teórica, desarrollar la imaginación es siempre la responsabilidad que se deriva de conocer y explicar la diversidad humana.

Dicho debate entre métodos, valores, conciencia y ciencias sociales está presente en todas las sociedades y se puede rastrear en las diversas comunidades científicas de todos los países. No obstante, desde hace mucho tiempo acudimos a una nueva dinámica del pensamiento. Muchos dirigentes de las ciencias políticas pretenden demostrarnos que la lógica actual del pensamiento pragmático, capitalista es pensar para y desde el mercado, donde los nuevos referentes sociales son la competitividad, racionalidad, productividad y eficiencia.

Romper el bloqueo teórico y político que teje esta sociedad del conformismo regido por el mercado, acabar con el miedo que impone el poder, asumir el valor crítico de un proyecto alternativo, deben de ser estas las razones de la democracia. elMontevideano - Laboratorio de Artes: PROMETEO EMPRENDEDOR ...

Que la verdadera teoría del derrame sea la de los alimentos en un mundo donde se produce para más personas de las que lo habitan, pero en un hemisferio tenemos gente que se muere de hambre y otros de obesidad mórbida.

Un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se desperdicia, lo que representa unas 1300 millones de toneladas apróximadamente al año, según la FAO. Derrame de acceso a la cultura, a la educación y a la salud de calidad. Trabajo digno, esparcimiento. ¿No están las condiciones dadas?

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El capitalismo es, en primer lugar, de una profunda desigualdad económica. El principio maximizado de la ganancia lleva en su seno el del desarrollo máximo y agudo de la tecnología independiente de la racionalidad humana. La reificación de los medios consecuentemente conlleva inevitablemente, al predominio de la ciencia sobre la ética y de la economía y la tecnología sobre la política.

Una pequeña parte de la sociedad posee tesoros inmensos, lleva una vida lujosa y gasta sumas faraminosas en la satisfacción de sus demandas a menudo perversas, mientras una mayoría que crean todos sus valores viven muchas veces en la miseria y la ignorancia, sin poder cubrir sus necesidades elementales.

Si bien la experiencia científica nos enseña que ningún fenómeno surge sin causa «de por sí» «de la nada» todo fenómeno tiene origen en lo que lo engendra, y lo que surge bajo la acción de la causa se transformará en efecto.

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Por lo tanto, la formulación de todo problema requiere que enunciemos los valores implicados y la amenaza a esos valores. Porque la amenaza sentida a los valores estimados es la sustancia moral necesaria de todos los problemas importantes de investigación social. Pensar, por lo tanto, nos debe situar, en la esfera de reflexión cuya potencia radica en la capacidad para desarrollar y constituir una razón crítica.

Se suele situar a la tecnología y a la ciencia como neutras, ascépticas y casi autómatas, en nombre del progreso, la eficiencia y la razón. Como si se tratara de una locomotora a vapor con rieles sin fin. En cambio la realidad nos demuestra lo contrario, que los grandes laboratorios, Silicon Valley y los complejos militares despuntan cifras desorbitantes para investigaciones científicas de las que poco o más bien nada sabemos y que se utilizan para seguir aceitando los engranajes de la dominación y el aumento de la tasa de ganancia.

La trama compleja de nuestro pensamiento y análisis suele tocar puerto en muelles que se bifurcan. Al final del día es si los avances científicos recaen en manos de unos pocos con fines inconfesables, donde la realidad nos va a devolver un capítulo de Black Mirror como preludio de nuestro futuro o si se expande para que la humanidad pueda desarrollarse plenamente, donde quepamos todos y el futuro nos sea posible.

Fuente e imagan:  http://estrategia.la/2020/06/02/la-ciencia-rehen-o-complice-de-un-mismo-virus-el-capitalismo/

*Centurión es Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Camin es un periodista uruguayo, acreditado en la ONU en GinebraAmbos analistas asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

 

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Transición ecológica hacia una sociedad biocentrada

Por: Leonardo Boff

 

Para comprender el significado del coronavirus, tenemos que encuadrarlo en su debido contexto, no verlo aisladamente bajo la perspectiva de la ciencia y de la técnica siempre necesarias. El coronavirus viene da la naturaleza, contra la cual los seres humanos, particularmente a través del capitalismo global desde hace siglos, lleva a cabo una guerra sistemática contra esta naturaleza y contra la Tierra.

El capitalismo neoliberal gravemente herido

Concentrémonos en la causa principal que es el orden capitalista. Conocemos la lógica del capitalismo. Él se caracteriza por explotar hasta el límite la fuerza de trabajo, por el pillaje de los bienes y servicios de la naturaleza, en fin, por la mercantilización de todas las cosas. De una economía de mercado hemos pasado a una sociedad de mercado. En ella las cosas inalienables se transforman en mercancía: Karl Marx en su Miseria de la Filosofía de 1847, lo ha descrito bien: «Cosas intercambiadas, dadas pero jamás vendidas… todo se ha vuelto venal como la virtud, el amor, la opinión, la ciencia y la conciencia… todo se ha vuelto vendible y llevado al mercado». Él llamó a esto el “tiempo de la corrupción general y de la venalidad universal” (ed. Vozes 2019, p. 54-55). Es lo que se implantó desde el fin de la segunda guerra mundial.

Nosotros seres humanos, bajo el modo de producción capitalista hemos roto todos los lazos con la naturaleza, convirtiéndola en un baúl de recursos, considerados ilusamente ilimitados, en función de un crecimiento considerado también ilusamente ilimitado. Resulta que un viejo y limitado planeta no puede soportar un crecimiento ilimitado.

La Tierra viva, Gaia, un superorganismo que articula todos los factores para continuar viva y producir y reproducir siempre todo tipo de vida, ha empezado a reaccionar y a contraatacar mediante el calentamiento global, los eventos extremos en la naturaleza, y el envío de sus armas letales, que son los virus y las bacterias (gripe porcina, aviar, H1N1, zika, chikungunya, SARS, ébola y otros), y ahora el de la COVID-19, invisible, global y letal.

Este virus ha puesto a todos de rodillas, especialmente a las potencias militaristas cuyas armas de destrucción masiva (que podrían destruir toda la vida varias veces) resultan totalmente superfluas y ridículas.

A propósito de la COVID-19 ha quedado claro que cayó como un meteoro rasante sobre el capitalismo neoliberal desmantelando su ideario: el beneficio, la acumulación privada, la competencia, el individualismo, el consumismo, el estado mínimo y la privatización de la cosa pública y los bienes comunes. Ha sido gravemente herido. Ha producido demasiada iniquidad humana, social y ecológica, hasta el punto de poner en peligro el futuro del sistema-vida y del sistema-Tierra.

Mientras, planteó inequívocamente la disyuntiva: ¿vale más el lucro o la vida? ¿Debemos salvar la economía o salvar vidas humanas?

Según el ideario del capitalismo, la elección sería salvar la economía en primer lugar y luego las vidas humanas. Pero hasta hoy nadie ha encontrado la fórmula mágica para articular las dos cosas: producir riqueza y evitar la contaminación de los trabajadores. Si hubiéramos seguido la lógica del capital, todos estaríamos en peligro.

Lo que nos está salvando es lo que le falta a él: la solidaridad, la cooperación, la interdependencia entre todos, la generosidad y el cuidado mutuo de la vida de unos y otros y de todo lo que vive y existe.


Alternativas posibles para el poscoronavirus

El gran desafío que se nos plantea a cada uno de nosotros, la gran pregunta, especialmente a los dueños de las grandes corporaciones multinacionales es: ¿Cómo continuar? ¿Volver a lo que era antes? ¿Recuperar el tiempo y los beneficios perdidos?

Muchos dicen: volver simplemente a lo que era antes sería un suicidio, porque la Tierra podría volver a contraatacar con virus más violentos y mortales. Los científicos ya han advertido que dentro de poco podemos sufrir un ataque aún más feroz si no aprendemos la lección de cuidar la naturaleza y desarrollamos una relación más amistosa con la Madre Tierra.

Enumero aquí algunas alternativas, pues los señores del capital y las finanzas están en una furiosa pugna entre ellos para salvaguardar sus intereses y sus fortunas.

La primera alternativa sería volver al sistema capitalista neoliberal pero ahora de forma extremadamente radical. El 0,1% de la humanidad, los multimillonarios, serían quienes utilizarían la inteligencia artificial con capacidad para controlar a cada persona del planeta, desde su vida íntima a la privada y la pública. Sería un despotismo de otro orden, cibernético, bajo la égida del control/dominación total de la vida de las poblaciones.

Esta alternativa no ha aprendido nada de la COVID-19, ni ha incorporado el factor ecológico. Bajo la presión general puede asumir una responsabilidad socioecológica para no perder beneficios ni seguidores.

Pero siempre que hay un poder dominador surge un antipoder incluso con rebeliones causadas por el hambre y la desesperación.

La segunda alternativa sería el capitalismo verde, que ha sacado lecciones del coronavirus y ha incorporado el hecho ecológico: reforestar lo devastado, conservar la naturaleza existente al máximo. Pero no cambiaría el modo de producción ni la búsqueda de beneficio.

Lo verde no discute la desigualdad social perversa y haría de todos los bienes naturales una ocasión de ganancia. Ejemplo: no sólo ganar con la miel de abejas, sino también con su capacidad de polinizar otras plantas. La relación con la naturaleza y la Tierra es utilitaria y no se le reconocen derechos, como declara la ONU, ni su valor intrínseco, independiente del ser humano. Sigue todavía antropocéntrico.

La tercera sería el comunismo de tercera generación, que no tendría nada que ver con las anteriores, poniendo los bienes y servicios del planeta bajo una administración colectiva y central. Podría ser posible, pero supone una nueva conciencia, además de no dar centralidad a la vida en todas sus formas. Seguiría siendo antropocéntrico. Está en parte representado por los filósofos Zizek y Badiou. Debido a los perjuicios existentes y al recuerdo de lo que fue el comunismo de Estado del imperio soviético, controlador y represor, tiene pocos seguidores.

La cuarta sería el eco-socialismo, con mayores posibilidades. Supone un contrato social global con un centro plural de gobierno para resolver los problemas globales de la humanidad. Los bienes y servicios naturales limitados y muchos no renovables se distribuirían equitativamente entre todos, con un consumo decente y sobrio que incluiría también a toda la comunidad de la vida, que también necesita medios de vida y de reproducción.

Esta alternativa estaría dentro de las posibilidades humanas, a condición de desarrollar una sólida conciencia ecológica, volverse un dato de toda la sociedad con responsabilidad por la Tierra y la naturaleza. A mi juicio es todavía sociocéntrico. Le falta incorporar la nueva cosmología y los datos de las ciencias de la vida, de la complejidad, viendo a la Tierra como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico: Tierra como Gaia, un superorganismo que se autorregula y garantiza la vida de todos los vivientes.

La quinta alternativa sería el buen vivir y convivir, ensayada durante siglos por los pueblos andinos. Es profundamente ecológica, porque considera a todos los seres como portadores de derechos. El eje articulador es la armonía que comienza con la familia, con la comunidad, con la naturaleza, con todo el universo, con los antepasados y con la Divinidad. Esta alternativa tiene un alto grado de utopía pero quizás la humanidad, cuando se descubra a sí misma como una especie viviendo en una única Casa Común, sea capaz de lograr el buen vivir y convivir.

Conclusión de esta parte: Está claro que la vida, la salud y los medios de vida están en el centro de todo, no el beneficio y el desarrollo (in)sostenible. Se exigirá más Estado con más seguridad sanitaria para todos, un Estado que satisfaga las demandas colectivas y promueva un desarrollo que obedezca a los límites y al alcance de la naturaleza.

Como el problema del coronavirus es global se hace necesario un contrato social global, con un cuerpo plural de dirección y coordinación, para implementar una solución global.

O salvamos a la naturaleza y a la Tierra o engrosaremos la procesión de los que se dirigen al abismo.

¿Cómo buscar una transición ecológica, exigida por la acción mortífera de la COVID-19? ¿Por dónde empezar?

No podemos subestimar el poder del “genio” del capitalismo neoliberal: él es capaz de incorporar los datos nuevos, transformarlos en su beneficio privado y usar para ello todos los medios modernos de robotización, la inteligencia artificial con sus miles de millones de algoritmos y eventualmente las guerras híbridas. Puede convivir sin piedad, indiferente, con los millones y millones de hambrientos y arrojados a la miseria.

Por otra parte, los que buscan una transición paradigmática, dentro de la cual me sitúo yo, deben proponer otra forma de habitar la Casa Común, con una convivencia respetuosa de la naturaleza y cuidado con todos los ecosistemas, deben generar en la base social otro nivel de conciencia y nuevos sujetos portadores de esta alternativa.

Para esa inmensa tarea tenemos que descolonizarnos de las visiones del mundo y de falsos valores como el consumismo inculcados por la cultura del capital. Tenemos que ser antisistema y alternativos.

Presupuestos para una transición bien sucedida

El primero es la vulnerabilidad de la condición humana, expuesta a ser atacada por enfermedades, bacterias y virus.

Dos factores están en el origen de la invasión de microorganismos letales: la excesiva urbanización humana que ha avanzado sobre los espacios de la naturaleza destruyendo los hábitats naturales de los virus y las bacterias, que saltan a otro ser vivo o al cuerpo humano. El 83% de la humanidad vive en ciudades.

El segundo factor es la deforestación sistemática debida a la voracidad del capital, que busca la riqueza con el monocultivo de soja, de caña de azúcar, de girasol o con la producción de proteínas animales (ganado), devastando bosques y selvas, y desequilibrando el régimen de humedad y de lluvias en extensas regiones como la Amazonia.

Segundo presupuesto: la inter-retro-relación de todos con todos. Somos, por naturaleza, un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones. La bioantropología y la psicología evolutiva han dejado claro que la esencia específica del ser humano es cooperar y relacionarse con todos. No hay ningún gen egoísta, formulado por Dawkins a finales de los 60 del siglo pasado sin ninguna base empírica. Todos los genes están interrelacionados entre sí y dentro de las células. Nadie está fuera de la relación. En este sentido, el individualismo, valor supremo de la cultura del capital, es antinatural y no tiene ninguna sustentación biológica.

Tercer presupuesto es el cuidado esencial: Pertenece a la esencia de lo humano el cuidado sin el cual no subsistiríamos. El cuidado es además una constante cosmológica: las cuatro fuerzas que sostienen el universo (la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear débil y la nuclear fuerte) actúan sinérgicamente con extremo cuidado sin el cual no estaríamos aquí reflexionando sobre estas cosas.

El cuidado supone una relación amiga de la vida, protectora de todos los seres porque los ve como un valor en sí mismos, independiente del uso humano. Fue la falta de cuidado de la naturaleza, devastándola, lo que hizo que los virus perdieran su hábitat, conservado durante miles de años y pasaran a otro animal o al ser humano. El ecofeminismo ha aportado una contribución significativa a la preservación de la vida y de la naturaleza con la ética del cuidado desarrollada por ellas, porque el cuidado es del ser humano, pero adquiere una especial densidad en las mujeres.

Cuarto presupuesto: la solidaridad como opción consciente. La solidaridad está en el corazón de nuestra humanidad. Los bioantropólogos nos han revelado que este dato es esencial al ser humano. Cuando nuestros antepasados buscaban sus alimentos, no los comían aisladamente. Los llevaban al grupo y servían a todos empezando por los más jóvenes, después a los mayores y luego a todos los demás. De esto surgió la comensalidad y el sentido de cooperación y solidaridad. Fue la solidaridad la que nos permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Lo que fue válido ayer también vale para hoy.

Esta solidaridad no existe sólo entre los humanos. Es otra constante cosmológica: todos los seres conviven, están involucrados en redes de relaciones de reciprocidad y solidaridad de forma que todos puedan ayudarse mutuamente a vivir y co-evolucionar. Incluso el más débil, con la colaboración de otros subsiste, tiene su lugar en el conjunto de los seres y coevoluciona.

El sistema del capital no conoce la solidaridad, solo la competición que produce tensiones, rivalidades y verdaderas destrucciones de otros competidores en función de una mayor acumulación.

Hoy en día el mayor problema de la humanidad no es ni el económico, ni el político, ni el cultural, ni el religioso, sino la falta de solidaridad con otros seres humanos que están a nuestro lado. El capitalismo ve a cada uno como un consumidor eventual, no como una persona humana con sus preocupaciones, alegrías y sufrimientos.

Es la solidaridad la que nos está salvando ante el ataque del coronavirus, empezando por el personal sanitario que arriesga desinteresadamente su vida para salvar otras vidas. Vemos actitudes de solidaridad en toda la sociedad, pero especialmente en las periferias, donde la gente no puede aislarse socialmente y no tiene reservas de alimentos. Muchas familias que recibieron canastas de alimentos las repartían con otros más necesitados.

Pero no basta con que la solidaridad sea un gesto puntual. Debe ser una actitud básica, porque está en la esencia de nuestra naturaleza. Tenemos que hacer la opción consciente de ser solidarios a partir de los últimos e invisibles, de aquellos que no cuentan para el sistema imperante y son considerados como ceros económicos, prescindibles. Sólo así deja de ser selectiva y engloba a todos, porque todos somos coiguales y nos unen lazos objetivos de fraternidad.

Transición hacia una civilización biocentrada

Toda crisis hace pensar y proyectar nuevas ventanas de posibilidades. El coronavirus nos ha dado esta lección: la Tierra, la naturaleza, la vida en toda su diversidad, la interdependencia, la cooperación y la solidaridad deben ser centrales en la nueva civilización si queremos sobrevivir.

Parto de la interpretación siguiente: que nosotros fuimos los primeros que atacamos a la naturaleza y a la Madre Tierra durante siglos, pero ahora la reacción de la Tierra herida y la naturaleza devastada se está volviendo en contra nuestra.

Tierra-Gaia y naturaleza están vivas y en tanto que vivas sienten y reaccionan a las agresiones. La multiplicación de señales que la Tierra nos ha enviado, empezando por el calentamiento global, la erosión de la biodiversidad del orden de 70-100 mil especies por año (estamos dentro de la sexta extinción masiva en la era del antropoceno y del necroceno) y otros eventos extremos, deben ser captados e interpretados.

O cambiamos nuestra relación con la Tierra y la naturaleza en el sentido de sinergia, cuidado y respeto, o la Tierra puede no querernos más sobre su superficie. Y esta vez no hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O todos nos salvamos o todos pereceremos.

Casi todos los análisis de la COVID-19 se centraron en la técnica, la medicina, la vacuna para salvar vidas, el aislamiento social y el uso de mascarillas para protegernos y no contaminar a los demás. Todo eso hay que hacerlo y es indispensable.

Rara vez se habla de la naturaleza, aunque el virus vino de la naturaleza. Eso lo hemos olvidado.

La transición de una sociedad capitalista de superproducción de bienes materiales a una sociedad que sustente toda la vida con valores humano-espirituales como el amor, la solidaridad, la compasión, la interdependencia, la justa medida, el respeto y el cuidado no se producirá de la noche a la mañana.

Será un proceso difícil que requiere, en palabras del Papa Francisco en su encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Común”, una “conversión ecológica radical”, que nos llevará a incorporar relaciones de cuidado, protección y cooperación: un desarrollo hecho con la naturaleza y no contra la naturaleza.

El sistema imperante puede conocer una larga agonía, pero no tendrá futuro. En mi opinión, no seremos nosotros los que lo derrotaremos para siempre, sino la propia Tierra, negándole las condiciones para su reproducción al haber excedido los límites de los bienes y servicios de la Tierra superpoblada. Este colapso se verá reforzado por la acumulación de críticas y de prácticas humanas que siempre se han resistido a la explotación capitalista.

La incorporación del nuevo paradigma cosmológico, biológico y antropológico

Para una nueva sociedad posCOVID-19 hay que asumir los datos del nuevo paradigma, que ya tiene un siglo de existencia pero que hasta ahora no ha logrado conquistar la conciencia colectiva ni la inteligencia académica, ni mucho menos la cabeza de los “decision makers” políticos.

Este paradigma es cosmológico. Parte del hecho de que todo se originó a partir del big bang ocurrido hace 13.7 mil millones de años. De su explosión salieron las estrellas rojas gigantes y con su explosión, las galaxias, las estrellas, los planetas, la Tierra y nosotros mismos. Todos estamos hechos de polvo cósmico.

La Tierra que tiene ya 4.3 mil millones de años y la vida unos 3.8 mil millones de años están vivas. La Tierra, y esto es un dato de ciencia ya aceptado por la comunidad científica, no sólo tiene vida en ella sino que está viva y produce todo tipo de vidas.

El ser humano que apareció hace unos 10 millones de años es la porción de la Tierra que en un momento de alta complejidad comenzó a sentir, a pensar, a amar y a cuidar. Por eso hombre viene de humus, de tierra buena.

Inicialmente mantenía una relación de coexistencia con la naturaleza, luego pasó a intervención en ella a través de la agricultura y en los últimos siglos ha llegado a la agresión sistemática mediante la tecnociencia. Esta agresión se ha llevado a cabo en todos los frentes hasta el punto de poner en peligro el equilibrio de la Tierra y ser incluso una amenaza de autodestrucción de la especie humana con armas nucleares, químicas y biológicas.

Esta relación de agresión está detrás de la actual crisis de salud. De seguir adelante, la agresión podría traernos crisis más fuertes hasta aquello que los biólogos temen: The Next Big One, aquel próximo gran virus inatacable y fatal que llevará a la desaparición de la especie humana de la faz de la Tierra.

Para evitar este posible armagedón ecológico, es urgente renovar con la Tierra viva el contrato natural violado: ella nos da todo lo que necesitamos y garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas. Y nosotros, según el contrato, le devolvemos cuidado, respeto a sus ciclos y le damos tiempo para que regenere lo que le quitamos. Este contrato natural ha sido roto por ese estrato de la humanidad que explota los bienes y servicios, deforesta, contamina las aguas y los mares.

Es decisivo renovar el contrato natural y articularlo con el contrato social: una sociedad que se siente parte de la Tierra y de la naturaleza, que asume colectivamente la preservación de toda la vida, mantiene en pie sus bosques que garantizan el agua necesaria para todo tipo de vida, regenera lo que fue degradado y fortalece lo que ya está preservado.

La relevancia de la región: el biorregionalismo

Dado que la ONU ha reconocido a la Tierra como la Madre Tierra y los derechos de la naturaleza, la democracia tendrá que incorporar nuevos ciudadanos, como los bosques, las montañas, los ríos, los paisajes. La democracia sería socio-ecológica. Solamente Bolivia y Ecuador han inaugurado el constitucionalismo ecológico al reconocer los derechos de la Pacha Mama y de los demás seres de la naturaleza.

La vida será el faro orientador y la política y la economía estarán al servicio no de la acumulación sino de la vida. El consumo, para que sea universalizado, deberá ser sobrio, frugal, solidario. Y la sociedad estará suficiente y decentemente abastecida.

Para finalizar, una palabra sobre el biorregionalismo. La punta de lanza de la reflexión ecológica se está concentrando actualmente en torno a la región. Tomando la región, no como ha sido definida arbitrariamente por la administración, sino con la configuración que ha hecho la naturaleza, con sus ríos, montañas, bosques, llanuras, fauna y flora y especialmente con los habitantes que viven allí. En la biorregión se puede crear realmente un desarrollo sostenible que no sea meramente retórico sino real.

Las empresas serán preferentemente medianas y pequeñas, se dará preferencia a la agroecología, se evitará el transporte a regiones distantes, la cultura será un importante elemento de cohesión: las fiestas, las tradiciones, la memoria de personas notables, la presencia de iglesias o religiones, los diversos tipos de escuelas y otros medios modernos de difusión, de conocimiento y de encuentro con la gente.

Pensando en un futuro posible con la introducción del bioregionalismo, la Tierra seria como un mosaico hecho con distintas piezas de diferentes colores: son las diferentes regiones y ecosistemas, diversos y únicos, pero todos componiendo un único mosaico, la Tierra. La transición se hará mediante procesos que van creciendo y articulándose a nivel nacional, regional y mundial, haciendo crecer la conciencia de nuestra responsabilidad colectiva de salvar la Casa Común y todo lo que le pertenece.

La acumulación de nueva conciencia nos permitirá saltar a otro nivel donde seremos amigos de la vida, abrazaremos a cada ser porque todos, desde las bacterias originales, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos, los colibríes y nosotros, tenemos el mismo código genético, los mismos 20 aminoácidos y las 4 bases nitrogenadas o fosfatadas. Es decir, todos somos parientes unos de otros con una fraternidad terrenal real como afirman la Carta de la Tierra y la encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la Casa Común del Papa Francisco.

Será la civilización de la “felicidad posible” y de la “alegre celebración de la vida”.

Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=993

Imagen: https://pixabay.com/

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