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I ❤️ #reaprovéchalo

Por: Rodrigo J. García

“Nuestra manera de alimentarnos y desperdiciar alimentos acaba con los recursos naturales y tiene una implicación ética, mucho más grave si cabe: provoca hambre” (Estudiante de 2º Bachillerato, IES ‘Antonio Calvín’, Almagro)

Cuando se inicia en el aula un nuevo proyecto, en las expectativas del docente reina la incertidumbre… ¿Motivará a los estudiantes? ¿Lograré que les llegue?

El compromiso de cualquier profesional de la enseñanza es crear un escenario en el que todos tengan posibilidades de aprender más, mejor y con el mayor sentido.

Esta inquietud y esta responsabilidad se acrecientan cuando se pretende desarrollar una propuesta curricular alternativa.

De esto trata la experiencia que relatamos, del establecimiento de un entorno de curiosidad y formación que fue construido a lo largo de tres cursos escolares (2016-17, 2017-18 y 2018-19) y que proporcionó el marco necesario al proyecto pedagógico denominado: ‘Síndrome de abundancia, no tires alimentos’ #reaprovéchalo.

Nos referimos a una iniciativa de organización curricular que afectaba a varias materias, desplegada hasta en 14 centros. El propósito fue propiciar un aprendizaje por indagación y comprometido con el estudio y la difusión de las consecuencias generadas por los desperdicios alimentarios.

En el siguiente vídeo Sandra Paz, estudiante de segundo de Bachillerato, nos explica las implicaciones, en el aumento del gasto de combustibles fósiles y despilfarro de agua, de un irracional comportamiento con los alientos.


El proyecto se inició en el curso 2016-17, en el Instituto Público de Educación Secundaria ‘Antonio Calvín’ de Almagro (Ciudad Real), y estuvo liderado por Inma Contreras, licenciada en Bellas Artes y profesora de Dibujo.

Comenzó su andadura utilizando como soporte metodológico el ‘Aprendizaje Basado en Proyectos y se hizo realidad en un grupo de estudiantes de la materia de ‘Imagen y sonido’ (optativa en segundo curso de Bachillerato).

Una ambiciosa propuesta de enseñanza para ir más allá del manejo `técnico’ de algunos aprendizajes clásicos de la materia (elaboración de guiones audiovisuales, captación de imágenes fotográficas y de vídeo, tratamiento digital de imágenes, edición de piezas visuales…). Se proponía transcender los contenidos habituales y alcanzar un mayor grado de concienciación social entre los estudiantes.

El proyecto quería convivir con los valores éticos, colaborar en la construcción de una conciencia colectiva sobre el comportamiento irracional para con los alimentos, y promover empatía y respeto hacia quienes no disponen de ellos. En definitiva, crear conciencia ecológica, frenar al consumo excesivo y favorecer la reutilización.

Después de los primeros debates y correspondientes consensos, pusieron en marcha algunas indagaciones sobre las repercusiones ambientales del desperdicio alimentario. Cuando los estudiantes contactaron con información acreditada y tomaron conciencia de las consecuencias de algunos comportamientos sociales (comprar más de lo necesario, dejar estropear frutas y vegetales, pedir en el restaurante más de lo que se puede comer…) descubrieron que la materia de Imagen y sonido ofrecía una magnífica oportunidad.

Era increíble contar con la posibilidad de aprender a manejar herramientas de edición, en diferentes formatos de comunicación y difusión de mensajes en favor de comportamientos conservacionistas y cuidado del medio ambiente.

Iniciaron su aprendizaje con ‘ganas’, trabajaron con técnicas de producción y edición de audios, imágenes interactivas, cortos de vídeo… La intención era ilustrar los mensajes que difundían en redes sociales (TwitterFacebookYouTubePinterest, e Instagram).

Desplegaron varias campañas de concienciación, colaborando con otros centros educativos, para hacer frente a la terrible realidad de que aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o se desperdician (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO).

Los estudiantes se sentían concienciados y convencidos de la necesidad de esta labor de indagación y difusión y, en ese mismo curso, lograron contagiar su ilusión a otro grupo de alumnos y alumnas, también de segundo de bachillerato, de la materia de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente, junto a su profesora Francisca Madrid.

Esta buena acogida del proyecto alentó a Inma Contreras, que lo extendió a otras etapas educativas y así ocurrió con los niveles primero y segundo de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), en la materia de Educación Plástica, Visual y Audiovisual. Otro de los profesores del instituto, Lorenzo Sobrino, decidió implicarse también desde la materia de Lengua Castellana y Literatura.

En clase de Lengua se debatía en público y se escribían artículos de opinión, que subían al blog del proyecto; en Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente valoraban el impacto ambiental de la inadecuada e insostenible distribución de alimentos, visitando un centro de gestión de residuos. En Imagen y Sonido, confeccionaban imágenes y vídeos para los posts en redes sociales (rrss) y hacían de community manager. En Educación Plástica, Visual y Audiovisual preparaban murales de cartón reciclado, que transformaban en ‘gif’ e imágenes 3D.

Buscaron en la red y contactaron con iniciativas de colectivos, entidades y organizaciones que disponían de espacios web y aplicaciones (apps) móviles para compartir alimentos.

Entraron en relación con entidades como… Yo no desperdicio (una red virtual de suscriptores que colaboran en la reducción de desperdicios alimentarios, compartiendo aquello que no se consume), We Save Eat (una app que permite formar parte de una comunidad de SAVERS -ahorradores- de comercios y consumidores que dicen NO al desperdicio alimentario),I’m perfect food (tienda en línea de alimentos que podrían desperdiciarse), Too Good To Go (bajo el lema de ‘da valor a tu excedente’, pretende que cada establecimiento sea más sostenible)… Todas estas entidades defendían una causa común: evitar el desperdicio alimentario, colaborar con la campaña de la FAO de #HambreCero, luchar contra en el cambio climático y propiciar la supervivencia de las especies.

Con los mensajes elaborados y difundidos en redes sociales conseguían que profesores y profesoras de distintos puntos de la geografía española compartieran el proyecto y colaborasen en su expansión, con aportaciones, campañas de concienciación…

Lo que comenzó siendo un proyecto de una clase, se expandió a varios niveles de Bachillerato y ESO, a dos centros más de la localidad de Almagro (Instituto ‘Clavero Fernández de Córdoba y Colegio Público ‘Paseo Viejo de la Florida’) y tuvo incidencia en otros muchos centros de enseñanza. Hasta catorce centros se lanzaron a crear sus propias campañas. Se unieron centros de localidades como La LagunaHuércal de AlmeríaSevilla o Pamplona.

En unos meses, se trasformó en un proyecto de colaboración en red, que utilizaba un blog y las rrss (#reaprovéchalo) como medio de comunicación y trabajo conjunto.

Los estudiantes, de manera consciente, planificada y propositiva aprendían a utilizar de forma responsable las rrss, las tecnologías y los soportes móviles (Mobile Learning). Estas herramientas les permitían canalizar su malestar de una manera edificante, con pretensión de justicia social y planetaria.

Hacer un uso consciente de estas herramientas de relación y comunicación, respetuosa con los demás, se convirtió en objetivo educativo.

Ignorar las posibilidades educativas de este tipo de herramientas y ‘gadgets’ tecnológicos empobrece el aprendizaje en el siglo XXI.

Sabemos de las adiciones de jóvenes y adultos en el uso de estas tecnologías y su reprobable utilización en situaciones acoso. Pero es precisamente por esta razón, por lo que deben ser objeto de trabajo educativo y escolar. Todo esto, sin que sea contradictorio con cualquier regulación que democráticamente acordada se adopte en cada comunidad educativa; algo lógico, por otra parte, a considerar en la convivencia de cualquier comunidad y más aún en una institución educativa” (Inma Contreras).

Cualquier proyecto de colaboración necesita un espacio para compartir y construir juntos; este cometido lo cubría, entre otros recursos, el blog “Síndrome de abundancia: No tires alimentos, #reaprovéchalo”. En este lugar, estudiantes y profesorado compartían sus trabajos, actividades, reflexiones y sugerencias.

Y llegamos, de esta manera, al curso 2017-18, en el que deciden continuar con el proyecto. Necesitaban seguir recogiendo información y difundirla en sus comunidades escolares y en las rrss.

Contaron, además, con el apoyo y el empuje del saludo, en rrss, de Jordi Cruz, uno de los presentadores de televisión más recordados por las generaciones jóvenes, la cara visible de Art Attack, el programa de manualidades que atrajo la atención de muchos jóvenes a finales de los años 90 y principios de los 2000. Podemos escucharlo en el siguiendo vídeo.

En este curso también se unió al proyecto la profesora Natividad Sánchez del instituto ‘Antonio Calvín’especialista en Formación y Orientación laboral.

Aprovechando la sinergia de las redes y lo aprendido en los dos cursos anteriores, continuaron mejorando la campaña de concienciación medioambiental y de empatía con los que no tienen, sensibilizando a favor de evitar el desperdicio irresponsable de alimentos, por razones éticas y sociales, económicas y medioambientales.

Eran conscientes de que el deterioro del clima y el sentimiento de inseguridad instaurados en distintos órdenes de la vida, no se superaban, tan solo aumentando el número de efectivos policiales o la oferta de servicios de las empresas de seguridad. Tampoco era algo que se podría solucionar con sólo disminuir el desperdicio alimentario. Sabían que eran necesarias medidas globales y sistémicas, alternativas a una configuración social asentada en valores exclusivamente económicos, monetarios y comerciales, que se priorizan a las necesidades de la vida de las personas y a la supervivencia de las especies.

Cada vez existen más iniciativas, a este respecto. Después de la reciente ‘Huelga Mundial por el Clima’, en estos momentos, continúan en marcha otras acciones como las del movimiento ‘Extinction Rebellion (XR), defensor de la creación de una ‘asamblea ciudadana’ que, con la colaboración de expertos, participe en todo lo que afecta al clima.

Es evidente que estos cambios sociales necesitan decisiones y comportamientos institucionales, políticos y sociales sustentados en valores de justicia social y distributiva.

El proyecto ‘Síndrome de abundancia…’ les acercaba a este tipo de análisis y ponía en evidencia la organización de una sociedad adormecida. Sirva de lustración el visionado del siguiente corto, editado y producido por estudiantes de segundo de bachillerado del Instituto ‘Antonio Calvín’.

A lo largo del proyecto se crearon bancos de materiales que les sirvieron para iniciar cualquier indagación y avanzar en su profundización. Inma Contreras desempeñaba, en esta tarea, una labor de content curator (filtrado, agrupación, categorización y selección de información útil), montando, al mismo tiempo, un repositorio de materiales audiovisuales.

Eran materiales de trabajo para los estudiantes y se utilizaban también para compartir con otros docentes, favoreciendo que el proyecto tuviera presencia en otros centros educativos. Contaron, además, con una recopilación de tableros, en la red Pinterest, de enlaces con los que obtener documentación relevante.

La concienciación conseguida fue indudable y así se puede oír en la declaración que hace Luis, estudiante de segundo de Bachillerado del Instituto ‘Antonio Calvín… “Os cuento las razones que he encontrado con mis compañeros, a raíz de un proyecto de trabajo que hemos llevado a cabo en clase para evitar el desperdicio de comida. Nuestra manera de alimentarnos y desperdiciar alimentos acaba con los recursos naturales y tiene una implicación ética, mucho más grave si cabe: provoca hambre.»

Os invitamos a visionar su declaración completa en el siguiente clip de vídeo, con el que participó en la X Edición del Festival de ClipsMetrajes, organizado por Manos Unidas.

El desperdicio de comida se revela como un agente de destrucción del planeta que debemos erradicar de todos los modos posibles, y es una causa con la que debemos implicarnos. Por esto he decidido mandar este vídeo.”

Pero queda aún mucho más relato por delante. Debemos referirnos a muchas actividades desplegadas y mostrar parte de sus producciones; pero eso será el cometido del siguiente post.

Continuará…

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/10/08/escuelas_en_red/1570558773_769308.html

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La educación infantil en España no llega a quienes más la necesitan

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

La infancia en situaciones socioeconómicas vulnerables accede en una proporción mucho menor a la educación infantil de 0-3 años que la de familias de mayor poder adquisitivo.

Los datos de escolarización en el primer ciclo de educación infantil han mejorado mucho con los últimos años pero son claramente insuficientes. Y, sobre todo, son claramente desiguales, en lo socioeconómico y en lo territorial. Estas son algunas de las conclusiones del último informe elaborado por Save the Children (Donde empieza todo) en el que hace un repaso a la situación del primer ciclo de la etapa. Para ello ha contado con estadísticas oficiales, así como entrevistas con madres, docentes y personas expertas.

Un 36% de las niñas y niños acuden a un centro de educación infantil de 0-3 años en nuestro país. Es una cifra muy positiva que, incluso, supera las expectativas marcadas por la Unión Europea. Pero esconde diferentes realidades: el 62,5% de la infancia de familias más ricas acuden a estos centros; el porcentaje de las familias más pobres que pueden hacerlo es del 26,3%, casi tres veces menos.

La desigualdad en el acceso a estos servicios educativos es muy grande y, además, impacta sobre las familias que más dificultades tienen.

La ONG ha identificado cuatro tipos de causas para que la matrícula en centros de educación infantil de 0-3 no sea mayor en España. El primero, por supuesto, es la motivación económica. Se trata de un tramo educativo que difiere del 3-6 en que no es universal ni gratuito. El gasto es demasiado elevado para muchas de las familias que más se beneficiarían de esta escolarización temprana. No hay plazas públicas gratuitas suficientes y, a esto, se añade que otros servicios como el de transporte o comedor escolar tampoco están cubiertas. Hay mucha desigualdad dependiendo de la capacidad económica de cada ayuntamiento y comunidad autónoma a la hora de crear y mantener plazas de educación de calidad para este público.

Según los datos de la Encuesta de condiciones de vida del INE para el año 2016, que utiliza la ONG en el informe, los hogares en el quintil de renta más bajo, el 63,6% no pueden permitirse llevar a sus hijos e hijas a una escuela infantil. En el extremo opuesto, entre los hogares de mayor renta son el 19,7% los que no pueden asumir el gasto que supone.

A la razón económica también se suma la dificultad burocráitica, según señalan desde Save the Children. Una dificultad que se materializa en los procedimientos de matriculación para personas en situación de vulnerabilidad o para personas migrantes (téngase en cuenta la dificultad con el idioma en muchos casos) o a la de que estas familas no tengan redes de apoyo suficiente.

La tercera de las causas que se ha detectado tiene que ver con los problemas de organización. Como ha destacado Carmela del Moral, analista jurídica de Derechos de Infancia, se trata de una etapa muy poco regulada pero que es bastante inflexible en relación, por ejemplo, con los horarios de apertura de centros, muy vinculados a la conciliación (de 9.00 a 17.00). Cualquier hora que se salga de esto supone costes extra difícilmente asumibles. Podrían barajarse otras modalidades de acceso a estos centros, con diferentes horarios, por la tarde o por la mañana, acompañamientos a las familias, etc. La idea es que niñas y niños no tengan que estar más de 8 horas en el centro educativo y puedan tener tiempo de crianza con sus familias. En este sentido destaca cómo en no pocos territorios, la concesión de plazas prima a los progenitores que estén trabajando, dejando a quienes tienen algún miembro (o todos) en el paro en una situacion de desventaja. Se quedan sin plaza donde matricular a sus hijos y sin tiempo para salir de su situación de precariedad, sea por vía del trabajo o de la formación.

Finalmente, existen otras barreras a la matriculación en el 0-3 que tienen un carácter más cultural. Entre muchas familias no está nada clara la importancia que tiene esta etapa para alcanzar unos mejores niveles educatios en edades posteriores. No poca gente entiende que es un tiempo eminentemente de cuidados que, en la mayor parte de los casos, recae en las mujeres.

Tres propuestas para mejorar la situación

La universalización del 0-3. No es necesario que sea obligatorio, pero sí que haya plazas suficientes, públicas y gratuitas, para absorver la demanda de las familias a la hora de matricular.

Apoyo económico por parte del Estado; no dejar la situación al albúr de unas administraciones locales o autonómicas que pueden tener o no financiación suficiente para la etapa. O puede estar entre sus prioridades o no.

Y una regulación estatal que marque unos mínimos para homogeneizar la oferta educativa, extremadamente diferente en función del territorio. Currículo mínimo, ratios, características de los centros educativos…

El coste de estas medidas, según la ONG, sería de 1.640 millones de euros en 10 años. Una cifra muy inferior a otros costes que ha analizado la organización que podrían rebajarse de manera importante si se generalizara una educación infantil universal, gratuita y de calidad. Costes que tienen que ver con las altas tasas de repetición que se dan en España, así como las de abandono escolar temprano y fracaso escolar. La primera, 2.700 millones al año; la segunda, 17.000 millones.

Tasa de escolarización en 0-2 años por comunidades autónomas. Fuente: Miniterio de Educación y FP. (Infografía: Save the Children).

La desigualdad también va por territorios

A pesar de que las medias de matriculación en el 0-3 no son malas en España, las diferencias entre los territorios son bastante notables.

Si en la ciudad de Ceuta, dependiente del Ministerio de Educación, la escolarización en esta etapa es del 13,2%, en Euskadi la cifra es del 52,5%. Pero estas medias también pueden descomponerse en los diferentes años de la etapa y aquí se notan otras tendencias.

Mientras que la escolarización de niñas y niños entre el nacimiento y el primer año en ningún territorio llega al 20%, durante el segundo curso de la etapa el salo es importante. La Comunidad de Madrid prácticamente escolariza al 50%, Y euskadi y Galicia le siguen muy de cerca. También Andalucía. En la otra punta, Ceuta y Canarias no llegan al 20% (de hecho la ciudad autónoma está muy por debajo). En el último curso, Euskadi sobrepasa el 90% de escolarización, seguiad por Madrid y Cantabria, algo por encima del 70%. En la cola, de nuevo, Ceuta y Canarias, muy por debajo del 30%.

En palabras de Andrés Conde, director general de Save the Children, «en el 0-3 anida la desigualdad social» que existe en España. Sin las administraciones públicas no hacen el esfuerzo en esta etapa, difícilmente podrán superarse algunas de las situaciones de origen en las etapas posteriores del sistema educativo. Sobre todo porque si se deja a la voluntad y capacidad inversora de algunas de ellas, lo que puede ocurrir es que se profundice en dicha desicaldad.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/15/la-educacion-infantil-en-espana-no-llega-a-quienes-mas-la-necesitan/

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Hablemos de la educación, no del mercado educativo

Por: Pedro Badía

Necesitamos recuperar el sentido de la educación como un proceso de construcción personal y de recreación de la cultura. Si prescindimos por completo de un sentido humanista de la educación, pervertimos la educación.

Necesitamos una reflexión consciente sobre el sentido de la educación no del mercado educativo. Permitir que el poder económico condicione el sistema educativo y que el Estado subvencione con dinero público a organizaciones religiosas y grupos con declarados intereses económicos e ideológicos que forman las élites dominantes es “no sólo una aberración pedagógica sino una clamorosa injusticia”, constata Emilio Lledó (El Espectador 30.06.2018). Ni el mercado, ni la ética comercial, ni los intereses religiosos e ideológicos de grupos, colocan la igualdad por encima del lucro ni de sus “paraísos” privados. Lo peor no es la injusticia, sino el hecho de que la aceptemos.

La ideología desigualitaria, -según Piketty- lo que en este periodo, que es el nuestro, legitima el statu quo, sería la meritocracia, “la necesidad de justificar las diferencias sociales apelando a capacidades individuales” es el fundamento del mercado educativo. En este contexto la educación pierde tres de sus condiciones esenciales: pública, laica y democrática. Y el hecho de fomentar cada vez más el individualismo solo acentúa la indiferencia cívica. El trastorno más extendido de nuestro tiempo. A los neoconservadores les interesa más el accionista que el ciudadano.

La educación, con esta losa conservadora de la derecha, es una herramienta para la instrucción dominada por la simplificación, la fragmentación, la selección y la segregación. Es útil para desinformar y mantener a las personas en la perplejidad, pero no clarifica ni ayuda a afrontar los problemas más elementales de la vida. Por el contrario, necesitamos recuperar el sentido de la educación como un proceso de construcción personal y de recreación de la cultura. Si prescindimos por completo de un sentido humanista de la educación, movido por la curiosidad, el deseo de aprender, la crítica y la independencia de pensamiento, pervertimos la educación. Tendremos una visión muy empobrecida de lo humano y del acto de educar que forma el ser de una sociedad viva, y es desafiante, estará en peligro de extinción. La información y la ingente acumulación de contenidos, sin vinculación significativa, para el que por obligación se topa con ella, impide la construcción real del conocimiento y la sabiduría. Un ataque directo al derecho a la educación.

El derecho a la educación requiere un planteamiento pedagógico común que integre los distintos saberes necesarios para ejercer la ciudadanía responsable, autónoma y crítica para una vida personal plena. Necesita un currículo diversificado que permita a cada persona desarrollar oportunidades propias y valiosas para su vida y la vida en común.

La investigación, la creatividad y el trabajo cooperativo deben formar parte de los objetivos educativos. El aprendizaje, como actividad compartida, produce el desarrollo de una inteligencia común. Engloba la educación para la convivencia, la solidaridad, para la gestión de los conflictos, la paz, el cuidado y el respeto a la naturaleza, como parte indisoluble del ser humano. E incluye el derecho de las niñas y niños, adolescentes y jóvenes a la felicidad y el bienestar personal y colectivo. Ellas y ellos son la razón de ser del sistema educativo, no la obligación de ser alumno.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/14/hablemos-de-la-educacion-no-del-mercado-educativo/

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La innovación docente en la universidad. ¿Es posible?

Por: Francesc Imbernon

Es verdad que la universidad necesita cambiar su práctica docente e innovar su metodología, pero también la formación pedagógica del profesorado (que tendría que ser obligatoria), la dotación presupuestaria, las estructuras, las relaciones laborales…

En los últimos meses han aparecido algunos análisis y documentos sobre la falta de innovación educativa en la Universidad. No digo que no sea así, pero es mucha casualidad que estas críticas aparezcan en todas partes y no lo hagan en la misma medida la carencia de recursos; la precariedad laboral, con mucho profesorado a tiempo parcial y mal pagado, y la falta de financiación de los últimos años que proletariza la universidad. A pesar de todo (sobre todo de la administración), la universidad sale adelante, con menos presupuesto, con políticas erráticas u orientadas al “salvarse vosotros” y con personal cada vez más precario y desmotivado.

Y sale adelante, también, por el compromiso de mucha gente que es consciente de que hoy ya no es suficiente poseer un razonable caudal de conocimientos. Es fundamental la capacidad de adaptación al cambio y a la incertidumbre porque, actualmente, el cambio es constante y vertiginoso en todas las áreas del conocimiento y de la actividad humana. Por eso, el profesorado universitario tiene que ser capaz de transmitir nuevas capacidades a sus estudiantes, pero ha de empezar por poseerlas él mismo. También porque el alumnado se aburre cada vez más, de tanta palabra y tantas presentaciones audiovisuales leídas.

Ello no justifica que no se haya dejado de lado el tradicional objetivo de transmitir o compartir conocimientos, mediante la sesión expositiva, que no es del todo mala (es malo quien la da y coómo la da). Nadie duda de que es necesario adoptar metodologías didácticas diferentes y eficaces para encarar los nuevos requerimientos.

Es lógico que algunos docentes se sientan muy satisfechos académicamente después de una clase puramente transmisora. Esto es el que han visto y vivido. Y nadie les ha dicho que hay otras maneras. La universidad se ha caracterizado, durante siglos, por la sesión expositiva en sus aulas como procedimiento metodológico, pero hoy día es obligado cuestionarse la pura transmisión expositiva en la que un docente mantiene el protagonismo absoluto de la comunicación obviando a quien le escucha y centrándose únicamente en lo que dice. Pero no hay metodologías de enseñanza puras y milagrosas e, incluso podríamos decir, no hay metodologías buenas y malas, sino buenas y malas prácticas metodológicas que se realizan en el aula.

Existe un ADN “profesoril” cuya concepción de la enseñanza universitaria es que el alumnado aprende asimilando los conocimientos tal como el profesorado los formula, puesto que se piensa que el estudiante no posee ningún conocimiento y que con la transmisión se inferirá automáticamente (y no pasa a la cabeza sino a los apuntes). Por lo tanto, se examinará sobre lo que se ha dicho (no sobre lo que aprende). Ya sabemos que es una falacia pensar que el ser humano aprende por transmisión verbal, al contrario, no aprende por transmisión verbal del conocimiento sino por construcción del conocimiento mediante la actividad. Una enseñanza útil y con sentido es la que utiliza una metodología complementaria que posibilita que se construyan los conocimientos para cambiar las estructuras del conocimiento.

Lo que es importante no es qué metodología se utiliza, sino cuál es la concepción, implícita o explícita, de enseñanza y de aprendizaje que se posee. Este es el problema. No será tan importante la técnica pedagógica como la concepción de la que se parte.

Hablar de innovación en la universidad son palabras mayores, puesto que implica aportar elementos que conduzcan a una actividad intelectual individual o en grupo, y a crear relaciones de retroacción y motivación para comprobar el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Tiene que activar en ellos el proceso de aprendizaje. Es decir, hay que centrar la formación en el aprendizaje y en la adquisición de competencias y destrezas, valorando adecuadamente el esfuerzo requerido y la calidad del aprendizaje de los alumnos.

Esto comporta nuevos retos para el profesorado y el estudiante: en los objetivos y en la metodología docente, en la reformulación de las estrategias de enseñanza-aprendizaje y en modificaciones en el sistema de evaluación y en la organización de los recursos y los espacios. Es una nueva forma de enfocar la enseñanza universitaria. Nada fácil con las condiciones actuales.

Por eso sería necesario que el docente universitario se sensibilice interiorizando su labor como una profesión educativa (no como la de un científico que enseña) y sepa cuáles son las tareas pedagógicas necesarias para llevarla a cabo, cuáles son los aprendizajes relevantes, los medios didácticos de que dispone y qué tiene que hacer para facilitar en el alumnado el desarrollo de la capacidad de comprensión más que la de repetición. Y muchos no lo saben hacer. Nunca han recibido una formación pedagógica. Y esto es responsabilidad de quienes gobiernan las universidades. No es únicamente “culpa” de los docentes.

Es muy bonito y complaciente decir que el profesorado tiene que ayudar a gestionar el proceso de aprendizaje del alumnado innovando, motivándolo y entusiasmándolo en un trabajo más provechoso y una actitud constante de aproximarse a las fuentes de nuevos conocimientos, pero no dando herramientas para hacer esta transformación. A coste cero, dirán.

Es verdad que la universidad necesita cambiar su práctica docente e innovar su metodología, pero también la formación pedagógica del profesorado (que tendría que ser obligatoria), la dotación presupuestaria, las estructuras, las relaciones laborales… Mucho trabajo después de los recortes y de la mala gestión administrativa. Supone un necesario cambio y eso sí que sería innovar. Cuando un alumno entra a la universidad no ve a grandes científicos, a grandes investigadores (como piden las agencias de acreditación); ve a un docente que está ante él intentando enseñarle algo. El cambio tendría que actuar sobre las personas y los contextos (procesos de comunicación, estructurales, políticas, agencias de acreditación, de relaciones de poder y categorías, de toma de decisiones, de relaciones laborales…) para promover innovaciones institucionales desde dentro y con el contexto de cada universidad para una institución de futuro. La miopía se cura con nuevas gafas y no con palabras escritas o de discursos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/11/la-innovacion-docente-en-la-universidad-es-posible/

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UNICEF: El estado cambiante de la malnutrición

UNICEF / 16/10/2019

¿Qué ves cuando piensas en la malnutrición infantil?

Hace 20 años, la imagen era llamativa: un niño peligrosamente desnutrido que apenas tenía con qué alimentarse.

En la actualidad sigue habiendo millones de niños desnutridos, pero la imagen está cambiando. Aunque el número de niños con retraso en el crecimiento está disminuyendo en todos los continentes menos África, el sobrepeso y la obesidad están aumentando en todos los continentes, incluido África, y a un ritmo rápido. En todo el mundo, al menos la mitad de todos los menores de cinco años padecen hambre oculta: una falta de nutrientes esenciales que suele pasar inadvertida hasta que es demasiado tarde.

1 de cada 3 niños no está creciendo bien debido a la malnutrición.

En muchos países, incluso en un mismo hogar, estas tres formas de malnutrición –desnutrición, hambre oculta y sobrepeso- se dan al mismo tiempo. Esto significa que un solo país puede tener que enfrentarse al desafío de abordar altas tasas de retraso en el crecimiento, carencias de micronutrientes y obesidad. Del mismo modo, en una familia puede haber una madre con sobrepeso y un niño con retraso en el crecimiento. Estas tendencias reflejan lo que se conoce como la triple carga de la malnutrición, que pone en peligro la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños, las economías y las sociedades.

Es probable que esta carga siga creciendo. Sorprendentemente, ningún país ha avanzado en la disminución de los niveles de sobrepeso y obesidad en los últimos 20 años.

Esto nos obliga a preguntarnos: ¿por qué tantos niños comen tan poco de lo que necesitan y consumen cada vez más lo que no necesitan?

LA TRANSICIÓN NUTRICIONAL

A lo largo de las últimas décadas, las sociedades han evolucionado. Estamos más conectados que nunca a través de los mercados comerciales globales. Cada vez más gente abandona las zonas rurales para trasladarse a ciudades con gran densidad de población. Más mujeres prosperan en el mundo del trabajo, al tiempo que siguen criando a sus familias. Además, el cambio climático ejerce cada vez más presión sobre la forma en que vivimos y utilizamos los recursos naturales.

Nuestro mundo feliz ha influido enormemente en la forma de producir los alimentos, en nuestro acceso a esos alimentos y, por último, en lo que comemos.

La globalización ha cambiado nuestra forma de comer. Ha transformado rápidamente los sistemas que llevan la comida del campo a la mesa y lo ha cambiado todo, desde la cosecha de los cultivos hasta la forma en que los alimentos se exhiben en los supermercados. Hoy en día, numerosas comunidades de todo el mundo cuentan con acceso a una mayor disponibilidad y variedad de alimentos. Sin embargo, la globalización y el comercio también han ampliado el mercado de la comida rápida y la comida basura, y han impulsado la comercialización de los alimentos dirigidos a los niños.

El auge mundial de los supermercados, las tiendas multiservicio y las cadenas de comida rápida ha hecho que las familias y las comunidades estén abandonando las dietas tradicionales, a menudo más sanas, en favor de dietas modernas que suelen estar cargadas de alimentos procesados, ricos en grasas saturadas, azúcar y sodio y con un bajo contenido de nutrientes esenciales y fibra.



En la actualidad, más de la mitad de la población del mundo vive en ciudades. La urbanización ha ocasionado una rápida transformación de los hábitos alimentarios y el estilo de vida, como refleja el aumento de los alimentos ultraprocesados y la disminución de la actividad física.

Como resultado, ha aumentado la prevalencia del sobrepeso y la obesidad entre los residentes urbanos, así como los índices de diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Para 2050, el 70% de los adolescentes del mundo vivirán en ciudades: estarán, por tanto, más expuestos que nunca a la comercialización de alimentos poco saludables y serán más vulnerables a las enfermedades asociadas con la dieta.

Cada vez es mayor el número de mujeres que se incorporan al mercado laboral, lo que representa casi un 40% de la fuerza laboral del mundo. Sin embargo, en casi en todo el mundo, las madres siguen siendo las responsables de gran parte de la alimentación y el cuidado de los hijos. Suelen recibir poca ayuda de las familias, los empleadores o la sociedad en general, lo que obliga a muchas de ellas a enfrentarse a la imposible tarea de elegir entre alimentar bien a sus hijos o recibir ingresos fijos.

Sumaiya tiene siete años y es una migrante por el cambio climático.

Los fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones, las tormentas, las sequías y el calor extremo se han duplicado desde 1990, y los niños sufren sus consecuencias de manera desproporcionada. Ellos son el grupo más susceptible a las enfermedades transmitidas por el agua, las cuales incrementan el riesgo de malnutrición y muerte.

Las perturbaciones climáticas alteran la producción de los alimentos y el acceso a estos por parte de las familias de zonas rurales: solo las sequías son responsables del 80% de los daños y las pérdidas en la agricultura. En zonas donde las personas cuentan con un solo cultivo básico, como el maíz, cualquier alteración en la producción puede acabar por completo con el suministro de alimentos.

Cada vez es más frecuente que los problemas causados por las perturbaciones climáticas obliguen a las familias a abandonar sus granjas y trasladarse a zonas urbanas, donde predominan los alimentos procesados y el sedentarismo. Además, dado que los sistemas alimentarios explican hasta una tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, el cambio a la producción industrial de alimentos no hace más que agravar el calentamiento global.

LOS ENTORNOS ALIMENTARIOS Y LA COMERCIALIZACIÓN

Si los niños no comen los alimentos adecuados, ¿por qué los padres, o incluso los propios niños, no eligen preparar y consumir alimentos más saludables?

La respuesta radica en entender los entornos alimentarios.

Cuando observamos un entorno alimentario, o, en otras palabras, todos los factores que influyen en las decisiones alimentarias de una familia (desde lo que hay disponible en su zona hasta el dinero que tienen o los alimentos que son convenientes o conocidos para ellos) vemos que la alimentación es mucho más que una mera preferencia personal.

Las familias que viven en ciudades suelen comprar su comida, por lo que, en general, sus ingresos determinan lo que comen. Ellos tienen más probabilidades de comprar en supermercados, donde gran parte de los alimentos están envasados o son ultraprocesados. Para las familias pobres de zonas urbanas, el acceso a alimentos saludables es aún más escaso, y muchos dependen de comida callejera, que está cargada de grasas y sal.

Algunas familias de zonas urbanas viven en “desiertos alimentarios”, o vecindarios en los que es imposible encontrar productos frescos y mercados de alimentos saludables. Otras viven en “pantanos alimentarios”, donde las opciones poco saludables como la comida rápida o las cadenas de restaurantes sobrepasan el número de opciones saludables y son menos costosas. El tiempo y la comodidad también son factores importantes. Un padre o una madre solteros pueden encontrarse con dificultades para trabajar y llevar comida a la mesa. Las mujeres de zonas rurales, en particular, suelen verse obligadas a conciliar los trabajos agrícolas no remunerados con su función de cuidadoras principales.

Conforme un niño se va haciendo mayor, las personas que ejercen más influencia sobre su alimentación van cambiando, desde los padres y otros cuidadores en sus primeros años de vida hasta el personal de las guarderías y los cuidadores profesionales de niños. Cuando comienzan la escuela, sus compañeros y sus amigos son los que tienen más influencia.



Un aspecto importante del entorno alimentario que, además, influye enormemente en la alimentación de los niños es la comercialización de los alimentos. Los anuncios, el envasado de los alimentos y las campañas digitales dirigidas a los niños impulsan la demanda de comida basura, comida rápida y bebidas azucaradas. El aumento de la comercialización de los alimentos está estrechamente ligado al aumento de la obesidad infantil.

Los niños se exponen a diario a un enorme volumen de situaciones en las que se comercializan de alimentos poco saludables. Un estudio reciente llevado a cabo en 22 países reveló que, por cada anuncio de alimentos saludables, había cuatro que promovían alimentos no saludables. Esta disparidad es aún mayor en países de ingresos altos como los Estados Unidos o el Reino Unido.

En los países de ingresos bajos también se está registrando un rápido aumento del consumo de alimentos no saludables. Entre 2011 y 2016, las ventas de comida rápida crecieron en un 113% en la India, un 83% en Viet Nam y un 64% en Egipto.

Las zonas más pobres de Inglaterra son focos para la comida rápida con cinco veces más puntos de venta que las áreas más ricas.

En comparación con la televisión tradicional y la comercialización en los medios impresos, la comercialización digital presenta una dificultad única. En todo el mundo, aproximadamente uno de cada tres usuarios de internet es un niño. Con el aumento de los teléfonos inteligentes, los comercializadores alimentarios cuentan con un canal directo para anunciar sus productos, con el que pueden dirigirse de manera específica a los niños y que está disponible para ellos casi todo el tiempo.

Si no se establecen normativas eficaces, será imposible que los niños escapen de esta fuente constante de comercialización de alimentos, ya sea mediante la televisión, los medios impresos o los canales digitales. La legislación gubernamental parece ser la forma más efectiva de reducir las ventas de alimentos no saludables, y la Organización Mundial de la Salud insta a los gobiernos a comprometerse a erradicar la obesidad infantil utilizando enfoques de eficacia demostrada, a promover una nutrición de más calidad y a regular la comercialización de alimentos no saludables para los niños.

LA POBREZA Y LA MALNUTRICIÓN

La mayoría de las formas de malnutrición que se dan en todas las partes del mundo (desde las zonas rurales hasta las urbanas) tienen su origen en la pobreza y la desigualdad.

Los niños que viven en situación de extrema pobreza en países de ingresos bajos, especialmente en zonas remotas, tienen más probabilidades de estar subalimentados y malnutridos. Asimismo, tienen menos probabilidades de tener acceso a agua limpia, saneamiento y atención médica. Dada su situación de desventaja, también tienen menos probabilidades de terminar la escuela; tienen más tendencia a enfermar y, por último, a seguir en el ciclo de pobreza.



La malnutrición también afecta de manera desproporcionada a los niños más pobres y desfavorecidos de los países de altos ingresos. En los Estados Unidos, la obesidad infantil es más común en familias de niveles de ingresos y educación más bajos. En Inglaterra, las tasas de sobrepeso y obesidad infantil se duplican en las zonas más pobres. Además, esas zonas tienen cinco veces más restaurantes de comida rápida que las zonas más acomodadas. En muchos casos, los alimentos saludables son más costosos que las opciones no saludables.

Los ciclos de pobreza y malnutrición abarcan generaciones.

Una madre con insuficiencia ponderal o anemia tiene más probabilidades de tener un hijo con retraso en el crecimiento. A su vez, su hijo tendrá menos probabilidades de crecer fuerte y sano, de destacar en la escuela y de obtener oportunidades laborales y económicas. Como resultado, ese niño tendrá más probabilidades de permanecer en esa situación de pobreza, de estar malnutrido y de tener hijos con retraso en el crecimiento.

Del mismo modo, los hijos de madres con sobrepeso se enfrentan a obstáculos que les impiden crecer sanos. Estudios de todo el mundo han demostrado que existe una relación entre las madres con sobrepeso y los niños con sobrepeso de la generación siguiente. El funcionamiento físico y psicológico de los niños en la edad adulta también se ha relacionado con las madres con sobrepeso. En la actualidad, tener sobrepeso es el factor de riesgo más común durante el embarazo.

Sin embargo, una nutrición adecuada puede romper el ciclo vicioso de la pobreza y la malnutrición en solo una generación. Si reciben la nutrición y los cuidados adecuados, los hijos de padres malnutridos tienen posibilidades de crecer y alcanzar una altura saludable. Para que eso ocurra, las mujeres y las niñas, especialmente las madres adolescentes, necesitan ayuda y orientación en materia de nutrición antes del embarazo, tanto para su propio bienestar como para garantizar que sus hijos tengan la nutrición que necesitan en los 1.000 primeros días de vida, que son fundamentales.

EL COSTO DE LA MALNUTRICIÓN

La malnutrición puede ocasionar daños permanentes en el crecimiento, el desarrollo y el bienestar de un niño. El retraso en el crecimiento en los primeros 1.000 días de vida se asocia con un peor rendimiento en la escuela: por una parte, porque la malnutrición afecta al desarrollo cerebral, y por otra, porque los niños malnutridos tienen más probabilidades de enfermar y no ir a la escuela. El hambre oculta puede causar ceguera (falta de vitamina A), dificultar el aprendizaje (falta de yodo) y aumentar el peligro de que una madre muera durante el parto (falta de hierro). El sobrepeso y la obesidad pueden ocasionar enfermedades graves, como la diabetes de tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Además, esta alteración del desarrollo físico y cognitivo de los niños les afecta también en la edad adulta y pone en peligro sus perspectivas económicas y su futuro.

En general, la pérdida de potencial y productividad tiene enormes implicaciones para el desarrollo socioeconómico de las sociedades y las naciones en un sentido más amplio, ya que socava la capacidad de los países de desarrollar el “capital humano” y debilita los niveles generales de educación, formación, habilidades y salud en una población. La pérdida es significativa.

El promedio de pérdida de ingresos asociada al retraso en el crecimiento en el transcurso de una vida es de 1.400 dólares por niño, pero puede llegar a 30.000 dólares en países más ricos. Las pérdidas económicas en los países de medianos y bajos ingresos derivadas de enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad, como enfermedades de corazón, cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias crónicas, superarán los 7 billones de dólares a lo largo del periodo 2011-2025.

En total, se estima que la repercusión de las distintas formas de malnutrición sobre la economía mundial puede llegar a los 3,5 billones de dólares al año, 500 dólares por persona.

En contraste, hay numerosos ejemplos de la relación entre una nutrición adecuada y la mejora del rendimiento escolar de los niños. Desde China hasta Tanzanía y desde Guatemala hasta los Estados Unidos, muchos estudios han demostrado que una nutrición adecuada mejoró las tasas de matriculación escolar, asistencia y rendimiento en ámbitos como las matemáticas y la lectura.

Es necesario subrayar la importancia de las inversiones como forma de abordar la malnutrición. Con tan solo 8,50 dólares por niño al año podrían alcanzarse los objetivos mundiales para poner fin al retraso en el crecimiento en niños menores de cinco años.

Esta inversión no solo es reducida si se compara con el gasto anual de la publicidad de empresas multinacionales de comida y restauración, sino que además genera una asombrosa tasa de rendimiento: cada dólar invertido en reducir el retraso en el crecimiento genera una rentabilidad equivalente a unos 18 dólares en países muy afectados.

CREAR SISTEMAS ALIMENTARIOS
QUE SATISFAGAN LAS NECESIDADES DE LOS NIÑOS

La comida y la nutrición adecuadas no solo conforman la base de la salud de los niños y del desarrollo de la sociedad en general, sino que además son un derecho humano básico de los niños.

Como comunidades, madres y padres, gobiernos, empresas alimentarias, comercializadores y ciudadanos del mundo, tenemos la responsabilidad compartida de dar prioridad a las necesidades de los niños en nuestros sistemas alimentarios.

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Recomendaciones de políticas y estudios de caso
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Argentina: Deuda, FMI y auditoria en un contexto inédito:

Deuda, FMI y auditoria en un contexto inédito
Claudio Katz

Macri no pudo traspasar la crisis al próximo presidente y dejará una economía en demolición. Se salvó de adelantar las elecciones y afrontar una rebelión popular semejante a Ecuador, pero llega desvanecido al final de su mandato.El decaído presidente se despide con actos patéticos, promesas ridículas y una gestión despistada. Arrió sus últimas banderas neoliberales con la intervención de los precios, el cepo cambiario, la ley de abastecimiento y el inicio del default. Como implementa esas medidas con gran desgano, los resultados son nefastos. Pero la gran incógnita es el alcance de la bomba que transfiere. Nadie sabe si lo peor ya pasó.

Improvisaciones al por mayor

La fuga de capital desencadenó el desplome actual. La salida de fondos alcanzó el pico más elevado desde el 2003 y acumula 20.000 millones de dólares desde principio de año. Las reservas son rifadas al compás de la devaluación, entre días de furibundo remate y jornadas de simple goteo.

Los propios economistas ortodoxos reclamaron la introducción del control de cambios y Macri tiró la toalla. No pudo frenar la vertiginosa hemorragia de dólares y recurrió al denigrado cepo. Improvisó disfraces de esa regulación, pero se encamina a redoblar todas las restricciones cambiarias.

Ya se avecinan nuevas limitaciones a la compra de divisas (turismo, escrituras, pago de importaciones) y es probable el desdoblamiento del mercado, en un dólar turístico-financiero y otro comercial. El denominado “contado con liquidación” (que utilizan las empresas para comprar bonos en el país y venderlos afuera) es el anticipo de esa segmentación.

Los comunicadores se amoldan al nuevo escenario y archivan sus viejos latiguillos contra el cepo. Pero como el gobierno lo aplica en forma tardía y sin ninguna convicción, el control de la divisa naufraga en forma acelerada. Esa supervisión exige reglamentaciones e inspecciones, que fueron desarmados por los funcionarios de Cambiemos.

La misma ineficacia se verifica en la obtención de los dólares que retienen los exportadores. La obligación de liquidar esas divisas ha sido desoída por las cerealeras. Saben que el gobierno no quiere, ni puede forzarlas a entregar los dólares y esperan un pico superior de devaluación para ingresar los fondos. Observan atentamente la cotización del dólar blue y especulan con el mejor momento para vender.

El mayor peligro en ciernes es la reactivación de la corrida bancaria. Los pequeños depositantes comenzaron a retirar sus depósitos siguiendo la conducta de los grandes jugadores. La memoria del Plan Bonex (1989) y del corralito (2001) mantiene encendidas todas las alarmas de la clase media.

El gobierno respondió con la extensión del horario de atención de los bancos y la masiva importación de billetes estadounidenses. También explicó que la contraparte actual de los depósitos en dólares son préstamos en la misma moneda a los exportadores y reaseguros en el Banco Central. Pero como los decrecientes dólares de ese organismo están tironeados por múltiples demandas, aumentan las dificultades para satisfacer a los ahorristas .

Los bancos no sólo afrontan la continuada salida de depósitos. Han reemplazado su tradicional función crediticia por la especulación con bonos públicos de altísimo rendimiento. Por eso incubaron la bomba de las Lebacs, que terminó licuada con la última mega-devaluación. El destino de los papeles sustitutos (Leliqs) es más incierto. Si se agota el refinanciamiento del Banco Central podría irrumpir un canje compulsivo. Los bancos ya comenzaron a escaparse a otros títulos (pases), pero el círculo de su alocada bicicleta se está cerrando.

La tragedia social

La inflación que Macri prometió resolver de taquito se ha desbocado. Ya se aproxima al 60% anual y todavía falta el traslado a los precios minoristas de los efectos de la última devaluación. Los capitalistas remarcan a un ritmo desaforado, desconociendo los inconsistentes parches del gobierno. El régimen de “precios esenciales” y la reducción del IVA no han morigerado la carestía.

La credibilidad de los funcionarios que se despiden es tan reducida, como la efectividad de sus acciones. Los propios ministros olvidan los decretos que emitieron en la jornada anterior. El congelamiento por tres meses de las naftas sólo duró 33 días y el severo programa de emisión cero ha sido directamente abandonado.

El oficialismo ha perdido el manejo de todos los resortes de la economía. La caída del 2,7% del PBI en el 2019 afianzará un ciclo recesivo, que ha desvalorizado las empresas a un nivel comparable con el 2002. La cotización bursátil de las principales firmas se desplomó en un 80 por ciento y están regaladas para los grandes inversores del exterior. Habrá que ver si se consuma otra gran oleada de desnacionalización del aparato productivo.

Este gravísimo contexto económico ha provocado una t ragedia social mayúscula. Las devaluaciones, los tarifazos y el castigo a los ingresos populares dispararon la pobreza al 35,4% y ese porcentual se aproximará al 40%, antes de fin año. En uno de los principales países exportadores de alimentos hay cinco millones de personas que no acceden a los consumos básicos. Basta recorrer los comedores comunitarios para corroborar esa nueva epidemia de inseguridad alimentaria.

La emergencia contra el hambre aprobada en el Congreso sólo redistribuye partidas de un presupuesto sub-ejecutado. En los hechos, incorpora una bajísima suma de dinero que no asegura leche, carne o almuerzos suficientes a millones de indigentes. El drama de este segmento es complementado por la pauperización de los trabajadores ocupados, que perdieron el 30% de su salario desde el 2015. Esta dantesca herencia de Macri puede incluso agravarse, si estallan nuevas convulsiones cambiarias, bancarias o inflacionarias, antes de la asunción del nuevo presidente.  

Un default en expansión

La herencia más impactante de Macri es el nuevo default de la deuda. El gran fantasma que el gobierno utilizó para denigrar a la oposición y atemorizar a los electores ha sido finalmente corporizado por el propio oficialismo. Por ahora el impago es limitado, pero tiene altas chances de extenderse.

La prórroga forzosa de los vencimientos afecta a varios bonos de corto plazo. Son títulos internos que el gobierno no pudo saldar y prometió refinanciar con un plan que continúa elaborando. Hasta ahora, ni siquiera se sabe cuáles son los papeles incluidos en esa reestructuración.

Macri implementa el default más insólito de los ocho que arrastra la historia nacional. Con el “mejor equipo de los últimos cincuenta años” dejó de pagar una deuda emitida durante su propio mandato. Esa decisión involucra un pasivo en moneda nacional, que en muy pocos países dejan en el aire.

Los títulos impagos son habitualmente utilizados por las empresas para financiar su giro cotidiano. Esas firmas reemplazan ahora esos documentos por el encarecido crédito bancario o por el simple corte de la cadena de pagos. Esta adversidad agrava la depreciación de las compañías y el consiguiente desplome de la economía. Pero p ara encubrir el default, los publicistas oficiales encontraron un nuevo eufemismo: “reperfilamiento de la deuda”.

Con esa denominación llegó al Congreso una propuesta de canje de otra porción del pasivo de más largo plazo, emitido bajo jurisdicción argentina. Los tiburones de las finanzas (que siguen manejando el Ministerio de Hacienda) aspiran a repetir el recordado negociado que instrumentó Cavallo (“megacanje”). Pretenden inflar con mayores tasas una deuda que se encamina al default, para lucrar con futuros litigios de cobranza. Algunas versiones señalan a Caputo y a los grandes fondos (Templeton, BlackRock) o bancos (J.P. Morgan) en la trastienda de esta operación.

Los medios especializados sólo discrepan en la fecha o el alcance de un default más general. La tasa de riesgo-país confirma esas predicciones, ante la evidente ausencia de los dólares requeridos para saldar los compromisos. Atribuir este quebranto al entierro electoral sufrido por Macri en las PASO es otro despiste del periodismo cortesano. Ese resultado apenas agregó otra anécdota, al desmoronamiento financiero iniciado en abril del 2018. En ese momento se cortó el crédito y apareció la soga que el FMI ha enhebrado sobre el cuello de Argentina,

Macri batió todos los récords imaginables. Incremento de la deuda a un ritmo de de 4 millones de dólares por hora, 90 millones por día, 3 mil millones por semana y 35 mil millones al año. Le deja a su sucesor vencimientos por 223.000 millones de dólares, equivalentes al 40% del producto, con un 77% de los intereses y el capital en moneda extranjera.

Esos pasivos asfixian con la misma intensidad a las provincias, que desde el 2016 multiplicaron su endeudamiento por seis. La carga ya explotó en Chubut, que tiene comprometido el 70 % de su recaudación con los acreedores y paga los sueldos en cuotas. El mismo drama se avecina en otras provincias.

Suspender y reordenar los pagos

El default de Macri comienza a modificar los lugares comunes que instaló Cambiemos. La inconmovible prioridad de pago a los acreedores ya empalidece frente a otras urgencias, como el hambre generado por el ajuste. También la cesación de pagos ha perdido su status de concepto prohibido. Muchos perciben la necesidad de transformar su caótica generalización, en una ordenada suspensión de las erogaciones. Ese manejo permitiría contener la devastación de la economía.

Un desahogo de la deuda es imprescindible para recomponer los ingresos y reactivar la producción. Sin ese respiro es dudoso el esperado rebote que sucede a la recesión. No alcanza con el superávit comercial o la elevada capacidad ociosa que generó la crisis. El torniquete continuará provocando un círculo vicioso de mayores recaídas, si los financistas cobran mientras Argentina languidece.

Las expectativas en una reactivación espontánea a partir de diciembre se basan en la analogía con el 2002. Pero conviene recordar que ese repunte se sostuvo en cinco años de total paréntesis en los pagos de la deuda. La misma suspensión es más necesaria en la coyuntura actual, frente a los severos límites que afronta la salida de la recesión.

A pesar del descomunal ajuste fiscal, Macri se irá con un desequilibrio primario muy alejado del excedente comprometido con el FMI. El déficit secundario es enorme por la acumulación de intereses (que ya degluten el 21,5 % de los recursos tributarios) y el agujero cuasi-fiscal creado por las Leliqis es directamente explosivo. En ese marco, la utilización del gasto público para “encender la economía” choca con las exigencias de recorte fiscal, que mantienen los financistas.

Es cierto que el sector externo exhibe nuevamente superávits significativos, al cabo de una tormentosa escalada de devaluaciones. Pero ese resultado obedece a la caída de las importaciones y a la significativa cosecha que sucedió a la sequía. Conviene registrar que el estancamiento de los precios internacionales, no augura escenarios auspicios para el comercio exterior.

Por otra parte, la inversión privada sigue aplastada por la altísima inflación, las astronómicas tasas de interés y la brutal contracción del mercado interno. Para reactivar el paralizado circuito fabril hay que neutralizar esas restricciones.

La recomposición del consumo debería ser el motor del repunte, luego de la impresionante la caída del poder adquisitivo. Pero esa resurrección no llegará, si la economía permanece sometida al encadenamiento de la deuda.

Alternativas de renegociación

Alberto Fernández ha subrayado la conveniencia de renegociar la deuda, en lugar de suspender su pago. Pretende encarar tratativas que incluyan la prórroga de los vencimientos y (o) una eventual quita del capital adeudado. En ambos planos se avizoran conversaciones muy duras.

De las distintas opciones en juego el futuro presidente ha ponderado el modelo uruguayo, que alargó pagos sin ninguna punición significativa del pasivo. Es la alternativa predilecta de los fondos de inversión, que ocultan el severo ajuste requerido para implementarlo. También omiten que el volumen de los bonos uruguayos era muy pequeño, en comparación a la montaña de obligaciones que afronta Argentina.

Quiénes observan con mayor realismo el futuro de la actual hipoteca destacan la alta probabilidad de una quita. En las últimas 10 reestructuraciones internacionales de pasivos se registraron 6 reducciones de ese tipo (Argentina, Iraq, Ecuador, Costa de Marfil, Grecia y Ucrania). El promedio del recorte fue 40%, en las 187 recomposiciones de deudas nacionales concretadas desde 1970.

El caso más reciente de Ucrania (2015) se ubicó por debajo de esa media y la reducción efectiva de Grecia es motivo de controversia. Lo que todos conocen de ese país es la interminable pesadilla de ajustes que soporta su pueblo.

La mayor quita reciente se registró en Argentina en 2002-2007. Es el antecedente que Alberto propone evitar. Argumenta que el país no puede repetir -en tan corto plazo- un recorte tan drástico. Pero olvida que con la misma brevedad se consumó otro escandaloso endeudamiento.

La gran novedad de la próxima renegociación será el lugar del FMI, como acreedor principal del pasivo. Ese organismo nunca estuvo tan involucrado en esa condición. Desembolsó en un brevísimo plazo 45 mil millones de dólares y convirtió súbitamente a la Argentina en su gran prestatario. El único propósito de esa monumental concesión de dinero fue el financiamiento de la fracasada reelección de Macri que demandó Trump.

El FMI se encuentra actualmente muy dividido y aumentan los pases de facturas, para dirimir quién cargará con la culpa de semejante aventura. La prioridad del organismo es cobrar y por eso alienta la aplicación de una quita a los acreedores privados. Esa llamativa violación de sus normas está dictada por las necesidades de cobro. Por eso exige un recorte de los pagos al resto.

El Fondo busca evitar un default en carne propia, que afectaría a la institución rectora de todas refinanciaciones mundiales. Además, sus directivos perciben que la crisis argentina puede generar impactos globales. Si afecta directamente al propio Fondo desencadenaría nuevas turbulencias en los mercados.

Por el momento el FMI tantea el terreno y despliega un doble juego. Por un lado, mantuvo el bloqueo a la concreción de la última cuota de su mega-crédito (5400 millones de dólares). Los favores de último momento de Macri fueron insuficientes. No bastó el decreto autorizando la peligrosa importación de desechos reciclados. El enojo de FMI con su fracasado títere del Cono Sur persiste, a pesar de la conversión de Argentina en un basural de Estados Unidos.

Pero el Fondo autorizó, al mismo tiempo, el uso de otros 7000 millones de dólares (que Banco Central mantenía como reserva intocable), para abrir una puerta de negociación con Fernández. Ese guiño evita la inmediata ampliación del default a otros bonos.

El FMI necesita disimular sus flaquezas para preservar la imagen de organismo todopoderoso, ante el agujero generado por la insolvencia de su último cliente. Como en toda gran deuda, el problema ya se localiza en la contabilidad del acreedor. La cuantía del pasivo no es tan importante como su impacto. El caso argentino tiende a renovar en varias latitudes, la crítica generalizada al comportamiento saqueador de los organismos financieros internacionales.

Auditoria para conocer los responsables

El esquema económico, el gobierno de Macri y el FMI comparten la responsabilidad del dramático escenario actual. La incidencia del modelo salta a la vista y repite el nefasto desemboque de todos los experimentos neoliberales. Ese derrumbe no fue un propósito deliberado del oficialismo, para disciplinar a la población y enriquecer a sus socios. Macri no quería inmolarse, ni terminar enemistado con los grandes capitalistas. Lo sucedido tiene una explicación más sencilla. Cambiemos repitió la misma secuencia de todos sus antecesores derechistas.

El gobierno intenta diluir esa culpabilidad directa con despechadas críticas a todos los argentinos (“somos irresponsables”). Acusa al conjunto de la sociedad (“no nos acompañó”) y retrotrae los males a la historia nacional (“siempre endeudados”). Pero ninguno de esos pretextos disuelve la responsabilidad de los funcionarios que estamparon su firma en la concreción de la hipoteca.

Esos individuos deben responder por obligaciones concertadas con infinitas irregularidades. Desde el momento que la deuda no pasó por el Congreso, su legalidad es altamente cuestionable. Fue consumada a través simples e incongruentes decretos. La ilegitimidad de esa operación es resaltada por varios movimientos y personalidades, que demandan la publicidad de todos los términos del acuerdo con el FMI. Ese conocimiento permitiría promover su nulidad.

La responsabilidad del Fondo es obvia. El organismo violó su propia carta orgánica al conceder un préstamo enorme (que renovó varias veces), sin considerar los incumplimientos del deudor. Más grave fue el aval otorgado a la fuga de capitales, que está explícitamente penalizado en este tipo de créditos.

El FMI argumenta que socorrió a un demandante de auxilio, pero oculta que lo hizo por reclamo de Trump para sostener a Macri. Olvida, además, que prometió actuar con sensibilidad social y ha dejado una terrible secuela de indigencia.

La deuda con el FMI es una estafa mayúscula. Todo el país asume un compromiso por un dinero que se esfumó en forma vertiginosa. Ni un sólo dólar de los 50.000 millones aportados se tradujo en inversiones. Esos recursos fueron capturados por grupos financieros que consumaron el mayor fraude de la historia reciente. Ellos deben afrontar las consecuencias de esa apropiación. Es la deuda de un puñado de millonarios y no la obligación de todos los argentinos.

La fuga de capitales se consumó en esta ocasión a la vista de toda la ciudadanía. Involucra especialmente los 80 mil millones de dólares expatriados en los últimos cuatro años. Como existen datos muy precisos de esas transferencias, una rápida auditoría identificaría a los beneficiarios de esa operación. Antes de discutir cuánto y cómo se paga de la deuda hay que esclarecer quién se apropió de ese dinero.

Las experiencias de auditorías de Grecia y Ecuador podrían servir de modelos a la investigación de Argentina. No es necesario remontarse al pasado dictatorial, ni lidiar con la documentación perdida. Hay que poner la lupa en funcionarios como Caputo, que emitieron insólitos bonos a 100 años e hicieron negocios para sus propias consultoras.

La inmediata repatriación de todo el patrimonio del alto funcionariado de Cambiemos constituiría un simbólico inicio del nuevo tratamiento de la deuda. También correspondería investigar cómo fue devastado el Fondo de Garantía las jubilaciones, que Macri recibió con 67.000 millones de dólares y devuelve con menos de 22.000 millones.

Hay múltiples instrumentos para concretar una auditoría expeditiva. El blanqueo de capitales ofrece una base de datos para entrecruzar información. Ese operativo transparentó 116.800 millones de dólares de los 300.000 millones afincados en el exterior.

La au ditoría es también una necesidad política, para cualquier gobierno que pretenda legitimar su gestión. Es imprescindible conocer lo ocurrido con la deuda. Esa clarificación sería el punto de partida de un verdadero “n unca más” (como sucedió con la CONADEP) . Introduciría un quiebre definitivo en el fraude recurrente que padece la Argentina.

¿Reconstuir desmovilizando?

Alberto Fernández soslaya la ilegitimidad de la deuda y sugiere “cerrar la grieta” con un borrón y cuenta nueva. Pero su mensaje de reconstruir el país “entre todos” (y sin que nadie pague) carece de realismo. No hay forma de recomponer la economía, si se consagra la impunidad de los vaciadores del país. La ilusión de reconstruir Argentina con sus destructores será aprovechada por la derecha para rehacer sus filas. Utilizará el desahogo para preparar otro retorno.

Alberto espera afrontar un escenario parecido al imperante durante la gestión de Néstor Kirchner. Supone que la reactivación del consumo y la producción sucederán al Pacto Social y estima que los empresarios relegarán su rentabilidad, para facilitar el rebote de la economía. Pero olvida que los capitalistas siempre responden con el bolsillo a esos mensajes del corazón. Desconoce, además, que ese idílico contexto puede quedar diluido, si se repite el turbulento escenario que por ejemplo afrontó Menen al comienzo de su mandato. En esa ocasión una crisis irresuelta tardó dos años en tocar fondo.

En la campaña electoral Alberto transmite a cada público lo que quiere escuchar. Por un lado sugiere mensajes progresistas de mejora salarial, recuperación de los ingresos, penalización de los banqueros, impuestos al patrimonio y planes de tarjeta alimenticia.

Al establishment le habla con otro lenguaje de garantía a los negocios. Los trascendidos sobre la explotación de Vaca Muerta con fideicomisos externos son la contracara del modelo boliviano de captura estatal de la renta. Los candidatos a ocupar el Ministerio de Economía son más descarnados. Ponderan el dólar competitivo y demandan posponer la redistribución de los ingresos.

Lo más preocupante es la inmediata cogestión de una transición que avale la inflación galopante. Esa carestía podría consumar el “trabajo sucio” que inicio la última mega-devaluación. Presentar esa agresión como un dato ajeno (“gobierna Macri”) es tan engañoso, como exigir que “se cuiden los dólares de las reservas”, omitiendo las consecuencias devaluatorias de ese mensaje.

Alberto promete un alivio que llegaría con las calles vacías, a través de las urnas. Como enfatiza esa conveniencia de la desmovilización popular, convocó al abandono de las manifestaciones sociales y al levantamiento del paro aeronáutico. Sus voceros afirman que es un llamado transitorio para engrosar la base electoral. Pero preparan un mensaje parecido para los próximos meses, que objetará los reclamos activos a un gobierno recién llegado.

En ese terreno de la movilización se juega la posibilidad de recomponer el ingreso popular. Sin lucha social, triunfos por abajo y cambios de las relaciones de fuerza, no habrá mejoras significativos para el grueso de la población. Conviene recordar que las conquistas logradas durante el Kirchnerismo fueron un eco tardío de la rebelión del 2001. Cualquier pulseada con el FMI, sin el pueblo en la calle será una batalla perdida.

La gravitación de la movilización se verificó nítidamente en las últimas semanas. Las marchas y los acampes de los movimientos sociales impusieron la acelerada sanción la ley de emergencia alimentaria, con el evidente propósito de descomprimir la calle. No se obtuvo todo lo pedido (reapertura de los planes a los nuevos desocupados y aumento de la AUH), pero la agenda giró hacia la problemática del hambre.

El gran nivel de organización de los movimientos sociales constituye una diferencia con 1989 y el 2001 que atemoriza a las clases dominantes. Esa fortaleza abre caminos para imponer las demandas populares. Lo mismo ocurre con el reforzado movimiento sindical, si emerge del letargo impuesto por la dirigencia. La acción directa define el futuro del país. Es la gran disyuntiva en curso. Ocupar la calle para recuperar conquistas o aceptar la desmovilización y resignar lo perdido.

Resumen

Macri deja una herencia catastrófica, con improvisaciones finales contrapuestas a su credo neoliberal. Inició un insólito default, que debería transformarse en suspensión y reordenamiento de todos los pagos. Otras alternativas de renegociación no permitirán recomponer el ingreso popular. El FMI comparte con el modelo económico y el gobierno la responsabilidad del colapso actual. Afronta, además, severos cuestionamientos que afectan su status de acreedor privilegiado. Para esclarecer cómo se financió la fuga de capital corresponde implementar una auditoría, que surgirá de la movilización popular. Esa presencia callejera es indispensable para recuperar lo perdido.

Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/

Autor: Claudio Katz
Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261411

 

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América Latina hace frente a la obesidad

BID / 16/10/2019

Informe elaborado por Steven Ambrus worked as a correspondent for US and European media during two decades in Latin America, covering politics, education, the environment and other issues. He currently works in the communications and publications unit of the Research Department at the IDB.

 

Tomó diez años, una epidemia completa y dos médicos de los más altos rangos del gobierno—pero tras la resistencia feroz de la industria alimentaria, Chile finalmente promulgó una ley que hace frente al problema de la obesidad. Dicha ley es considerada por los expertos en nutrición como una de las más estrictas del mundo, si no la más estricta.

La ley, que entró en vigor en 2016 con un firme liderazgo del senador y cirujano Guido Girardi y la expresidenta y pediatra Michelle Bachelet, exige que todos los productos con un alto contenido de azúcar, grasas saturadas, calorías y sodio exhiban etiquetas negras de advertencia. Esta ley, que también prohíbe la venta de dichos productos en las escuelas y limita estrictamente la forma en que estos pueden ser anunciados, ya está marcando la diferencia. Aunque es demasiado pronto para saber si dicha ley tendrá repercusiones sobre los altos índices de obesidad, un estudio reciente revela que ha logrado mejorar la percepción de los niños sobre los alimentos y la responsabilidad de las madres al adquirirlos, justo cuando la industria alimentaria está comenzando a replantearse cómo lograr métodos más sanos.

Para no quedarse rezagados, otros países de la región, incluyendo México, Uruguay, Perú y Brasil, han emprendido la batalla con medidas que van desde colocar etiquetas de advertencia hasta cobrar impuestos sobre los refrescos. Con ello buscan revertir la epidemia que ha llevado a uno de cada cuatro adultos en América Latina y el Caribe a ser obesos, con consecuencias potencialmente letales en términos de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer.

El BID examina el problema de la obesidad en lo que respecta al deporte

En 2018 el BID publicó un estudio que abordó el problema desde el punto de vista del ejercicio. El estudio titulado Deporte para el desarrollo, reportó que en la región los adolescentes y adultos se encuentran por debajo del promedio mundial en lo que respecta al ejercicio físico y que más de cuatro de cada cinco adolescentes realizan menos de una hora de actividad física entre moderada y vigorosa al día, un porcentaje solo superado por los jóvenes de la región mediterránea oriental. Esa inercia física no solo pone en riesgo la salud, según reveló el BID, sino que además podría dar lugar a una menor productividad, más días por enfermedad y mayores costos de salud. Sin embargo, el gasto público vinculado al deporte en la región no pasa del 0,1% del PIB, aproximadamente un tercio de lo que gastan los países europeos.

El BID también ha venido apoyando programas de deporte para el desarrollo en la región y ha recomendado proyectos piloto para programas de ejercicio que permitirían la evaluación necesaria para ver qué tipo de programas funcionan mejor.

Chile marca tendencia mientras América Latina hace frente a su problema de obesidad

Entretanto, los esfuerzos de varios países de la región para hacer frente de manera enérgica al otro pilar del problema -la dieta- han sido impresionantes. En México en 2014 entró en vigor un impuesto del 10% sobre las bebidas azucaradas y en el lapso de un año se redujo el consumo en un 12%, donde los más beneficiados fueron los hogares más pobres. El país también aplicó un impuesto del 10% sobre la comida chatarra. Brasil ha publicado de manera voluntaria pautas para comer sano. Perú y Uruguay están avanzando rápidamente para exigir que ciertos alimentos exhiban etiquetas de advertencia, similares a las utilizadas en Chile. Y los ministros de salud de Mercosur se reunieron en junio de 2018 para considerar la posibilidad de tomar esas mismas medidas en todos los países.

Chile como líder en la lucha contra la obesidad

Chile es líder de la región y quizás del mundo. Las etiquetas de advertencia, obligatorias en ciertos productos, y la prohibición de personajes de dibujos animados en productos con niveles peligrosos de azúcar y otras sustancias, están dando resultado. Dichas reglas según se informa, han provocado una disminución del 25% en la compra de bebidas azucaradas y del 9% en la de cereales azucarados. Las madres afirman que la influencia ejercida por los medios de comunicación, las escuelas y, sus propios hijos, ha cambiado su forma de comprar para incluir productos más saludables.

Se está dando un cambio cultural, y no es para nada prematuro. Se podría tardar una generación entera o más para que se vea el pleno efecto de las nuevas actitudes. Pero el ejemplo de Chile y la comprensión de que unas mejores políticas puedan transformar la actitud hacia la alimentación por parte de los niños, los padres y la industria alimentaria, nos hace abrigar la esperanza de que la región pueda revertir el problema de la obesidad y vencer sus terribles consecuencias para la salud.

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