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¿Por Qué Debemos Enseñar Estudios De Género?

Por: Sofía García-Bullé

No sabemos nombrar ni describir los desequilibrios sociales ejercidos sobre las mujeres y otros grupos de minoría social.

En Estados Unidos, miembros de la prensa describen a una candidata presidencial como “grosera”, “mala” e iracunda, por confrontar a un rival que expresa violencia racial y misoginia en su discurso y a un presidente que se burla de la herencia cultural de esa misma candidata. En México, un director de escuela culpa a las alumnas del acoso que se comete contra ellas. En Brasil, el presidente electo le declara la guerra a cualquier filosofía que se pronuncie a favor de los derechos de las mujeres y las minorías. El problema está muy claro: necesitamos Estudios de Género en las escuelas.

La perspectiva de género, como la define Susana Gamba, especialista en Estudios de Género, es la concepción epistemológica que se aproxima a la realidad a través de las miradas propias de cada género y su relaciones con el poder. Esta perspectiva es la base de la que parten los Estudios de Género.  Explicado de esa forma parece algo complejo y netamente académico, pero la perspectiva de género es algo simple, necesario y que nos atañe a todos como académicos, profesoras investigadoras  y responsables tanto de la producción como la distribución de conocimiento.

Perspectiva y Estudios de Género 101

La ideología de género es un término que ciertamente prende conversaciones acaloradas a todos los niveles, desde familiares y laborales en conversaciones casuales, académicos tratando de definir fenómenos sociales o hasta políticos cuya agenda es pronunciarse en contra o a favor. El tema es tendencia, y es algo de lo que hablamos constantemente, ¿pero sabemos qué significa?

La ideología de género es un conjunto de principios en las que académicas expertas en Estudios de Género han encontrado consenso, es la base del discurso de la perspectiva de género. Si queremos entender la ideología de género hay que hablar primero de los estudios que producen el conocimiento en el que se apoya esta ideología.

El concepto de género como plataforma social de la que se desprenden los roles atribuidos a cada sexo, comenzó a ser estudiado a finales de los años 40. La filósofa Simone de Beauvoir fue una de las primeras académicas que comenzó a conceptualizar la idea de género y cómo esta influye en la forma en que se construye socialmente a la mujer. Uno de los postulados más importantes del discurso de Beauvoir es que nadie nace mujer, sino que se hace mujer, refiriéndose no al sexo biológico de las mujeres, sino a la simbología social de la que que se desprende el cómo entendemos los modelos de comportamiento y jerarquía social de quien nace con el sexo biológico femenino.

En 1968, Robert Stroller, profesor e investigador de psiquiatría conocido por sus teorías sobre el desarrollo de la identidad de género, extendió el entendimiento de estos conceptos puntualizando la diferencia entre sexo biológico, el género y los roles propios de cada uno. Estos conceptos forman una estructura social compuesta de símbolos, representaciones, normas, valores y prácticas que se elaboran no solamente con base en las diferencias anatómicas, sexuales y fisiológicas, sino en los atributos que les asignamos. Esto es enteramente social y da sentido a las relaciones entre las personas sexuadas.

A raíz del trabajo de Stroller, los estudios de la mujer, posteriormente llamados Estudios de Género, comenzaron a hacer presencia en el currículum de las instituciones de educación superior. ¿Pero qué se enseña en las clases de Estudios de Género? La materia es muy amplia y quienes la estudian pueden aprender conceptos muy diversos relacionados con el género y cómo se dimensiona a nivel social, económico y político. En términos generales, casi todas las instancias que pretenden enseñar la disciplina lo hacen sobre la definición del género, sus diferencias y vínculos con el sexo biológico, así como las construcciones filosóficas, antropológicas y sociales con las que nos formamos la idea de masculinidad y feminidad.

Estos cursos también examinan las intersecciones del género con la raza, la etnicidad, la nacionalidad, la clase socioeconómica, el capacitismo, la sexualidad y otras dimensiones que establecen diferencias en la conceptualización y jerarquización de las personas en la escala social. El objetivo de un grado académico en Estudios de Género es que los estudiantes aprendan a identificar, articular y analizar prácticas culturales y nociones institucionalizadas que giran en torno al género, la sexualidad y la orientación sexual. Así como entender la forma en que el género es un factor influyente en la vida de las personas desde el punto de vista social, político y económico.

Este conocimiento es valioso si quieres adentrarte en la explicación de cómo las diferencias de género juegan un papel importante en el micro y macrocosmos de la sociedad. Pero hay valor en la idea de que los Estudios de Género necesitan dejar de ser una materia electiva e inyectarse en el tronco común de los planes de estudio en general. La razón es simple: no sabemos nombrar ni describir los desequilibrios sociales ni los ejercicios de invisibilización, a veces hasta de manera involuntaria, que ejercemos sobre las mujeres y otros grupos de minoría social.

La necesidad de una educación con perspectiva de género

En artículos anteriores hemos hablado sobre cómo las dinámicas sociales que atañen al género, la etnicidad o la raza, afectan negativamente el acceso a la educación, las oportunidades de trabajo, la validación y la producción de conocimiento de las mujeres en la academia. Aún dentro de la comunidad académica y científica existen casos de mujeres y personas de minorías raciales y LGBT que no tienen derecho al discurso, a la publicación de su trabajo y al debate, sin poner en riesgo su posición laboral, su integridad física o su permanencia en sus países.

La situación para los estudiantes es igual de preocupante. En Alaska, una adolescente fue descalificada de una competencia de natación por un accidente común con su traje de baño provisto por la misma escuela. El incidente fue acentuado por un juicio de carácter sexualizante por parte de los espectadores adultos. En el resto del país, 53% de las escuelas públicas tienen códigos de vestimenta que afectan desproporcionadamente a la población estudiantil femenina. En México, un grupo de estudiantes de secundaria tuvieron que manifestarse contra su propio director, quien justificó instancias de acoso sexual hacia ellas por parte de estudiantes masculinos, responsabilizándolas del incidente.

Bajo este contexto, es patente la urgencia de una intención educativa hacia una idea de género que nos permita liberar la conceptualización del género femenino como anómalo y secundario al masculino, así como inherentemente sexuado. Y el lugar para empezar no son las universidades, son las escuelas.

¿Estudios de Género y educación básica?

Las escuelas son el mejor lugar para hablar de la idea de género y sus implicaciones sociales de una forma amigable que ayude a los niños y jóvenes a formarse una concepción más igualitaria de cómo construimos lo que entendemos como masculino y femenino. No tienen que ser ideas complejas ni lecturas que involucren temas que podrían considerarse sensibles, como los que manejan de Beauvoir o Stroller. Un simple experimento como el realizado por la organización de Lifting Limits en cinco escuelas de Reino Unido, ha marcado la pauta de cómo se puede educar desde edad temprana para la equidad.

Acciones pequeñas, como cuestionar la cantidad de literatura de ficción disponible en las que las niñas tienen agencia y peso en la narrativa; los libros de texto y espacios en la institución que mencionan los logros históricos y científicos de mujeres a la par de la de los hombres; una intención consciente de liberar los discursos docentes de estereotipos que sean derogativos para los estudiantes femeninos o limitantes para los masculinos.

Estos son el tipo de medidas que preparan a niños y jóvenes, no solamente para tener una visión del mundo más balanceada y justa en lo que respecta al género, sino que los ayuda a construir las estructuras cognitivas para que en niveles educativos más avanzados, sean capaces de comprender los conceptos y temas que manejan los Estudios de Género, así como los problemas que esta disciplina pretende analizar, examinar, visibilizar, comunicar y, eventualmente, resolver.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/estudios-de-genero

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El fracaso de los reformistas iraníes y el giro conservador

Por: Alberto Rodríguez García

El fracaso del Plan de Acción Integral Conjunto (conocido también como el acuerdo nuclear), la inflación, la crisis económica, las sanciones unilaterales de Donald Trump, la incapacidad de aplicar junto a la Unión Europea (UE) el plan de comercio alternativo INTEX y un principio de 2020 en el que EE.UU. asesinó a Qassem Soleimani y la respuesta iraní terminó derribando un avión civil en Teherán, han marcado el final de los reformistas iraníes en beneficio de los principalistas; los conservadores de línea más dura (la extrema derecha, para que nos entendamos).

Las elecciones al Parlamento iraní (Majles), celebradas el pasado 21 de febrero, se desarrollaron en un contexto nacional e internacional muy complicado para Irán. La suma de múltiples factores como el coronavirus —que ha llegado muy fuerte a Irán, infectando e incluso matando a personalidades importantes del gobierno, como el asesor del Líder Supremo Mohammad Mirmohammadi—, el boicot al voto por parte de algunos sectores y que el Consejo de Guardianes hubiese impedido presentarse a un enorme número de candidatos reformistas (aunque se presentaron 16.000 candidatos para las elecciones parlamentarias, terminaron participando algo más de 7.000), han hecho que estas elecciones al poder legislativo sean las menos concurridas de la historia de la República Islámica, con tan solo un 42 % de participación.

«La política exterior iraní será aún más dura, más intransigente y más agresiva, en un momento en el que el gobierno sufre un asedio por parte del gabinete Trump y sus aliados más fieles».

Si los reformistas del presidente Hassan Rohaní se habían impuesto en las anteriores elecciones parlamentarias y presidenciales, en esta ocasión se han hundido completamente con solo un 10 % de los votos. 220 de los 290 asientos del Parlamento los han ganado los conservadores liderados por el exalcalde de Teherán y tres veces candidato a la Presidencia, Mohammad Bagher Ghalibaf. Con este resultado, la mayoría del poder en Irán vuelve a estar en manos de la línea más dura de la revolución islámica, que se ve con cada vez más posibilidades de recuperar una Presidencia que ha estado en manos de los reformistas desde la derrota de Ahmadineyad, en 2013. Esto se traduce en que la política exterior iraní será aún más dura, más intransigente y más agresiva, en un momento en el que el gobierno sufre un asedio por parte del gabinete Trump y sus aliados más fieles. Los aliados en el exterior de Irán también están preparados para un aumento de las hostilidades; véanse los hutíes en Yemen o Kataeb Hezbollah en Irak, que ha dado un ultimátum a EEUU.

Reformistas contra conservadores

El Gobierno iraní enfrenta principalmente a los reformistas y los conservadores, entre los que destacan los principalistas, conocidos también como ‘los fundamentalistas’. Mientras que los principalistas son los más leales al Líder Supremo, los más religiosos y los que buscan mantener los principios originarios de la Revolución Islámica, siendo devotos al gobierno islámico del Wilayat -e- Faqih, los reformistas están dispuestos a modernizar Irán, no siendo tan recelosos a las democracias liberales y estando dispuestos a aceptar las ‘normas del juego occidental’; algo que se vio en el intento de implementar el Plan de Acción Integral Conjunto o en que el gobierno de Rohaní intentase contentar al Grupo de Acción Financiera Internacional (organismo asentado en París creado con el objetivo de combatir el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo), aunque inútilmente, tras el veto de los conservadores.

Con los principalistas en el poder judicial y en el poder legislativo, solo les queda esperar a 2021 para intentar hacerse con la Presidencia y hacerse con todo Irán. Este giro reaccionario, sin embargo, puede ser una oportunidad para los reformistas, que hasta ahora se han visto maniatados cada vez que intentaban implementar cambios importantes por una extrema-derecha que los culpa de todo sin aportar una sola solución más allá de discursos populistas y teológicos. El cómo gestionen los principalistas a partir de ahora la crisis económica, la inestabilidad interna y el asedio internacional determinará en gran medida la legitimidad del gobierno y de los reformistas, que han sido incapaces de introducir cambios reales en el sistema.

Los conservadores radicales se han visto reforzados —irónicamente— por la política antiiraní de Donald Trump, que reafirmó su discurso de que no se puede negociar con EE.UU. y con la nueva ola de sanciones que ha sumido al país en una dura crisis económica que amenaza con hundir el país como lo hizo la guerra con Irak. En diciembre 2019, el gabinete de Hassan Rohaní esperaba sacar 62.140 millones de dólares del petróleo, mientras que el Parlamento estima que apenas lograrán 10.830 millones. Con el racionamiento de la gasolina para la población, el consumo diario del combustible ha caído de 80 a 70 millones de litros.

Además de la crisis provocada por las sanciones, la economía iraní ya está sufriendo las consecuencias del coronavirus. La República Islámica se ha visto obligada a cancelar vuelos, reducir el número de visas y cerrar las fronteras con sus vecinos. El impacto económico también amenaza con consecuencias políticas para un sistema que ha vivido protestas recientemente por el empeoramiento de las condiciones de vida y en el que parte de su gobierno está infectado estando en edad de riesgo. Es importante destacar que Irán es el país con más mortalidad por el coronavirus fuera de China; algo que agravan las sanciones norteamericanas, que dificultan conseguir antivirales y equipamiento sanitario básico, que no se han ‘suavizado’ hasta finales de febrero cuando el coronavirus ya era un problema para la república. Ante la amenaza de un agravamiento de la situación, la Cámara de Comercio Industria y Minería y la Cámara de Cooperativas de Irán ya ha pedido al gobierno medidas excepcionales y reducción de impuestos para evitar una catástrofe financiera.

«Es innegable que Irán debe deshacerse de la élite teocrática y reforzar la posición de los reformistas si quiere que el país avance. Pero es innegable que para deshacerse de los enemigos internos, los iraníes primero deben librarse de los enemigos del exterior que amenazan su sistema»

Es innegable que en los últimos 40 años Irán ha establecido una élite teocrática, apuntalada por el reciente giro reaccionario provocado en gran medida por los ataques que ha sufrido el país desde el exterior. Es innegable que Irán debe deshacerse de esa élite teocrática y reforzar la posición de los reformistas si quiere que el país avance. Pero es innegable que para deshacerse de los enemigos internos, los iraníes primero deben librarse de los enemigos del exterior que amenazan su sistema.

Y en otro contexto internacional, el progreso en Irán sería algo posible. Objetivamente hablando, Irán es un país mucho menos autoritario que Egipto o Turquía. Del mismo modo que, objetivamente hablando, sin sanciones la economía del país iría mucho mejor sin necesidad de recurrir a mano de obra esclava, como sí lo hacen Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Pero, sin embargo, sufre una campaña de asedio y sanciones tal que el régimen de los mullah solo puede sobrevivir cerrando filas. El enemigo del progreso en Irán está dentro, pero gana fuerza desde fuera.

Fuente: https://actualidad.rt.com/opinion/alberto-rodriguez-garcia/345173-fracaso-reformistas-iranies-giro-conservador

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Autonomía y leyes orgánicas universitarias: casos prácticos

Por: Roberto Rodríguez

En otras colaboraciones me he referido al problema del procedimiento para reformar las leyes orgánicas de las universidades autónomas por ley en términos del dilema del candado y la llave: ¿cómo evitar que las instancias facultadas para iniciar reformas legales presenten motu proprio iniciativas de reforma que afectan las materias garantizadas por el artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?, que es el tema del candado, y ¿cómo hacer posible que las universidades autónomas reformen sus propias leyes orgánicas sin transgredir el procedimiento autorizado en las normas constitucionales de la federación y los estados?, que es el tema de la llave.

Una forma de avanzar en el razonamiento de posibles soluciones es considerar algunos casos prácticos en que este dilema ha salido a relucir, así como sus consecuencias. El más reciente es el caso de la UNAM. Apenas el pasado 18 de febrero el diputado federal (Morena) Miguel Ángel Jáuregui Montes de Oca presentó una iniciativa de “con proyecto de decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México.” En ella, el legislador proponía que el rector y los directores de facultades, escuelas e institutos fueran designados a través de elecciones “abiertas, equitativas, competitivas y transparentes, a través de voto libre y secreto”.

Esta iniciativa fue confrontada por el rector de la UNAM, por los rectores de varias universidades autónomas, por representantes del sector empresarial, por los coordinadores de las fracciones legislativas y al cabo por su propio partido. Aunque inicialmente el diputado Jáuregui había decidido mantener su iniciativa para continuar con el trámite legislativo correspondiente, el martes pasado procedió a solicitar formalmente su retiro. El argumento central en contra del proyecto de Jáuregui fue que la iniciativa transgredía la atribución de autogobierno sancionada en el tercero constitucional. En este caso, la solución fue política, antes que propiamente jurídica: no se puso en cuestión la facultad del legislador para diseñar y proponer la reforma, sino no haber consultado a la comunidad universitaria ni el marco constitucional que protege a la autonomía.

Otro caso reciente. El de la Universidad Autónoma de Nayarit, ya comentado en estas páginas. A iniciativa del gobernador de la entidad, Antonio Echevarría García, y al margen de las autoridades universitarias, la legislatura nayarita aprobó una reforma a la ley orgánica de esa institución. Entre las modificaciones incorporadas se incluía una relativa a la formación de un Colegio de Elección, que sería encabezado por el presidente del Patronato Administrador del Impuesto Especial Destinado a la Universidad. Además, se aprobó la creación de “redes empresariales” de la UAN para ampliar las fuentes de financiamiento de la institución.

En el caso de Nayarit, al igual que en el de UNAM, la iniciativa aprobada en enero de este año trasgredía la garantía constitucional de autogobierno. Por ello, se levantó una fuerte polémica, primero local, aunque poco después de mucho mayor alcance en la que la postura de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, al mismo tiempo que la de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados coincidieron en señalar la inconveniencia de tal reforma al no haber tomado en cuenta el punto de vista de la institución. Aunque el gobernador anunció que el problema se resolvería mediante la reforma de la ley aprobada, la UAN se amparó y las autoridades judiciales del estado dictaminaron primero la suspensión provisional y posteriormente la definitiva. Salvo que el legislativo local interponga un recurso de apelación, lo más probable es que dicha reforma quede sin efecto. ¿Cuál fue el argumento del tribunal local? Inconstitucionalidad, en una palabra.

También de inconstitucionalidad fue tachada la reforma que emprendió el gobierno de Hidalgo al designar un órgano interno de control para supervisar el desempeño y las cuentas de la Autónoma de Hidalgo. Esta universidad ganó el amparo en la instancia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, otorgado por la Segunda Sala del Tribunal en octubre de 2018, lo que obligó a la legislatura estatal a dejar sin efecto la reforma propuesta. Uno de los razonamientos de la sentencia correspondiente establece, y vale la pena citarlo: “Que cualquier acto legislativo que pretenda modificar el contenido y alcance de la autonomía universitaria, debe ser calificado por los tribunales de amparo como violatorio del artículo 3 constitucional.”

Otra cara de la moneda la representa la reforma a la ley orgánica de la Universidad Autónoma de Chiapas, aprobada por la legislatura local el pasado 6 de febrero. Este caso contrasta con los anterior por la ausencia de protestas o inconformidad legal. La propuesta de reforma, que autoriza a la universidad para obtener recursos extraordinarios por venta de productos y servicios, aunque también se incluyen nuevos requisitos para ocupar el cargo de rector, fue primero procesada en los órganos colegiados universitarios, posteriormente presentada por el gobernador al congreso local, dictaminada por la comisión correspondiente y aprobada en el pleno.

Hasta hoy la solución política parece la más eficaz: lograr acuerdo entre los poderes públicos y las universidades autónomas. Pero este método no tiene el respaldo normativo que debería tener. ¿No será la hora de legislar al respecto?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/autonomia-y-leyes-organicas-universitarias-casos-practicos/

Imagen: https://pixabay.com/photos/books-door-entrance-culture-1655783/

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Indignación y articulación de la decepción

Por: Leonardo Díaz

Las manifestaciones del movimiento juvenil dominicano, generadas por la crisis institucional del fallido proceso electoral, se suman a las protestas similares llevadas a cabo por la juventud en otros países de América Latina y Europa.

Los motivos de las protestas varían en función de los distintos contextos sociales: la crisis económica, el encarecimiento de los estudios universitarios, la violencia sistemática contra las mujeres, el calentamiento global, la corrupción de los gobernantes, o la impunidad ante los crímenes de Estado.

El sociólogo Manuel Castells ha estudiado durante décadas el papel de los movimientos sociales. Recuerdo su reflexión, con motivo de la puesta en circulación de la nueva edición de su libro, Redes de indignación y esperanza (2015). Allí señaló que vivimos en una época donde emerge un tipo de movimiento social muy específico, no generado por INTERNET, pero indisoluble de ella. Lo caracteriza como emocional, pues carece de programas y estrategias diseñadas para la acción, sin un liderazgo que articule conceptualmente el proyecto de transformación social.

Castells le ha otorgado a los movimientos sociales un papel fundamental en todo cambio político. “Sin movimiento social no hay transformación”. Ha sostenido que las transformaciones no pueden provenir desde el interior de las instituciones en las que se instalan los partidos tradicionales, comprometidos con prácticas políticas como: la corrupción, la falta de transparencia, la falta de sensibilidad hacia las políticas sociales, la arrogancia o la falta de disposición a la escucha.

Como hemos visto, con el movimiento social dominicano de nuestros días, vivimos una época de profunda decepción con respecto a las referidas prácticas.

La cuestión fundamental es cómo articular esa decepción para convertirla en una acción política cuya esperanza de cambio a favor de mayores cuotas de justicia social se concretizen en prácticas institucionales.

Resulta difícil, porque un segmento importante de la población que conforma nuestro movimiento social pertenece a una generación con una apatía hacia los liderazgos y a las autoridades, así como asistemática en sus ideas y procedimientos para defenderlas.

A la vez, una parte importante de los integrantes de esa población pertenece a una clase social con mucho que perder si una situación política crítica amenaza sus estilos de vida individuales.

Castells señala que hoy día los movimientos nunca se detienen. Pueden cesar en las calles, pero continúan en las redes sociales. La cuestión por ver es si el movimiento social dominicano, a pesar de su actividad en el mundo virtual y físico, conformado por jóvenes con las características señaladas, puede convertirse en un agente político de cambio o si, por el contrario, su espacio será ocupado por un liderazgo político de oposición oportunista y tan cuestionable como el que nos ha gobernado durante décadas.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8790166-indignacion-y-articulacion-de-la-decepcion/

Imagen:  https://www.shutterstock.com/image-photo/man-his-fist-held-high-protest-1659021202?irgwc=1&utm_medium=Affiliate&utm_campaign=Pixabay+GmbH&utm_source=44814&utm_term=https%3A%2F%2Fpixabay.com%2Fimages%2Fsearch%2Fprotestas%2520republica%2520dominicana%2F

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De la razón pura a la pura sin razón

Por: Javier Tolcachier

El avance de las corrientes retrógradas es evidente. Y alcanza, como casi todo en la actualidad, ribetes mundiales.

El autoritarismo, la discriminación, la persecución política, la censura periodística, la violencia económica, el terror religioso, el armamentismo, la represión, el golpismo, han recobrado impulso poniendo en peligro a la humanidad.

Más allá de la repugnancia que suscita y la amenaza que significa, el rebrote de fanatismo conservador constituye el claro indicador de una coyuntura de declive histórico.

Se trata de fenómenos híbridos que combinan distintas dosis de fundamentalismo confesional y nacionalismos supremacistas. Una combinación agresiva que rechaza el diálogo o la argumentación, esgrimiendo postulados irracionales.

Más allá de la conspiración y la imposición violenta, estas corrientes concitan la adhesión de amplios conjuntos humanos. ¿Son tendencias indetenibles o una señal de profundización de decadencia sistémica? ¿Hay modos de refutar el caos, la confrontación y destrucción a la que conducen?

Es indudable que esta manifestación no es monocausal y responde a diversos factores. ¿Cuáles son las claves para entender el fenómeno?

Guerras intrareligiosas y ciclo racional

Ante todo, debe consignarse el marco metahistórico. Los siglos XVI y XVII marcaron en Occidente el fin de más de un milenio de absolutismo imperial católico. Por una parte la apertura crítica a una nueva visión del mundo que significó el Humanismo del Renacimiento y por otra, la severa crítica formulada por Lutero y otros referentes del protestantismo, resquebrajaron la potestad de la Iglesia Católica sobre los asuntos eternos y terrenos.

Con la Reforma (1517-55) y el cisma anglicano (1534) la esfera de influencia del  imperio católico romano sufrió un nuevo quiebre, luego del propinado por la separación de la iglesia oriental, en adelante ortodoxa, ocurrido a mediados del siglo XI.

Ante esto y el avance de la corriente humanista que desembocó en el triunfo del racionalismo en el siglo XVI, la iglesia romana organizó como respuesta el Concilio de Trento, que sesionó durante casi veinte años (1545-63).

El objetivo del concilio fue la fijación de las normas de la ortodoxia y el disciplinamiento de la hueste cristiana, desestabilizada por su propia decadencia, la fuga de almas y la consecuente pérdida de influencia política y económica. De importancia es señalar en este contexto la creación de la Compañía de Jesús fundada por el capitán Ignacio de Loyola en 1540. Ésta, de férreo voto de lealtad al Papa, sirvió en adelante como una de las principales espadas de la Contrarreforma católica, ocupando espacios preeminentes en el Colegio Romano pero también en la pretensión de expandir la fe única e influir políticamente en las regiones colonizadas.

La formación de estas dos grandes sectas cristianas en Occidente y la redistribución del poder político en Europa fue todo menos pacífico. A partir de entonces se desató una mortífera guerra religiosa, cuyo armisticio formal ocurrió con la Paz de Westfalia (1648) pero cuya rivalidad dura hasta nuestros días. La elección del jesuita argentino Jorge Bergoglio como máxima autoridad de la iglesia católica, habla a las claras del intento de defender a la grey latinoamericana – que representa aproximadamente el 40% de los fieles del catolicismo en el mundo – del embate de las iglesias neopentecostales en la región.

Al mismo tiempo, el ciclo inaugurado por Descartes, Bacon, Copérnico, y tantos otros, los que erigieran a la Diosa Razón en el altar parece debilitarse luego de cuatro siglos de desarrollo. La consolidación de esquemas positivistas y materialistas que posibilitaron un salto científico y tecnológico exponencial, no ha logrado dar respuesta cabal a las necesidades espirituales y existenciales del ser humano, ni siquiera permitir una redistribución equitativa del bienestar, por lo que el clamor por un cambio de paradigmas se hace oír mundialmente. La pregunta por el Sentido de la Vida vuelve a reclamar su justo lugar.

Armamento para moldear conciencias

La Democracia Cristiana como corriente política fue impulsada en Europa y América para contrarrestar el avance de las ideas anarquistas y socialistas en la capa obrera. A la idea de revolución, la doctrina social de la iglesia opuso la idea de concertación. Luego de la segunda guerra mundial, muchos jóvenes cristianos, como parte de la rebelión generacional de los años 60’, conmovidos por la tremenda desigualdad y miseria reinante en el continente, alentados por el triunfo de la revolución cubana, y disconformes con la hipocresía de las clases dominantes en alianza con los sectores católicos conservadores, adhirieron a proclamas revolucionarias.

Al mismo tiempo, luego de la conformación, en la misma década, de Comunidades Eclesiales de Base, la realización del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, tomó fuerza la corriente de la Teología de la Liberación, que promovía en su interpretación la opción preferencial por los pobres y la necesidad de liberación económica, social, política e ideológica como parte inescindible del concepto de salvación cristiana.

De este modo, una vertiente del catolicismo, más allá de su tradición conservadora, apareció por la época como posible fuente de rebeldía frente al injusto mundo establecido. El entonces vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, calificó en el informe de 1969 a Richardo Nixon, a la iglesia mayoritaria de “aliado no seguro”, por ser un “centro peligroso de revolución potencial.”

Poco después, ya en la era Reagan, los Documentos de Santa Fé, concretaron propuestas para establecer una guerra cultural, teniendo como uno de los principales antagonistas a la Teología de la Liberación, “una doctrina política disfrazada como una creencia religiosa”.[1]

Desde ese momento, signado por la victoria de la Revolución Sandinista – con decisivo apoyo de destacados adherentes de la Teología de la Liberación – y los alzamientos insurgentes en Guatemala y El Salvador –entre muchos eventos concomitantes en otros puntos de la región- el gobierno estadounidense establecería una serie de programas destinados a financiar la expansión de los credos evangelistas en América Latina.

Con éxito, debe señalarse. Según el informe del Pew Research Center “Religión en América Latina, Cambio generalizado en una región históricamente católica” (2014) el 19% de la población de la región se declara adherente a la fé evangélica – en cualquiera de sus múltiples denominaciones, mientras que la pertenencia al catolicismo bajó de un 94% (1950) a un 69%. Como ejemplo significativo de la penetración religiosa, en los tres países centroamericanos mencionados antes  –El Salvador, Guatemala y Nicaragua–“aproximadamente cuatro de cada diez adultos se describen a sí mismos como protestantes.”

La quiebra social del capitalismo

El capitalismo ha fallado en su promesa principal. Lejos de generar un bienestar generalizado a partir de la propiedad privada y la libre competencia, la pobreza, el hambre, la desigualdad y la concentración monopólica se han agigantado a límites intolerables.

Miles de millones de personas se encuentran por debajo o apenas por encima de la línea de la indigencia. La práctica neoliberal ha cortado a su vez las débiles líneas de apoyo y sustentación social desde el Estado, haciendo de éste una maquinaria de endeudamiento, despojo y represión.

En este panorama de abandono y exclusión, las iglesias neopentecostales, difusoras de la “teología de la prosperidad”, han servido como fundamento teórico del cuentapropismo de subsistencia. El servicio brindado al individualismo con esta correntada de emprendedores de la pobreza es evidente.

Al mismo tiempo, las iglesias en sí representan una enorme oportunidad de negocios. Los pastores que encabezan algunas de las principales agrupaciones son propietarios o principales accionistas de fuertes grupos económicos con amplia incidencia mediática y creciente influencia política.

El vértigo de la incertidumbre

Los cambios suscitados en las últimas décadas por la aceleración tecnológica han mudado el paisaje externo por completo. Usos, costumbres y dinámicas de la vida social han sufrido variaciones prácticamente totales. Esto ha producido en vastos conjuntos una poderosa sensación de extrañeza. La incerteza acerca del futuro es hoy la única certeza, lo que produce una fuerte sensación interna de inseguridad.

En este mar embravecido, los credos salvacionistas aparecen con su fijeza y su inmovilismo como mástiles firmes. La ilusión de “volver atrás”, a atuendos, rituales y reglas perimidas, ofrecen el atractivo de reavivar viejos paisajes conocidos. En sentido figurado, es como introducirse en un escenario cinematográfico armado para revivir décadas anteriores.

Algo similar sucede con la inestabilidad que genera la espectacular posibilidad de la conexión entre las distintas culturas que habitan el planeta. Donde los espíritus humanistas ven la riqueza de la diversidad, el temor ancestral de algunas culturas – fomentado intencionalmente por figuras inescrupulosas de la derecha – hace ver acechanzas y peligros. En ese pantano de exclusión, incertidumbre y diferencias abrevan los nacionalismos a ultranza.

La ruptura del tejido social

Como consecuencia del individualismo impulsado por el neoliberalismo y la progresiva pérdida de cohesión por el desgaste de antiguos valores, se ha producido una ruptura severa del tejido social. Como ya señalara Silo hace ya más de dos décadas “los compañeros de trabajo, de estudio, de deporte, y las amistades de otras épocas toman el carácter de competidores; los miembros de la pareja luchan por el dominio, calculando desde el comienzo de esa relación cómo será la cuota de beneficio al mantenerse unidos, o cómo será la cuota al separarse. Nunca antes el mundo estuvo tan comunicado, sin embargo los individuos padecen cada día más una angustiosa incomunicación. Nunca los centros urbanos estuvieron más poblados, sin embargo la gente habla de “soledad”. [2]

En este clima de abandono y fracaso viven millones de personas, clamando por ámbitos amables que los acojan y ayuden a sentirse reconocidos y parte de una comunidad. Queda a las claras cómo la oferta evangélica conecta directamente con esa necesidad, mitigando el desamparo y el aislamiento.

La degradación ética o la propagación sin ética

Los medios hegemónicos de difusión muestran por doquier muerte, violencia, corrupción. En una proyección de su propio vacío moral, estos propagadores de sinsentido, producen desaliento colectivo, opacando, ocultando o tergiversando las acciones humanas solidarias, el afecto y empeño que millones de seres humanos ponen en sus quehaceres de construcción cotidiana.

Por supuesto que existe el delito, la defraudación, la malevolencia. Sólo que la proporción no es la que muestran las cadenas monopólicas. La sensación generalizada por esta propagación sin ética, es que se vive un caos moral de dimensiones apocalípticas. De este malestar se aprovechan predicadores entrenados para amonestar el estado social pecaminoso y anunciar su camino de supuesta redención. El mito de Sodoma y Gomorra cobra vida en encendidos discursos y, como en feria de pueblo, se vende la panacea bíblica como poción eficaz para la restitución moral.

La reacción a la imposición cultural

Después de la guerra de mediados de siglo XX, los pueblos lograron producir una importante oleada de autodeterminación. Como había ocurrido en América en el siglo anterior, despertaron a la independencia numerosas naciones de Asia y África hasta entonces sojuzgadas por el yugo colonial.

Al mismo tiempo, el bloque socialista y el Movimiento de los No Alineados presentaron una barrera efectiva a las pretensiones de dominación unipolar de la alianza atlántica de Estados Unidos y las ex potencias imperiales europeas.

El bloque occidental respondió a aquel brote emancipador, con la estrategia de recolonización mundial denominada “globalización”, que intentó implantar cánones civilizatorios, valoraciones y hábitos de consumo adaptados a las necesidades de dominio económico y cultural del imperialismo.

En reacción a esta imposición brutal, los pueblos buscan refugio en el nacionalismo. Nacionalismo que, al igual que ya sucedió en la anterior crisis económica mundial, es manipulado por las oligarquías establecidas, para culpar al extranjero y no al poder imperial de la situación.

De este modo, la xenofobia se expande como vía catártica a un sistema sin salida, derivando hacia racismos explícitos o encubiertos, dividiendo a los sectores que padecen circunstancias similares, en base a orígenes culturales diferentes.

Al mismo tiempo, la autoafirmación étnica provee un sentido de identificación y comunidad que también actúa como placebo ante la disolución de lazos interpersonales y colectivos. El acendrado resurgir nacionalista es una justificada rebelión contra la irracionalidad de pretender un mundo al antojo y medida del poder imperial, como también el intento de recuperar identidad propia y sentidos cohesores en un mundo crecientemente mixto y plural, vertiginoso y sin rumbo manifiesto.

Con la proa al futuro 

Como ya ha sucedido antes en la historia, las antesalas de un nuevo tiempo traen consigo  reflujos de tiempos perdidos. El Renacimiento Humanista, por ejemplo, que logró una verdadera revolución del espíritu humano, comenzó revalorizando motivos griegos y romanos que habían sido sepultados o apropiados por el nuevo imperio católico.

Sin embargo, ningún mundo nuevo se ha construido sobre la base de valores desgastados. Las mujeres y los jóvenes protagonistas de las actuales revoluciones serán también los gestores de los paradigmas que ya asoman en una renovada sensibilidad cargada de horizontalidad, autonomía, irreverencia, alegría, desparpajo y creatividad.

Ante esta revolución mundial, las anticuadas estructuras crujen y los pregones del retroceso emiten su chillido gutural.

¿Cuál será el modo de neutralizar la obcecación de la barbarie? Comprender el fenómeno en su raíz es, sin duda, el primer paso.

[1] Extraido de “Recolonización o Dependencia”, Calloni, S. y Ducrot V. E.

[2] Silo. Cartas a mis amigos. http://silo.net/es/collected_works/letters_to_my_friends

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/de-la-razon-pura-a-la-pura-sinrazon/

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Reforma educativa

Por: El País.

Dos meses después de su constitución, el Gobierno ha aprobado el proyecto de ley orgánica de modificación de la LOE (LOMLOE), que entierra los aspectos más polémicos de la LOMCE, de la etapa del PP y conocida como ley Wert. El texto es idéntico al que ya refrendó el Consejo de Ministros hace un año, de modo que no será necesario el examen de los órganos consultivos, y recupera buena parte de las premisas de la LOE, nacida en 2006 bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Al igual que entonces, el PP ya ha anunciado su oposición, frustrando así la posibilidad de un consenso y reabriendo las disputas ideológicas en torno al sistema educativo.

La octava ley de la democracia enmienda las líneas más controvertidas de la norma anterior: sustituye las reválidas por evaluaciones de diagnóstico; corrige la división de los alumnos en itinerarios según su capacidad académica; permite en casos excepcionales obtener el título de bachillerato con una asignatura suspendida; establece mecanismos para mejorar la formación del profesorado; avanza en la universalización de la enseñanza de cero a tres años, y declara obligatoria la asignatura sobre valores cívicos y éticos, mientras que la nota de Religión deja de computar para acceder a la universidad o a las becas. La escuela concertada se presenta como uno de los principales focos de controversia, así como la subvención a los centros que segregan a los alumnos por sexo.

Al margen de los cambios concretos del articulado, la ley aspira a preservar una educación de calidad para garantizar la equidad y la inclusión, y sienta las bases para impedir la segmentación del alumnado por razones socioeconómicas. Sus impulsores, con la ministra Isabel Celaá a la cabeza, confían en combatir las elevadas tasas de abandono escolar y hacer de la enseñanza uno de los principales motores del “ascensor social”.

La norma iniciará su tramitación parlamentaria en el Congreso sin tener garantizada la mayoría absoluta necesaria (176 votos). Los socios de Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, suman 155, por lo que habrán de afrontar un intenso trabajo para atraer apoyos. Ni el PP ni Ciudadanos parecen dispuestos al acuerdo, reincidiendo una vez más en su estrategia de utilizar el sistema educativo como moneda de cambio en la batalla partidista. Con este empecinamiento se perderá otra ocasión para alumbrar un pacto estable y duradero.

Cambiar el marco normativo en cada legislatura no contribuye a dar estabilidad a uno de los pilares básicos del Estado. La sociedad necesita una educación inclusiva, encaminada a reequilibrar las desigualdades de origen para que no frustre expectativas, y dotada con financiación suficiente para alcanzar los objetivos.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2020/03/04/opinion/1583338522_610307.html

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Necesaria alianza público-privada en educación

Por: Jorge Yzusqui. 

 

Según el reporte de Iniden, la estadística muestra que entre 1998 y 2019 la participación privada en educación básica regular subió casi nueve puntos porcentuales a nivel nacional y 15 puntos en Lima Metropolitana. A nivel nacional, el sector público tiene casi 6 millones de alumnos en sus aulas y el sector privado poco más de 2 millones, lo que significa una participación privada de 25.5% a nivel nacional y 45.5% en Lima.

Estas cifras, 25.5% y 45.5%, nos muestran la importancia de la educación privada en el país y la necesaria complementación que debe existir entre ambas, por lo que las autoridades y el Ministerio de Educación (Minedu) deben velar por el buen desarrollo de la educación privada y pública. Este sentido de complementariedad debe manifestarse en un apoyo y fomento de la inversión privada formal en educación y esto no ha ocurrido con la publicación del Decreto de Urgencia (DU) 002-2020, que si bien tiene un fin importante, que es acabar con la informalidad en el sector, está desincentivando la inversión privada formal que hace grandes esfuerzos por mejorar el sistema educativo.

Ahora el Minedu tiene la oportunidad, a partir del reglamento del DU, de minimizar las barreras a la inversión formal en educación y más bien fomentarla, reduciendo trabas a la apertura de nuevos centros educativos de calidad y apoyando buenas iniciativas. También podría permitir las innovaciones curriculares en centros educativos privados que sean reconocidos por el Minedu como centros de excelencia. De modo que, una vez validadas, estas puedan pasar al sector público para mejorar la calidad educativa.

Esperemos que el ministerio no desaproveche esta gran oportunidad de hacer sinergias con el sector privado.

Fuente del artículo: https://peru21.pe/opinion/necesaria-alianza-publico-privada-en-educacion-noticia/

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